Jose Vaquero
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Esopo habla al siglo XXI: El asno juguetón

Debemos trabajar en aquello para lo que hemos sido preparados

De nuevo Esopo nos orienta con una de sus ‘fábulas fabulosas’ al concluir en El asno juguetón que “debemos trabajar en aquello para lo que hemos sido preparados”.

 

El autor de estos ‘viajes’ al pensamiento de Esopo nos invita a reflexionar sobre lo bien que nos vendría pensar qué implica para la otra persona este acto que le estoy haciendo, a favor o contra ella.

 

 

El asno juguetón

 

“Un asno se subió al techo de una casa y, brincando allá arriba, resquebrajó el techado. Corrió el dueño tras de él y lo bajó de inmediato, castigándolo severamente con un leño.

 

Dijo entonces el asno:

 

-¿Por qué me castigan, si yo vi ayer al mono hacer exactamente lo mismo y todos reían felizmente, como si les estuviera dando un gran espectáculo?”.

 

 

 

Mi recordado amigo Esopo: ¡Qué ingenuo comentario del asno, o del burro, que es lo mismo! Trataba de hacer felices a los transeúntes imitando lo que había visto hacer a otro animalito, un simpático mono, sin caer en la cuenta que se peso era mucho mayor, y por tanto el techo no aguantaría mucho.

 

Sabiamente concluyes que debemos trabajar para lo que hemos sido preparados. Ahora bien, ¿para qué está preparado el hombre?

 

Parece que algunos están preparados para ser como el burro: recibir palos por todas partes (Gobierno, o mejor desgobierno; justicia, o mejor injusticia, trabajo, en vísperas del desempleo…).

 

Recibes los palos de una burocracia que envía un acuse de recibo 5 meses después, de un Gobierno que promete ayudar a los autónomos, pero sólo si consiguen sobrevivir a dos años de profunda bancarrota en su empresa, multa con cuatro duros a un juez que pospone la prisión condicional para un violador y asesino, y en plena crisis sigue malgastando el dinero en proyectos que no solucionan nada.

 

“Recuerda que eres hombre”, le decía con frecuencia un consejero a tu gran Alejandro Magno. Eres igual de hombre que esos hombres a los que gobiernas (o apaleas). ¡Qué bien nos vendría pensar qué implica para la otra persona este acto que le estoy haciendo, a favor o contra ella!