Quién es la mujer vestida de sol de Apocalipsis?

Ariel Valdéz
C.C. 7
4200 Santiago del Estero

REVISTA DIDASCALIA
Diciembre 1999 / Nro 528 /Año LII
I

Una famosa visión
Es común entre los católicos ver imágenes de la Virgen María que tienen pintadas una media luna bajo sus pies, una corona de estrellas en la cabeza y rayos de sol que rodean todo su cuerpo. Así, por ejemplo, la Virgen de la Merced, la Virgen del valle, María Auxiliadora, Nuestra Señora de Lourdes, la Virgen de Guadalupe.
dic199901i.JPG (16839 bytes)¿De dónde han sacado los artistas esa manera tan particular de mostrar a María? Es fácil saberlo: del libro del Apocalipsis.
Efectivamente, en el capítulo 12, este libro describe una impresionante visión en la que una Mujer está a punto de dar a luz, y un Dragón Rojo quiere devorar al niño en cuanto nazca. El relato dice así: "Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz. Luego apareció otro signo en el cielo: un gran Dragón Rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y con una corona en cada una de sus cabezas. Con la cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanza sobre la tierra".
La tensión de la escena aumenta en el párrafo siguiente: "El Dragón se detuvo justo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Y la Mujer dio a luz a un hijo varón, el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo le fue arrebatado y llevado ante Dios y ante su trono. Y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un lugar, para ser allí alimentada durante 1260 días" (12, 1-6).

El Dragón frustrado
Los que han leído alguna vez esta página del Apocalipsis se han preguntado: ¿quién otra puede ser esta mujer, que aparece radiante en el cielo, brillando como el sol, y rodeada de estrellas y luna, sino la Virgen María? ¿A quién más puede referirse aquí el autor, si hasta dice que su hijo es el Mesías que va a gobernar a todas las naciones, es decir, Jesucristo?
Así razonaron durante siglos los intérpretes de la Biblia. Incluso los Santos Padres, al comentar el capítulo, veían en esta Mujer la figura escondida de María. Y en ellos se basaron los artistas y pintores cristianos que más tarde representarán a María en sus obras de arte.
Pero actualmente los biblistas ya no piensan así. Han encontrado algunas imprecisiones e incoherencias en esta interpretación.
En primer lugar, el Apocalipsis añade que cuando el Dragón vio frustrada su intención de devorar al niño trasladado al cielo, "se fue a hacer la guerra al resto de los hijos de la Mujer" (12, 17). ¿Cuáles son los otros hijos que tuvo María?
Además, el libro describe a la Mujer gritando y sufriendo terribles dolores de parto. Jamás la tradición de la Iglesia presentó a María (ni en cuadros, ni en relatos, ni en iconos, ni en pinturas, ni de ninguna manera) con dolores de parto (aun cuando debió haberlos tenido). ¿Por qué aparece aquí representada de un modo tan inusual y desagradable?

Volar con alas de águila
Otro detalle incomprensible del relato es que, apenas la Mujer dio a luz al niño, éste fue llevado al trono de Dios (o sea, al cielo), y así el Dragón no pudo devorarlo. ¿Cómo puede decir aquí, si se refiere al parto que María tuvo en Belén, que Jesús murió apenas hubo nacido?
También cuenta que la mujer debió huir al desierto para ser cuidada y alimentada por Dios. Pero, ¿cuándo huyó la Virgen María al desierto, si las noticias que tenemos sobre ella nos informan que después de la muerte de Jesús permaneció en Jerusalén viviendo en tranquila oración junto a los apóstoles (Hch 1, 14)?
Vemos, pues, cómo los estudiosos encuentran hoy serias dificultades cuando quieren identificar a la misteriosa Mujer del capítulo 12 con María. Y hay otras más, como por ejemplo, ¿por qué el autor del libro describió a María vestida de sol, con una corona de doce estrellas y la luna bajo sus pies (12, 1), en una época en que María aun no era venerada ni honrada por la Iglesia como lo es hoy? ¿Por qué dice que se le dieron dos alas de águila para huir al desierto (12, 14)? ¿Qué tiene que ver María con las águilas? ¿Y por qué un gran Dragón Rojo la persigue para matarla (12, 13), cuando la tradición no relata ningún maltrato ni persecución alguna que María haya sufrido durante su vida?

