CRISTIANO COMPROMETIDO
¿QUE ES EL COMPROMISO CRISTIANO?
A. LA PALABRA COMPROMISO
1. Del cristiano fervoroso al cristiano comprometido
CR/FERVOROSO CR/COMPROMETIDO:: Hoy en día es poco
frecuente hablar de cristiano fervoroso: preferimos decir cristiano
comprometido. Sin embargo, durante mucho tiempo se empleó el
adjetivo «fervoroso». En principio no parecería una palabra
inadecuada. Significa «calor intenso», por lo cual la expresión
«cristiano fervoroso» podría hacer referencia a la fe caliente, a la
fe que no radica sólo en la cabeza, sino también en el corazón, a la
fe irradiante y expansiva. Pero de hecho ese vocablo se aplicó
sobre todo a la devoción y la piedad, los rezos, los actos religiosos
y caritativos.
¿Por qué se le dio a la palabra un significado tan parcial? Por una
razón muy sencilla: porque ésa era la orientación general de la
vida cristiana en aquel momento. Era un cristianismo
fundamentalmente religioso y caritativo. A quien deseaba llevar
una vida cristiana más intensa, se le orientaba a multiplicar sus
actos de devoción y de caridad. Entre los primeros no podía faltar
la misa y comunión diaria, que recibían así una connotación de
acto de piedad particular más que de celebración comunitaria.
El cambio de palabra no fue una simple moda, sino el reflejo de un
cambio muy profundo. Inicialmente el término «compromiso» no fue
de uso cristiano; se usaba en el campo sindical y político, para
expresar la toma de partido y la militancia en favor del movimiento
obrero. Cuando se aplicó también a la fe por parte de los cristianos
participantes en el mismo movimiento, conservó, ampliado, su
primitivo significado: cristiano comprometido era el que, a partir de
la fe y movido por ella, se enrolaba en el movimiento obrero y
militaba en organizaciones sindicales o políticas.
Se advierte con facilidad que el cambio fue realmente profundo.
Ahora no se ponía el acento en la piedad y las obras caritativas,
sino en la presencia activa y combativa en el mundo. A partir de
una misma fe, se pasaba, de un cristianismo fundamentalmente
religioso, a un cristianismo social; de un cristianismo centrado en el
templo de forma bastante individualista, a un cristianismo mucho
más comunitario, centrado en la construcción del Reino de Dios en
el mundo.
En resumen: la expresión «cristiano comprometido» trajo consigo un
doble cambio: nueva orientación sobre el concepto de vida
cristiana auténtica y militancia política, o al menos militancia social
en sentido amplio. La raíz de este cambio era la fe, como que los
cristianos afirmaban que era la fe en Jesucristo la que les movía a
enrolarse en organizaciones de lucha.
2. Deterioro de la palabra «compromiso»
Las palabras de mucho uso suelen deteriorarse más rápidamente.
El vocablo «compromiso» no ha escapado a esta ley general. Se
nota especialmente en estas preguntas que oímos con frecuencia:
¿Tienes un compromiso? ¿Cuál es tu compromiso? Está claro que
lo que se pregunta con estos interrogantes es si la persona en
cuestión lleva alguna acción complementaria, fuera de sus horas
de trabajo o estudio. El deterioro es patente: resulta que en la
conversación ordinaria, la palabra «compromiso» se ha hecho
equivalente a «acción social o eclesial». Es un deterioro grave, que
puede tener consecuencias muy negativas.
Antes de nada, observemos que actualmente la actividad eclesial se
ha introducido en el círculo del compromiso, que inicialmente
acogía solamente al compromiso político y social. Pero esta
ampliación de significado no supondría en si misma un deterioro.
Este aparece claramente en la separación entre la actividad
complementaria y el resto de la vida. En efecto, si el compromiso
consiste en una actividad, se puede llegar al absurdo de
considerar comprometida a una persona por llevar una actividad
complementaria social o eclesial, mientras se desentiende por
completo de los problemas laborales, familiares y sociales en los
que está inmerso.
