II Guerra Mundial
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La Italia de Mussolini
Finalizada la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el rostro de Europa había
sufrido notables transformaciones. En lugar de las 17 monarquías y tres repúblicas
que existían antes del conflicto, quedaron 13 monarquías y 14 gobiernos
republicanos. El cambio de sistema político en gran parte de Europa, sumado a
los estragos materiales ocasionados por la guerra, dio origen a un tiempo de
inestabilidad política y social en muchos países de la región.
Italia era una de las naciones que no había quedado muy conforme con la
repartición de territorios hecha en virtud del Tratado de Versalles en 1919.
Los italianos obtuvieron sólo los territorios de Trento y Trieste, cuando
aspiraban a ganancias mucho mayores. Por otra parte, la miseria reinaba en los
campos y la carestía azotaba las ciudades, haciendo crecer el descontento
popular.
Fue en medio de este panorama que los socialistas ganaron las elecciones de
noviembre de 1919. Con ellos en el poder, y ante la ineficacia de los poderes públicos,
el movimiento obrero cobró mayor fuerza y fábricas fueron tomadas por los
trabajadores, llegando a producirse una verdadera sublevación social.
El fascismo entra en Escena:
Fue en el contexto antes descrito que surgió una figura dispuesta a hacer
frente a los avances del marxismo: Benito Mussolini. Este hombre, que en su
juventud había sido albañil, labrador, herrero, y maestro, pasaría a la
historia como el forjador del fascismo, ideología que llegó a instaurar una de
las dictaduras más implacables de la historia. Mussolini fundó en 1914 un periódico,
"Il popolo d'Italia", tribuna que utilizó para incitar la entrada de
Italia a la Primera Guerra. Al término del conflicto bélico, creó una unión
de ex combatientes bautizada como "Fascio di combatimento". De este
grupo nació el movimiento fascista, de cuño nacionalista y anticomunista. Los
fascistas declararon la lucha al comunismo y al débil gobierno de la época,
organizando expediciones a los pueblos italianos, donde obligaban a dimitir a
los alcaldes socialistas.
La Marcha de los "camisas negras": En mayo de 1921, Mussolini fue
elegido diputado por Milán. Al año siguiente, el partido fascista se reunió,
criticando ferozmente la neutralidad del gobierno en el conflicto "entre
las fuerzas de la nación y las de la antinación". La cosa no quedó ahí,
y llegaron a exigir la disolución del parlamento.
Mussolini estaba dispuesto a llegar al poder. Organizó una movilización
general de los fascistas, conocidos como los "camisas negras", que
marcharon sobre Roma en octubre de 1922. Los edificios públicos cayeron en
poder de ellos, sin ofrecer mayor resistencia. El gobierno quiso dictar el
estado de sitio; sin embargo, el rey Víctor Manuel III no se atrevió a firmar
el decreto, por miedo a desencadenar una guerra civil. De esta forma, el
gobierno cayó, produciéndose una crisis que culminó con Mussolini a la cabeza
de un nuevo Ministerio. Los camisas negras habían triunfado. Desde entonces, el
poder ejecutivo quedó en manos del "Duce", apelativo que significa líder
y que identificó a Mussolini durante su vida pública.
Mussolini implantó una dictadura fascista definitivamente en 1925. Su régimen
fue nacionalista y totalitario. La economía se organizó en base a
corporaciones gremiales que agrupaban a obreros y patrones. El corporativismo es
una de las características principales que identificaron al fascismo. La
preparación militar de la población fue otro de los objetivos de Mussolini. Ya
los niños pequeños, de cinco a 12 años, comenzaban a ser educados en este espíritu
en las milicias. También había milicias de adolescentes entre 12 y 18 años, y
otra para jóvenes mayores de 18.
Mussolini logró algunos éxitos económicos en cuanto a aumentos de producción
y gobernó como amo y señor de Italia, destruyendo a todos los partidos no
fascistas y a sus adversarios políticos.
2. La Crisis Económica de 1929
1929 está marcado en el calendario de la historia como el inicio de la
crisis económica que sumió en la pobreza y la desesperación a millones de
personas. La catástrofe financiera se inició en Estados Unidos, se expandió
luego a Europa y terminó abarcando todo el mundo.
Para comprender las causas de este terremoto económico, es necesario retroceder
algunos años. En el período que siguió a la Primera Guerra mundial fue
necesario reparar los daños que había provocado el conflicto y en ello se
ocuparon prácticamente todas las fuerzas de trabajo. En los inicios de la década
de 1920 hubo gran prosperidad, por lo que la gente pensó que bonanza y paz eran
dos términos que iban de la mano. Las fábricas aumentaron su producción y
nuevas mercaderías se ofrecieron a las masas. La industria experimentó un auge
que algunos han equiparado con una nueva fase de la Revolución Industrial.
