El amoroso legado de los límites
Mariana Fuentes
Una de las cuestiones que más nos preocupa a las madres es ayudar a nuestras hijas e hijos para que lleguen a ser felices no sólo ahora, sino en su adultez.
Como la felicidad no es permanente y además cada quien tiene su propio concepto de ésta, lo mejor es lograr un lenguaje en común de lo mínimo necesario para que, con el paso de los años, esos retoños que alguna vez fueron adorables, no parezcan trogloditas inconscientes que deambulan por el mundo como si éste les debiera algo.
Dice Celia Chávez, autora amiga de esta casa, en su libro Coaching para tus hijos que los límites son los diques protectores que das a los hijos cuando no están a tu lado. Con límites bien definidos los menores se sienten seguros para moverse en la vida pues saben con certeza qué pueden y qué no pueden hacer.
“Marcar límites es una de las tareas más importantes en la formación de un hijo. Le darán la libertad interna que necesita, el marco de referencia que le permitirá evaluar. Él los interiorizará más tarde y le brindarán una plataforma de despegue”, dice la especialista en programación neurolingüística.
Probablemente la mayoría de padres y madres sabemos la importancia de los
límites, pero nuestro lado
flaco está en marcar siempre la conducta inadecuada.
“Los límites inconsistentes son una de las principales fuentes de desequilibrio
emocional. Imagina lo que significa para un pequeño en proceso de formación que
un día puede ver la televisión toda la tarde porque mamá está ocupada o
distraída, y al día siguiente se le castiga severamente porque hizo lo mismo.”
La inconsistencia de límites produce en el interior de niñas y niños sentimientos de inseguridad que les hacen sentirse angustiados; además experimentan la necesidad constante de romperlos. “Esto puede causarles severos problemas cuando acudan a la escuela o cuando se enfrenten a cualquier grupo en el que sea necesario respetar las reglas.”
Congruencia
¿Será posible establecer límites que los padres no se ponen a sí mismos? Por supuesto, pero probablemente la efectividad de esta enseñanza no será sólida. Por ello, Celia Chávez recomienda que los límites que decidas poner a tus hijos sean valores claros para ti. Así marcarás y evitarás con toda tu fuerza las conductas que para ti y tu familia sean inaceptables.
Sugiere hacer una lista de valores que te gustaría inculcar. Éstos te darán un parámetro de las conductas que no puedes permitir porque pondrían en riesgo los valores que sostendrán a tu familia.
Una vez que definas los límites, sé consistente: dedica el tiempo y la energía necesaria para supervisar la conducta que no deseas que se presente, pero sobre todo, que con tu ejemplo muestres la conducta adecuada.
Marca sólo los límites profundamente importantes para ti, de acuerdo con su edad. Los niños necesitan espacios seguros para moverse; es importante que les permitas hacer todo aquello que esté dentro de los parámetros que establezcas. Si todo lo que intentan hacer lo impides o niegas, estarás bloqueando su capacidad de aprender, de sentir seguridad, su curiosidad innata. Sé muy selectiva para que los límites que marques sean sólidos y consistentes.
Lo que no le enseñes con amor, la vida se lo enseñará con dolor. Marcarle un límite claro significa reconocer una conducta que, si presenta fuera de su casa, le causará dificultades mayores. Por ejemplo, si permites que te falte al respeto y te ignore, tal vez lo disculpes por el amor que sientes por él, pero esto significará un grave problema si le falta al respeto a sus maestros cuando ingrese a la vida escolar, y acarreará el rechazo de sus compañeros cuando los ofenda.
Cuando marcas un límite con amor dejas totalmente claro que esa persona (pequeña o mayor) es amada y aceptada por ti de manera incondicional, pero que incondicionalidad no significa pasar por alto conductas inadecuadas. Cuando estableces esta diferencia, el niño comienza a aprender los valores de su familia, que le servirán para desenvolverse más tarde con eficiencia en el ambiente social que le toque vivir.
Algunas joyas de la convivencia que tus peques deben aprender:
• Respetar a los demás
• Cumplir los compromisos voluntariamente aceptados
• Interactuar armoniosamente con quienes les rodean
• Comprender necesidades propias y de los otros
• Buscar el bienestar común con tanta premura como el propio
• Tolerar la frustración con elegancia
• Compartir con los demás
• Valorar tanto sus talentos como los de los demás...
La tarea de marcar límites constituye uno aspecto difícil para un gran número de
madres y padres. Éste es el gran reto que enfrentamos: entrenar a los hijos para
la vida, sin lastimarlos y sin deteriorar su autoestima.