USO CRISTIANO DEL DINERO


A. PRIMERA PARTE: 
PLANTEAMIENTO CRISTIANO

1. Evangelio y dinero 
EV/DINERO: Con la palabra dinero nos referimos, como es lógico, 
a los bienes económicos en general, no sólo a los monetarios, sino 
también a las posesiones de cualquier tipo. 
La vida cristiana y el dinero tienen gran relación, y no hace falta 
gastar mucha tinta en demostrarlo: basta leer el evangelio. Las 
posesiones, los pobres, los ricos, salen multitud de veces. 
Probablemente es uno de los temas más frecuentes, como se ve 
en las citas de este mismo número. 
Personalmente, Jesús vivió una pobreza extrema. A los discípulos 
más cercanos les pedía un tipo de vida parecido al suyo, para que 
se dedicaran con total libertad a la tarea del Reino de Dios. A 
todos los cristianos nos pide cierto grado de pobreza, una pobreza 
digna y solidaria.
Como dato informativo, recogemos a continuación las referencias 
a este tema del evangelio de Lucas, entre los capítulos 3 y 19. Son 
un buen material para la reflexión, y para la utilización en los 
grupos. 
- Predicación de Juan Bautista: «El que tenga dos túnicas, que dé 
una al que no tiene ninguna» (3,11). 
- Tentaciones de Jesús: la primera se refiere al dinero y las 
posesiones (4,1). 
- Síntesis de la misión de Jesús: dar la Buena Noticia de la 
liberación de los pobres (4,18). 
- Discípulos más cercanos: «Dejándolo todo le siguieron» (5,11; 
5,28). 
- Bienaventuranzas: Dichosos los pobres (6,20). 
- Malaventuranzas: ¡Ay de vosotros, los ricos! (Lc. 6,26). 
- El argumento dado a los emisarios de Juan Bautista es que «a 
los pobres se les anuncia la Buena Noticia» (7,22). 
- Parábola del sembrador: además de su sentido mesiánico, 
muestra que la mayor norte ele la buena semilla Que se pierde es 
porque le ahogan las riquezas y sus preocupaciones (7, 4-18).
- A los misioneros que envía Jesús a predicar, les dice: «No llevéis 
nada para el camino; ni bastón, ni alforjas, ni pan, ni dinero» (9,3). 

- De si mismo dice, hablando con uno que pretendía ser de los 
discípulos cercanos: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros 
nidos; pero este Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza» 
(9,58). 
- Parábola del hombre que amplió sus graneros para guardar sus 
enormes cosechas (12,16-21): sirve para mostrar que las riquezas 
no dan vida ni dicha. 
- «No os afanéis por el dinero. Que hagan eso los nos creyentes, 
se comprende. Pero vosotros, buscad por encima de todo el Reino 
de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura» (12,31). 

- «Donde está tu tesoro, allá está tu corazón. Así que no te 
dediques a amontonar dinero. Amontonad otros valores que no se 
estropean ni los roban los ladrones» (12,33). 
- «Todo aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, 
no puede ser mi discípulo» (14,33). 
- "Ganad amigos dejando el injusto dinero, para que os reciban en 
el Reino de Dios" (16,9).
- Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, para mostrar con 
quién está Dios (16,19). 
- Al hombre rico, que había cumplido perfectamente los 
mandamientos y quería ser discípulo suyo: "Aún te queda una 
cosa: vende todas tus posesiones y reparte su importe a los 
pobres, que Dios será tu riqueza" (18,22). 
- La conversión de Zaqueo fue un encuentro con Jesús, y un 
encuentro con el prójimo, por medio de un gran desprendimiento 
económico: "La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; 
y si a alguien le he sacado dinero, se la restituiré cuatro veces'' 
(19,81. 

No vamos a seguir, porque son suficientes pasajes. En el 
evangelio de Mateo hay también muchos, y uno fundamental que 
no está en Lucas: "Tuve hambre! y ME disteis de comer, tuve 
hambre y NO me disteis de comer". (Mt 25, 31-461. 
El que quiera entender, que entienda. 

2. Un susto tremendo 
Estas referencias producen un susto tremendo en personas de 
buena voluntad. No hablamos ahora de los que se ríen 
abiertamente de estas palabras; ni de otros que sin reírse 
abiertamente son mucho más cínicos, porque acomodan con toda 
tranquilidad el evangelio y las grandes riquezas, con justificaciones 
hipócritas. Dejemos a estos dos grupos de personas. Hablamos de 
personas de buena voluntad, que aceptan con sinceridad el 
evangelio y desean realizarlo en su propia vida. Cuando leen esas 
frases del evangelio, se llevan un susto tremendo. No se dan 
cuenta de que el mensaje de Jesús encaja con el sentido común 
profundo. y con la dicha más grande de todas, que es la 
solidaridad. 
Estas personas de buena voluntad suelen decir: `'Palabra de 
Dios, sí; oración sí; comunidad, sí; limosnas. incluso fuertes, 
también. Pero eso de compartir y ser pobre.... eso es muy duro. El 
evangelio es durísimo. Eso es imposible". etcétera. Algunos tienen 
dificultad hasta para dar limosnas importantes. El susto es 
monumental. Y se oyen preguntas o propuestas que casi hacen 
reír. 
''Bueno, a mí decidme cuánto tengo que dar, y me quedaré 
tranquilo'', decid una persona. Otro comentaba: "yo que pensaba 
cambiar el coche viejo por otro nuevo más grande...". Un tercero 
añadía: "Con eso del dinero y el evangelio, ya me habéis metido la 
duda". "¿Y yo, que iba a cambiar de piso?" "¿puedo comprarme 
una caravana?". "¿Y un video?" «Y en las vacaciones, ¿cuánto 
podemos gastar? ¡Es sólo una vez al año!». «Pero bueno -corta 
otra persona con energía- el dinero ¿no es necesario y hasta 
bueno? A ver: ¿qué hacemos sin dinero?». 

3. Necesario y bueno 
Efectivamente: que el dinero es necesario está a la vista de todos. 
Si uno quiere casarse, tener familia, dar estudios a los hijos, cuidar 
la salud, necesita dinero. Para una vida mínimamente digna, sin 
lujos, hace falta dinero. Esto está clarísimo. 
Pero hay más, porque, según la Biblia, el dinero no sólo es 
necesario, sino bueno. La primera página del Génesis nos 
presenta al ser humano, hombre y mujer, como dueño de todo el 
universo; y pone en boca de Dios estas palabras dichas para 
ambos: «Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad 
sobre los peces, las aves, y todos los animales... Os entrego todas 
las hierbas y plantas, etcétera (Génesis, 1,28). Esta frase es una 
invitación a desarrollar todas las riquezas del Universo, en 
provecho del ser humano: una invitación a producir la mayor 
cantidad de bienes que podamos. 
La tarea de desarrollar la tierra de forma humanista y construir un 
mundo habitable resulta ser, por lo tanto, una obligación religiosa; 
un deber puesto en el corazón del ser humano por el mismo Dios. 
Según esto, ¿dónde está el mal? 
Efectivamente, los bienes económicos no sólo satisfacen nuestras 
necesidades, sino que nos dan libertad de movimientos; permiten 
disfrutar de muchas satisfacciones complementarias; facilitan los 
viajes y los estudios; hasta aumentan el prestigio social. Y, sobre 
todo, nos dan seguridad y desahogo ante el futuro ¿Dónde está, 
pues, el mal'? 

