Segunda Parte
La celebración del misterio cristiano

Razón de ser de la liturgia

1066 En el Símbolo de la fe, la Iglesia confiesa el misterio de la 
Santísima Trinidad y su "designio benevolente" (Ef 1, 9) sobre toda 
50 la creación: El Padre realiza el "misterio de su voluntad" dando a 
su Hijo Amado y al Espíritu Santo para la salvación del mundo y 
para la gloria de su Nombre. Tal es el Misterio de Cristo (cf Ef 3, 4), 
revelado y realizado en la historia según un plan, una "disposición" 
sabiamente ordenada que S. Pablo llama "la Economía del 236 
Misterio" (Ef 3, 9) y que la tradición patrística llamará "la Economía 
del Verbo encarnado" o "la Economía de la salvación". 

1067 "Cristo el Señor realizó esta obra de la redención humana 
y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas 
que Dios hizo en el pueblo de la Antigua Alianza, principalmente por 
el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su 
resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión. Por 
este misterio, 'con su muerte destruyó nuestra muerte y con su 
resurrección restauró nuestra vida'. Pues del costado de Cristo 
dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia" 
(SC 5). Por eso, en la liturgia, la Iglesia celebra principalmente el 
misterio 571 pascual por el que Cristo realizó la obra de nuestra 
salvación. 

1068 Es el Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra 
en su liturgia a fin de que los fieles vivan de él y den testimonio del 
mismo en el mundo: 
En efecto, la liturgia, por medio de la cual "se ejerce la obra de nuestra 
redención", sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye 
mucho a que los fieles, en su vida, expresen y manifiesten a los demás el 
misterio de Cristo y la naturaleza genuina de la verdadera Iglesia (SC 2). 

Significación de la palabra "Liturgia"
LITURGIA/SIGNIFICADO

1069 La palabra "Liturgia" significa originariamente "obra o 
quehacer público", "servicio de parte de y en favor del pueblo". En 
la tradición cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios toma 
parte en "la obra de Dios" (cf Jn 17, 4). Por la liturgia, Cristo, 
nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con 
ella y por ella, la obra de nuestra redención. 

1070 La palabra "Liturgiaia" en el Nuevo Testamento es 
empleada para designar no solamente la celebración del culto 
divino (cf Hch 13, 2; Lc 1, 23), sino también el anuncio del 
Evangelio (cf Rm 15, 16; Flp 2, 14-17.30) y la caridad en acto (cf 
Rm lS, 27; 2 Co 9, 12; Flp 2, 25). En todas estas situaciones se 
trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebración 
litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Señor, el único 
"Liturgo" (cf Hb 8, 2 y 6), 783 del cual ella participa en su 
sacerdocio, es decir, en el culto, anuncio y servicio de la caridad: 
Con razón se considera la liturgia como el ejercicio de la función 
sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante signos sensibles, se 
significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación 
del hombre y, así el Cuerpo místico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus 
miembros, ejerce el culto público. Por ello, toda celebración litúrgica, 
como obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es 
acción sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el 
mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia (SC 7). 

La Liturgia como fuente de Vida

1071 La Liturgia, obra de Cristo, es también una acción de su 
Iglesia. Realiza y manifiesta la Iglesia como signo visible de la 
comunión entre Dios y de los hombres por Cristo. Introduce a los 
fieles en la vida nueva de la comunidad. 1692 Implica una 
participación "consciente, activa y fructífera" de todos (SC 11). 

1072 "La sagrada liturgia no agota toda la acción de la Iglesia" 
(SC 9): debe ser precedida por la evangelización, la fe y la 
conversión; sólo así puede dar sus frutos en la vida de los fieles: la 
Vida nueva según el Espíritu, el compromiso en la misión de la 
Iglesia y el servicio de su unidad. 

Oración y Liturgia

1073 La Liturgia es también participación en la oración de Cristo, 
dirigida al Padre en el Espíritu Santo. En ella toda oración cristiana 
encuentra su fuente y su término. Por la liturgia el hombre interior 
es enraizado y fundado (cf Ef 3, 16- 17) en "el gran amor con que 
el Padre nos amó" (Ef 2, 4) en su Hijo Amado. Es la misma 
"maravilla de Dios" que es vivida e interiorizada por toda oración, 
"en todo tiempo, en el Espíritu" (Ef 6, 18) 

Catequesis y Liturgia

1074 "La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la 
Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" 
(SC 10). Por tanto, es el lugar privilegiado de la catequesis del 
Pueblo de Dios. "La catequesis está intrínsecamente unida a toda 
la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos, y 
sobre todo en la Eucaristía, donde Jesucristo actúa en plenitud 
para la transformación de los hombres" (CT 23). 

1075 CATE-LITURGICA La catequesis litúrgica pretende 
introducir en el Misterio 426 de Cristo (es "mistagogia"), 
procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de 
los "sacramentos" a los "misterios". 774 Esta modalidad de 
catequesis corresponde hacerla a los catecismos locales y 
regionales. El presente catecismo, que quiere ser un servicio para 
toda la Iglesia, en la diversidad de sus ritos y sus culturas (cf SC 
3-4), enseña lo que es fundamental y común a toda la Iglesia en lo 
que se refiere a la Liturgia en cuanto misterio y celebración 
(Primera sección), y a los siete sacramentos y los sacramentales 
(Segunda sección). 


PRIMERA SECCION

LA ECONOMIA SACRAMENTAL

1076 El día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la 
Iglesia se manifiesta al mundo (cf SC 6; LG 2). El don del Espíritu 
inaugura un tiempo nuevo en la "dispensación del Misterio": el 
tiempo de la Iglesia, durante el cual Cristo manifiesta, hace 
presente y comunica su obra de salvación mediante la Liturgia de 
su Iglesia, "hasta que él venga" (1 Co 11, 26). Durante este tiempo 
de la Iglesia, Cristo vive y actúa en su Iglesia y con ella ya de una 
739 manera nueva, la propia de este tiempo nuevo. Actúa por los 
sacramentos; esto es lo que la Tradición común de Oriente y 
Occidente llama "la Economía sacramental"; ésta consiste en la 
comunicación (o "dispensación") de los frutos del misterio pascual 
de Cristo en la celebración de la liturgia "sacramental" de la Iglesia. 


Por ello es preciso explicar primero esta "dispensación sacramental" 
(Capítulo primero). Así aparecerán más claramente la naturaleza y los 
aspectos esenciales de la celebración litúrgica (Capítulo segundo).
 


CAPITULO PRIMERO

EL MISTERIO PASCUAL
EN EL TIEMPO DE LA IGLESIA



Artículo 1 
LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTISIMA TRINIDAD


I EL PADRE, FUENTE Y FIN DE LA LITURGIA
LITURGIA/FUENTE-FIN

1077 "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, 
que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, 
492 en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes 
de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su 
presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos 
adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su 
voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos 
agració en el Amado" (Ef 1, 3-6). 

1078 2626 Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya 
fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don 
("bene-dictio", "eu-logia"). Aplicado al hombre, este término significa 
la adoración y la entrega a su Creador en la acción de gracias.

1079 Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, 
toda la obra de Dios es bendición. Desde el poema litúrgico de la 
primera creación hasta los cánticos de la Jerusalén celestial, los 
autores inspirados anuncian el designio de salvación como una 
inmensa bendición divina.

1080 Desde el comienzo, Dios bendice a los seres vivos, 
especialmente al hombre y la mujer. La alianza con Noé y con todos 
los seres animados renueva esta bendición de fecundidad, a pesar 
del pecado del hombre por el cual la tierra queda "maldita". Pero es 
a partir de Abraham cuando la bendición divina penetra en la 
historia humana, que se encaminaba hacia la muerte, para hacerla 
volver a la vida, a su fuente: por la fe del "padre de los creyentes" 
que acoge la bendición se inaugura la historia de la salvación.

1081 Las bendiciones divinas se manifiestan en acontecimientos 
maravillosos y salvadores: el nacimiento de Isaac, la salida de 
Egipto (Pascua y Exodo), el don de la Tierra prometida, la elección 
de David, la Presencia de Dios en el templo, el exilio purificador y el 
retorno de un "pequeño resto". La Ley, los Profetas y los Salmos 
que tejen la liturgia del Pueblo elegido recuerdan a la vez estas 
bendiciones divinas y responden a ellas con las bendiciones de 
alabanza y de acción de gracias.


1082 En la Liturgia de la Iglesia, la bendición divina es 
plenamente revelada y comunicada: el Padre es reconocido y 
adorado como la fuente y el fin de todas las bendiciones de la 
Creación y de la Salvación; en su Verbo, encarnado, muerto y 
resucitado por nosotros, nos colma de sus bendiciones y por él 
derrama en nuestros corazones el don que contiene todos los 
dones: el Espíritu Santo.

