EN CRISTO ADIVINAMOS LAS POSIBILIDADES DEL HOMBRE

San Agustín, en sus Confesiones, constataba asombrado: "¿Qué más cerca de mí que yo mismo? Con todo, he aquí que no me comprendo (...) ¿Qué soy, Dios mío? ¿Qué naturaleza soy1" ' Y. si nos paramos a pensar, nos veremos obligados a dar la razón a san Agustín. ¿Será el hombre simplemente "una de las ochocientas o novecientas mil especies animales que actualmente pueblan el planeta" 2?; ¿"un mono desnudo que se ha puesto a sí mismo el nombre de homo sapiens" 3? Tras el recorrido que hemos hecho en los capítulos anteriores, tenemos ya datos para esbozar una respuesta.

El hombre se está haciendo H/HACIENDOSE: Una curiosa novela de Vercors 4 gira en torno al descubrimiento hecho por unos paleontólogos ingleses de una raza viviente intermedia entre los primates conocidos y el hombre. Desde luego se trata de una ficción inverosímil, pero que es muy sugestiva para reflexionar. En la novela tiene que decidir un Tribunal si tales seres son hombres con sus correspondientes derechos y deberes, o animales, y entonces pueden ser empleados para la carga. En ese momento descubren que en su ordenamiento jurídico no existe ninguna definición de persona humana: Vacío sorprendente que antes nadie había percibido. El Parlamento constituye una comisión de sabios para elaborar la definición de hombre, y.. Aquí nos separamos nosotros de la novela de Vercors: Es imposible definir al hombre porque... ¡todavía no existe! Se está haciendo. Los hombres actuales vivimos aún en la transición del animal al hombre, y es imposible saber de antemano cómo terminará el proceso. Quien sólo conozca al hombre tal como hoy aparece, no tiene la menor idea de lo que es. Pascal lo expresó maravillosamente: "El hombre supera infinitamente al hombre."5. 0, como diría Marx, hoy el hombre está alienado; su realidad no coincide con su verdad. La "patria de la identidad" estará al final de la historia, cuando todas las alienaciones -incluso la muerte- hayan sido vencidas. Como dice san Agustín, "el séptimo día (el del descanso) seremos nosotros mismos" 6.

Ecce homo 
Sin embargo, en algún lugar se ha hecho presente ya ese hombre futuro; hay alguien que ya llegó al "día séptimo": Jesús Resucitado. El domingo de Pascua podría ser llamado muy bien "natalicio de todo el género humano"7'. A Jesús resucitado le llama san Pablo el "último Adán" (1 Cor 15. 45), y el Vaticano II, "el hombre perfecto" 8 Con razón pudo escribir Lacordaire: "En Italia he visto a los italianos, en Alemania a los alemanes, en Francia a los franceses; al hombre lo he visto en el Evangelio." Cuando, en el principio de los tiempos, dijo Dios del hombre que está hecho "a su imagen y semejanza" (/Gn/01/26-27), no pensaba tanto en Adán como en Cristo. Únicamente Cristo es de verdad "imagen de Dios" (/2Co/04/04), y Adán sólo "figura del que había de venir" (Rom 5, 14). Esa fue la convicción de los Santos Padres:

"Dice Dios, el Creador Trino: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen.' Y esa imagen es ya de antemano el Hijo encarnado." 9

Puede dar la impresión de que hemos adelantado poco sabiendo que el hombre que estamos llamados a ser se ha hecho presente ya en el Resucitado, dado que no tenemos experiencia directa de él. Pero no es así. Algo de su luz se manifestó ya en su vida terrena. "Ecce homo", dijo Pilato: "Aquí tenéis al hombre" (/Jn/19/05). Tanto para Jesús como para nosotros, no hay una discontinuidad total entre la vida de aquí y la vida resucitada:

"El que cree en el Hijo tiene (ya) la vida eterna" (Jn 3, 36). "Despojaos del hombre viejo que se corrompe (...) y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios" (Ef 4, 22-24). "Ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos" (1 Jn 3, 2).

Veamos, pues, qué modelo de hombre aparece en la Biblia.