4. Pero peligroso 
RIQUEZA/PELIGROS: Necesarios, buenos y peligrosos. La misma 
Biblia que nos manda desarrollar la mayor cantidad de riqueza que 
podamos, destaca repetidamente sus peligros. El NT insiste en 
este aspecto, como se ve por algunas de las frases recogidas 
antes. ¿Cuáles son esos peligros? 
- Primer peligro: idolatría y esclavitud. El ser humano necesita 
medios para vivir y tener seguridad; pero puede acabar 
adorándolos y poniéndose a su servicio. Recordemos aquella 
consigna que debe acompañarnos toda la vida. «¡Matar a todos 
los dioses!». El primero de ellos es el dinero: se convierte en amo 
duro e implacable, que nos esclaviza y nos obliga a sacrificar los 
más altos valores. Por eso dice tajantemente Jesús: «No podéis 
servir a dos señores: a Dios y al dinero». No es un peligro 
exclusivo de los ricos; también los pobres pueden caer en la 
idolatría y la esclavitud del dinero. Porque la idolatría del dinero 
acarrea la pérdida de la libertad. 
- Segundo peligro: la injusticia contra el prójimo. El dinero 
esclaviza de tal forma que fuerza a buscar más dinero, incluso a 
costa del prójimo. El ansia de dinero es la fuente principal de las 
injusticias, las opresiones, las explotaciones, el hambre, el retraso 
cultural, las guerras y hasta las dictaduras. 
Durante la revolución industrial produjo la miseria de los 
trabajadores en todos los órdenes. Actualmente asistimos, por la 
misma causa, a la depauperación del Tercer Mundo, el 
hacinamiento de millones de personas en los suburbios, las 
migraciones forzosas y otros muchos males. La crisis económica 
está produciendo, además, incluso en zonas desarrolladas, abusos 
tremendos en los contratos de trabajo, en los falsos expedientes 
de crisis, en las subvenciones, en los despidos, etcétera, etcétera. 
En un plano más individual, el dios dinero provoca zancadillas, 
acusaciones, robos legales e ilegales, impagos, bajo rendimiento 
de los trabajadores, ganancias abusivas de ciertas profesiones y 
servicios, etc.
No es acertado echar todas las culpas a las estructuras. Los 
males citados están también en los corazones de las personas. 
Muchos de los que gritan contra las estructuras tienen también 
corazón de explotadores. El evangelio pide cambio de estructuras, 
y cambio de corazones. El cambio personal es tan necesario como 
el cambio social. 
Cuando Jesús recomienda hacer limosna con las «injustas 
riquezas» (Lc 16~9), no se refiere al dinero adquirido injustamente, 
sino a todas las riquezas, por su peligro de injusticia. Su 
pensamiento es éste: haced limosnas con las riquezas, que suelen 
ser producto o causa de injusticia, para adquirir el Reino de Dios. 
¡Dinero necesario, bueno... y peligroso! 

5. Elogio de la pobreza.- Cuestión de fe 
POBREZA/ELOGIO ¿Se entiende ahora por qué hace Jesús un 
elogio tan encendido de la pobreza? ¡Dichosos los pobres! Te 
alabo, Padre, porque te revelas a los pobres y sencillos. 
Está muy claro. Jesús quiere que evitemos los riesgos de las 
riquezas y que consigamos otros valores muy superiores: libertad, 
solidaridad, igualdad social, justicia. La pobreza digna y solidaria 
es el camino y la condición para conseguir esos valores. Por eso 
mismo, Jesús, además de la bienaventuranza, lanza una tremenda 
imprecación: ¡Ay de vosotros, los ricos! Esta imprecación no es 
solamente el anuncio de un mal futuro, sino de un mal actual, 
porque ahora mismo no son libres; son esclavos; y encima están 
en situación de desigualdad e injusticia. Ahora mismo son 
desgraciados. 
Esta enseñanza de Jesús está conforme con el sentido común 
profundos pero sólo se entiende plenamente desde la fe; sólo se 
entiende si ponemos nuestra seguridad en Dios. El ser humano 
busca en las riquezas seguridad y bienestar. Y Jesús nos dice que 
las riquezas no dan seguridades, y mucho menos un sentido a la 
vida. No vale la pena perder libertad y solidaridad por amontonar 
riquezas. La única seguridad sólida, el único suelo firme, es Dios. 
Sólo sobre El podemos construir una vida dichosa, auténtica y 
segura. 
Esto es lo que quiere decirnos Jesús. Si tenemos fe en El, 
buscaremos lo necesario para una vida digna? pero huiremos del 
amontonamiento del dinero, porque nuestra confianza estaré en 
Dios. La pobreza cristiana es cuestión de fe. Ten fe, despréndete 
lo más posible, y no saldrás perdiendo. ¡Dichosos lo pobres! 

6. No todos los pobres son bienaventurados 

a) Pobres de hecho y de corazón 
La bienaventuranza de Jesús vale para los pobres que lo son de 
hecho y de corazón. Esto es lo que se desprende de las dos 
versiones evangélicas, la de Lucas y la de Mateo ¡Dichosos los 
pobres de hecho y de corazón! Lo cual supone dos condiciones: 
1.°) Ser pobre de hecho; contentarse con lo necesario para una 
vida digna; 2.°) Serlo de buena gana, por elección o por 
aceptación gustosa. 

b) No cualquier pobre 
Esto significa que la bienaventuranza de Jesús no vale para 
cualquier pobre. El pobre rabioso y revanchista no es 
bienaventurado. 
Mucho menos vale esta bienaventuranza para la carencia de lo 
necesario y el hambre. El que sufre esta desgracia podrá ser 
bienaventurado por ponerse en manos de Dios ante lo inevitable; 
pero esa situación es contraria a la voluntad divina y a las 
enseñanzas de Jesús. Dios quiere que haya medios de vida para 
todos.
Utilizar esta bienaventuranza para consolar a los pobres, supone 
una mala fe calculada, que puede calificarse de cinismo y hasta de 
blasfemia. Los pobres que sufren el hambre y la muerte de sus 
seres más queridos, lo que necesitan es el compromiso valiente de 
muchas personas, que rompa y destruya esa situación infernal. 
Ante tales situaciones, la bienaventuranza de los pobres se 
convierte en imprecación contra las grandes fortunas y los países 
ricos, y en invltación apremiante a un compromiso agresivo. 

c) Pobreza digna y solidaria 
Así, pues, cuando Jesús lanza esta bienaventuranza, se refiere a 
una pobreza digna y solidaria. 
Digna: tener lo necesario, pero no en exceso, para que seamos 
libres y haya para todos.
Solidaria. dar lo que no necesitamos y comprometernos con los 
pobres. 
Por lo tanto, la bienaventuranza de Jesús no es una canonización 
de la miseria ni una condena del progreso. Todo lo contrario: es la 
canonización del progreso solidario, del desarrollo con justicia, del 
aumento de riqueza igualitario: algo que haría desaparecer ahora 
mismo, de raíz, las muertes masivas por desnutrición. 

7. Pobreza y compromiso por la justicia 
CSO/JUSTICIA JUSTICIA/COMPROMISO: Para vivir plenamente 
el espíritu de la pobreza cristiana, hace falta dar un paso más. 
Veámoslo. El sentido de la pobreza está en evitar el riesgo de 
idolatría e injusticia, y hacerse libre y solidario. Con el 
desprendimiento y la comunicación de mis bienes, me hago libre; 
pero no me hago solidario más que a medias. 
La otra mitad de la solidaridad es el compromiso activo por la 
justicia. ¿Qué hacemos con dar de nuestro dinero, si no luchamos 
por que cambien las estructuras de la sociedad'? Hacemos mucho, 
por supuesto; pero dejamos intactas las condiciones para que siga 
generándose la pobreza, la explotación y la injusticia. Así, pues, el 
espíritu profundo de la pobreza exige al cristiano el compromiso 
social en favor de los pobres y de la justicia. 
Este compromiso no puede quedarse en una mentalización 
progresista, ni puede reducirse a pequeños servicios y a pequeñas 
actividades de barrio o de parroquia. El compromiso por la justicia 
exige militancia activa en organizaciones sociales, sindicales y 
políticas. 
Es hora de revisar ciertas actividades que llamamos 
pomposamente compromiso, y ver si son simples accionillas sin 
peso, entretenimientos de juventud, reunionitis, o formas de llenar 
los tiempos muertos. Es hora de revisar nuestra utilización del 
tiempo, y avergonzarnos de nuestro pecado de omisión; es decir, 
de no hacer nada, de la vida vacía. Es hora de plantearse y 
preparar la entrada en un partido o sindicato de los que trabajan 
por los menos favorecidos; o en una organización social, sanitaria, 
cultural, de la misma especie; o en una cáritas parroquial que 
actúe eficaz y proféticamente, etcétera. 
FORMACION-CRISTIANA: Pero también es hora de prepararse, 
por medio de los estudios y la formación. Las personas mayores 
que no tuvieron posibilidad de estudiar tienen disculpa: quizás ellos 
mismos son víctimas de la desigualdad de oportunidades; y aun 
así se les debe instar a promocionarse en cursillos adecuados. 
Pero los jóvenes que estudian poco, no tienen ninguna disculpa, 
aunque aprueben. Mucho menos los que abandonan los estudios, 
y los que están a la espera de un trabajo sin seguir estudiando y 
preparándose. Los malos profesores y los malos planes de estudio 
no son una disculpa válida. La vagancia es falta de solidaridad; y 
supone un despilfarro de los dones que nos ha dado Dios para 
construir su Reino.
No hace falta añadir que la formación cristiana requiere el mismo 
esfuerzo. La nueva sociedad se construye con personas 
comprometidas y preparadas. La falta de formación redunda 
siempre en detrimento de la fe y de la justicia.

