14. Historia de la Iglesia
Por Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
La Historia de la Iglesia no se estudia dentro
de la Teología Dogmática, sino como un tratado aparte. Sin embargo,
hemos decidido incluir un capítulo al respecto, pues su estudio resulta
de gran utilidad para comprender la maravillosa acción de Dios en la
historia y, por tanto, en la formulación de las verdades dogmáticas.
14.1 CONCEPTOS GENERALES
14.1.1 Concepto de historia de la Iglesia
Historia de la Iglesia es la parte de la historia general que estudia
los hechos relativos al origen y desarrollo de la sociedad perfecta
fundada por Jesucristo y que llamamos Iglesia.
Se, estudia, por tanto, el periodo que abarca dos mil años
aproximadamente, desde Pentecostés hasta nuestros días.
14.1.2 La historia, manifestación de la Providencia
La historia no está sometida a fuerzas ciegas, a ciclos determinados ni
es tampoco el resultado del azar. La historia en general es manifestación
de la Providencia y la libertad humana.
Cualquier persona tiene deseos de conocer los antecedentes de su propia
familia: de dónde procede, quiénes fueron sus parientes y qué
hicieron. Es lógico, por tanto, que los cristianos tengamos el deseo de
conocer la historia de nuestra Santa Madre la Iglesia,que es interés
por saber los dones y las providencias de Dios, y la manera como los
hombres correspondieron a esas gracias.
14.1.3 Protagonistas de la historia de la Iglesia
Quien quiera conocer bien la historio. de la Iglesia debe tener presente
que hay dos elementos esenciales que la componen:
lo. El Espíritu Santo que la gobierna a lo largo de los siglos;
2o. Los hombres con su libertad, que pueden corresponder o no a esta
acción del Espíritu Santo.
Llaman la atención los hechos admirables de santidad que encontramos en
la Iglesia a lo largo de la historia. Hay también, ciertamente,
errores, miserias y flaquezas de los hombres, consecuencia de la
resistencia de algunos al amor de Dios. Sin embargo, es importante señalar
que estas deficiencias humanas, sólo empañan un poco la faz de la
Iglesia, q1ie es santa, sin mancha ni arruga, y muestran claramente que
a pesar de los pecados de los hombres y la acción del demonio, la
Iglesia permanece a lo largo de los siglos tal y como la quiso Cristo.
Un motivo más para agradecer a Dios y amar más y más a nuestra Santa
Madre Iglesia.
14.2 DIVISION DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
14.2.1 División objetiva
Se hace en base a la descripción de determinados hechos acaecidos de
particular importancia para la vida de la Iglesia.
Puede distinguirse:
a) la historia objetiva externa que se ocupa del estudio de las
relaciones de la Iglesia con otras sociedades, civiles o religiosas, que
ha tratado de cristianizar;
b) la historia objetiva interna trata de la constitución de la misma
Iglesia a lo largo de los años, donde se muestra cómo conserva los
mismos fundamentos puestos por Jesucristo y el modo como ha tratado de
conducir a los hombres a la salvación mediante los sacramentos y la
enseñanza de la Iglesia.
14.2.2 División cronológica
Se acostumbra dividir en periodos:
Edad antigua: desde el año 33 en que murió Cristo hasta el 476 en que
cayó el Imperio Romano de Occidente;
Edad Media: desde el 476 hasta 1517, en que comienza la reforma
protestante;
Edad Moderna: desde 1517 hasta nuestros días.
(Algunos señalan la llamada Edad Contemporánea que se iniciaría en
1914 con la Primera Guerra Mundial).
Esta división cronológica es imperfecta y aplicable sólo a la Iglesia
latina; la griega no conoció la invasión de los bárbaros y carece,
por tanto, de la Edad Media. Sólo tendrían Edad Antigua y Edad
Moderna, siendo el punto de división el año 1453 con la caída de
Constantinopla en poder de los turcos.
