LA EVANGELIZACIÓN HOY
EVON/URGENCIA: A partir del Vat II la iglesia católica, después
de echar una mirada valiente a sí misma y al mundo al que es
enviada, se ha situado frente a su cometido primario de llevar a los
hombres la buena nueva de la salvación del Señor. Tiene delante
de sí un mundo profundamente lacerado por múltiples factores que
parecen atentar contra las raíces mismas de la fe; a ellos se
añaden con frecuencia la desconfianza y el cansancio de los
evangelizadores; algunos no creen en la palabra, en el método, en
el valor de un servicio. Contemporáneamente le llega a la iglesia el
grito de los pobres, el ansia de los desesperados, el miedo cada
vez más angustioso de un mundo presa de la violencia, en el
umbral de la autodestrucción. Con el evangelio de la salvación en
la mano, la iglesia no puede callar. Nace, pues, la urgencia de una
revisión profunda de los modos y los tiempos, a fin de que los
hombres puedan acoger el mensaje gozoso del evangelio.
La constitución Sacrosanctum concilium destaca la exigencia de
una mesa de la palabra y de una liturgia más clara para lograr una
fe mas consciente; la Lumen gentium le recuerda a la iglesia su
misión iluminadora, poniendo de relieve la realidad profética de
Cristo, la Dei Verbum toma en sus manos la palabra eterna que
hay que vivir y transmitir; la Gaudium et spes subraya las
exigencias del mundo actual. Pablo Vl insistiendo en las directrices
conciliares y obedeciendo al deber de ser servidores capaces y
fiables de la iglesia, reúne en 1974 el sínodo para estudiar
métodos que hagan más eficaces los esfuerzos de la
evangelización. El 8 de febrero de 1974 publica la exhortación
apostólico Evangelii nuntiandi, a la que seguirán las diversas
directrices de las conferencias episcopales empeñadas en dar la
prioridad al ministerio de la evangelización. El esfuerzo realizado
por la iglesia evangelizadora en estos años se puede resumir en
algunos puntos claros.
I. EL SENTIDO BÍBLICO Y CRISTIANO DE LA
EVANGELIZACIÓN. Ante todo, se ha subrayado el origen y la
fuente de la evangelización, reencontrando en el mensaje y en el
evangelizador la presencia activa de Cristo; los estudios bíblicos
se han confrontado con los psicológicos y sociológicos, y le han
dado a la evangelización nuevas directrices para la estructuración
de instrumentos mejores de catequesis; se ha puesto de
manifiesto la necesidad de elegir entre la gran abundancia de
temas, dentro de una jerarquía de las verdades, las cuales, si bien
ligadas entre sí, son contempladas en su aspecto esencial y en el
respeto de las urgencias.
2. EVANGELIZAR ES DEBER DE TODO CRISTIANO.
CR/EVANGELIZADOR:
Todo cristiano, siempre y en todas partes, está llamado a ser
testigo de la fe y transmisor del evangelio que le ha sido confiado
para que lo viva y lo anuncie; todo cristiano es profeta con Cristo
profeta, es luz del mundo con Cristo, luz del mundo, todo cristiano
es portador de verdad y de salvación con Cristo, verdad y
salvación de todos. Toda casa puede convertirse en escuela de
evangelio; en todo lugar el cristiano debe hacer que resplandezca
su luz para que el que pasa a su lado pueda encontrar la fe. La
iglesia debe despertar constantemente esta conciencia y hacer
capaces y creíbles los testimonios.
3. EL DESTINATARIO DEL MENSAJE. EVON/DESTINATARIOS:
El evangelio puesto en manos de la iglesia tiene un destinatario
preciso. En la Gaudium et spes se habla del mundo como sujeto
de evangelización, subrayando sus problemas, las esperanzas y
las angustias que esperan la respuesta y la fuerza del evangelio.
En el mundo, el hombre, todo hombre: cualquiera que sea su
estirpe y edad, cualquiera que sea su mentalidad, cualquiera que
sea la situación en que se encuentre. Dios, que lo ha llamado a la
existencia y ha enviado a Cristo a ser su salvador, quiere la iglesia
para que lo alcance; confía a cada cristiano la palabra que salva,
el mensaje de amor dentro del cual está él mismo, el Emmanuel, el
Dios para el hombre. Habrá que esperar la hora, apresurar el paso
o encontrar un modo diverso pero no se puede restringir la
evangelización al grupo de los privilegiados, de los pequeños, ni
siquiera de los pobres; Cristo envía a todos: todo hombre tiene
derecho a escuchar la voz de Dios que llama.
4. LA FIDELIDAD. EVOR/FIDELIDAD: Un punto, a veces difícil
pero sumamente necesario es la fidelidad del servidor del
evangelio. Es fidelidad a Dios que envía; fidelidad al contenido real
del mensaje, el cual supera las palabras que lo expresan y es
captado en la escucha atenta de la palabra; es ciertamente
fidelidad al hombre al que va dirigido el mensaje: a su inteligencia,
a sus exigencias, a su libertad, es fidelidad a la finalidad del
mensaje que exige la respuesta de la fe, la coherencia de vida, la
alegría de dejarse salvar.
5. EL MÉTODO. El evangelizador debe conocer las exigencias
del hombre al que es enviado y encontrar el lenguaje adaptado en
la verdad y en la caridad. Para esto es indispensable la
contribución de las ciencias humanas; y, sobre todo, es necesario
ponerse al lado del hermano para comprender y preparar el
terreno a la palabra de Dios; antes de evangelizar es preciso
compartir, dejando que obre Dios.
