10 LECCIONES QUE APRENDEMOS DE NUESTROS HIJOS
Por
Cecilia Fontaine T.
Tomado
de www.encuentra.com
Los
hijos nos abren un nuevo mundo y nos damos cuenta que no sólo enseñamos, sino
que tenemos mucho que aprender de ellos también.
Antes
de que los hijos nazcan, los padres se ven a sí mismos como unos profesores de
por vida. Le enseñarán al hijo a andar en bicicleta, a leer lo que leían de
chicos, a ser generosos y honestos. ..
Lo que no se imaginan es lo mucho que los niños enseñarán a sus padres, al
enfrentarlos a cientos de situaciones nuevas con las que aprenderán sobre su
ser más profundo, su relación con los demás y el mundo en general.
Si bien la primera lección que los niños dan es demostrar la fuerza del
instinto paternal, también enseñan otras leyes de la vida:
1. El amor es infinito.
"Cuando tuve mi primera hija estaba tan feliz, que sentía que no podía
quererla más. Pero, con cada nueva cosa que iba haciendo y que la hacía ser más
persona, la quería más. Cuando iba a tener a mi segundo hijo, aunque estaba
feliz, tenía un poco de susto porque pensaba que no lo iba a querer tanto como
al primero. iQué equivocada estaba! Ahora tengo cuatro y todos son mi adoración
", cuenta Patricia Espinoza, 34 años.
Pareciera ser que, de alguna manera, cada nuevo hijo crea su propio espacio en
nuestro corazón y nos damos cuenta de que tenemos cada vez más amor que darles
porque es infinito.
2. No controlamos todo.
"Lo único que yo quería era tener mi hija con parto natural. Pero la niña
venía enredada en el cordón y tuve una cesárea de emergencia. Desde ese día
supe que con un hijo, muchas cosas ya no dependían de mí", dice Claudia
Cerda, 32 años.
"Teníamos ese viaje pensado hace tiempo. Era la primera vez que dejábamos
a la niña, pero ya tenía siete meses. Creíamos que, después de tantas noches
sin dormir; las papas y todo, merecíamos un descanso. La mañana del día en
que nos íbamos, amaneció con 39 o de fiebre. Adiós viaje. Con los niños es
demasiado real el dicho "uno propone y Dios dispone", cuenta Carolina
Murillo, 4 hijos.
Los niños, desde un comienzo, nos enseñan a esperar la inesperado, sobre todo
cuando se trata de planear nuestra vida. El secreto es ser flexibles con
nuestros planes. Mientras antes aprendamos a ser flexibles ya tener en cuenta
todas las circunstancias que pueden cambiar, nos sabremos tomar la vida mejor.
El humor es un buen remedio. Saber reírse y decir "para otra vez será",
ayuda a evitar las frustraciones.
3. Todos tenemos nuestro lado oculto.
"Mi hija tenía cólicos y no paraba de llorar: Era desesperante. Nunca
pensé que iba a sentir una rabia tan grande. Pero también aprendí que uno
puede sentir algo negativo y, apenas descansa, uno se olvida. Para ser mamá se
necesita mucho autocontrol", confiesa María Paz Arellano, 33 años.
"Jamás me imaginé que tuviera poca paciencia. Pero después de una tarde
entera oyendo a mis hijos pelear; no aguanto más y me dan ganas de irme y no
volver: Pero a los tres minutos, ya me he recuperado porque, a pesar de todo,
son ¡adorables!", cuenta Carolina.
Los niños nos exponen a situaciones nuevas que nos hacen reaccionar de una
manera que uno jamás pensó: rabia, impaciencia, frustración. Afortunadamente,
aprendemos también que uno puede experimentar un sentimiento, sin actuar de
acuerdo a él. El autocontrol es una importante lección que se tiene que
desarrollar rápidamente desde que el hijo nace.
4. Nuestros propios intereses pasan a segundo plano.
"Desde que tengo niños, ya no me acuerdo ni de lo que era ir al baño, sin
tener a alguien necesitándome al otro lado de la puerta. Y la cosa es peor
cuando uno se siente mal...", asegura María Paz Arellano, 4 niños ( el
mayor tiene 5)
"Antes de tener nuestra primera hija, éramos súper desordenados. Almorzábamos
cualquier cosa y nos acostábamos súper tarde los fines de semana. Con la
guagua no nos quedó otra que ordenarnos ", agrega Isabel Bravo, 29 años.
Con los niños, los padres aprenden a postergarse. ElloS exigen todo nuestro
tiempo y dedicación. Se asumen responsabilidades y exigencias. Nuestra
prioridad cambia: ahora son ellos lo más importante en la vida.
5. Los niños no son clones, son individuos distintos a nosotros.
"Hay veces que la miro y pienso: esa niñita no es hija mía. Es que es súper
loca e hiperkinética... ¡Tan distinta a mí! Yo soy tranquilo, me gusta todo
con calma... La verdad es que no sé cómo tratarla ", cuenta Francisco
Olea, 2 hijos.
