Cómo ser un buen hermano mayor

 

Ignacio Iturbe

 

Con el paso del tiempo, y con la llegada de nuevos hermanos, el primer hijo se convierte en el hermano mayor No es un papel fácil: por un lado, gozará de muchas más libertades, será quien después de los padres más mande en casa...; pero, por otro, su nueva posición también conllevará una serie de retos: ir abriendo brecha, servir de punto de referencia de sus hermanos y convertirse en apoyo insustituible de los padres.

 

Ser el primogénito lleva consigo una serie de obligaciones y responsabilidades que le pueden ayudar bastante en su proceso de madurez.

 

Debido a esta peculiar situación y a su edad, el hermano mayor puede correr el riesgo de convertirse, de vez en cuando, en sustituto de los padres por algunas horas, cuidando y mandando a sus hermanos.

 

Los progenitores deberán poner especial cuidado en mantener el equilibrio: ni dejar de pedirle una ayuda, ni hacer de él una niñera.

 

TODO UN MODELO

El hermano o la hermana mayor siempre ha sido y será el ídolo de sus hermanos más jóvenes, el modelo que querrán imitar, la fuente de experiencia... Consciente o inconscientemente, todos sus hermanos más pequeños le tendrán como punto de referencia.

 

Y en eso reside su importancia en la familia. Por eso mismo, el hermano mayor se convierte también en una punta de flecha que va abriendo camino: una vez que consiga que le aumenten la paga, por ejemplo, el resto de los hermanos lo tendrá bastante más fácil.

 

Por el mismo motivo, el hermano mayor tiene que entender que ocupa una posición especial, hacia la que se dirigen los ojos de sus hermanos.

 

Por eso, deberá cumplir las normas y costumbres familiares en casa (especialmente delante de sus hermanos), aunque muchas veces no entienda algo o, simplemente, no las comparta. En definitiva, tiene que saber que su ejemplo cuenta mucho.

 

Como padres, hemos de ser conscientes de ello y apoyarnos en él cuando sea necesario. Tanto cuando su ayuda nos venga muy bien para salir de un aprieto (esas cenas con matrimonios amigos, esos viajes), como para solucionar algún problema familiar (el de quince años olía demasiado a cerveza el otro día). Con cuidado de no quemar ese ascendiente usándolo demasiado, o poniendo al mayor como ejemplo de todo... Viene muy bien en una familia mantener esa magia que siempre aletea alrededor del mayor.

 

NI ESCLAVOS NI TIRANOS

Una charla con el hijo mayor, de vez en cuando, resulta ineludible para hacerle ver su papel en la familia, de modo que se sienta reclamado para colaborar con su buen ejemplo en la educación de sus hermanos. Esto le hará madurar y participar más de los temas familiares.

 

Existe el peligro de recurrir en exceso a su ayuda y puede suceder que los hermanos mayores, con toda su buena voluntad, acaben siendo esclavos de esos pequeños tiranos con los que convive, pendientes todo el día de ellos.

 

Pero también existe el riesgo de que el mayor abuse del poder que se le otorga. Para evitar tanto esta situación como la anterior, lo más indicado es que los padres declaren normal y públicamente el poder que delegan, sobre quién, en qué ámbito y durante cuánto tiempo.

 

Los mayores deben tener un margen de autoridad sobre los que van tras ellos, pero teniendo presente que la autoridad es de los padres y no admite contrincantes. En cualquier caso, sólo se puede delegar.

 

Son los padres quienes deben marcar los derechos y obligaciones de todos, para potenciar la entrega y servicio entre los miembros de la familia, al tiempo que estimulan a cada uno a desarrollarse según su propia edad.

 

A SU ALTURA

La influencia de los hermanos mayores ofrece otras muchas posibilidades: cuentan con toda una experiencia que pueden trasmitir; saben cómo decir las cosas para que les entiendan -su infancia no está tan lejana, a fin de cuentas-; están dispuestos a escuchar confidencias de los pequeños que quizá resultaran ininteligibles para los padres...

 

A su lado, los menores se sentirán también seguros y el trato siempre será más igualitario que con sus padres. En muchas ocasiones, preferirán que los consejos vengan de boca de sus hermanos mayores, que gozan por derecho propio de mayor credibilidad.

 

Los pequeños, habitualmente, tienen otro tipo de confianza con su hermano mayor, sin miedo a regañinas o a disgustos. Y en todo caso, les importa menos discutir con él que con los padres. Por eso, su influencia llega más directamente y, a veces, resulta más eficaz.

 

UN APOYO MORAL

Los hijos mayores suponen una gran ayuda para llevar adelante la familia, sobre todo cuando cuenta con varios miembros. No es ésta su tarea más importante, ni el gran valor que pueden aportar los mayores se reduce a sacarnos de apuros. A veces, que se encarguen de la cena un sábado por la noche, que recoja a sus hermanos del colegio, que

explique una asignatura... puede parecernos más eficaz.

 

Sin embargo, descargarnos de tareas materiales en los mayores tiene mucha menos importancia que el apoyo moral que representa en una familia... Tendrá que ayudar, sin duda, pero procurando no quemarle en estos temas para que dé todo su valor cuando sea necesario.

 

Él es el punto de referencia de sus hermanos, su confidente... si le convertimos en niñera perderá tanto su ascendencia sobre sus hermanos como las ganas para ayudarles.

 

DERECHO A PAPÁ

Cada hijo, sea el primero o el último, tiene derecho a la misma atención y educación por parte de sus padres. Es importante que todos tengan claro que este papel es irrenunciable y sólo pueden ejercerlo ellos. Es un deber contraído con todos y cada uno

de sus hijos. Y el papel del mayor es el de hermano, no el de padre. .

 

EN RESUMEN...

El hermano mayor debe saber que...

 

§         Está en el punto de mira de sus hermanos. Si vive personalmente las normas y costumbres familiares, sus hermanos harán lo mismo. Si no lo hace, es probable que tampoco lo hagan ellos.

 

§         A los hermanos pequeños les encanta oír consejos y sugerencias... y en tono de colega. Todo es ponerse a su altura y harán de mil amores lo que sea.

 

§         Sus hermanos mayores, especialmente cuando representan a los padres, se merecen todo respeto.

 

§         No son sus padres y, por tanto, han de agradecerles aún más el cuidado que les dedican y no abusar.

 

Es importante que los padres se esfuercen por...

 

§         No sobrecargarlos de trabajo, ya que nunca pueden (ni deben) sustituir a los padres. Si no queda más remedio que ayuden, pero al menos se puede empujar a los pequeños para que sean agradecidos... y no unos tiranos.

 

§         Valorar el tiempo del mayor cuando lo dedica a su hermano, aunque tenga la obligación de ayudarle a estudiar, por ejemplo, o de acompañarle al peluquero.

 

§         No olvidar que cada hijo tiene derecho a la atención, tiempo, mimos y broncas de sus padres. El primogénito es un aliado, no un sustituto en su educación.

 

§         Cuando se dé alguna circunstancia poco normal (un viaje, etc.) podemos definir y transmitir claramente el margen de autoridad que delegamos en el mayor y las medidas que puede adoptar. Toda responsabilidad conlleva una autoridad que debe quedar clara a todos. Aunque, generalmente, no es el mayor quien marca las horas de llegada, por ejemplo, sí podría, sin embargo, castigarles sin salir si no cumplen el horario mientras los padres están de viaje.