CONSEJO PONTIFICIO PARA LA PROMOCIÓN
DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Materiales para la
Semana de oración por la unidad de los cristianos
y para el resto del año 2007

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (Mc 7,37)

Preparados conjuntamente por el
Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos
 
y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias

Traducción preparada por la Comisión para las relaciones interconfesionales
de la Conferencia Episcopal Española

 

A todos aquellos que organizan
la Oración por la unidad de los cristianos

Buscar la unidad durante todo el año

Tradicionalmente, la Semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo. Esta elección tiene un significado simbólico. En el hemisferio Sur, donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, se prefiere adoptar igualmente en otra fecha, por ejemplo en torno a Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926) que representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.

Guardando esta flexibilidad de espíritu, os animamos a considerar estos textos como una invitación para encontrar otras ocasiones, a lo largo del año, y expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado, y orar juntas para llegar a la plena unidad querida por Cristo.

Adaptar los textos

Estos textos que han sido propuestos, cada vez que sea posible, se procurará adaptarles a las realidades de los diferentes lugares y países. Al hacerlo, se deberá tener en cuenta las prácticas litúrgicas y devocionales locales así como el contexto social-cultural. Tal adaptación deberá comportar normalmente una colaboración ecuménica.

En muchos países, las estructuras ecuménicas existen y permiten este género de colaboración. Esperamos que la necesidad de adaptar la «Oración» a la realidad local pueda animar la creación de esas mismas estructuras allí donde éstas no existen todavía.

Utilizar los textos de la Oración por la unidad de los cristianos

Texto bíblico

(Mc 7,31-37)

Jesús dejó el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaban que le impusiera la mano. Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: Éffatha (que significa: ábrete).

Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente. Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo pregonaban. Y en el colmo de la admiración decían:

Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

(Traducción La Casa de la Biblia)

Introducción

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (Mc 7,37)

La Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año nos propone dos temas, dos invitaciones dirigidas a las Iglesias y a los cristianos: por una parte, orar por la unidad de los cristianos y buscarla juntos; por otra parte, unir nuestras fuerzas para responder a los sufrimientos humanos. Estas dos responsabilidades están estrechamente vinculadas. Una y otra están vinculadas a la curación del cuerpo de Cristo, por lo que el texto principal elegido para la Semana de Oración de este año es una historia de curación.

Mc 1, 31-37 refiere cómo Jesús cura a un hombre sordo e incapaz de hablar. Jesús conduce al hombre lejos de la muchedumbre con el fin de estar solo con él. Pone sus dedos en los oídos del hombre, escupe y toca la lengua del hombre, y "le dice Ephata, es decir: ábrete", una fórmula a veces utilizada en la liturgia del bautismo. La buena noticia proclamada incluye aquí varias dimensiones. Como en numerosos pasajes del Evangelio, este relato de curación nos da a entender la respuesta total a la solicitud del Señor ante el sufrimiento y las necesidades, y constituye un testimonio elocuente de la misericordia de Dios. Dando al hombre la escucha y la palabra, Jesús manifiesta el poder y el deseo de Dios de salvar a todo hombre, realizando la profecía de Isaías: "Entonces, se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos del sordo se abrirán, brincará el cojo como un ciervo, la lengua del mudo cantará” (35, 5-6). La curación del hombre sordo le permite comprender la buena noticia proclamada por Jesucristo. El hecho de que recupera la palabra le permite proclamar a los otros lo que vio y oyó. Estas distintas perspectivas se encuentran en la respuesta de los que son testigos de la curación y son "impresionantes": "Hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (v. 37).

Como este hombre, curado por Jesús, todos los que han sido bautizados en Cristo han tenido los oídos abiertos al Evangelio. En su primera carta, San Juan nos habla de la fraternidad de los que recibieron esta buena noticia: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la vida» (1,1). El Señor deseaba (Jn 17) que sus discípulos, que habían acogido su mensaje, fueran una sola cosa, unidos los unos a los otros en una unidad arraigada en su comunión con el Padre y el Espíritu Santo. Como cuerpo de Cristo, la Iglesia está llamada a ser una, a ser la comunidad que ha visto y oído las maravillas que Dios hizo, y que ha sido enviada para proclamarlas por todo el mundo. Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a estar unidos en la realización de su misión, a saber también estar al servicio de los que sufren y están en la necesidad. Como Dios escuchó los gritos y vio los sufrimientos de su pueblo en Egipto (véase Ex 3, 7-9), como Jesús respondió con solicitud a los que lo imploraban, la Iglesia debe también comprender la voz de todos los que sufren, debe estar animada por la compasión y dar la palabra a los que están sin voz.

Reanudando estos dos aspectos de la vida y la misión de la Iglesia, la Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año desea hacer resaltar el vínculo esencial existente entre, por una parte, la oración por la unidad de los cristianos y su búsqueda concreta y, por otra parte, las iniciativas de apoyo a los que están en la indigencia y el sufrimiento. El Espíritu, que hace de nosotros hermanos y hermanas en Cristo, nos da también la fuerza de ir hacia todo ser humano que está en la necesidad. Es el mismo Espíritu que está actuando en todos nuestros esfuerzos para hacer visible la unidad de los cristianos y nos da la fuerza para renovar la faz de la tierra. Cada vez que contribuimos a aliviar los sufrimientos de nuestro semejantes, nuestra unidad se hace más visible; cada paso dirigido a la unidad refuerza el cuerpo todo el Cristo.

Origen de los textos de la Semana de oración de este año: Umlazi

El tema de la Semana de oración para la unidad de los cristianos de este año nos viene de la experiencia de las comunidades cristianas de la región de Umlazi, cerca de Durban, en Sudáfrica. Cada año, un primer proyecto de textos para la Semana de oración es preparado por un grupo particularmente local y es adaptado después para su uso internacional antes de ser distribuido en todo el mundo, donde finalmente es adaptado para ser utilizado a nivel local. Los textos de este año reflejan las preocupaciones y la experiencia de un pueblo abrumado por un inmenso sufrimiento.

En el origen, Umlazi era un "township" fundado bajo el apartheid para una población mayoritariamente negra. El racismo, el desempleo y la pobreza heredados de este régimen siguen representando un enorme reto para los habitantes que no se benefician de escuelas en número suficiente, ni centros médico-sociales y de alojamientos adecuados. La atmósfera de pobreza y desempleo son la causa de un alto porcentaje de criminalidad y malos tratos en las familias y las comunidades. Pero la mayor dificultad que se plantea a la población en chavolas y townships es actualmente el Sida. En efecto, se considera que un 50% de los residentes de Umlazi están contaminados por el VIH.

Recientemente responsables de distintas comunidades cristianas de Umlazi se han encontrado para reflexionar qué podrían hacer juntos para afrontar los retos que oprimen  a su población, y comprobaron que uno de los factores agravantes de su situación es la vergüenza que impide a las personas maltratadas, víctimas de violaciones o contaminadas por el Sida, hablar abiertamente de sus problemas. Las reuniones culturales del lugar hacen que hablar de temas vinculados a la sexualidad sea totalmente incorrecto. En lengua zulú, la palabra ubunqunu, que significa literalmente "desnudez", indique que estos temas son tabú. Por lo tanto, son muchos los que dudan en buscar la asistencia de la que podrían beneficiarse - a menudo financiada por la colaboración ecuménica de las Iglesias locales -, como la escucha y el acompañamiento pastoral, los cuidados a domicilio, los centros municipales de asistencia y cuidados.

Dado que se anima claramente a las personas —y en particular los jóvenes— o tácitamente a guardar el silencio sobre los problemas que encuentran, los responsables locales de las Iglesias de Umlazi han ideado un tiempo de oración ecuménica que tenga por tema central "romper el silencio". Durante esta celebración, se invita a los jóvenes de Umlazi para encontrar el valor de hablar de lo que se considera "innombrable" y  buscar la ayuda, siendo conscientes de que guardar silencio podría ser simplemente sinónimo de muerte.

Las Iglesias fuera de Sudáfrica y otras numerosas regiones seriamente alcanzadas por el Sida invitan también a romper este silencio. Ninguna guerra en la historia hizo  tantas víctimas como el Sida. Mientras que organizaciones, regiones e Iglesias han intentado reaccionar ante la devastadora pandemia del Sida en algunas regiones del mundo, la movilización no estuvo a la altura del desastre.

En 1993, en la 5ª Asamblea mundial de Fe y Constitución, el obispo Desmond Tutu recordaba que durante el período del apartheid, los responsables de las Iglesias habían comprendido que "una Iglesia dividida estaría en posición de debilidad ante el apartheid tan potente". En la actualidad, está claro que la pandemia del Sida como de otras amenazas para la vida humana son agobiantes para una Iglesia dividida. Existe en Umlazi un único tribunal, un único hospital, una única oficina de correos, un único centro médico-social, un único centro comercial y un único cementerio que recuerda a los habitantes el reto tremendo en que se les sitúa. En esta ciudad, las personas, casi todas las cristianas, se adhieren a las Escrituras que profesan un único cuerpo, un único Espíritu, una única esperanza, un único Señor, una única fe, un único bautismo, un único Dios y Padre de todos (cf Ef 4, 4-6). Pero hay varias Iglesias y no están en plena comunión y testimonian así una cristiandad dividida. En Umlazi, se percibe un sentimiento de impaciencia y frustración ante las divisiones recibidas como herencia y ocurridas hace varios siglos en otros países. (Véase también la descripción de la situación ecuménica en Sudáfrica proporcionada por el grupo preparatorio local).

Uno de los miembros del grupo preparatorio ha podido encontrarse con el grupo internacional responsable de la preparación de los textos definitivos de la Semana de oración. Eso les permitió reflexionar juntos en búsqueda de la plena unidad visible en las Iglesias cristianas a la luz de la experiencia de los cristianos de Umlazi y su invitación "para romper el silencio" que oprime y aísla a las personas en su sufrimiento. De común acuerdo, eligieron a Mc 7, 31-37 como texto bíblico central para la Semana de oración y un marco bíblico-teológico referente sobre la escucha, la palabra y el silencio, en el que se inserta a la vez la búsqueda de la unidad y la búsqueda de una respuesta a los sufrimientos humanos. Se decidió mantener este doble tema para la celebración ecuménica y las meditaciones del octavario, la intención de abordar estas dos realidades en cada texto: el sufrimiento humano y la búsqueda de la unidad visible de todos los cristianos.

