Tercera parte

1. Los ELOGIOS de Jesús

a) Texto de la carta a Esmirna (2,8-11)

1. Destinatario

8a    y al ángel

de la iglesia (que está) en Esmirna

escribe:

2. Autopresentación de Cristo

8b    Esto dice

el primero y el último,

el que fue cadáver y volvió a la vida.

 

3. Juicio de Cristo

9      Conozco de ti

la tribulación y la pobreza

–aunque eres rico–

y las blasfemias de los que dicen ser judíos así mismos

y no (lo) son sino que (son) sinagoga de Satanás.

4. Exhortación particular

 

10      No temas absolutamente por lo que vas a sufrir

mira

el diablo va a meter a algunos de ustedes en la cárcel para que sean tentados,

y sufrirán tribulaciones por diez días

manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.

 

5. Exhortación general

11a      El que tenga oídos,

oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias:

6. Promesa al vencedor

11b      el vencedor

que no sufra ningún daño

de la muerte segunda.

b) Comentario a la carta a Esmirna

Destinatario

Fundada antes de 1200 a.C. (según la leyenda por una amazona), era la patria tradicional de Homero. Sus casas se levantaban al borde de la mar y en la cúspide del monte Pagus, coronado de templos y otros edificios; esta colina (175 mts.) formaba un acrópolis ideal. La expresión "corona de Esmirna" era entonces comúnmente utilizada para designar esa cima edificada. La Comuna de Asia celebraba en ella fiestas periódicas en honor de los Augustos y es en una de estas ocasiones que S. Policarpo padeció el martirio, por haberse negado a decir: "César es Señor". Los judíos empujaron al pueblo a pedir su muerte. Después de la caída de Jerusalén (70 d.C.) una importante colonia judía se estableció en ella. Nuestro texto ofrece la primera mención de una comunidad cristiana en esta ciudad. El obispo Policarpo sufrió allí el martirio bajo Marco Aurelio (155).

Autopresentación de Cristo

El primero y el último: Lo que era Dios para su pueblo en el AT, lo son Cristo y Dios en el ámbito del Nuevo Testamento. Cristo afirma ser el primero y el último no en el sentido de una trascendencia en estado puro, sino en el de una trascendencia en sentido funcional relacionada con el desarrollo de la historia de la salvación. Esta funcionalidad conlleva una "potencialidad plena": toda la creación –salvación que se está desarrollando y actuando está en su mano, depende totalmente de Él. Pero no está lejana, como estaba apartado y distante Dios de la historia de su pueblo en el AT. Coincidiendo –yo soy el primero y el último– en cierto sentido con los dos puntos extremos, "coincide" también con todo el desarrollo: está presente y se compromete.

el que fue cadáver y volvió a la vida. Está en paralelo sinonímico con la anterior. Aquí se puntualiza por una parte el compromiso total de Cristo en la realidad de la historia humana, hasta participar de la muerte en toda su crudeza (cadáver); por otra su capacidad de llevar activamente hacia delante, por el hecho de su resurrección, la historia humana en la cual se ha comprometido.

Juicio de Cristo

La tribulación: aparece aquí como la dificultad causada por la presión del ambiente en el que se encuentra inserta la iglesia de Esmirna. Esta presión, que lejos de desaparecer, se intuye que tiende a producir su máximo efecto sobre los miembros de la comunidad, hasta el punto de que se manifestará con el radicalismo extremo de la muerte. Cuando llegue este momento se la llamará gran tribulación en Ap 7,14.

y la pobreza. El Jesús que nos presenta Juan sabe de la tribulación de esta iglesia y de su pobreza. Con toda probabilidad se trata aquí de una situación externa e históricamente evidente de limitación y falta de medios materiales mínimamente necesarios para llevar una vida aceptable. No obstante esta situación materialmente precaria –cosa que resalta aún más por el contraste con la situación de riqueza y bienestar materiales verificados en la iglesia de Laodicea (cf. 3,17-18)–, en concomitancia con la pobreza del ambiente social existe en la comunidad cristiana una actitud de apertura, disponibilidad y generosidad. La iglesia de Esmirna ha depositado toda su confianza en Cristo, que la ayuda a caminar sobrellevando las penurias de la vida. Puede ser que haya una relación entre la "tribulación" y la "indigencia", que hace que la iglesia tenga por ello más dificultad en defenderse de los perseguidores. Esta carta es justo la inversa de la de Laodicea.