Por otra parte, muchas personas tuvieron acceso a los productos ofrecidos
gracias a un sistema de créditos. A nivel internacional, los créditos también
jugaron un papel de gran importancia, ya que muchos de los proyectos de
reconstrucción contaban con este tipo de financiamiento. El mismo pago de las
indemnizaciones de guerra exigidas a Alemania, en virtud del Tratado de
Versalles, era realizado gracias a una importante corriente de préstamos
provenientes, sobre todo, de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La corriente de créditos enviada desde Estados Unidos hacia Europa fue la causa
principal del ambiente de prosperidad en el viejo continente. Pero la situación
sólo podía mantenerse si los préstamos continuaban llegando. Estados Unidos
era entonces el gran soporte del bienestar. Sin embargo, en el plano económico
interno, la prosperidad que se vivía en ese país no poseía fundamentos muy sólidos.
Todos querían enriquecerse y, cual más cual menos, especulaba en la bolsa de
valores y el precio de las acciones alcanzó valores estratosféricos.
El 19 de octubre de ese mismo año los indicadores de cotizaciones de la Bolsa
de Valores de Nueva York entraron en una actividad febril. Los precios de las
acciones cayeron como una avalancha, creando pánico en el mundo de las
finanzas. Los banqueros y hasta el propio Presidente trataron de restaurar la
confianza del público, asegurando que la crisis terminaría. Pero la realidad
fue otra, llegando a ser caótica. Muchos perdieron sumas enormes de dinero y la
cesantía causó estragos. Se dice que la cifra de desempleados llegó a 16
millones en 1932.
Esta crisis repercutió en Europa y el resto del mundo. Estados Unidos ya no
estaba en condiciones de seguir haciendo inversiones en el extranjero y el
colapso se extendió rápidamente. La consecuencia inmediata fue la miseria de
millones de personas, y el resultado último, que esta gente desesperada fue
presa fácil de doctrinas totalitarias que les prometían recuperación material
y empleo a corto plazo. Esta situación puede ayudar a comprender cómo cobraron
vigor los nazis, en Alemania, con Adolfo Hitler a la cabeza.
Hitler rumbo al poder
Al cabo de la Primera
Guerra Mundial, Alemania se había
transformado en una República, cuyo primer Presidentes fue Federico Ebert. Este
político, del ala derecha del socialismo, asumió el cargo en 1919. La tarea de
gobernar no era fácil y muchos grupos políticos se disputaban el poder en ese
entonces. Entre ellos se encontraban los socialistas y los comunistas.
En medio de un clima de crisis económica social, durante la década de 1920 se
produjeron varios intentos golpistas. Entre ellos hay uno que mencionaremos por
la importancia que más tarde alcanzó su protagonista. Se trata del fallido
golpe realizado en 1923 por el presidente del Partido Nacional Socialista,
Adolfo Hitler, con el apoyo de militares ultra derechistas como el general Erich
von Ludendorff. Fracasado este levantamiento, Hitler fue a dar a la cárcel. Al
ser liberado, decidió intentar la conquista del poder por la vía legal.
Hitler y sus ideas: Adolfo Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau, en
la frontera germano-austriaca. Hitler actuó guiado por una particular visión
ideológica, sin asidero científico alguno. Postulaba que según los leyes
naturales, los más fuertes debían imponerse a los más débiles. También
consideraba que existía una tendencia natural hacia la duración de las razas,
idea en la que se basó para luchar por la pureza de la raza aria , tronco étnico
de lo germanos. A juicio de Hitler, los arios eran una raza privilegiada
"forjadora de cultura". Los judíos, en cambio, representaban para él
un pueblo destructor de esa cultura.
Hitler veía en el antisemitismo un fundamento de su misión histórica. No en
vano pensaba que, al defenderse de los judíos, estaba colaborando con la obra
del Señor. Esto le llevó a desencadenar una implacable persecución, que
comenzó por despojar a los judíos de sus bienes, continuó con su discriminación
en todos los aspectos y culminó con cinco millones de víctimas en los campos
de concentración.
Según Hitler, la naturaleza demostraba que existían individuos superiores a
otros. Por eso, el Estado debía organizarse en base a un principio aristocrático,
donde la autoridad estaría en manos del líder, de especial capacidad, en el
cual el pueblo depositaría su confianza. Esto explica que Hitler utilizara el título
de Führer, o líder, en el régimen totalitario que logró instaurar. Por último,
es necesario mencionar que el Führer consideraba fundamental para el porvenir
de Alemania la conquista de un "espacio vital" en Europa, lo que
implicaba la expansión territorial.
La oportunidad de triunfo se presentó para los nazis tras la crisis económica
desatada el año 1929. La población estaba angustiada por la falta de trabajo y
muchos capitalistas veían con temor el avance de los comunistas, que se habían
hecho más fuertes después de la Revolución Rusa. Además, había en el ejército
un deseo revanchista, provocado por la dura humillación que Alemania había
sufrido en la Primera Guerra Mundial. Por todo esto, la idea nazi comenzó a ser
captada con simpatía por parte de las masas alemanas, que quería recuperar su
orgullo nacional. Así, tras algunos períodos de pugnas políticas, el
Presidente Paul von Hindenburg entregó a Hitler la jefatura del gobierno.
