FE
TEXTOS
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1. FE/CREENCIA EDUCACION CRISTIANA
LAS CREENCIAS
Lo mejor de la experiencia de un pueblo está condensado en sus creencias. Estas son resultado social, objetivo, de una fe compartida y recurrente. Los creyentes, por la comunicación, objetivan sus experiencias personales y las van formulando en el lenguaje, rodeándolas de una cierta solemnidad que las eleva a la categoría de dogmas, tratando así de sustraerlas a la libre discusión. Una creencia expresa lo que todos creen. Con el tiempo puede llegar a significar lo que se presume que todos creen, pues expresan lo que todos deben creer.
La ambigüedad del resultado de este proceso, inherente a todo fenómeno social, se pone de manifiesto en las generaciones posteriores. Los hijos reciben el repertorio de creencias de sus mayores, más que como una posibilidad para su propia fe, como una obligación: lo que hay que creer. Es un poco, o un mucho, lo que viene ocurriendo con un sistema educativo interesado más en reproducir que en ayudar a ser hombres, más en los programas que en los alumnos, más en el acerbo de conocimientos que en el desarrollo de las capacidades humanas. De ahí que abunden los graduados y escaseen los científicos. Y de ahí también que en religión se mantengan las creencias, aunque no se susciten creyentes, pues mientras aquéllas pueden transmitirse por herencia, dentro del lote cultural, la fe sólo puede alumbrarse por contagio y testimonio. La fe, en efecto, antes de ser aceptación de los comunicados, es aceptación del comunicante. En el caso de la religión cristiana, la fe es aceptación de la persona de Cristo antes de ser aceptación de las creencias enfatizadas sobre Cristo.
El peligro radica en que las creencias, al ser hechos sociales, o sea, los quicios sobre los que descansa el sistema social del grupo, pueden fácilmente provocar el consensus, sin que ello implique la actitud personal y de compromiso. Dicho en otros términos, puede resultar que todos se lo crean todo, pero que muchos no crean nada, es decir, no se lo tomen en serio, pues nada cree el que confunde la fe con una manera de saber, y no con una manera de vivir.
EUCARISTÍA 1978, 16