Teología Pastoral
EnciCato
La teología pastoral es la ciencia del cuidado de las almas. Este artículo dará
la definición de teología pastoral, sus relaciones con otras ciencias
teológicas, su historia, fuentes, y contenido.
A. Definición
La teología pastoral es una rama de la teología práctica; es esencialmente una
ciencia práctica. Todas las ramas de la teología, ya sean teóricas o prácticas,
se proponen , de una u otra manera, hacer de los sacerdotes “los ministros de
Cristo, y dispensadores de los misterios de Dios” (I Cor., 4, 1). La teología
pastoral presupone otras diversas ramas; acepta las conclusiones de la
apologética, la dogmática, la exegética, la moral, la jurídica, la ascética, la
litúrgica, y otras conclusiones alcanzadas por los estudiosos eclesiásticos, y
aplica científicamente estas diversas conclusiones al ministerio sacerdotal.
B. Relación con otras Ciencias Teológicas
La teología dogmática establece a la Iglesia como depositaria de la verdad
revelada y sistematiza el depósito de la fe que Cristo confió a su Iglesia para
transmitirla a todas las generaciones; la teología pastoral enseña al sacerdote
su papel en esta obra de la tradición cristiana y católica de la verdad
revelada. La teología moral explica las leyes de Dios y las de la Iglesia, los
medios para la gracia y los obstáculos a ella; la teología pastoral enseña el
comportamiento práctico de estas leyes, medios y obstáculos en la vida diaria
del sacerdote, solo y en contacto con su gente. El derecho canónico recoge,
relaciona entre sí y coordina las leyes de la Iglesia; la teología pastoral
aplica esas leyes al cuidado de las almas. En resumen, la teología pastoral
comienza donde las demás ciencias teológicas terminan; toma los resultados de
todas ellas y hace estos resultados eficaces para la salvación de las almas a
través del ministerio del sacerdocio establecido por Cristo.
C. Historia
El nombre de teología pastoral es nuevo; la ciencia es tan antigua como la
propia Iglesia, como aparece en las múltiples instrucciones dadas por Jesús a
sus Apóstoles para el cuidado de las almas (Mt. 10, 6 y ss.; Mc., 6, 8 y ss.; Lc.,
9, 3 y ss.; 22, 35) y en las cartas pastorales de San Pablo y las detalladísimas
instrucciones que dan a Timoteo y a Tito respecto al sagrado ministerio. Los
escritos de los Padres, desde la época apostólica en adelante, están repletos de
instrucción pastoral. San Ignacio de Antioquia [año 110 (Harnack)] incluye en
todas sus cartas tales consejos – ver, por ejemplo, “Ad Magnesios” (edición de
Harnack, “Patres apostolici”, II, 29). Las cartas de San Cipriano (año 248) son,
muchas de ellas, escritos en todo o en parte sobre el cuidado de las almas (cf.
P.L., IV, 194 y s.)—“Qui Antistites in ecclesia eligendi?”, “Qualis esse debeat
vita sacerdotum?” etc.. Su “De lapsis” (p:L., IV, 477) es un clásico entre las
instrucciones pastorales. San Gregorio Nacianceno (año 389) explicando su huida
a Ponto, cuenta sus ideas acerca del pastor de almas en “Oratio apologetica de
fuga sua”, una obra a veces llamada “De sacerdotio” (P.G., XXXV, 408), y juzga
el cuidado pastoral como una gran ciencia y arte, “Ars quaedam artium et
scientia scientiarum mihi esse videtur hominem regere”. Otros hitos en la
historia de la teología pastoral son San Ambrosio, “De officiis ministrorum” (P.L.,
XVI, 25); San Juan Crisóstomo, “De sacerdotio” (P.G., XLVIII, 623); San Isidoro
de Sevilla, “De institutione clericorum”, “De institutionibus monachorum”, “De
regulis clericorum” (P.L., LXXXIV, 25, 45, 77); las cartas y tratados de San
Bernardo “De consideratione”, “De moribus episcoporum”, “De conversione ad
clericos” (P.L., CLXXXII, 727, 809, 833). El gran clásico entre las obras
patrísticas sobre el cuidado de las almas es “Regulae pastoralis liber” (p.L.,
LXXVII, 13), escrito por San Gregorio Magno (ca. 590) a Juan, obispo de Ravena.
