CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CATECISMO 03 CEC 142-184
FE/OBEDIENCIA
CAPÍTULO TERCERO
LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS
142 Por su revelación, "Dios invisible habla a los hombres como
amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la
comunicación consigo y recibirlos en su compañía" (DV 2). 1102 La
respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su
voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios
que revela (cf DV 5). La Sagrada Escritura llama "obediencia de la fe"
2087 a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf Rom 1, 5; 16,
26).
Artículo 1 CREO
1814:1816
I LA OBEDIENCIA DE LA FE
144 Obedecer ("ob-audire") en la fe, es someterse libremente a la
palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la
Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos
propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más
perfecta de la misma.
Abraham, "el padre de todos los creyentes"
145 ABRAHAN/FE: La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe
de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: "Por la
fe, 59, 2570 Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir
en herencia, y salió sin saber a dónde iba" (Hb 11, 8; cf Gn 12, 1-4).
Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf
Gn 23, 4). Por la fe, a Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa.
489 Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio
(cf Hb 11, 17).
146 Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta 1819
a los Hebreos: "La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las
realidades que no se ven" (Hb 11, 1). "Creyó Abraham en Dios y le fue
reputado como justicia" (Rm 4, 3; cf Gn 15, 6). Gracias a esta "fe
poderosa" (Rm 4, 20), Abraham vino a ser "el padre de todos los
creyentes"(Rm 4, 11.18; cf Gn 15, 15).
147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe.
La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar de los
antiguos, por la cual "fueron alabados" (Hb 11, 2.39). Sin embargo, 839
"Dios tenía ya dispuesto algo mejor": la gracia de creer en su Hijo
Jesús, "el que inicia y consuma la fe" (Hb 11, 40; 12, 2).
María: "Dichosa la que ha creído"
148 494, 2617 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la
obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que
le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios"
(Lc 1, 37; cf Gn 18, 14) y dando su asentimiento: "He aquí la esclava
del Señor; hágase en mí según tu palabra" 506 (Lc 1, 38). Isabel la
saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1, 45). Por esta fe todas las
generaciones la proclamarán bienaventurada (cf Lc 1, 48).
149 Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf Lc 2, 35), 969
cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó
de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. Por todo ello, la
Iglesia venera en María la realización más pura de la 507 829 fe.
II "YO SÉ EN QUIÉN TENGO PUESTA MI FE" (/2Tm/01/12)
Creer sólo en Dios
150 La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios;
es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la
verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y
asentimiento a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana 222 difiere
de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente
a Dios y creer absolutamente lo que él dice. Sería vano y errado poner
una fe semejante en una criatura (cf Jr 17, 5-6; Sal 40, 5; 146, 3-4).
Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios
151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en
Aquel que él ha enviado, "su Hijo amado", en quien ha puesto toda su
complacencia (Mc 1, 11). Dios nos ha dicho que le escuchemos (cf Mc
9, 7). El Señor mismo dice a sus discípulos: "Creed en Dios, creed
también en mí" (Jn 14, 1). Podemos creer en Jesucristo 424 porque es
Dios, el Verbo hecho carne: "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo
único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado" (Jn 1, 18).
Porque "ha visto al Padre" (Jn 6, 46), él es único en conocerlo y en
poderlo revelar (cf Mt 11, 27).
Creer en el Espíritu Santo
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu
243, 683. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es
Jesús. Porque "nadie puede decir: 'Jesús es Señor' sino bajo la acción
del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "El Espíritu todo lo sondea, hasta las
profundidades de Dios... Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el
Espíritu de Dios" (1 Co 2, 10-11). Sólo Dios conoce a Dios
enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.
La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, 232 Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
III LAS CARACTERÍSTICAS DE LA FE
La fe es una gracia
153 Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido 552 "de
la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos" (Mt
16, 17; cf Ga 1, 15; Mt 11, 25). La fe es un don de Dios, una virtud
sobrenatural infundida por El. "Para dar esta respuesta de la fe es
necesaria la 1814 1996 2606 gracia de Dios, que se adelanta y nos
ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el
corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede 'a todos
gusto en aceptar y creer la verdad"' (DV 5).
La fe es un acto humano
154 Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del
Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto
auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la
inteligencia 1749 del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse
a las verdades por El reveladas. Ya en las relaciones humanas no es
contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos
2126 dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar
confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y
una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es
todavía menos contrario a nuestra dignidad "presentar por la fe la
sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios
que revela" (Cc. Vaticano I: DS 3008) y entrar así en comunión íntima
con El.
