6. La Creación
Por Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
Luego de haber hablado de la vida íntima de
Dios -actividad ab intra-, trataremos ahora de la primera de las
actividades ad extra de Dios: la Creación.
6.1 TODO EL UNIVERSO HA SIDO CREADO POR DIOS
6.1.1 Noción: creación "ex nihilo"
Por creación se entiende la acción de Dios mediante la cual da la
existencia a los seres, sacándolos de la nada.
lo. Es acción de Dios. Acción de su actividad externa, ya que tiene
por objeto las criaturas, y no El mismo.
La creación es, pues, obra de las tres divinas Personas, aunque en la
Sagrada Escritura suele atribuirse al Padre, porque en ella luce de modo
especial el poder de Dios. Por eso decimos en el Credo: "Creo en
Dios Padre Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra".
2o. Mediante la cual da la existencia a los seres. En efecto, todos han
sido creados por El, y por eso se llaman criaturas.
En el lenguaje de la Sagrada Escritura "Creador del cielo y de la
tierra" significa, pues, Creador de todos los seres, tanto
espirituales corno materiales.
3o. Sacándolos de la nada. Sacar un ser de la nada significa producir
un ser que antes no existía de ninguna manera, ni como tal, ni en
materia alguna anterior.
Al fabricar un escultor una estatua, no la crea, pues aunque no existía
como tal, existía la materia de que la formó; por ejemplo, la madera o
el mármol. Dios, por el contrario, sí crea a los seres, pues no los
formó de materia alguna anterior, ya que fuera de Dios nada existía.
Es importante percatarse que la nada no es un ser positivo, como un
lugar de donde Dios saca los seres. Por el contrario la palabra
"nada" se opone a "algo", y denota que antes de la
creación no existía algo preexistente, de donde pudiera formar los
seres.
6.1.2 Sólo Dios puede crear
La creación es un acto exclusivo de Dios (cfr. S. Th. 1, q. 45, a. 5).
En efecto, el paso de la nada al ser exige poder infinito.
Esto se comprende con un ejemplo: para realizar una buena comida
necesito los ingredientes. Si tengo poca capacidad como cocinero
necesito buenos y adecuados ingredientes. Sin embargo, al ir
disminuyendo el número de los ingredientes requiero de una mayor
capacidad culinaria para hacer una buena comida. Es decir, a menor
materia disponible, se requiere mayor capacidad en el agente. Pero
aunque sea expertísimo el cocinero, sin ningún ingrediente jamás podrá
hacer una comida.
No podemos comprender la creación porque: a) es un acto infinito; b) no
tenemos ningún ejemplo de ella, ya que toda la actividad del hombre se
reduce a transformar la materia ya existente.
6.2 PRUEBAS DE LA CREACION
6.2.1 La razón y la Sagrada Escritura
lo. La razón prueba la creación de los seres, porque de otra suerte
hay que admitir:
a) O que los seres vienen de la nada, lo que es absurdo.
Es un axioma científico y experimenta¡, básico e inamovible que nada
se crea a nuestro alrededor, ni siquiera un átomo de materia puede ser
formado de la nada; cualquier fuerza supone siempre otra fuerza
preexistente de la cual procede; no se da el movimiento sin un motor que
lo determine, ni vida alguna que no brote de una vida anterior a ella.
b) O que vienen unos de otros en serie infinita, lo que no explica nada.
Una serie infinita de ruedas dentadas no explica por qué mueven las
manecillas del reloj: hace falta la cuerda que imprima el primer
movimiento.
c) O bien que el mundo es, como Dios, eterno e increado; lo que tampoco
admite la ciencia.
Es ya una tesis científica el desgaste de la energía en el inundo: y sí
éste fuera eterno, habiendo la energía empezado a acabarse desde
siempre, a estas horas habría ya terminado el proceso de extinción.