Otra división cronológica, un poco más exacta y clara se divide en
cinco períodos:
I) ANTIGÜEDAD CRISTIANA. (33-692): El cristianismo se extiende en el
mundo grecorromano. Puede dividirse en dos subperíodos:
a) 33-313: fundación, propagación y persecuciones de la Iglesia, hasta
el 313 con el edicto de Milán.
b) 313-692: se caracteriza fundamentalmente por la cristianización de
los pueblos invasores, el desarrollo de la doctrina, y la irrupción del
Islam que impone una grave limitación a la expansión de la Iglesia. En
692 se llevó a cabo el Concilio Trullano.
II) MEDIOEVO. (692-1303): Extensión de la Iglesia entre los pueblos
germánicos y eslavos. Puede dividirse en dos subperíodos:
a) Alta Edad Media (692-1073): cuyos hechos más sabresalientes son la
expansión de la fe más allá de lo que había sido el Imperio Romano,
el influjo del feudalismo y el cisma griego de 1054.
b) Baja Edad Media (1073-1303): se extiende desde el inicio del
pontificado de San Gregorio VII a la muerte del Papa Bonifacio VIII. En
general se muestra el modo como el espíritu cristiano informa todo el
que hacer de la sociedad: cultura, trabajo, política, etc.
III) EDAD NUEVA (1303-1648): edad de las reformas.
Puede dividirse:
a) Prerreforma (1303-1517): los hechos más sobresalientes son: el
destierro de Aviñón; el cisma de Occidente; la interrupción del
Renacimiento y la rebelión de Lutero en 1517.
b) La Reforma (1517-1648): está caracterizada fundamentalmente por la
reforma protestante y las guerras de religión. Termina con la paz de
Westfalia en 1648
IV) EPOCA MODERNA (1648-1914): período de descristianización. Se
pueden distinguir dos subperíodos:
a) 1648-1789: años en que en términos generales puede señalarse como
una época en que los nacionalismos y monarquías absolutas tratan de
sojuzgar a la Iglesia. Este período terminaría en 1789 con la Revolución
Francesa.
b)1789-1914: durante estos años grandes masas, afectadas por el
liberalismo, el marxismo, etc., se apartan de la Iglesia. Sobresale el
Concilio Vaticano I y la condena al Modernismo por el Papa S. Pío X.
V) EPOCA CONTEMPORANEA (1914 -nuestros días): período de crisis
espiritual y confusión. Llamada universal a la santidad.
14.3. I ANTIGUEDAD CRISTIANA
14.3.1 La predicación apostólica
El día de Pentecostés los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo, y
comenzaron a predicar en diversas lenguas. Ese mismo día, San Pedro
predicó a muchos y se convirtieron cerca de tres mil oyentes. Unos días
después, con ocasión de la curación del cojo de nacimiento (cfr.
Hechos 3, 11), el mismo Apóstol habló de nuevo a la muchedumbre y a
los creyentes se sumaron otros cinco mil.
Los Apóstoles movidos por el Espíritu Santo se dispersaron para
evangelizar el mundo conocido. San Pedro se dirigió a Antioquía y de
ahí pasó a Roma para establecerse definitivamente en esa ciudad en el
año 44. El mundo se llenó de cristianos en poco tiempo. Pocos hombres,
llenos de fe, hicieron de fermento en la gran masa del mundo.
El testimonio de Tertuliano escrito hacia el año 200 es elocuente:
"Somos de ayer y hemos llenado todo lo vuestro: ciudades, islas,
campamentos, el palacio imperial, el senado, elforo; sólo os hemos
dejado los templos vacíos".
La fe se extendió en lo que actualmente es Italia, Grecia, España,
Francia, el norte de Africa y Asia.
Los cristianos llevaban una vida que conmovía profundamente a los
paganos. El mismo Tertuliano dice que los gentiles admirados exclamaban
refiriéndose a los cristianos: "Mirad cómo se aman, y cómo están
prontos a morir los unos por los otros".
14.3.2 Las persecuciones
El Estado Romano consideraba a los primeros cristianos como un peligro
para su seguridad y como impíos ateos, por lo que les aplicó la pena
capital,
Fue Nerón el primer emperador romano que persiguió a los cristianos.