Esta inmensa tarea ha de afrontarse, pues, con la mayor
seriedad y la más profunda competencia; además, puesto que la
evangelización es también obra de la gracia, debe ser real y
evidente la conexión entre culto y palabra, a fin de que el Espíritu
que inspira al que habla, abra también la mente y el corazón al que
escucha. Justamente esta necesidad de la acción del Espíritu es lo
que nos recuerda a María.
María en la iglesia y para la iglesia evangelizadora
M/EVON EVON/M: La iglesia enviada a evangelizar al mundo
tiene hoy consigo la imagen de María que, al final del concilio fue
declarada madre de la iglesia y propuesta como norma de vida; y
también la imagen de María maestra de oración, presentada por
Pablo Vl en la Marialis cultus. María es, pues imagen y prototipo de
la iglesia no sólo en la maternidad, en la virginidad, en el amor a
Cristo y al hombre, en la vida espiritual, sino que justamente a
través de su acción de maestra de vida, será a la vez modelo y tipo
de la iglesia evangelizadora.
1. LA EVANGELIZACIÓN Y MARÍA. En la Evangelii nuntiandi es
llamada María "estrella de la evangelización" (n. 82), y se atrae la
atención sobre ella justamente al final de la exhortación apostólica.
Téngase presente la fecha del documento 8 de diciembre de 1974,
fiesta de la Inmaculada Concepción, la misma de la clausura del
Vat ll; María en su plenitud de gracia es la estrella que ilumina al
evangelio, al evangelizador y a la iglesia evangelizadora; y
justamente porque es inmaculada es el modelo que el
evangelizador debe presentar al hermano a quien ofrece la
palabra de Dios. María habla con su santidad, demuestra la
verdad y la eficacia de la palabra en su vida, enseña a creer, a
acoger, a responder humildemente, generosamente, plenamente.
Además de iluminar la evangelización, María ayuda al que lleva
el mensaje y al que lo recibe, colaborando para hacer vivir el
evangelio. Para el que escucha la buena nueva. María sigue
siendo cada día "la Virgen de la epifanía para el mundo que
viene"; pero al mismo tiempo es siempre la Virgen de la
anunciación que, respondiendo con su propio fiat, acoge y da la
vida al Verbo en el alma del hombre. Para el que evangeliza, María
sigue siendo signo y prenda de fidelidad y de fecundidad en la fe,
porque su presencia en el seno de la Iglesia es de constante
intercesión, a fin de que el Espíritu del Señor continúe
acompañando la oferta y la respuesta inherentes a la
evangelización. Y la oración de María es siempre escuchada.
EVON-VERA/SIGNOS: Se pueden añadir dos observaciones.
La verdadera evangelización tiene sus características propias:
lleva el signo de la novedad real, abre el corazón al gozo, hace
crecer la esperanza, responde a las exigencias de todo hombre,
compromete a una respuesta que transforma al que la acoge.
Ningún evangelio como el anunciado por María con su vida
responde tan exactamente a estas características. Por otra parte,
hay que tener presente que María, además de ser ella misma
evangelio vivido y ofrecido silenciosamente a sus hijos, ha dejado
en el evangelio escrito sus palabras más hermosas: el anuncio
gozoso del Magnificat. Es una página admirable, vivida y repetida
con el entusiasmo del que está lleno del Espíritu Santo, dicha en el
umbral del evangelio a Dios y a los hombres, sugerida por el
grande y único evangelizador que es Jesús, hijo de María.
2, ALGUNAS DIFICULTADES. M/DEVOCION/DIFADS: Se
suelen advertir algunas perplejidades en anunciar, en evangelizar
a María, justificadas en parte por el modo como ha sido
presentada en el pasado y contra el cual han tomado posición el
Vat II y Pablo Vl en la Marialis cultus: exaltación exagerada que
rozaba la divinización; imágenes falsas o poco comprensibles,
verdades abstractas que hacían desaparecer lo concreto de su
persona; estas cosas, unidas a las criticas de quienes temían un
desplazamiento de la centralidad de Dios y de Cristo en favor de
María, han creado dificultades reales. Con la imagen bíblica y
evangélica de María, plenamente humana y llena de gracia, que
nos ha ofrecido el c. VIII de la Lumen gentium y la Marialis cultus,
es preciso volver a evangelizar a María, porque dejando de hablar
de ella se mutilaría a Cristo, cesaría la tradición evangélica y
eclesial de siglos, se cerraría el camino real elegido por Dios para
venir al mundo.
Otra causa de dificultades es la elección del sujeto al que se
habla de María. Muchas veces se habla de ella sólo a grupos
particulares de personas, preferentemente a los niños, a las almas
piadosas, a los ancianos. María es madre de todos, y su grandeza
es tal que, si fascina a los pequeños, toca el corazón de los
mayores; su amor, templado bajo la cruz de su hijo, sabe y quiere
abrirse a los más pobres de fe, al que no cree, al que sufre, al que
trabaja y lucha cada día, al que sabe lo difícil que puede ser la
vida.
Hay todavía un tercer error que a veces comete el que habla de
María: presentarla a los buenos dejándolos en la mediocridad, y a
los mediocres tranquilizándolos con la protección de María. María
es algo muy distinto. Con su realidad y con su evangelio ha de
presentarse con la exigencia de una praxis valiente que prosiga su
compromiso y heroísmo. A este mundo de incapaces y de débiles,
de temerosos y de inseguros, de dudosos y de resignados, María
tiene mucho que decirle.
T.
F. OSSANNA
NUEVO DICCIONARIO DE MARIOLOGIA
Paulinas.Madrid-1986.Págs. 750-753