A ti te digo muchacho: levántate y anda
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"Cuando se acercaba a la entrada del pueblo, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; un gentío considerable del pueblo la acompañaba." (Lc 7, 11-15)
En la escena todo se confabula hacia la muerte... mucha gente acompaña a la viuda, que ya había experimentado la muerte en su marido, llevan a enterrar a un muerto, un joven... a sepultar para siempre sus impulsos de vida. Una autora lee este texto desde su óptica psicoanalítica y descubre en este joven, que "duerme" el sueño de la muerte y va rumbo a su definitivo "entierro", a un joven que se abandonó al "thánatos", a los impulsos de muerte. Un joven que abandona sus impulsos vitales por su incapacidad de superar las angustias, las ataduras y limitaciones que le impone su situación de vida. Jesús es la voz que lo levanta, que le habla a lo profundo de sus deseos vitales y lo devuelve con una nueva identidad, como protagonista al camino de su vida... ¿qué voz es ésta, más dulce, más acorde, que en el secreto de su ser, con un nuevo deseo, lo llama al porvenir?1
Quienes aceptamos la invitación de Dios a ser compañeros de camino de los jóvenes a través de la catequesis nos encontramos muchas veces, como Jesús, con jóvenes que se han abandonado a sus impulsos de muerte. Impulsos de muerte que son como uno de los caminos que encuentran para salir de las angustias que les provocan la imposibilidad de la realización de sus deseos de vida. Muchos adultos, cautivados por los síntomas del fin de la historia, de la muerte de las utopías, han aceptado sin más el rol de acompañantes del funeral, aceptando la muerte de los impulsos juveniles y llevando sus "ataúdes" hacia la sepultura de sus deseos de vida.
Llamados a ser "palabra que devuelve o anima los impulsos de vida" en tantos jóvenes y adolescentes amenazados de muerte, sus catequistas se convierten en permanentes buscadores de caminos hacia la interioridad, hacia el núcleo del ser que espera ser despertado hacia nuevos horizontes.
Esbozamos en estas líneas algunas pistas que nos ofrecen las intuiciones logradas en el campo de la pastoral juvenil en nuestro continente para un camino de evangelización (buena notificación) más eficaz entre los jóvenes.
Es evidente que una "palabra" dicha simplemente en un instante y desarticulada de otras intervenciones corre riesgo de ser semilla arrojada al borde del camino. Por eso el Directorio General para la Catequesis anima a plantear la catequesis de adolescentes y jóvenes dentro de una pastoral más amplia "orientada al conjunto de problemas que afectan sus vidas. A este fin, la catequesis debe integrar aspectos tales como: análisis de la situación, atención a los aportes de las ciencias humanas y de la educación y a la colaboración de los laicos y de los mismos jóvenes" (DCG 184).
Algunas tendencias que cruzan los mundos juveniles
"Después de esto fue a un pueblo llamado Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente" (Lc 7,11).
"El rápido y tumultuoso cambio cultural y social, el crecimiento numérico de los jóvenes, el alargamiento de la etapa de la juventud antes de entrar a tomar parte de las responsabilidades de los adultos, la falta de trabajo y en ciertos países las condiciones permanentes de subdesarrollo, las presiones de la sociedad de consumo..., todo ayuda a perfilar el mundo de los jóvenes como tiempo de espera, a veces desencanto e insatisfacción, incluso de angustia y marginación. " 2
Así presenta en pocas líneas el DGC la situación de vida de muchos jóvenes. Quienes caminamos con ellos en la experiencia de la catequesis debemos estar abiertos a una conversión: no somos los "lectores oficiales" de la situación que "otros viven". Debemos aceptarnos como miembros de esta cultura. En ella, también nosotros vivimos en la carencia de mapas claros que orienten nuestras rutas. En este tiempo los mapas de los abuelos, de los padres y hasta de los hermanos mayores, ya no nos son claros como carta de navegación. Para una comprensión adecuada del contexto y la situación necesitamos ubicarnos "dentro" de ella, sentirnos parte de Naín.