Durante la Edad Media, aún no hubo una ciencia separada y sistematizada de
teología pastoral. El Escolasticismo no reconocía esta ciencia separada de otras
ramas de la teología. El dogma y la moral se enseñaban así incluyendo la
aplicación de sus conclusiones al cuidado de las almas. Aun así, incluso los
escritos de los grandes Doctores de la Iglesia eran a veces puramente
pastorales; tales fueron los “Opuscula”, 17-20, de Santo Tomás de Aquino; el “De
sex alis seraphim”, “De regimini animae” y “Confessionale” de San Buenaventura;
la “Summa theologica” (libros II, III), junto con la “Summa confessionalis” de
San Antonino, obispo de Florencia. Al mismo tiempo, autores de teología mística
(ver MÍSTICA, TEOLOGÍA) han entrado a menudo en el dominio de la teología
pastoral. Hasta el periodo de la Contrarreforma no tomó la teología pastoral su
actual forma sistemática. Durante la segunda mitad del Siglo XV, en ciertos
lugares, las tareas pastorales fueron muy descuidadas. Para el comienzo del
Siglo XVI, el cuidado de las almas era para muchos sacerdotes y no pocos obispos
un arte perdido o nunca adquirido, con el resultado de que los laicos estaban
dispuestos a deshacerse de lo que creían era un inútil yugo clerical. En tales
lugares, una reforma del clero era dolorosamente necesaria. El Concilio de
Trento se dispuso a llevar a cabo una verdadera reforma del sacerdocio. Los
obispos y teólogos católicos siguieron la dirección del concilio. El resultado
fue el tratamiento del cuidado de las almas como una ciencia en sí misma.
Durante los siglos siguientes de verdadera reforma y de combate con la falsa
reforma, se escribieron los tratados más científicos y correctos sobre tareas
pastorales. Juan de Ávila, Luis de Granada, Pedro de Soto, Claude le Jay (Institutiones
practicae), Neumayr (Vir apostolicus), Possevin (Praxis curae pastoralis),
Segneri, Olier, Molina, Toledo (De instructione sacerdotum), el cardenal
Cayetano, San Carlos Borromeo, (Instructio pastorum), las obras de San Francisco
de Sales, de Rodríguez, de Scaramelli -- tales son algunos de los tratados
científicos que hicieron mucho por iluminar y fortalecer a los pastores de la
Contrarreforma. En 1759, San Alfonso de Ligorio publicó su gran teología
pastoral, “Homo apostolicus”. Resumió las conclusiones obtenidas por él en su
“Teología moral”, aplicó prácticamente estas conclusiones a la tarea de oír
confesiones, y añadió cuatro apéndices que tratan específicamente de tareas
tales como la dirección de almas, la asistencia a los moribundos, el examen de
los que van a ser ordenados sacerdotes, y las tareas de los confesores y
pastores tanto en relación consigo mismos como con la santificación de su
rebaño. Esta obra, junto con la legislación de Benedicto XIV en materia de
sínodos diocesanos, dio un gran ímpetu a la ciencia de la teología pastoral.