2o. La Escritura nos enseña la creación en muchos lugares. Basta citar
las palabras con que inicia el Génesis. "En el principio creó
Dios el cielo y la tierra" (Gen. 1, l).
Dios creó al mundo libremente y con un simple acto de su voluntad.
"Habló y todo fue hecho: dijo y todo fue creado " (Gen. 32,
9).
6.2.2 Errores sobre la creación
Los principales son tres: materialismo, dualismo y panteísmo.
a) El materialismo niega la existencia de Dios, y afirma que la materia
es eterna, y que la combinación de sus elementos basta para explicar la
existencia de los seres.
Refutación. El materialismo es un sistema absurdo, pues admite todas
las contradicciones del ateísmo, a saber:
a.1. Que el mundo, que es un efecto, no tiene causa de sí.
a.2. Que existe la serie infinita de seres contingentes, sin que exista
un primer ser necesario.
a.3. Que el orden maravilloso del universo es fruto del azar.
a.4. Que la vida brotó espontáneamente de la materia.
a.5. Que lo espiritual no es más que una fase o estado de la materia.
b) El dualismo es un sistema que admite dos principios eternos: un
principio bueno y causa de todo lo bueno, que es Dios; y un principio
malo e independiente de Dios, causa de todo mal.
Refutación. El dualismo es un sistema falso. Si hubiera un principio
independiente de Dios, Dios dejaría de ser Infinito y Omnípotente,
pues ni lo tuviera todo, ni lo pudiera todo.
c) El panteísmo (de las palabras griegas: pan, todo; y teos, Dios),
enseña que todos los seres se confunden con Dios porque son una emanación
de la sustancia divina.
Refutación. El panteísmo es también un grave error.
c.1. Dios y el mundo son realidades enteramente diversas. Dios es
eterno, y el mundo tuvo principio; Dios es infinitamente perfecto, y el
mundo tiene una perfección muy limitada; Dios es Inmutable, y el mundo
está sujeto a perennes cambios.
c.2. El panteísmo es un ateísmo disfrazado. Negarla existencia de un
Dios personal, y admitir que Dios se confunde con el mundo, es en
realidad negar a Dios.
Algunas de las actuales sectas religiosas orientales de moda en la
civilización occidental--Zen, Budismo, Yoga, etc- tienen raíz panteísta.
6.2.3 Tiempo y estado en que fue creado el mundo
Respecto al tiempo, sabemos que el mundo tuvo principio.
La Geología y la Astronomía nos lo demuestran. También nos lo enseña
la fe, y así dice San Pablo: "Dios nos eligió antes de la creación
del mundo, para ser santos en su presencia" (Ef. 1, 4).
Pero no sabemos cuándo fue creado. Los científicos calculan muchos
millones de años; y la fe no necesita decirnos nada en este sentido.
Respecto al estado en que fue creado, la fe nos enseña que Dios creó
al mundo, pero no que lo creara como existe hoy. Para la ciencia, su
organización actual es obra de miles de siglos.
Podemos establecer las siguientes conclusiones:
lo. Respecto a la materia, se puede admitir que una vez creada por Dios,
su evolución fue el fruto de las causas naturales, queridas por Dios
mismo.
2o. Respecto a la vida, es necesario admitir la intervención directa de
Dios, para la creación de las primeras especies.
3o. Respecto al hombre, se debe admitir la intervención directa de Dios
para la creación de su alma y para la formación de su cuerpo.
4o. Por último, el evolucionismo absoluto, según el cual una materia
eterna, no creada por Dios, da origen espontáneamente y sin intervención
de Dios ala vida de las plantas, a la sensibilidad de los animales y a S
la inteligencia del hombre, es una teoría materialista y errónea, que
va a un mismo tiempo contra la razón y la fe.
6.3 RELATO BIBLICO DE LA CREACION
6.3.1 Modo de la creación
La Escritura dice que Dios hizo el mundo en seis días.