A los seis meses de gobierno, Hitler había logrado uniformar la política y la
administración del país. También creó el Ministerio de Propaganda, a cargo
de Joseph Goebbels. Pero eso no era suficiente, pues en el Parlamento aún existía
gente en contra de esas ideas. Poco a poco los nazis fueron ganando terreno y se
apoderaron de los puestos claves. Hermann Goering, comisario de la aviación
nacionalsocialista, creó un cuerpo especial de policía, con 80 mil hombres. Se
trataba de la tristemente célebre Gestapo (Geheime Staatspolizei, o Policía
Secreta del Estado Nacionalsocialista). Otro organismo del mismo tipo fue la
policía nazi de élite S.S (Schutz staffel). Ambas sembraron terror entre los
enemigos de Hitler.
Hitler consiguió finalmente que el Presidente Hindenburg le autorizara disolver
el Parlamento y llamar a elecciones para el 5 de marzo de 1933.
Mientras tanto, la política internacional del Führer se concretaba en un pacto anticomunista con Japón, sellado en noviembre de 1936. Ese mismo año la Italia de Mussolini había ocupado militarmente Addis Abeba, capital de Abisinia, nación africana que hoy lleva el nombre de Etiopía. La acción fue condenada por Francia e Inglaterra, así es que Italia se acercó más a Alemania. Esta amistad quedó aún más de manifiesto cuando ambos países prestaron decidido apoyo al levantamiento de Francisco Franco contra el gobierno republicano de España, en 1936. Alemania e Italia entregaron material de guerra a Franco y también enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español. Las otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento directo y se abstuvieron de intervenir en la lucha. Sólo Checoslovaquia y la Unión Soviética (ambos países desaparecidos actualmente) se sustrajeron en parte a esa política de no intervención. A pesar de lo anterior, se dice que la Guerra Civil Española fue una especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las armas que luego habrían de usarse en la Segunda Guerra Mundial.
En 1937, Italia adhirió al pacto contra la propagación de los comunistas
que ya habían firmado Alemania y Japón. Los bloques ya se perfilaban con
nitidez. (En la imagen: Hitler y Mussolini después del pacto).
Hitler siguió adelante y en 1938 Alemania anexó Austria a su territorio. En
marzo de 1939 ocupó sin resistencia Bohemia y Moravia. Dos meses más tarde
firmó el "Pacto de Acero" con Mussolini, por el cual Alemania e
Italia se comprometieron a prestarse ayuda militar en caso de guerra. El Eje
Berlín Roma quedó así sellado definitivamente. En agosto del mismo año,
Hitler logró que la Unión Soviética firmase un pacto de no agresión con
Alemania. Ello permitiría al Führer atacar Polonia, sin temor a una intervención
soviética en el frente oriental. De esta forma, Adolfo Hitler tuvo el camino
despejado. El estallido de la guerra era sólo cuestión de tiempo.
Invasión a Polonia
El 1º de septiembre de 1939 señaló el inicio de las hostilidades que
desencadenarían, más tarde, la Segunda Guerra Mundial. En la madrugada de ese
día, Alemania invadió Polonia, culminando así una prolongada campaña de
agresiones. Gran Bretaña, que meses antes se había comprometido a garantizar
las fronteras polacas, declaró la guerra a Alemania y, a continuación, Francia
hizo lo mismo.
Es necesario recordar que al terminar el 31 de agosto subsistían aún vestigios
de negociación. Hitler había aceptado recibir a un enviado plenipotenciario
polaco, en tanto que Mussolini lograba un principio de entendimiento para
celebrar una conferencia internacional orientada a arreglar todos los asuntos
europeos en litigio. Esa noche Europa durmió mejor que las noches anteriores,
en el convencimiento de que estaba franqueado el punto crítico de la crisis y
que, una vez más, la paz sería la salvación del mundo.
Sin embargo, antes de la salida del sol del 1º de septiembre de 1939 las
unidades blindadas alemanas cruzaron la frontera y cientos de bombas cayeron
sobre las ciudades polacas. En cosa de horas fueron destruidos los aeródromos,
puentes, caminos, vías férreas y la escasa fuerza aérea polaca. El impacto
fue grande en toda Europa. Las radios nazis difundían noticias minuto a minuto,
diciendo que su territorio había sido violado y que las minorías germanas en
Polonia sufrían matanzas, situación que había obligado al ejército a
intervenir. También se decía que Alemania no pretendía declarar la guerra,
sino que se trataba de una expedición de castigo.