El hombre no se descompone en cuerpo y alma Es sabido que en el aparato de Hofmann, el agua se descompone mediante electrólisis en hidrógeno y oxígeno. Después pueden combinarse ambos elementos y obtener nuevamente agua. Así también, según Platón, el hombre se forma por la unión de dos sustancias totalmente independientes, el cuerpo y el alma, que vuelven a separarse cuando llega la muerte 10. Hasta ese momento, el cuerpo supone una pesada carga para el alma:

"Mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos (...) Son un sinfín de preocupaciones las que nos procura el cuerpo por culpa de su necesaria alimentación; y encima, si nos ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de imágenes de todas clases, de un montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya no nos es posible tener nunca un pensamiento sensato." 11

Las palabras de Platón recuerdan una antigua tradición que cuenta el asombro de los ángeles cuando Dios les anunció que iba a crear al hombre: "¿Para qué querrá crear una criatura dotada de vísceras y excreciones, que suda, que tiene que limpiarse la nariz y los dientes: que es atacable por los animales y un día se descompondrá en polvo? ¿Para qué hacer un ser tan complicado y poco funcional pudiendo crearlo espiritual como nosotros?" Según dicha tradición, la sorpresa se convirtió en escándalo cuando más adelante les anunció que su mismo Hijo se haría hombre. Pero parece claro que no fueron los ángeles los únicos a quienes "les sobraba" el cuerpo. A muchos cristianos les pasa igual:

"El comer y beber, el velar y dormir, el descansar y el trabajar, en suma, el estar sujeto a las demás necesidades que le impone la naturaleza constituye en verdad una gran miseria y aflicción para el hombre piadoso." 12 "Los enemigos del alma son tres: El primero es el mundo; el segundo, el demonio; el tercero, la carne (...) éste es el mayor enemigo, porque la carne no la podemos echar de nosotros; al mundo y al demonio, sí." 13 "Si sabes que tu cuerpo es tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo de tu santificación, ¿por qué le tratas con tanta blandura?" 14.

Un día habrá que investigar cuántas neurosis se fundamentan, en definitiva, en la negativa del hombre a aceptar su cuerpo. Porfirio comenzó la biografía de Plotino diciendo: "Parecía un hombre que se avergonzaba de existir en el cuerpo." 15 Para él, nacer fue una desgracia tal que se negó siempre a celebrar el día de su natalicio 16. Pero lo que en Plotino es lógico, porque lo aprendió de su maestro Platón, es incomprensible que ocurra entre los cristianos. La Biblia no tiene la menor idea de que el hombre sea una suma de cuerpo y alma, y menos de que el alma haya sido castigada a vivir en el cuerpo. Para los autores sagrados el hombre es un ser unificado. Ni siquiera hay en la lengua hebrea palabras equivalentes a "cuerpo" y "alma". Ha sido un gigantesco malentendido traducir basar y nefes por los términos griegos soma, sarx (cuerpo, carne) y psiqué (alma); porque tanto una palabra como la otra no designan dos componentes diferentes del hombre, sino al hombre entero. Por eso no debe extrañarnos que la Biblia atribuya funciones psicológicas a los órganos corporales y viceversa: "exultarán mis riñones" (Prov 23, 16), "aun de noche mis riñones me instruyen" (Sal 16, 7), "alma hambrienta" (Sal 107, 9), "alma sedienta" (Prov 25, 25), "diré: Alma, descansa, come, bebe, banquetea" (Lc 12, 19)... Hace unas décadas un conocido anatomista afirmó que no había encontrado el alma en ninguna de sus autopsias; y preguntaba: ¿Por qué postular la existencia de algo que no es perceptible ni siquiera con la ayuda de los más precisos instrumentos? Ya Nietzsche quiso acabar con la "herejía del alma": "El alma -decía- es puro disparate. Si quitamos el sistema nervioso no queda nada más" 17. Pero la herejía del alma es platónica y cartesiana, no cristiana. La Biblia coincide con el pensamiento moderno en negarse a considerar al alma como una sustancia que pueda tener existencia aislada. Es significativo que una expresión tan frecuente hasta hace poco en el lenguaje eclesiástico como "salvar el alma" no aparezca nunca en la Biblia. Cristo vino a salvar al hombre 18, y su encarnación nos invita a no despreciar el cuerpo. Como dice san Ireneo, "si no hubiese de salvarse la carne, no se habría encarnado en absoluto el Hijo de Dios" 19. Más aún, según una frase de Tertuliano que se ha hecho inmortal, "la carne es el quicio sobre el que gira la salvación" 20.