El lo. creó la luz, y la separó de las tinieblas;
el 2o. creó el firmamento separando las aguas superiores (nubes) de las
inferiores (mares);
el 3o. separó la tierra del mar, y la hizo producir plantas;
el 4o. hizo el sol, la luna y las estrellas;
el 5o. hizo los peces y las aves;
el 6o. formó los animales terrestes, y al fin de éste, creó al
hombre.
Sobre la descripción que hace Moisés de la creación, la Iglesia enseña
que es un relato histórico; pero que Moisés no se propone al hacerlo,
un fin científico, sino un fin religioso.
lo. Es un relato histórico. Es decir, no es un canto lírico o un
invento de la imaginación; sino una narración en estilo sencillo y
popular de la obra de la creación.
2o. Moisés no se propuso un fin científico, sino un fin religioso: que
los hombres reconocieran a Dios como Creador de cuanto existe.
Hay que tener en cuenta que la Sagrada Escritura habla de sucesos
verdaderamente históricos que no deben entenderse corno si fueran meros
mitos, leyendas o modos de decir dependientes de una cultura. Dios no
nos puede engañar haciéndonos creer mitos y leyendas. Las grandes
verdades de nuestra fe cristiana están enraizadas en la historia de los
hombres (así, por ejemplo, que el hombre fue creado directamente por
Dios, Jesucristo nació de la Virgen María por obra del Espíritu
Santo, la Iglesia la fundó Jesucristo, etc.).
El Magisterio de la Iglesia enseña que el sentido literal de la creación
se encuadra en el género histórico. Cfr. Pío XII, Enc. Humani
Generis, 12-VIII-1950, Dz. 2315-2318; Re
6.3.2 El relato de la creación y la ciencia
Siendo así que Moisés no se propuso un fin científico, no hay para qué
exigir un acuerdo rígido entre la ciencia y la descripción mosaica.
Basta que no haya contradicción entre ellas.
De hecho, la ciencia y el relato bíblico están de acuerdo en los
puntos fundamentales, en especial en estos tres:
a) El mundo no es eterno.
b) El mundo fue formado sucesivamente.
c) Aparecieron primero los seres inferiores y después los superiores;
primero la materia, luego las plantas, los animales y por fin el hombre.
A la objeción: ¿Cómo pudo Dios crearla luz el primer día cuando el
sol no apareció sino hasta el cuarto?, se puede contestar: antes de la
luz del sol existió la luz producida por la matetia confusa del mundo
en ignición. Los diversos astros no vinieron a formarse sino mucho más
tarde.
6.3.3 Los seis días de la creación
Para explicar los seis días, en griego, "yom", de la creación,
se han presentado tres hipótesis:
la. La primera, llamada literal, enseña que Dios creó al mundo en 6 días
de 24 horas. Hoy nadie la sigue, pues las ciencias modernas han
demostrado que el mundo exigió muchos siglos para su formación.
2a. La segunda, llamada concordista, (porque intenta un acuerdo entre
las ciencias modernas y la Biblia), enseña que la palabra "yom"
no designa días de 24 horas, sino largos períodos. En efecto, dicha
palabra tiene en el hebreo, que es una lengua muy pobre en vocablos, el
significado de día solar y el de época o período.
3o. La tercera, llamada simbólica, enseña que Moisés empleó la
palabra "yom" para designar días de 24 horas, no porque
creyera que Dios creó al mundo en 6 días de 24 horas , sino con un fin
simbólico. A saber, quiso referir toda la obra de la creación a 6 días
de trabajo y 1 de descanso para autorizar con el ejemplo del mismo Dios
la santificación y descanso del séptimo día.
6.4 EL FIN DE LA CREACION
6.4.1 Fin primario: La gloria de Dios
El fin primario y principal de la creación es la gloria y alabanza de
Dios: "Todas las cosas las creó Dios para su gloria" Is. 43,
7).