El octavario

El libro del Génesis comienza por las palabras de la creación que pronuncia Dios. Rompiendo el silencio, la palabra de Dios surge del caos. Es una palabra eficaz, que realiza lo que afirma, es decir, la vida. Dios habla y la creación nace. Dios habla y los seres humanos toman forma a su imagen y semejanza. Dios habla en la historia y los seres humanos están invitados a entrar en su alianza. Del mismo modo, el Evangelio de Juan comienza por la Palabra de Dios anunciada en el tiempo y proclama que está en el corazón de la fe del Nuevo Testamento, anunciando que "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14). Jesucristo, el Verbo encarnado, nos habla del ser profundo de Dios. Durante su ministerio, Jesús se expresa de distintas maneras, a veces incluso (como ante Poncio Pilato) guardando silencio. La palabra del Cristo es siempre  una palabra de misericordia, una palabra que invita a los que la escuchan a una vida más profunda, a una vida en comunión con Dios y con los demás. Esta buena noticia debe a su vez proclamarse de palabra y de obra por todos los que han sido bautizados en en nombre de Dios Trinidad. Solamente por el poder del Espíritu, los cristianos pueden oír y responder a la llamada de Dios.

Los tres primeros días nos exponen este marco trinitario. El primer día nos invita a reflexionar sobre la palabra creativa que Dios pronuncia al principio y que todavía hoy día nos da a entender. En el caos actual, todos los que han sido creados a imagen de Dios están llamados a decir también una palabra eficaz y creativa. La meditación del 2º día nos hace reflexionar sobre lo que significa ser discípulo del Cristo, el Verbo encarnado, que hace oír a los sordos y hablar a los mudos. El tercer día medita sobre la obra del Espíritu Santo en la vida de los cristianos, ya que es él quien nos da la fuerza de proclamar la buena noticia y de ser los instrumentos de la presencia salvífica de Cristo escuchando y dando la palabra a todos los que han sido reducidos al silencio o no pudieron aportar su experiencia.

La relación intrínseca que existe entre la promoción de la unidad y la movilización contra los sufrimientos humanos aparece claramente en la reflexión de Pablo sobre la Iglesia como cuerpo del Cristo. "Hemos recibido un mismo Espíritu en el bautismo, a fin de formar un solo cuerpo" (1 Co 12,13). Cristo nos ha unido. Nuestras divisiones obstaculizan y debilitan esta unidad pero no la destruyen. Puesto que todos pertenecemos a Cristo, cada parte del cuerpo tiene necesidad del otro y debe tener cuidado del otro. "Si un miembro sufre, todos los miembros comparten su sufrimiento" (v. 26). El cuarto día nos lleva a preguntarnos sobre lo que significa ser una comunidad unida en Cristo, una comunidad plenamente solidaria con sus miembros que sufren.

Los días quinto y sexto desarrollan más explícitamente el tema presentado por las Iglesias de Umlazi: romper el silencio tremendo. Los que sufren lo hacen a menudo en silencio, sus esperanzas de compasión y justicia permanecen ignoradas. En algunos momentos de la historia, los cristianos y las Iglesias cristianas guardaron silencio cuando debían hablar, o no permitieron expresarse a los que estaban sin voz. A veces, las divisiones entre las Iglesias han impedido que se oyera el dolor de los otros o han obstruido nuestra respuesta, han vuelto al conflicto, siendo ineficaz o incapaz el consuelo (día quinto). Es un pecado, en particular porque la Iglesia puede hablar, proclamar un mensaje, realizar una misión, y no se trata de un mensaje de desunión, de una misión contradictoria. Vivificada por el Espíritu Santo, nuestra palabra debe ser unánime y coherente, debe ser la buena noticia que nos ha sido ofrecida por y en Cristo. Gracias a él, tenemos la posibilidad de romper el silencio. En Cristo, somos la comunidad destinada a decir "ábrete, epheta" a los mudos y a los sordos. El camino hacia la fidelidad y la integridad exige cristianos que busquen sin respiro y rueguen por la unidad por la que Cristo rogó y que, a pesar de nuestras divisiones, aprendamos a hablar con una sola voz y a ir hacia el otro como un solo cuerpo con solicitud, dando vida a la buena noticia que proclamamos (día sexto).

La muerte y la resurrección salvadoras de Cristo están en el corazón de la palabra que Dios ofrece a la humanidad. El séptimo día nos propone reflexionar sobre la cruz de Cristo a la luz de la experiencia del sufrimiento y de la muerte en Umlazi y en otras regiones. Viviendo en el valle de la muerte, donde los sufrimientos superan toda medida, en los cementerios donde se entierra a los difuntos a menudo los unos sobre otros, los habitantes de Umlazi conocen y comprenden la desolación de la cruz de Cristo. En la fe, saben también que Cristo no se alejó de la carga de los sufrimientos humanos y que más nos acercaremos a su cruz, más nos acercaremos los unos a los otros. De estos mismos cementerios se eleva una proclamación de la resurrección especialmente emocionante, cuando en las primeras horas de la mañana de Pascua, los cristianos se reúnen entre las tumbas de los que fueron sus familiares, con velas encendidas en los manos para proclamar que Cristo resucitó de la muerte y que en él, la muerte ha sido vencida (día octavo). En medio del sufrimiento, de la muerte, de la división y de la adversidad, el misterio pascual siembra semillas que hacen germinar la esperanza de que un día cesará el silencio tremendo, que las lenguas se unirán para profesar que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Fil 2,11).

Conclusión

El texto central de la Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año, Mc 7,31-37, indica que Cristo levanta su mirada hacia el cielo y suspira antes de curar al hombre. En su carta a los Romanos, San Pablo escribe que el Espíritu Santo acompaña nuestras oraciones "con gemidos inexpresables". Esta frase expresa perfectamente el deseo por el que el Espíritu cultiva nuestros corazones y nuestros espíritus: el deseo de la unidad plena y visible entre todas las Iglesias cristianas, el deseo de que tengan fin los sufrimientos humanos.

En el esquema de la celebración ecuménica y en cada día del ocatavario, adoptamos como principio la incorporación de referencias explícitas tanto a la necesidad de seguir actuando y de rogar por la unidad de nuestras Iglesias como de las voces de los habitantes de Umlazi y otras regiones que gritan hacia el cielo. Esperamos que la Semana de oración de este año ayudará a romper este silencio tremendo y llamará la atención sobre el vínculo intrínseco que existe entre oración y búsqueda de la unidad de los cristianos por una parte, y la llamada de los cristianos y de las Iglesias para trabajar juntos como instrumentos de la compasión divina y de la justicia en el mundo.

Preparación de los textos para la
Semana de oración por la unidad de los cristianos 2007

Los textos propuestos en este cuaderno han sido presentados de manera definitiva en un encuentro del grupo preparatorio internacional nombrado por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. El grupo se reunió en el Castillo de Faverges, en Alta Saboya (Francia). Agradecemos a todo el personal la hospitalidad y la disponibilidad con que apoyaron nuestro trabajo.

El proyecto inicial de estos textos fue preparado por un grupo ecuménico compuesto de sacerdotes, pastores y personas laicas de Umlazi-Bhekithemba (Sudáfrica). Tiene por base una celebración ecuménica que tuvo lugar en la Comprehensive Technical High School (COMTEC) de Umlazi. En esta celebración (organizada por invitación de la escuela), los sacerdotes, los pastores y los laicos procedentes de distintas tradiciones eclesiales se encontraron con el fin de hacer visible su unidad en Cristo y de ofrecer un testimonio común ante los retos que los alumnos y el conjunto de la sociedad sudafricana deben enfrentar hoy. El grupo local proporcionó también una lista de textos bíblicos que podían ser utilizados durante toda la Semana.

El grupo preparatorio agradece al grupo local de Sudáfrica, que se componía de las siguientes personas:

Canónigo L. L. Ngewu

Rev. S. Mosia

Rev. Padre Thamisanqua Shange, OGS

M. W. L. Luthuli

Rev. Bruce Buthelezi

Proyecto Zamimpilo VIH/Sida [enfermeras especializadas] (San Felipe, Enwabi)

B. Buthelezi

Rev. P. Antón Mbili

Sra. G. Phungula

Los miembros del grupo internacional agradecen al Padre Thami Shange, OGS, de poder participar en su reunión de trabajo y presentar en esta ocasión el material preparatorio y el método de trabajo seguido. Este intercambio permitió volver a estos textos más concretos así como a la situación local de Sudáfrica. Deseamos agradecer también al Obispo David Beetge, de la Diócesis de Highveld (Brakpan) y al Canónigo Livingstone Ngewu (Colegio de la Transfiguración, Grahamstown, Sudáfrica) que han contactado con los miembros del grupo y han servido de intermediarios durante la elaboración de los textos.

Introducción a la celebración ecuménica

El esquema de celebración propuesto a continuación es una adaptación del preparado por las Iglesias locales de Umlazi y que iba dirigido especialmente a los jóvenes. Comienza por una invitación al silencio, no un silencio que oprime sino que nos permite oír en el recogimiento la voz de Dios y el dolor del mundo y de los hombres. La liturgia de la Palabra menciona los temas principales que se desarrollan en la “Introducción” y llevan a la meditación de San Pablo sobre el cuerpo del Cristo en 1 Cor 12 y la curación mencionada en Mc 7, 31-37. Este esquema, que refleja un determinado estilo de oración de Sudáfrica, ofrece la posibilidad de insertar durante la celebración gestos simbólicos, testimonios y oraciones que piden la curación para permitir a las personas de la comunidad local cuya voz no se oye o que sufren al unirse  a la oración de la asamblea. Las intercesiones se inscriben en un marco trinitario que agrupa oraciones por la unidad de los cristianos y por todos los que, a nivel local y también de todas partes del mundo, tienen mayor necesidad.

Celebración ecuménica

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos (Mc 7,37)

Oficiante:            O

Lector:               L

Asamblea:          A

Recepción y presentación de la celebración

O: Queridos amigos en Cristo, estamos aquí reunidos, miembros de un mismo Cuerpo, para escuchar lo que Dios quiere decirnos a través de su Palabra, pero también a través de nuestros hermanos y hermanas silenciosos en su sufrimiento.

Este año son los cristianos de Sudáfrica quienes, a partir de su situación local especialmente crítica, experimentan la urgencia de pedirnos compartir, en nombre del Cristo, toda forma de silencio cómplice ante las personas abrumadas de sufrimientos.

¿Esta palabra no será más potente y más profética si viene de cristianos de distintas confesiones que hablan y que actúan juntas?

Cristianos de distintas Iglesias aquí reunidos para esta celebración, oigamos la llamada del Señor:

Himno/ Canto

Desde el principio del himno o del canto, realizado a la manera de Taizé o Iona, se aconseja, para la entrada de la asamblea en el siguiente tiempo de silencio, llevar por ejemplo una gran cruz y colocarla en el suelo. Cuatro jóvenes depositan esta cruz. Se colocan en torno ella y ruegan en silencio.

El canto se detiene pronto para dar paso a las palabras de introducción al silencio.

(Es posible también el silencio de la asamblea con una actuación al órgano).

Introducción al silencio

O: Hagamos silencio ante Dios... hagamos silencio en nosotros mismos... nos abrimos al silencio de nuestros hermanos y hermanas que viven en el sufrimiento: ¿"Un miembro sufre? Todos los miembros sufren con él "(1 Co 12, 26).           

