Según datos facilitados por los doctores José A. Alda Díez, jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital San Juan de Dios de Barcelona, y Luis Rojas Marcos, presidente de la Corporación de Sanidad y Hospitales Públicos de Nueva York, un 15 por ciento de niños y adolescentes sufre algún tipo de trastorno de la conducta, cifra que representa más del doble de lo que hasta hace bien poco se consideraba normal. Los preocupantes cambios experimentados en la conducta de los menores afectan directamente al entorno familiar y, en demasiadas ocasiones, requieren atención y tratamiento psiquiátrico. El problema es que, en España, apenas existen centros especializados en menores. Parece que los cambios que ha sufrido nuestra sociedad, con un modelo que tiende al aislamiento del individuo y la desvinculación, y las mejoras en la gestión de la sanidad, que permiten una mejor detección y un diagnóstico más precoz en el campo de la psiquiatría infantil, son dos factores que inciden particularmente en el aumento de anomalías detectadas en el comportamiento de los más jóvenes. En los últimos 4 años, en el servicio de urgencias del Hospital San Juan de Dios se ha triplicado el número de consultas recibidas para tratar este tipo de trastornos. Sólo en 2003, ingresaron en el centro 290 niños y adolescentes con problemas de adaptación y con un bajo nivel de tolerancia al fracaso. Las manifestaciones más comunes de los trastornos que experimentan los menores, a diferencia de los adultos, tienen que ver con conductas adictivas, agresivas, violentas y delictivas. Además, la depresión que suele acompañar a este tipo de perturbaciones afecta incluso a niños menores de 5 años. La televisión, sustituto de la familia En cuanto a los cambios experimentados por la sociedad, cabe destacar la influencia que ejercen sobre los niños y adolescentes los medios de comunicación, especialmente la televisión. Frente a una cultura del esfuerzo, la responsabilidad y la solidaridad, la televisión fomenta un modelo de juventud narcisista, competitiva, individualista y preocupada por el éxito rápido. Tenemos un montón de ejemplos en la llamada "telebasura" y en algunos reality shows, donde cualquiera puede alcanzar algunos minutos o semanas de gloria a cambio de contar la vida y las miserias de los demás, cuando no las suyas propias. A pesar de que hay otros muchos ejemplos que demuestran que se puede hacer un modelo de televisión muy digno y socialmente constructivo, la realidad es que en los medios prevalece la trasgresión sobre los valores. Además, en demasiadas ocasiones, la televisión suele ser un recurso muy utilizado como sustituto de la educación y formación que los padres están obligados a ejercer con sus hijos, sobre todo con los niños y adolescentes. Hay datos, preocupantes datos, que constatan que los niños españoles pasan más horas al año delante del televisor que en la escuela. Según un estudio del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC), los más pequeños de la casa pasan frente al televisor unas 990 horas al año, mientras dedican unas 960 en el colegio. El CAC considera también que habría que revisar el contenido de la programación emitida en el llamado "horario protegido", que va desde las 6 de la mañana hasta las 22 horas. ¿Discotecas para niños? También el tiempo de ocio de los más jóvenes fuera de casa juega un papel fundamental en su comportamiento. Locales pensados y diseñados para la diversión de los niños y adolescentes, como ciertas discotecas que cuentan con la aprobación de las administraciones, suelen derivar en espacios lúdicos que no son tan lights como quieren aparentar. Un reportaje de denuncia del diario EL MUNDO, publicado en el dominical CRÓNICA del pasado 18 de enero, ponía al descubierto que, en estos locales, se consumen todo tipo de drogas entre las 6 de la tarde y las 10 de la noche. Jóvenes entre 14 y 17 años, con la mirada extraviada, los ojos enrojecidos y bailando compulsivamente sin parar, se intercambian y consumen pastillas ante la total indiferencia de los propietarios y encargados de estas "discotecas" y con el beneplácito de unos padres que ignoran a qué dedican el tiempo libre sus hijos. Un tiempo de ocio con alternativas mucho más edificantes, como las que ofrecen los centros recreativos conocidos en catalán como "esplais", donde monitores bien preparados pueden llevar a cabo una labor lúdica y formativa a la vez, paralela y complementaria a la escuela y la familia. En cuanto a la incidencia que la mejora de las condiciones sanitarias tiene en la detección y diagnóstico más precoz en el campo de la psiquiatría infantil, desde el Hospital San Juan de Dios de Barcelona, se está potenciando el Servicio de Atención Psiquiátrica, que ya funciona desde hace más de 15 años, con la intención de aumentar su capacidad y poder atender las nuevas necesidades derivadas del incremento de trastornos de la conducta en los niños y adolescentes. Para que nos hable de los problemas en la conducta de los