Dicho más descaradamente: se diría que el mundo laboral y sus
problemas no son objeto de compromiso; la familia no es objeto de
compromiso; la sanidad, la cultura, los problemas de los
consumidores, el alza de los precios y la enseñanza, no son
ámbitos de compromiso; los problemas de la universidad no son
objeto de compromiso. Pero si esa persona dedica cuatro horas
semanales a minusválidos, drogadictos, inadaptados sociales,
confirmación, liturgia o cáritas, esa actividad si que es compromiso,
y la persona que presta uno de esos servicios es un cristiano
comprometido, aunque vuelva la espalda a las injusticias de su
empresa y no participe para nada en los movimientos sociales de
la misma. Lanzado con esta claridad, todo el mundo ve que
semejante planteamiento es descabellado. Pero es el que está
contenido implícitamente en la pregunta antedicha: ¿,Tienes un
compromiso? ¿Cuál es tu compromiso?
Esta critica vale exactamente igual para otras actividades más
cercanas al campo estrictamente político, como pueden ser los
movimientos por la paz, o los grupos de derechos humanos. El
deterioro de la palabra «compromiso» facilita otro deterioro más
grave, cual es el del contenido de la palabra, el concepto mismo de
compromiso. Para apreciar la gravedad de este deterioro, nada
mejor que anotar sus rasgos.
- El primero de ellos es la parcialización: el compromiso es uno y
entero, pero con este significado queda reducido a un trozo de mi
tiempo y de mi vida.
- El segundo es la desvinculación: ese compromiso cristiano que
debiera ser uno y entero queda desvinculado del resto de la vida, y
frecuentemente de lo más importante de la propia vida, como es la
familia y el trabajo.
- Como tercer rasgo señalamos la neutralidad: mientras que
«compromiso» fue desde el principio una palabra beligerante, que
significaba toma de partido con una persona, una fe, un grupo o un
programa social o político, al reducirlo a una acción social o
eclesial pierde toda beligerancia y adquiere un tono
completamente neutral, propio de un servicio, que ni toma partido
ni cuestiona el orden vigente.
No vale la pena detenerse en los que no han hecho otra cosa que
cambiar de palabra, sin modificar para nada su significado. Nos
referimos a los ambientes cristianos en los que la fórmula
«cristiano comprometido» sigue aplicándose al cristiano de
devociones, templo y limosnas, sin ningún cambio de linea.
Señalemos finalmente que otro deterioro de signo distinto sufrió
también esta palabra en su mismo nacimiento: fue la reducción del
compromiso cristiano al campo social y político. Aunque menos
grave que el deterioro actual, no dejaba de ser importante, porque
suponía también cierta desvinculación y parcialización, que hoy en
día hemos de superar. Por ejemplo, ni la vida de familia ni la
comunidad eclesial pueden quedar fuera del compromiso
cristiano.
B. LO ESENCIAL DEL COMPROMISO CRISTIANO
3. Tres preguntas fundamentales
Llegamos ahora a la parte central de la catequesis. Debemos
aclarar dónde está lo esencial del compromiso cristiano. Para ello,
vamos a hacernos tres preguntas:
- ¿Con quién se compromete el cristiano?
- ¿Quién es el que se compromete?
- ¿A qué se compromete?
Ellas nos ayudarán a captar mejor algo que ha quedado apuntado
anteriormente: que el compromiso cristiano es uno y entero,
abarca toda la vida y supone una toma de partido.
4. ¿Con quién se compromete el cristiano?