Que este silencio de comunión con los que su voz no se oye, ya sea porque se callen, o porque se les hace callar, abra nuestros oídos. No siguen siendo sordos. Oigamos la llamada de Cristo. Nos enseña a dejarnos afectar, como él, por el sufrimiento del otro. Nos remite a nuestra responsabilidad común de cristianos de todas las denominaciones ante estos sufrimientos.

Tres minutos de silencio

Himno/ canto

Un solista reanuda el mismo canto de introducción al silencio, cada vez más fuerte, asociándose al canto toda la asamblea.

Oración

O: Oh Dios, que te sientas en tu esplendor celestial,
por la revelación de tu Palabra, Jesucristo,
salida del seno de tu silencio y ocultado al Príncipe de este mundo, has roto el silencio.

Abre nuestros ojos para que podamos ver a Jesús, la estrella que disipa nuestras tinieblas.

Abre nuestros oídos para que podamos hacer resonar las voces envueltas en el silencio de los millones de los que su voz se obstruye por las pruebas y los sufrimientos de este mundo transitorio.

Abre nuestros corazones para que sepamos responder al dolor de las personas enfermas entre nosotros, como esta mujer de Betania que extiende el perfume sobre la cabeza de Jesús, como un cierto Simón de Cirene que, sin recriminar, llevó la cruz de tu Hijo, reducido al silencio por los que lo acosaban.

Aquí reunidos, rompemos el silencio con las palabras de la oración que Jesús nosotros enseñó:

Padre nuestro (cada uno en su propia lengua)

Palabra de Dios

1 Samuel 1,1-18. Ana, en su pena excesiva.
(Leído por cuatro personas, una para el relato, otra para las palabras de Elqana, otra para las palabras de Ana y otra para las de Elí)

Salmo 28,1-2; 6-9. Señor... mi roca, no seas sordo...
(Leído por una persona joven)

1 Corintios 12, 12-29. Si un miembro sufre, todos comparten su sufrimiento.

Mc 7, 31-37. Cristo hace oír a los sordos y hablar a los mudos
(Los niños y jóvenes presentes pueden imitar Mc 7, 31-37. Esta escena de curación puede ser también objeto de una danza.)

Predicación

Confesión de fe

Símbolo Niceno-constantinopolitano u otra confesión de fe en uso

Confesión de los pecados - Perdón - Signo de la paz

O: Dios está más dispuesto a perdonar nuestros pecados que nosotros a confesarlos.

Presentémonos ante Dios para confesarle el peso de nuestros pecados: ¿Jesús no prometió dar el descanso a los que están agobiados por el peso de la carga?

Confiémosle también nuestro sufrimiento de ver la falta de las Iglesias aún insuficientemente unidas para poder ayudar a los débiles, a los pequeños y a aquellos sin voz, tan amados del corazón de su Hijo Jesús:

"Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me alojasteis; estaba desnudo y me vestisteis ; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme” (Mt 25, 35-36)

Algunos grupos de personas pueden llevar sucesivamente objetos, imágenes, dibujos o fotografías que mencionan situaciones donde miembros de comunidades cristianas locales —sin distinción de denominaciones— han sido silenciados en la indiferencia, o no llegaron a hablar con una misma voz o actuar juntos, por ejemplo en el caso de mujeres pegadas, de niños maltratados, de huérfanos del Sida, etc. (como lo puso de relieve en su propio contexto el grupo ecuménico de Sudáfrica que propone el tema de la oración de este año).

(Tiempo de silencio suficiente entre cada grupo)

O: Dios de misericordia,
en tu Hijo tú nos ofreces el perdón sin condiciones para los pecados que confesamos de verdad
Concédenos tu perdón para los pecados manifiestos a tus ojos, como para los que no tenemos el valor de mirar de frente.
Cuando, por nuestros actos, rechazamos tu voluntad;
Cuando, desinteresándonos de los demás, retiramos la esperanza;
Cuando, por indiferencia respecto de tu ley o por debilidad, no hemos respondido personalmente o comunitariamente. Te pedimos que nos atiendas en tu misericordia, repares nuestras vidas rotas y aceleres la hora de la plena comunión entre nosotros, en nombre del amor de Jesucristo. Amén.

"Si alguno peca, tenemos ante el Padre un abogado, Jesucristo, el Justo" (1 Jn 2,1) y “os han sido perdonados vuestros pecados en su nombre (1 Jn 2,12).

O: Acabamos de acoger el perdón de nuestros pecados que nos obtiene la paz, dándonos los unos a los otros esta paz de Cristo.

La paz de Cristo esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

Música mientras los miembros de la asamblea se dan mutuamente la paz.

Intercesiones

O: Dios de la gracia, creador nuestro, Dios de misericordia, nuestro redentor, Dios compasivo, nuestra ayuda, tú que sabes que tenemos necesidad antes de que te pidamos, te alabamos por la creación, por la redención y por tu incesante solicitud para con nosotros.

Curados nosotros mismos, curadas nuestras Iglesias de su sordera, que percibimos más claramente juntos el sonido de tu voz en el silencio de los pobres y de los enfermos.

Te pedimos por tu Iglesia todavía dividida que se extiende por el mundo y está encargada de anunciar a Cristo, Luz de las naciones.

Alienta en nosotros el deseo de trabajar sin descanso por la unidad de los cristianos, y que nada venga a obstaculizar nuestra búsqueda de esta unidad por la que Cristo oró.

Así como no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios Padre, sino que se despojó de sí mismo, concédenos que no se retrasen nuestros pasos en nuestro caminar común hacia la plena comunión.

L 1: Dios creador nuestro, tú nos has creado para ti en tu amor, y nuestros corazones no tendrán respiro hasta descansar en ti.

A: Danos la seguridad de que nada nos apartará de tu amor.

L 2: Dios pastor nuestro, tú nos has llamado de las tinieblas a tu luz admirable. Haznos brillar como niños de luz.

A: Brille, Señor, brille. Brille en nuestras vidas

L 3: Dios Padre nuestro, tú que tienes un cuidado infinito de cada uno de nosotros, atiende las necesidades de los otros.

A: Enséñanos en tu bondad a tomar en nuestros brazos a los otros como tú mismo has tomado en tus brazos a Jesucristo y consolida nuestro testimonio común de cristianos a favor de la justicia, la caridad fraterna y el perdón.

L 4: Jesús, Palabra del Padre, tú que rompes toda forma de silencio culpable.

A: Danos el valor de sostener a todos los que, en nuestras comunidades aquí reunidas, hacen oír en tu nombre la voz de los sin voz; que un verdadero ecumenismo de la vida alivie el desamparo y la soledad allí donde prevalece la muerte precoz.

L 5: Jesús, amigo de los pobres y extranjeros, tú has tendido la mano para dar tu gracia y tu salvación a los que están lejos.

A: Da a todos los que se sienten extranjeros encontrar el consuelo y percibir tu presencia en nuestras comunidades de fe.

L 6: Jesús, enviado del Padre, tú has llamado a tus discípulos para que fueran mensajeros unidos en el anuncio del Evangelio y ser instrumentos de transformación de este mundo.

A: Ayúdanos: que la perspectiva de un mundo transformado avive  la imaginación de todos los creyentes.

L 7: Espíritu Santo vivificador, que podamos vivir continuamente de tu poder vivificante.

A: Por tu presencia entre nosotros, danos la fuerza a los que no tienen y concédenos dar la palabra a los que están privados de ella.

L 8: Espíritu Santo, tú que eres vínculo de la unidad, concede a los dirigentes de nuestras comunidades de fe un celo inquebrantable en sus esfuerzos por la unidad.

A: Escucha nuestras oraciones, abre nuevos caminos de unidad para tu Iglesia.

L 9: Espíritu Santo, tú que nos conduces a la verdad plena y rectificas lo que es falso, alienta a todos los que ejercen funciones de gobierno.

A: Concédenos la voluntad de velar por las necesidades de los pobres, de los pequeños y de los débiles sin voz, para que tengan prioridad y guárdales de toda tentación, para que su integridad moral esté preservada de la corrupción.

L 10: Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tú que eres uno en tres personas.

A: Permanece con nosotros para abatir los muros que nos separan, y reúnenos en Cristo por el vínculo del Espíritu.

O: Dios de amor, tú que ves todo, que eres misericordioso, cuya bondad supera toda medida; tú que, rompiendo el silencio, te acercas a nosotros antes que nosotros nos volvamos a ti, mostrando así tu amor por nosotros en Jesucristo, tu único Hijo, nacido de la Virgen María, hacemos llegar hasta ti nuestras oraciones.

Estás presente en cada uno de los miembros de la humanidad.

Mira benignamente a nuestras Iglesias, que llamas a manifestar juntas todos los días de la vida el amor misericordioso y compasivo de tu Hijo Jesucristo, Dios con nosotros por los siglos de los siglos.

A: Amén.

Canto

Elegir preferiblemente el Magnificat o el canto de las bienaventuranzas en razón del tema: Dios ensalza y colma de bendición a los humildes y silenciosos.

Tiempo de testimonio, de oración de bendición y consuelo

Pueden ofrecerse aquí testimonios de personas o grupos, especialmente ecuménicos, empeñados en acciones de solidaridad, como la lucha contra la pandemia del Sida, la violencia contra las mujeres y los niños, la desnutrición, etc.

O: "Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más humildes, conmigo lo hicisteis” (Mt 25," 40).

"Venid a mi todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28).

Queridos amigos, estas palabras del Cristo van dirigidas a cada uno y a cada una. En efecto, en el centro de nuestros compromisos, incluidos nuestros compromisos ecuménicos, como en el sufrimiento de la enfermedad, soledad y desaliento para muchos de entre nosotros, Cristo está cerca. Nos sostiene en la debilidad. Es para nosotros consuelo y bendición.

Los representantes o ministros de Iglesias presentes se colocan ante la asamblea para la oración y el gesto de bendición.

Te bendecimos, Señor Dios nuestro, por el amor que nos has manifestado en Jesucristo, nuestro Señor.

En él, que nos ha amado, vencemos más el desamparo, la angustia, la persecución, el hambre, la pobreza, el peligro, la espada.

En el silencio del abandono y de la soledad, de la enfermedad y de la muerte, danos las riquezas de tu bendición.

Que sea más firme nuestra fidelidad de servirte en nuestros hermanos y hermanas; que más profunda sea nuestra alegría de cumplir tu voluntad.

Te bendecimos y te glorificamos, porque tú escuchas el silencio de nuestros corazones; tú actúas en nosotros con poder, curándonos y dándonos el hablar en el nombre de Jesús, tu Hijo.

Envíanos al mundo para realizar tu obra y abatir los muros de silencio que separan a los grupos humanos.