jóvenes y de las mejoras que se llevan a cabo en San Juan de Dios, E-Cristians se ha puesto en contacto con José A. Alda Díez, jefe del Servicio de Psiquiatría Infantil de este hospital. - Con respecto al aumento de trastornos de conducta que sufren los menores en España, ¿qué evolución ha seguido el porcentaje de este tipo de trastornos en los últimos 10 ó 20 años? - Es difícil poder asegurar cuál ha sido la evolución en los últimos 10-20 años. Puede que los trastornos hayan aumentado en los últimos años debido a la serie de cambios que ha sufrido nuestra sociedad, pero sobre todo a la mejora de la sanidad. Hace unos años, las patologías orgánicas, especialmente las enfermedades infecciosas, cursaban con una importante mortalidad que disminuyó considerablemente con la introducción de los antibióticos y las vacunas. Una vez solucionados esos problemas, la sociedad y también el personal sanitario comienzan a preocuparse por la salud mental. Este interés favorece una mayor detección y un diagnóstico más precoz de problemas que habían pasado inadvertidos hasta ese momento. - ¿Qué incidencia tiene en el trastorno de la conducta de los menores la falta de especialización médica? ¿Y cómo puede corregirse esta situación? - Hay que recordar que, en nuestro país, no está de momento reconocida la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil, a diferencia de lo que ocurre en países de nuestro entorno. Al mismo tiempo, la red de salud mental infanto-juvenil está mucho más atrasada en cuanto a su desarrollo que la red de adultos. Estas dos circunstancias pueden dificultar la identificación y el tratamiento precoz de estas patologías. - En el Hospital de San Juan de Dios se está potenciando el Servicio de Atención Psiquiátrica. ¿Qué funciones cubre? ¿Y en qué medida puede ayudar a paliar el problema? - Nuestro servicio de psiquiatría y psicología infanto-juvenil funciona desde hace más de 15 años atendiendo a niños y adolescentes hasta los 18 años. Durante este tiempo, se han consolidado una serie de áreas y han ido incorporándose otras. En estos momentos, nuestro servicio es uno de los más grandes de su categoría a nivel nacional. Está compuesto por un equipo multidisciplinar de 70 personas entre las que se encuentran psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, educadores y personal administrativo. Cuenta con urgencias psiquiátricas, hospitalización total, unidad de tratamientos específicos (UTE), 3 hospitales de día y 5 Centros de Salud Mental Infanto-juvenil (CSMIJ). - Con la vista puesta en el futuro, ¿cómo puede llegar a afectar a la sociedad, si no se corrige, esta tendencia al aumento de conductas anormales en los niños y adolescentes? - Es difícil precisar cuál será el impacto de estos problemas en la sociedad cuando los niños y adolescentes actuales se conviertan en adultos. Es importante realizar una detección precoz de estos problemas e iniciar lo más rápidamente posible el tratamiento adecuado. De esta forma, se mejorará el pronóstico y se reducirán las secuelas. - Según la información publicada, el aumento de este tipo de dolencias se debe a los cambios experimentados por la sociedad actual, que se alejan de los modelos tradicionales. ¿En qué forma inciden los cambios del modelo de familia tradicional en los trastornos de conducta de los jóvenes? - Vivimos en una sociedad donde el individuo cada vez se encuentra más aislado. Es frecuente encontrar familias donde los dos progenitores trabajan fuera de casa y donde la familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc) están poco presentes. Esta situación favorece que la educación de los hijos recaiga casi exclusivamente en el colegio o en otro tipo de cuidadores que no tienen un excesivo vínculo emocional con el niño. Los padres, cuando están con su hijo, tienden a compensar su ausencia accediendo a todos los deseos del niño, lo cual hace que les cueste mucho poner límites y normas. Esta ausencia de límites puede favorecer la aparición de trastornos de conducta en los jóvenes. - ¿Y en el caso de familias desestructuradas (cambio de padre o madre biológico por nueva pareja, familias monoparentales, etc.)? - Es evidente que la situación es más complicada en estas familias. - ¿Cómo influyen las nuevas tecnologías (videojuegos, internet, etc.) en el comportamiento de los menores? ¿Qué influencia tiene el tiempo que dedican a estas actividades? - Tanto los videojuegos y el teléfono móvil como el uso de internet no tienen por qué influir en la conducta de los niños y jóvenes. Es importante que el uso de esas nuevas tecnologías esté supervisado por un adulto, no sólo en su contenido, sino en el número de horas que le dedican. - ¿Qué responsabilidad tienen los padres en la alteración de la conducta de los niños y adolescentes? ¿Cómo pueden mejorar esta conducta? - Es importante que los padres estén con los hijos, que hablen, que jueguen con ellos, que les pregunten por los estudios, los amigos, pero sobre todo que hagan de padres y no de amigos. |