El motivo o quizá pretexto de la persecución fue el incendio de la
ciudad de Roma (en la noche del 18 al 19 de julio de 64), en donde se
culpó a los cristianos. La persecución dio como resultado una gran
multitud de mártires; entre ellos se cuentan San Pedro y San Pablo.
De las persecuciones sobresalen las realizadas en tiempo de los
siguientes emperadores: Domiciano (81-96);Trajano (98-117); Septimo
Severo (193-211); Decio (249-251); Valeriano (253-260) y Diocleciano
(284-305).
14.3.3 Los mártires
Mártir es una palabra griega que quiere decir testigo. A los mártires
se les tributa una veneración especial por haber sellado con su propia
sangre la fe de Cristo. Buen ejemplo para que sepamos hasta qué punto
debemos estar dispuestos a defender nuestra fe.
14.3.4 El Edicto de Milán
A principio del año 313, Constantino y Licinio emperadores, firmaron el
Edicto de Milán por el que se concedía libertad de culto a los
cristianos y la restitución de los bienes de la Iglesia. El
cristianismo se equiparaba a la religión pagana y compartía con ella
sus privilegios y derechos.
14.3.5 Las herejías
No todos recibieron íntegramente las verdades de nuestra fe. Pronto,
surgieron las primeras herejías que fueron un peligro mucho mayor para
la Iglesia, aún más que las mismas persecuciones, pues el enemigo que
está dentro es mucho más peligroso.
Las herejías, sin embargo, han ayudado a precisar la expresión de las
verdades de nuestra fe, pues la Iglesia se ha visto en la necesidad de
dar definiciones y puntualizar verdades que pacíficamente se venían
creyendo.
Pueden distinguirse a grandes rasgos las siguientes herejías:
a) Judaizantes: pretendían que los cristianos debían observar la ley
judía;
b)Trinitarias: negaban la trinidad de personas en Dios, afirmando que
son tres nombres o modos de una misma persona. Hay que incluir aquí a
los modalistas, monarquianos y patripasianos.
c)Arrio: no quiso reconocer la divinidad de Jesucristo incurriendo también
en una herejia trinitaria (cfr. 8.1.2).
d)Nestorio: negó la Maternidad divina de María por afirmar que en
Cristo había dos personas (cfr. 8.1.2).
e) Pelagio: atacó la necesidad de la gracia y el dogma del pecado
original.
14.3.6 Padres de la Iglesia
Papel importante en la lucha contra las herejías jugaron los Padres de
la Iglesia que son: a) escritores que sobresalen por la ortodoxia de su
doctrina; b) santidad de vida; c) antigüedad, y d) aprobación de la
Iglesia. Estos hombres explicaron la doctrina de la Iglesia de una
manera sistemática e hicieron más inteligible la verdad revelada con
el empleo de la razón natural.
Entre los Padres de la Iglesia griega destacan: San Atanasio (sobresale
por su defensa contra el arrianismo); San Gregorio Nazianceno, San
Basilio y San Juan Crisástomo (el "pico de oro" por su
excelente manera de hablar de las verdades de nuestra fe).
Entre los Padres latinos sobresalen: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo
(la versión de la Sagrada Escritura elaborada por él es su obra por
excelencia) y San Gregorio Magno.
14.4. II MEDIOEVO
14.4.1 Expansión de la Iglesia por Europa
Un hecho sobresaliente de esta época es la conversión de los pueblos
germánicos al cristianismo y su incorporación a la Iglesia Católica,
tarea que duró varios siglos. La Iglesia dio a los pueblos germánicos
no sólo los bienes sobrenaturales de la salvación eterna, sino también
los medios culturales que les llevó a un progreso humano que ni ellos
mismos sospechaban.
En esta época hay que situar la conversión al catolicismo de los
Frisios, los Sajones, los Bávaros, los Alemanes, los Turingios, los
Eslavos y los Normandos.