Hasta entonces se suponía que Alemania estaba todavía bajo el régimen del
Tratado de Versalles, que había limitado sus tropas a un máximo de cien mil
soldados profesionales, distribuidos en 10 pequeñas divisiones de infantería y
caballería, y le habían prohibido tener armas acorazadas, artillería pesada,
aviación y un Estado Mayor. En 1935, con la restauración del servicio militar
obligatorio, Hitler había desobedecido esa imposición y desde ese momento
inició un plan de rearme. En todo caso, Hitler había tomado mucho antes la
decisión de invadir Polonia, pero siempre se las había arreglado para esconder
sus propósitos y para distraer la atención de sus potenciales enemigos. El 31
de agosto de 1939 dio curso al llamado Fall Weiss o Plan Blanco, que debería
comenzar el día siguientes a las 4:45 horas. Previamente, tres ejércitos se
habían emplazado a lo largo de la frontera con Polonia.
En esta oportunidad, Alemania empleó una táctica que luego sería conocida
como guerra relámpago, sistema que más tarde aplicaría en múltiples
oportunidades contra las naciones que invadió. La resistencia polaca fue casi
nula, ya que el mismo día del ataque germano quedó sin fuerza aérea y con sus
tropas desalentadas. En dos semanas Alemania aniquiló todos los esfuerzos de
defensa. Antes de un mes, Polonia desaparecía del mapa. La Unión Soviética
aprovechó toda esta confusión y ocupó la parte oriental del país así
invadido. Un acuerdo posterior entre el Premier soviético José Stalin y Hitler
determinó el reparto de Polonia.
También en esa época la URSS se anexó Lituania, Estonia y Letonia.
Desequilibrio de las fuerzas
Fracasados todos los intentos diplomáticos, y ante la eficacia de la guerra
relámpago empleada por los alemanes en Polonia, Europa se estremeció. El éxito
de la aviación germana y de las "panzerdivisionen" (divisiones de
tanques) causaron un deprimente efecto sicológico en los países democráticos,
que se acrecentó con el ataque soviético a Finlandia.
En algunas armas estratégicas, las naciones aliadas (Inglaterra y Francia) se
encontraban en inferioridad de condiciones con respecto a Alemania. El 3 de
septiembre de 1939, cuando esos países declararon la guerra a Alemania, sólo
evidenciaban superioridad naval. Pero tanto los buques ingleses como franceses
estaban insuficientemente armados como para oponerse con eficacia a los
bombardeos en picada de la Fuerza Aérea germana.
El Temple Británico
Fue en Inglaterra donde las fuerzas nazis encontraron la más enconada
resistencia. El pueblo inglés, consciente de la superioridad bélica de sus
enemigos, pero también confiado en su temple, se unió en torno al estadista
conservador Winston Churchill y preparó la defensa. Con una buena parte de
Europa ocupada por sus ejércitos, Hitler guió sus pasos hacia Londres. La
estrategia era bombardear la capital y así provocar un rápido rendimiento de
los ingleses que, con un ejército menor y una aviación escasa, serían, según
éste, fácilmente reducidos.
En el invierno de 1940 los aviones alemanes emprendieron vuelo hacia territorio
inglés sin tener suficiente apoyo naval. La defensa antiaérea británica
emprendió la mayoría de los ataques, y muchos de los modernos aviones germanos
sucumbieron en las aguas del Canal de La Mancha. Los intentos alemanes por
conquistar esos territorios se prolongaron hasta el año siguiente. Mientras
tanto, Inglaterra recibía el apoyo de Estados Unidos, donde el Presidente
Franklin D. Roosevelt había hecho aprobar una ley de préstamos y
arrendamientos, en virtud de la cual Inglaterra podía recibir todos los
elementos que necesitaba para su defensa. El auxilio estadounidense fue
fundamental. Flotas mercantes, escoltadas por naves de guerra, cruzaron el Atlántico
llevando alimentos y material bélico, en medio de la hostilidad de la armada
nazi.
Día y noche los bombarderos alemanes dejaban caer sobre las ciudades, puertos y fábricas británicos, miles de toneladas de bombas. La propaganda nazi, transmitida a través de potentes ondas de radio, intentó pero no pudo doblegar la resistencia inglesa.
Otros acontecimientos:
Mientras Alemania consolidaba la ocupación en diferentes latitudes y malgastaba
sus tropas en Gran Bretaña, en varios lugares de Europa se producían otras
situaciones. Italia, unida a Alemania por la alianza suscrita el 22 de mayo de
1939, llamada "Pacto de Acero", pretendió mantener una actitud de no
beligerancia. Con su declaración de guerra a Francia, en julio de 1940,
Mussolini no obtuvo ni la flota ni las colonias francesas que pretendía. Hitler
prescindió de su aliado, cuyo ejército no era de los mejores. La Unión Soviética,
mientras tanto, sin gastar un tiro, se anexó los países bálticos: Estonia,
Lituania y Letonia. También quitó a Rumania los territorios de Besarabia y
Bukovina. Tiempo después Rumania fue obligada por Alemania a ceder otras
regiones a Hungría y Bulgaria, que eran sus aliadas.