...aunque: con esta conjunción adversativa se establece un contraste inversamente proporcional entre: una situación negativa de pobreza material, a la que corresponde una alabanza por la riqueza interior de sus miembros (iglesia de Esmirna), y una situación positiva de riqueza material, a la que corresponde un reproche por la miseria que la autosuficiencia y el orgullo provocan (iglesia de Laodicea). En esta última comunidad el reproche de Jesús suena así: Porque tú dices: "pues soy rico y me he enriquecido y no tengo necesidad de nada", y no te das cuenta de que eres un insuficiente (desgraciado), digno de compasión, pobre, ciego y desnudo (3,17). La contraposición establecida con la iglesia de Laodicea (cf. 3,18) ayuda a precisar mejor el tipo de "riqueza" que poseen los cristianos de Esmirna: justamente el espacio vacío, al que su pobreza los condenó, han sabido llenarlo con la presencia de Cristo, con la capacidad múltiple de enriquecimiento que sólo él posee y que se traduce en disponibilidad (cf. Mt 5,3).

...y las blasfemias (¿calumnias?): además, Jesús, en la presentación que de él hace Juan, es consciente de las blasfemias por parte aparentemente de un grupo (de los que se llaman judíos sin serlo) de la colectividad judía, que residía en Esmirna. Soportar la humillación que supone la blasfemia es una de las tribulaciones reservada a la comunidad cristiana de esa ciudad.

Sinagoga de Satanás. Toda "asamblea de Dios", que calumnia a los hermanos, se convierte en "sinagoga de Satanás", el cual divide para reinar. Por violento que suene el término, Jesús ha lanzado el mismo nombre a la cabeza de su primer apóstol (Mt 16,23), pero, para abrirle los ojos. El mismo término, por problemas similares, aparecerá en la carta a Filadelfia (otra iglesia que recibe sólo elogios).

Exhortación particular

No temas. El temor ante las dificultades es espontáneo, pero Cristo con plena adhesión a la situación de pobreza que podría degenerar en depresión de la iglesia, la alienta con un tono particularmente eficaz: el simple y usual no temas (cf. 1,17) se lo refuerza con el no temas por nada.El objeto del temor espontáneo que hay que superar es el sufrimiento futuro, indicado antes en términos generales: podremos entender el por lo que vas a sufrir en un sentido ilimitado: todo lo que sufrirás, en un futuro próximo o remoto que sea indica, en el Apocalipsis, sólo el futuro, sin que se pueda limitar al futuro inmediato. El aliento de Cristo que, como imperativo tiende a producir lo que significa, quiere antes que nada reforzar una iglesia tímida ante todas las dificultades posibles.

...el diablo: nombre griego de Satán. La forma griega quiere decir: "El que dispersa" y toma el sentido de calumniador, seductor.

te daré (como don): no se trata de un mérito, de un derecho –es directamente proporcional al empeño puesto en la fidelidad. A un empeño, es decir, que requiere un máximo de intensidad y de duración "hasta la muerte"– corresponde a una vitalidad que, participando de la de Cristo resucitado transformado así en "el viviente", tendrá un máximo como intensidad y duración.

Promesa al vencedor

la muerte segunda, noción exclusiva del autor del Apocalipsis en el NT. Se trata de la muerte escatológica, que significa la exclusión de la vida que caracteriza la Jerusalén nueva. Para el fiel cristiano tal muerte simplemente no existe, ella es propia de Satanás (dragón), de la muerte misma y de aquellos que adhieren al Dragón y a la Bestia. El premio que Cristo, el viviente, tiene reservado a la iglesia de Esmirna es la superación de la muerte misma, o sea, la vida plena.

c) Texto de la carta a Filadelfia (3,7-13)

1. Destinatario

7a     y al ángel

de la iglesia (que está) en Filadelfia

escribe:

2. Autopresentación de Cristo

7b    Esto dice

el santo,

el veraz,

el que tiene la llave de David

el que abre y nadie cierra

y cierra y nadie abre.

3. Juicio a la iglesia de Filadelfia

8      Conozco tus obras:

– mira

he dado ante ti una puerta abierta

y nadie puede cerrarla –

porque,

tienes poco poder,

y mantuviste mi palabra

y no has negado mi nombre.

9       Mira

te doy como don algunos que están en la sinagoga de Satanás,

que dicen ser precisamente ellos judíos

y no lo son, sino que mienten;

mira

yo haré que ellos

vengan y adoren ante tus pies,

y sepan que yo te he amado.