Danos testimoniarte siempre, único Señor nuestro, en la unidad "de una única fe y un único bautismo".

Y que podamos crecer en la gracia y en la paz de Dios que excede toda inteligencia, para que tu nombre sea glorificado. Amén

(Véase propuesta alternativa siguiente)

Bendición final

O: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, esté siempre con vosotros.

R/ Y con tu espíritu.

Palabras y gesto de envío

Como signo de la bendición de Dios, del consuelo de su palabra y de su presencia, en el momento de la dispersión de la asamblea hay posibilidad de que cada participante reciba un poco de perfume en las manos para transmitirlo con otras personas, tradición de las Iglesias ortodoxas.

La recogida de las ofrendas puede hacerse después de la celebración. Se dedicarán a una acción destinada a responder concretamente a las necesidades de los que son reducidos al silencio.

Propuesta alternativa

En lugar del momento de testimonios, bendición y consuelo, las asambleas pueden preferir la siguiente propuesta, que consiste en orar sobre cada persona que se presentará.

El oficiante invita a los representantes de las denominaciones presentes (elegidos antes de la celebración y a quienes se les explicó) a venir a sus lados para rezar sobre las personas que desean la ayuda de la oración de sus hermanos y de sus hermanas.

Proclamación de Rm 8, 31-39 a partir de "si Dios está con nosotros...".

O: Hermanos y hermanas, en efecto "nada puede separarnos del amor de Dios manifestado en Jesucristo". Por ello, si hay entre nosotros quienes experimentan especialmente el peso de la carga de la enfermedad, del sentimiento de estar abandonados o incomprendidos en el sufrimiento o la soledad hasta el punto de no encontrar la paz, pueden avanzar para confiar su sufrimiento y para que se ore sobre ellos, si lo desean.

Podemos también avanzar la intención de los amigos y conocidos afectados por el sufrimiento, enfermos o desalentados.

Durante este tiempo, rezamos todos juntos para que el consuelo de Cristo se manifieste a estos hermanos y hermanas

Estas personas avanzan - Fondo musical durante este tiempo.

Los que han sido designados son acogidos fraternalmente, les escuchan y oran por ellos, y con ellos hacen por ejemplo el gesto de poner la mano sobre su hombro.

Día primero

Al principio ya existía la Palabra
"Y dijo Dios...." (Gn 1)

Gn 1,2 - 2, 4:              Por su palabra, Dios crea el universo

Sal 104, 1-9:               El Señor organiza toda la creación

Ap 21, l-5:                   Dios hace nuevas todas las cosas

Jn 1, 1-5:                     Al principio ya existía la Palabra

Comentario

Al principio ya existía la Palabra... En este primer día de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos, queremos contemplar la obra del Creador. En el silencio de los abismos —nos dice el Génesis—, Dios crea el mundo por su Palabra. "Y dijo Dios...". Al principio de los principios, cuando solo había caos y confusión, la Palabra de Dios viene a romper el silencio para asignar a cada criatura su justo lugar. En la cumbre de la creación, Dios crea una única humanidad, a la imagen de su unicidad.

El grupo que ha preparado el proyecto de esta Semana de oración por la Unidad de los Cristianos es originario de Sudáfrica. Sus miembros trataron cómo la epidemia del Sida puede lanzar vidas humanas al desamparo. A menudo, también nosotros, tenemos la impresión que nuestro mundo es caótico: cuando los elementos naturales vienen a absorberlo todo, cuando la guerra nos sumerge en el pavor, cuando la enfermedad o el luto nos hunde en un gran abismo...

"Y dijo Dios...". Ante tantos sufrimientos, todos los cristianos quieren creer que la obra del Creador continúa todavía. A pesar de sus divisiones, es una misma esperanza que vive en el corazón de todos los discípulos del Cristo: la Palabra de Dios sigue creando el mundo hoy, arrancándolo de la nada y del absurdo, manteniendo la humanidad en la unidad. Más que nunca, los cristianos de todas las confesiones tienen necesidad de oír esta promesa: he aquí, hago todas nuevas cosas, no habrá ya ni luto, ni sufrimiento.

El caos en el que vivimos puede ser paralizante. Con todo, hombres y mujeres de nuestra tierra no quieren resignarse al desaliento. Por ello en Sudáfrica, un grupo de mujeres (Kopanang), afectadas por el Sida, se reúne para realizar espléndidos tejidos. Sus creaciones permiten vivir a su familia. Nosotros también, creados a la imagen de Dios, podemos —a nuestra medida— hacer surgir la belleza allí donde reina el caos.

Oración

Dios Creador nuestro, contemplamos el esplendor de tu creación. Tu Palabra ha creado el universo. Te suplicamos, cuando nuestra vida cae en ruinas, que renueves tus maravillas. A pesar del escándalo de nuestras divisiones, podemos implorarte con una misma voz: que tu Palabra no deje de hacer nuevas todas las cosas en el corazón de nuestras vidas heridas. Danos el valor de ser nosotros también artesanos de la creación. Haz que la unidad que buscamos para nuestras Iglesias esté verdaderamente al servicio de la unidad de toda la familia humana. Te pedimos. Amén.

Día segundo

La palabra del Cristo nos salva
"Hace oír a los sordos y hablar los mudos" (Mc 7,31-37)

Is 50, 4-5:                               Dios me dio una lengua... para que sepa aliviar al débil

Sal 34 (33), 1-16:                   Bendeciré al Señor en todo momento

Col 1,11-20:                           Jesús es la imagen de Dios invisible

Mc 7, 31-37:                          Jesús hace oír los sordos y hablar los mudos.

Comentario

Intentaré medir el precio del don recibido del Señor Dios. Recibió el poder de una palabra que puede aliviar al débil y al que tiene el corazón destrozado. Para eso, necesita oídos para oír y aprender como un discípulo. Puesto que el Señor Dios lo llama, no puede darse media vuelta.

San Pablo comprende que la Palabra definitiva se pronunció en Jesucristo. Nos presenta a la humanidad en la unidad de sus relaciones con el Hijo de Dios, imagen de Dios invisible, a semejanza de quien hemos sido creados. Dios nos sacó del poder de las tinieblas y nos hizo pasar al reino de su Hijo en quien tenemos la liberación y el perdón de los pecados. Por nuestro bautismo en Cristo, estamos unidos a él y Jesús reconcilia todas las cosas con Dios. Por la sangre de su cruz, tenemos acceso a la paz eterna.

El paso del Evangelio muestra cómo el poder de Jesús permite al sordo oír su palabra salvadora y proclamarla después a los otros. Curiosamente, Jesús recomienda a la muchedumbre no hablar a nadie. Pero como toda buena noticia, no puede guardarse para sí. Los que estaban presentes se convirtieron en testigos del poder salvador del Mesías de Dios. No es solo curada la persona que declara la bondad del Señor, sino también todos los que fueron testigos de este milagro.

En el contexto de Sudáfrica como en el Evangelio, toda persona tocada por el Señor es finalmente libre para hablar de su condición. En cambio, eso permite a la Iglesia ayudar y animar también a otras personas a hacer lo mismo. Eso suelta muchas lenguas y abre muchos oídos. Mucha gente que sufre del silencio que rodea los temas tabúes, como la violencia de la que son objeto mujeres y niños, los crímenes en la sociedad y el Sida, se animan a romper el silencio. Eso permite a otras personas ayudar a los que tienen gran necesidad. Así pues, vemos cómo Dios abre los oídos y desatar las lenguas para comprender y proclamar la palabra salvadora del Cristo. Nuestra fe común celebrada en el bautismo nos hace capaces para proclamar juntos la compasión de Cristo. A pesar del sufrimiento, vamos acercándonos aún más a Cristo, ya que reconocemos que todo se reconcilia y se reúne en Cristo. Eso se afianza en el reconocimiento del único bautismo y en el deber que resulta de glorificar a Dios y su obra.

Oración

Dios compasivo, en Jesús tú has pronunciado la Palabra que nos salva. Por su intercesión, te pedimos que nuestros oídos estén abiertos a los gritos de quienes son víctimas de la conspiración del silencio. Que Jesús desate nuestras lenguas para que juntos podamos proclamar el poder de su amor que sana a todos los que sufren en silencio. Afiánzanos por la gracia de nuestro bautismo común para que la unidad que tenemos en Cristo sea nuestra fuerza para llevar esperanza a los que desesperan; que juntos proclamemos nuestra liberación en Cristo, nuestro Señor. Amén.

Día tercero

El Espíritu nos da la Palabra
“El Espíritu dará testimonio de mí” (
Jn 15,26)

Joel 3, 1-2:                              Extenderé mi Espíritu sobre toda carne

Sal 104 (103):                         Tu renuevas la faz de la tierra

1 Cor 12,1-4,12-13:                Nadie puede decir "Jesús es Señor" si no es por el Espíritu  Santo

Jn 15,26-27; 16,12-13:            El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí

Comentario

Somos uno en el Espíritu. Todos nosotros hemos bebido de un único Espíritu. ¿Es un único Espíritu en el que hemos sido bautizados en un único cuerpo? Es el Espíritu Santo quien habla y nos da la energía vital, la fuerza interior para hablar, para anunciar y proclamar juntos la Buena Noticia del Reino de Dios.

Deseamos vivir la vida del Espíritu, como comunidad en camino hacia la unidad. Si vivimos según el Espíritu, deseamos lo que quiere el Espíritu. Y el deseo del Espíritu es la vida y la paz.

El Espíritu Santo nos hace actuar. Deseamos romper las distintas formas de silencio que nos obstaculizan y paralizan: situaciones caóticas, rupturas humanas, todo lo que hiere la dignidad de las personas y de los pueblos. ¿Cómo liberar la palabra? ¿Dónde encontrar la fuerza para sembrar una palabra de vida, de esperanza, de apertura? ¿Cómo retirarnos de todo lo que nos encierra y nos inmoviliza?

El Espíritu que se extiende sobre toda carne nos impulsa a profetizar. Es el Espíritu que nos recrea renovando la faz de la tierra. Es el Espíritu que nos hace gritar  "Jesús es Señor". Es el Espíritu quien da testimonio del Señor y que nos vuelve capaces de hacernos testigos llenos de valor. Es el Espíritu que Dios envía a nosotros corazones, que nos hace proclamar "Abba, Padre" y nos hace así tomar conciencia de nuestra identidad profunda: no somos ya esclavos sino hijos e hijas de Dios.

Cuando los niños y los jóvenes de la Escuela secundaria COMTEC de Umlazi (Sudáfrica) se reúnen para una celebración ecuménica (cf Introducción al tema), cuando invocan juntos al Espíritu-Santo, una nueva esperanza nace para el mundo entero. Es el Espíritu quien impulsa a estos jóvenes a no ahogar en el silencio y en la desesperación las grandes dificultades de los suyos: vida familiar, desempleo, criminalidad, enfermedad. Alaban a Cristo y se ponen a su disposición. Se comprometen con generosidad al servicio de sus hermanos y hermanas. Son portadores de la alegría, de la paz, de la unidad en el Espíritu. En nuestro camino ecuménico, estos jóvenes de Umlazi son signos de esperanza y de unidad en el Espíritu Santo.

