Jose Vaquero
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Esopo habla al siglo XXI: El semidiós

En la fiesta de los Reyes Magos, pidamos un corazón grande, grande para amar a todos, sobre todo a los más pequeños y los más necesitados

La ‘fábula fabulosa’ que Esopo nos regala para el día de Reyes muestra lo inútil que resulta querer comprar ‘todo’ con dinero y lo maravilloso del dar y recibir, sobre todo en el marco de la familia: “cuando damos una sonrisa recibimos a cambio las sonrisas y las caricias de todos los que nos miran”.

 

El autor recurre a Esopo para hacer por todos nosotros una petición a los Reyes Magos: “pidamos un corazón grande, grande para amar a todos, sobre todo a los más pequeños y los más necesitados”.

 

 

El semidiós

 

“Un hombre tenía en su casa un semidiós, al que ofrecía ricos sacrificios.

 

Como no cesaba de gastar en estos sacrificios sumas considerables, el semidiós se le apareció por la noche y le dijo:

 

-Amigo mío, deja ya de dilapidar tu riqueza, porque si te gastas todo y luego te ves pobre, me echarás a mí la culpa”.

 

 

 

Mi apreciado Esopo: Esta noche los niños se han olvidado de tus fábulas. Están ansiosos y anhelantes por otro hecho fabuloso: la llegada de tres Magos de Oriente, de las tierras griegas y persas. Alguno de ellos tal vez emparentado con Alejandro Magno o primo de Ciro II.

 

Estos sabios, que además de Magos son Reyes, representan lo contrario de tu semidiós: no reciben mucho de los niños (un pequeño esfuerzo por portarse bien la última semana); no recriminan los regalos que les hacen, el trozo de roscón que se encuentran cuando bajan por la chimenea o llegan al salón de la casa; y, además, vienen cargados de paquetes e ilusiones.

 

La mañana del día 6 la magia llega a grandes y pequeños. Si no me crees, escóndete detrás de la cortina y míralo tú mismo. Una fiesta en la que estamos felices porque recibimos, y estamos felices porque damos. Recibimos, simplemente porque nuestra familia nos ama. Y punto. No hay más explicación. Así es la familia. Y damos, porque cuando damos una sonrisa recibimos a cambio las sonrisas y las caricias de todos los que nos miran.

 

A ver si desde el más allá localizas pronto a estas tres figuras reales, Melchor, Gaspar y Baltasar, y les recuerdas lo que más necesitamos, aunque a lo mejor no se lo hemos pedido: un corazón grande, grande para amar a todos, sobre todo a los más pequeños (“al hermanito que está en la tripita de mamá”) y a los más necesitados.