1083 Se comprende, por tanto, que en cuanto respuesta de fe y 
de amor a las "bendiciones espirituales" con que el Padre nos 
enriquece, 2627 la liturgia cristiana tiene una doble dimensión. Por 
una parte, la Iglesia, unida a su Señor y "bajo la acción el Espíritu 
Santo" (Lc 10, 21), bendice al Padre "por su don inefable" (2 Co 9, 
15) mediante la adoración, la alabanza y la acción de gracias. Por 
otra parte, y hasta la consumación del designio de Dios, la Iglesia 
no 1360 cesa de presentar al Padre "la ofrenda de sus propios 
dones" y de implorar que el Espíritu Santo venga sobre esta 
ofrenda, sobre ella misma, sobre los fieles y sobre el mundo entero, 
a fin de que por la comunión en la muerte y en la resurreción de 
Cristo-Sacerdote y por el poder del Espíritu estas bendiciones 
divinas den frutos de vida "para alabanza de la gloria de su gracia" 
(Ef 1, 6). 

II LA OBRA DE CRISTO EN LA LITURGIA

Cristo glorificado...

1084 "Sentado a la derecha del Padre" y derramando el Espíritu 
662 Santo sobre su Cuerpo que es la Iglesia, Cristo actúa ahora por 
medio de los sacramentos, instituidos por El para comunicar su 
gracia. Los sacramentos son signos sensibles (palabras y 
acciones), accesibles a nuestra humanidad actual. Realizan 
eficazmente la gracia que significan en virtud de la acción de Cristo 
y por el poder del Espíritu Santo.

1085 MEMORIAL/QUE-ES En la Liturgia de la Iglesia, Cristo 
significa y realiza principalmente su misterio pascual. Durante su 
vida terrestre Jesús anunciaba con su enseñanza y anticipaba con 
sus actos el misterio pascual. Cuando llegó su hora (cf Jn 13, 1; 17, 
1), vivió el único acontecimiento de la historia que no pasa: Jesús 
muere, es sepultado, resucita de entre los muertos y se sienta a la 
derecha del Padre "una vez por todas" (Rm 6, 10; Hb 7, 27; 9, 12). 
Es un acontecimiento real, sucedido en nuestra historia, pero 
absolutamente singular: todos los demás acontecimientos suceden 
una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado. El misterio 
pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer 
solamente en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, 
y todo lo que Cristo es y 519 todo lo que hizo y padeció por los 
hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los 
tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El 
acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae 
todo hacia la Vida. 1165

...desde la Iglesia de los apóstoles...

1086 "Por esta razón, como Cristo fue enviado por el Padre, El 
mismo envió también a los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, no 
858 sólo para que, al predicar el Evangelio a toda criatura, 
anunciaran que el Hijo de Dios, con su muerte y resurrección, nos 
ha liberado del poder de Satanás y de la muerte y nos ha 
conducido al reino del Padre, sino también para que realizaran la 
obra de salvación que anunciaban mediante el sacrificio y los 
sacramentos en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica" (SC 6). 


1087 Así, Cristo resucitado, dando el Espíritu Santo a los 
apóstoles, les confía su poder de santificación (cfJn 20, 21-23); se 
convierten en signos sacramentales de Cristo. Por el poder del 
mismo 861 Espíritu Santo confían este poder a sus sucesores. Esta 
"sucesión apostólica" estructura toda la vida litúrgica de la Iglesia. 
Ella misma 1536 es sacramental, transmitida por el sacramento del 
Orden. 

...está presente en la Liturgia terrena...

1088 "Para llevar a cabo una obra tan grande" -la dispensación 
776 o comunicación de su obra de salvación-, "Cristo está siempre 
669 presente en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos. 
Está presente en el sacrificio de la misa, no sólo en la persona del 
ministro, 'ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el 
mismo que entonces se ofreció en la cruz', sino también, sobre 
todo, 1373 bajo las especies eucarísticas. Está presente con su 
virtud en los sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, 
es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues es El 
mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la Sagrada 
Escritura. Está presente, finalmente, cuando la Iglesia suplica y 
canta salmos, el mismo que prometió: 'Donde están dos o tres 
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos' (Mt 18, 
20)" (SC 7). 

1089 "Realmente, en una obra tan grande por la que Dios es 
perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia 
796 siempre consigo a la Iglesia, su esposa amadísima, que invoca 
a su Señor y por El rinde culto al Padre Eterno" (SC 7). 

...que participa en la Liturgia celestial

1090 1137:1139 "En la liturgia terrena pregustamos y 
participamos en aquella liturgia celestial que se celebra en la 
ciudad santa, Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como 
peregrinos, donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, 
como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos 
un himno de gloria al Señor con todo el ejército celestial; venerando 
la memoria de los santos, esperamos participar con ellos y 
acompañarlos; aguardamos al Salvador, nuestro Señor Jesucristo, 
hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos 
manifestamos con El en la gloria" (SC 8; cf LG 50).


III EL ESPIRITU SANTO Y LA IGLESIA EN LA LITURGIA

1091 En la Liturgia, el Espíritu Santo es el pedagogo de la fe 798 
del Pueblo de Dios, el artífice de las "obras maestras de Dios" que 
son los sacramentos de la Nueva Alianza. El deseo y la obra del 
Espíritu en el corazón de la Iglesia es que vivamos de la vida de 
Cristo resucitado. Cuando encuentra en nosotros la respuesta de 
fe que él ha suscitado, entonces se realiza una verdadera 
cooperación. Por ella, la Liturgia viene a ser la obra común del 
Espíritu Santo y de la Iglesia. 

1092 En esta dispensación sacramental del misterio de Cristo, el 
Espíritu Santo actúa de la misma manera que en los otros tiempos 
de la economía de la salvación: prepara la Iglesia para el encuentro 
737 con su Señor, recuerda y manifiesta a Cristo a la fe de la 
asamblea; hace presente y actualiza el misterio de Cristo por su 
poder transformador; finalmente, el Espíritu de comunión une la 
Iglesia a la vida y a la misión de Cristo. 

El Espíritu Santo prepara a recibir a Cristo

1093 El Espíritu Santo realiza en la economía sacramental las 
figuras de la Antigua Alianza. Puesto que la Iglesia de Cristo estaba 
"preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel 762 
y en la Antigua Alianza" (LG 2), la Liturgia de la Iglesia conserva 
como una parte integrante e irremplazable, haciéndolos suyos, 
algunos elementos del culto de la Antigua Alianza: 
- principalmente la lectura del Antiguo Testamento; 121 
- la oración de los Salmos; 2585 
- y sobre todo la memoria de los acontecimientos salvíficos y de 1081 
las realidades significativas que encontraron su cumplimiento en el 
misterio de Cristo (la Promesa y la Alianza; el Exodo y la Pascua, el 
Reino y el Templo; el Exilio y el Retorno).

1094 CATE-TIPOLOGICA Sobre esta armonía de los dos 
Testamentos (cf DV 14-16) 128:130 se articula la catequesis pascual 
del Señor (cf Le 24, 13-49), y luego la de los apóstoles y de los 
Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que 
permanecía oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio 
de Cristo. Es llamada catequesis "tipológica", porque revela la 
novedad de Cristo a partir de "figuras" (tipos) que la anunciaban en 
los hechos, las palabras y los símbolos de la primera Alianza. Por 
esta relectura en el Espíritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras 
son explicadas (cf 2 Co 3, 14 16). Así, el diluvio y el arca de Noé 
prefiguraban la salvación por el Bautismo (cf 1 P 3, 21), y lo mismo 
la nube, y el paso del mar Rojo; el agua de la roca era la figura de 
los dones espirituales de Cristo (cf 1 Co 10, 1-ó); el maná del 
desierto prefiguraba la Eucaristía, "el verdadero Pan del Cielo" (Jn 
6, 32).

1095 Por eso la Iglesia, especialmente durante los tiempos de 
281 Adviento, Cuaresma y sobre todo en la noche de Pascua, relee 
y revive todos estos acontecimientos de la historia de la salvación 
en el "hoy" de su Liturgia. Pero esto exige también que la 
catequesis 117 ayude a los fieles a abrirse a esta inteligencia 
"espiritual" de la economía de la salvación, tal como la Liturgia de la 
Iglesia la manifiesta y nos la hace vivir. 

1096 Liturgia judía y liturgia cristiana. Un mejor conocimiento de la fe 
y la vida religiosa del pueblo judío tal como son profesadas y vividas aún 
hoy, puede ayudar a comprender mejor ciertos aspectos de la Liturgia 
cristiana. Para los judíos y para los cristianos la Sagrada Escritura es una 
parte esencial de sus respectivas liturgias: para la proclamación de la 
Palabra de Dios, la respuesta a esta Palabra, la adoración de alabanza y 
de intercesión por los vivos y los difuntos, el recurso a la misericordia 
divina. La liturgia de la Palabra, en su estructura propia, tiene su origen en 
la 1174 oración judía. La oración de las Horas, y otros textos y 
formularios litúrgicos tienen sus paralelos también en ella, igual que las 
mismas fórmulas de nuestras oraciones más venerables, por ejemplo, el 
Padre Nuestro. Las 1352 plegarias eucarísticas se inspiran también en 
modelos de la tradición judía. La relación entre liturgia judía y liturgia 
cristiana, pero también la diferencia de sus contenidos, son 
particularmente visibles en las grandes fiestas del año litúrgico como la 
Pascua. Los cristianos y los judíos celebran 840 la Pascua: Pascua de la 
historia, orientada hacia el porvenir en los judíos; Pascua realizada en la 
muerte y la resurrección de Cristo en los cristianos, aunque siempre en 
espera de la consumación definitiva. 