Oración

¡Ven, Espíritu Santo! Danos discernir en nuestro camino hacia la unidad, el don de tu presencia. Danos la fuerza interior para convertirnos en instrumentos de alegría y de esperanza para el mundo. Que tu inspiración nos mantenga unidos. Que tu voz nos dé la palabra conveniente para confesar juntos a nuestro Dios y Señor, y romper el silencio que destruye. Espíritu de vida y amor, renuévanos en la unidad. Amén.

Día cuarto

El silencio de los olvidados y los gritos de los que sufren
“Si un miembro sufre, todos los miembros comparten su sufrimiento "(
1 Co 12,26)

Ex 3, 7-10:                              Dios oyó los gritos de los oprimidos

Sal 28 (27), 1-8:                      Señor, no te quedes mudo

1 Co 12, 19-26:                       Muchos miembros pero un solo cuerpo en Cristo

Mc 15, 33-41:                         Jesús gritó con fuerte voz: Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Comentario

El mundo en el que vivimos es un mundo de gran sufrimiento. Casi a diario, la televisión difunde imágenes dramáticas y los periódicos nos narran terribles catástrofes que se abaten sobre las poblaciones. Pero a menudo no se reconocen las pruebas aguantadas por numerosas personas. Se olvida a toda esta gente. Se podría creer que sufren en silencio, pero eso es falso. Este silencio es más bien la prueba de nuestra ignorancia y nuestro egoísmo.

Dios oye lo que a menudo no queremos oír. Oye los gritos de los que sufren y ve su opresión. No lo ignora (Ex 3). En la lectura del relato de la salida de Egipto del pueblo de Israel, los habitantes de Sudáfrica se acuerdan de su propia liberación del apartheid. Incluso si se reducían sistemáticamente al silencio, resonaban sus llamadas a la libertad y a la justicia; soportaron grandes sufrimientos y esperaron mucho tiempo antes de poder encontrar la libertad.

Hoy en África, son numerosas las víctimas de la pandemia del Sida.  Ninguna guerra en el mundo ha sido tan fatal. Pero eso interesa bien poco a la gente, en particular a la sociedad occidental. Un muro de silencio divide al mundo. El Salmo 28 nos muestra a la persona que sufre, que grita al Señor. En la miseria y la esperanza, se vuelve hacia Dios. Ella ruega y aguarda la esperanza de que Dios lo verá, ya que otros no ven su dolor. Juntos creemos que Dios comparte las dificultades y los temores de los que sufren. El grito de Cristo en la cruz es la señal más elocuente (Mc 15). Dios no está lejos pero está en el corazón de nuestros sufrimientos.

Formamos un solo cuerpo en el Cristo compasivo. La miseria de algunos miembros no les afecta sólo, sino a todos. No podemos ignorar los gritos de los enfermos o pedirles callarse al decirles que Dios los juzga. Si Pablo tiene razón cuando dice: "Si un miembro sufre, todos los miembros comparten su sufrimiento "(1 Co 12), entonces podemos afirmar que "toda la Iglesia tiene el Sida". Estamos vinculados los unos a los otros en un único cuerpo, el de Cristo. Juntos, debemos tomar cuidar de los abandonados y de los ignorados. Ante el gran reto del Sida, necesitamos una Iglesia unida y no dividida. Necesitamos una Iglesia donde todos cooperan y construyan una comunidad de compasión y de fe como cuerpo de Cristo; una comunidad que rompe el silencio de los olvidados y oye los gritos de todos los que sufren.

Oración

Dios eterno, tú eres la esperanza de los abandonados por nuestro mundo. Tú oyes el grito de los corazones heridos y la voz de las almas desesperadas. Enséñanos, por el poder de tu Espíritu, a oír con tus oídos y en silencio saber percibir la voz de los que sufren y esperan. Como miembros del único cuerpo del Cristo, haz que siempre seamos más una comunión de compasión y una signo profético de la encarnación de tu gracia y de tu justicia. Amén.

Día quinto

Dios juzga nuestro silencio
"Cada vez que no lo hicieron al uno de los más pequeños" (
Mt 25,45)

Miq 6, 6-8:                             ¿Qué espera de nosotros el Señor?

Sal 31 (30), 1-5:                     Dios, refugio y fiel salvador

1 Pe 4,17:                               El juicio comienza por la casa de Dios

Mt 25, 31-46(41-46):             También conmigo dejasteis de hacerlo

Comentario

Los que sufren en silencio —porque no tienen voz o fueron privados— encuentran refugio y esperanza en Dios que es fiel en ayudarlos. Con razón buscan ayuda, no solamente ante Dios sino ante sus servidores, y en particular ante los cristianos y las Iglesias. Estos últimos están llamados a expresar en nombre de los que no pueden tomar la palabra o no lo hacen, y ayudar a los que para hablarles: el Señor exige de nosotros que trabajemos sobre todo en favor de la justicia. A pesar de eso, las esperanzas de los que sufren tienen por respuesta nuestro silencio. Los cristianos y las Iglesias no se pronuncian siempre o no trabajan siempre como deberían para ayudar a tomar la palabra a los que están sin voz. Estamos llamados a servir a los otros, hasta el más pequeño y con todo, a menudo faltamos a nuestro deber. Incluso sabiendo que Jesús está presente en los más pequeños, no siempre estamos dispuestos a ayudar como deberíamos.

Sabemos que es el tiempo de comenzar el juicio por la casa de Dios. Nuestras acciones se comparan con lo que debemos cumplir, y toda divergencia es inmediatamente visible: mientras nosotros guardamos silencio y no damos posibilidad de expresarse a los que están sin fuerza, Dios nos juzga. No obstante, el juicio divino no tiene por objeto condenarnos sino conducirnos a una nueva vida. La confesión nos libera: reconociendo que nuestro silencio se hace cómplice de los sufrimientos de los otros, podemos entonces hablar en su nombre y darles los medios para tomar la palabra.

Como cristianos e Iglesias —donde nos encontramos—, tenemos el deber de preguntarnos si no guardamos demasiado silencio cuando se trata de responder a algunas cuestiones:

Son cuestiones que preocupan, pero juntos, conseguiremos romper el silencio y así daremos prueba de nuestra unidad al servicio de los que sufren.

Oración

Dios, refugio y salvador nuestro, oye la palabra de los que están sin voz; abre sus bocas para que puedan hablar y concede finalmente justicia y la curación, la alegría y la paz. Abre nuestros oídos para que escuchemos los gritos de los que sufren; abre nuestros labios para que podamos hablar en su nombre; y abre nuestros corazones para que nos comprometamos en que otros tengan la posibilidad de expresarse. Amén.

Día sexto

Encontrar la fuerza de hablar
«Entonces la mujer, asustada y temblorosa... le contó toda la verdad» (
Mc 5, 33)

Jue 6,11-16:                                        Yo estaré contigo

Sal 50 (49), -15:                                  Invócame

Hch 5,26-32:                                       Obedecer a Dios

Mc 5,24-34:                                        Decir toda la verdad

Comentario

Hay temas que se supone no abordar: en particular los del sexo, el dinero y la religión. La actitud de Jesús hacia la mujer que sufría de hemorragias era a la vez innovadora e inaudita. La fe y la confianza en Jesús la impulsaron a acercarse a él con la seguridad de que le aportaría la curación. Jesús, cuando ella toca su vestido, siente que una fuerza salió de él mientras que la mujer se ve curada, encuentra la fuerza de hablar, y termina finalmente su historia hecha de largos sufrimientos silenciosos. En efecto, sólo después de que haya referido su experiencia, Jesús la dijo: estás curada.

Esta situación presenta semejanzas con lo que viven numerosos pastores de Sudáfrica: deseando ofrecer un acompañamiento a los enfermos de Sida, están impedidos por la conspiración del silencio y la vergüenza. Cuando los que se contaminan o están afectados de una manera o de otra por la enfermedad están dispuestos a contar su experiencia por las palabras y los gestos de curación, las personas pueden ser ayudadas. Un proverbio zouiou afirma que guardar un secreto en el mayor silencio es como sentarse sobre un escorpión. El deber y el reto de las Iglesias es saber ofrecer a las personas contaminadas un medio ambiente en el cual se sientan seguras para hablar.

Las mismas Iglesias pueden hablar de algunos temas que, por una razón u otra, son difíciles a abordar; para salir del contexto sudafricano, temas como la guerra y la paz, el capitalismo mundial y sus efectos destructivos, la tragedia de los solicitantes de asilo o los malos tratamientos ocasionados a los niños. Para la Iglesia, esto no pude ser una alternativa, ya que ésta es su verdadera razón de ser. Dios pide a la Iglesia proclamar su Palabra en el mundo, llevar la Buena Noticia a los que están en la necesidad; por lo tanto, las Iglesias no pueden guardar silencio cuando fuerzas exteriores son un obstáculo a la encarnación de la Palabra de Dios. Con todo, sucede que las mismas Iglesias impiden esta encarnación por sus divisiones y su desunión. La Palabra que se confió a las Iglesias es una y sólo hablando con una misma voz y actuando con la misma solicitud darán prueba realmente y de manera creíble a esta Palabra. Las Iglesias deben estar dispuestas por lo tanto a expresar su vergüenza ante sus propias divisiones. La curación no será posible si no conseguimos hablar de la dolorosa verdad de nuestra desunión.

Oración

Dios creador, por tu palabra se hizo un mundo bueno; tu Hijo resucitado intercede en nuestro favor; tu Espíritu nos guía hacia la verdad plena. Perdónanos por todas las veces en que nuestro silencio afectó al mundo que creaste, obstaculizó la realización de la obra de Cristo y ofuscó la verdad. Danos el valor, como personas y como Iglesias, para proclamar a una sola voz la verdad en el amor, encarnar tu compasión por todos los que sufren y extender la Buena Noticia de tu Evangelio por todo el mundo, en nombre del que es tu Palabra encarnada por nosotros, nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Día séptimo

Abandono
"Mi salvación está lejos" (
Sal 22, 1)

Is 53, 1-5:                                Llevó nuestros sufrimientos, soportó nuestros dolores

Sal 22,1-5:                               Abandono

Rom 8,35-36:                          ¿Separados del amor del Cristo?

Mt 27,57-61:                           El amor hasta la muerte

Comentario

El grito de abandono de Jesús en la cruz es eco de las palabras del salmista: "Por qué me has abandonado... no te quedes lejos". El sufriente servidor debe aguantar la vergüenza de ser ejecutado como un criminal ordinario. Viene a continuación el silencio total de la muerte y de la tumba, cerrada con la ayuda de una gran piedra, y María Magdalena y la otra María siguen callando, sin voz, ante el sepulcro.