La gloria de Dios se divide en interna y externa:
lo. La gloria interna consiste en el conocimiento que tiene de sus,
infinitas perfecciones, y en la alabanza que a Sí mismo se tributa.
Esta gloria interna no puede ser aumentada, porque Dios no tiene, ni
puede tener de Sí mayor conocimiento y estimación
2o. La gloria externa consiste en el conocimiento que de El tienen las
criaturas y en la alabanza que le den. Esta sí puede ser aumentada.
a) Las criaturas racionales la procuran de una manera directa y
consciente, mediante el conocimiento y servicio del Creador.
b) Las irracionales, de una manera indirecta, en cuanto nos dan a
conocerlas divinas perfecciones, en especial su Omnipotencia que sacó
los seres de la nada; su Sabiduría, que los dispuso con tanto orden y
belleza; y su Bondad, pues al crearlos no se propuso su provecho, sino
nuestro bien.
6.4.2 Fin secundario: La felicidad de las criaturas
El fin secundario de la creación es la felicidad de las criaturas.
Dios, en efecto, no creó los seres para aumentar su felicidad propia,
sino para procurar la de las criaturas.
Por otra parte, Dios ha dispuesto las cosas con tal sabiduría, que los
mismos medios con que procuramos su gloria, aseguran también nuestra
felicidad.
6.5 VARIEDAD DE CRIATURAS
Dentro del orden creacional, Dios procede de un modo estrictamente lógico:
crea primero a la criatura puramente espiritual (ángeles), luego a la
material (universo físico) y, por último, al hombre, como compuesto de
ambos órdenes.
6.5.1 Los ángeles
a) Su naturaleza
Los ángeles son criaturas, totalmente espirituales, sustancias
completas, superiores al hombre e inferiores a Dios, con una enorme
capacidad de inteligencia y de amor (cfr. S Th. I, q. 54).
Los ángeles son espíritus puros, esto es, no son cuerpos, ni están
hechos para unirse a ningún cuerpo. No tienen, por ello, forma ni
figura sensible, pero se representan sensiblemente: a) para ayudar a
nuestra imaginación; b) porque así han aparecido a los hombres, como
leemos en la Sagrada Escritura. Como todos los espíritus están dotados
de inteligencia y voluntad.
Los ángeles son superiores al hombre. Poseen un conocimiento mucho más
perfecto, que comprende no por raciocinio sino de modo inmediato. Al no
poseer realidad material, son inmortales, y no están sujetos a nuestras
miserias, dolores y necesidades.
Dios ha creado a los ángeles con un doble fin: a) para que eternamente
lo alaben y bendigan; b) para ser los ejecutores de sus órdenes, como
lo indica su nombre, pues ángel significa mensajero
Dios creó a los ángeles en estado de inocencia y de gracia. Y además,
a los que permanecieron fieles los recompensó con la gloria.
Su existencia consta en muchos lugares de la Escritura.
cfr. A. T: Gen, 3, 4; 28, 12; 32, 2-3; Ex. 3, 2; Libro de Tobías; Dan.
8, 16-26; 9, 21-27. N. T.: Lc. 1, 11-19; 1, 26-28; Mt. 16, 27; 25, 31;
Mc. 14, 27, cte.
Respecto a su número, la Escritura indica un número sobrecogedor,
inmensamente grande (Lc. 2, 13; 8, 30; Mt. 26, 54; Ap. 5, 11, etc.).
Daniel vio ante el trono del Señor que "millares de millares le
servían, y mil millones asistían a su presencia" (7,10) Los ángeles
buenos, explica Santo Tomás, "forman una multitud inmensa,
superior a la muchedumbre de los seres materiales (S. Th. I,q. 50, a.
4), porque Dios, que hizo perfecta la creación, abre más la mano a
medida que sus criaturas son más perfectas, más espirituales. No hay,
además, dos ángeles de la misma especie, sino que cada uno tiene la
suya (cfr. ib, a. 4).
b) Angeles buenos
Los ángeles buenos son los que permanecieron fieles a Dios; y fueron en
recompensa confirmados en gracia.