1097 En la Liturgia de la Nueva Alianza, toda acción litúrgica, 
especialmente la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos 
es un encuentro entre Cristo y la Iglesia. La asamblea litúrgica 
recibe su unidad de la "comunión del Espíritu Santo" que reúne a 
los hijos de Dios en el único Cuerpo de Cristo. Esta reunión 
desborda las afinidades humanas, raciales, culturales y sociales. 

1098 La asamblea debe prepararse para encontrar a su Señor, 
debe ser "un pueblo bien dispuesto". Esta preparación de los 
corazones es la obra común del Espíritu Santo y de la asamblea, en 
particular de sus ministros. La gracia del Espíritu Santo tiende a 
1430 suscitar la fe, la conversión del corazón y la adhesión a la 
voluntad del Padre. Estas disposiciones preceden a la acogida de 
las otras gracias ofrecidas en la celebración misma y a los frutos de 
vida nueva que está llamada a producir. 

El Espíritu Santo recuerda el Misterio de Cristo

1099 El Espíritu y la Iglesia cooperan en la manifestación de 
Cristo y de su obra de salvación en la Liturgia. Principalmente en la 
Eucaristía, y análogamente en los otros sacramentos, la Liturgia es 
Memorial del Misterio de la salvación. El Espíritu Santo es la 
memoria viva de la Iglesia (cf Jn 14, 26). 91

1100 La Palabra de Dios. El Espíritu Santo recuerda 
primeramente 1174 a la asamblea litúrgica el sentido del 
acontecimiento de la salvación dando vida a la Palabra de Dios que 
es anunciada para ser recibida y vivida: 
La importancia de la Sagrada Escritura en la celebración 103 131 de la 
liturgia es máxima. En efecto, de ella se toman las lecturas que luego se 
explican en la homilía, y los salmos que se cantan; las preces, oraciones 
e himnos litúrgicos están impregnados de su aliento y su inspiración; de 
ella reciben su significado las acciones y los signos (SC 24). 


1101 El Espíritu Santo es quien da a los lectores y a los oyentes, 
según las disposiciones de sus corazones, la inteligencia espiritual 
117 de la Palabra de Dios. A través de las palabras, las acciones y 
los símbolos que constituyen la trama de una celebración, el 
Espíritu Santo pone a los fieles y a los ministros en relación viva 
con Cristo, Palabra e Imagen del Padre, a fin de que puedan hacer 
pasar a su vida el sentido de lo que oyen, contemplan y realizan en 
la celebración. 

1102 "La fe se suscita en el corazón de los no creyentes y se 
alimenta en el corazón de los creyentes con la palabra de la 
salvación. Con la fe empieza y se desarrolla la comunidad de los 
creyentes" (PO 4). El anuncio de la Palabra de Dios no se reduce a 
una enseñanza: exige la respuesta de fe, como consentimiento y 
143 compromiso, con miras a la Alianza entre Dios y su pueblo. Es 
también el Espíritu Santo quien da la gracia de la fe, la fortalece y 
la hace crecer en la comunidad. La asamblea litúrgica es ante todo 
comunión en la fe. 

1103 La Anamnesis. La celebración litúrgica se refiere siempre 
1362 a las intervenciones salvíficas de Dios en la historia. "El plan 
de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente 
ligadas;... las palabras proclaman las obras y explican su misterio" 
(DV 2). En la liturgia de la Palabra, el Espíritu Santo "recuerda" a la 
asamblea todo lo que Cristo ha hecho por nosotros. Según la 
naturaleza de las acciones litúrgicas y las tradiciones rituales de las 
Iglesias, una celebración "hace memoria" de las maravillas de Dios 
en una Anamnesis más o menos desarrollada. El Espíritu Santo, 
que despierta así la memoria de la Iglesia, suscita entonces la 
acción de gracias y la alabanza (Doxología).

El Espíritu Santo actualiza el Misterio de Cristo

1104 La Liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos 
que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. El 
1085 Misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las 
celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar 
la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio. 

1105 La Epiclesis ("invocación sobre") es la intercesión 1153 
mediaente la cual el sacerdote suplica al Padre que envíe el 
Espíritu santificador para que las ofrendas se conviertan en el 
Cuerpo y la Sangre de Cristo y para que los fieles, al recibirlos, se 
conviertan ellos mismos en ofrenda viva para Dios. 

1106 Junto con la Anamnesis, la Epiclesis es el centro de toda 
celebración sacramental, y muy particularmente de la Eucaristía: 
1375
Preguntas cómo el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo y el vino... 
en Sangre de Cristo. Te respondo: el Espíritu Santo irrumpe y realiza 
aquello que sobrepasa toda palabra y todo pensamiento... Que te baste 
oír que es por la acción del Espíritu Santo, de igual modo que gracias a la 
Santísima Virgen y al mismo Espíritu, el Señor, por sí mismo y en sí 
mismo, asumió la carne humana (S. Juan Damasceno, f.o., IV, 13). 

1107 El poder transformador del Espíritu Santo en la Liturgia 
2816 apresura la venida del Reino y la consumación del Misterio de 
la salvación. En la espera y en la esperanza nos hace realmente 
anticipar la comunión plena con la Trinidad Santa. Enviado por el 
Padre, que escucha la epiclesis de la Iglesia, el Espíritu da la vida a 
los que lo acogen, y constituye para ellos, ya desde ahora, "las 
arras" de su herencia (cf Ef 1, 14; 2 Co 1, 22). 

La comunión del Espiritu Santo

1108 La finalidad de la misión del Espíritu Santo en toda acción 
788 litúrgica es poner en comunión con Cristo para formar su 
Cuerpo. El Espíritu Santo es como la savia de la viña del Padre que 
da su fruto en los sarmientos (cf Jn 15, 1-17; Ga 5, 22). En la 
Liturgia se 1091 realiza la cooperación más íntima entre el Espíritu 
Santo y la Iglesia. El espíritu de comunión permanece 
indefectiblemente en la 755 Iglesia, y por eso la Iglesia es el gran 
sacramento de la comunión divina que reune a los hijos de Dios 
dispersos. El fruto del Espíritu en la Liturgia es inseparablemente 
comunión con la Trinidad Santa y comunión fraterna (cf 1 Jn 1, 
3-7). 

1109 La Epiclesis es también oración por el pleno efecto de la 
comunión de la asamblea con el Misterio de Cristo. "La gracia de 
nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del 
Espíritu Santo" (2 Co 13, 13) deben permanecer siempre con 
nosotros y dar frutos más allá de la celebración eucarística. La 
Iglesia, por tanto, pide al Padre que envíe el Espíritu Santo para 
que haga de la vida de los fieles una ofrenda viva a Dios mediante 
la transformación 1368 espiritual a imagen de Cristo, la 
preocupación por la unidad de la Iglesia y la participación en su 
misión por el testimonio y el servicio de la caridad. 

RESUMEN 

1110 En la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es bendecido y adorado 
como la fuente de todas las bendiciones de la creación y de la 
salvación, con las que nos ha bendecido en su Hijo para darnos el 
Espíritu de adopción filial. 

1111 La obra de Cristo en la liturgia es sacramental porque su 
Misterio de salvación se hace presente en ella por el poder de su 
Espíritu Santo; porque su Cuerpo, que es la Iglesia, es como el 
sacramento (signo e instrumento) en el cual el Espíritu Santo 
dispensa el Misterio de la salvación; porque a través de sus 
acciones litúrgicas, la Iglesia peregrina participa ya, como en 
primicias, en la liturgia celestial. 

1112 La misión del Espíritu Santo en la liturgia de la Iglesia es la de 
preparar la Asam- blea para el encuentro con Cristo; recordar y 
manifestar a Cristo a la fe de la asamblea de creyentes; hacer 
presente y actualizar la obra salvífica de Cristo por su poder 
transformador y hacer fructificar el don de la comunión en la Iglesia. 




Artículo 2 

EL MISTERIO PASCUAL
EN LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA 


1113 Toda la vida litúrgica de la Iglesia gravita en torno al 
sacrificio eucarístico y los sacramentos (cf SC 6). Hay en la Iglesia 
1210 siete sacramentos: Bautismo, Confirmación o Crismación, 
Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y 
Matrimonio (cf DS 860; 1310; 1601). En este artículo se trata de lo 
que es común a los siete sacramentos de la Iglesia desde el punto 
de vista doctrinal. Lo que les es común bajo el aspecto de la 
celebración se expondrá en el Capítulo segundo, y lo que es propio 
de cada uno de ellos será objeto de la Segunda sección. 


I LOS SACRAMENTOS DE CRISTO

1114 "Adheridos a la doctrina de las Santas Escrituras, a las 
tradiciones apostólicas y al sentimiento unánime de los Padres", 
profesamos que "los sacramentos de la nueva Ley fueron todos 
instituidos por nuestro Señor Jesucristo" (DS 1600-1601). 

1115 Las palabras y las acciones de Jesús durante su vida 
oculta y su ministerio público eran ya salvíficas. Anticipaban la 
fuerza de su misterio pascual. Anunciaban y preparaban aquello 
que El daría 512:560 a la Iglesia cuando todo tuviese su 
cumplimiento. Los misterios de la vida de Cristo son los 
fundamentos de lo que en adelante, por los ministros de su Iglesia, 
Cristo dispensa en los sacramentos, porque "lo que era visible en 
nuestro Salvador ha pasado a sus misterios" (S. León Magno, 
serm. 74, 2). 