8. Conclusión de la primera parte 
Las enseñanzas del evangelio sobre el uso del dinero y de los 
bienes del mundo tienen dimensión personal y social. Más en 
concreto, la pobreza cristiana es: 
a) Pobreza real en la vida personal. 
b) Compromiso por la justicia estructural, en orden a la creación 
de una sociedad igualitaria. 
Jesús no condena la riqueza ni el progreso, sino la desigualdad, 
que es efecto y causa de una riqueza y un progreso repartidos 
desigual e injustamente. 
No condena las grandes posesiones por sí mismas, sino porque 
suponen y provocan desigualdad e injusticia, y al mismo tiempo, en 
tales condiciones, destruyen la libertad personal.
Pero condena también cualquier adoración de los bienes de este 
mundo, aunque uno tenga pocos bienes, porque conduce, 
invariablemente, a la esclavitud personal, la desigualdad y la 
injusticia. 
Igualmente, el elogio de la pobreza y la bienaventuranza de los 
pobres no es elogio y bienaventuranza del retraso económico, 
cultural y social, sino de la aceptación práctica de la libertad y 
solidaridad evangélica en la vida personal y social. 
El conjunto del evangelio no hace una separación tan acentuada 
entre pobreza espiritual (= desprendimiento de corazón) y la 
pobreza real, como se ha hecho después en la Iglesia. La pobreza 
espiritual no es una justificación para disponer de cualquier grado 
de riqueza, como de hecho ha ocurrido y ocurre todavía en 
muchos ámbitos de la Iglesia, incluso entre cristianos considerados 
cualificados. La pobreza espiritual debe mostrarse en la práctica, 
tanto en la pobreza real ­lo que hemos llamado pobreza digna-, 
como en la lucha y el compromiso en contra de la injusticia y en 
favor de una sociedad estructuralmente igualitaria. 
Todo lo cual no es una dura exigencia como a menudo se oye 
decir a los que tienen dinero -poco o mucho­, sino una 
consecuencia lógica de nuestra fe, algo que cae de su peso. 
Porque si los que tienen medios hablan de exigencia dura, ¿qué 
lenguaje emplearán los que carecen de ellos`? Se habla de 
exigencia dura cuando sólo se mira a si mismo y no se piensa en 
los demás. Dicho más claramente, la linea evangélica sobre e} uso 
de los bienes económicos es, para cualquier discípulo consciente 
de Jesús, algo de sentido común, algo derivado inmediatamente de 
estas afirmaciones que suscribe todo cristiano: 
- Sólo tenemos un Dios. 
- Dios es Padre, y Padre de todos. 
- Jesús es nuestro hermano mayor. 
- Todos somos hermanos. 
- Dios quiere un mundo de hermanos, de iguales en la teoría y la 
práctica; un mundo de libertad, solidaridad y justicia para todos. 


B. SEGUNDA PARTE: 
PLANTEAMIENTO HUMANISTA 

9. El derecho de propiedad: cinco principios 
PROPIEDAD/DERECHO DERECHO-DE-PROPIEDAD: Hasta 
ahora hemos utilizado argumentos cristianos. Ahora haremos un 
planteamiento humanista: es decir, argumentos no religiosos, sino 
humanos, válidos para creyentes y no creyentes. Para ello, nos 
fijaremos brevemente en el derecho de propiedad privada. 
Muchas personas tienen una idea equivocada de este derecho: lo 
siguen considerando absoluto, sagrado, intocable. Están ancladas 
en el pasado, con la mentalidad del liberalismo salvaje, que era 
radicalmente individualista. «Mi dinero es mío, y hago con él lo que 
quiero>>. Esta afirmación es completamente falsa. El derecho de 
propiedad privada no es ni absoluto, ni sagrado, ni intocable. La 
doctrina correcta sobre esta cuestión es la que deriva de los 
Derechos Humanos fundamentales. La vamos a resumir en cinco 
puntos. 

1º. Principio fundamental 
Los bienes económicos, el dinero, las riquezas del mundo son 
propiedad colectiva de todos los seres humanos por igual. Este es 
el punto primero, anterior a cualquier posesión particular o a 
cualquier derecho privado. 

2º. Consecuencia que se sigue de ese principio 
Todos los seres humanos tienen derecho a una parte 
proporcional y suficiente de esos bienes que son de todos por 
igual. Este es el punto segundo, anterior igualmente a cualquier 
posesión o derecho particular que se oponga a él. 

3." Otra consecuencia, derivada de los dos principios anteriores 
El derecho de propiedad privada es un medio para repartir mejor 
esos bienes que son de todos. Como tal medio es también un 
derecho de todas las personas humanas. Pero, precisamente por 
ser un medio, está subordinado a los dos puntos anteriores, que 
son el fin.

4º. Primera conclusión 
El derecho de propiedad privada no es absoluto, ni sagrado, ni 
intocable, puesto que es un puro medio para conseguir otro fin. Es 
un derecho relativo, no tiene nada de sagrado y es tocable. 
La sociedad puede tocar y retocar las propiedades privadas. El 
estado tiene el derecho y el deber de limitar las propiedades 
privadas, para que se cumplan los dos primeros puntos y para que 
la sociedad camine hacia una igualdad creciente. 

5.° Segunda conclusión 
Muchas veces la propiedad privada no sirve para que se cumpla 
su finalidad, sino para todo lo contrario: para que unos acumulen 
riquezas y otros mueran de hambre o lleven vidas indignas; para 
proteger la desigualdad y la injusticia con el poder del estado; para 
legalizar el robo y la opresión... 
Pues bien, cuando un sistema de propiedad no sirve para que se 
cumplan los dos primeros puntos, se ha corrompido, carece de 
valor y necesita un cambio, una reforma o una revolución, hasta 
lograr que se realicen los dos principios fundamentales.
Estas ideas pueden parecer exageradas, inaceptables y hasta 
subversivas. Repetimos que son principios sacados de los 
Derechos Humanos, reconocidos en todo el mundo. Más aún: son 
las ideas del teólogo cristiano más importante de la Edad Media y 
de los diez últimos siglos, Santo Tomás de Aquino. 
Según esto, la mayoría de los sistemas de propiedad vigentes son 
injustos y corrompidos. En efecto, así es, y no les falta razón a 
quienes piden cambios radicales, tanto dentro de cada estado 
como en las relaciones internacionales. 

10. Injusta y salvaje 
La propiedad privada absoluta, sagrada e intocable es injusta y 
salvaje. Es un salvajismo legalizado, donde quien más puede más 
roba legalmente; y el que no puede nada está expuesto a malvivir 
e incluso a morir. 
Con ello se produce la inmoralidad social colectiva, o, lo que es 
peor, la amoralidad, la ausencia de sentido moral. 
Este es el tipo de sociedad que hemos levantado en Occidente en 
los últimos siglos, con esa idea absoluta, sagrada e intocable de la 
propiedad privada. 
TM/DESARROLLO: En el plano mundial, este salvajismo aparece 
sin caretas, porque los países desarrollados son los ladrones 
sistemáticos de los países del Tercer Mundo, y los principales 
responsables del hambre. Cada año, las cáritas nacionales suelen 
organizar el Día del Hambre, también llamado Día del Ayuno 
Voluntario. En la prensa de esos días suelen aparecer cifras 
aterradoras. Atentos a esas noticias, porque todos somos 
responsables de esa situación. 
Muchos se disculpan con el falso argumento de que tales hechos 
pesan únicamente sobre los grandes ricos y los grandes capitales. 
Todos los seres humanos somos ladrones y opresores en 
potencia; y muchos lo son de hecho en pequeña escala, por falta 
de medios para robar más. El que roba y expolia en lo pequeño no 
se distingue mucho en su actitud de los que roban a gran escala, 
pues ordinariamente no roba más porque no puede. 
Pero no basta referirse al robo: es preciso referirse además a la 
desigualdad, a las posesiones, al gasto, al uso y mal uso del 
dinero. También son injustas y hasta salvajes muchas posesiones 
mantenidas con la conciencia tranquila, muchos gastos, muchos 
niveles de vida, muchas ganancias legales y honradas, muchas 
ayudas sociales y muchas limosnas. Sí, también muchas limosnas 
y muchas de las obras que se hacen con ellas son injustas y 
perpetradoras de injusticias. 