14.4.2 El Cisma de Oriente
Este cisma, conocido también como cisma griego, separó al Oriente
(Balcanes, Asia y Rusia) del Occidente, abriendo un abismo tan profundo
entre las dos comunidades que no ha vuelto a cerrarse sino pasajeramente
y sin resultado permanente.
El Cisma se fue gestando. Se inició en el siglo IX y se consumó en el
siglo XI (1054).
En el año 847, San Ignacio, patriarca de Constantinopla negó públicamente
la comunión a César Bardas, que regía el Imperio, por razones de
moralidad pública. César destituyó a Ignacio y nombró patriarca a
Focio hasta entonces primer ministro. Focio recibió en una semana todas
las órdenes hasta la consagración episcopal, con la particularidad de
que se las concedió el obispo de Siracusa que había sido excomulgado
por Ignacio.
El Papa Nicolás I, por el sínodo de Roma de 863, depuso de sus sedes a
Focio y a sus partidarios. Focio pasó al ataque: acusó a los latinos
de que usaban pan ácimo (sin levadura) para la consagración, como los
judíos; que usaban el Filioque en el Credo; que habían impuesto el
celibato a los clérigos y reunió un sínodo en 867 en el que
depusieron al Papa por "herético y devastador de la viña del Señor".
Los sucesores de Focio en su sede mantuvieron una fría reserva ante
Roma. Miguel Cerulario en 1054 consumó el cisma, haciendo prácticamente
las mismas acusaciones hechas por Focio. El Papa San León IX interviene
recordando su primacía y enviando tres legados a Constantinopla para
que resolvieran todas las dificultades con el patriarca y el emperador.
Por no llegar a un acuerdo los legados depositaron sobre el altar de
Santa Sofía la sentencia de deposición y excomunión contra Miguel
Cerulario (1054).
Días más tarde Miguel Cerulario reúne en Constantinopla un sínodo de
obispos orientales, que pronunció a su vez, la excomunión contra el
Papa. Esta vez la separación fue definitiva. El ejemplo de
Constantinopla fue seguido por otros orientales: servios, búlgaros,
rusos y romanos se unieron al cisma y se erigieron, para su desgracia,
en iglesias autocéfalas.
El daño causado por este cisma ha sido enorme: no hubo pérdidas numéricas
extraordinarias, pero sí se cerró para la Iglesia Católica la
posibilidad de extenderse hacia Oriente. En cambio, para los orientales
fue una desdicha separarse y han quedado como anquilosados y
petrificados.
14.4.3 La Escolástica
Se llama escolástica a la filosofía de la segunda parte de la Edad Medía
que, siguiendo un método especial, y tomando generalmente como gula a
Aristóteles, se enseñaba en las escuelas episcopales y palatinas (de
ahí su nombre, de "schola"). Sus seguidores eran denominados
escolásticos; de estas escuelas pasó a las universidades.
La escolástica se caracteriza por un sistema peculiar de exponer la fe
y se propone hacer ver cómo entre la razón y la fe, la filosofía y la
teología, hay una íntima unión; la filosofía ha de ponerse al
servicio ("anci11a", como esclava) de la teología.
El gran esplendor de la escolástica se alcanzó en el siglo XIII, con
maestros insignes como San Alberto Magno, San Buenaventura, Alejandro de
Hales, Duns Scoto y Santo Tomás de Aquino, sin duda la lumbrera mayor.
Santo Tomás de Aquino por la santidad de vida, la profundidad de su
saber y la, precisión de su lenguaje sabe recoger toda la tradición
cristiana anterior y elaborar una doctrina sistemática. Sus obras más
conocidas son la Suma Teológica y la Suma contra gentiles. La Iglesia
ha recomendado innumerables veces la filosofía y la teología de Santo
Tomás, desde poco después de su muerte hasta nuestros días, calificándola
como la doctrina más segura a seguir.