Hay momentos en nuestra vida donde el sufrimiento supera toda medida, donde ninguna palabra, ningún grito, ninguna lágrima, ningún gesto pueden expresar nuestro dolor. Es como si estuviéramos allí con las mujeres cerca de la tumba, viendo desaparecer todo lo que nos había gustado y esperado.

Los cementerios de los townships y las zonas rurales en Sudáfrica se llenan con esperanzas rotas y con dolores inexpresables. Familias que hasta ahora solo tenían una tumba que visitar, tienen en adelante nueve. Dada la falta de espacio en los cementerios, se entierra a las personas con los miembros de su familia y los miembros del clero celebran frecuentemente entierros de varias personas al mismo tiempo. Hasta allí los padres y madres preveían su futuro en torno a una familia numerosa. En la actualidad, en innumerables casos, los niños tienen ante ellos un futuro sin padres. La muerte puede reducir al silencio comunidades enteras.

Sin embargo, por su sufrimiento Cristo nos ha salvado. Llevó el dolor de toda la humanidad y por su muerte, perdonó todos nuestros pecados. Ha estado en la cruz para atraer hacia él a todos los hombres y mujeres. En su sufrimiento y su desasosiego sobre la cruz, tuvo verdaderamente la experiencia del dolor humano más oscuro y más espantoso. Cuanto más nos acercamos a la cruz del Cristo, más nos acercamos los unos de los otros. Cristo dio su vida por todos los hombres de la tierra y reconociendo que todos somos beneficiarios a partes iguales de su obra de salvación, descubrimos en eso nuestra unidad ya dada. La vida de la Iglesia debe ser la expresión de esta unidad que es nuestra deuda hacia él.

Oración

Señor, tu que nos das la vida, tú que nos guardas en vida, te agradecemos que nos conozcas y comprendas nuestro sufrimiento. Por Cristo, tú has cargado sobre ti nuestras enfermedades, y por sus heridas nos has curado. Concédenos fe y valor cuando nos abatimos. Ante los grandes sufrimientos como el Sida, el cáncer, la malaria y los traumatismos de la guerra, aleja de nosotros toda desesperación. Cuando el sufrimiento obscurece el sentido de la vida, haz que nos volvamos hacia Cristo que sufrió, pero venció a la muerte e hizo de nosotros un pueblo rescatado. En su nombre te lo pedimos. Amén.

Día octavo

Resurrección - glorificación
"Que toda lengua proclame que Jesucristo es Señor" (
Flp 2,11)

Ez 37,1-14:                  El Señor os sacará de vuestras tumbas

Sal 150:                        Que todo viviente alabe al Señor

Rom 8,31-39:               Jesucristo ha muerto, más aún, ha resucitado... e intercede por nosotros!

Lc 24,44-52:                Los Apóstoles estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios

Comentario

Sudáfrica cayó, víctima de la violencia y de la enfermedad. La muerte injusta llama a la puerta de todos los pobres de barrios de chabolas y zonas rurales. Por tanto, todos los domingos cada uno proclama con confianza la resurrección del Señor, a menudo después de haber asistido, el día anterior, a la sepultura de sus difuntos.

Esta determinación de celebrar la resurrección del Señor dirige toda pena y todo dolor a la esperanza. De una tumba viene la glorificación de la victoria de la muerte por la cruz. En la fe del poder de Dios que da vida a lo que está muerto, las Iglesias de Umlazi comienzan a celebrar la Pascua por la noche yendo en procesión hasta los cementerios, a la luz de las velas, proclamando en medio de las tumbas de las personas amadas que «Cristo resucitó». Eso nos recuerda la profecía de Ezequiel de una nueva tierra, donde el Espíritu de Dios pone un aliento en los huesos secos que también son devueltos a la vida. Los cristianos celebran el poder divino que transforma la muerte en vida.

La carta de san Pablo a los Romanos habla de Cristo resucitado sentado a la derecha del Padre de donde se nos anuncia que todo ser humano posee su lugar en Dios, testigo de la mediación divina que ofrece al mundo la reconciliación, el consuelo y el perdón. La confianza en el poder del amor de Dios nos da fuerza para afrontar la muerte y las situaciones que aparentemente nos agobian. Podemos también estar seguros que si nada puede separarnos del amor del Padre, por la gracia de Dios nada puede separarnos unos de otros.

Dios hace brotar la vida de la muerte. Dios susurra una palabra de esperanza al oído de un pueblo luchador que cree, al oído de los que esperan con impaciencia la unidad. Es una esperanza en lo que Dios nos tiene preparado, donde los creyentes son apenas conscientes y que sigue siendo misterioso: la llegada del Reino de Dios. Es la esperanza de que todo el silencio desesperante y que la división constante desaparecerá un día, de modo que cada lengua pueda proclamar a una sola voz la gloria de Dios Padre. Lo que Dios susurra en nuestros oídos permanece misterioso antes de su Reino, pero exige desde ahora que nos comprometamos. La esperanza que sostiene a los creyentes de Sudáfrica y les impide abandonarse a la desesperación deberá darles fuerza para ser solidarios con todos los que sufren. Cada uno de nosotros debe estar dispuesto a convertirse en un instrumento de la misión de Dios con el fin de aportar vida y luz a los que viven en la oscuridad del sufrimiento y la injusticia. Es esta misma esperanza que debe incitar a los cristianos a buscar la unidad a través de un ecumenismo diario y a estar abiertos a toda nueva forma que nos permita expresar juntos la fe que compartimos.

Oración

Te amamos, Señor Dios: delante de la cruz de tu Hijo ofrecida al mundo contemplamos el sufrimiento de una humanidad que implora tu ayuda. Elevamos un himno de victoria que proclame que “por la muerte” ha sido vencida la muerte, y que esta nueva vida inaugurada en la mañana de Pascua nos ofrece la vida y la victoria sobre la muerte y las fuerzas del mal. Amén.

Oración suplementaria
(Publicada bajo la responsabilidad del grupo ecuménico local de Sudáfrica)

Intercesiones para las personas alcanzadas por el SIDA

L:      Oh Dios, Padre nuestro, creador del cielo y la tierra.

C:      Ten piedad de nosotros.

L:      Oh Dios, Hijo, salvador del mundo

C:      Ten piedad de nosotros.

L:       Oh Espíritu Santo de Dios, abogado, guía y consolador

C:      Ten piedad de nosotros.

L:       Oh Trinidad santa, bendecida y gloriosa, tres Personas en un único Dios

C:      Ten piedad de nosotros.

L:    Dios Padre nuestro, escucha nuestra oración por los que están infectados por el Sida, por los que están en peligro de muerte. Concédeles el consuelo de tu presencia, haz que busquen tu rostro, y encuentren la fuerza en ti que eres la fuente de la vida.

C:      Ten piedad de nosotros.

L:     Señor Jesús, escucha nuestra oración por los que acaban exactamente de enterarse de que están infectados por el virus VIH pero que no están aún enfermos. Recuérdeles que tienen aún una vida ante ellos: haz que encuentren en ti la Vida, el Camino y la Verdad.

C:      Jesús, Señor de la vida, escucha nuestra oración.

L:    Espíritu Santo de Dios, escuche nuestras oraciones por los que se ocupan de las personas enfermas de Sida. Concédeles la certeza de la presencia del Padre y el amor de Jesús. Concédeles tu consuelo, dales tu paz.

C:      Espíritu de santidad, escucha nuestra oración.

L:      Padre, te rogamos para que todos oigamos tu llamada en estas circunstancias, una llamada de arrepentimiento, una llamada de ayuda a los otros.

Te rogamos para que todos hagan penitencia por su inmoralidad y modelen su vida sobre los consejos que nos da tu Palabra; ayúdanos para que podamos vivir de manera responsable, no pensando solamente en nosotros sino también en los que están en nuestro entorno.

Te rogamos por los científicos y los médicos que trabajan en la investigación para que encuentren un remedio al Sida.

Te rogamos por tu Iglesia.

Guíanos para que podamos dar tu consuelo a los que tienen necesidad de ayuda. Eleva nuestros corazones de compasión para que los enfermos del Sida tengan la certeza de que la Iglesia los ayudará;

Guíanos para que sepamos cómo ayudar a los que tienen necesidad. Esto te lo pedimos porque tu misericordia por nosotros es inmensa.

C:      Señor de misericordia, escucha nuestra oración.

Todos: Amén.

La situación ecuménica en África del Sur[1]

Esta presentación del contexto ecuménico local se divide en tres partes. Comienza por una reflexión sobre las relaciones ecuménicas en Sudáfrica. La segunda parte se refiere más concretamente al township de Umlazi, cerca de Durban, donde se preparó el proyecto de textos para la Semana de oración de este año; presenta los retos tremendos que sus habitantes deben afrontar. Este texto se concluye por una relación más personal propuesta por los responsables de Iglesias de Umlazi sobre la colaboración y la vitalidad ecuménicas que se encuentra en esta ciudad.

Las Iglesias de Sudáfrica

En la actualidad, en todos los debates que se refieren a la situación económica, la educación o también la teología, hay que hablar en rigor de "antes de 1994" y de "después de 1994". Esta distinción entre el antes y el después de 1994 no es solamente una cuestión de conveniencias. Se trata de una realidad profunda que señala todos los aspectos de la vida en Sudáfrica. El debate eclesiológico no es excepción. Antes de 1994, el objetivo de las Iglesias de Sudáfrica se imponía. La batalla que mantenían para que cesen las leyes injustas, la legislación discriminatoria y las prácticas del apartheid les dejaba bien poco tiempo para comprometerse con otra cosa. Con la supresión de las prohibiciones que bloqueaban la actividad de los movimientos de liberación, la salida de la prisión de nuestros responsables políticos y la elección de un gobierno democrático, las Iglesias de repente se encontraron sin objetivo evidente. Desde entonces, se esforzaron en tener una palabra común.

Aproximadamente, se puede decir que las Iglesias de Sudáfrica se distribuyen en dos grupos principales: las que se fundaron en Europa (la mayoría de las Iglesias protestantes, pero también la Iglesia Católica y, numéricamente mucho más pequeñas, las Iglesias ortodoxas y coptas) y las que nacieron sobre el continente africano. Además de estos dos grandes grupos, existe un grupo más limitado pero más significativo de Iglesias de naturaleza más bien pentecostal y fundadas en los Estados Unidos. A excepción de la Iglesia de Inglaterra en Sudáfrica, de la Iglesia evangélica luterana alemana y de la Unión bautista, las Iglesias de origen europeo son todas miembros del Consejo de las Iglesias sudafricano (SACC). En 2004, la Iglesia reformada holandesa, que aporta un apoyo tanto moral como teológico al gobierno del apartheid, ha pedido públicamente perdón y expresó el deseo de ser admitida en el SACC. Desde la llegada de la democracia en 1994, una serie de Iglesias fundadas en África también se convirtieron en miembros del SACC (a excepción de la Iglesia cristiana sionista y de la Iglesia Shembe, que cuentan con un gran número de fieles).