Extrañas mujeres
Estas razones han hecho que hoy los biblistas busquen otra interpretación para identificar a la Mujer del Apocalipsis.
Ante todo debemos notar que, si bien el autor no nos dice abiertamente quién es, sí nos da algunas pistas para poder descubrirla. Al presentarla comienza diciendo: "Un gran signo apareció en el cielo". Por lo tanto, de entrada nos advierte que la Mujer que va a aparecer no es una mujer real, sino un signo, es decir, simboliza algo. Pero ¿a quién?
Ahora bien, en el Apocalipsis cada vez que aparece una mujer, en realidad se trata de una ciudad, o de un pueblo o de un grupo humano personificado. Por ejemplo, la gran Prostituta vestida de púrpura (17, 1-4) simboliza a la ciudad de Roma (17, 18). La Novia bajada del cielo (21, 2) simboliza a Jerusalén (21, 10). La profetiza Jezabel (2, 20) simboliza a una secta peligrosa de la ciudad de Tiatira.
Por lo tanto la mujer vestida de sol debe ser también un pueblo. ¿Pero cuál? La respuesta es: el pueblo de Israel. Y entonces sí, todos los detalles misteriosos que no encajaban con la Virgen María, se aclaran y encuentran su debida explicación. Empecemos a verlos.

Las estrellas de un sueño
Si la Mujer del Apocalipsis es el pueblo de Israel, se entiende por qué aparece vestida de sol y con la luna a sus pies.
Porque en el Antiguo Testamento, cuando se habla de Jerusalén, es como verla descrita de esa manera. Así, el libro de Isaías dice: "Tu sol no se ocultará jamás, ni tu luna perderá su luz, porque yo, el Señor, seré tu luz eterna" (60, 20). Y también: "La luna te alumbrará como el sol, y el sol te rodeará siete veces más fuerte" (30, 26). Y en el Cantar de los Cantares se lee de Jerusalén: "¿Quién es ésta que se asoma, hermosa como la luna y radiante como el sol?" (6, 10).
Se entiende, además, por qué lleva una corona de 12 estrellas en la cabeza. Porque las 12 estrellas representan en la mentalidad judía a las 12 tribus del pueblo de Israel. Este simbolismo había sido sacado de un famoso episodio del Génesis, en el que se dice que José, antes de ser vendido como esclavo a Egipto, vio en sueños a sus once hermanos rodeándolo como once estrellas que se inclinaban ante él (37, 9).

Un embarazo profetizado
También se aclara por qué la Mujer llevaba un niño en su vientre y daba a luz en medio de fuertes dolores de parto.
Porque la metáfora del alumbramiento es muy empleada en el Antiguo Testamento para referirse al pueblo de Israel cuando atravesaba situaciones difíciles en su historia.
Así, por ejemplo, leemos en Is 26, 17: "Como mujer encinta cuando llega al parto, que se retuerce y grita en sus dolores, así éramos nosotros". Y en Is 42, 14: "Como una mujer en medio del parto gritando, gimiendo y jadeando entrecortadamente", Y el profeta Miqueas exclama: "Retuércete y grita, ciudad de Sión, como una mujer con dolores de parto" (4, 10). Se trata, pues de una imagen muy usada por los antiguos profetas.
Y al ser el pueblo de Israel (y no la Virgen María) la Mujer del Apocalipsis, se entiende que aparezca dando a luz a Jesucristo (v. 5). Porque Jesús es descendiente del pueblo hebreo y, por lo tanto, hijo de esta "mujer".