14.5. III EDAD NUEVA
14.5.1 El Cisma de Occidente
Por diversas circunstancias políticas, los Papas residieron en Aviñón
(Francia) durante setenta años (1306-1377). Atendiendo a los ruegos de
Santa Catalina de Siena, Gregorio X11 regresó a Roma. Sin embargo, a su
muerte en 1378, la Cristiandad se dividió en dos bandos de marcada
influencia política. La división duró cuarenta años con un Papa en
Roma y otro en Aviñón.
14.5.2 Expansión de la Iglesia en América y Asia
Desde finales del siglo XV con el descubrimiento de América en 1492, el
continente americano se abrió para la cristiandad, gracias a la
actividad misionera desarrollada por españoles y portugueses. Las
Filipinas fueron también evangelizadas lo mismo que la India, China y
Japón, pero en estos dos últimos países hubo fuertes persecuciones.
14.5.3 La llamada reforma protestante
Fue forjada principalmente por Martín Lutero y Calvino. Lutero con una
vida azarosa, siendo religioso, sacó la falsa conclusión de que la ley
de Dios era impracticable y apoyándose en el texto de San Pablo (cfr.
Rom. 1, 16-17) afirmó que el hombre se justifica por la sola fe, por la
confianza en que seremos salvados, sin necesidad de nuestras buenas
obras. Rechazó la Tradición cristiana reduciendo toda la Revelación a
la Sagrada Escritura que puede ser interpretada, dice, por cualquiera y
no por el Magisterio de la Iglesia. Dice que la Iglesia Romana no es ya
la Iglesia de Cristo, se rebela contra el Papa y divide la Iglesia
pretendiendo reformarla.
14.5.4 El Cisma de Inglaterra
El rey Enrique VIII (1509-1547) introdujo la falsa reforma y consumó el
cisma inglés. Había sido un buen católico e incluso recibido el título
de defensor de la fe por un escrito contra Lutero, sin embargo, cuando
el Papa Clemente VII se negó en 1527 a declarar la nulidad de su
matrimonio con Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos de España),
éste se unió con Ana Bolena e hizo que "el acto de supremacía"
fuera votado por el Parlamento por el que se declaraba al rey cabeza de
la Iglesia en Inglaterra, consumando así el cisma.
14.6. IV EPOCA MODERNA
14.6.1 El Concilio Vaticano I
Fue convocado por el Papa Pío IX, y se celebró en la Basílica de San
Pedro en el Vaticano, por lo que se denominó Concilio Vaticano I
(1869-1870). En este Concilio fue definido el dogma de la infalibilidad
del Papa: por la especial asistencia del Espíritu Santo, el Vicario de
Cristo y sucesor de San Pedro, no puede errar si ejerce su magisterio ex
cathedra en lo referente a la fe y a las costumbres.
El Papa Pío IX definió también el dogma de la Inmaculada Concepción
(1854).
14.6.2 El Modernismo
El modernismo es una corriente de pensamiento que contiene muchos
errores. Los modernistas intentan explicar la religión, sus dogmas y su
moral por un sentido o sentimiento religioso que hay en el hombre. El
modernismo es el intento de acomodar la fe a las filosofías
"modernas" de tipo inmanentista. Los errores modernistas
siguen una línea agnóstica, inmanentista y un evolucionismo radical.
El Papa San Pío X, condenó el modernismo repetidas veces, pero de modo
especial en la encíclica Pascendi de 1907 verdaderamente providencial
por adelantarse y desenmascarar con detalles los errores modernistas,
atajándolos con prudentes medidas disciplinares.
14.7. V EPOCA CONTEMPORANEA
14.7.1 El Concilio Vaticano II
Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por Pablo VI
en 1965. Se propuso actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún
dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la Liturgia, la libertad
religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad.
14.7.2 Llamada universal a la santidad
El Concilio Vaticano II recordó la universal vocación a la santidad de
todos en la Iglesia, esto es, que los fieles deben aspirar a vivir la
santidad que consiste en la plenitud de vida cristiana y la perfección
de la caridad (cfr. Conc. Vaticano II, Const.Lumen Gentium, cap. V). Sin
embargo, hay que decir que esta doctrina recordada por el Concilio la
venía predicando desde 1928 el siervo de Dios Monseñor Josemarla
Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei
"El Opus Dei se propone promover entre personas de todas las clases
de la sociedad el deseo de la perfección cristiana en medio del mundo.