He aquí una pregunta que puede despertarnos y sacarnos de la
abstracción. A veces, al hablar sobre el compromiso cristiano,
damos la impresión de que se trata de una cuestión particular del
interesado, una especie de deber que él se impone a sí mismo, por
coherencia ética con su fe y sus principios. Esta forma de hablar
supone un empobrecimiento, porque el compromiso cristiano, de
modo parecido al compromiso del matrimonio, es bilateral. El
cristiano no se compromete con la fe, como si ésta tuviera entidad
fuera de las personas, ni tampoco con un código de ideas y
obligaciones. El cristiano se compromete con ALGUIEN alguien
individual y colectivo al que jura fidelidad. Dicho más
expresamente, el cristiano se compromete con Jesucristo, ni más ni
menos.
Durante su vida, Jesús se comprometió directamente con los
hombres y mujeres de Palestina; por su muerte y resurrección se
comprometió con toda la Humanidad, con todos y cada uno de los
seres humanos. El creyente acepta ese compromiso de Jesús, lo
hace suyo y responde al mismo con su propio compromiso: él
también se compromete con Jesús.
De esta forma, el cristiano queda unido a la persona entera de
Jesús. No a una parcela solamente, sino a todo lo que El hizo y
enseñó, a su persona y a su causa.
Por lo tanto, el cristiano no se compromete propiamente con los
marginados, o los parados, o el movimiento de confirmación. Esas
actividades son meras concreciones de ese compromiso con
Jesús, que es el compromiso propiamente dicho. Por eso mismo,
las actividades, las concreciones del compromiso pueden
modificarse, según las exigencias del compromiso único y total,
mientras que éste permanece y pasa por delante de cualquier
actividad u obligación, por importante que sea.
Nuestra primera pregunta nos ha aportado una respuesta muy
clarificadora: el compromiso cristiano es más radical, amplio y
global que cualquier concreción, por ser compromiso con Jesús.
5. ¿Quién es el que se compromete?
Esta pregunta es tan obvia que puede parecer innecesaria. El que
se compromete es un ser humano cualquiera, una mujer u hombre
creyente. Pero esta respuesta tan elemental encierra
consecuencias luminosas.
El que se compromete es también el ser humano todo entero; no su
cabeza, su corazón o su voluntad solamente; no tan sólo su talento
o su intuición; no una parte de su tiempo o de sus bienes, sino el
ser humano todo entero. Por lo tanto, todo el día, todo el año, y
toda la vida; todo el tiempo, todas las facultades y todas las
actividades. En resumen, la persona entera.
No cabe, pues, en el compromiso cristiano la parcialidad ni la
desvinculación. El compromiso cristiano es uno y totalizante:
abarca la persona entera de Jesús y la persona entera del
creyente. La separación entre la fe y la vida no es sólo una grave
falta moral, sino además un absurdo, puesto que el compromiso de
la fe es un compromiso de toda la persona.
6. ¿A qué se compromete el cristiano?
Después de lo anterior, la respuesta a esta tercera pregunta es
sencilla: se compromete a todo lo de Jesús: a todo lo que dijo y
enseñó; a todo lo que hizo. No vale, pues, reducir la vida cristiana
a la devoción y la caridad, como tampoco vale prescindir de ellas.
Igualmente, no vale reducirla al compromiso social y político,
aunque tampoco se pueda prescindir de él. Es preciso tomar la
persona entera de Jesús y la persona entera del creyente. Dicho
de una vez por todas: el cristiano se compromete al seguimiento
total de Jesús.
SGTO/QUE-ES: Acabamos de utilizar la palabra clave para
responder a esta tercera pregunta: seguimiento. Inicialmente el
seguimiento se realizaba de forma expresa y material. El que
recibía la llamada, dejaba todas las demás ocupaciones y se iba
detrás de Jesús. Compartía con él la vida y las preocupaciones.
Aprendía en la convivencia los valores de Jesús y se apropiaba de
su tarea. Pero hubo también personas la mayoría que le seguían
con menos cercanía física. Asumían sus enseñanzas y trataban de
practicarlas, pero no dejaban sus ocupaciones, o al menos no las
dejaban del todo.