1116 1504 Los sacramentos, como "fuerzas que brotan" del 
Cuerpo de Cristo (cf Lc 5, 17; 6, 19; 8, 46) siempre vivo y 
vivificante, y 774 como acciones del Espíritu Santo que actúa en su 
Cuerpo que es la Iglesia, son "las obras maestras de Dios" en la 
nueva y eterna Alianza.


II LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA

1117 Por el Espíritu que la conduce "a la verdad completa" (Jn 
16, 13), la Iglesia reconoció poco a poco este tesoro recibido de 
Cristo y precisó su "dispensación", tal como lo hizo con el canon 120 
de las Sagradas Escrituras y con la doctrina de la fe, como fiel 
dispensadora de los misterios de Dios (cf Mt 13, 52; 1 Co 4, 1). Así, 
la Iglesia ha precisado a lo largo de los siglos, que, entre sus 
celebraciones litúrgicas, hay siete que son, en el sentido propio del 
término, sacramentos instituidos por el Señor.

1118 Los sacramentos son "de la Iglesia" en el doble sentido de 
que existen "por ella" y "para ella". Existen "por la Iglesia" porque 
ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella 
gracias a la misión del Espíritu Santo. Y existen "para la Iglesia", 
1396 porque ellos son "sacramentos que constituyen la Iglesia" (S. 
Agustín, civ. 22, 17; S. Tomás de A., s. th. 3, 64, 2 ad 3), 
manifiestan y comunican a los hombres, sobre todo en la 
Eucaristía, el misterio de la Comunión del Dios Amor, uno en tres 
Personas.

1119 792 Formando con Cristo-Cabeza "como una única 
persona mística" (Pío XII, enc. "Mystici Corporis"), la Iglesia actúa en 
los sacramentos como "comunidad sacerdotal", "orgánicamente 
estructurada" (LG 11): gracias al Bautismo y la Confirmación, el 
pueblo sacerdotal se hace apto para celebrar la liturgia; por otra 
parte, algunos fieles "que han recibido el sacramento del Orden 
están instituidos en nombre de Cristo para ser los pastores de la 
Iglesia con la palabra y la gracia de Dios" (LG 11). 

1120 El ministerio ordenado o sacerdocio ministerial (LG 10) 
1547 está al servicio del sacerdocio bautismal. Garantiza que, en los 
sacramentos, sea Cristo quien actúa por el Espíritu Santo en favor 
de la Iglesia. La misión de salvación confiada por el Padre a su Hijo 
encarnado es confiada a los apóstoles y por ellos a sus sucesores: 
reciben el Espíritu de Jesús para actuar en su nombre y en su 
persona (cf Jn 20, 21-23; Lc 24, 47; Mt 28, 18-20). Así, el ministro 
ordenado es el vínculo sacramental que une la acción litúrgica a lo 
que dijeron y realizaron los apóstoles, y por ellos a lo que dijo y 
realizó Cristo, fuente y fundamento de los sacramentos.

1121 Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y 
1272 1304 del Orden sacerdotal confieren, además de la gracia, un 
carácter 1582 sacramental o "sello" por el cual el cristiano participa 
del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y 
funciones diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, 
realizada por el Espíritu, es indeleble (Cc. de Trento: DS 1609); 
permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva 
para la gracia, como promesa y garantía de la protección divina y 
como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, 
estos sacramentos no pueden ser reiterados.


III LOS SACRAMENTOS DE LA FE

1122 Cristo envió a sus apóstoles para que, "en su Nombre, 
proclamasen a todas las naciones la conversión para el perdón de 
los pecados" (Lc 24, 47). "De todas las naciones haced discípulos 
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" 
(Mt 28, 19). La misión de bautizar, por tanto la misión sacramental, 
849 está implicada en la misión de evangelizar, porque el 
sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es 
consentimiento a esta Palabra: 1326
"El pueblo de Dios se reúne, sobre todo, por la palabra de Dios vivo... 
necesita la predicación de la palabra para el ministerio de los 
sacramentos. En efecto, son sacramentos de la fe que nace y se 
alimenta de la palabra" (PO 4).


1123 "Los sacramentos están ordenados a la santificación de los 
hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar 
culto a Dios, pero, como signos, también tienen un fin instructivo. 
1154 No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la 
expresan con palabras y acciones; por eso se llaman sacramentos 
de la fe " (SC 59). 

1124 166 La fe de la Iglesia es anterior a la fe del fiel, el cual es 
invitado a adherirse a ella. Cuando la Iglesia celebra los 
sacramentos confiesa la fe recibida de los apóstoles, de ahí el 
antiguo adagio: 1327 "Lex orandi, lex credendi" ("La ley de la 
oración es la ley de la fe") (o: "legem credendi lex statuat 
supplicandi" ["La ley de la oración determine la ley de la fe"], según 
Próspero de Aquitania, siglo V, ep. 217). La ley de la oración es la 
ley de la fe, la Iglesia 78 cree como ora. La liturgia es un elemento 
constitutivo de la Tradición santa y viva (cf DV 8). 

1125 1205 Por eso ningún rito sacramental puede ser modificado 
o manipulado a voluntad del ministro o de la comunidad. Incluso la 
suprema autoridad de la Iglesia no puede cambiar la liturgia a su 
arbitrio, sino solamente en virtud del servicio de la fe y en el 
respeto religioso al misterio de la liturgia.

1126 Por otra parte, puesto que los sacramentos expresan y 
desarrollan 815 la comunión de fe en la Iglesia, la lex orandi es uno 
de los criterios esenciales del diálogo que intenta restaurar la 
unidad de los cristianos (cf UR 2 y 15).


IV LOS SACRAMENTOS DE LA SALVACIÓN

1127 Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos 
confieren la 1084 gracia que significan (cf Cc. de Trento: DS 1605 y 
1606). Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; El es 
quien bautiza, El quien actúa en sus sacramentos con el fin de 
comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha 
siempre la oración 1105 de la Iglesia de su Hijo que, en la epiclesis 
de cada sacramento 696, expresa su fe en el poder del Espíritu. 
Como el fuego transforma en sí todo lo que toca, así el Espíritu 
Santo transforma en vida divina lo que se somete a su poder.

1128 Tal es el sentido de la siguiente afirmación de la Iglesia (cf 
Cc. de Trento: DS 1608): los sacramentos obran ex opere operato 
(según las palabras mismas del Concilio: "por el hecho mismo de 
que la acción es realizada"), es decir, en virtud de la obra salvífica 
de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que "el 
sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o 
que lo recibe, sino por el poder de Dios" 1584 (S. Tomás de A., s. 
th. 3, 68, 8). En consecuencia, siempre que un sacramento es 
celebrado conforme a la intención de la Iglesia, el poder de Cristo y 
de su Espíritu actúa en él y por él, independientemente de la 
santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los 
sacramentos dependen también de las disposiciones del que los 
recibe. 

1129 La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos 
1257 de la Nueva Alianza son necesarios para la salvación (cf Cc. 
de Trento: DS 1604). La "gracia sacramental" es la gracia del 
Espíritu Santo 2003 dada por Cristo y propia de cada sacramento. 
El Espíritu cura y transforma a los que lo reciben conformándolos 
con el Hijo de Dios. El fruto de la vida sacramental consiste en que 
el Espíritu de adopción deifica (cf 2 P 1, 4) a los fieles uniéndolos 
vitalmente al 460 Hijo único, el Salvador.


V LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA ETERNA

1130 La Iglesia celebra el Misterio de su Señor "hasta que él 
2817 venga" y "Dios sea todo en todos" (1 Co 11, 26; 15, 28). 
Desde la era apostólica, la liturgia es atraída hacia su término por 
el gemido del Espíritu en la Iglesia: "¡Maran atha!" (1 Co 16, 22). La 
liturgia participa así en el deseo de Jesús: "Con ansia he deseado 
comer esta Pascua con vosotros... hasta que halle su cumplimiento 
en el Reino de Dios" (Lc 22, 15-16). En los sacramentos de Cristo, 
la Iglesia recibe ya las arras de su herencia, participa ya en la vida 
950 eterna, aunque "aguardando la feliz esperanza y la 
manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro 
Jesucristo" (Tt 2, 13). "El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven!... ¡Ven, 
Señor Jesús!" (Ap 22, 17.20).
S. Tomás resume así las diferentes dimensiones del signo sacramental: 
"Unde sacramentum est signum rememorativum eius quod praecessit, 
scilicet passionis Christi; et demonstrativum quod in nobis efficitur per 
Christi passionem, scilicet gratiae; et prognosticum, id est, 
praenuntiativum futurae gloriae" ("Por eso el sacramento es un signo que 
rememora lo que sucedio, es decir, la pasión de Cristo; es un signo que 
demuestra lo que sucedió entre nosotros en virtud de la pasión de Cristo, 
es decir, la gracia; y es un signo que anticipa, es decir, que preanuncia la 
gloria venidera", s. th. III, 60, 3). 

RESUMEN 

1131 Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos 
por Cristo y con- fiados a la Iglesia por los cuales nos es 
dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los 
sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias 
propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con 
las disposiciones requeridas. 

1132 La Iglesia celebra los sacramentos como comunidad 
sacerdotal estructurada por el sacerdocio bautismal y el de los 
ministros ordenados. 

