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SOBRE LA ESPERANZA
RATZINGER
POBREZA/ESPERANZA
FRAN-ASIS/LIBRE LIBERTAD/EP
A esta dinámica de la esperanza pertenece -como ya vimos- el
espíritu franciscano, que se libera de la dictadura del "tener"- del error
fundamental que supone la búsqueda de la riqueza y que considera a
la misma como única "substancia" de la vida. Cuando la riqueza
aparece como única garantía de futuro surge una pseudoreforma de
esperanza que al final sólo puede decepcionar al hombre. La dinámica
de la riqueza lleva al hombre a la "hipostolé", al doble juego de las
acomodaciones, a los falaces cambios de chaqueta mediante los
cuales pretende asegurarse la simpatía de los correspondientes
poderes dominantes para conservar así su "substancia". Quien intenta
asegurarse con la mentira, puede que salve su "posición" (su "status":
tá hiparjonta). Pero el precio que tiene que pagar por ello es
demasiado alto: se destruye a sí mismo y pierde su verdadero
fundamento (la "hipóstasis"). La esperanza se convierte en cinismo.
Francisco de Asís es un testigo y guardián de la esperanza porque
ayudó a los hombres a "asumir con alegría" (Hb/10/34) la pérdida del
status, de la posición y de la posesión, y mostró con ello la auténtica y
verdadera esperanza que nada ni nadie puede incautar o destruir.
En este contexto quisiera hacer referencia a la oración final tomada
del "Gelasianum Vetus" que en el misal de Pablo VI está prevista para
el día de la Ascensión. En ella pedimos con la Iglesia que nuestros
pensamientos estén allí donde ya está nuestra "substancia" -junto al
Padre de JC, nuestro Dios-. De hecho, ninguna festividad del Año
litúrgico expresa tan bien la esencia de la esperanza cristiana como la
de la Ascensión de Cristo. Lo que importa es que nuestra vida
cotidiana se instale en nuestra substancia, que nuestra vida real no
quede fuera o al margen de nuestra "substancia" y caiga así en lo
banal, en lo casual, en lo "accidental" Y, ¡qué fácil es que el hombre
con toda su vida viva fuera de sí, caiga en la alienación y se ahogue
en lo accidental! A la postre una vida semejante se convertirá en algo
"sin substancia" y, en consecuencia, sin esperanza. Esperar es, por
tanto, vivir la vida en la verdad fundamental de nosotros mismos,
desde y en el cuerpo de Cristo. Esto es "hipomoné", paciencia
perseverante, así como "hipostolé" es vivir en lo casual, sustraerse a la
verdad fundamental del ser, vivir alienado.
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3.ESPERA/ESPERANZA ALEGRIA/POBREZA
CUANDO UNO SE LIBERA DE TODAS LAS ESPERAS PUEDE
CONVERTIRSE EN TESTIGO PRIVILEGIADO DE LA ESPERANZA.
En medio de los dolores casi insoportables de su enfermedad y en la
más pobre de las casas, Francisco descubre el tesoro que le ha sido
ya regalado; la voz del Señor le dice: Vive desde ahora en la alegría,
como si ya estuvieras en mi Reino. En sus últimos años, Francisco era
un hombre que lo había perdido todo: salud, bienes... ("tá hiparjonta").
Precisamente de él proceden las palabras más preciosas sobre la
alegría: cuando se han acabado todas las esperanzas y se han sufrido
todas las decepciones, entonces brilla la "esperanza fundamental" en
todo su inextinguible fulgor. Francisco había dejado "lo accidental"
para instalarse definitivamente en la "substancia". Francisco, al
liberarse de las muchas esperas, se ha convertido en un testigo
privilegiado de que el hombre tiene "esperanza", de que es un ser, el
ser, de la esperanza.
Digámoslo de una manera más práctica: ¿No corremos todos el
peligro de perder la gracia de la esperanza en el bullicio de los
disgustos y afanes cotidianos? Cuanto más superficialmente vivimos,
tanto menos puede compensar, la auténtica, la gran esperanza, el
poder destructivo de las bagatelas diarias. Poco a poco, esto se
convierte en la única realidad, la vida se torna gris, las esperanzas se
desgastan, el optimismo primero se consume y el mal humor se
convierte en una forma furtiva de desesperación. Nuestra esperanza
sólo puede prevalecer si no vivimos en lo puramente empírico, en lo
cotidiano, sino que nos agarramos siempre a la "substancia": cuanto
más profunda e interiormente nos instalamos en ella, tanto más real
será la esperanza y tanto más eclipsará las penas y fatigas de la
cotidianidad. Sólo así podremos ir viendo la claridad que nuestro
mundo necesita y que, por lo demás, cada día se sustrae más a
nuestra mirada. En el Cántico al sol y en toda la personalidad de San
Francisco resuena esta fuerza de la esperanza: él nos indica el camino
de la esperanza.
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4.CREACION/SV /Rm/08/20 ADAN/CREACION:
El hombre está tan íntimamente unido con la creación que no puede
haber para él salvación que no sea también y a la vez salvación de la
creación. Pablo expone esta relación en el cap. 8 de la carta a los
Romanos. También la criatura espera. Lo importante aquí es que,
según el Apóstol, la esperanza de la creación no tiende en realidad a
sacudirse el yugo del hombre. Espera más bien al hombre
transfigurado, al hombre convertido en hijo de Dios. Este hombre le
devolverá también su libertad, su dignidad, su belleza primera. Por
medio de él se convertirá en algo divino.
Heinrich Schlier lo comenta así: toda criatura espera gozosa este
acontecimiento. Con esto se confía al hombre una infinita
responsabilidad: ser el cumplimiento de toda aspiración de la tierra y
del cielo... Pero por el momento la creación tiene justamente la
experiencia de lo contrario: está sometida "a la vanidad, no
espontáneamente, sino por aquel que la sometió" (8.20). El que la
sometió es Adán. Adán representa al hombre que se abandona a la
sed de poseer y a la mentira. Adán reduce la creación a esclavitud;
ésta gime y espera al hombre verdadero que le devuelva a su realidad
primera. Está sometida a la vanidad, es decir, también ella está
implicada en la mentira ontológica del hombre; en lugar de dar
testimonio de su creador, se hace pasar por Dios. "Ya no se encuentra
en su verdad, ya no aparece como lo que es, es decir, como creación".
Participa así de la caída del hombre; y sólo el hombre puede ser su
restauración, en él espera, él es su esperanza. De ahí que el Sermón
a los pájaros de San Francisco, su entrega total a la criatura, tenga un
profundo sentido teológico y humano. También aquí acierta
plenamente Francisco al tomar el Evangelio al pie de la letra:
"Proclamad la Buena Noticia a todas las criaturas" (Mc 16. 15). La
creación entera espera un hombre nuevo. Cuando él aparezca aquélla
volverá a reconocerse como creación y, así, recobrará su propia
libertad.
Sólo la "esperanza fundamental", que procede de la fe, puede salvar
la relación entre el hombre y la naturaleza.
SOBRE LA ESPERANZA
RATZINGER
COMMUNIO/84/IV