El hombre es un ser en relación Si después de todo lo anterior queremos seguir hablando de "cuerpo" y "alma" tendrá que ser dejando muy claro que el hombre es originalmente uno, y no está compuesto por la suma de dos elementos, pero puede ser visto desde una doble perspectiva (biológica y espiritual). Incluso aparece todavía una tercera perspectiva en la Biblia: La que se señala diciendo que el hombre también tiene ruah: viento, espíritu... y casi siempre entendido como fuerza vital de Dios sobre el hombre (cfr. Is 42, 5; Ez 37, 6; Sal 104, 30). Gregorio Nacianceno se atreve a decir que el hombre recibe "un chorro de divinidad' 21. No se trata únicamente de tres perspectivas desde las que puede ser visto el hombre, sino también desde las que el hombre ve: basar, nefes y ruak nos dicen que el hombre es un "ser en relación", que no se puede conocer a sí mismo mirándose al espejo, sino gracias al llamamiento que recibe de los otros. En cuanto basar y nefes el hombre vive ligado a la creación y a los demás hombres; en cuanto ruah, el hombre está orientado radicalmente hacia Dios. Por eso la muerte no es para la Biblia, como para Platón, la separación del alma y el cuerpo, sino la ruptura de las relaciones que constituyen al hombre:

"Relegado entre los muertos, como los cadáveres que yacen en la tumba, aquellos de los que no te acuerdas más, que están arrancados de tu mano. Me has echado en lo profundo de la fosa, en las tinieblas, en los abismos; sobre mí pesa tu furor, con todas tus olas me hundes. Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho para ellos un horror, cerrado estoy y sin salida, mi ojo se consume por la pena..." (Sal 88, 6-13).

Sólo es hombre quien da la mano al hombre No tiene sentido indagar cuándo comenzó el hombre a comunicarse con sus semejantes. Se trata de algo tan antiguo como la humanidad misma, y esto porque, si alguien quisiera o tuviera que vivir absolutamente solo, sencillamente dejaría de vivir, como muestra la historia de los niños-lobo de Midnapore 22. A la inversa, parece como si al amar recibiéramos un incremento de existencia, que sólo los símbolos permiten expresar:

"La mirada del poeta ha quedado clavada en los ojos de la dama; la mirada de la dama se ha posado en los ojos del poeta. El aire es más resplandeciente ahora. Los pájaros trinan con más alegría. Canta la calandria y contesta el ruiseñor. Las flores tienen sus matices más vivos. Las montañas son más azules. El agua es más cristalina. El cielo es más brillante. Todo parece en el mundo nuevo, fuerte y espléndido. ¿Es el primer día de la creación? ¿Ha nacido ahora el primer hombre7" 23.

El hombre, por tanto, se hace hombre en la medida en que -como Cristo- se hace el "hombre para los demás"24. Péguy escribía bellamente: "El que no es cristiano es el tipo que nunca da la mano. Poco importa lo que haga luego con esa mano."25 Para la Biblia, el hombre no sólo vive en estrecha relación con los demás hombres, sino también con el cosmos como ya sugiere el mismo lenguaje: 'adam = "hombre", 'adamah = tierra. El hombre arrastró a la creación en su caída y la arrastrará en la salvación (Rom 8, 19-23).

Sólo es hombre quien acepta estar en manos de Dios 
Como persona, el hombre es llamado por el Dios personal a una comunión de vida y acción con él. De ahí brota la expresión "andar ante Dios" que la Biblia repite constantemente (Gen 17, 1; 24, 40; 48, 15; 1 Sam 2, 35: 2 Re 20, 3; Is 38, 3; Mal 2, 6; Sal 56, 14...). Nadie anduvo ante Dios como Jesús de Nazaret, que fue capaz de renunciar a toda pre-visión para su vida dejándolo todo a la pro-videncia del Padre 26, que lo envía y lo conduce. Eso le libera de toda obligación de calcular, de dosificar, de hacer diplomacia; le otorga un arrojo infinito, que no necesita preocuparse del fracaso, del dolor ni de la muerte porque sabe que el Padre está con él. Así, pues, el Hijo llega a una libertad total mediante el acto de total obediencia. Como dice san Ireneo: "El Padre aprueba y decide, el Hijo ejecuta y modela, el Espíritu fomenta y acrecienta, y el hombre avanza poco a poco hasta llegar a la perfección." 27 Esta perfección, que para el hombre será su felicidad y salvación definitivas, es la comunión con el Padre. La Biblia suscribe plenamente aquello de san Agustín: "Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti." 28