1133 El Espíritu Santo dispone a la recepción de los sacramentos 
por la Palabra de Dios y por la fe que acoge la Palabra en los 
corazones bien dispuestos. Así los sacramentos fortalecen y 
expresan la fe. 

1134 El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. 
Por una parte, este fruto es para toda fiel la vida para Dios en 
Cristo Jesús: por otra parte, es para la Iglesia crecimiento en la 
caridad y en su misión de testimonio. 


CAPITULO SEGUNDO


LA CELEBRACION SACRAMENTAL
DEL MISTERIO PASCUAL


1135 La catequesis de la Liturgia implica en primer lugar la 
inteligencia de la econornia sacramental (Capítulo primero). A su 
luz se revela la novedad de su celebración. Se tratará, pues, en 
este capítulo de la celebración de los sacramentos de la Iglesia. A 
través de la diversidad de las tradiciones litúrgicas, se presenta lo 
que es común a la celebración de los siete sacramentos. Lo que es 
propio de cada uno de ellos, será presentado más adelante. Esta 
catequesis fundamental de las celebraciones sacramentales 
responderá a las cuestiones inmediatas que se presentan a un fiel 
al respecto: 
- quién celebra,
- cómo celebrar,
- cuándo celebrar,
- dónde celebrar.


Artículo 1 

CELEBRAR LA LITURGIA DE LA IGLESIA


I ¿QUIEN CELEBRA? 
LITURGIA/CELEBRANTES

1136 La Liturgia es "acción" del "Cristo total" (Christus totus). 
795 Por tanto, quienes celebran esta "acción", independientemente 
de la existencia o no de signos sacramentales, participan ya de la li 
turgia 1090 del cielo, allí donde la celebración es enteramente 
Comunión y Fiesta. 

La celebración de la Liturgia-celestial 2642

1137 El Apocalipsis de S. Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, 
nos revela primeramente que "un trono estaba erigido en el cielo y 
Uno sentado en el trono" (Ap 4, 2): "el Señor Dios" (Is 6, 1; cf Ez 1, 
26-28). Luego revela al Cordero, "inmolado y de pie" (Ap 5, 6; cf Jn 
1, 29): Cristo crucificado y resucitado, el único Sumo Sacer dote 
662 del santuario verdadero (cf Hb 4, 14-15; 10, 19-21), el mismo 
"que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado" (Liturgia de 
San Juan Crisóstomo, Anáfora). Y por último, revela "el río de Vida 
que brota del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22, 1), uno de los 
más bellos símbolos del Espíritu Santo (cf Jn 4, 10-14; Ap 21, 6). 

1138 "Recapitulados" en Cristo, participan en el servicio de la 
alabanza de Dios y en la realización de su designio: las Potencias 
335 celestiales (cf Ap 4-5; Is 6, 2-3), toda la creación (los cuatro 
Vivientes), los servidores de la Antigua y de la Nueva Alianza (los 
veinticuatro ancianos), el nuevo Pueblo de Dios (los ciento 
cuarenta y cuatro mil, cf Ap 7, 1-8; 14, 1), en particular los mártires 
"degollados a causa de la Palabra de Dios" (Ap 6, 9-11), y la 
Santísima Madre de Dios (la Mujer, cf Ap 12, la Esposa del 
Cordero, cf Ap 21, 9), 1370 finalmente "una muchedumbre inmensa, 
que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas" 
(Ap 7, 9). 

1139 En esta Liturgia eterna el Espíritu y la Iglesia nos hacen 
participar cuando celebramos el Misterio de la salvación en los 
sacramentos. 

Los celebrantes de la liturgia sacramental

1140 Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su 
Cabeza 752 1348 quien celebra. "Las acciones litúrgicas no son 
acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es 
'sacramento de unidad', esto es, pueblo santo, congregado y 
ordenado bajo la dirección de los obispos. Por tanto, pertenecen a 
todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo manifiestan, pero 
afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente, 
según la diversidad de órdenes, 1372 funciones y participación 
actual" (SC 26). Por eso también, "siempre que los ritos, según la 
naturaleza propia de cada uno, admitan una celebración común, 
con asistencia y participación activa de los fieles, hay que inculcar 
que ésta debe ser preferida, en cuanto sea posible, a una 
celebración individual y casi privada" (SC 27). 

1141 La asamblea que celebra es la comunidad de los 
bautizados que, "por el nuevo nacimiento y por la unción del 
Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y 
sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de todas las obras 
propias del cristiano, 1120 sacrificios espirituales" (LG 10). Este 
"sacerdocio común" es el de Cristo, único Sacerdote, participado 
por todos sus miembros (cf LG 10; 34; PO 2): 
La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a 
aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones 
litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma 1268 y a la cual 
tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano 
"linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido" (1 P 2, 
9; cf 2, 4-5) (SC 14). 


1142 Pero "todos los miembros no tienen la misma función" (Rm 
12, 4). Algunos son llamados por Dios en y por la Iglesia a un 
servicio especial de la comunidad. Estos servidores son escogidos 
y consagrados por el sacramento del Orden, por el cual el Espíritu 
Santo los hace aptos para actuar en representación de 
Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia 
1549 (cf PO 2 y 15). El ministro ordenado es como el "icono" de 
Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta 
plenamente el sacramento de la Iglesia, es también en la 
presidencia de la Eucaristía 1561 donde el ministerio del obispo 
aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de los 
presbíteros y los diáconos. 

1143 En orden a ejercer las funciones del sacerdocio común de 
903 los fieles existen también otros ministerios particulares, no 
consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son 
determinadas por los obispos según las tradiciones litúrgicas y las 
necesidades pastorales. "Los acólitos, lectores, comentadores y los 
que 1672 pertenecen a la 'schola cantorum' desempeñan un 
auténtico ministerio litúrgico" (SC 29). 

1144 Así, en la celebración de los sacramentos, toda la 
asamblea es "liturgo", cada cual según su función, pero en "la 
unidad del Espíritu" que actúa en todos. "En las celebraciones 
litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará 
todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la 
acción y las normas litúrgicas" (SC 28). 


II ¿COMO CELEBRAR? 

Signos y símbolos 1333:1340
SIGNOS/SIMBOLOS/CEC SIMBOLOS/SIGNOS/CEC

1145 Una celebración sacramental está tejida de signos y de 
símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su 
significación 53 tiene su raíz en la obra de la creación y en la 
cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua 
Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo.

1146 Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, 
signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo 
un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las 
realidades 362 2702 espirituales a través de signos y de símbolos 
materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos 
para comunicarse 1879 con los demás, mediante el lenguaje, gestos 
y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios.

1147 Dios habla al hombre a través de la creación visible. El 299 
cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que 
vea en él las huellas de su Creador (cf Sb 13, 1; Rm 1, 19-20; Hch 
14, 17). La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el 
árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y 
su proximidad.

1148 En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden 
llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a 
los hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a 
Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social 
de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa 
pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del 
hombre hacia su Creador.

1149 Las grandes religiones de la humanidad atestiguan, a 843 
menudo de forma impresionante, este sentido cósmico y simbólico 
de los ritos religiosos. La liturgia de la Iglesia presupone, integra y 
santifica elementos de la creación y de la cultura humana 
confiriéndoles la dignidad de signos de la gracia, de la creación 
nueva en Jesucristo.

1150 1334 Signos de la Alianza. El pueblo elegido recibe de Dios 
signos y símbolos distintivos que marcan su vida litúrgica: no son ya 
solamente celebraciones de ciclos cósmicos y de acontecimientos 
sociales, sino signos de la Alianza, símbolos de las grandes 
acciones de Dios en favor de su pueblo. Entre estos signos 
litúrgicos de la Antigua Alianza se puede nombrar la circuncisión, la 
unción y la consagración de reyes y sacerdotes, la imposición de 
manos, los sacrificios, y sobre todo la pascua. La Iglesia ve en 
estos signos una prefiguración de los sacramentos de la Nueva 
Alianza.

1151 1335 Signos asumidos por Cristo. En su predicación, el 
Señor Jesús se sirve con frecuencia de los signos de la creación 
para dar a conocer los misterios el Reino de Dios (cf Lc S, 10). 
Realiza sus curaciones o subraya su predicación por medio de 
signos materiales o gestos simbólicos (cf Jn 9, 6; Mc 7, 33-35; 8, 
22-25). Da un sentido nuevo a los hechos y a los signos de la 
Antigua Alianza, sobre todo al Exodo y a la Pascua (cf Lc 9, 31; 22, 
7-20), porque El mismo es el sentido de todos esos signos.

1152 Signos sacramentales. Desde Pentecostés, el Espíritu 
Santo realiza la santificación a través de los signos sacramentales 
de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino 
purifican e integran toda la riqueza de los signos y de los símbolos 
del cosmos y de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las 
figuras de la Antigua Alianza, significan y realizan la salvación 
obrada por Cristo, y prefiguran y anticipan la gloria del cielo.

Palabras y acciones

1153 Toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos 
de Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo, y este 
encuentro 53 se expresa como un diálogo a través de acciones y de 
palabras. Ciertamente, las acciones simbólicas son ya un lenguaje, 
pero es preciso que la Palabra de Dios y la respuesta de fe 
acompañen y vivifiquen estas acciones, a fin de que la semilla del 
Reino dé su fruto en la tierra buena. Las acciones litúrgicas 
significan lo que expresa la Palabra de Dios: a la vez la iniciativa 
gratuita de Dios y la respuesta de fe de su pueblo. 

