CAPITULO XX

DESENVOLVIMIENTO DE LA LITERATURA CRISTIANA DE OCCIDENTE
EN EL SIGLO III

1.- Introducción.

La lengua de la predicación y de la liturgia en Roma era el griego. Sólo al desaparecer la mayoría griega se sintió la necesidad de traducir al latín las Escrituras Sagradas, de predicar en latín y emplear finalmente el latín como lengua de la liturgia. La primera Biblia latina en Roma se remonta a la segunda mitad del siglo II.

El latín cristiano se formó:

1.- Lengua que hablaba el pueblo sencillo.

2.- Se tomó del griego muchas palabras, pues muchas latinas expresaban el culto pagano.

3.- Hubo que dotar a muchos términos latinos ya existentes de nueva significación.

Características de la teología latina cristiana:

1.1.- A fines del siglo II y comienzos del III:

Las discusiones teológicas son sostenidas por lo general aún por griegos. Justino escribe su apología en griego; Marción y otros polemistas trinitarios son asiáticos; Hipólito es oriental y publica sólo en griego.

1.2.- En el siglo III:

La teología latina no se cultiva como en Oriente dentro de una escuela teológica. Tertuliano y Novaciano dos buenos teólogos no fundan ninguna escuela.

1.2.1.- Minucio Félix:

Abogado de formación filosófica, influido particularmente por el estoicismo. Escribió el diálogo Octavio, apología del cristianismo. Celio el interlocutor pagano del diálogo, mira con fuerte escepticismo la fe en los dioses paganos; pero, puesto que Roma le debe su grandeza, todavía la prefiere al cristianismo, cuyo Dios invisible le parece un fantasma y sus seguidores incultos. El cristiano Octavio, por argumentos puramente filosóficos y sin referencia alguna a la Sagrada Escritura refuta el escepticismo filosófico y rechaza como calumnias las acusaciones hechas a los cristianos.

1.2.2.- Hipólito:

Posiblemente era oriundo de Alejandría y permaneció en Roma como presbítero de la iglesia local. Su rigorismo en la cuestión de la penitencia lo convirtió en adversario irreconciliable del papa Calixto (217-222) y cabecilla de un grupo de oposición, numéricamente escaso, pero espiritualmente importante. Las fuentes no apoyan el hecho de considerarle el primer antipapa de la historia de la Iglesia. Tampoco existen pruebas ciertas de que fuera el escritor Hipólito desterrado a Cerdeña por el emperador Maximino Traciano junto con el papa Ponciano y de que se hubiera reconciliado allí con él, muriendo en el destierro. No se excluye que hubiera pertenecido por algún tiempo al cisma novaciano y, después de 253, muriera nuevamente admitido en la Iglesia. Eusebio y Jerónimo dan una lista de sus escritos.

Con Orígenes comparte el amor a los estudios bíblicos y con él practica la exégesis alegórica pero con método más sobrio. Nos han llegado su comentario original a Daniel en griego, y en versión, una exposición del Cantar de los cantares.

La solicitud por el mantenimiento de las tradiciones apóstolicas determinó su segunda preocupación. La Traditio apostolica no se ha conservado en su lengua original, pero forma el núcleo de una serie de constituciones eclesiásticas, como la Ordenación apostólica, el Testamento de nuestro Señor Jesucristo, los Cánones de Hipólito , y el libro octavo de las Constituciones apostólicas. Intentó asegurar las reglas y fórmulas más importantes para la colación de las órdenes, las varias funciones de los oficios eclesiásticos, la administración del bautismo y la celebración de la eucaristía en la forma tradicional. Influyó en oriente, sobre todo en Egipto.

Los escritos dogmáticos y antiheréticos tienen como fin asegurar la tradición apostólica en orden de la doctrina. El Sintagma trataba de 32 herejías aparecidas hasta su tiempo. También se le atribuye el Philosophoumena o Refutación de todas las herejías . Exponía los errores de la filosofía, las aberraciones de las religiones paganas y refutaba los sistemas gnósticos. Lo que al autor le interesa demostrar sobre todo es la tesis de que toda herejía se funda en que no sigue a Cristo, la Sagrada Escritura y la tradición, sino que vuelve a las doctrinas paganas. La Iglesia es portadora y guardiana de la verdad, sobre cuya pureza y autenticidad han de vigilar los obispos legitimados por la sucesión apostólica.

1.2.3.- Novaciano:

El papa Fabián lo ordenó de presbítero aunque sólo había recibido el bautismo de urgencia y manifestaba falta de valor para confesar la fe. Hacia el 250 durante la vacante de la sede romana llevó la correspondencia de dicha iglesia con las otras iglesias. Expuso al obispo Cipriano la posición de Roma en el trato a los caídos durante la persecución.

