Todo estaba ya en el comienzo

Desde este punto de vista, se puede establecer el 1954, el primer año que don Giussani dio clase en el "Berchet", el inicio de la vida de CL.
En la conversación titulada Cómo nace un movimiento, afirma: "Recuerdo perfectamente ese día tan importante para mi vida. Mientras subía por primera vez los cuatro escalones para entrar en el Liceo Berchet de Milán, me decía a mí mismo: "Vengo aquí para dar a estos jóvenes lo que me han dado a mí". Lo repito siempre, pues ésta es la única razón por la que hicimos todo lo que hicimos (y seguiremos haciéndolo mientras Dios nos lo permita). El único motivo de nuestro quehacer es que Le conozcan, que los hombres conozcan a Cristo"21.
El propium de la experiencia y carisma del movimiento está ya enteramente presente en esas conversaciones y reuniones del joven sacerdote con aquellos primeros chicos que se le acercaron impactados por su propuesta.
Pero, como ya hemos dicho, don Giussani no tenía intención de fundar nada nuevo. Tenía intención, más bien, de reanimar las estructuras ya existentes del asociacionismo católico. Por eso, durante un tiempo, los muchachos de don Giussani y él mismo se consideraron parte de la "Gioventú Studentesca" (Juventud Estudiantil), es decir, de las formaciones juveniles de Acción Católica. Sólo después, al ponerse de manifiesto de manera más clara el método educativo propio de don Giussani, y debido a algunas incomprensiones que acompañaron, también en los ambientes eclesiales, la rápida difusión por toda Italia de los grupos que hacían referencia a él, se llegó a establecer una distinción.
Más allá de las polémicas y dificultades en las cuales se vio envuelto el mismo don Giussani, vale la pena recordar el consuelo que la naciente experiencia de GS-CL encontró en algunos autorizados hombres de Iglesia, entre ellos, el entonces arzobispo de Milán, el cardenal G.B. Montini, futuro Pablo VI. Aun confesando no entender bien los métodos de don Giussani (piénsese que éste fue el primer grupo, dentro de Acción Católica, que juntaba chicos y chicas, hasta entonces separados, y utilizaba las vacaciones como momento educativo principal), animó la iniciativa, impresionado por los frutos que veía crecer. El futuro Papa escribía en una carta de febrero de 1962 que no quería "dejar de expresar la complacencia y el consuelo que esa rectitud espiritual y moral da a mi alma, y a la de nuestro mundo católico". En esa carta, el cardenal Montini loaba "la actitud valiente e idealmente coherente que han mantenido los miembros de GS en los recientes sucesos escolares y académicos". En razón de esos frutos, madurados en situaciones en las cuales quienes se confesaban católicos eran despreciados y excluidos, el cardenal Montini exhortó siempre a don Giussani a "seguir adelante así". Las mismas palabras de aliento con las que, muchos años después, el anciano Pontífice saludaría a don Giussani al acabar la celebración de la misa del Domingo de Ramos del año 1975.
En poco tiempo, casi por "contagio", la experiencia de GS se difundió por toda Italia, constituyendo durante los primeros diez años, hasta 1965, una especie de movimiento nacido del testimonio vivo de estudiantes de los institutos y aquellos de entre ellos que accedieron a la universidad. Para su fundador, GS debía ser una llamada a retomar con más conciencia una experiencia cristiana integral, acorde con el desarrollo de las tres dimensiones propias de la experiencia de fe: cultura, caridad y misión (cfr. 4.4). En el año 1961, se publicó una comunicación de GS titulada GS es una propuesta de experiencia cristiana. En ella se lee entre otras cosas: "GS participa de la vida de la Iglesia, de la cual asume sus certezas, sus ideales y su misma razón de ser". Y, con palabras que recuerdan como una anticipación profética las de la Constitución conciliar Gaudium et Spes de diciembre de 1965, se afirma: "GS participa de las inquietudes, alegrías, problemas y misión de la Iglesia".
Desde el principio, la propuesta de don Giussani sobre el valor de la autoridad como factor principal en el desarrollo de cualquier experiencia humana auténtica (incluida, por tanto, la cristiana), y de la comunión como método de testimoniar a Cristo, ha transmitido a los miembros de GS un vivo y consciente sentido de participación en la unidad de la Iglesia como cuerpo misterioso de Cristo. Todo esto ha llegado hasta nuestros días, superando la prueba del tiempo y de los ambientes en los cuales la cultura dominante (dominante también en ambientes "católicos") ha tachado de absurdo y retrógrado este sentido de autoridad y de comunión.
A las primeras comunidades de instituto que, a partir de la del "Berchet", se multiplicaron por Milán (a principios de los años 60 GS contaba con unos miles de miembros en la ciudad) y por el resto de Italia, don Giussani proponía un método apoyado sobre dos "pilares": el "radio" y las iniciativas.