Una serie de Iglesias miembros del SACC (metodistas, presbiterianas, anglicanas y congregacionalistas unidas) son miembros también de la Comisión para la unidad de las Iglesias. A través de esta comisión, se lograron algunos acuerdos que establecen el pleno reconocimiento del bautismo y de la práctica eucarística, así como el pleno reconocimiento de los ministerios de las Iglesias en cuestión. En cuanto al ministerio episcopal de supervisión, el debate continúa.

Ironía de la suerte, a medida que aumenta el número de Iglesias que participan en el movimiento ecuménico en Sudáfrica, el objetivo común se vuelve más borroso. Esto no significa que no exista un asunto que reclame la atención. El virus del Sida es una cuestión que se refiere a todo el mundo en Sudáfrica, ya que ha afectado a la vida de cada uno. No obstante, se observa que no existe ningún objetivo común en la manera de afrontar esta pandemia. Aunque el desempleo haya alcanzado proporciones enormes, en las Iglesias (como en el partido actualmente en el poder) ningún consenso se ha logrado para afrontar mejor la situación. La violencia a todos los niveles de la vida, y más concretamente cuando son víctimas mujeres y jóvenes, es un problema constante contra el cual las Iglesias deben reaccionar.

Si nuestra descripción se detiene aquí, sería de hecho más oscura. Afortunadamente, esta historia tiene un reverso. Contrariamente a numerosos países desarrollados, la mayor parte de las Iglesias de Sudáfrica gozan de una comunidad extensa y viva. A nivel local, mucho se hace para responder a los problemas de la pobreza, de la salud (en particular de las enfermedades vinculadas al Sida) y de la educación. No se cuentan los ejemplos edificantes y reconfortantes: la parroquia donde se toma cuidado de los enfermos del Sida a su domicilio, el grupo de mujeres que se ocupa de huérfanos después de la clase, las mujeres que tuvieron la idea de crear jardines hortícolas con un objetivo social o de pequeños centros de artesanía. Puede ser este momento el camino para las Iglesias: no hay proyecto a nivel nacional pero las iniciativas locales a pequeña escala, a menudo de tipo ecuménico, hacen del Reino de Dios una realidad que consigue romper el silencio sobre la pobreza, la enfermedad, la violencia y la desesperación.

Los textos de la Semana de oración de este año nos reflejan una situación local profundamente caracterizada por la intensidad de la crisis anteriormente mencionada y por un inmenso valor y una voluntad de colaboración ecuménica para afrontar.

Umlazi, Bhekithemba y sus alrededores

En 1950, el Gobierno del apartheid en Sudáfrica hizo pasar el Group Areas Act que establecía por la dificultad una separación física entre los ciudadanos, creando zonas distintas de residencia para personas de razas diferentes. Más de 3 millones de personas se desplazaron así por la fuerza y se asistió al nacimiento de "townships" en los que se confinaba a la mayoría de la población negra. Se trataba de zonas superpobladas que disponían solo de pobres viviendas, de servicios de salud y educación inadecuados y que ofrecían poco empleo. Umlazi era al inicio uno de estos townships.

La herencia dejada por el apartheid —racismo, desempleo y pobreza— sigue siendo un formidable reto para los habitantes de Umlazi. Con más de un 40% de la población desempleada y la mayor parte de la población en actividad que gana lo justo para alimentar a sus familias, sus habitantes apenas tienen esperanza de poder dejar el township. La población de Umlazi y sus alrededores asciende a 750.000 habitantes y por tanto las infraestructuras están muy poco desarrolladas. No existe en efecto ningún equipamiento de ocios, ni incluso un campo de fútbol o un cine. No hay bastantes centros escolares, ni centros médico-sociales o alojamientos adaptados. Hay que subrayar que los antiguos townships no son las zonas hoy más pobres de Sudáfrica. Estos últimos son más bien regiones rurales poco desarrolladas y los barrios de chabolas -antiguamente llamadas "campos de empleo"- que se encuentran al margen de la mayoría de grandes ciudades del país.

La pobreza y el desempleo constituyen, pues, un terreno abonado para la criminalidad actualmente muy elevada y los problemas de violencia en las familias y las comunidades. Pero el reto actualmente más grande para la población de Umlazi es la pandemia del Sida. Se considera que están afectados más del 50% de los habitantes. Es difícil conocer con exactitud el alcance del contagio, pues un gran número de personas que no hacen prueba. Pero queda claro que tiene un peso aplastante sobre la realidad de hoy. Cada uno, en esta región, está afectado de una manera o de otra por el Sida. Más del 10% de los nacidos están contaminados y muchos de ellos mueren durante sus primeros años. La población entre los 14-40 años ha sido diezmada, numerosos niños están libres ellos mismos y viven en la calle o solos, mientras que otros viven con sus abuelos.

Ninguna persona, familia, Iglesia o comunidad está en condiciones de afrontar los problemas del desempleo, de la pobreza, de la criminalidad, de la violencia de la que son objeto las mujeres y los niños y del Sida. Estas plagas son demasiado grandes para una Iglesia dividida. Ésta es, pues, una situación extremadamente crítica que proporcionó un orden del día para el ecumenismo. Los Zulúes dicen: «¡No se pasa al lado de alguno que está construyendo una casa sin echarle una mano!». El apartheid consiguió hacer caer las barreras entre las Iglesias; actualmente a nivel local, el Sida tiene el mismo efecto.

Las Iglesias de Umlazi y las de otros townships han contribuido a la construcción de centros médico-sociales. También pusieron en marcha programas de asistencia a domicilio formadas del personal voluntario para ocuparse de los enfermos y de aquellos que se morían en su domicilio. Eso implica para estos trabajadores voluntarios, que quieren aportar un cambio en la vida de los que sufren, someterse a un duro trabajo a nivel físico, emocional y espiritual. Otros proyectos se ocupan de los huérfanos y niños con problemas, de la educación de los jóvenes, como la iniciativa "romper el silencio" mencionada en la introducción de los textos de este año. La colaboración entre Iglesias va más allá de estos extensos programas e incluye también la oración y el testimonio común así como otros ejemplos de un ecumenismo de vida, como lo muestra la reflexión de los responsables de Iglesias locales siguientes.

Los responsables de las Iglesias de Umlazi dan prueba de su colaboración ecuménica.

El hecho es que nuestras distintas Iglesias y su clero están al servicio de fieles que son 1) miembros de la misma familia, 2) amigos y colegas, 3) habitantes del mismo barrio y 4) beneficiarios a diario de los servicios de un mismo municipio, de un mismo hospital, y utilizan el mismo cementerio. Así, fiestas/celebraciones, matrimonios, confirmaciones y entierros/misas de réquiem tienen inevitablemente un carácter ecuménico. En realidad, son numerosas las personas que pertenecen a Iglesias diferentes sólo durante las dos horas de celebración dominical.

En los entierros, especialmente frecuentes en la actualidad, las coloristas y diversas vestiduras litúrgicas expresan toda la belleza del arco iris que forma el pueblo de Dios. Uno se da cuenta también que la mayoría de la gente sencilla no conoce la diferencia que existe entre distintas concepciones de la eucaristía y la división eucarística en las distintas Iglesias. Pero comprenden que muchas cosas los unen. Se tiene a veces la impresión que los fieles laicos africanos comprenden y viven más profundamente que el clero y las Iglesias la teología del bautismo como verdadero vínculo familiar.

Los laicos actúan juntos y se encuentran en numerosas ocasiones. Escuchando los medios de comunicación, descubren los carismas del clero de las otras confesiones. Cuando organizan jubilaciones para ellos mismos, no esperan que alguno elija para ellos un director de jubilación. Se sienten autorizados a elegir entre todos los ministros de confesiones presentes. Por ejemplo, recientemente un ministro anglicano de una parroquia ha invitado a un sacerdote católico para acompañarle en su jubilación. Poco después, el ministro anglicano de esta parroquia ha sido invitado a acompañar la jubilación de la parroquia católica. En este caso, son los laicos los que tomaron la iniciativa y los pastores se adaptaron. Es justo que sea así. Las personas matan juntas a los animales, celebran juntos las fiestas, lloran y se alegran juntos. No hay nada mejor que los carismas de una Iglesia o de una parroquia se compartan con otros.

Entre las Iglesias de Umlazi, el intercambio ecuménico de cátedra o altar es extremadamente frecuente, sobre todo entre las Iglesias miembros de la Comisión para la unidad de la Iglesia. Existen otros numerosos ejemplos de Iglesias que se ayudan mutuamente en su ministerio. Por ejemplo, en lo que se refiere a la gestión de las Iglesias y sus esfuerzos para ser autónomos, un ministro/laico anglicano recientemente comenzó a enseñar la gestión en las distintas Iglesias. Visitó muchas comunidades cristianas vecinas de la región, compartiendo con ellas lo que había aprendido. Por otra parte, hay encuentros que tienen lugar entre personas encargadas de ministerios similares. Por ejemplo, los ayudantes de la mesa de comunión de Iglesias diferentes se encuentran cada año, y una de las Iglesias locales ofrece la hospitalidad y una comida en esta ocasión.

Ahora la tradición que celebrar el Viernes Santo es en parte ecuménica. A menudo tiene lugar una procesión en la que una cruz es llevada de una iglesia a otra. En otros lugares, se organiza una celebración ecuménica, después de que los fieles dan la vuelta a sus propias iglesias.

Sentimos que el tiempo en que nuestros hermanos y hermanas adoptaron el apartheid del Dr. Verwoerd y se bautizaron en la fe cristiana ha pasado definitivamente. No razonamos ya en estos términos: "nosotros" y "ellos". Hace años, los católicos acusaban a los anglicanos de herejía; los anglicanos criticaban a los metodistas que a su vez criticaban a los pentecostales que acusaban a católicos y anglicanos de idolatría. Por supuesto, para el mayor placer de Satanás y el dolor de Dios. Estas acusaciones eran un círculo infernal. Afortunadamente este tiempo ha pasado.

Recientemente, en un sermón pronunciado durante una celebración ecuménica, uno de nuestros miembros declaró: "Soy sacerdote anglicano, acepté a Jesús como mi Señor y Salvador. No conozco al rey Enrique VIII. Se me habló de él simplemente en el seminario. No podemos permanecer divididos debido a la historia de Europa que hemos heredado. Perdonadme, conozco a Jesús... ha muerto por mí”. Gracias a Dios, hemos superado las barreras del apartheid y el muro de Berlín cayó. Ahora, crecemos juntos como Iglesias, pretendiendo seguir a Jesús que rogó "para que sean uno".