Se dividen en tres jerarquías, y cada jerarquía en tres coros: la
jerarquía suprema la forman los serafines, querubines y tronos,- la
segunda, las dominaciones, virtudes y potestades; y al inferior, los
principados, arcángeles y ángeles
b.1 El ángel custodio
Llamamos ángel custodio al ángel que Dios da a cada hombre para que lo
defienda y custodie desde el nacimiento hasta la muerte.
La existencia del ángel de la guarda consta en la Escritura: "El
mandó a los ángeles que cuidasen de ti, para que te custodien en
cuantos pasos dieres" (Ps. 90, 1l). Este es el sentir común de
todos los Padres y Doctores de la Iglesia, y 1a Iglesia misma ha
establecido la fiesta de los ángeles custodios (2 de octubre)
Los ángeles custodios se interesan grandemente por nuestro bien:
lo. nos sugieren buenos pensamientos y deseos de virtud;
2o. nos defienden de múltiples peligros de alma y cuerpo;
3o. presentan a Dios nuestras oraciones y buenas obras y nos alcanzan de
El gracias y favores.
Tres deberes principales tenernos para con él: respeto a su presencia;
gratitud por sus beneficios y confianza en su protección, por ser un
excelente intercesor ante Dios y defensor contra el demonio.
"Cuando tengas una necesidad, alguna contradicción -pequeña o
grande-, invoca a tu Angel de la Guarda, para que la resuelva con Jesús
o te haga el servicio de que se trate en cada caso" (Forja, n. 93
1, Josemaría Escrivá de Balaguer).
c) Angeles malos o demonios
Son los ángeles que por su rebeldía fueron condenados al infierno.
Son, pues, criaturas de Dios, que no quisieron sujetarse a El y, por
tanto, merecieron castigo eterno (cfr. Apc. 12, 7-9; Mc. 3, 22-27; Jn.
8, 49; 2 Pe. 2, 4, etc.) Se llaman diablos o demonios y su caudillo
Lucifer o Satanás.
La existencia de los demonios y su acción maligna es una verdad de fe
(cfr. Dz. 23 7, 42 7, 1923, etc.). No se trata, pues, del modo de hablar
de un pueblo primitivo que personificaba al mal en unos seres superiores
pero inexistentes. Por el contrario, estos seres reales, personales,
espirituales, aunque han sido ya vencidos por Jesucristo, tienen -como
un ejército derrotado, en huida-, gran capacidad de hacernos daño: a)
porque no han perdido su naturaleza de ángeles, y así su conocimiento
y su poder son muy superiores a los nuestros; b) porque su experiencia
de tantos siglos les ha enseñado el mejor modo de engañarnos; c)
porque su voluntad perversa está siempre inclinada a toda maldad.
Los demonios procuran nuestro mal: a) por odio a Dios cuya imagen ven en
nosotros; b) por odio a Cristo, cuya muerte nos rescató de su poder; c)
por envidia a nosotros pues Dios nos destinó a ocupar los puestos que
ellos perdieron en el cielo.