1154 1100 La liturgia de la Palabra es parte integrante de las 
celebraciones sacramentales. Para nutrir la fe de los fieles, los 
signos de la Palabra de Dios deben ser puestos de relieve: el libro 
de la 103 Palabra (leccionario o evangeliario), su veneración 
(procesión, incienso, luz), el lugar de su anuncio (ambón), su 
lectura audible e inteligible, la homilía del ministro, la cual prolonga 
su proclamación, y las respuestas de la asamblea (aclamaciones, 
salmos de meditación, letanías, confesión de fe...). 

1155 La palabra y la acción litúrgica, indisociables en cuanto 
signos y enseñanza, lo son también en cuanto que realizan 1127 lo 
que significan. El Espiritu Santo, al suscitar la fe, no solamente 
procura una inteligencia de la Palabra de Dios suscitando la fe, sino 
que también mediante los sacramentos realiza las "maravillas" de 
Dios que son anunciadas por la misma Palabra: hace presente y 
comunica la obra del Padre realizada por el Hijo amado. 

Canto y música

1156 "La tradición musical de la Iglesia universal constituye un 
tesoro de valor inestimable que sobresale entre las demás 
expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, 
unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la 
liturgia solemne" (SC 112). La composición y el canto de salmos 
inspirados, con frecuencia acompañados de instrumentos 
musicales, estaban ya estrechamente ligados a las celebraciones 
litúrgicas de la Antigua Alianza. La Iglesia continúa y desarrolla esta 
tradición: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos 
inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor" (Ef S, 
19; cf Col 3, 16-17). "El que canta ora dos veces" (S. Agustín, sal. 
72, 1). 

1157 El canto y la música cumplen su función de signos de una 
manera tanto más significativa cuanto "más estrechamente estén 
vinculadas a la acción litúrgica" (SC 112), según tres criterios 
principales: la belleza expresiva de la oración, la participación 2502 
unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter 
solemne de la celebración. Participan así de la finalidad de las 
palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la 
santificación de los fieles (cf SC 112): 
¡Cuánto lloré al oír vuestros himnos y cánticos, fuertemente conmovido por 
las voces de vuestra Iglesia, que suavemente cantaba! Entraban aquellas 
voces en mis oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón, y con 
esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba 
bien con ellas (S. Agustín, Conf. IX, 6,14). 


1158 La armonía de los signos (canto, música, palabras y 
acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa 
en la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra 1201 (cf 
SC 119). Por eso "foméntese con empeño el canto religioso 
popular, 1674 de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y 
en las mismas acciones litúrgicas", conforme a las normas de la 
Iglesia "resuenen las voces de los fieles" (SC 118). Pero "los textos 
destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la 
doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la 
Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas" (SC 121). 

476:477
2129:2132 Imágenes-sagradas

1159 La imagen sagrada, el icono litúrgico, representa 
principalmente a Cristo. No puede representar a Dios invisible e 
incomprensible; la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una 
nueva "economía" de las imágenes: 
En otro tiempo, Dios, que no tenía cuerpo ni figura, no podía de ningún 
modo ser representado con una imagen. Pero ahora que se ha hecho ver 
en la carne y que ha vivido con los hombres, puedo hacer una imagen de 
lo que he visto de Dios... con el rostro descubierto contemplamos la gloria 
del Señor (S. Juan Damasceno, imag.1,16). 


1160 La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el 
mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la 
palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente: 
Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las 
tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido 
transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de 
las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia 
evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios 
Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas 
que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación 
recíproca (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111). 


1161 Todos los signos de la celebración litúrgica hacen 
referencia a Cristo: también las imágenes sagradas de la Santísima 
Madre de Dios y de los santos. Significan, en efecto, a Cristo que 
es glorificado en ellos. Manifiestan "la nube de testigos" (Hb 12, 1) 
que continúan participando en la salvación del mundo y a los que 
estamos unidos, sobre todo en la celebración sacramental. A través 
de sus iconos, es el hombre "a imagen de Dios", finalmente 
transfigurado "a su semejanza" (cf Rm 8, 29; 1 Jn 3, 2), quien se 
revela a nuestra fe, e incluso los ángeles, recapitulados también en 
Cristo: 
Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres 
y la tradición de la Iglesia católica (pues reconocemos ser del Espíritu 
Santo que habita en ella), definimos con toda exactitud y cuidado que las 
venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y 
vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia 
conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos 
sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en 
los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador 
Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de 
Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos (Cc. de Nicea 
II: DS 600). 

1162 "La belleza y el color de las imágenes estimulan mi oración. 
2502 Es una fiesta para mis ojos, del mismo modo que el 
espectáculo del campo estimula mi corazón para dar gloria a Dios" 
(S. Juan Damasceno, imag. 1, 27). La contemplación de las 
sagradas imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y 
al canto de los himnos litúrgicos, forma parte de la armonía de los 
signos de la celebración para que el misterio celebrado se grabe en 
la memoria del corazón y se exprese luego en la vida nueva de los 
fieles. 


III ¿CUANDO CELEBRAR? 

El tiempo-litúrgico

1163 "La santa Madre Iglesia considera que es su deber 
celebrar la obra de salvación de su divino Esposo con un sagrado 
recuerdo, en días determinados a través del año. Cada semana, en 
el día que llamó 'del Señor', conmemora su resurrección, que una 
vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima 
solemnidad de la Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla 
todo 512 el Misterio de Cristo... Al conmemorar así los misterios de 
la redención, abre la riqueza de las virtudes y de los méritos de su 
Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante 
todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la 
gracia de la salvación" (SC 102). 

1164 El pueblo de Dios, desde la ley mosaica, tuvo fiestas fijas a 
partir de la Pascua, para conmemorar las acciones maravillosas del 
Dios Salvador, para darle gracias por ellas, perpetuar su recuerdo 
y enseñar a las nuevas generaciones a conformar con ellas su 
conducta. En el tiempo de la Iglesia, situado entre la Pascua de 
Cristo, ya realizada una vez por todas, y su consumación en el 
Reino de Dios, la liturgia celebrada en días fijos está toda ella 
impregnada por la novedad del Misterio de Cristo. 

1165 Cuando la Iglesia celebra el Misterio de Cristo, hay una 
2659 2836 palabra que jalona su oración: ¡Hoy!, como eco de la 
oración que le enseñó su Señor (Mt 6, 11) y de la llamada del 
Espíritu Santo (Hb 3, 7-4, 11; Sal 95, 7). Este "hoy" del Dios vivo al 
que el hombre está llamado a entrar, es la "Hora" de la Pascua de 
Jesús que es eje de toda la historia humana y la guía: 1085
La vida se ha extendido sobre todos los seres y todos están llenos de una 
amplia luz: el Oriente de los orientes invade el universo, y el que existía 
"antes del lucero de la mañana" y antes de todos los astros, inmortal e 
inmenso, el gran Cristo brilla sobre todos los seres más que el sol. Por 
eso, para nosotros que creemos en él, se instaura un día de luz, largo, 
eterno, que no se extingue: la Pascua mística (S. Hipólito, pasc.1-2). 

El día del Señor
DOMINGO/CEC

1166 2174:2188 "La Iglesia, desde la tradición apostólica que 
tiene su origen en el mismo día de la resurrección de Cristo, 
celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que se llama 
con razón 'día 1343 del Señor' o domingo" (SC 106). El día de la 
Resurrección de Cristo es a la vez el "primer día de la semana", 
memorial del primer día de la creación, y el "octavo día" en que 
Cristo, tras su "reposo" del gran Sabbat, inaugura el Día "que hace 
el Señor", el "día que no conoce ocaso" (Liturgia bizantina). El 
"banquete del Señor" es su centro, porque es aquí donde toda la 
comunidad de los fieles encuentra al Señor resucitado que los 
invita a su banquete (cf Jn 21, 12; Lc 24, 30):
El día del Señor, el día de la Resurrección, el día de los cristianos, es 
nuestro día. Por eso es llamado día del Señor: porque es en este día 
cuando el Señor subió victorioso junto al Padre. Si los paganos lo llaman 
día del sol, también lo hacemos con gusto; porque hoy ha amanecida la 
luz del mundo, hoy ha aparecido el sol de justicia cuyos rayos traen la 
salvación (·Jerónimo-san, pasch.).

1167 El domingo es el día por excelencia de la asamblea 
litúrgica, en que los fieles "deben reunirse para, escuchando la 
Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recordar la pasión, 
la resurrección y la gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios, que 
los 'hizo renacer a la esperanza viva por la resurrección de 
Jesucristo de entre los muertos"' (SC 106): 
Cuando meditamos, oh Cristo, las maravillas que fueron realizadas en este 
día del domingo de tu santa Resurrección, decimos: Bendito es el día del 
domingo, porque en él tuvo comienzo la Creación... la salvación del 
mundo... la renovación del género humano... en él el cielo y la tierra se 
regocijaron y el universo entero quedó lleno de luz. Bendito es el día del 
domingo, porque en él fueron abiertas las puertas del paraíso para que 
Adán y todos los desterrados entraran en él sin temor (Fanqîth, Oficio 
siriaco de Antioquía, vol 6,1ª parte del verano, p. 193 b). 