10    Porque mantuviste la palabra de mi perseverancia,

también yo te mantendré (inmune)

de la hora de la prueba

que va a venir sobre toda la tierra

para poner a prueba a los habitantes sobre la tierra.

4. Exhortación particular

11       vendré pronto:

mantén con fuerza lo que tienes,

de modo que nadie reciba tu corona.

 

5. Promesa al vencedor

12 quien vence

le pondré de columna en el templo de mi Dios,

y no saldrá fuera ya más;

y escribiré sobre él

el nombre de mi Dios,

y el nombre de la ciudad de mi Dios,

la nueva Jerusalén

que baja del cielo

(proveniente) de mi Dios,

y mi nombre nuevo.

 

6. Exhortación general

13       el que tenga oídos,

oiga

lo que el Espíritu dice a las iglesias.

 

d) Comentario a la carta a Filadelfia

Destinatario

Junto con la Iglesia de Esmirna, la modesta Iglesia de Filadelfia recoge sólo elogios. Fuera del inicial "conozco tus obras", es notorio que Cristo no parte de lo que esta Iglesia ha hecho por él, sino de lo que él ha hecho por ella. También sale fuera del esquema el hecho que los títulos que atribuye a Cristo no están tomados de los elencados en la visión inaugural, fuera de "el verdadero".

Autopresentación de Cristo

El que tiene la llave de David. Se trata de enmarcar a Cristo en la línea de David, del cual aparece su continuador: Cristo se presenta a la iglesia como el Mesías-rey en el sentido pleno. Como tal posee y ejerce los plenos poderes. Posee una potencia de alcance universal –"abrir-cerrar"– al que nadie se puede válidamente contraponer. Esto en el campo de su acción mesiánica, entendida en el Apocalipsis, como el ejercicio de la potestad real que llevará al triunfo histórico definitivo del bien sobre el mal.

Juicio a la iglesia de Filadelfia

La situación de la iglesia expresa vivamente toda la paradoja de la vida cristiana: fuerza en la debilidad, riqueza en la pobreza. Los tres términos constitutivos de las "obras" de la iglesia –pobreza, palabra mantenida, nombre no renegado– son interdependientes; del primero sigue el segundo, del segundo el tercero y los tres forman un contexto unitario. Al contrario de la iglesia de Laodicea que se cree que ya llegó y está cerrada en su autosuficiencia, pero de hecho es carente, digna de compasión, pobre... (3,17), Filadelfia se sabe que es débil.

poco poder. Está referido a la situación social irrelevante que tenía el grupo de cristianos en Filadelfia respecto a todos los otros, especialmente respecto a los judíos. Pero es una situación que no es vista como negativa, puesta como está en paralelo con los otros dos elementos positivos que siguen: la ausencia de toda forma de triunfalismo, el conocimiento objetivo y aceptado de su debilidad en el plano de la eficiencia humana constituye, para la iglesia, su "pobreza" y se convierte en un espacio de disponibilidad que es rápidamente ocupado por los dones de Cristo.

y mantuviste mi palabra. La palabra "mantenida", no dejada perderse ni enfriarse, es la palabra de Dios, expresada por el testimonio de Cristo. La "pobreza" de la iglesia permitió a la palabra de Dios testimoniada por Cristo mantener toda su fuerza de persuasión y su eficacia.

no has negado. Como consecuencia de la palabra de Cristo mantenida en toda su fuerza originaria se deriva, en la iglesia de Filadelfia, la energía para superar las dificultades provenientes de fuera, "persecuciones" de hecho, que habrían podido llevarla a abandonar su nivel cristiano, renegando con las palabras y con los hechos la persona (el nombre) de Cristo.

Exhortación particular

Es la exhortación particular más breve que encontramos en el "septenario" de las cartas. La iglesia de Filadelfia no tiene más que perseverar en la situación en la que se encuentra: lo que ella tiene –la "pobreza", la palabra de Dios y de Cristo, el nivel espiritual que deriva de la superación acontecida de la prueba decisiva– debe ser mantenido con toda energía (tiene con fuerza); la corona (el reconocimiento de la victoria lograda y el premio que se desprende) está pronta, ya pertenece a la iglesia (tu corona). Se trata de perseverar con fuerza manteniendo el nivel; cualquier deflación pondría en peligro la positividad de la situación en que se encuentra la iglesia.