D. Fuentes
La Tradición y la Sagrada Biblia, en cuanto retratan al Sacerdote, Maestro y
Pastor ideal, y nos transmiten sus ideas para el cuidado de las almas, son las
primeras fuentes de la teología pastoral. Como prueba de la Tradición, los
decretos de los concilios generales son de la mayor importancia. Después vienen
las Constituciones pontificias – Bulas, Breves, y Motu Proprios; los decretos de
las Congregaciones romanas; las obras citadas en Sanford-Drum, op. cit. más
abajo; las diversas fuentes de la teología moral y dogmática y del derecho
canónico, en cuanto tratan de manera directa o indirecta del cuidado de las
almas. Los decretos de los diferentes concilios provinciales y sínodos
diocesanos junto con las cartas pastorales de arzobispos y obispos están entre
las fuentes de donde procede la teología pastoral. Para la legislación
eclesiástica, se debe seguir las “Acta Apostolicae Sedis”, un boletín mensual
oficial publicado en Roma; la promulgación de leyes, las interpretaciones
auténticas, decisiones y rescriptos de la Curia romana se lleva a cabo ahora
ipso facto mediante la publicación en este periódico. Para decisiones pasadas se
han de consultar los diversos decreta authentica de las diferentes
Congregaciones romanas. Tales son “Thesaurus resolutionum Sacrae Congregationis
Concilii”, desde 1718 (Roma), “Decreta authentica Congregationis Sacrorum Rituum”
(Roma, 1898), “Decreta authentica sacrae Congregationis Indulgentiis Sacrisque
Reliquiis Praepositae”, desde 1668 a 1882 (Ratisbona); Pallottini, “Collectio
omnium decretorum Sacrae Congregationis Concilii” (Roma, 1868); Bizzarri,
“Collectanea Sacrae Congregationis Episcoporum et Regularium” (Roma, 1863,
1885); “Collectanea Sacrae Copngregationis de Propaganda Fide” (Roma, 1893,
1907). Una obra de referencia manejable en esta materia es la de Ferraris,
“Prompta bibliotheca”, junto con su suplemento editado por Bucceroni (Roma,
1885). La “Synopsis rerum moralium et juris pontificii” de Ojetti (Prato, 1904)
es también útil. Para el cuidado pastoral de las comunidades religiosas, se
puede obtener la información necesaria de Vermeersch, “De religiosis et
missionariis supplementa et monumenta”, junto con los periódicos suplementos a
la misma (Brujas, 1904), y de Dom Bastien, “Constitution de Léon XIII sur les
instituts à voeux simples et leur relations avec les autorités diocésaines”
(Brujas), una obra que ha sido traducida al inglés por Lanslots (Pustet, Nueva
York). Los periódicos que dan la dirección e información actual respecto al
cuidado de las almas son: “Acta Sanctae Sedis” (Roma, desde 1865), ahora
interrumpido; “Analecta juris pontificii” (Roma, 1833; París, 1869), sustituido
por “Analecta ecclesiastica” (Roma, 1893-1911); “Il Monitore Ecclesiatico”(Roma,
1876); “The American Ecclesiastical Review” (Filadelfia, 1889); “The Irish
Ecclesiatical Record” (Dublín, 1865); “Nouvelle Revue Théologique” (Tournai,
1869) “Theologischpraktische Quartalschrift” (Linz); “Zeitschrift für
katholische Theologie” (Innsbruck, 1877).
E. Contenido
Desde los días en que San Gregorio Magno escribió su clásico “Regulae pastoralis
liber”, las tareas a las que se dirige el cuidado de las almas han sido
convenientemente divididas en las de maestro, de ministro de los sagrados
misterios, y de pastor; la teología pastoral se propone impartir el conocimiento
de estas tareas y del tratado conocido como “medicina pastoral”, el conocimiento
médico requerido para el apropiado cuidado de las almas.
En el capítulo del maestro se trata de la tarea de enseñar, de las cualidades
del maestro, su formación, los modelos de enseñanza que nos han dejado tanto los
Padres y Doctores de la Iglesia, como distinguidos predicadores y catequistas, y
las ocasiones y formas de instrucción adaptadas a las diversas necesidades de
los fieles, jóvenes y viejos, cultos e iletrados. El Concilio de Trento, en la
quinta sesión, establece una doble tarea del maestro, predicar los domingos y
festivos, y dar instrucción catequética a los niños y a los demás que tienen
necesidad de tal instrucción. Benedicto XIV en su Constitución “Etsi Minime”,
llama especialmente la atención sobre esta muy importante última tarea. Pío X,
en su encíclica sobre la enseñanza de la doctrina cristiana (15 de Abril de
1905), insiste una vez más en la suprema necesidad de la instrucción
catequética. Todos los párrocos y todos los demás a los que se confía el cuidado
de las almas, deben enseñar el catecismo a sus jóvenes por espacio de una hora
todos los domingos y fiestas del año sin excepción, y deben explicarles lo que
se está obligado a creer y practicar para salvarse. Estos niños deben, en épocas
establecidas durante cada año, prepararse con una instrucción más extensa para
el Sacramento de la Penitencia y la Confirmación. La instrucción diaria durante
Cuaresma, e incluso después de Pascua, dispondrá a los jóvenes de ambos sexos
para su Primera Comunión. Además, una hora cada domingo y festivo se dedicará a
la instrucción catequética de adultos. Esta lección de catecismo, en lenguaje
claro y sencillo, debe darse además de la homilía del domingo y de la
instrucción de los niños en la doctrina cristiana.
