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NOTAS SOBRE EL USO DE LA BIBLIA

EN LOS PADRES

Oscar Adolfo Chiapper

 

Me pareció que una referencia histórica sobre Biblia y Teología podría ser útil para nuestra reflexión, según lo que apunta Claudio Bedriñan en su artículo (véase en el mismo servidor) por lo cual reuní diversos materiales con el propósito de brindar un punto de referencia que pueda ofrecer alguna ayuda a la reflexión.

Toda teología cristiana se basa en la Biblia, la norma normans de la fe cristiana. Los Padres, extendiendo esta denominación hasta el siglo VI-VII, han sido exégetas singulares de las Sagradas Escrituras, a partir de Justino e Ireneo y especialmente desde Orígenes en adelante. Esa centralidad de la Escritura en sus trabajos ha llevado a calificar su actitud como "biblicismo". Se puede, incluso, afirmar que, al menos antes del 450, han considerado a la Escritura como casi suficiente para toda profundización de la fe cristiana. Considerando la Biblia como palabra de Dios, identificándola, más o menos, con la revelación divina (así, algunos investigadores sobre los escritos de Jerónimo, especialmente en su "Comentario a Isaías" cuando habla sobre la inspiración.). Esto se desprende, también, de su modo de concebir la exégesis o de utilizar los libros sagrados. Filón de Alejandría presenta la sofía desde su interpretación espiritual de la Biblia (AT); según Clemente de Alejandría la gnosis se basa en la Escritura; Orígenes la considera como mysterion del Logos; Atanasio discute la fe en Cristo ante todo a partir de la Biblia; Basilio compone sus Moralia con textos bíblicos, pero también busca en ella su cosmología; Gregorio de Nacianzo desea, en primer lugar, que el teólogo conozca la Biblia; Gregorio de Nisa funda la theoria, el conocimiento superior, en la Escritura; los Antioquenos quieren ser exégetas ante todo; Ambrosio opone fuertemente el conocimiento bíblico a toda filosofía; Agustín, en el De Doctrina christiana, ubica la lectura de la Biblia en el lugar de los clásicos; quizá la expresión más fuerte se encuentra en Jerónimo, para quién la ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo.

El biblicismo de los Padres aparece también en la diversidad de las formas literarias en las que utilizan los libros bíblicos, es decir los varios modos de utilizar la Biblia que, andando el tiempo, fueron introducidos en la vida de las iglesias:

  • el recurso a los testimonia, a las pruebas según las escrituras en la polémica anti-hebraica;

  • el uso que se hacía en la liturgia, en las lecturas y en las oraciones, ante todo en la eucaristía;

  • la osatensio scripturarum anti-gnóstica de Ireneo;

  • la elaboración de una moral cristiana en Clemente alejandrino;

  • el resumen de las verdades bíblicas principales en la regula fidei que se encuentra en Ireneo, Tertuliano, Orígenes, Eunomio, Gregorio de Nisa, Agustín;

  • la interpretación técnica de la Biblia en los comentarios, iniciada por Orígenes;

  • la exégesis dogmática de Atanasio y de otros autores antiarrianos;

  • el empleo de los textos bíblicos en todas las predicaciones y en los escritos monásticos, como, por ejemplo, en la Vita Antonii;

  • finalmente los compendios de los grandes exégetas en la cadenas bíblicas. (Di Berardino)

También hay que señalar: 1) la Biblia ganó importancia en la teología después del 200, en particular con Orígenes; 2) los mismos autores del tiempo teodosiano no excluyen la tradición oral, aun cuando la emplean para argumentaciones secundarias, admiten, empero, claramente, su rol para el canon de la Biblia y para la interpretación de los textos sagrados. La importancia del biblicismo se comprende mejor si se tiene presente que según los autores, al menos después del 350, el estudio, como también la escucha, de los libros sagrados constituía la schola christiana: retomaban, de este modo, el método antiguo de la enseñanza que consistía en la interpretación de textos (lectio et disputatio) (Basilio: Ad iuvenes; Agustín: De Doctrina christiana; Gregorio de Nacianzo: el teólogo es formado y forma a otros por medio de la Biblia: Or. 28,1). Esto quiere decir que los autores cristianos se insertaban en la huella de la exégesis tradicional de Homero. En la interpretación del poeta se habían desarrollado dos tendencias metodológicas: el método literario de los alejandrinos que atendía a las palabras según su valor gramático-retórico e histórico y el método filosófico de la escuela de Pérgamo que por medio de la alegoría buscaba el significado de las cosas. Estas dos corrientes antiguas se manifiestan en la exégesis cristiana (Pero la escuela alejandrina se centrará en la interpretación alegórica, mientras que la antioquena lo hará en la "crítica textual" e histórica). Por otra parte, los autores cristianos no descuidaban servirse del método dialéctico común, utilizado ya en las quaestiones, ya en las controversia, ya en las suasoria. También aplicaban las definiciones, las distinciones, los silogismos, para aclarar los pasos difíciles en la Biblia. Los comentarios exegéticos, género literario nuevo, regido por la creencia fundamental en la inspiración de la Escritura explica el literalismo escrupuloso por el cual "el orden mismo de las palabras es un misterio (Jer, Ep, 57,5); esta misma fe explica la proliferación de una exégesis alegórica en búsqueda de lo inefable, de ese más allá de los términos de la Escritura que, en tanto palabra de Dios expresada en palabras humanas, entrega el mensaje divino, pero de tal manera que no puede expresarlo adecuadamente, agotarlo. En el Diálogo con Trifón, Justino utiliza el método alegórico-tipológico (Campenhausen, 23). El mismo autor da un ejemplo de Clemente de Alejandría: "... la unción de los pies de Cristo (Lc 7,37) a la cual se ha entregado la pecadora, por otra parte no convertida aun, no puede explicarse, según Clemente, al sólo nivel del gesto, sino en una interpretación alegórica que ve en el perfume derramado en los cabellos, la imagen de la doctrina divina que será desparramada en el mundo por los Apóstoles, figurados aquí por los pies de Jesús (ibídem, 46). Si aparece como un método fantasioso, a veces, cuanto más se lo utiliza tanto más parece justificarse a sí mismo y es tan imposible refutar sus resultados como controlar el a priori del cual procede. Orígenes se apoya en las interpretaciones alegóricas de la misma Biblia para justificar su método. Dentro de esta línea, pero por oposición, Cirilo de Alejandría, que consideraba a Orígenes un hereje, cuando interpreta la Escritura defiende por principio el sentido "histórico" de los textos, contra el espiritualismo alegórico de Orígenes, pero su argumentación asume toda su fuerza de la tipología y de la alegoría tradicionales: parece no haber comprendido mucho del sentido primero y humano de la historia bíblica. Ambrosio, en cambio, utiliza conscientemente el método alegórico La exégesis alegórica cristiana, tan desigual, admirable en los místicos, insípida y hasta exasperante en las virtuosidades del procedimiento, a través de Filón, se relaciona a los filósofos griegos, aun cuando se distingue radicalmente de ellos.