Obra teológica sobre la Trinidad (v. 250). Se apoya en Hipólito y Tertuliano. Rechaza la teología de Marción y la concepción modalista de los monarquianos. En cambio, profesa un subordinacionismo sutil que, aún insistiendo en la divinidad de Cristo, lo subordina al Padre casi más claramente que la teología anterior. Pone de relieve la subordinación del Espíritu Santo al Hijo. Es el Espíritu Santo quien mantiene la Iglesia en la santidad y la verdad.

Con ocasión de la elección del papa Cornelio (251) que fue preferido a él Novaciano se separó de la Iglesia y rigió una comunidad propia de cuño rigorista. Quiso justificar su rotura con un concepto de Iglesia según el cual, en una Iglesia de los santos no hay ni puede haber lugar para el que peca gravemente, por muy dispuesto que esté a la expiación y a la penitencia. Un sínodo de 70 obispos presididos por Cornelio le excomulgó a él y a sus seguidores.

Cartas pastorales de Novaciano:

Socrates dice que murió mártir en la persecución de Valeriano.

1.2.4.- Tetuliano:

Características principales de la Iglesia africana:

  1. - En África se llevó a cabo antes que en Roma el tránsito a la lengua latina en la predicación y la liturgia. Las actas de los mártires escilitanos, que son el primer documento latino fechado (180), suponen ya una traducción latina de las cartas de Pablo.

  2. - Las persecuciones marcaron su desarrollo.

  3. .- Las controversias internas: sectas gnósticas y montanismo; movimiento cistmático de Novaciano y Felicísimo; disputa sobre el bautismo de los herejes.


Hijo de un centurión pagano nació hacia el 160 en Cartago. Buena educación retórica y jurídica, conocedor excelente del griego. Se convirtió de adulto movido por el testimonio de los cristianos durante la persecución. Las fuentes no permiten decidir si llegó a ordenarse de presbítero o permaneció laico. Hacia el 207 se pasó al movimiento montanista que defendió con igual ardor como había defendido la Catholica. Agustín dice que al final de su vida fundó un grupo sectario que, por él, se llamó tertulianista.

Apologeticum. Dirige la obra a los praesides de las provincias romanas. Parte en cada punto de ideas familiares a sus lectores paganos y les opone la doctrina y vida cristianas. Dice que se comete contra los cristianos la más amarga injusticia, pues se los condena sin saber lo que son. Por eso no pide absolución, sino justicia, que se funda en la búsqueda leal de la verdad.

De praescriptione haereticorum. Ya antes de que aparecieran las herejías los doctores cristianos predicaban el mensaje que habían recibido de los apóstoles y que a ellos, a su vez, les fue encomendado por Cristo. Por esos la Iglesia sola posee la Sagrada Escritura, y ella sola puede juzgar sobre su verdadero sentido y fijar así el contenido de la fe.

Escribió también obras concretas: Contra Marción refutó su dialismo y defendió la armonía entre el Antiguo i Nuevo Testamento. Contra toda volatización gnóstica aseguró la doctrina sobre la creación, la resurrección de la carne y la dignidad del matrimonio. Contra Práxeas expuso la concepción eclesiástica de la Trinidad.

Se observa un cierto rigorismo en algunas pequeñas obras: De monogamia. Donde condena las segundas nupcias. De corona, De idolatría. Condena el servicio militar y todas las profesiones que pudieran relacionarse con la idolatria. De ieiunio. Proclama la más rigurosa práctica del ayuno. De pudicitia. Niega a la Iglesia el poder de perdonar los pecados, poder que sólo concierne a los profetas montanistas.

1.2.5.- Cipriano:

Teológicamente debe mucho a Tertuliano, al que llamaba maestro y leía constantemente. Sus tratados y cartas se destinan por lo general a la solución de cuestiones del día que le planteaban la persecución o la amenaza de la escisión en la Iglesia por obra de conventículos sectarios.

Ad donatum. narra como tras larga búsqueda logró la paz religiosa por el bautismo.

De mortalitate. Palabras de consuelo en tiempos de peste a los cristianos de África.

De opere et eleemosinis. Exhorta a los cristianos a una caridad abnegada.

De habitu virginum. Celebra el ideal cristiano de la virginidad.

De zelo et livore. Precave contra los destructores efectos de la discordia.

Sobre la unidad de la Iglesia. El obispo es el garante y representante de la unidad de la Iglesia, que está unido con sus compañeros de ministerio por la común razón básica que el episcopado tiene en el ministerio apostólico. Pedro tiene entre ellos una posición única: el poder de atar y desatar. Como este poder fue otorgado a un sólo apóstol, con ello quedaba afirmada para siempre la unidad de la Iglesia querida por Cristo. A Roma le conviene una posición de honor no todavía de jurisdicción. Sólo en la Iglesia se asegura la propia salvación, conforme a la densa fórmula: Salus extra eclesiam non est.

Los niños han de incorporarse a la Iglesia lo más pronto posible; el bautismo de los niños no admite discusión en Cipriano.

El que ha ofrecido su vida en martirio logra la visión inmediata de Dios.