11. Dos argumentos falsos 
HERENCIA/INJUSTICIA: Volvamos, pues, a nuestro pequeño 
mundo; al reino particular de cada uno, donde podemos decidir 
personalmente. Analicemos dos afirmaciones y razonamientos 
corrientes, que parecen dogmas incuestionables. 

a) El derecho de herencia. Para muchas personas, padres e hijos, 
el derecho de herencia es algo sagrado. Ciertos padres afirman: 
Nuestro dinero es de nuestros hijos. Ciertos hijos dicen a sus 
padres: No tenéis derecho a dar tanta cantidad, porque ese dinero 
es también nuestro. ¿Qué valor tienen tales afirmaciones? 

Tienen muy poco valor, por no decir ninguno. El derecho de 
herencia no es ni sagrado ni intocable. Está sujeto a los cinco 
principios anteriores (N. 9). Los padres tienen la obligación de dar 
a sus hijos la educación y los medios iniciales de vida. Pero no 
tienen obligación de dejarles todo el dinero, ni siquiera mucho 
dinero. La costumbre de nuestra sociedad es un reflejo del 
concepto salvaje e injusto que reina en ella sobre la propiedad 
privada.
Los padres que no se desprenden de dinero por guardar la 
herencia a sus hijos obran moralmente mal. 
Los estados que cargan impuestos a las herencias no sólo hacen 
bien, sino que suelen quedarse cortos. Habría que establecer 
impuestos proporcionales mucho mayores; y, a partir de ciertas 
cifras, cercanos al cien por cien. 

b) Me lo he ganado con mi trabajo. Este argumento se oye también 
muchísimo, y con él parece justificada cualquier propiedad privada. 
Vayamos por partes. 

- Hay quienes se ganan con su trabajo cantidades 
desproporcionadas y abusivas: deportistas, cantantes, artistas, 
profesiones liberales, negocios de varios tipos y otros muchos. El 
mal empieza en esa misma desproporción y abuso. Es evidente 
que en tales casos este argumento carece de fuerza. Los 
donativos que dan de vez en cuando, con la consiguiente 
publicidad en la prensa, no hacen más que engañar a los tontos y 
servir a determinados intereses. La adoración que se rinde a 
algunos de estos ídolos es una estupidez que no hace más que 
apoyar tales inmoralidades. ¡Ya está bien de hablar tanto de esos 
señores y señoras que se llevan un dinero inmenso que es de los 
pobres! ¡Ya está bien de admirarlos indiscriminadamente! Sus 
hazañas no debieran amainar nuestra ira santa contra ellos y el 
sistema que los apoya. 

- Hay quienes parten de un nivel alto (herencia, por ejemplo), que 
ellos mismos acrecientan. En tal caso, el punto de partida hace 
igualmente falso este argumento con toda evidencia. 

- Hay quienes parten de abajo y alcanzan niveles altos. Digamos, 
ante todo, que es prácticamente imposible hacerse rico sin robar, 
de forma ilegal o legal. «Todo rico es ladrón o hijo de ladrón», 
decía con razón en el siglo IV uno de los primeros doctores 
cristianos (San Jerónimo). Pero aunque, por una excepción 
milagrosa, se diera un caso de éstos, hay que decir a esa persona 
que incluso los bienes conseguidos por el propio trabajo honesto 
están sujetos a los cinco principios del derecho de propiedad. Lo 
cual vale igualmente para quienes, sin llegar a ricos, han 
conseguido alcanzar lo necesario para vivir. 

c) Conclusión 
La redistribución de los bienes económicos no se refiere al dinero 
adquirido injustamente, sino a todo dinero, a toda posesión. Y 
cuando no se realiza, incluso el dinero adquirido honradamente se 
hace injusto. La propiedad privada es siempre relativa, incluso la 
de los bienes adquiridos justamente. 
Dicho brevemente: Tu dinero no es tuyo, ni siquiera el que has 
ganado honradamente. Es tuyo sólo en parte.


C. TERCERA PARTE
ALGUNAS ACLARACIONES 

12. Deber evangélico y deber humanista 
Hemos hecho dos planteamientos: uno cristiano y otro humanista. 
Y resulta que ambos se han aproximado. De lo cual se deducen 
dos consecuencias muy interesantes. 
a) Que las ideas cristianas sobre la persona humana y los bienes 
económicos han impregnado en cierto grado a toda la Humanidad. 

b) Que la vida cristiana no es ajena al humanismo o al sentido 
común, sino todo lo contrario. 

Para ser cristianos, no se nos piden cosas heroicas, sino lo 
verdaderamente humano; lo que debe hacer todo ser humano 
para ser realmente humanista. Y si muchas veces hay que ir contra 
corriente, es por la corrupción que hay en la sociedad: ansia de 
posesión a costa del prójimo; una corrupción que engangrena 
también a muchos cristianos y a parte de la iglesia. 
Sólo Jesús quiso ir tan lejos en su postura humanista y en el 
compromiso por la persona humana, que careció hasta de lo 
indispensable. Algunas personas reciben una llamada especial 
para acercarse a esa experiencia de Jesús por causa del Reino de 
Dios: renuncia a la propiedad particular, disposición para 
situaciones difíciles en que puedan carecer de comodidades y 
hasta de lo necesario, etcétera. 
Hemos de apoyar estas vocaciones, que son una bendición para 
el reinado de Dios, sin dejar de criticar la incongruencia de muchas 
de ellas que gastan su vida en evangelizar espiritualmente a los 
ricos y tranquilizar sus conciencias. Pero tengamos presente que 
todos estamos llamados a la dicha de una vida de pobreza digna y 
un compromiso combativo por la justicia. 
En consecuencia, la pobreza cristiana no es sólo un deber 
evangélico, sino también un deber humanista. Y puede proponerse 
a todo hombre y mujer, porque lo que nos pide el evangelio no 
debe mirarse como un sacrificio raro o heroico, sino como la 
fidelidad al sentido común profundo, que clama por la libertad de 
todos, la solidaridad con todos, la justicia para todos. 

13. ¿Ventaja para los vagos? 
Esta es la objeción o critica que suele hacerse a estos 
razonamientos: que con esas ideas favorecemos a los vagos. 
Este argumento, aunque fuera cierto, no invalida los 
planteamientos anteriores. Lo que hay que hacer es realizar esos 
principios sin favorecer a los vagos. Para ello habrá que empezar 
por extender la educación a todos los niños y jóvenes, porque, a 
menudo, la vagancia es fruto de la falta de formación. Después 
habrá que poner los correctivos sociales y políticos necesarios 
contra la vagancia. 
Además, ¿qué? ¿Acaso la propiedad privada indiscriminada no 
favorece impunemente a una multitud de ricos vagos? 
Finalmente, todo ser humano, y expresamente los cristianos, 
debemos aprender algo muy importante: que el dinero no debe ser 
el único estimulo para trabajar con seriedad. Hay otros estímulos 
importantísimos para ser muy trabajador, desarrolla los propios 
talentos y rendir al máximo: el progreso solidario de la Humanidad, 
la victoria sobre el dolor y la injusticia, la lucha contra la 
desigualdad; en una palabra, el compromiso de construir un 
mundo habitable; o, hablando en cristiano, fe y justicia. 
Un cristiano debe sentirse dichoso de poder contribuir mucho a la 
construcción del Reino de Dios, aunque no reciba por ello dinero ni 
reconocimiento público. Debemos recordar permanentemente que 
no hemos recibido nuestras facultades de inteligencia, trabajo y 
corazón solamente para nosotros mismos, sino para todos. Y que 
el mejor modo de beneficiarse de ellos es consagrarlos a la causa 
de la justicia y la fe. 

