Analicemos algunos hechos

La Iglesia nos invita una vez más a reflexionar sobre la situación actual de la familia, pues es obvio que el cambio histórico cultural que por un lado la ha favorecido, por otro la ha despojado prácticamente de su imagen inicial.

En efecto, hoy en día existe una conciencia más viva de la libertad personal, un mayo respeto por la mujer, un reconocimiento de la dignidad de los hijos. A medida que avanza la civilización, los miembros de una familia se encuentran más protegidos legalmente. En algunos países la atención a la madre embarazada, por ejemplo, es gratuita. En fin, se podrían nombrar muchas iniciativas en las que la familia se encuentra favorecida, pero por otra parte se han producido cambios alarmantes y degradantes de algunos de sus valores fundamentales.

Cada vez son más numerosas las uniones 'libres'. Los jóvenes ya no quieren contraer matrimonio ni siquiera ante el Registro Civil; les basta una convivencia efímera, sin responsabilidad ni 'ataduras'. También proliferan los divorcios y la práctica de los abortos se ha convertido en una verdadera masacre (Obispos Latino Americanos)

Estos signos negativos, si bien se acentúan, ya existían. Ahora se suman otros.

El permisivismo, la comodidad, el amor a un 'status' determinado, e incluso el 'cansancio de los buenos' que ya no pueden luchar contra la presión de la sociedad, han abierto las puertas de la familia a cambios gravísimos en las costumbres.

Una libertad sin límites, convivir con el novio, tomar 'la píldora', son realidades divulgadas y aplaudidas por todos los medios de comunicación y nos preguntamos si no son apoyadas frecuentemente por los padres que las permiten. ¿No se dan cuenta de los peligros en que incurren sus hijos?¿ Quiénes son los verdaderos culpables?

Surge un clamor peligroso en el mundo, que promueve el matrimonio entre las personas del mismo sexo, e incluso, que compelen la familia por medio de la adopción. Nadie puede negarle a los homosexuales el derecho a recibir ayuda y comprensión, ni la inmensa compasión que nos inspiran, pero el hecho en sí es una dolorosa desviación de la naturaleza que no se puede aceptar como normal.

Por eso cuando un hijo o una hija entabla una relación homosexual, ¿qué hacer? ¿A quién acudir? ¿Con qué argumentos disuadir?

Si mi hija casada no queda embarazada se enfrenta con un abanico de

posibilidades: in-vitro, inseminación artificial, etc., etc.

Sí, el mundo ha cambiado, es indudable, pero ¿cómo defender la transparencia de la vida familiar?