Toma tu camilla y camina

Hno. Genaro Sáenz de Ugarte
Viamonte 1982 4º
1056 Buenos Aires

REVISTA DIDASCALIA
SETIEMBRE 1999 / Nro 525 /Año LII
I


La vivencia de celebraciones y de gestos religiosos nos aleja, a veces, de la realidad que nos toca asumir. No por nada nos han acusado a los cristianos de no ser realistas y de perdernos o evadirnos en una actitud espiritualista. El Vaticano II nos ha invitado a ser más realistas, a saber encarnar nuestra fe en el tiempo y en la cultura.
El texto que proponemos a la consideración de Pastores y de Catequistas es un buen ejemplo de una experiencia religiosa que no logra situar a la persona en su realidad y tampoco le ayuda a acogerla y a asumirla.

"Después de esto, se celebraba una fiesta de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo esos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así , Jesús le preguntó: "¿ Quieres curarte ? ". El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes ". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina ". En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los Judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla". Él les respondió: "El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina". Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla y camina"?. Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; ya no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El hombre fue a decir a los Judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. (Juan 5, 1-16)
Son varios los elementos del relato que pueden iluminar nuestra praxis catequística y pastoral.
•La escena se realiza en un contexto religioso: fiesta, signos de presencia y de acción de poderes sobrenaturales...
•La persona enferma es un adulto que lleva 38 años viviendo en la misma situación.
Ahora bien, la religiosidad en la que vive inmerso no le ayuda a vivir con mayor plenitud...
•Jesús, que conoce esa realidad, invita al enfermo a superar el contexto religioso en el que vive y lo sitúa en el plano de la fe. Es la fe personal que lo lleva a reconocerse y a asumirse. Es la fe en alguien que le ofrece la posibilidad de salir de su postración.
•La expresión: "Levantate, tomá tu camilla y caminá!" equivale a decir: 'Tomá en tus propias manos tu vida, tu historia, tus éxitos y tus fracasos, tus soledades, tus pecados y tus tiempos de gracia... Tomá tu vida en tus propias manos. No confiés en lo que es exterior a vos, aunque se presente con rostro religioso. Porque lo que salva es la fe y no la práctica religiosa centrada en ella misma'.

Entendemos, entonces, que lo que salva, lo que vivifica, es la actitud de fe y no el apego o el encierro en las prácticas religiosas. La vida de fe es condición indispensable para vivir, crecer y avanzar como persona y como creyente. Es curioso que la expresión "toma tu camilla y camina" se repita 5 veces en un texto relativamente corto. Sucede que en la experiencia que señala el texto, aparece con claridad el pensamiento y la convicción de Jesús. Para Jesús la experiencia de fe comienza con el reconocimiento, la aceptación, la valoración y el asumirse en forma personal. No hay experiencia de fe sin conocimiento y sin aceptación personal.

Habitualmente la institución tiende al mantenimiento del rito y de la fórmula. No siempre logra promover la vida de fe. Nuestras celebraciones religiosas no llegan, siempre, a ser experiencias de fe porque no favorecen la identidad personal, el crecimiento en la libertad interior, el crecimiento en la adultez. Sabemos que toda experiencia de fe, ya sea la fe humana o ya sea la fe religiosa, exige un acto personal.

"Tomá tu camilla y caminá" puede significar mucho en la vida y en el actuar del Catequista.
Porque no hay catequesis salvadora mientras el Catequista no crezca y no se asuma como persona creyente; no valore y no revitalice, a un tiempo, lo que ha vivido y lo que está viviendo; no se abra a las exigencias de la situación presente; no se ponga a la escucha del Misterio que se manifiesta siempre en el corazón de lo que se vive...
•Porque no hay catequesis salvadora mientras la Comunidad Cristiana, que inicia y acompaña en la fe, no sepa situarse en el momento socio cultural. Es a partir de dicho momento, personal y comunitario, que la fe es realmente viva.
Porque no hay catequesis salvadora mientras el Catequizando se quede en gestos rituales; no descubra y no acoja el Misterio; no sea iniciado en la búsqueda del Dios Viviente y en la interiorización de su Palabra; no sea educado en la actitud espiritual.

Esto que estamos diciendo plantea el tema de la praxis que tiene nuestra Iglesia sobre la iniciación de los niños. ¿Puede un niño "tomar su camilla y caminar" cuando todavía no se conoce a sí mismo, no sabe integrarse ni logra comprometerse?. Sabemos que el que ha vivido puede leer, valorar y sopesar su experiencia humana. El que sabe asumir su historia puede llegar a una lectura de fe de todo lo que ha vivido.

Desde sus inicios la Iglesia buscó trabajar con los adultos. El mismo Jesús trataba, sobre todo, con adultos. Este texto, como tantos otros, nos manifiesta que Dios, el Padre de Jesús, se manifiesta allí donde la persona trata de vivir con autenticidad, donde toma la vida con seriedad, donde no permite que otros decidan por ella sino que decide conscientemente, construyendo sus convicciones, abriendo espacios a la libertad interior, convencida de que Dios se revela, actúa, libera, construye, consagra, salva, ama... en y desde la realidad. ¿Cómo podrá la Comunidad Cristiana superar lo ritual para llegar al Misterio, superar lo tradicional para tocar el corazón del creyente?

La Iglesia primitiva expresaba con fuerza y de diversas maneras que la fe no es exterior a la experiencia. "Se cree con el corazón y se proclama con la boca", decía San Pablo (Romanos 10,10). La práctica de Jesús se centraba en la atención a la persona allí donde vive, busca, cree, crea, sufre, lucha, espera y ama... De Jesús aprendemos a creer en la persona y a promoverla. En Él nos identificamos cada vez que acogemos a cada persona en su situación y le ofrecemos el testimonio de nuestra fe y la Palabra de Dios que ilumina lo que se vive. (cf. Mateo 25, 31-46)