Como ministro de los sagrados misterios, el sacerdote debe no sólo conocer la
naturaleza de los sacramentos, tal como los explica la teología dogmática,
aparte de lo que se necesita para su administración válida, como enseña la
teología moral, pero debe también tener un conocimiento adicional tal que pueda
servirle en su ministerio espiritual – por ejemplo, al atender a los enfermos,
al aconsejar lo que es lícito o ilícito en operaciones críticas, especialmente
las que pueden afectar a los partos; al ordenar a otros, cuando sea necesario,
cómo bautizar al niño nonato; al decidir si administra la extremaunción u otros
sacramentos en casos de muerte aparente, etc.
Finalmente, como pastor, tiene que dominar una diversidad de tareas, que siguen
creciendo en número y variando constantemente con las complicadas condiciones de
la vida moderna, especialmente donde hay tendencia a concentrarse en grandes
ciudades, o donde la emigración aquí y allí causa frecuentes cambios. Ésta es,
quizá, la parte principal de la teología pastoral. La organización de las
parroquias; el mantenimiento de una iglesia y otras instituciones que crecen a
su alrededor; la dirección de las escuelas parroquiales; la formación de
asociaciones para hombres y mujeres, jóvenes y mayores; el vasto número de obras
sociales a las que un sacerdote en una ciudad moderna se ve casi
obligatoriamente arrastrado – todos estos puntos proporcionan material para la
instrucción, que, como fruto de la experiencia, raramente puede ser transmitida
por los libros. Habitualmente el sacerdote adquiere suficiente conocimiento de
todas estas cosas de directores prudentes mientras pasa sus cursos en el
seminario, o de su propia experiencia bajo un pastor competente; pero
gradualmente una extensa literatura sobre estas materias se ha acumulado durante
el último medio siglo, y la sistematización de tales escritos es lo que
constituye la teología pastoral.
Las principales autoridades desde la época del Homo apostolicus de SAN ALFONSO
(1759), ya han sido mencionadas en el artículo. Desde 1759 han aparecido las
Teologías Pastorales de GOLLOWITZ-WIEDEMANN (Ratisbona, 1836); AMBERGER (1850);
STANG (Nueva York, 1897); SCHULZE (Milwaukee, 1906); ALBERTI (Roma, 1901-1904);
POEY (Montrejeau, 1912); NEUMAYR, ed. DE AUER, Vir Apostolicus (Schaffhausen,
1853); REUTER, ed. LEHMKUHL, Neo-confessarius (Friburgo de Br., 1905); ZENNER,
Instructio practica confessarii (Viena, 1840); FRASSINETTI, Parish Priests'
Manual; BERARDI, Praxis confessarii (Faenza, 1899); HEUSER, The Parish Priest on
Duty (Nueva York); KRIEG, Wissenscheft der Seelenleitung (Friburgo de Br.). Para
cuestiones de medicina pastoral, son útiles las siguientes obras: ESCHBACH,
Disputationes physiologico-theologicoe (Roma, 1901); ANTONELLI, De conceptu
impotentiae et sterilitatis relate ad matrimonium (Rome, 1900); DEBREYNE-FERRAND,
La théologie morale et les sciences medicales (París, 1884); SURBLED, La morale
dans ses rapports avec la médicine et I'hygiène (París, 1897); Pastoral Medicine
por STÖHR (Friburgo de Br., 1878); VON OLFERS (Friburgo de Br., 1881);
CAPELLMANN (Aquisgrán, 1901); O'MALLEY Y WALSH (Nueva York, 1907); SANFORD-DRUM
(Nueva York, 1905); ANTONELLI (Roma, 1909).
WALTER DRUM
Transcrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
Traducido por Francisco Vázquez