14. El verdadero progresismo 
Estas ideas valen también para aquellos que se creen progres, 
porque no piensan como sus padres y se dicen más abiertos que 
ellos. A cuenta de ese supuesto progresismo, muchas personas 
­entre ellas no pocos jóvenes- se sienten exentos de las exigencias 
de la solidaridad, incluso cuando ambos miembros de la pareja 
trabajan y reciben sueldo. 
En tiempos de crisis es preciso gritar a los cuatro vientos ciertas 
verdades elementales, por más que los sedicentes progresistas y 
los nuevos filósofos las tachen de pasadas de moda. Y la primera 
de todas ellas es que, en las democracias occidentales, el principal 
progresismo sigue siendo la democracia económica, y en el Tercer 
Mundo, la democracia política y económica conjuntamente. Y que 
los únicos progresistas auténticos son también hoy los que se 
comprometen combativamente por ese objetivo. 
Es preciso desenmascarar el progresismo huero, esclavo del 
estilo, de lo que se lleva, de la dietética, de los trapitos de moda, 
que suponen tanto gasto, de la marcha y de lo posmoderno. ¿No 
es la marcha, frecuentemente, una circunferencia de noria que no 
conduce a ninguna parte? Y lo posmoderno, ¿no es en buena 
medida la consagración del egoísmo colectivo bien administrado? 
Cuando se dice públicamente que los únicos que hoy se baten por 
el cambio social son los creyentes (1), esta afirmación debiera 
hacernos pensar mucho a los cristianos y a la jerarquía, porque se 
está reconociendo paladinamente que el Dios verdadero es mucho 
más progresista que todas las ideologías y todas las Iglesias, y 
mucho más resistente a las crisis que todos los movimientos 
sociales. 
Los cristianos somos culpables de no haber captado a tiempo esta 
gran verdad; de haber atado nuestro barco al ancla de la 
seguridad ­tan insegura ella- y de habernos opuesto al cambio. 
Quizás porque nos hemos desviado del verdadero Jesús, dulce y 
combativo al mismo tiempo. Ojalá ahora, cuando muchos cristianos 
dan su vida no sólo por Dios sino también por el Reino de Dios -fe 
y justicia-, empecemos a enterarnos de algo que debiera sernos 
obvio con sólo mirar una cruz. 

15. Con la gracia de Dios 
El realismo cristiano nos enseña día a día que en el corazón 
humano hay alas de águila que le hacen sonar con las altas cimas, 
y rocas pesadas que lo empujan hacia el suelo. 
Las ideas expuestas en este tema son hermosas y atractivas, pero 
ellas solas, sin la gracia de Dios, no nos arrancan de la esclavitud 
del dinero ni nos sostienen largos años en esa pobreza digna, que 
es prenda de libertad y solidaridad. 
Aunque hemos hablado del humanismo y del sentido común, sería 
una ingenuidad pensar que bastan nuestras solas fuerzas para 
realizar un programa tan contrario a nuestras ansias irrefrenables 
de poseer. Por eso hace falta mucha oración y meditación del 
evangelio, mucha contemplación del dolor humano y mucha 
petición, para conseguir el uso cristiano del dinero. 


D. CUARTA PARTE: 
UNA PEDAGOGÍA SISTEMÁTICA 

16. Testimonios impresionantes 
Estas sugerencias están escritas a partir del testimonio de tantas 
personas que han avanzado gradualmente en las comunidades y 
catecumenados, hacia un alto desprendimiento y comunicación de 
bienes. El relato evangélico que nos cuenta el caso de una pobre 
viuda que dio. más que nadie a pesar de haber dado muy poco 
(Lc. 21~1-31, se ha repetido en diversos grupos. Y no ha faltado el 
caso de personas bien situadas que no se han limitado a dar de lo 
que les sobraba. Muchas comunidades han visto a Dios en casos 
de éstos y han recibido así su visita.
No faltan tampoco los casos de personas que se engañan a sí 
mismas e intentan engañar a los demás, lo mismo que entre los 
primeros cristianos: personas que se amparan en el anonimato 
para hacer aportaciones desproporcionadamente pequeñas para 
sus posibilidades. 
Pero en conjunto, la práctica de pequeñas comunidades 
eclesiales es altamente satisfactoria, y son los grupos más 
antiguos los que han dado mayor ejemplo, en la medida de sus 
posibilidades. 

17. Proceso pedagógico 
El desprendimiento y la comunicación de bienes no se consiguen 
de golpe, sino que requieren un aprendizaje. He aquí un sistema 
que da buenos frutos en grupos pequeños.

Durante el primer año, la cuestión del dinero se plantea con 
ocasión de las primeras responsabilidades grupales. En grupos 
relativamente numerosos, muchas personas no se conocían 
previamente, por lo cual son los catequistas quienes se encargan 
inicialmente de toda la vida grupal. Pero, a partir del tercer o 
cuarto mes, se le pasa al grupo la responsabilidad de los gastos 
comunes ­pinchos, cumpleaños, etcétera­ y ésa es la ocasión de 
sensibilizarlos a la comunicación de bienes. Desde ese momento, 
la aportación se recoge una vez al mes, en día fijo. 

b) El segundo año se dan los dos pasos siguientes: 

- Primero, se empieza a pedir para el exterior, lo cual exige mayor 
aportación. Hasta ahora lo que se recogía servia para cubrir los 
gastos comunes. Ahora hace falta recoger más, porque se quiere 
hacer una entrega expresa a parados, marginados, Tercer Mundo, 
Cáritas, etcétera. Esta es la motivación del incremento que se pide. 

- Segundo paso. A lo largo del año se dedican una o dos sesiones 
a la revisión y reflexión sobre la comunicación de bienes y los 
pobres. Como consecuencia de todo ello suele aumentar 
sensiblemente la cantidad. A partir de esa fecha, la aportación, 
aunque siga siendo anónima, se recoge por grupos pequeños. 

c) El tercer año se dan también dos pasos: 

Primero. Desde el comienzo se señala la comunicación de bienes 
como punto de insistencia o meta para el curso. Se da información 
sobre la pobreza en el mundo y en la propia región. Se pide un 
ajuste de los gastos superfluos, e incluso los que, siendo 
convenientes, no resultasen muy necesarios, y se sigue 
recogiendo la aportación anónimamente por grupos pequeños. 
Pero se avisa que habrá una comunicación más directa de este 
punto a lo largo del curso.

Segundo paso. Unos meses después se da una catequesis sólida 
sobre el evangelio de la pobreza y la comunicación de bienes, y 
luego, en grupos pequeños, se tiene un diálogo exigente sobre la 
aportación de cada uno en relación con sus posibilidades. Lo más 
costoso de este paso es esto último: la comunicación de las 
propias posibilidades. Requiere bastante recorrido cristiano y una 
gran confianza mutua. El catequista o responsable del grupo 
deberá ser paciente, según las características de las personas, e 
insistir en la necesidad de la oración y de la confianza en Dios. Los 
que no saben qué pedir a Dios, tienen aquí un punto bien 
importante. 

d) Cuarto año. A partir del tercer año, si se han dado bien los 
pasos anteriores, los siguientes resultan mucho más fáciles. 
Por ejemplo, el siguiente: que cada uno, según sus posibilidades, 
contrastadas en el grupo pequeño, se fije a si mismo una cantidad 
mínima para todos los meses del año, y se comprometa a dar de 
ahí para arriba. La entrega puede seguir siendo anónima, pero de 
vez en cuando se hace una revisión de la misma, siempre en el 
grupo pequeño. De ahí a hacer la entrega abiertamente, no hay 
más que un pequeño paso. 
Los sacrificios que se piden quedan sobradamente compensados 
con los frutos de conversión, ayuda al prójimo y mayor encuentro 
con Dios, que se derivan de este proceso. El gozo de formar una 
comunidad que no se reduce a las palabras, las oraciones y los 
buenos sentimientos es grande. 