Sólo es hombre quien confía en el futuro Hay mucha distancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Mirando nuestro corazón tenemos que dar la razón a san Agustín: "No hay animal alguno tan social por naturaleza pero tan pendenciero por vicio como el hombre." 29 ¿Alcanzaremos alguna vez ese estado triplemente reconciliado con la naturaleza, con el hombre y con Dios? Todos nosotros somos hombres en busca de la humanidad; hombres en camino de Adán a Cristo. San Agustín escribió: "Todo hombre es Adán, todo hombre es Cristo." 30 O, como dice una fórmula clásica, "simul justus et peccator" (a la vez justo y pecador). Pero la maldad y la bondad no son para la humanidad dos desenlaces igualmente probables: Si Cristo es el hombre por venir, creer en Cristo es creer en el porvenir del hombre.
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1 SAN AGUSTíN. Las confesiones. Iib. 10, cap 16. núm 25 y cap. 17. núm. 26; en Obras de san Agustin, BAC, t. 2. Madrid. 5a ed., 1968, pp. 411-4.
2 JEAN ROSTAND, El hombre, Alianza Madrid. 3ª ed. 1970. p. 10. 3 DESMOND MORRIS, El mono desnudo, Plaza. Barcelona, 1970. p. 9.
4 VERCORS, Animales desnaturalizados, Imán. Buenos Aires. 1953.
5 BLAS PASCAL, Pensarnientos, núm. 131 (434): en Obras. Alfaguara, Madrid, 1981, p. 385.
6 SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, lib. 22, cap. 30. núm. 5 en Obras de san Agustín, BAC, t. 17; Madrid, 2ª ed., 1965, p. 778.
7 SAN JUAN CRISOSTOMO, Sobre la limosna, I; PG 51, 261.
8 VATICANO II, Gaudium et spes, 22.
9 ANASTASIO SINAITA, In Hex., lib. 6; PG 89, 930.
10 PLTóN, Las Leyes, 959 a; en Obras completas, Aguilar, Madrid, 2ª ed.. 1972, p. 1508.
11 PLATON. Fedón, 66 b; en Obras completas, pp. 616-617.
12 TOMAS DE KEMPIS, Imitación de Cristo, lib. 1, cap. 22. núm. 10; Regina, Barcelona 1974, p. 163.
13 GASPAR ASTETE, Catecismo de la doctrina cristiana, Hernando, Madrid, 1953, p. 41. Este catecismo se reimprimió casi 600 veces entre los años 1599 y 1900.
14 JOSEMARIA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino. núm. 227. Rialp. Madrid, 21ª ed. 1962, p. 79.
15 PORFIRIO, Vita Plotino, 1,
16 PORFIRIO, Vita Plotino, 2, 37 ss.
17 FRIEDRICH NIETZSCHE, El Anticristo, 14; en Obras completas, Prestigio, Buenos Aires, 1970, t. 4, p. 196.
18 El Vaticano II afirma que es "la persona del hombre la que hay que salvar (...) todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad" (Gaudium et spes, 3).
19 SAN IRENEO, Adversus haereses, 5, 14, 1; PG 7, 1161.
20 "Caro salutis est cardo": TERTULIANO, De carnis resurrectionis, 7, PL 2, 806 A-B.
21 SAN GREGORIO NACIANCENO, Del alrna, PG 37, 452.
22 Cfr. PEDRO LAÍN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, Revista de Oocidente, Madrid. 2ª ed. 1968, t. 2 pp. 141-144.
23 AZORÍN, Doña Inés, C.l.A.P. Madrid, ;929, p. 75.
24 DIETRICH BONHOEFFER Resistencia y Sumisión, Sígueme. Salamanca, 1983, p. 266.
25 CHARLES PÉGUY. Palabras cristianas, Sígueme. Salamanca, 2ª ed., 1964, p. 98.
26 Tomo el juego de palabras de HANS URS VON BAITHASAR ¿Quien es un cristiano?, Guadarrama, Madrid, 1967, p. 83.
27 SAN IRENEO, Adversus haereses, 4, 32, 3.
28 SAN AGUSTiN, Las confesiones, lib. 1, cap. 1, núm. 1, en Obras de san Agustín, BAC, t. 2, Madrid, 5ª ed., 1968, p. 73.
29 SAN AGUSTíN, La Ciudad de Dios, lib. 12 cap. 27, num 1; PL 41, 376; en Obras de san Agustín, BAC, t. 16, Madrid, 2ª ed.. 1964, p. 708.
30 SAN AGUSTIN, Enarraciones sobre los salmos, 70, II, 1; PL 36, 891; en Obras de san Agustín, BAC, t. 20. Madrid. 1965. p. 851. 

LUIS GONZÁLEZ-CARVAJAL
ESTA ES NUESTRA FE
TEOLOGIA PARA UNIVERSITARIOS
Sal Terrae, Santander-1985. Págs. 111-120