"Digan lo que digan algunos teólogos superficiales, el Diablo es,
para la Fe cristiana, una presencia misteriosa, pero real, no meramente
simbólica, sino personal. Y es una realidad poderosa ("el Príncipe
de este mundo---, como le llama el Nuevo Testamento, que nos recuerda
repetidamente su existencia), una maléfica libertad sobrehumana opuesta
a la de Dios; así nos lo muestra una lectura realista de la historia,
con su abismo de atrocidades continuamente renovadas y que no pueden
explicarse meramente con el comportamiento humano. El hombre por sí
solo no tiene fuerza suficiente para oponerse a Satanás; pero éste no
es otro Dios; unidos a jesús, podernos estar ciertos de vencerlo. Es
Cristo, el "Dios cercano- quien tiene el poder y la voluntad de
liberarnos; por eso el Evangelio es verdaderamente la Buena Nueva. Y por
eso también debemos seguir anunciándolo en aquellos -regírnenes---de
terror que son frecuentemente las religiones no cristianas. Y diré
todavía más: la cultura atea del Occidente moderno vive todavía
gracias a la liberación del terror de los demonios que le trajo el
cristianismo. Pero si esta luz redentora de Cristo se apagara, a pesar
de toda su sabiduría y de toda su tecnología, el mundo volvería a
caer en el terror y la desesperación. Y ya pueden verse signos de este
retorno de las fuerzas oscuras, al tiempo que rebrotan en el mundo
secularizados los cultos satánicos---. (Cardenal Joseph Ratzinger,
Informe sobre la Fe. BAC, Madrid 1985, p. 153).
c.1Influencia del demonio sobre el hombre
La teología ha tipificado algunas maneras de la estrategia diabólica,
más o menos repetidas en las manifestaciones de su insidia:
a) El asedio es acción contra el hombre desde fuera, como cercándolo,
provocando ruidos nocturnos para amedrentar, haciendo llamadas
misteriosas en paredes o puertas, rompiendo enseres domésticos, etc. Un
testimonio representativo y no muy lejano es la vida de S.Juan María
Vianney, cura de Ars (1786-1859), que vivió largos períodos de su vida
asediado por el demonio.
b) La obsesión es ataque personal con injurias, daño del cuerpo, o
actuando sobre los miembros y sentidos.
c) La posesión es la ocupación del hombre por el dominio de sus
facultades físicas, llegando hasta privade de la libertad sobre su
cuerpo. Contra la posesión y la obsesión la Iglesia emplea los
exorcismos.
d) Existen otros modos de seducción, tales como los milagros aparentes
que él puede realizar, y la comunicación con el demonio que se supone
en algunos fenómenos de la magia negra, el espiritismo, etc.
e) Pero la manera ordinaria como el demonio ejecuta sus planes es la
tentación, que alcanza a todos los seres humanos. Se define por tal,
toda aquella maquinación por la que el demonio, positivamente y con
mala voluntad instiga a los humanos al pecado para perderlos,
Es muy importante percatarse que -a pesar de¡ indiscutible poder de la
tentación diabólica-, no puede su malicia actuar más allá de donde
Dios lo permite: su poder es poder de criatura, poder controlado.
"Dios es fiel, y no permitirá que seáis tentados más allá de
vuestras fuerzas" (I Cor. 10, 13). En concreto, conviene, pues,
situarse en el justo medio: ni olvidar su acción y su eficacia maligna,
ni perder la serenidad y confianza en Dios.
6.5.2 El hombre
a) Su naturaleza
El hombre es un animal racional, esto es, un ser personal compuesto de
cuerpo y alma.
Por ser animal, se distingue de los ángeles; por ser racional, se
distingue de los brutos.
El hombre es la criatura más noble que Dios colocó sobre la tierra.
Dios mismo declaró que lo había formado a su imagen y semejanza (cfr.
Gen, 1, 26). Y dijo esto en razón del alma del hombre, que es un espíritu
dotado de entendimiento y voluntad divinas.
La creación de Adán la narra el Génesis diciendo: "Formó Yahvéh
Dios al hombre del polvo de la tierra (parte material), y le inspiró en
el rostro aliento de vida (actividad divina especial: creación del
alma), y fue así el hombre Ser animado" (Gen. 2, 7).
No es contraria a la fe católica la hipótesis del "evolucionismo
mitigado---, que sostiene que, para formar el cuerpo del hombre, Dios
perfeccionó el cuerpo de un mono antropoide, perfeccionándolo
(---polvo de la tierra" puede entenderse cualquier realidad
material, inorgánica u orgánica) e infundiéndole un alma espiritual.