"Cuando chica vivía inventando cuentos y haciendo distintos personajes,
pero mis hijas son todo lo contrario. Prefieren los puzzles y la memoria. Aunque
sé que salieron concretas como el papá, me cuesta aceptarlo", dice
Claudia C.
Hay que aprender a respetar las diferencias, personalidad y carácter de cada
hijo. No podemos tratar de que nuestros hijos sean iguales a nosotros.
Conocerlos tal cual son y quererlos por eso, ayudándolos a mejorar sus puntos débiles
ya resaltar sus virtudes, es el deber de los padres.
6. Nadie espera que seamos perfectos.
"A veces, después de un día difícil y cansador; me doy cuenta de que
estoy retando a mi hijo porque está haciendo lo que cualquier niño de 2 años
hace: lloriquear porque quiere algo que no puede tener o mañosear cuando se
acerca la hora de comer; Pero incluso en esos momentos en que pierdo la
paciencia y me enojo de más, él me da un gran beso y un abrazo. Eso me hace
sentir menos culpable y entender que él no me está pidiendo que sea perfecta,
sino que lo quiera porque él me quiere igual", cuenta Isabel E.
El amor incondicional de los niños es una recompensa que nos conforta día a día.
Si nos equivocamos y se nos pasó la mano con el enojo, ellos nos hacen sentir
que no fue tan grave. Tenemos que tener presente que no somos perfectos y que
nadie nos está exigiendo que lo seamos. Mañana trataremos de controlarnos más
y seremos mejores. Ojalá pudiéramos ser así con ellos a la hora de sus
errores.
7. No hay que juzgar a los demás.
"Cuando esperaba a mi primer hijo, me hice un montón de ideas de lo que
iba a hacer y de lo que no iba a hacer con él, según lo que veía en los demás.
No lo iba a consentir tanto como Fulanita, no le iba a dejar ver tanta TV como
Zutanita, ni le iba a comprar barbies tan chica, como Menganita... De más está
decir; que muy luego me di cuenta que hacía lo mismo y mucho más. Es que
"otra cosa es con guitarra", como dicen por ahí", asegura
Claudia.
Los niños enseñan a no juzgar a los demás según cómo son como papás.
Especialmente nos hacen entender muchas actitudes de nuestros propios padres,
que antes criticábamos. Dejamos así de exigirle a los demás cosas que
nosotros no podemos cumplir con nuestros hijos. Esta es una importante lección
que se puede aplicar en todos los ámbitos de la vida.
8. Vivir el momento.
"Cada vez que salgo con los niños, no puedo creer lo poco que me cundió.
Si tenía que hacer cinco cosas, apenas alcancé a terminar dos. Para qué decir
cuando uno trata de hacer alguna tarea en la casa, como ordenar un closet. Puede
que esté toda la tarde y sólo alcance a ordenar tres repisas ", comenta
Patricia.
"Cuando salgo con los niños, miro las calles de otra manera. Es que a su
ritmo, se ven flores, pájaros, grúas y todo tipo de cosas que, si voy sola y
apurada ni me doy cuenta que existen ", opina Claudia.
Los niños, especialmente de chicos, son los reyes en mostrarnos el valor de
tomarse las cosas con calma. Si vamos a pasar la tarde con ellos, hay que
guardar el estrés y la ansiedad, y saber que, para que todos lo pasemos bien,
no queda otra que ir al ritmo de ellos.
9. No se termina de aprender.
"Una de las grandes sorpresas que he tenido siendo mamá es la cantidad de
cambios que un niño puede sufrir en tan poco tiempo. De ser una niñita
adorable, pasó a tener unas pataletas feroces cuando cumplió dos años. Después
sacó una personalidad loca y ahora está tímida. Creo que cada nueva etapa es
como empezar todo de nuevo ", asegura María Paz.
Patricia agrega: "¡Y eso ocurre con cada hijo porque cada uno es
distinto!".
Con los niños nunca se deja de aprender. Cada etapa es distinta y cada hijo es
diferente, por lo que tenemos que ser de una manera o de otra con cada uno. Esto
nos plantea un desafío enorme como padres, pero también nos da una inmensa
recompensa: el cariño de los hijos.
10. Los niños nos despiertan virtudes olvidadas.
En lo que todos los padres consultados están de acuerdo es en la cantidad de
virtudes que nos muestran los niños y que nos hacen cuestionamos sobre nosotros
mismos.
"Lo poco rencorosos, lo espontáneos, la alegría, la espiritualidad, la
sencillez, la sensibilidad con los más débiles o los pobres, es maravilloso.
En cierto sentido, te despiertan al mundo", coinciden.
Los hijos nos hacen conocemos mejor, sacar facetas de nuestra personalidad que
nunca creímos tener y nos motivan a ser mejores personas.