La medalla,
originalmente una cruz, está dedicada a la devoción, en honor de San
Benito. En un lado de la medalla, está la imagen del Santo
sosteniendo una cruz en la mano derecha y la Santa Regla, en la
izquierda. En otro, la imágenes de una copa y un cuervo y sobre éstas,
inscriptas las palabras: "Crux Sancti Patris Benedicti" (Cruz del Santo Padre
Benito). Alrededor del borde de la medalla, la leyenda "Ejus in obitu
nro praesentia muniamus" (Deseamos a nuestra muerte ser fortificados por Su
presencia ). Al reverso de la misma, una cruz con las letras iniciales de las
palabras: "Crux Sacra Sit Mihi Lux" (La Cruz Santa es mi Luz), escritas
descendiendo y en línea perpendicular. Las letras iniciales de las palabras,
"Non Draco Sit Mihi Dux" (No permitas al dragón ser mi guía), en línea
horizontal. Y las letras iniciales de "Crux Sancti Patris Benedicti" en los
ángulos de la cruz. Alrededor del borde, las letras iniciales en dos hileras (dístico):
"Vade Retro Satana, Nunquam Suade Mihi Vana - Sunt Mala Quae Libas, Ipse
Venena Bibas" (Fuera, Satanás, no me sugieras tus vanidades – en las cosas que
ofreces está el mal, bébete tu propio veneno). En el ápice de la cruz,
habitualmente, se halla la palabra Pax (paz) o el monograma IHS (Jesús).
La medalla así descrita,
es la conocida medalla del jubileo que se emitió primeramente en 1880,
para conmemorar el decimocuarto centenario del nacimiento de San Benito. El
Superior Abad de Monte Cassino tuvo el derecho exclusivo para su
lanzamiento. La medalla usual de San Benito difiere, normalmente, de la
precedente, por la omisión de las palabras "Ejus in obitu etc.", y en algunos
detalles menores. ( Para las indulgencias conectadas con ella ver a Beringer,
"Die Ablasse", Paderborn, 1906, pág. 404-6). El usuario habitual de la
medalla del jubileo, podía ganar todas las indulgencias conectadas
con ella y, además: (1) todas las que podrían ser ganadas visitando la
basílica, cripta, y torre de San Benito en Monte Cassino (Pío IX,
31 diciembre, 1877); (2) una indulgencia plenaria en la fiesta de Todas las
Almas (desde, aproximadamente, las dos de la tarde del 1 noviembre hasta el
ocaso del 2 noviembre), tantas veces como (toties quoties), después de
la confesión y sagrada comunión, él visite cualquier iglesia u oratorio
público y ore allí, según la intención del Papa, previendo la imposibilidad de
visitar una iglesia u oratorio público de los Benedictinos, por enfermedad,
clausura monacal o por una distancia, al menos, de 1000 pasos. (Decr. 27
febrero, 1907, en Acta S. Sedis, LX, 246.) Cualquier sacerdote puede recibir
las facultades para bendecir estas medallas.
Cuándo se originó la Medalla de
San Benito, es dudoso. Durante un juicio por brujería en Natternberg,
cerca de la Abadía de Metten en Bavaria, en el año 1647, las mujeres acusadas
testificaron que ellas no tenían poder sobre Metten, porque estaba bajo la
protección de la cruz. En la indagación, varias cruces pintadas, rodeadas por
las letras que se encuentran ahora en las medallas Benedictinas, fueron
halladas en las paredes de la abadía, pero su significado había sido olvidado.
Finalmente, en un manuscrito antiguo, escrito en 1415, se encontró una imagen
que representa a San Benito con una vara terminando en cruz, en una mano y un
pergamino, en la otra. En la vara y el pergamino están escritas las palabras
completas y las misteriosas letras, eran sus iniciales. Medallas que
llevaban la imagen de San Benito, una cruz, y estas letras empezaron a
lanzarse, entonces, en Alemania y pronto a través de toda Europa.
Fueron aprobadas, primeramente,
por Benedicto XIV en sus cartas apostólicas del 23 diciembre de 1741, y 12
marzo de 1742.
GUERANGER, Essai sur l'origine, la signification et les
privileges de la medaille ou croix de S. Benoit (Poitiers, 1862; 11th ed.,
Paris, 1890); CORBIERRE, Numismatique Benedictine (Rome, 1901); KNIEL, Die St.
Benediktsmedaille, ihre Geschichte, Bedeutung, Ablasse u. wunderbare Wirkungen
(Ravensburg, 1905).
MICHAEL OTT
Transcrito por Herman F. Holbrook
Sancti Patris Benedicti in obitu nostro
praesentia muniamur.
Traducido por José Luis
Anastasio