155 2008 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan
con la gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que asiente a
la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la
gracia" (S. Tomás de A., s. th. 2-2, 2, 9; cf Cc. Vaticano I: DS 3010).
La fe y la inteligencia
156 El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades
reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de 1063
nuestra razón natural. Creemos "a causa de la autoridad de Dios 2465
mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos". "Sin
embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la
razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo
vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación" 548
(ibíd., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf Mc 16, 20;
Hch 2, 4), las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia 812,
su fecundidad y su estabilidad "son signos ciertos de la revelación,
adaptados a la inteligencia de todos", "motivos de credibilidad que
muestran que el asentimiento de la fe no es en modo alguno un
movimiento ciego del espíritu" (Cc. Vaticano I: DS 3008 3010).
157 La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano,
porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir.
Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la
razón y a la experiencia humanas, pero "la certeza que da la luz divina
es mayor que la que da la luz de la razón natural" (S. Tomás de A., s.
th. 2-2, 171, 5, obj. 3). "Diez mil dificultades no hacen 2088 una sola
duda" (J. H. Newman, apol.).
158 "La fe trata de comprender" (S. Anselmo, prosl. proem.): 2705
es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en
quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado;
un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe 1827 mayor,
cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre "los ojos del
corazón" (Ef 1, 18) para una inteligencia viva de los contenidos de la
Revelación, es decir, del conjunto del designio de 90 Dios y de los
misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del
Misterio revelado. Ahora bien, "para que la inteligencia de la
Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona
constantemente la fe por medio de sus dones" 2518 (DV 5). Así, según
el adagio de S. Agustín (serm. 43, 7, 9), "creo para comprender y
comprendo para creer mejor".
159 FE/CIENCIA: Fe y ciencia. "A pesar de que la fe esté por
encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto
que el 283 mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha
hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no
podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo
verdadero" (Cc. Vaticano I: DS 3017). "Por eso, la investigación
metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente
científico 2293 y según las normas morales, nunca estará realmente en
oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de
fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu
humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las
cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que,
sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son" (GS 36, 2).
La libertad de la fe
160 "El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a 1738
Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe.
2106 En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza"
(DH 10; cf CIC, can. 748, 2). "Ciertamente, Dios llama a los hombres a
servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados por su
conciencia, pero no coaccionados... Esto se hizo patente, sobre todo,
en Cristo Jesús" (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la
conversión, El no forzó jamás a nadie. "Dio testimonio de la verdad,
pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues
su reino... crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae
a los hombres hacia El" (DH 11). 616
La necesidad de la fe
161 432 Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para
salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf Mc 16, 16; Jn 3,
36; 6, 40 e.a.) 1257. "Puesto que 'sin la fe... es imposible agradar a
Dios' (Hb 11, 6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie
es justificado sin ella y nadie, a no ser que 'haya perseverado en ella
hasta el fin' (Mt 10, 22; 24. 13), obtendrá la vida eterna" 846 (Cc.
Vaticano I: DS 3012; cf Cc. de Trento: DS 1532).
La perseverancia en la fe
162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don
inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a 2089
Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencIa
recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" 1037,
2016; (1 Tm 1, 18-l9). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la
fe 2573, 2849 debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos
pedir al Señor que la aumente (cf Mc 9, 24; Lc 17, 5; 22, 32); debe
"actuar por la caridad" (Ga 5, 6; cf St 2, 14-26), ser sostenida por la
esperanza (cf Rm 15, 13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
La fe, comienzo de la vida eterna
163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión
beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos 1088 a
Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), "tal cual es" (1 Jn 3, 2). La fe es,
pues, ya el comienzo de la vida eterna:
Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo
en un espejo, es como si poseyéramos ya las cosas maravillosas de que
nuestra fe nos asegura que gozaremos un día (S. Basilio, Spir. 15,36; cf S.
Tomás de A., s. th. 2-2,4,1).
164 Ahora, sin embargo, "caminamos en la fe y no en la visión" (2
Co 5, 7), y conocemos a Dios "como en un espejo, de una manera
confusa,... imperfecta" (1 Co 13, 12). Luminosa por aquel en quien
cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe 2846 puede
ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con 309
frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias 1502
1006 del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen
contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser
para ella una tentación.