Después de Pascua, el seguimiento se concretó en la fe, la vida
evangélica y la tarea misionera de transformar el mundo. Este es,
en síntesis, el contenido del compromiso cristiano para todas las
generaciones siguientes. La mayoría de los cristianos han de
realizar el seguimiento de Jesús desde el propio estado, aunque al
mismo tiempo el evangelio marca determinadas renuncias y
exigencias.
7. Las bienaventuranzas
El seguimiento de Jesús se aprende sobre todo en su evangelio o
buena noticia, que nos ha sido transmitida por la Iglesia creyente.
Aunque todas sus páginas son igualmente importantes, tienen
especial relevancia las bienaventuranzas, que nos han llegado en
dos versiones diferentes, en los evangelios de san Mateo y san
Lucas. Podemos afirmar que el contenido del compromiso cristiano,
el contenido del seguimiento de Jesús, está resumido en las
bienaventuranzas.
San Mateo trae ocho o nueve bienaventuranzas, según como se
lean (/Mt/05/01-12), y San Lucas las reduce a cuatro, a las que
añade cuatro malaventuranzas, que dan al conjunto mucha mayor
claridad (/Lc/06/20-26). Lo principal no es el número, sino el
espíritu evangélico que está plasmado en estas formulaciones; en
este punto coinciden ambas versiones. Pues antes que unas
enseñanzas, las bienaventuranzas constituyen la plasmación
escrita del alma de Jesús, de su persona y de su vida. De ahí que
deban considerarse, en cualquiera de las dos versiones, como la
esencia misma del evangelio.
Lo mejor es leerlas y meditarlas tal como están escritas. Solamente
por facilitar su comprensión vamos a marcar aquí seis puntos
programáticos fundamentales, que se deducen de ambas
versiones.
1º. El Reinado de Dios, o la voluntad de Dios, como único absoluto,
tanto para la vida personal como para la organización social. Este
punto aparece en la segunda parte de cada enunciado y es el
objetivo de todas las bienaventuranzas y de todo el evangelio.
2º. La pobreza personal, como primer paso para pertenecer al Reino
de Dios (RD) y trabajar por él.
3º. La solidaridad y el amor práctico para con todos los seres
humanos, especialmente para con los pobres, necesitados y
dolientes, como camino de realización actual del RD.
4º. La paz, y más en concreto el esfuerzo comprometido por la paz,
como signo principal del Reino de Dios. Esa paz es el resultado de
la solidaridad y de la justicia.
5º. La limpieza de corazón, como medio y garantía de hallar a Dios y
entrar en su Reino. Limpieza de corazón, que supone: ir
derechamente a la búsqueda de los puntos anteriores, con
ausencia de segundas intenciones.
6º. La coherencia y fidelidad en la realización de estos principios,
aunque suframos persecución, la cual será, en tales
circunstancias, no una desgracia, sino la máxima señal de que
realmente pertenecemos al grupo de seguidores de Jesús, es decir
al RD.
Cada enunciado de los evangelios va acompañado de una
bienaventuranza. Jesús afirma tajantemente que quien los realiza
en su vida, es dichoso. La verdadera dicha, la vida auténtica, la
plena realización personal se consigue por ese camino. El
compromiso cristiano puede resumirse en estos puntos.
8. Compromiso con la Iglesia y con el mundo
Uno de los apartados anteriores (N° 5) afirmaba que el cristiano se
compromete con alguien individual y colectivo al que jura
fidelidad. Después se nos explicaba que se trata de Alguien con
mayúscula, es decir Jesús. Pero ¿qué se quiere decir con las
palabras «individual y colectivo»? La expresión se refería a la
Iglesia y al mundo.
a) La Iglesia. I/CUERPO-DE-CRISTO San Pablo nos enseña que los
cristianos estamos estrechamente vinculados entre nosotros, no
sólo por una ideología, como los miembros de una agrupación,
sino por una corriente de vida que circula entre nosotros, que es la
fuerza de Jesús, su amor, su Espíritu de vida sobrenatural. Esto
ocurre porque formamos una especie de cuerpo espiritual, cuya
cabeza es Jesucristo. La Iglesia es mucho más que una
agrupación, es la familia de Jesús; más aún, es un misterioso
organismo vivo, regido y vivificado por Jesús.