Dos cosas, pues, han de mantenerse:
a) la intervención especial y directa de Dios para la formación del
cuerpo, y,
b) la creación e infusión en ese cuerpo de un alma inmortal (cfr. Dz.
2327)
El cuerpo y alma del hombre son distintos entre sí; pero se unen íntimamente
para formar un solo ser.
La unión del alma y del cuerpo no es una unión exterior y accidental,
como la del carro y el conductor, sino que es una unión íntima. A este
tipo de unión los filósofos la denominan substancial, porque de ambos
elementos resulta, una sola substancia completa.
6.6 EL ALMA HUMANA
6.6.1 Su naturaleza y su existencia
El alma humana es el principio vital que comunica al cuerpo, vida,
sensibilidad y pensamiento.
Negar la existencia del alma humana sería un gran absurdo.
a) La razón la prueba. Nos consta en efecto que la simple materia ni
vive, ni siente, ni piensa. Nosotros vivimos, sentimos y pensamos. Luego
tenemos un principio distinto de la materia.
b) La Sagrada Escritura también nos la prueba. Así Cristo nos alerta:
"No temáis a los que sólo pueden dañar el cuerpo. Temed a los
que pueden precipitar alma y cuerpo en el infierno" (Mt. 10, 28).
El alma humana tiene dos propiedades importantísimas, que la distinguen
del principio vital de los brutos: es espiritual e inmortal.
6.6.2 Espiritualidad del alma
El alma humana es espiritual, porque no es cuerpo, ni consta de partes
materiales, sino que es un principio superior a la materia.
Esto se prueba porque realiza operaciones que están por encima de la
materia. Comparemos, para cerciorarnos, el conocimiento del hombre con
el conocimiento de los animales.
lo. El conocimiento de los animales se refiere a las cualidades
materiales de los cuerpos, que se pueden percibir por los sentidos
2o. El conocimiento del hombre: a) Se refiere a seres y cualidades
inmateriales. b) Aun los seres materiales los conoce de modo inmaterial.
c) Puede raciocinar. Tres cosas que no puede el animal.
a) El hombre conoce seres espirituales como Dios; y nociones in
materiales como las nociones de virtud, deber, patria. . .
b) Conoce los seres materiales de un modo inmaterial, porque aparta de
ellos las cualidades sensibles, y llega a formar las ideas, que son
inmateriales y abstractas.
Expliquemos esto con un ejemplo: El perro distingue al amo de¡ extraño
y del mendigo por la voz, las facciones, el olor, los ademanes y demás
condiciones sensibles y concretas. Pero nunca podrá decirse: todos
estos tres tienen algo de común, son animales racionales; porque este
concepto es algo inmaterial que no pueden percibir los sentidos. El
hombre lo hace así cada vez que aparta las cualidades materiales de los
seres para formar las ideas, o conceptos generales.
c) Además el hombre puede raciocinar, lo que no puede el animal. Es
absurdo suponer que un perro lea un libro y discuta las ideas del autor;
o que un asno pueda fabricar una computadora o componer una sinfonía.
Pues bien, como el actuar sigue al ser, decimos que, habiendo en el
hombre operaciones inmateriales, es de rigor que haya en él un
principio inmaterial que las produzca; y a este principio inmaterial lo
llamamos alma.
Necesariamente la naturaleza de un ser está de acuerdo con sus
operaciones. Así es imposible que una piedra tenga respiración y
circulación, o que una planta vea y sienta placer, Por eso, habiendo en
e¡ hombre operaciones inmateriales es de rigor que haya en él un
principio inmaterial.
6.6.3 Su inmortalidad
El alma no muere con el cuerpo, sino que es inmortal. " Dios ha
hecho al hombre inmortal escribe el libro de la Sabiduría (2, 23).
Dice también el Eclesiastés: "Que el polvo vuelva a la tierra de
donde salió; y el espíritu vuelve a Dios que le dio el ser" (12,
7).