18. Variantes del mismo proceso 
Los pasos anteriores pueden modificarse convenientemente, 
según el carácter del grupo, tanto en la velocidad como en la 
exigencia y el anonimato. 
Hay grupos que empiezan a pedir para el exterior desde el primer 
año.
Otros exigen una cantidad mensual mínima desde el segundo o 
tercer año.
No faltan quienes proponen desde bastante pronto una 
comunicación sincera de las propias posibilidades, con objeto de 
fijar cuanto antes la aportación mensual mínima. 
En todos los casos se han de medir y programar reflexivamente 
los pasos y sus tiempos. 
Como veíamos antes, una de las mayores dificultades suele ser la 
comunicación de la situación personal: unas veces, porque lo que 
se gana y se tiene es poco y da vergüenza decirlo; otras, por lo 
contrario. 
Sin embargo, conviene intentarla, porque su suspensión significa 
que la comunicación de bienes queda en manos de la buena 
voluntad personal. Mucho más si se quita también la fijación del 
mínimo y su exigencia. Entonces se habla de comunidad, pero lo 
que se hace es construir grupos espirituales, que comunican su 
oración, sus sentimientos y plegarias, sus vacaciones y hasta sus 
problemas psicológicos, pero no sus realidades básicas. 
¿Qué calificativo merecen estas sociedades adelantadas, cuyas 
gentes pueden y hasta desean comunicar sus frustraciones y 
angustias, pero no sus haberes? ¿Qué dios es este del dinero que 
nos ata de esta forma? ¿Qué situaciones de injusticia establecida 
ocultamos inconscientemente cuando ponemos tanta resistencia a 
decir lo que tenemos? ¿,Qué tipo de cristianos promueve una 
pastoral que detalla cuidadosamente las exigencias sexuales y 
rebaja la comunicación de bienes al rango de la limosna voluntaria, 
aunque haya terribles desigualdades y muertos de hambre? 
Si los pobres ocupan el primer lugar en el evangelio, estos 
interrogantes deben hacernos pensar mucho. No es que 
identifiquemos la pobreza y comunicación de bienes con tales o 
cuales fórmulas, pero hemos de tener realismo pedagógico, si 
buscamos una conversión sincera en el uso cristiano del dinero.

19. Los jóvenes Toda conversión es siempre provisional y 
necesita un esfuerzo continuado para mantenerse y progresar 
En los jóvenes, la conversión exigida por el uso cristiano del 
dinero choca además con el hecho de que carecen de dinero 
propio. Cualquier esfuerzo que se haga en este campo quedará 
pendiente de comprobación hasta que los interesados hayan 
recorrido unos meses de sueldo fijo o al menos eventual. Es fácil 
despreciar las riquezas, cuando no se ha ganado ni el primer 
dinero. El dinero se pega cuando se tiene o se necesita realmente. 

¿Qué hacer en esta situación? 
Ante todo, tenerla presente, y decirles abiertamente que su 
conversión cristiana necesita de la citada comprobación. 
En segundo lugar, abordar sus diferencias actuales: de familia, de 
medios, de viajes, de vacaciones, de estudios, de idiomas, de 
casa, de vestidos, de paga semanal... Esta última puede entrar 
perfectamente en un proceso como el descrito anteriormente. 
Otras cuestiones pueden entrar en parte. 
En general, se les debe educar a la austeridad, tanto en la forma 
de vida como en los gastos, incluso cuando se trata de 
instrumentos musicales y de todo tipo. 
Además, por su edad tienen mayores facilidades para ver y palpar 
la pobreza de los pobres reales, por medio de campos de trabajo y 
actividades en los barrios peores. Estos contactos producen 
efectos positivos, aunque siempre quede la duda de si los realizan 
como aventuras juveniles y tranquilizantes de conciencia. Más vale 
hacer algo que nada. Pues no deja de ser triste que gran parte de 
los jóvenes de clase media, incluso media baja, no hayan visto 
nunca los barrios pobres de sus propias ciudades. Ojos que no 
ven, corazón que no siente. 
Los educadores cristianos tienen la hermosa y difícil tarea de 
buscar medios adecuados para formar a los jóvenes en la pobreza 
y la comunicación de bienes. 


APÉNDICE: 
RECUERDO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Y DE LOS SANTOS PADRES 

1. Antiguo Testamento 
Los cristianos reconocemos los escritos del Antiguo Testamento 
como libros de fe, igual que los del Nuevo Testamento. 
Son innumerables las páginas del AT que se refieren al uso de los 
bienes económicos, quizás porque en el Antiguo Israel lo político, 
lo económico y lo religioso no sólo estaban ligados por las 
exigencias éticas de la fe, sino que ordinariamente el poder político 
y el religioso eran uno solo. 
Nos limitamos a destacar algunas ideas fundamentales: 
a) El único dueño de la tierra y de sus bienes es el Señor, y todos 
los propietarios de algo son meros administradores. (Lv 25,23). 
b) Los fieles del Señor, los israelitas, son peregrinos y extranjeros 
en su propia tierra, como lo fueron en el desierto (Lv 25,23); por lo 
cual no deben poseer ninguna propiedad como suya, ni en tal 
cantidad que esas propiedades resulten injustas en comparación 
con los débiles y los necesitados. 
c) Sin embargo, la posesión justa y moderada de bienes es 
correcta y cuenta con la protección de los libros de la Ley, que 
prohíbe taxativamente la codicia y el robo de las propiedades 
ajenas (Dt 5, 19-21). 
d) Pero el ideal es que todos los seres humanos tengan 
posesiones justas y moderadas. Por eso dice la Ley: Es verdad 
que no habrá pobres entre los tuyos, porque te bendecirá el 
Señor, tu Dios... a condición de que le obedezcas, poniendo por 
obra este precepto que Yo te mando hoy. (Dt 15, 4-5). 
e) Con ese fin la Ley establece diversas normas correctivas, no 
sólo contra los abusos, sino también contra las desigualdades 
excesivas, aunque sean originadas por el talento o la suerte. 
Son innumerables los preceptos sociales tendentes a proteger a 
los débiles y menos privilegiados, y a restablecer la mayor igualdad 
posible. Las principales son las siguientes:
1.° Cada siete años se celebraba la remisión, que consistía en la 
condonación de las deudas y la libertad de los esclavos 
comprados (Dt 15,1).
2.° Cada cincuenta años se celebraba el año jubilar, que obligaba 
a devolver a los propietarios originarios los bienes raíces vendidos 
en ese tiempo (Lv 25,8 ss). 
f) En conclusión, podemos afirmar que la Ley contiene una postura 
muy critica frente a la propiedad privada; la subordina siempre al 
derecho de todas las personas a una propiedad moderada, 
especialmente al derecho y defensa de los débiles, y considera 
toda propiedad como administración de los bienes de Dios. 

2. La lucha de los profetas RIQUEZAS/PROFETAS
Gran parte de la lucha titánica de los profetas se desarrolló en 
contra de la injusticia, de la desigualdad y del incumplimiento de 
las citadas normas de la Ley. Resumimos también sus enseñanzas 
en las siguientes afirmaciones. 

a) Crítica de la injusticia como idolatría. La propiedad abusiva (por 
desigualdad excesiva, abuso de los débiles, incumplimiento de las 
devoluciones o cualquier otra injusticia) no es sólo falta contra el 
prójimo, sino una verdadera idolatría que va contra el mismo Dios 
(ver Jr 7).

b) Condena de las posesiones excesivas.
¡Ay de los que añaden casas a casas 
y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio 
y vivir ellos solos en medio del país! 
Lo ha jurado el Señor de los ejércitos:
sus muchas casas serán arrasadas, 
sus palacios magníficos quedarán deshabitados. (Is 5, 8-9) 

c) Condena y amenaza contra los que oprimen a los débiles e 
indefensos. 
¡Ay de los que tiran por tierra la justicia! 
Por haber pisoteado al pobre, 
no habitaréis las casas de piedra tallada 
que os habéis construido, 
ni beberéis el vino de vuestras viñas selectas.
Sé bien vuestros crímenes e innumerables pecados:
estrujáis al inocente, aceptáis sobornos, 
atropelláis a los pobres en el tribunal. (Am 5, 7-12) 

d) Denuncia del culto sin justicia. 
Grita a voz en cuello, no te moderes.
El día en que ayunabais buscabais vuestro interés 
y explotabais a todos vuestros trabajadores 
El ayuno que yo quiero es éste:
abrir las prisiones injustas, 
hacer saltar los cerrojos de los cepos, 
dejar libres a los oprimidos, 
romper todas las cadenas, 
partir tu pan con el hambriento, 
hospedar a los pobres sin techo, 
vestir al desnudo y no cerrarte a tu prójimo. (Trozos de Is 58, 1-7) 

3. Párrafos de los Santos Padres PROPIEDAD/SSPP

«La tierra fue creada conjuntamente para todos, ricos y pobres. 
¿Por qué, pues, ¡oh, ricos!, os atribuís el monopolio de la 
propiedad de los bienes?... 