Invasión a Rusia:
Las relaciones germano-soviéticas se rompieron en junio de 1941. Viendo que
resultaba casi imposible vencer la resistencia británica, Hitler cambió sus
planes y, rompiendo una vez más sus compromisos, declaró la guerra e invadió
la Unión Soviética. En esta empresa le secundaron Italia, Rumania, Hungría y
Finlandia, más un grueso contingente de voluntarios enviados por el dictador
español Francisco Franco y fuerzas proporcionadas por el general francés
Felipe Petain.
Los soviéticos resistieron la embestida utilizando el mismo plan con el cual
habían derrotado a Napoleón Bonaparte. Al igual que en esa ocasión, el
invierno ruso fue fatal para las tropas nazis. Los ejércitos de Hitler
conquistaron, arrasaron y se posesionaron de muchas ciudades soviéticas y
alcanzaron a llegar hasta muy cerca de Moscú, la capital. Bien avanzado el
invierno, se produjo una contraofensiva soviética encabezada por el mariscal
Georgi Zukov, quien obligó a retroceder a las tropas germanas. Este fue el
primer fracaso de Hitler.
Caen Noruega, Bélgica y Francia
Las tropas hitlerianas se mantuvieron en acción hasta el término de 1939,
afianzando posiciones ya ocupadas. Mientras tanto, la industria bélica se
encargaba con gran rapidez de fabricar más armas, y los oficiales de adiestrar
un mayor contingente de soldados. Definidos los cuadros armados, el teatro de
operaciones se amplió a comienzos de abril de 1940, cuando Alemania penetró en
territorios de Dinamarca y Noruega. Los daneses no opusieron resistencia y se
entregaron a los ejércitos germanos. Noruega, en cambio defendió duramente sus
posiciones antes de capitular. Paralelamente, en otro frente, la ofensiva se
desencadenó sobre Holanda y Bélgica. Más de 120 divisiones, 7 mil 500 tanques
y mil 500 aviones de caza y 3 mil 500 bombarderos irrumpieron hacia el Mar del
Norte, encontrando seria oposición en los ejércitos belgas.
Francia acudió en defensa de Bélgica, pero sus intentos fracasaron. Fueron
los mismos franceses, con tácticas erradas de combate, los que dieron la
oportunidad a las tropas de Hitler de penetrar en su territorio.
La disposición táctica de los aliados permitió que se produjera una enorme
brecha entre las ciudades francesas de Namur y Sedán, por donde entraron los
tanques alemanes, acorralando tanto a los belgas como a las mejores divisiones
francesas y a un cuerpo expedicionario inglés que había concurrido a prestar
ayuda. La resistencia no obtuvo los resultados esperados y el 27 de mayo capituló
Bélgica, en tanto que los ingleses tuvieron que ser embarcados a través del
puerto de Dunkerque.
La aplanadora germana continuó camino por territorio francés. Sobre la llamada
línea del río Somme se intentó la defensa, pero ésta fue aniquilada. Se
produjo un total desconcierto en las tropas francesas, en tanto que la población
civil vio con pánico lo que se venía encima, recordando la destrucción de
Varsovia y Amsterdam por la fuerza aérea alemana.
El 14 de junio cayó París en poder de las tropas nazis. El gobierno se había
instalado con anterioridad en la ciudad de Burdeo, desde donde reclamó la ayuda
de Estados Unidos, que hasta ese momento se mantenía neutral. Francia se rindió
a Alemania el 22 de junio de 1940. Después del armisticio firmado en la zona de
la Compiegne, Francia quedó dividida en dos: el territorio atlántico, ocupado
por Alemania, y el mediterráneo, regido por los propios franceses.
Ataque a Pearl Harbour
Hasta casi el final de 1941, la guerra se había circunscrito a los países
europeos. Incluso las acciones bélicas (con algunas excepciones en Africa) se
habían desarrollado enteramente entre las naciones llamadas aliadas y en
aquellas que, sin haber estado en beligerancia, fueron invadidas por las tropas
alemanas.
En diciembre de ese mismo año entraron en escena otras dos potencias: Japón
y Estados Unidos. Ambos países mantenían discrepancias desde que Japón, en el
otoño de 1940, instaló tropas en Indochina. Durante todo ese año y hasta bien
avanzado el 1941, se intentaron arreglos diplomáticos sobre el dominio del Pacífico.
Se pretendía llegar a un pacto de no agresión. En octubre de 1941 asumió la
jefatura de gobierno en Japón el general belicista Hideki Tojo, quien demostró
muy pronto sus intenciones de no ceder ante Estados Unidos.
El 8 de diciembre de ese año, y mientras se realizaban negociaciones diplomáticas
en Washington, la aviación japonesa bombardeó y aniquiló gran parte de la
flota estadounidense del Pacífico, que se encontraba en el puerto de Pearl
Harbour, en las islas de Hawai. Al mismo tiempo, cayeron en manos japonesas las
bases navales en Wake y Guam. El 25 de ese mes cayó Hong Kong y más tarde
Filipinas, Singapur, Birmania y Java.