Viaje veloz al cielo
Otro hecho que queda claro ahora, es la curiosa representación que el libro hace de la vida de Jesucristo. Dice que apenas la Mujer da a luz al Niño, éste sube al cielo, como si los años que vivió y predicó Jesús en la tierra no hubieran tenido ninguna importancia.
Es que, si esta Mujer fuera la Virgen María (es decir, una mujer física) como se creía antes, entonces sí estaríamos en un callejón sin salida, pues este nacimiento tendría que ser el de Jesús en Belén (un nacimiento físico).
Pero si esta Mujer es simbólica (el pueblo de Israel), entonces aquí puede tratarse de un nacimiento simbólico de Jesús.
Y ¿cuál sería este nacimiento? Su resurrección, es decir, su nacimiento a la vida eterna. Y así el autor estaría contando cómo Jesús luego de nacer (no en Belén, sino al resucitar) fue llevado al cielo. Por eso no correspondía incluir los años de su vida pública entre estos dos acontecimientos.
Y se explica, además, a qué corresponden exactamente los dolores de parto de la Mujer: son los sufrimientos de los primeros discípulos por la muerte de Jesús. Como lo dijo Él mismo en la última cena, viendo la tristeza de sus apóstoles ante los futuros acontecimientos: "La mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque ha llegado la hora; pero cuando nace la criatura, se olvida de los dolores de parto por la alegría de que un niño ha nacido en el mundo.
También ustedes están tristes ahora, pero volveré a verlos y se alegrarán con una alegría que nadie les podrá quitar" (Jn 16, 21-22). Jesús, pues, compara el dolor que los discípulos sienten ante su muerte, con los de una mujer ante el parto; y la alegría de su resurrección, con la del nacimiento de un niño. Exactamente la imagen que emplea aquí el Apocalipsis.

Con las alas de águila
La nueva explicación ayuda también a comprender mejor algunos de los mensajes que contiene este capítulo 12.
Así, se clarifica el detalle de las alas de águila dadas a la Mujer para huir del desierto. Porque en el Antiguo Testamento las alas de águila simbolizan la protección y la seguridad que Dios le daba a su pueblo para salvarlo de las dificultades. Por ejemplo, cuando lo sacó de la esclavitud de Egipto y lo llevó hasta el monte Sinaí, Dios le dijo: "Ya han visto lo que hice con los egipcios, y cómo a ustedes los llevé sobre alas de águila para traerlos hacia Mí" (Ex 19, 4).
Y cuando llegaron a la tierra prometida, luego de sortear innumerables dificultades, Dios les recordó: "Como el águila que vuela sobre sus polluelos, así el Señor extendió sus alas, los tomó y los llevó a cuestas" (Dt 32, 11). El libro, pues, quiere decirnos que también ahora Dios sacará a su pueblo de todas las dificultades.
Otro detalle que no se entendía de esta Mujer, identificada con María, era el de su huida al desierto. Pero tratándose del pueblo de Dios, todo está más claro. Como en el Antiguo Testamento Dios había llevado a su pueblo justamente al desierto para ponerlo a salvo y protegerlo, tradicionalmente el desierto se convirtió en la imagen del cuidado y la protección de Dios. Por eso ahora la Mujer aparece llevada al desierto, para decirnos que Dios no ha dejado de cuidarnos.
Se entiende, finalmente, por qué la Mujer aparece alimentada por Dios en el desierto (v. 6). porque así como Dios había alimentado a su pueblo durante cuarenta años con el maná caído del cielo, también ahora su pueblo tiene un nuevo pan que lo fortalecerá en medio de las dificultades: la eucaristía.