En consecuencia, el compromiso con Jesucristo lleva consigo el
compromiso con todo su cuerpo espiritual, que es la Iglesia. A
través de Jesús, el cristiano se compromete también con la Iglesia.
Es cierto que el compromiso con la Iglesia no es idéntico al
compromiso con Jesús; ante todo, porque la fe cristiana es fe en
Jesucristo; y también, porque la Iglesia en esta tierra se parece a
aquella red del evangelio de Mateo (13, 47-50), que recoge toda
clase de peces, buenos y malos. Pero aún así, el cristiano queda
globalmente comprometido con la Iglesia de Jesús, al
comprometerse con éste. La vida, preocupaciones, actividades y
tareas misioneras de la Iglesia son algo suyo; algo con lo que está
ligado y comprometido. No hay auténtico compromiso con Jesús sin
compromiso con su Iglesia.
b) El mundo. Jesús es también «el modelo y fin del universo
creado» (Col I,16), enviado para la liberación integral de toda la
Humanidad y la construcción de la Nueva Creación. Y así como El,
por su muerte y resurrección, se unió y comprometió con toda la
Humanidad, así también el cristiano, por la fe, queda comprometido
con el mundo entero. Este compromiso consiste en continuar la
obra de Jesús, que anunció e inició el Reinado de Dios. El mundo
tiene derecho a esperar del cristiano el testimonio y la acción de
ser fermento, sal y luz de Jesús. No es que el cristiano deba
comprometerse con el mundo, sino que está comprometido con él
desde el momento en que da su fe a Jesucristo. Lo que debe hacer
es poner en acción el compromiso que tiene ya contraído con él
por el bautismo. El compromiso cristiano es también compromiso
con el mundo.
* Los pobres. OPCION-POBRES: Dentro del compromiso general
con el mundo, Jesús hizo una opción por la parte más débil, como
única vía para salvar a todos; a unos, del mal de ser oprimidos; a
otros, del pecado de ser opresores; a todos, de los pecados y
males personales y estructurales. En su compromiso con el mundo,
el cristiano, movido por el amor universal de Jesús, debe hacer
también una opción clara por los pobres, de forma asistencial y
estructural; opción por una de las partes, pero con ánimo y amor
universal. La opción por los pobres es la concreción principal del
compromiso cristiano con el mundo. El compromiso cristiano con el
mundo y los pobres, es compromiso de fe y de justicia, individual y
estructural, pues el Reino de Dios comprende ambos aspectos y
ambas dimensiones. No es, pues, solamente, un compromiso
espiritual de extensión de la fe, sino también un compromiso
terrestre, de construcción de una nueva sociedad; tampoco es sólo
un compromiso con los individuos uno a uno, sino también con los
grupos humanos y las estructuras sociales. No hay compromiso
con Jesucristo, sin compromiso con el mundo y sus estructuras,
con los pobres, con la fe y la justicia.
TTNO/OB-FRAGOSO
Soy débil, hermanos míos, como todo el mundo. Soy débil, pero
tengo en el fondo del corazón una esperanza: la de ver a este
pueblo liberado de su opresión. Y pido al Señor la gracia de vivir
toda mi vida con esta esperanza en el corazón.
Mi padre era campesino, como muchos de ustedes. Lo vi trabajar
desde que sale hasta que se pone el sol. No podía pagar los
estudios de sus cinco hijos. Si no hubiera sido por un bienhechor,
yo me hubiera quedado en casa. Mi padre trabajaba tanto como el
hombre más trabajador. Sus penas y sudores, respetables como
los de ustedes, no le permitieron vivir una vida humana. ¿Por qué?