Por eso evitamos el riesgo de hablar de "mundo juvenil". Toda lectura globalizada tiende a uniformar los diferentes. No existen sino "mundos juveniles", y la atención a esos mundos, locales y concretos con los que estoy comunicado es el camino de acceso a la vida y al corazón de los jóvenes. Por eso lo que presentamos a continuación no quiere ser más que algunas pistas orientadoras para la búsqueda de aquellos elementos que en la vida de nuestros jóvenes concretos pueden alinearse entre los impulsos de vida o de muerte que estamos llamados a animar o liberar. 3
a) Globalización–exclusión:
El espectáculo electrónico, la imposición del sistema neoliberal que pone al alcance de los ojos, pero no de las manos, la multiplicación de los bienes de consumo. Las paradojas de riqueza global - pobreza local, riqueza macro – pobreza micro, una humanidad unificada y excluyente se hacen sentir en forma real y cruda en la vida de los jóvenes de nuestro continente. La mayoría de ellos son parte de la mayoría de los nuevos y viejos pobres de nuestro continente. Solamente jóvenes altamente especializados miran con esperanza el futuro. Hay una clara hegemonía de lo económico sobre lo político y social. Ante estas perspectivas muchos jóvenes ceden a los impulsos de autodestrucción: violencia, delito, alienación-adicción, suicidio.
b) Universalización de un mundo homogéneo:
Culturalmente se universaliza un modelo de vida, profundamente norteamericanizado. Este tipo de socialización destruye y avasalla los contenidos locales (culturicidio), y con ellos las propias riquezas que podrían funcionar como resistencia cultural. En reacción a este fenómeno se da un fuerte reclamo a la vuelta a la tribu, al grupo, a la vida de comunidad. El ideal de vida presentado es el joven: fortaleza, energía, autenticidad ideal, aventura, libertad... ¿cuáles son los modelos de la vida adulta y madura?, ¿quién quiere ser adulto?...
c) Ideología de fin de siglo:
Todos estos procesos no son neutros, detrás de ellos hay una concepción de hombre y mujer. Se encubre la ideología del fin de siglo, que sostiene una concepción de lo humano.
•centrada en el tener (seducción consumista),
•en la sociedad del éxito, entendido desde lo económico,
•en la exacerbación de la individualidad. La competencia se instaura como principio destructor de los vínculos antropológicos.
•No hay tiempo para nadie, la lógica de la rentabilidad no deja espacios a la creación de vínculos profundos.
d) Identidad – modernidad - posmodernidad
¿Somos todos posmodernos? Hay multitudes de jóvenes que no han pasado por la experiencia de la modernidad, el auge de la revolución industrial y la preeminencia de la razón instrumental no se ha hecho sentir en sus vidas... y ya son condenados a ser "pos modernos". La identidad de las minorías étnicas de nuestros pueblos (no solo aborígenes, sino barrios, grupos...) con sus procesos histórico culturales son olímpicamente ignorados en este tipo de lecturas. Cuáles son los rasgos señalados de posmodernidad:
•crítica de la razón instrumental y unidimensional que deja fuera otras dimensiones de la persona: sentimientos, sabiduría...
•razón débil: no hay utopías, caída de los grandes relatos. Esta afirmación es ya una interpretación y un proyecto. Sin utopías se caen los compromisos sociales y políticos: la solidaridad, el interés general. Para eliminar las posibles alternativas políticas se hace una legitimación del modelo dominante.
Todas estas tensiones y otras más que podemos enumerar tienen en los jóvenes una manifestación subjetiva: La incertidumbre – la soledad – la inseguridad.
No ser simples camilleros...
"Acercándose al atúd, lo tocó, los que llevaban el ataúd se pararon" (Lc 7, 13).
La catequesis es portadora de una palabra nueva y distinta, es portadora de una palabra de liberación para los impulsos de vida escondidos en la vida de los jóvenes...
a) Hacerse presente en el mundo juvenil:
El sentimiento de soledad es uno de los elementos más destructivos. Hay entre los jóvenes más miedo a la soledad que a la muerte. Es necesario generar procesos que acentúen la acogida del joven. Desde la pedagogía de Jesús hoy más que nunca se hace imprescindible una relación confirmatoria. "Tu existes y tu existencia, tu vida es importante para mí". Es el paradigma de la relación de Jesús con Zaqueo 19, 1- 10). Inserto en el principio-encarnación, hoy es indispensable una presencia que sea capaz de detenerse, de tocar, de escuchar la vida de estas personas con las cuales caminamos...
b. Descubrir con ellos el relato de salvación que es su propia vida:
Una de las limitaciones de las grandes utopías es que su dominio siempre estaba lanzado al futuro, "cuando..." y cuando "no ocurre" el desencanto es terrible. ¡La fe cristiana es una oferta de presente! No tengo para ti un gran relato... tengo para ti la buena nueva de que en tu vida, en tu experiencia Dios hoy se está manifestando. La catequesis de jóvenes hoy exige de una profunda sensibilidad y capacidad de lectura de la experiencia humana; la asume como lugar propio del acontecimiento:
"las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable del contenido de la catequesis. Y deben ser interpretadas seriamente, dentro de su contexto actual, a la luz de las experiencias del pueblo de Dios: de Israel, de Cristo, de la comunidad eclesial, en la cual el Espíritu de Cristo Resucitado, vive y opera continuamente"4
Esto supone una clara opción por una metodología inductiva, participativa y experiencial. 5
c. En comunidades que permitan la experiencia de las relaciones primarias:
En un mundo tan abierto y competitivo como el que vivimos nadie pertenece a nadie, las relaciones son superficiales, se busca al otro y se lo ama no tanto por sí sino por intereses personales.