La razón prueba igualmente la inmortalidad del alma:
a) Porque siendo el alma un espíritu, no lleva en sí germen alguno de
corrupción que es propia de lo material.
El cuerpo al morir se disgrega en los diversos elementos que lo componen
y entra en corrupción, El alma humana es simple y espiritual, y no
tiene ni elementos que se disgreguen, ni materia que pueda corromperse.
b) Porque así lo exige la sabiduría de Dios. Si el alma no fuera
inmortal Dios no hubiera puesto en el hombre un deseo de felicidad, que
jamás pudiera satisfacer.
Puesto que en esta vida no puede satisfacer de lleno ese deseo, y puesto
que va contra la divina sabiduría haber puesto en el alma una aspiración
tan honda y poderosa para nunca satisfacerla, es de rigor admitir la
existencia de otra vida, donde dicha aspiración pueda tener completa
realización.
c) Porque así lo exige la justicia de Dios. Pues de otra manera tantas
injusticias que se dan en él mundo quedarían sin reparación.
6.7 CREACION DE LA PRIMERA PAREJA HUMANA
Terminada la obra de la creación, Dios creó al hombre. 1 "Dios,
dice el Génesis, vio que todo lo creado era bueno, y dijo:
"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (1, 26). Formó
entonces el cuerpo de Adán del barro de la tierra; y creando una alma
racional, la unió a ese cuerpo.
Es de fe que el alma de Adán es creada, es decir, sacada de la nada por
Dios. Y lo mismo pasa con el alma de cada hombre. El cuerpo de Adán fue
formado de materia preexistente, interviniendo Dios en su formación.
Respecto a Eva dice el Génesis que Dios formó su cuerpo de una de las
costillas de Adán durante un sueño de éste. Y su alma la creó de la
nada, como la de Adán.
Dice San Agustín, que Dios sacó a la mujer, no de la cabeza, ni de los
pies de Adán, sino de su costado, para darle a entender que no era
superior al hombre, ni tampoco su esclava, sino su compañera. Esto
mismo significó con las palabras con que la formó: "No es bueno
que el hombre esté solo; démosle por ayuda y compañera una semejante
a él" (Gen. 2, 18).
6.7.1 Unidad del género humano
Consta en la Escritura que todo el género humano viene de Adán y Eva.
San Pablo afirma que "de un solo hombre hizo nacer todo el linaje
de los hombres" (Hechos 17, 26). Y que todos los hombres por
descender de Adán han contraído el pecado original (cfr. Rom. 5, 12).
La unidad del género humano es, pues, una verdad que consta claramente
en la Escritura, y que no podemos poner en duda.
Sería un error, de corte evolucionista, negar el carácter histórico
de los primeros capítulos del Génesis, donde se narra la creación;
igualmente negar que Adán y Eva fueron dos personas singulares; negar
el pecado original para todos los hombres, como si no descendiéramos
todos de nuestros primeros padres (Poligenismo) cfr. Pío XII, Enc.
Humani Generis, Dz. 2305.
6.8 LIBERTAD RESPONSABLE
El hombre es libre y por tal motivo responsable: puede responder de sus
propios actos gracias a su voluntad, Decirnos, por tanto que,
responsabilidad es la propiedad de la voluntad por la que el hombre
responde de sus actos.
"El hombre consigue esta dignidad cuando, librándose de toda
esclavitud de las pasiones, tiende a su fin con una libre elección del
bien y se procura los medios adecuados con eficacia y con diligente empeño.
Pero la libertad del hombre, herida por el pecado, no puede conseguir
esta orientación hacia Dios con plena eficacia si no es con la ayuda de
su gracia. Y cada uno tendrá que dar cuenta de su vida ante el tribunal
de Dios, según haya hecho el bien o el mal". Conc. Vaticano II,
Const. past. Gaudium et Spes. núm. 17