Es decir, el Opus Dei pretende ayudar a las personas que viven en el
mundo -al hombre corriente, al hombre de la calle-, a llevar una vida
plenamente cristiana sin modificar su modo normal de vida, ni su trabajo
ordinario, ni sus ilusiones y afanes.
Por eso, en frase que escribí hace ya muchos años, se puede decir que
el Opus Dei es viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo. Es
recordar a los cristianos las palabras maravillosas que se leen en el Génesis:
que Dios creó al hombre para que trabajara. Nos hemos fijado en el
ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad de su vida terrena
trabajando como un artesano en una aldea. El trabajo no es sólo uno de
los más altos valores humanos y medio con el que los hombres deben
contribuir al progreso de la sociedad: es también camino de santificación"
(Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, ERSA, 1985, n.
24).
14.7.3 Juan Pablo II y la "Teología de la liberación"
El 16 de octubre de 1979 es elegido Papa Juan Pablo II. A la fecha son
muchas acciones en servicio a la Iglesia que sobresalen. Sus
infatigables viajes iniciados con el de México (1979), han removido
hondamente al mundo entero.
En 1985 convocó un Sínodo Extraordinario de los Obispos para
reflexionar sobre el Concilio Vaticano II, y urgir a los fieles en su
conocimiento y aplicación. Sobresale, sin lugar a dudas, su preocupación
por desenmascarar una corriente de pensamiento que se denomina Teología
de la liberación.
En Agosto de 1984 el Santo Padre Juan Pablo II aprobó una Instrucción
de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que pretende:
"atraer la atención de los pastores, de los teólogos y de todos
los fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de desviación,
ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implican ciertas
formas de teología de la liberación que recurren, de modo
insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes
del pensamiento marxista".
Se trata, por tanto, de toda una "corriente de pensamiento que,
bajo el nombre de "teología de la liberación" propone una
interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia
cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más,
que constituye la negación práctica de la misma".
La llamada "teología de la liberación" asume el análisis
marxista de la realidad y sus principios: a) materialismo histórico:
que señala que las causas de los acontecimientos históricos son
exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de
clases, y b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es
la ortopraxis.
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del
Evangelio y a la práctica pastoral, con lo que logran desfigurar
nuestra fe. Para la "Teología de la liberación":
a) Jesucristo: es considerado no como verdadero Dios Encarnado que, con
su Muerte y Resurrección, nos ha redimido, sino como un símbolo de la
humanidad que lucha por la liberación de los "opresores", y
que muere en defensa de los pobres;
b) La Iglesia: debe tomar parte en la lucha de clases pues la
"neutralidad" es imposible ya que equivale a estar con los
poderosos. De ahí que debe tener una "opción preferencial por los
pobres" y constituirse en "Iglesia del pueblo- que nace del
pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es "clase
dominante" y por tanto debe ser combatida (cfr. Puebla, nn.
262-263).
c) La fe es reducida a "fidelidad a la historia"; la esperanza
a "confianza en el futuro---; la caridad a la "opción por los
pobres".
d) Los sacramentos: son "celebraciones del pueblo que lucha por la
liberación": se indoctrina en este sentido al pueblo por medio de
homilías, cambios en la liturgia, etc., para que "tomen conciencia
de clase" y se les anima a la lucha contra la "clase
dominante". Curiosamente, así la Iglesia viene a ser -según estos
"teólogos" respecto a los pobres, lo que el partido comunista
pretende ser respecto al proletariado.
e) La escatología es sustituida por el "futuro de una sociedad sin
clases" como la meta de la liberación en la que se habrá
"hecho verdad" el amor cristiano a todos, la fraternidad
universal.
Evidentemente se trata de un peligroso cúmulo de errores al ser una
completa subversión del cristianismo.