165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la
fe: Abraham, que creyó, "esperando contra toda esperanza" (Rm 4,
18); la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe" 2719 (LG 58),
llegó hasta la "noche de la fe" (Juan Pablo II, RM 18) participando en el
sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros
testigos de la fe: "También nosotros, teniendo en torno nuestro tan
gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos
asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos
los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe" (Hb 12, l -2).
Articulo 2 CREEMOS
166 FE/C: La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a
la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. 875
Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado
la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente
ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús
y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada
creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo
no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo
contribuyo a sostener la fe de los otros.
167 "Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia 1124
profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su
bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original
griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en
Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los
creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, 2040 que
responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo",
"creemos".
I "MIRA, SEÑOR, LA FE DE TU IGLESIA"
168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y
sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al
Señor ("Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia", cantamos
en el Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a
confesar también: "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos
la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. 1253 En el Ritual
Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué
pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la
fe?" "La vida eterna".
169 La salvación viene sólo de Dios; pero puesto que recibimos la
vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en
la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la
Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra 750 salvación" (Fausto de
Riez, Spir. 1, 2). Porque es nuestra madre, es 2030 también la
educadora de nuestra fe.
II EL LENGUAJE DE LA FE
170 No creemos en las fórmulas, sino en las realidades que éstas
expresan y que la fe nos permite "tocar". "El acto (de fe) del creyente
no se detiene en el enunciado, sino en la realidad (enunciada)" (S.
Tomás de A., s. th. 2-2,1, 2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a
estas realidades con la ayuda de las formulaciones de 186 la fe. Estas
permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla
y vivir de ella cada vez más.
171 La Iglesia, que es "columna y fundamento de la verdad" 78, 857,
84 (1 Tm 3, 15), guarda fielmente "la fe transmitida a los santos de una
vez para siempre" (Judas 3). Ella es la que guarda la memoria de las
palabras de Cristo, la que transmite de generación en generación la
confesión de fe de los apóstoles. Como una madre que enseña a sus
hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, 185 la Iglesia,
nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la
inteligencia y la vida de la fe.
III UNA SOLA FE
172 Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y
naciones 813, la Iglesia no cesa de confesar su única fe, recibida de un
solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la
convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y
Padre (cf Ef 4, 4-6). S. Ireneo de Lyón, testigo de esta fe, declara:
173 830 "La Iglesia, en efecto, aunque dispersada por el mundo
entero hasta los confines de la tierra, habiendo recibido de los
apóstoles y de sus discípulos la fe... guarda (esta predicación y esta
fe) con cuidado, como no habitando más que una sola casa, cree en
ella de una manera idéntica, como no teniendo más que una sola alma
y un solo corazón, las predica, las enseña y las transmite con una voz
unánime, como no poseyendo más que una sola boca" (haer. 1, 10,
1-2).
174 78 "Porque, si las lenguas difieren a través del mundo, el
contenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni las Iglesias
establecidas en Germania tienen otra fe u otra Tradición, ni las que
están entre los iberos, ni las que están entre los celtas, ni las de
Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro
del mundo..." (ibíd.). "El mensaje de la Iglesia es, pues, verídico y
sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del
mundo entero" (ibíd., 5, 20, 1).
175 "Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con
cuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un
contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y
hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene" (ibíd., 3, 24, 1).
RESUMEN
176 La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que
se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad
a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y
sus palabras.
177 "Creer" entraña, pues, una doble referencia: a la persona y a la
verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua.
178 No debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo,
y Espíritu Santo.
179 La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre
necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo.
180 "Creer" es un acto humano, consciente y libre, que corresponde
a la dignidad de la persona humana.
181 "Creer" es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede,
engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de
todos los creyentes. "Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a
la Iglesia por madre" (S. Cipriano, unit. eccl.: PL 4, 503A).
182 "Creemos todas aquellas cosas que se contienen en la Palabra
de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia... para ser
creídas como divinamente reveladas" (Pablo VI, SPF 20).
183 La fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirma:
"El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará"
(Mc 16, 16).
184 "La fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará
bienaventurados en la vida futura" (S. Tomás de A., comp. 1, 2).
EL CREDO |
|
Símbolo de los Apóstoles |
Credo de Nicea-Constantinopla |
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. |
Creo en un solo Dios, |
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
|
Creo en un solo
Señor, Jesucristo, |
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen |
y por obra del
Espíritu Santo |
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, |
y por nuestra causa
fue crucificado |
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, |
y resucitó al tercer
día, |
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. |
y subió al cielo, |
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo,
|
y
de nuevo vendrá con gloria para |
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, |
Creo en la Iglesia, que es una, |