Los jóvenes anhelan la cercanía, el contacto, comunidades de acogida que acentúen la posibilidad de relaciones profundas. El DGC insiste en la importancia de la vida de grupo en el proceso catequístico de los jóvenes: "además de ser un elemento de aprendizaje, el grupo cristiano está llamado a ser una experiencia de comunidad y una forma de participación en la vida eclesial, encontrando en la más amplia comunidad eucarística su plena manifestación y meta" 6
En experiencias ricas de grupo se viven experiencias personalizadas y se da la oportunidad de superar la exacerbación de lo individual y lo subjetivo, se rompen los dinamismos aberrantes de la competencia como principio de vida que destruye todo tipo de vínculos.
d. Recuperar la utopia:
Aceptar este tiempo y estas condiciones de vida como "fin de la historia" es tomar decididamente la camilla de los jóvenes y llevarla hacia su última sepultura. Los impulsos de vida presentes en lo profundo de los jóvenes están abiertos como surcos a la semilla de la utopía del Reino. Superando presentaciones del reino que suenen a simple meta-relato, nuestros jóvenes necesitan de gente que se anime a romper el círculo de la acomodación a la situación, que ayuden a abrir los ojos ante los intentos de invisibilización del drama de miles de hombres y mujeres, jóvenes y niños que claman por la instauración del reino de la justicia y de la vida. Hacer experiencias de Reino, acompañar a nuestros jóvenes a traspasar los velos del interés personal, llevarlos al encuentro con la vida amenazada y ayudarles a descubrir la propuesta de humanidad y fraternidad nueva en Jesús de Nazaret. Una pastoral juvenil atenta a los signos de los tiempos sabrá descubrir en las acentuaciones actuales dadas a lo personal y lo sentimental un reclamo de integración y enraizamiento y no de oposición con una vida comprometida con la justicia social.
e. Celebrar la vida:
El sentido de fiesta, el gusto y la identificación con lenguajes menos intelectuales como la música y los símbolos, el sentido de comunidad "ritual", el deseo de expresión y participación activa... son potencialidades juveniles que nos llaman la atención sobre el carácter catequístico de nuestros espacios celebrativos.
Hoy, superada una visión simplemente cultual y ritual de la liturgia, ésta se acentúa como acción salvadora de Cristo en el hoy de una comunidad.
Unida a la vida y desde la vida la liturgia y las celebraciones hacen espacio a los lenguajes juveniles, son espacios abiertos a las nuevas objetivaciones de la experiencia religiosa. Al mismo tiempo son espacios privilegiados de iniciación al silencio vivificante y a la oración que unifica y compromete. Los jóvenes están ávidos de experiencias que les ayuden a tomar la vida en sus manos, unificarla y recuperar la paz y la alegría de vivir.
"El muerto se incorporó, y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre" (Lc 7, 15) .
"¿Qué dice usted, que el muerto vive? ¿Qué significa este absurdo?” Corren, van, vienen, no saben nada. Algunos se marchan irritados desternillándose de risa. Son personas serias que no quieren tener nada que ver con una farsa de mal gusto o tal vez con un asunto de brujería; es mejor marcharse hablando de otra cosa, en señal de desaprobación o de indiferencia...
Puesto en pie, el joven, se siente turbado durante un instante, mira alternativamente a Jesús y a su madre y duda... la muchedumbre dispersa se había reunido para ver al muerto levantarse. Esta multitud, aún muda se aleja. El joven, asombrado de su nueva visión del mundo y de la muerte siente vibrar su corazón y su sangre con la dulzura de las mejillas de las jóvenes; son promesas de amor para su renacida sonrisa.
Vuelve hacia los muros de su pueblo, los jóvenes de su edad vienen a su encuentro, forman grupo con él y van alegres cantando las alabanzas de Jesús, a despertar los enervados corazones de las gentes: "¡Escuchen, Dios ha visitado a su pueblo! ¡El joven que iban a enterrar ha resucitado!"