Los errores pueden sintetizarse así:
a) Evangelio para sacar de ahí una praxis: ese principio es el
materialismo histórico, que niega la prioridad del ser sobre el hacer,
y por tanto, de la verdad y el bien de la acción humana. Este principio
es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable;
b) la lucha de clases no sólo es un error porque sea contrario a la
caridad (puede haber una guerra justa, existe la legítima defensa,
etc.), sino que es un error sobre todo porque se le concibe como algo
necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando la libertad
de la persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa
libertad y contando con la Providencia divina;
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia,
los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia
a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión
sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana el error
radical está en el mismo "principio hermenéutico" con el que
se pretende interpretar el deplorable, como es el socialismo real, en el
que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, puede darse una verdadera
Teología de la liberación, es decir, del pecado y sus consecuencias
(no sólo de sus consecuencias materiales).
"Una de las condiciones para el necesario enderezamiento teológico
es la recuperación del valor de la enseñanza social de la Iglesia
" (. . .) "La enseñanza de la Iglesia en materia social
aporta las grandes orientaciones éticas. Pero, para que ella pueda
guiar directamente la acción, exige personalidades competentes, tanto
desde el punto de vista científico y técnico como en el campo de las
ciencias humanas o de la política (. . .) A los laicos, cuya misión
propia es construir la sociedad, corresponde aquí el primer
puesto" (Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la
Liberación", (Libertatis nuntius, 6-VIII-84, XI, 14).
La Instrucción de VIII-84, "anunciaba la intención de la
Congregación de publicar un segundo documento, que pondría en
evidencia los principales elementos de la doctrina cristiana sobre la
libertad y la fiberación". La Sagrada Congregación para la
Doctrina de la Fe, publicó con fecha 22-111-86, una segunda Instrucción
"Sobre la libertad cristiana y la liberación". "Entre
ambos documentos -se lee en el segundo-, existe una relación orgánica.
Deben leerse uno a la luz del otro" (n. 2).
La Instrucción de 111-86, se "limita a indicar los principales
aspectos teóricos y prácticos" acerca de la libertad y la
liberación; conceptos íntimamente relacionados entre sí, que deben
entenderse en su justo sentido, pues aquellas "desviaciones y los
riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida
cristiana" siguen vigentes y "lejos de estar superadas, las
advertencias hechas parecen cada vez más oportunas y pertinentes"
(n. l).
Algunos de los exponentes de la "Teología de la liberación"
apoyándose en este documento han pretendido hacer ver que la Iglesia
"aprueba" la erronea "Teología de la liberación"
que ellos sustentan. Nada más lejos de la verdad. El segundo documento
expone el verdadero concepto de la libertad: "la libertad no es la
libertad de hacer cualquier cosa, sino que es la libertad para el Bien,
en el cual solamente reside la Felicidad. De este modo el Bien es su
objetivo. Por consiguiente el hombre se hace libre cuando llega al
conocimiento de lo verdadero, y esto -prescindiendo de otras fuerzas- guía
su voluntad" (n. 26). Explica, también, la necesidad de una
liberación del mal, del pecado.
El documento pone de manifiesto el papel que desde siempre ha hecho la
Iglesia para ayudar al hombre: "La Iglesia tiene la firme voluntad
de responder a las inquietudes del hombre contemporáneo, sometido a
duras opresiones y ansioso de libertad. La gestión política y económica
de la sociedad no entra directamente en su misión (cfr. Const. past.
Gaudiun et Spes, no. 42, 2). Pero el Señor Jesús le ha confiado la
palabra de verdad capaz de iluminar las conciencias. El amor divino, que
es su vida, la apremia a hacerse realmente solidaria con todo hombre que
sufre. Si sus miembros permanecen fieles a esta misión, el Espíritu
Santo, fuente de libertad, habitará en ellos y producirán frutos de
justicia y de paz en su ambiente familiar, profesional y social"
(n. 6l).
14.7.4 Año Mariano
El Papa Juan Pablo II proclamó un Año Mariano del 7-VI-87 al
15-VIII-88.