El ataque a Pearl Harbour provocó consternación y repudio en el pueblo
estadounidense y en todo el continente americano. En la conferencia celebrada en
La Habana en enero de 1942, las naciones de América solidarizaron con Estados
Unidos. Esto significó la declaración de guerra no tan sólo a Japón sino
también a los países del Eje.
El gigante americano, que parecía dormido y que sólo había intervenido en la
guerra para prestar ayuda solidaria a Inglaterra, despertó de su letargo. El país
enteró se movilizó. Miles de jóvenes se alistaron en las fuerzas armadas, las
industrias comenzaron a producir grandes cantidades de cañones, tanques, barcos
y aviones. El año 1942 encontraría a Estados Unidos en plena lucha.
Alemania Ataca Stalingrado
A fines de 1941, los alemanes iniciaron un repliegue en el frente ruso. Cuando
realizaban estas maniobras, fueron atacados sorpresivamente por los soviéticos,
cuyo avance sólo se detuvo a principios de enero de 1942, ante la línea
principal de defensa germana. Con la ofensiva rusa colaboraban partidas de
guerrilleros que, atacando en la retaguardia alemana, cortaban las
comunicaciones, asaltaban puestos de mando, etc. Todo esto se agravó por la
extrema crudeza de aquel invierno, que causó muchas bajas en las tropas de
Hitler, sin medios para soportar los bajas temperaturas. Este ataque ruso
modificó en algo la línea defensiva del enemigo, pero en una proporción mínima
y al costo de grandes pérdidas.
Hitler había decidido atacar Rusia en 1942, partiendo desde la península de
Crimea, en esos momentos en manos de los
rusos. El 8 de marzo, Alemania atacó y cortó en dos la península. Los rusos
se rindieron el 20 de marzo.
El 28 de junio, Alemania inició su avance contra la URSS en un frente de 300
kilómetros. La formidable maza acorazada germana rompió el frente ruso e inició
un avance que parecía incontenible. Conquistó una serie de posiciones estratégicas
en su marcha al objetivo principal, la ciudad de Stalingrado, importante no sólo
por su ubicación estratégica, sino por su producción industrial. A mediados
de septiembre, alemanes y rusos se encontraban frente a frente en la ciudad,
después de varias y reñidas operaciones preparatorias. Los rusos pusieron todo
su ardor en la defensa, que fue una de las más tenaces de los tiempos modernos.
A fines de octubre, los alemanes eran dueños de casi toda la ciudad, defendida
palmo a palmo por sus habitantes. A mediados de noviembre, los alemanes
abandonaron una ofensiva tan pobre en resultados que no les había dado más que
la posesión de una ciudad arruinada, que sostenían de una manera precaria y
cuyas operaciones de conquista habían casi agotado sus fuerzas. Los rusos, aún
con las pérdidas sufridas, quedaron con disponibilidad de reserva que pronto
utilizarían en contra de un enemigo exhausto. Así fue como el 20 de noviembre,
los soviéticos emprendieron una gran ofensiva en un amplio frente. Los alemanes
debieron retroceder en varios sectores, y el ejército germano que cercaba
Stalingrado quedó encerrado, sin posibilidades de ayuda y condenado a la
rendición o el aniquilamiento.
5. Derrumbe del fascismo
Hasta 1942, la pugna entre los aliados y los integrantes del Eje permanecía en
un punto muerto, sin que la balanza se inclinara en uno u otro sentido. Pero a
partir de 1943, ésta comenzó a cargarse en favor de los aliados: en el Extremo
Oriente, luego de extender al máximo su sistema ofensivo, los japoneses
debieron abandonar algunas posiciones ante la avanzada del general
norteamericano Douglas Mac Arthur. En Rusia la situación general de los ejércitos
alemanes, fuerte aún, ya no les permitía pensar en grandes ofensivas. En
Africa, las fuerzas del Eje, antes arrolladoramente invasoras, a principios de año
se hallaban acosadas y a la defensiva.
Durante todo 1943, los rusos mantuvieron la iniciativa en las operaciones
interrumpiéndolas sólo en la época de deshielo. En enero prosiguió con mayor
intensidad la ofensiva rusa iniciada a fines de noviembre de 1942. Se combatió
en todo el frente y, a fines de mes, se consiguió levantar el cerco de
Stalingrado, alejando progresivamente a los alemanes de los alrededores de la
ciudad. El 2 de febrero siguiente la guarnición alemana de Stalingrado se rindió.
Con las fuerzas que quedaron libres, los rusos reforzaron su ofensiva,
derrumbando el frente alemán. Las tropas germanas empezaron a perder, unos tras
otros, puntos conquistados en años anteriores. Pero un contraataque alemán
posterior hizo abandonar a los soviéticos parte del terreno conquistado.