Cuando siete son más que diez
Nos falta, por último, dilucidar al otro personaje de la visión. el gran Dragón Rojo de siete cabezas, siete coronas y diez cuernos, que busca devorar al niño y persigue a la mujer.
El color rojo simboliza la muerte, el dolor, la sangre derramada. El "gran" tamaño subraya su vigor. Las siete cabezas demuestran su inteligencia. Y las coronas significan la autoridad que aparenta tener.
Los cuernos representan su enorme fuerza, ya que en el Apocalipsis el cuerno es símbolo de fortaleza. Pero el autor, a propósito, anota que sus cuernos eran diez. Y para el Apocalipsis el número diez significa algo humano, terrestre. O sea que Juan quiso decirnos que aunque su fuerza (cuernos) parece colosal, en realidad es sólo una fuerza humana (diez). En cambio cuando describe a Jesús en el capítulo 5, lo pinta con siete cuernos (5, 6). Tres menos que el Dragón. Pero el número siete simboliza lo divino, lo sobrenatural. Por lo tanto el autor quiere advertirnos que a veces las apariencias engañan. Y que aunque no parezca, la fuerza de Jesús es superior a la de cualquier otro personaje del mundo.

Un Dragón en tres personas
Pero ¿quién es este Dragón Rojo? Aunque el texto no lo dice abiertamente, lo describe como un adversario de Jesucristo y perseguidor de los cristianos. Por eso, los biblistas han intentado identificarlo con algún emperador romano, como Nerón o Domiciano, que tanta sangre cristiana derramaron y a tantos creyentes persiguieron.
Pero en el Apocalipsis, la Bestia del capítulo 13 ya simboliza a los emperadores romanos. Por lo tanto el Dragón debe ser alguien distinto.
En el versículo 9, el autor nos da una pista, pues identifica al Dragón con tres personajes: "la Serpiente antigua, el llamado Diablo, y Satanás" (12, 9).
Ahora bien, para el Apocalipsis ni la Serpiente del paraíso, ni el Diablo, ni Satanás son personajes históricos reales. No simbolizan a ningún rey, ni emperador, ni persona alguna que haya hecho mal a los cristianos. Representan, pues, el mal en general, todos los males, el conjunto de todas las desgracias y padecimientos que el pueblo de Dios va a tener que sufrir a lo largo de la historia.

No empobrecer la visión
El libro del Apocalipsis fue escrito en una época de mucho sufrimiento para la Iglesia cristiana. Persecuciones de toda clase, torturas, expulsiones de sus comunidades, rupturas familiares, discriminaciones sociales, eran algunos de los muchos suplicios que debían atravesar los recién convertidos, si querían mantenerse fieles a Jesucristo. Y se preguntaban: ¿hasta cuándo aguantarían? ¿Dios no haría nada para defenderlos? ¿Era posible seguir viviendo las enseñanzas de Jesús, en una sociedad en la que el amor no valía nada, y que privilegiaba el odio, la violencia y los intereses personales?
Juan les responde con la maravillosa visión del capítulo 12: la Mujer vestida de sol, de luna y estrellas (es decir, el pueblo de Dios) ha dado a luz al Mesías y salvador (es decir, a Jesucristo). Un gran Dragón Rojo (el mundo del mal y del pecado) ha intentado devorarlo (matándolo), pero no ha podido porque Dios lo ha rescatado y llevado hasta él (resucitándolo).
Por eso ahora el Dragón, que ha fracasado, se ha vuelto contra la Mujer para perseguirla.
Pero Dios ya le ha dado alas de águila (le aseguró la protección) y la llevó al desierto (le ha garantizado el triunfo final). Allí la alimentará (con la eucaristía, la fuerza de los cristianos) durante 1260 días (es decir, mientras duren los peligros).
Los lectores del Apocalipsis, torturados y diezmados, se sentían llenos de fuerza y de esperanzas aun en medio de su dolor, al saberse identificados con esta magnífica Mujer. Pero con el paso de los siglos, los cristianos vieron en ella a María, como una manera de homenajearla.
Con lo cual se ha empobrecido el mensaje que Juan quería transmitir. La nueva interpretación propuesta nos permite recuperarlo con toda su fuerza: que Dios jamás abandonará a la Mujer (a la comunidad cristiana) que sufre y padece los dolores de parto de cada día, en la dura tarea de dar a luz un mundo mejor.