La exégesis literal recuerda a ciertos procedimientos de la escuela antigua: la atención dada al detalle del texto más que al conjunto, la explicación que avanza palabra por palabra, siguiendo el orden de las palabras del texto. Jerónimo utilizó, incialmente, tanto el método alegórico como el literal, pero paulatinamente privilegia a éste en sus comentarios; lo que le importa es captar el sentido inmediato y literal de un texto y "hacer comprender exactamente a su lector eventual lo que ha comprendido el escritor mismo" (Ep 37,3). Pero él reconoce un doble y un triple sentido de la Escritura, pero antes de avanzar una interpretación tipológica o alegórica cree necesario establecer el sentido literal e histórico. "La escuela de Antioquía ha insistido sobre la realidad histórica de la revelación bíblica. No queriendo extraviarse en un mundo poblado de símbolos y de fantasmas, era más aristotélica que platónica... Juan Crisóstomo subraya que 'la Escritura observa siempre esta ley: cuando ella introduce una alegoría ofrece también su explicación ' (In Isa, 5)". (Grant, 79)

Los comentarios escriturísticos prepararon otro tipo de obra: el tratado teológico. Por ejemplo las obras consagradas al misterio fundamental del cristianismo, la Trinidad (Novaciano, Hilario, Mario Victorino, Agustín) La especulación se ejerce sobre un dato dado, hace un inventario más que inventar, o, mejor, su invención se sitúa al nivel de la exploración siempre más explícita, ensayos de explicación racional de una formulación del depósito revelado que sea menos inadecuada. Sobre este tema los escritores han debido partir del dato bíblico: esencialmente de Cristo, sus palabras y más profundamente de la conciencia que Él tenía de vivir en la invisible, con el Padre y el Espíritu, un solo Amor que es Dios mismo. Sobre este dato fundamental, la iglesia ha reflexionado y especulado, meditado y contemplado, lo que fue la obra, respectivamente, de teólogos y de místicos. No se podría negar que este género literario nuevo, debe, también algo a la Antigüedad, particularmente a la especulación y a las formulaciones del neo-platonismo, en particular de Plotino.

Los autores no han descuidado la tradición oral, la experiencia cotidiana, la escucha en común durante las celebraciones litúrgicas. Con todo, el hecho fundamental es que la teología patrística ha sido, en primer lugar, bíblica. Ni siquiera las discusiones sinodales, en las que se buscaban otras aproximaciones: terminología técnica, autoridad de los Padres, servían a otra cosa que a la interpretación auténtica de la Biblia. El biblicismo de los Padres, por tanto, quiere decir que ellos no cesaban de referirse a los libros sagrados comenzando de una perícopa escriturística o ilustrando y confirmando su propio pensamiento con algún testimonium bíblico. Pero, principalmente, se ponían en la perspectiva fundamental de la Biblia que consistía en lo que Agustín ha resumido con concisión: "Christum narrare, et dilectionem admonere" (Cat. Rud. 4,8). Un autor dice que a esto se lo llama, abusivamente, "historia de la salvación". Él parece pensar que la "historia de la salvación" es más amplia.

Centrándose sobre el intellectus fidei en cuanto conocimiento de la fe, basada en la Biblia, no se debe descuidar el contexto histórico, es decir, todas las condiciones eclesiales y culturales en las que se han desarrollado aquellos esfuerzos intelectuales por comprender y por hacer comprender la Sagrada Escritura.

 

Bibliografía utilizada:

B. Studer – A. Di Berardino: Storia della Teologia, I: Epoca patristica, Piemme, Casale Monferrato, 1993, pp 16-21

M. Testard: Chrétiens latins des premiéres siècles. La litterature et la vie, Les Belles lettres, 1981

G. Lafont, Storia teologica della Chiesa. Itinerario e forme della teologia, S. Paolo, 1997 )

H. von Campenhausen, Les Pères grecs. Ed. L'Orante,Paris 1963

H. von Campenhausen, Les Pères Latins, Ed. De l'Orante, 1967

R. M. Grant, L'interprètation de la Bible des origines chrétiennes à nos jours. Ed. Du Seuil, Paris, 1967