Tantum Ergo
EnciCato
Son las palabras iniciales de la penúltima estrofa del himno de vísperas (cfr.
PANGE LINGUA GLORIOSA II) de la fiesta del Corpus Christi. Esta estrofa, junto
con la final, o doxología ("Genitori" etc.), forman un himno separado que se
prescribe para la bendición del Santísimo Sacramento (q.v.). Durante la
exposición privada, en los sitios donde se cuenta con permiso para dar la
bendición con la custodia, ambas estrofas son entonadas por el celebrante (o, de
ser posible, cantadas por el coro: "si fieri potest, optandum est", dice Van der
Stappen). En otras exposiciones ambas deben ser siempre cantadas. Las costumbres
cambian en lo tocante a la forma de cantarlas (Cfr. No.62 de "Euchristicum
Mysterium", Instrucción sobre el Culto al Misterio Eucarístico, del 25 de mayo
de 1967 , N.T.). En algunos lugares el celebrante entona las palabras iniciales
de cada estrofa, y el coro las continúa; el Ritual (Tit. IX,c.5) habla de que
todo el clero presente debe cantar las estrofas, y Scholber (Caeremoniae
missarum solemnium et pontificalium), al comentar al respecto, sugiere que o el
celebrante con el clero presente entonen las líneas iniciales de las estrofas, o
que sólo el coro debería cantarlas. Al cantar las palabras "veneremur cernui" se
debe hacer una reverencia con la cabeza (Wapelhorst). La revista "American
Ecclesiastical Review" (XXI, 1889,644) indica que las rúbricas no ordenan
reverencia alguna al entonar las palabras "veneremur cernui", mas la práctica es
común. En su "Commentary on the Clementine Instruction" (XXIV, 9-10), Gardellini
cita la costumbre de las iglesias romanas. Y los rituales anteriores a él hacen
mención de la profunda inclinación en el Tantum ergo hasta llegar a la palabra "cernui":
"nam in verbo cernui completur dictionis sensus, qui inclinationem postulat"
("Pues en la palabra "cernui" se completa el sentido de la oración, la cual
exige una inclinación", N.T.).
Los liturgistas difieren acerca del momento de la incensación. Martinucci afirma
que el incienso debe ponerse en el incensario antes del "Tantum ergo" y que la
incensación debe realizarse después de entonar las palabras "veneremur cernui".
De Carpo sugiere que esto debe hacerse ya antes del "Tantum ergo" o después de "Veneremur
cernui", de acuerdo a la costumbre de la iglesia particular. Wapelhorst,
siguiendo a De Herdt, afirma que ambas acciones deben tener lugar cuando se
entona la estrofa "Genitori".
La "magnífica doxología" (W. A. Shoults, en Julian, "Dictionary of Hymnology")
es la culminación apropiada para el grandioso himno (compuesto por Santo Tomás
de Aquino, 1225-1274, N.T.). Empero, este último está en deuda, respecto a la
expresión "Genitori genitoque"- "procedenti ab utroque, compar" ("que procede de
ambos", N.T.)-, con una secuencia de Pentecostés de Adam San Victor. Dreves, "Analecta
hymnica", IV, 70, cita una secuencia, en honor de Santa Inés, en la que aparece
la estrofa:
Genitori Genitoque,
Psallat nostra concio;
Procendenti ab utroque
Compar sit laudatio;
Virginalis ipsum quoque
Laudet benedictio.
En cuanto a las composiciones musicales, que son muchas, lo indicado sería
recomendar prudencia, sobre todo en vista de la directiva publicada por Pio X en
su Instrucción sobre la Música Sacra (22 de noviembre de 1903, IV: Debe
preservarse la forma tradicional del himno en los himnos de la Iglesia. No es
legítimo, por tanto, componer, por ejemplo, un Tantum ergo de tal forma que su
primera estrofa fuera una romanza, una cavatina, un adagio, y el Genitori un
allegro"). Singenberger, en su "Guide to Catholic Church Music" (St. Francis,
Wisconsin, 1905), enlista graduaciones, voces, compositores, etc., de más de
seicientos arreglos del "Tantum ergo" y del "Pange lingua", casi todos de la
Escuela Ceciliana alemana. Desde 1903 muchos compositores de otras
nacionalidades han elaborado arreglos litúrgicamente correctos. El Gradual
Vaticano (1908) incluye dos melodías en tono recto, o mejor dicho, dos versiones
de la misma melodía. Neale, en su obra ""Mediaeval Hymns and Sequences" (3a. ed.,
Londres, 1867, 178-81), discute acerca de las traducciones del "Pange lingua" y,
al hablar de la penúltima estrofa, subraya que las palabras "Praestet fides
supplementum sensuum defectui" son "evitadas por todos" los cuatro autores que
él cita y señala, además, que la traducción de Caswall, libre del ritmo, es la
más cercana al original latino: "Faith for all defects supplying, Where the
feeble senses fail" (supla la fe donde fallan los sentidos, N.T.). En "Hymns
Ancient and Modern", del "Manual of Prayers" de Baltimore, y en el "English
Hymnal", se da también la traducción a la misma estrofa, con algunas
alteraciones, del propio Neale. Algunas de las primeras traducciones de las dos
líneas son: "And where our sense is seen to fail, There must faith supply
restore" ("Y donde parece que falla nuestro sentido, ahí debe la fe proveer
restauración", N.T.) (Primer, 1604); "And faith with all, those wants supply
Wherein the senses feel defect" (Y la fe suple todas esas necesidades en donde
el sentido siente debilidad", N.T.)(Primer, 1619); "Let faith in Jesus Christ
supply, The senses' insufficiency" ("Que la fe supla la insuficiencia de los
sentidos" , N.T.) (Primer, 1685); "And faith for all defects supply, Whilst
sense is lost in mystery " (Que la fe supla todos esos defectos mientras el
sentido está perdido en el misterio", N.T.) (Primer, 1706). Una de las
traducciones del "The Missal for the Use of the Laity" ("Misal para uso de los
laicos", N.T.) (Londres, 1903, 286) de Husenbeth dice: "Let us profoundly bend
before This awful mystery, and adore; Let types of former days give way, Like
darkness at the blaze of day; And sense's failure be supplied By faith, our firm
support and guide." (Postrémonos ante este maravilloso misterio y adorémoslo.
Que recedan los días antiguos como la oscuridad ante el brillo del día, y que la
falta de los sentidos quede subsanada por la fe, nuestro firme cimiento y guía",
N.T.)
H.T. HENRY
Transcrito por Thomas M. Barrett
Dedicado a las Hermanas de los Santísimos Nombres, de la Catedral de Santa María
Traducido por Javier Algara Cossío