Porque mi padre, en su vida de campesino, era un esclavo. En todo
el estado de Ceará conozco a miles de campesinos como él, y sé
que hay millones en el Brasil. Esos millones de campesinos son mis
hermanos, hijos de un mismo Padre, hermanos de Jesucristo. Yo
creo en su dignidad. El día en que dejara de luchar por ellos, el día
en que dejara de luchar para que sean hombres y se mantengan
erguidos, ese día traicionaría mi conciencia, y traicionaría también
mi misión de obispo.
(A. B. Fragoso. obispo brasileño)
C. CRISTIANISMO COMPROMETIDO
Y CRISTIANISMO BURGUÉS
9. Rasgos del compromiso cristiano
1 CSO/RASGOS-FMS: En los números anteriores se ha aludido
repetidamente a los rasgos que debe tener el compromiso
cristiano. Volvemos ahora a esta cuestión de forma expresa, con
objeto de agrupar algunas ideas que han quedado más o menos
dispersas. Rasgos fundamentales del compromiso cristiano son los
cuatro siguientes:
a) El compromiso cristiano es lo primero de la vida, pasa por delante
y por encima de todo, incluso de lo más querido. Esta primacía
puede originar algunos conflictos. Ordinariamente se producirán
solamente ante el mal. Pero si los hubiere también con algunas
realidades positivas, las exigencias del compromiso deben
prevalecer.
b) Subjetivamente, el compromiso cristiano ha de ser totalizante, es
decir, debe abarcar toda la persona, todas sus circunstancias, todo
su tiempo, toda su vida. El compromiso cristiano no es parcial, ni
tampoco desvinculado de la vida (ver Nº 2).
c) Objetivamente, el compromiso cristiano es universal, o sea,
abraza a toda la Humanidad y todos sus problemas. Al
comprometerse con Jesús, el cristiano queda comprometido con su
obra universal, la Iglesia y el mundo. Y, aunque en la práctica
diaria ese compromiso deba circunscribirse al entorno personal, sin
embargo, el cristiano ha de ensanchar la mirada al mundo entero y
tener la disposición de sacrificar lo más querido, si llega el caso,
por exigencias superiores del Reino de Dios.
d) El compromiso cristiano es beligerante. Esta característica la
impone en primer lugar el mal, que impide el desarrollo integral de
los seres humanos; y en segundo lugar, la discriminación partidista
en favor de los pobres, discriminación que se adopta en aras de la
correcta universalidad (ver N° 9 b).
Pero la beligerancia cristiana requiere algunas matizaciones
- Ante todo, es una beligerancia de amor, amor a los pobres y amor
a los mismos que hacen mal.
- Además, es una beligerancia entremezclada de tolerancia:
beligerancia contra el mal y sus estructuras; tolerancia y respeto a
las personas.
10. CRMO-BURGUES: Cristianismo burgués El vocablo «burgués»
ha adquirido una connotación peyorativa y se ha hecho sinónimo
de buen nivel económico, vida cómoda, fácil y segura, etc. De esta
forma ha desbordado su primitivo significado histórico nueva clase
social que triunfa en Europa en el siglo XIX, para extenderse a
cualesquiera personas cuya vida esté marcada por las
características señaladas, aunque sean de origen obrero. Al decir
«cristianismo burgués» usamos este término en un sentido
parecido, para referirnos a esa religiosidad acomodaticia, que
pretende casar la vida fácil, y hasta el poder social explotador, con
el evangelio.
Esta deformación del cristianismo está instalada en la Iglesia desde
hace muchos siglos. No sólo instalada, sino ampliamente justificada
en muchos ambientes, incluso con frases evangélicas sacadas de
su contexto. Con ello se produjo el dominio de la Iglesia por las
clases altas, lo que provocó la gran traición, el gran secuestro del
evangelio, en el que también han influido ciertas altas jerarquías,
ciertas líneas y personalidades de las grandes órdenes religiosas y
del alto clero. Esta deformación está todavía muy extendida en la
Iglesia, con el apoyo de grupos importantes, aunque se ha iniciado
una corriente inversa, a partir del compromiso con los pobres.