No es cierto que haces un acto de generosidad cuando das de tus 
bienes a los pobres. Lo único que haces es restituirles una parte 
de lo suyo, pues todos los bienes del mundo son comunes, 
creados para el uso de todos los seres humanos, y tú los usurpas 
para ti solo. La tierra es de todos y no únicamente de los ricos». 
(San Ambrosio, años 339-397) 

«Por intentar algunos apropiarse de lo que pertenece a todos 
estallan las disputas y las guerras, como si la naturaleza se 
indignara contra la división que provocan los seres humanos con 
las frías palabras tuyo y mío, allá donde Dios desea por todos los 
medios mantenernos pacíficamente unidos. Desde ese momento 
empieza la lucha y la bajeza. Donde no existen esas palabras no 
existe lucha ni división. Por consiguiente, la comunidad de bienes 
es una forma de vida más adecuada que la propiedad privada, y es 
connatural a nosotros». 
(S. Juan Crisóstomo, 354-407) 

«Si esos bienes son míos, ¿no puedo conservarlos? Pero dime: 
¿qué es tuyo en realidad? ¡ Dónde lo has conseguido? ¿De dónde 
los has sacado? 

Si cada uno tomara lo que necesita para satisfacer sus 
necesidades y dejara el resto para las necesidades de los demás, 
¿habría acaso ricos y pobres?»
(San Basilio, 329-379)


GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN

GUÍA N.º 1 

A. Grupo pequeño 
Comentar los números 2, 3, 4, hasta donde lleguemos. 

B. Oración comunitaria 
Con /Lc/12/13-31 

Breve explicación del pasaje 
Esta parábola no se refiere a la muerte repentina, sino que 
pretende decirnos quiénes son listos y tontos ante Dios. 
El hombre rico parece listo porque almacena más y más riquezas, 
pero la muerte se las arrebata. Es tonto ante Dios. 
Listo ante Dios es el que amontona otras riquezas, como son los 
valores evangélicos: pobreza, solidaridad, justicia, fe, etcétera. 
Estas riquezas no las arrebata la muerte. 
La parábola contiene, pues, una fuerte crítica de la riqueza y del 
afán de riqueza. Jesús nos propone otro camino. ¿Cual es el que 
yo he tomado o deseo tomar en mi vida práctica? 
Subrayar: guardaos de toda codicia, que, aunque uno ande 
sobrado, la vida no depende de los bienes (v. 15); amigo, tienes 
muchos bienes almacenados para muchos años: túmbate, come, 
bebe y date a la buena vida (191; insensato, esta noche te van a 
reclamar la vida (201; eso le pasa al que amontona riquezas para 
sí y para Dios no es rico (21). 

GUÍA N.º 2 

A. Repaso de la catequesis
Bolígrafo en mano, leer y tratar de captar bien los números 1-8 de 
la catequesis. Después, para ver si los hemos asimilado, 
responder por escrito a estas preguntas:

1. ¿Cuáles son los dos peligros fundamentales de las riquezas? 
¿Son únicamente peligros de los ricos? ¿Qué significa la expresión 
de Jesús injustas riquezas? 
2. Bienaventurados los pobres, dice Jesús. Explicar esta 
bienaventuranza. ¿Dónde hemos de poner nuestra seguridad? 
3. La bienaventuranza de Jesús, ¿es para todos los pobres? 
¿Sirve para justificar las injusticias? 
4. Nosotros podemos merecer esa bienaventuranza con 
condiciones. ¿Cuáles? 
5. ¿Qué relación hay entre pobreza y compromiso de justicia? 

B. Aplicación personal 
Con el número 5 de la catequesis. 
Hacerla en forma de oración, con el método del mismo nombre. 
(ORA/REUNIONES, N.° 11). Puedo hacerme las siguientes 
preguntas sobre mí: 
­¿En qué medida se cumple en mí la bienaventuranza de Jesús? 
-¿Creo de verdad en la bienaventuranza del evangelio? ¿Estoy 
dispuesto a hacerla mía? ¿Lo deseo de verdad? 

C. Oración 
Con Lc 6, 20-26. 

Breve explicación del pasaje 
El pasaje es uno de los principales de los evangelios. He aquí lo 
que nos quiere decir.
a) Ante todo, nos dice con quiénes está Dios. Está con los 
derrotados y perdedores del mundo. No está con los ricos, 
triunfadores, etcétera. 
b) Al mismo tiempo, Jesús nos dice dónde debe colocarse el 
cristiano: en el bando de los pobres, dolientes y perdedores, para 
luchar con ellos por el RD. 
e) Tercero, el pasaje nos dice también quiénes son 
verdaderamente felices y quiénes desgraciados. «Dichoso» es la 
palabra de la bendición de Dios; «ay», la de la maldición. 
d) Por lo tanto, Jesús trae al mundo la inversión de los valores; es 
decir, los invierte, les da la vuelta completa. Por lo visto, la escala 
de valores de Dios es la opuesta a la del mundo, donde triunfan el 
dinero, las grandes posesiones, la alegría superficial, la buena 
imagen, el ser honrados por los grandes, etcétera. Así, pues, 
inversión total de valores. El más dichoso es el que se lo tome más 
en seno. 

La cuarta bienaventuranza habla de persecuciones. En realidad, 
el que toma en serio las anteriores sufrirá alguna forma de 
persecución por causa de Jesús, lo cual, según el evangelio, es 
una gran dicha. Por el contrario, ¡ay si todo el mundo habla bien 
de vosotros! 
Merece subrayarse todo el pasaje. No hay página más importante 
que ésta en los evangelios, aunque puede haber algunas de igual 
importancia. En concreto, pueden subrayar lo siguiente: dichosos 
vosotros, los pobres (v. 20); dichosos cuando os odien los 
hombres, y os expulsen y os insulten y propalen mala fama de 
vosotros por causa de este hombre (22); alegraos, saltad de gozo 
(23); ¡ay de vosotros, los ricos! (24); los que estáis saciados (25); 
¡ay si todo el mundo habla bien de vosotros! 

Para orar: 
- Leer el pasaje y su comentario, con ganas de que Jesús me 
toque el corazón y me transforme. 
- Identificarme con los apóstoles y primeros discípulos de Jesús, 
que merecieron estas bienaventuranzas. Pedir ser como ellos. 
Después contemplar a Jesús, pobre, comprometido con los 
perdedores del mundo, perseguido, muerto y resucitado. El fue y 
es dichoso. Desear ser como El. 
- Acabar con acción de gracias. 

GUÍA N.° 3 

A. Repaso de la catequesis 
Leer atentamente, usando bolígrafo, los números 9-15 de la 
catequesis, y tratar de asimilarlos. Para comprobar si lo has 
logrado, responde a continuación al cuestionario siguiente:
1. Escribir de forma resumida los cinco principios del derecho de 
propiedad. Esforzarse en explicarlos verbalmente. 
2. Dos falsos argumentos acerca del derecho de propiedad. 
Explicarlos brevemente. 
3. Supongamos que una persona te dice: Con esa idea del 
derecho de propiedad, favo- recemos a los vagos. Tú, ¿qué le 
responderías'? 
4. El deber evangélico y el deber humanista coinciden en parte. 
a) Explicar esa coincidencia. 
b) ¿Qué consecuencias se derivan de esa coincidencia? 
c) ¿Es algo anormal o excesivo lo que pide el evangelio al común 
de los cristianos? 
5. Explica cuál es verdadero progresismo y cuál vacío o al menos 
insuficiente. 
6. Por qué necesitamos la gracia de Dios para el uso cristiano del 
dinero? 

B. Aplicación personal 
Con el número 4 de la catequesis. Hacerla en oración, siguiendo 
el método del mismo nombre.
- Ver lo que hay en mí de idolatría y esclavitud, gastos excesivos, 
etcétera.
- Ver también lo que hay de injusticia en mi situación económica, 
en comparación con otros.
- Pedir fuerza, con fe, para una sincera conversión.