"Precisamente el vínculo especial de la humanidad con esta Madre
me ha movido a proclamar en la Iglesia, en el período que precede a la
conclusión del segundo Milenio del Nacimiento de Cristo, un año
Mariano" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-111-87).
14.7.5 Sínodo sobre los laicos
En el mes de Octubre de 1987 se desarrolló en Roma un Sínodo convocado
por el Papa Juan Pablo II, con el titulo: "La misión de los laicos
en la Iglesia y en el Mundo".
Es verdaderamente importante, para el desarrollo que dará a la Iglesia,
y contribuye a despertar en la conciencia de los cristianos la convicción
de que todos están llamados a la santidad y a participar -cada uno a su
modo, según la vocación recibida- en la misión apostólica que
Jesucristo confió a la Iglesia entera.
Con fecha 30 de diciembre de 1988, se publicó la Exhortación Apostólica,
Post-Sinodal, Christi fidelesLaici, de su Santidad Juan Pablo II, sobre
la Vocación y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo.
Documento que vale la pena leer, pues es "particularmente
importante que todos los cristianos sean conscientes de la
extraordinaria dignidad que les ha sido otorgada mediante el santo
Bautismo" n. 64 del Documento.
14.7.6 El Cisma de Lefébvre
El 30 de junio de 1988 el Arzobispo Marcel Lefébvre consumó el último
Cisma que ha desgarrado la unidad de la Iglesia Católica, al consagrar
Obispos sin mandato apostólico a cuatro de sus seguidores en la
"Fraternidad Sacerdotal de San Pío X"
"A ningún Obispo -señala el canon 1013- le es lícito conferir la
ordenación episcopal sin que conste previamente el mandato pontífico
" "El Obispo que confiere a alguien la consagración episcopal
sin mandato pontífico, así como el que recibe de él la consagración
–añade el canon 1382- incurren en excomunión latae sententia
reservada ala Sede Apostólica".
Mons. Lefébvre y quienes le siguen, se declaran guardianes de la fe y
de la tradición y rechazan el espíritu del Concilio Vaticano II y las
reformas que inspiró. Sostienen que la Iglesia Católica Romana está
infectada de modernismo, que hay un falso ecumenismo que se encuentra en
el origen de todas las innovaciones del Vaticano II, en la liturgia, en
las relaciones nuevas de la Iglesia y del mundo, en la concepción de la
Iglesia misma, que conduce a su ruina y a los católicos a la apostasía.
Es evidente que las posturas Lefebvristas no tienen fundamento y que
presentan un claro rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice y de la
comunión con los fíeles de la Iglesia a él sometidos.
Lefébvre ha incurrido -como casi todos los cismáticos y herejes en la
"fidelidad a la Iglesia" (a la imagen que él mismo se ha
forjado de la Iglesia) y, por tanto, a abandonar la Iglesia que dicen
defender.
La Santa sede ha hecho todo lo posible por evitar que se llegase a esta
dolorosa situación para toda la Iglesia, luego de muchos años de dramáticos
intentos ha prevalecido un correoso atrincheramiento del Obispo rebelde
en posiciones incompatibles con la fidelidad a todo el Magisterio de la
Iglesia y con la obediencia a la suprema autoridad del Vicario de
Cristo.
Días antes de consumarse el cisma, el Papa Juan Pablo II, envió una
carta a Mons. Lefébvre. El último párrafo de esa carta es una de
tantas muestras dadas por el Papa para evitar el cisma:
"Os invito ardientemente a volver, humildemente a la plena
obediencia al Vicario de Cristo. No solamente os invito a ello, sino que
os lo pido por las llagas de Cristo, que la víspera de su Pasión pidió
por sus discípulos "a fin de que todos sean uno ". A esta
petición e invitación uno mi plegaria cotidiana a María Madre de
Cristo. Querido hermano, no permitáis que el año dedicado de una
manera muy especial a la Madre de Dios traiga una nueva herida a su
corazón de Madre. Vaticano, 9 de junio de 1988, Juan Pablo II."