Podríamos caracterizar al cristianismo burgués con estas tres
notas.
a) Acomodación del evangelio al dinero y las riquezas.
b) Olvido de los pobres y del Reino de Dios y sustitución del compromiso
social por la caridad.
c) Individualismo, reducción de la vida cristiana a un asunto individual entre
Dios y el creyente, con abandono del sentido comunitario de la vida
cristiana y de la salvación.
Los pobres, punto central de la vida de Jesús y del evangelio,
quedan reducidos a objeto de caridad y asistencialismo; a motivo y
ocasión de pequeñas renuncias, que no modifican un ápice ni el
orden social ni la vida de quienes hacen las limosnas, pero que
justifican las conciencias. No es extraño que este cristianismo
burgués haya provocado en grandes masas humanas el rechazo
de la fe y haya contribuido a la extensión del ateísmo. Aquella
máxima fundamental que dice: «No podéis servir a Dios y al
dinero», vale para los cristianos individuales y para la Iglesia. Su
olvido conduce a la degradación del evangelio, que queda
reducido a una religión de orden y buenas obras, un seguro para
la salvación individual futura y para el sistema social dominante en
el mundo.
La frontera entre el cristianismo burgués y el evangélico está sobre
todo en la pobreza personal y el compromiso con los pobres. Lo
cual han de tener muy en cuenta, no sólo el clero y los laicos, sino
también los religiosos, que, tras la renuncia a la propiedad privada,
pueden llevar un alto nivel de vida por pertenecer a instituciones
más o menos ricas, y apoyar con sus obras, consciente o
inconscientemente, a la pequeña minoría dominante, frente a la
masa de los pobres. Incluso las grandes obras de caridad
encubren a veces un apoyo estructural efectivo a los grupos
dominantes.
¿Dónde estás. Dios?
¿Dónde te has escondido, en estos tiempos de ateísmo?
¡Ah!, sabemos dónde encontrarte.
Te has ido con los que te dan la vida,
Te has ido con los que entregan tiempo y fuerzas,
sangre y dinero
Te has ido con los que creen y luchan
y juegan el último céntimo
en la apuesta del amor.
Monjas que cuidan ancianos sin hijos
y niños sin padres...
Trabajadores que exigen una empresa nueva
y una ciudad nueva.
Voluntarios en el Tercer Mundo
en lucha contra los imperialismos.
Hombres que alumbran libertad,
condenados como criminales o exiliados.
Hijos de la Justicia, torturados,
reducidos al silencio
en la cárcel o en el hoyo.
Todos los que aman y dan la vida
gota a gota o chorro a chorro...
Con éstos estás Tú, escondido en sus casas.
Ellos te llevan consigo, a veces sin saberlo,
y te sacan a la luz desde las entrañas de la tierra.
Por ellos hablas y gritas
como un trueno que sacude el eje de la tierra.
Por ellos habla y grita Jesús.
Oímos su voz y la tuya.
Y no tenemos que preguntarte demasiado,
aunque estemos en oscuridad:
¿Dónde estás. Dios?
D. DIVERSAS ZONAS DE COMPROMISO
11. Dos zonas prioritarias
El compromiso cristiano debe mostrarse prioritariamente en la
familia y el trabajo.
a) La familia. Es la primera zona de compromiso, que exige amor,
preparación y dedicación. La poca dedicación a la familia se da en
mayor medida en los hombres. El dinero y las diversiones son las
causas principales. A veces pueden serlo también los compromisos
sociales y eclesiales serios.