En julio de 1943, una crisis política en Italia, provocada por el fracaso de
sus empresas militares, derribó a Mussolini y con él cayó el régimen
fascista. El mariscal Pietro Badoglio formó nuevo gobierno y se dispuso a
entrar en trato con los aliados. El 3
de septiembre se concertó un armisticio, que no se hizo público hasta el día
8. Los alemanes, en conocimiento de este acuerdo, ocuparon el norte de Italia,
Roma y sus aeródromos. Casi sin resistencia, las tropas italianas fueron
desarmadas. De paso, los nazis ocuparon los países balcánicos (Grecia,
Yugoslavia y Albania).
El 3 de septiembre, las fuerzas aliadas habían desembarcado en territorio de la
península italiana, partiendo desde la isla de Sicilia. Los germanos bajaron
desde el norte para repelerlos, poniendo en grave aprieto a los aliados, que
pudieron sostenerse en la costa gracias a los efectos de la artillería gruesa
de la escuadra. La situación, sin embargo, no se definió en favor de ninguno
de los bandos, sino que se estabilizó momentáneamente.
Los alemanes, entonces, crearon un gobierno republicano fascista, al frente del
cual pusieron a Mussolini que, prisionero de
los aliados, fue liberado novelescamente, por vía aérea, de su prisión en una
montaña. El gobierno de Badoglio, reconocido como "co-beligerante"
por los aliados, declaró al guerra a Alemania. A fines de septiembre, los
aliados iniciaron su ofensiva en la península. Tras algunos vaivenes, a finales
de noviembre ésta obligó a los germanos a replegarse a una nueva línea de
defensa. A fines de ese año, el frente italiano entró en un período de
inactividad.
En Yugoslavia, entretanto, recrudeció la rebeldía antialemana, sostenida por
las partidas guerrilleras encabezadas por Josip Broz, más conocido como Tito.
Tito había surgido en 1941 como cabecilla guerrillero contra la fuerzas de
ocupación del Eje. Sus exitosas incursiones inmovilizaron las grandes fuerzas
del Eje en Yugoslavia, y en 1943 controlaba grandes áreas con su ejército de más
de 200 mil hombres. En 1944, con el apoyo total de la URSS, Inglaterra y los
Estados Unidos, pasó a controlar Yugoslavia.
Desembarco en Normandía
En enero de 1944, los norteamericanos avanzaron hacia la ciudad italiana de
Cassino, situada en el centro de la península, y la tomaron. Roto el frente
alemán, una serie de poblaciones cayeron en su poder. Sucesivos repliegues de
los alemanes les permitieron avanzar y, el 4 de junio, los aliados ocuparon
Roma.
Después de una intensa preparación, manifestada por duros y continuos
bombardeos aéreos del norte de Francia y de todos los más importantes centros
de producción de Alemania, el 6 de junio de 1944, fecha conocida como el Día
D, se inició el desembarco aliado en la costa francesa de Normandía, la más
compleja operación militar en la historia. Esta operación tuvo por teatro una
zona de más de 160 kilómetros de extensión, e involucró más de cuatro mil
embarcaciones aliadas. Se abría así un segundo frente, que contribuyó a
aliviar la presión sobre el frente ruso. Grupos de paracaidistas habían sido
lanzados en la noche de 5 al 6, muchos de los cuales fueron aniquilados. Con el
apoyo de la gruesa artillería de su escuadra y los ataques de la aviación, los
aliados pudieron extender y consolidar sus posiciones, y ya el día 10 ocupaban
una extensa zona. Los aliados estaban bajo el mando supremo de general
Eisenhower; los alemanes, bajo bajo la dirección de Rommel. El avance aliado,
pese a sufrir algunos contratiempos, fue incontenible, y el 27 de agosto fue
ocupado París, en combinación con las fuerzas de la resistencia interior
francesa, que se habían sublevado días antes. Mientras tanto, la costa
francesa recibía continuos desembarcos de tropas inglesas, estadounidenses y
canadienses, que contribuían a consolidar las posiciones arrebatadas a los
nazis. Hacia fines de 1944, Francia y Bélgica habían sido liberadas. La guerra
se desplazo hacia los Países Bajos (Holanda) y Alemania misma, cuyos centros
industriales fueron aniquilados por la fuerza aérea de sus enemigos. El 16 de
diciembre de 1944, los alemanes intentaron una contraofensiva en el frente ruso,
pero fue contenida. El 17 de enero de 1945, los soviéticos se adueñaron
definitivamente de Varsovia, estableciendo en ella un gobierno subordinado.
El 20 de enero de ese mismo mes impusieron un armisticio al gobierno húngaro
que, como el polaco, seguía las directrices que le marcaban los rusos. Estos,
tras la ocupación de Varsovia, entraron en Prusia Oriental y en Silesia,
marchando en dirección del conflictivo Danzig. El 6 de febrero invadieron
Pomerania y Brandeburgo, territorios alemanes. El 21 de abril hicieron su
entrada en los suburbios de Berlín y el 2 de mayo conquistaron el corazón
mismo de la ciudad.