El año-litúrgico

1168 A partir del "Triduo Pascual", como de su fuente de luz, el 
2698 tiempo nuevo de la Resurrección llena todo el año litúrgico con 
su resplandor. De esta fuente, por todas partes, el año entero 
queda transfigurado por la liturgia. Es realmente "año de gracia del 
Señor" (cf Lc 4, 19). La economía de la salvación actúa en el marco 
del tiempo, pero desde su cumplimiento en la Pascua de Jesús y la 
efusión del Espíritu Santo, el fin de la historia es anticipado, como 
pregustado, y el Reino de Dios irrumpe en el tiempo de la 
humanidad. 

1169 Por ello, la Pascua no es simplemente una fiesta entre 
otras: es la "Fiesta de las fiestas", "Solemnidad de las 
solemnidades", como la Eucaristía es el Sacramento de los 
sacramentos 1330 (el gran sacramento). S. Atanasio la llama "el 
gran domingo" (Ep. fest. 329), así como la Semana Santa es 
llamada en Oriente 560 "la gran semana". El Misterio de la 
Resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra 
en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía, hasta que todo le 
esté sometido. 

1170 En el Concilio de Nicea (año 325) todas las Iglesias se pusieron 
de acuerdo para que la Pascua cristiana fuese celebrada el domingo que 
sigue al plenilunio (14 del mes de Nisán) después del equinoccio de 
primavera. Por causa de los diversos métodos utilizados para calcular el 
14 del mes de Nisán, en las Iglesias de Occidente y de Oriente no 
siempre coincide la fecha de la Pascua. Por eso, dichas Iglesias buscan 
hoy un acuerdo, para llegar de nuevo a celebrar en una fecha común el día 
de la Resurrección del Señor. 


1171 El año litúrgico es el desarrollo de los diversos aspectos 
del único misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el 
ciclo de las fiestas en torno al Misterio de la Encarnación 524 
(Anunciación, Navidad, Epifanía) que conmemoran el comienzo de 
nuestra salvación y nos comunican las primicias del misterio de 
Pascua. 

El santoral en el año litúrgico

1172 "En la celebración de este círculo anual de los misterios 
971 de Cristo, la santa Iglesia venera con especial amor a la 
bienaventurada Madre de Dios, la Virgen María, unida con un 
vínculo indisoluble 2030 a la obra salvadora de su Hijo; en ella mira 
y exalta el fruto excelente de la redención y contempla con gozo, 
como en una imagen purísima, aquello que ella misma, toda entera, 
desea y espera ser" (SC 103).

1173 Cuando la Iglesia, en el ciclo anual, hace memoria de los 
957 mártires y los demás santos "proclama el misterio pascual 
cumplido en ellos, que padecieron con Cristo y han sido glorificados 
con El; propone a los fieles sus ejemplos, que atraen a todos por 
medio de Cristo al Padre, y por sus méritos implora los beneficios 
divinos" (SC 104; cf SC 108 y 111). 

La Liturgia de las Horas

1174 El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que 
celebramos en la Eucaristía, especialmente en la asamblea 
dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la 
celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (cf SC IV). 
Esta 2698 celebración, en fidelidad a las recomendaciones 
apostólicas de "orar sin cesar" (1 Ts 5, 17; Ef 6, 18), "está 
estructurada de tal manera que la alabanza de Dios consagra el 
curso entero del día y de la noche" (SC 84). Es "la oración pública 
de la Iglesia" (SC 98) en la cual los fieles (clérigos, religiosos y 
laicos) ejercen el sacerdocio real de los bautizados. Celebrada 
"según la forma aprobada" por la Iglesia, la Liturgia de las Horas 
"realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; 
más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" 
(SC 84). 

1175 La Liturgia de las Horas está llamada a ser la oración de todo el 
Pueblo de Dios. En ella, Cristo mismo "sigue ejerciendo su función 
sacerdotal a través de su Iglesia" (SC 83); cada uno participa en ella 
según su lugar propio en la Iglesia y las circunstancias de su vida: los 
sacerdotes en cuanto entregados al ministerio pastoral, porque son 
llamados a permanecer asiduos en la oración y el servicio de la Palabra 
(cf SC 86 y 96; PO 5); los religiosos y religiosas por el carisma de su vida 
consagrada (cf SC 98); todos los fieles según sus posibilidades: "Los 
pastores de almas deben procurar que las Horas principales, sobre todo 
las Vísperas, los domingos y fiestas solemnes, se celebren en la iglesia 
comunitariamente. Se recomienda que también los laicos recen el Oficio 
divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos" (SC 
100). 

1176 Celebrar la Liturgia de las Horas exige no solamente 2700 
armonizar la voz con el corazón que ora, sino también "adquirir una 
instrucción litúrgica y bíblica más rica especialmente sobre los 
salmos" (SC 90). 

1177 Los signos y las letanías de la Oración de las Horas 
insertan 2586 la oración de los salmos en el tiempo de la Iglesia, 
expresando el simbolismo del momento del día, del tiempo litúrgico 
o de la fiesta celebrada. Además, la lectura de la Palabra de Dios 
en cada hora (con los responsorios y los troparios que le siguen), 
y, a ciertas horas, las lecturas de los Padres y maestros 
espirituales, revelan más profundamente el sentido del Misterio 
celebrado, ayudan a la inteligencia de los salmos y preparan para 
la oración silenciosa. La lectio divina, en la que la Palabra de Dios 
es leída y meditada para convertirse en oración, se enraiza así en 
la celebración litúrgica. 

1178 La Liturgia de las Horas, que es como una prolongación de 
la celebración eucarística, no excluye, sino que acoge de manera 
complementaria las diversas devociones del Pueblo de Dios, 
particularmente la adoración y el culto del 1378 Santísimo 
Sacramento. 

IV ¿DONDE CELEBRAR?

1179 El culto "en espíritu y en verdad" (Jn 4, 24) de la Nueva 
Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y 
ha sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se 
reunen en un mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las 
"piedras vivas", reunidas para "la edificación de un edificio 
espiritual" (1 P 2, 4-5). El Cuerpo de Cristo resucitado es el templo 
586 espiritual de donde brota la fuente de agua viva. Incorporados 
a Cristo por el Espíritu Santo, "somos el templo de Dios vivo" (2 Co 
6, 16).

1180 Cuando el ejercicio de la libertad religiosa no es impedido 
2106 (cf DH 4), los cristianos construyen edificios destinados al culto 
divino. Estas iglesias visibles no son simples lugares de reunión, 
sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, 
morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo.

1181 "En la casa de oración se celebra y se reserva la sagrada 
2691 Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera para ayuda y 
consuelo de los fieles la presencia del Hijo de Dios, nuestro 
Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Esta casa 
de oración debe ser hermosa y apropiada para la oración y para 
las celebraciones sagradas" (PO 5; cf SC 122-127). En esta "casa 
de Dios", la verdad y la armonía de los signos que la constituyen 
deben manifestar a Cristo que está presente y actúa en este lugar 
(cf SC 7):

1182 El altar de la Nueva Alianza es la Cruz del Señor 617 1383 (cf Hb 
13 10), de la que manan los sacramentos del Misterio pascual. Sobre el 
altar que es el centro de la Iglesia, se hace presente el sacrificio de la 
cruz bajo los signos sacramentales. El altar es también la mesa del 
Señor, a la que el Pueblo de Dios es invitado (cf IGMR 259). En algunas 
liturgias orientales, el altar es también símbolo del sepulcro (Cristo murió 
y resucitó verdaderamente).


1183 El tabernáculo debe estar situado "dentro de las iglesias en un 
1379 lugar de los más dignos con el mayor honor" (MF). La nobleza, la 
disposición y la seguridad del tabernáculo eucarístico (SC 128) deben 
favorecer 2120 la adoración del Señor realmente presente en el Santísimo 
Sacramento del altar.
El Santo Crisma (Myron), cuya unción es signo sacramental del 1241 
sello del don del Espíritu Santo, es tradicionalmente conservado y 
venerado en un lugar seguro del santuario. Se puede colocar junto a él el 
óleo de los catecúmenos y el de los enfermos. 

1184 1348 La sede del obispo (cátedra) o del sacerdote "debe 
significar su oficio de presidente de la asamblea y director de la oración" 
(IGMR 271).
103 El ambón: "La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la 
iglesia haya un sitio reservado para su anuncio, hacia el que, durante la 
liturgia de la Palabra, se vuelva espontáneamente la atención de los 
fieles" (IGMR 272). 

1185 La reunión del pueblo de Dios comienza por el Bautismo; por 
tanto, el templo debe tener lugar apropiado para la celebración del 
Bautismo y favorecer el recuerdo de las promesas del bautismo (agua 
bendita). 
La renovación de la vida bautismal exige la penitencia. Por tanto el 
templo debe estar preparado para que se pueda expresar el 
arrepentimiento y la recepción del perdón, lo cual exige asimismo un lugar 
apropiado. 
El templo también debe ser un espacio que invite al recogimiento y a 
la oración silenciosa, que prolonga e interioriza la gran plegaria de la 
Eucaristía. 2717

1186 Finalmente, el templo tiene una significación escatológica. 
Para entrar en la casa de Dios ordinariamente se franquea un 
umbral, símbolo del paso desde el mundo herido por el pecado al 
1130 mundo de la vida nueva al que todos los hombres son 
llamados. La Iglesia visible simboliza la casa paterna hacia la cual el 
pueblo de Dios está en marcha y donde el Padre "enjugará toda 
lágrima de sus ojos" (Ap 21, 4). Por eso también la Iglesia es la 
casa de todos los hijos de Dios, ampliamente abierta y acogedora. 