C. Oración 
Con Mc 10, 17-31. 

Breve explicación del pasaje 

a) La primera parte (hasta el v. 22) es la historia de un hombre 
bueno, que quería dar más. Jesús le propone la riqueza absoluta y 
la total disponibilidad. El hombre frunce el ceño y se marcha 
entristecido. Hubiera sido una vocación especial, de esas que lo 
dan todo por el RD. Jesús le había tomado cariño.
Subrayar: Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la 
vida eterna? (17); Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven 
(20); Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño (21); Una cosa te 
falta: vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios 
será tu riqueza; y, anda, sígueme a mi (21); se marchó 
entristecido, pues tenía muchas posesiones (22). 

b) La segunda parte (hasta el v. 27) contiene una de las criticas 
más terribles contra las riquezas. Las riquezas impiden la 
pertenencia al RD. La comparación del camello es ciertamente 
hiperbólica, pero muy plástica para expresar la total oposición 
entre riquezas y RD. Cosa lógica, porque las riquezas van contra la 
solidaridad y la justicia. La frase de que lo humanamente imposible 
es posible para Dios, no significa que Dios salve al rico sin 
desprendimiento de éste, sino que puede incluso conducir a un 
rico al desprendimiento efectivo por el RD, cosa humanamente 
impensable. O sea: la conversión real del rico es dificilísima; pero 
Dios puede hacerla. 
Subrayar: ¡Con qué dificultad van a entrar en el RD los que tienen 
dinero! (23); Más fácil es que pase un camello por el ojo de una 
aguja que no que entre un rico en el RD (25); todo es posible para 
Dios (27). 

c) La tercera parte (v. 28-31) es la promesa de que la pobreza 
voluntaria o aceptada cordialmente por el RD tendrá la mayor de 
las recompensas: recompensa en esta vida, como fruto de la 
comunidad, donde tendremos más de todo, como experimentaron 
los primeros cristianos y hoy en día las pequeñas comunidades; 
recompensa mañana, con una vida eterna. Llama la atención el 
añadido «con persecuciones», del v. 30. Es curioso que figure 
entre las recompensas, igual que en las bienaventuranzas. 
Aquellos cristianos estaban preparados para las persecuciones y 
las consideraban una gracia de Dios, porque son un signo seguro 
de Jesús. ¡Admirable! 
La frase final es muy importante: significa que, por mucho que 
hayamos hecho por el RD, no somos más que otros, porque ante 
El no hay primeros ni últimos. Fuerte invitación a la humildad y 
toque de atención de que nunca podremos conquistar a Dios con 
nuestros méritos. 
Subrayar: No hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos o 
hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras por mi y por la buena 
noticia, que no reciba en este tiempo cien veces más (v. 29 y 30); 
con persecuciones (30); y en la edad futura vida eterna (30); 
todos, aunque sean primeros, etcétera, hasta el final (31). 

Para orar seguir los pasos señalados en la Guía N.° 2. 
Primero puedo identificarme sucesivamente con el hombre rico, y 
con Pedro y los apóstoles, y recorrer en su piel todo el pasaje. En 
todo este recorrido contemplo también la persona de Jesús, sus 
reacciones, su rostro, y me dejo interpelar por El. Le pido mucha 
ayuda. Acabo con acción de gracias. 

GUÍA N.° 4 

A. Repaso de la catequesis 
Leer con atención los números 16-19 y el apéndice. Usar el 
bolígrafo. Después comprueba si los has asimilado respondiendo a 
las siguientes preguntas: 
1. Resumir brevemente el proceso pedagógico que se propone. 
2. Problemas para la educación de los jóvenes en el uso cristiano 
del dinero y posibles soluciones.
3. Ideas principales del AT sobre el uso de los bienes 
económicos.
4. ¿Cuáles son las ideas predominantes de los textos de los 
Santos Padres? 

C. Oración 
Con Lc 12,22-34. 

Breve explicación de este pasaje 

La primera gran idea de este pasaje es la confianza en Dios: 
confianza en Dios en relación con la pobreza. Son igualmente 
verdaderas estas dos frases: 
- El cristiano es pobre porque pone su confianza en Dios.
- El cristiano pone su confianza en Dios cuando es pobre. 

Subrayar: No andéis agobiados por la vida, pensando qué vais a 
comer (v. 22); sin embargo, Dios las alimenta (24); cuánto más 
valéis vosotros que los pájaros (24); Dios la viste así, ¿no hará 
mucho más por vosotros, gente de poca fe'? 

La segunda idea principal es la primacía del Reino de Dios: poner 
por encima de todo el RD, especialmente por encima del dinero. Y 
esto, prácticamente. 
Subrayar: Son los paganos quienes ponen su afán en esas cosas; 
ya sabe nuestro Padre que tenéis necesidad de eso (30); En 
cambio, buscad que él reine y eso se os dará por añadidura (31). 

La tercera parte del pasaje es una afectuosa invitación a la paz y 
confianza en la pobreza. Subrayar: tranquilizaos (32); reinar de 
hecho sobre vosotros (32); vended vuestros bienes y dadlos en 
limosnas (33); un tesoro inagotable en el cielo (33); donde tengáis 
vuestra riqueza tendréis el corazón (34). 

Para orar escuchar a Jesús cada frase, como dicha para sí mismo, 
deteniéndome en lo que más me llegue de parte de Dios. Método 
de lectura por trozos. 

GUÍA N.° 5 

A. Balance personal del mes 

1. ¿,Cómo he llevado el mes? 
a) La catequesis. ¿La he trabajado bien? ¿He sacado provecho? 
Señalar puntos con- cretos.
b) Mi vida, en sus diversas zonas, desde el punto de vista cristiano: 
familia, trabajo, amigos, etcétera. ¿Ha habido avances cristianos 
en estos campos? 
c) Estado de ánimo. ¿Me encuentro contento, mejor? Señalar los 
motivos de mi satis- facción.
2. Ver un punto de insistencia previamente señalada por el 
responsable. 
3. ¿He tomado decisiones respecto del uso cristiano del dinero? 
¿Cuáles? 

B. Repaso mensual de la marcha de la comunidad 
El responsable prepara un cuestionario con los puntos que le 
parezcan más necesarios o los que salieron el mes pasado. 

C. Oración
Con /Lc/16/19-31

Breve explicación 
Ante todo conviene evitar la mala impresión que puede producir 
este pasaje, si lo entendemos como una revancha contra los ricos, 
una venganza hacia los que viven en la abundancia o una 
canonización de la miseria. El pasaje no va por ahí y ciertas frases 
que pueden suscitar esas impresiones no son más que elementos 
de la narración, que pretenden completar la historieta. No 
olvidemos que se trata de una parábola. 
¿Qué nos quiere decir, pues, esta parábola? 

a) Es una critica durísima de la desigualdad y la insolidaridad. El 
rico no pertenece al RD. Dios no está con él. 
b) Nos dice dónde está Dios, con quién está y cómo se le 
encuentra. Dios está en ese pobre, y está con los pobres; toma 
partido a favor de ellos; y se le encuentra, no en el amor en 
general, sino en la solidaridad con los pobres y en el compromlso 
por la justicia.
c) La parábola nos dice además dónde está el verdadero triunfo. 
No está en la riqueza y la abundancia. El que parece triunfador, 
que es el rico, resulta derrotado; el pobre es el vencedor. La 
parábola presenta la inversión de valores que proclama Jesús. Nos 
invita a desechar los valores falsos y a tomar los verdaderos, 
aunque sean más costosos. 
d) En la útima parte, la parábola nos hace una advertencia 
importante, cuando dice: «Si no escuchan a Moisés y los profetas, 
no le harán caso ni a un muerto que resucite>> (v. 30). O sea: no 
esperemos voces milagrosas de Dios; si no le escuchamos en los 
dolores del mundo, no le oiremos ni aunque El mismo venga en 
persona. Subrayar esta frase. 

Y también: Se murió el mendigo y los ángeles lo pusieron a la 
mesa al lado de Abraham. Se murió el rico y lo enterraron (22); en 
vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo (25); entre nosotros y 
vosotros se abre una sima inmensa (26); tienen a Moisés y los 
profetas: que los escuchen (29). 

Para orar, ayudará mucho el seguir esta explicación. Esta 
parábola no se presta a identificarse con los personajes, pues son 
de ficción. Será mejor confrontar mi vida con estas enseñanzas, en 
diálogo confiado con Jesús. Seguir los pasos indicados en la Guía 
Nº. 2. 

PATXI-LOIDI
USO CRISTIANO DEL DINERO
Cuadernos FE Y JUSTICIA 7
Ediciones EGA. Bilbao-1987

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(1) Ignacio Sotelo. Iglesia viva nº. 122-23, p. 123