Semana de oración por la unidad de los cristianos:

Temas (1968-2007)

 

Elaborados desde 1968 por la Comisión "Fe y Constitución" del Consejo Ecuménico
de las Iglesias y por el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.

1968 "Para alabanza de su gloria" (Ef 1,14)

1969 "Llamados a la libertad" (Gal 5,13)
Reunión preparatoria en Roma, Italia)

1970  "Somos colaboradores de Dios" (1 Cor 3,9)
(Reunión preparatoria en el Monasterio de Niederaltaich, República Federal de Alemania)

1971 "... y la comunión del Espíritu Santo" (2 Cor 13,13)
(Reunión preparatoria en Bari, Italia)

1972 "Os doy un mandamiento nuevo" (Jn 13,34)
(Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza)

1973 "Señor, enséñanos a orar" (Lc 11,1)
(Reunión preparatoria en la Abadía de Montserrat, España)

1974 "Que todos confiesen: Jesucristo es el Señor" (Flp 2,1-13)
(Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza. En abril de 1974 se dirigió una carta a las Iglesias miembros, así como a otras partes que estuvieran interesadas en crear grupos locales que pudiesen participar en la preparación del folleto de la Semana de Oración. El primero en comprometerse fue el grupo australiano, que en concreto preparó en 1975 el proyecto inicial del folleto de la Semana de Oración)

1975 La voluntad del Padre: constituir a Cristo en cabeza de todas las cosas" (Ef 1,3-10)
(Proyecto de texto elaborado por un grupo australiano. Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza)

1976 "Ahora somos hijos de Dios" (1 Jn 3,2)
(Proyecto de texto elaborado por la Conferencia de Iglesias del Caribe. Reunión preparatoria en Roma, Italia)

1977 "La esperanza no defrauda" (Rom 5,1-5)
(Proyecto de testo elaborado en el Líbano, en plena guerra civil. Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza)

1978 "Ya no sois extranjeros" (Ef 2,13-22)
(Proyecto de texto elaborado por un grupo ecuménico de Manchester, Inglaterra)

1979 "Poneos unos al servicio de los otros para gloria de Dios" (1 Pe 4,7-11)
(Proyecto de texto elaborado en Argentina. Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza)

1980 "Venga a nosotros tu reino" (Mt 6,10)
(Proyecto de texto elaborado por un grupo ecuménico de Berlín, República Democrática de Alemania. Reunión preparatoria en Milán, Italia)

1981 "Un solo Espíritu, distintos carismas, un solo cuerpo" (1 Cor 12, 3b-13)
(Proyecto de texto elaborado por los Padres de Graymoor, USA. Reunión preparatoria en Ginebra, Suiza)

1982 "¡Qué amables son tus moradas, Señor!" (Sal 84)
(Proyecto de texto elaborado en Kenia. Reunión preparatoria en Milán, Italia)

1983 "Jesucristo, vida del mundo" (1 Jn 1,1-4)
(Proyecto de texto elaborado por un grupo ecuménico de Irlanda. Reunión preparatoria en Celigny-Bossey, Suiza)

1984 "Llamados a la unidad por la cruz de nuestro Señor" (1 Cor 2,2 y Col 1,20)
(Reunión preparatoria en Venecia, Italia)

1985 "De la muerte a la vida con Cristo" (Ef 2,4-7)
(Proyecto de texto elaborado en Jamaica. Reunión preparatoria en Grandchamp, Suiza)

1986 "Seréis mis testigos" (Hch 1,6-8)
(Textos propuestos en Yugoslavia (Eslovenia). Reunión preparatoria en Yugoslavia)

1987 "Unidos en Cristo, una nueva creación" (2 Cor 5,17-6,4a)
(Proyecto de texto elaborado en Inglaterra. Reunión preparatoria en Taizé, Francia)

1988 "El amor de Dios elimina el temor" (1 Jn 4,18)
(Proyecto de texto elaborado en Italia. Reunión preparatoria en Pinerolo, Italia)

1989 "Edificar la comunidad: un solo cuerpo en Cristo" (Rom 12,5-6a)
(Proyecto de texto elaborado en Canadá. Reunión preparatoria en Whaley, Bridge, Inglaterra)

1990 "Que todos sean uno, para que el mundo crea" (Jn 17)
(Proyecto de texto elaborado en España. Reunión preparatoria en Madrid, España)

1991 "Alabad al Señor todas las naciones" (Sal 117; Rom 15,5-13)
(Proyecto de texto elaborado en Alemania. Reunión preparatoria en Rotenburg an der Fulda, República Federal de Alemania)

1992 "Yo estoy con vosotros... por tanto, id" (Mt 28,16-20)
(Proyecto de texto elaborado en Bélgica. Reunión preparatoria en Brujas, Bélgica)

1993 "Llevad los frutos del Espíritu para la unidad de los cristianos (Gal 2,22-23)
(Proyecto de texto elaborado en Zaire. Reunión preparatoria cerca de Zurich, Suiza)

1994 "La casa de Dios: llamados a tener un solo corazón y una sola alma" (Hch 4,32)
(Proyecto de texto elaborado en Irlanda. Reunión preparatoria en Dublín, Irlanda)

1995 "Koinonía: comunión en Dios y entre nosotros" (Jn 15,1-17)
(Reunión preparatoria en Bristol, Inglaterra)

1996 "Mira que estoy a la puerta y llamo" (Ap 3,14-22)
(Proyecto de texto elaborado en Portugal. Reunión preparatoria en Lisboa, Portugal)

1997 "En nombre de Cristo... dejaos reconciliar con Dios" (2 Cor 5,20)
(Proyecto de texto elaborado en Escandinavia. Reunión preparatoria en Estocolmo, Suecia)

1998 "El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad" (Rom 8,14-27)
(Proyecto de texto elaborado en Francia. Reunión preparatoria en París, Francia)

1999 "Él habitará con ellos. Ellos serán su pueblo y el mismo Dios estará con ellos" (Hch 21,1-7)
(Proyecto de texto elaborado en Malasia. Reunión preparatoria en el Monasterio de Bose, Italia)

2000 "Bendito sea Dios que nos ha bendecido en Cristo" (Ef 1,3-14)
(Proyecto de texto elaborado por el Consejo de Iglesias del Medio Oriente. Reunión preparatoria en el Monasterio de La Verna, Italia)
     

2001 "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,1-6)
(Proyecto de texto elaborado en Rumania. Reunión preparatoria en la "Casa de Odihna", Rumania)

2002 "En ti está la fuente de la vida" (Sal 36 [35], 10)
(Proyecto de texto elaborado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y la Conferencia de Iglesias de Europa (CEC). Reunión preparatoria en el Centro ecuménico de Ottmaring (Augsburgo, República Federal de Alemania)

2003 "Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro" (2 Cor 4, 3-18)
(Proyecto de texto elaborado en Argentina. Reunión preparatoria en el Centro ecuménico "Los Rubios" cerca de Málaga (España)

2004 “Mi paz os doy” (Jn 14,27)
(Proyecto de texto elaboradoen Alepo, Siria. Reunión preparatoria en Palermo, Sicilia, Italia)

2005 “Cristo, fundamento único de la Iglesia” (1 Cor 3, 1-23)
(Proyecto de texto elaborado en Eslovaquia. Reunión preparatoria en Piestany, Eslovaquia)

2006 “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)
(Proyecto de texto elaborado en Irlanda. Reunión preparatoria en Prosperous, County Kildare, Irlanda)

2007 “Hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (Mc 7,37)
(Proyecto de texto elaborado en Sudáfrica. Reunión preparatoria en el Castillo de Faverges, Alta Saboya, Francia)

Algunas fechas importantes en la historia
de la Semana de oración por la unidad de los cristianos

1740         Escocia (aproximadamente)

Nacimiento en Escocia del movimiento pentecostal con vinculaciones en América del Norte, cuyo mensaje por la renovación de la fe llamaba a la oración por todas las Iglesias y con ellas.

1820         James Haldane Stewart

El Rvdo. James Haldane Stewart publica "Consejos para la unión general de los cristianos con vistas a una efusión del Espíritu" (Hins for the outpouring of the Spirit).

1840         Ignatius Spencer

El Rvdo. Ignatius Spencer, un convertido al catolicismo, sugiere una "Unión de oración por la unidad".

1867         Lambeth

La primera asamblea de obispos anglicanos en Lambeth insiste en la oración por la unidad, en la introducción a sus resoluciones.

1894         León XIII   

El Papa León XIII anima a la práctica del Octavario de oración por la unidad en el contexto de Pentecostés.

1908         Paul Wattson         

Celebración del "Octavario por la unidad de la Iglesia" bajo la iniciativa del Rvdo. Paul Wattson.

1926         Fe y Constitución   

El Movimiento "Fe y Constitución" inicia la publicación de "Sugerencias para un Octavario de oración por la unidad de los cristianos".

1935         Paul Couturier

En Francia, el abad Paul Couturier se convierte en el abogado de la "Semana universal para un Octavario de oración por la unidad de los cristianos sobre la base de una oración concebida por la unidad que Cristo quiere, por los medios que El quiera".

1958         “Unidad cristiana”

El Centro "Unidad cristiana" de Lyon (Francia) comienza a preparar el tema para la semana de oración en colaboración con la Comisión "Fe y Constitución" del Consejo Ecuménico de las Iglesias.

1964         Pablo VI y Atenágoras I

En Jerusalén el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I recitan juntos la oración de Cristo "que todos sean uno" (Jn 17).

1965         El Concilio Vaticano II

El Decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II subraya que la oración es el alma del movimiento ecuménico, y anima a la práctica de la semana de oración.

1966         "Fe y Constitución" y el Secretariado para la Unidad

La Comisión "Fe y Constitución" y el Secretariado para la Unidad de los Cristianos (actualmente Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos) de la Iglesia católica deciden preparar un texto para la Semana de oración de cada año.

1968         Por primera vez, la “Oración por la unidad” se celebra con los textos elaborados en colaboración entre “Fe y Constitución” y el Secretariado para la unidad de los cristianos.

1975         Por primera vez, el folleto de la Semana de Oración se realiza con base en un texto preparado por un grupo ecuménico local. Un grupo australiano es el primero a realizarlo.

1988         Los materiales de la Semana de oración vienen utilizados durante la oración inaugural de la Federación Cristiana de Malasia, organismo que reúne a los mayores grupos cristianos del país.

1994         El texto de la Semana 1996 es preparado en colaboración con ACJ’s y ACM’s

2004         “Fe y Constitución” (Consejo Ecuménico de las Iglesias) y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (Iglesia Católica) deciden que en lo sucesivo los textos en francés y en inglés de la Semana de oración por la unidad de los cristianos sean publicados conjuntamente y presentados en un mismo formato.


[1] Este texto sobre las Iglesias de Sudáfrica y la situación ecuménica de este país se publica bajo la responsabilidad del grupo preparatorio.