Ante el cariz de tomaban los acontecimientos en Europa, representantes de los
Estados Unidos, Inglaterra y Rusia se reunieron en Yalta (4 de febrero de 1945),
localidad de Crimea, para acordar la línea de conducta a seguir. La Conferencia
duró ocho días y en ella se acordó el aniquilamiento de Alemania.
Caen Alemania y Japón
Mientras tanto, el cerco de Alemania en el frente occidental se apretaba y los
aliados invadían por todas partes el territorio germano. En poder de los
estadounidenses quedaron Nuremberg, otras importantes localidades y millares de
prisioneros. En Italia, los aliados pasaron el río Po el 23 de abril, el 26
tomaron Milán y el 29 se firmó en Caserta la rendición incondicional de la
llamada República Social Italiana encabezada por Mussolini. Al desplomarse
dicha república, Mussolini, acompañado de algunos de sus adictos, trató de
buscar su salvación en la huida, intentando pasar la frontera suiza, pero fue
descubierto (28 de abril), brutalmente asesinado y su cadáver ultrajado por las
turbas, siendo luego llevado a Milán, donde fue expuesto al público.
El 30 de abril, el almirante alemán Karl Doenitz anunció, en un comunicado, el
suicidio de Hitler, ocurrido el 28, pocos días después del arribo de los soviéticos
a las puertas de Berlín, y se proclamó sucesor suyo. Goebbels y Himmler se
suicidaron. Goering, Ribbentrop y el propio Doenitz quedaron prisioneros de los
aliados. El 8 de mayo Alemania se rindió.
Caída de Japón:
Durante 1945, la guerra en Asia y en Pacífico se caracterizó por la desesperada defensa que adoptaron los japoneses, que ya se sentían dominados por sus enemigos. Los estadounidenses no cesaban en su acoso, poniendo en su ofensiva tanto tesón como en su resistencia ponían los nipones. El 5 de abril, la URSS declaró sin valor el Pacto de Amistad que la unía al Japón, entrando en guerra con ese país, ya virtualmente vencido. La presión aliada se acentuó día a día. El 6 de agosto, la aviación estadounidense lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, destruyendo totalmente la población y causando más de cien mil víctimas. El 8 de agosto fue arrojada sobre Nagasaki otra bomba atómica, de efectos aún más destructores que la primera. Los gobernantes japoneses, anonadados por la magnitud de tales desastres, solicitaron la paz el 15 de agosto. El 2 de septiembre, a bordo del acorazado estadounidense Missouri, fondeado en la bahía de Tokio, Japón firmó su rendición incondicional.
La bomba atómica
Las armas nucleares son dispositivos explosivos, utilizados sobre todo por
militares, que liberan energía nuclear a gran escala. La primera bomba atómica
(o bomba A) fue probada el 16 de julio de 1945 cerca de Alamogordo, Nuevo México.
Se trataba de un tipo completamente nuevo de explosivo. Hasta ese momento todos
los explosivos obtenían su potencia de la descomposición o combustión rápida
de algún compuesto químico. Las reacciones químicas de este tipo sólo
liberan la energía de los electrones más externos del átomo.
En cambio, los explosivos nucleares ponen en juego la energía contenida en el núcleo
del átomo. La bomba A obtenía su potencia de la ruptura o fisión de los núcleos
atómicos de varios kilos de plutonio. Una esfera del tamaño de una pelota de béisbol
produjo una explosión equivalente a 20.000 toneladas de Trinitrotolueno (TNT).
La bomba A se desarrolló, construyó y probó en el marco del Proyecto Manhattan. Se trataba de una extraordinaria empresa estadounidense iniciada en 1942 durante la II Guerra Mundial.
Terminada la guerra, la Comisión para la Energía Atómica de los Estados
Unidos se responsabilizó de todas las cuestiones nucleares, incluida la
investigación armamentística. Se construyeron otro tipo de bombas que obtenían
la energía de elementos más ligeros como el hidrógeno. En ellas la reacción
que proporciona la energía es la fusión. Durante este proceso los núcleos de
los isótopos de hidrógeno se combinan y forman un núcleo, más pesado, de
helio.
La investigación en este campo dio como resultado la producción de bombas cuya
potencia oscila de una fracción de kilotón (equivalente a 1.000 toneladas de
TNT) hasta muchos megatones (equivalentes a un millón de toneladas de TNT).
Además se ha reducido de forma drástica el tamaño físico de las bombas, con
lo que han podido desarrollarse bombas
nucleares de artillería y pequeños misiles que pueden ser disparados desde
lanzadores portátiles en pleno campo de batalla. Aunque en un principio se
pretendía que las bombas atómicas fuesen armas estratégicas transportadas por
grandes bombarderos, en la actualidad las armas nucleares pueden utilizarse para
diversos fines, tanto estratégicos como tácticos.
Trabajo enviado por:
Victor Villaseca Estefo