RESUMEN 

1187 La Liturgia es la obra de Cristo total, Cabeza y Cuerpo. 
Nuestro Sumo Sacerdote la celebra sin cesar en la Liturgia 
celestial, con la santa Madre de Dios, los apóstoles, todos los 
santos y la muchedumbre de seres humanos que han entrado ya 
en el Reino. 

1188 En una celebración litúrgica, toda la asamblea es "liturgo", 
cada cual según su función. El sacerdocio bautismal es el 
sacerdocio de todo el Cuerpo de Cristo. Pero algunos fieles son 
ordenados por el sacramento del Orden sacerdotal para 
representar a Cristo como Cabeza del Cuerpo. 

1189 La celebración litúrgica comprende signos y símbolos que se 
refieren a la crea- ción (luz, agua, fuego), a la vida humana (lavar, 
ungir, partir el pan) y a la historia de la salvación (los ritos de la 
Pascua). Insertos en el mundo de la fe y asumidos por la fuerza del 
Espíritu Santo, estos elementos cósmicos, estos ritos humanos, 
estos gestos del recuerdo de Dios se hacen portadores de la 
acción salvífica y santificadora de Cristo. 

1190 La Liturgia de la Palabra es una parte integrante de la 
celebración. El sentido de la celebración es expresado por la 
Palabra de Dios que es anunciada y por el compromiso de la fe que 
responde a ella. 

1191 El canto y la música están en estrecha conexión con la acción 
litúrgica. Criterios para un uso adecuado de ellos son: la belleza 
expresiva de la oración, la participación unánime de la asamblea, y 
el carácter sagrado de la celebración. 

1192 Las imágenes sagradas, presentes en nuestras iglesias y en 
nuestras casas, es- tán destinadas a despertar y alimentar nuestra 
fe en el Misterio de Cristo. A través del icono de Cristo y de sus 
obras de salvación, es a El a quien adoramos. A través de las 
sagradas imágenes de la Santísima Madre de Dios, de los ángeles 
y de los santos, veneramos a quienes en ellas son representados. 

1193 El domingo, "día del Señor", es el día principal de la 
celebración de la Eucaristía porque es el día de la Resurrección. Es 
el día de la asamblea litúrgica por excelencia, el día de la familia 
cristiana, el día del gozo y de descanso del trabajo. El es 
"fundamento y núcleo de todo el año litúrgico" (SC 106). 

1194 La Iglesia, "en el circulo del año desarrolla todo el Misterio de 
Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, 
Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del 
Señor" (SC 102). 

1195 Haciendo memoria de los santos, en primer lugar de la santa 
Madre de Dios, luego de los apóstoles, los mártires y los otros 
santos, en días fijos del año litúrgico, la Iglesia de la tierra 
manifiesta que está unida a la liturgia del cielo; glorifica a Cristo por 
haber realizado su salvación en sus miembros glorificados; su 
ejemplo la estimula en el camino hacia el Padre. 

1196 Los fieles que celebran la Liturgia de las Horas se unen a 
Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, por la oración de los salmos, la 
meditación de la Palabra de Dios, de los cánticos y de las 
bendiciones, a fin de ser asociados a su oración incesante y 
universal que da gloria al Padre e implora el don del Espíritu Santo 
sobre el mundo entero. 

1197 Cristo es el verdadero Templo de Dios, "el lugar donde reside 
su gloria"; por la gracia de Dios los cristianos son también templos 
del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia. 


1198 En su condición terrena, la Iglesia tiene necesidad de lugares 
donde la comu- nidad pueda reunirse: nuestras iglesias visibles, 
lugares santos, imágenes de la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial 
hacia la cual caminamos como peregrinos. 

1199 En estos templos, la Iglesia celebra el culto público para gloria 
de la Santísima Trinidad; en ellos escucha la Palabra de Dios y 
canta sus alabanzas, eleva su oración y ofrece el Sacrificio de 
Cristo, sacramentalmente presente en medio de la asamblea. Estas 
iglesias son también lugares de recogimiento y de oración personal. 



Artículo 2 

DIVERSIDAD LITURGICA Y UNIDAD DEL MISTERIO


Tradiciones litúrgicas y catolicidad de la Iglesia

1200 Desde la primera comunidad de Jerusalén hasta la 
Parusía, las Iglesias de Dios, fieles a la fe apostólica, celebran en 
todo lugar el mismo Misterio pascual. El Misterio celebrado en la 
liturgia es uno, 2625 pero las formas de su celebración son 
diversas. 

1201 La riqueza insondable del Misterio de Crito es tal que 
ninguna 2663 tradición litúrgica puede agotar su expresión. La 
historia del nacimiento y del desarrollo de estos ritos testimonia una 
maravillosa complementariedad. Cuando las Iglesias han vivido 
estas tradiciones litúrgicas en comunión en la fe y en los 
sacramentos de la fe, 1158 se han enriquecido mutuamente y 
crecen en la fidelidad a la tradición y a la misión común a toda la 
Iglesia (cf EN 63-64). 

1202 814 Las diversas tradiciones litúrgicas nacieron por razón 
misma de la misión de la Iglesia. Las Iglesias de una misma área 
geográfica y cultural llegaron a celebrar el Misterio de Cristo a 
través 1674 de expresiones particulares, culturalmente tipificadas: 
en la tradición del "depósito de la fe" (2 Tm 1, 14), en el simbolismo 
litúrgico, en la organización de la comunión fraterna, en la 
inteligencia teológica de los misterios, y en tipos de santidad. Así, 
Cristo, Luz y Salvación de todos los pueblos, mediante la vida 
litúrgica de una Iglesia, se manifiesta al pueblo y a la cultura a los 
cuales es enviada y en los que se enraiza. La Iglesia es católica: 
puede integrar en 835 su unidad, purificándolas, todas las 
verdaderas riquezas de las 1937 culturas (cf LG 23; UR 4).

1203 Las tradiciones litúrgicas, o ritos, actualmente en uso en la 
Iglesia son el rito latino (principalmente el rito romano, pero también los 
ritos de algunas Iglesias locales como el rito ambrosiano, el rito 
hispánico-visigótico o los de diversas órdenes religiosas) y los ritos 
bizantino, alejandrino o copto, siriaco, armenio, maronita y caldeo. "El 
sacrosanto Concilio, fiel a la Tradición, declara que la santa Madre Iglesia 
concede igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente 
reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos 
los medios" (SC 4).


Liturgia y culturas

1204 Por tanto, la celebración de la liturgia debe corresponder al 
genio y a la cultura de los diferentes pueblos (cf SC 37-40). Para 
2684 que el Misterio de Cristo sea "dado a conocer a todos los 
gentiles para obediencia de la fe" (Rm 16, 26), debe ser anunciado, 
celebrado y vivido en todas las culturas, de modo que éstas no son 
854 1232 abolidas sino rescatadas y realizadas por él (cf CT 53). La 
multitud de los hijos de Dios, mediante su cultura humana propia, 
asumida 2527 y transfigurada por Cristo, tiene acceso al Padre, 
para glorificarlo en un solo Espíritu.

1205 "En la liturgia, sobre todo en la de los sacramentos, existe 
1125 una parte inmutable -por ser de institución divina- de la que la 
Iglesia es guardiana, y partes susceptibles de cambio, que ella 
tiene el poder, y a veces incluso el deber, de adaptar a las culturas 
de los pueblos recientemente evangelizados (cf SC 21)" (Juan 
Pablo II, Lit. ap. "Vicesimus quintas annus" 16).

1206 "La diversidad litúrgica puede ser fuente de 
eririquecimiento, puede también provocar tensiones, 
incomprensiones recíprocas e incluso cismas. En este campo es 
preciso que la diversidad no perjudique a la unidad. Sólo puede 
expresarse en la fidelidad a la fe común, a los signos 
sacramentales que la Iglesia ha recibido de Cristo, y a la comunión 
jerárquica. La adaptación a las culturas exige una conversión del 
corazón, y, si es preciso, rupturas con hábitos ancestrales 
incompatibles con la fe católica" (ibíd.).

RESUMEN

1207 Conviene que la celebración de la liturgia tienda a expresarse 
en la cultura del pueblo en que se encuentra la Iglesia, sin 
someterse a ella. Por otra parte, la liturgia misma es generadora y 
formadora de culturas. 

1208 Las diversas tradiciones litúrgicas, o ritos, legítimamente 
reconocidas, por significar y comunicar el mismo Misterio de 
Cristo, manifiestan la catolicidad de la Iglesia.

1209 El criterio que asegura la unidad en la pluriformidad de las 
tradiciones litúrgicas es la fidelidad a la Tradición apostólica, es 
decir: la comunión en la fe y los sacramentos recibidos de los 
apóstoles, comunión que está significada y garantizada por la 
sucesión apostólica.