HISTORIA OCCIDENTAL

Historia Occidentalis

Jacques de Vitry

Traducción de José María Lodeiro

CAPÍTULO XXVIII

LA ORDEN Y LA REGLA DE LOS «HUMILLADOS »

Hay en Italia, principalmente en Lombardía, congregaciones de hombres y mujeres que viven según una regla. Se les conoce como Humillados pues dan ejemplo de humildad en la pobreza y rudeza de su hábito, en la actitud exterior, en la severidad de costumbres, en todas sus palabras y acciones. Viven comunitariamente en gran medida dedicados al trabajo, pues no tienen rentas ni posesiones y a ninguno le es permitido tener algo como propio. Así como hacen los clérigos, también los legos cumplen las horas canónicas diurnas o nocturnas. Casi todos tienen alguna forma de instrucción y los que no pueden aprender las horas canónicas, recitan un determinado número de Padrenuestros, llenando así su obligación.

Los conventos de esta disciplina son numerosos en las ciudades de la región. Salvo en caso de grave enfermedad, se abstienen de carne; en cuanto a su vestimenta, no usan camisa, ropa de lino o cubiertas de plumas.

Asiduamente se dedican a la lectura (lectio), oración (oratio), trabajos manuales; siempre vigilantes tratan de no caer en la pereza, efecto de la ociosidad.

Los donados viven separados de los religiosos, como lo señalan el cuidado y la prudencia, de modo que no hablan sino raramente entre ellos, no se ven en la iglesia ni en cualquier otro lugar. Cuando se congregan por la predicación de la divina palabra, generalmente lo hacen separados por un muro.

Los hermanos clérigos o legos idóneos, reciben autorización para predicar del Soberano Pontífice, el cual ya aprobó la regla e instituciones canónicas. La autorización se extiende no sólo a lo interno de la congregación, sino además para las ciudades y en las iglesias del clero secular que están bajo jurisdicción de los prelados respectivos. Fruto de esta predicación, es la conversión al Señor de numerosos ciudadanos ricos y nobles, de matronas y de vírgenes. Algunos renuncian por completo al mundo e ingresan a esta orden (religio). Otros permanecen físicamente en el mundo y, a pesar de tener esposa e hijos tienen el espíritu de humillados y extranjeros para los negocios mundanos; se mantienen fieles al hábito religioso, se alimentan sobriamente y practican las obras de misericordia. Como reza el consejo apostólico, usan de este mundo como si no lo usaran.

Renunciando a las falaces delicias del mundo, sacerdotes y clérigos, toman el hábito regular de la pobreza y se unen a los Humillados. De hecho, finalizada la predicación, o sea, cuando los corazones del auditorio están más dispuestos al desprecio de lo terreno y a ponerse al servicio del Creador, los Humillados tienen por costumbre buscar entre los asistentes a quienes, inspirados por Dios, están dispuestos a ingresar en la orden. por este motivo, bajo el influjo del fervor espiritual, en poco tiempo su número se acrecentó considerablemente. Para acoger la afluencia de hermanos y hermanas, los Humillados fundaron conventos en varias ciudades.

Se han mostrado temibles, en modo especial, a los herejes llamados Patarinos. Desenmascaran con energía y claridad sus mentiras; refutan sabiamente a impíos e incrédulos fundándose en las divinas Escrituras  y los confunden en disputas públicas, razón por la cual no osan ya presentarse. Muchos Patarinos reconocen su error, vuelven a la fe de Cristo y se unen a los hermanos. Quienes eran maestros del error se transforman en discípulos de la verdad, porque conociendo cuál es el lado débil de los argumentos herejes, atacan con la misma espada los errores que les fueron familiares. Como David, degüellan a Goliat; como Judit, la mujer fuerte, decapitan a Holofernes. El enemigo cae, pues, en la misma fosa por él cavada.