Promesa al vencedor

le pondré de... Cristo promete constituir al que en el presente está venciendo una columna del templo de mi Dios. El templo de Dios –hay que notar la insistencia sobre la relación interpersonal entre Jesús y Dios: Dios mío, aparece cuatro veces– del que habla Jesús, es, según el simbolismo tomado del AT la zona propia de Dios accesible al hombre. El vencedor está destinado a pertenecer a Dios, a la "esfera", a la zona de Dios, a transformarse en una columna –una parte insustituible– de la casa de Dios. Lo que se verificará antes de la fase escatológica en sentido estricto: en la Jerusalén nueva en efecto no existirá más un templo (cf. Ap 21,22).

el nombre nuevo. Las tres pertenencias (el nombre de mi Dios, de la ciudad de mi Dios y mi nombre nuevo) constituyen un contexto único, que presenta también un arco de desarrollo dinámico: el "nombre nuevo" de Cristo resucitado está ya escrito sobre el cristiano, aunque tendrá su plena realización, la plena legibilidad en la fase escatológica. Dado que Cristo resucitado expresa y actúa la realidad del Padre, la pertenencia a Cristo comportará una doble perspectiva, actual y escatológica, incluso por lo que se refiere a la pertenencia al Padre.

Conclusión del septenario de las cartas del Apocalipsis

¿Posee el esquema literario de seis puntos de cada una de las cartas una dinámica vital propia? Recogiendo en síntesis los diversos elementos que hemos examinado, podemos formular al menos como hipótesis probable una respuesta afirmativa. Parece que durante el desarrollo del esquema sucede algo.

En efecto, es difícil pensar en la perspectiva de victoria en la que Cristo asocia a la iglesia y también a su escucha del Espíritu, sin que la iglesia haya ya sufrido transformaciones o haya realizado aquella consolidación que Cristo busca, con sus imperativos, producir en ella. Esto aparece particularmente claro cuando la situación constatada y expresada en el juicio es incluso peor de la de Éfeso (cf. por ejemplo el juicio a la iglesia de Sardes: tiene el nombre de viviente y estás muerta, 3,1b; y a la iglesia de Laodicea: así, porque eres tibio, es decir ni caliente ni frío, te estoy por vomitar de mi boca, 3,16).

Además, ¿qué se gana con haber descubierto la armonía que existe en estas siete cartas del Apocalipsis? En primer lugar, la constatación de que el autor del Apocalipsis era un gran artista, que apreciaba las hermosas construcciones. Y además, la de que la Biblia no desdeña la búsqueda de la hermosura. ¿Les parece esto poco interesante?

En segundo lugar, hemos adquirido un instrumento de análisis. En efecto, este esquema resulta útil para analizar mejor el texto en su conjunto y en sus detalles. Nos revela que las siete cartas no constituyen un conjunto debido al azar, sino más bien una construcción intencional, cuya finalidad es presentar un panorama de las diversas situaciones en que se encuentran las comunidades cristianas.

El orden de las cartas demuestra un excelente sentido pastoral. La carta a Efeso (1) es perfectamente adecuada para un comienzo, ya que empieza con elogios, pero presenta a continuación algunas criticas y pide por consiguiente un esfuerzo. Si se hubieran puesto al principio, las cartas a Sardes (5) o a Laodicea (7) habrían chocado, ya que empiezan por reproches; las cartas a Esmirna (2) y a Filadelfia (6) no habrían suscitado gran atención, ya que no contienen ninguna crítica: en seguida se habrían tranquilizado los lectores. Pero, en el lugar en que están, las cartas (2) y (6) son muy útiles, ya que demuestran que es posible la perfección. Si Juan no hubiera descrito más que unas comunidades imperfectas, el cuadro habría resultado menos estimulante, ya que habría podido pensarse que la fidelidad total es un ideal inaccesible.

Este mismo sentido pastoral es el que dicta la elección de la carta final. Puestas al final, las cartas (2) o (6) habrían dejado una impresión bastante tranquilizante: no hay nada que corregir. Juan ha puesto al final la carta a Laodicea que contiene la descripción más severa de todas (3,15-17) y la amenaza más dura (3,16), pero se ha guardado mucho de acabar con un cuadro enteramente negativo. Al contrario, para terminar nos abre las perspectivas más maravillosas de intimidad con el Señor (3,20).