No actúa correctamente el padre o madre que, por dedicar
demasiado tiempo a tales compromisos, abandona o descuida la
familia. Pero las obligaciones familiares no son una justificación
suficiente para la carencia del compromiso en el trabajo y en la
vida social. No actúan tampoco correctamente los que utilizan esta
coartada para impedir el compromiso de su pareja o hijos. Máxime
si tenemos en cuenta que la familia no se basta a sí misma, en este
campo como en otros; por lo cual, el compromiso de los padres es
un factor necesario, para imprimir el espíritu de compromiso a la
educación de la familia y los hijos.
b) El trabajo. Es la segunda zona de compromiso social. Comprende
tres apartados, que son: el rendimiento y la obra bien hecha; el
compañerismo; la participación en las reivindicaciones justas.
- Rendimiento. Es cierto que en los últimos siglos la moral del
trabajo y el rendimiento ha servido para explotar al trabajador. La
critica, muy justificada, de esos excesos, y la actual superación de
la civilización del trabajo por la nueva era industrial, han
desacreditado la ética del rendimiento. Sin embargo, el
rendimiento, el trabajo bien hecho, la obra realizada a conciencia
siguen siendo muy importantes para un cristiano, aunque al mismo
tiempo se combata el orden social injusto por medio de la lucha
sociopolítica.
¿Por qué es tan importante el rendimiento? Ante todo por razones
éticas, y en segundo lugar porque, salvo situaciones especiales y
puntuales, aprobadas solidariamente por los trabajadores, no es el
bajo rendimiento la forma de trabajar por la justicia, sino todo lo
contrario.
La exigencia de rendimiento debe aplicarse también a los
estudiantes, puesto que deben prepararse con la mayor seriedad
posible para amar eficazmente el día de mañana; y a las amas de
casa, cuyo trabajo ha de apreciarse como real, verdadero y muy
influyente en la familia, sin que ello obste para abogar por el
trabajo exterior de la mujer en paridad con el hombre.
- Compañerismo. Es una consecuencia del mandamiento del amor,
aplicado a uno de los lugares donde más horas pasa diariamente
el trabajador. El compañerismo aplicado a los derechos de los
trabajadores, conduce a la asociación y las reivindicaciones.
.- Participación en las reivindicaciones justas. Es una exigencia
primaria de la justicia, en su dimensión social. No es aceptable el
abandono o el descuido de tal participación, ni siquiera por haber
tomado otros compromisos marginales, eclesiales, etc., con la
consiguiente carencia de tiempo.
Ahora no vamos a dar criterios para distinguir las reivindicaciones
justas. Lo primero que hace falta es participar. El argumento de
que antes es preciso formarse, carece de valor. En este caso, el
mejor medio de formación es la acción. Ciertos cristianos provocan
la sospecha de que sus invocaciones a la formación son excusas
para retrasar indefinidamente la acción. Da pena comparar estos
casos con los de bastantes no creyentes, que, sin tantas reuniones
y catequesis, se han metido y comprometido en el mundo sindical y
laboral con gran solidaridad.
12. El sindicato
La participación continuada en las reivindicaciones laborales
conduce a la afiliación y militancia sindical, que ha de considerarse
como una exigencia básica del compromiso cristiano para todos los
trabajadores. Han de existir razones de peso para que un creyente
convencido no participe activamente en un sindicato impulsor de la
justicia.
Hoy en día los trabajadores se hallan ante el gran reto de buscar
nuevas formas sindicales, que den cabida a los agentes sociales
más bajos, entre los que se cuentan el número creciente de los
carentes de trabajo estable. Porque ocurre que la mayoría de los
sindicatos actuales están al servicio de trabajadores relativamente
bien situados.
Por el lado contrario, es preciso posicionarse contra los nuevos
sindicatos profesionales de trabajadores de lujo, dedicados a
defender intereses de casta o profesión. Llamar compromiso
cristiano a talos actividades sindicales seria una burla.
En conjunto, el trabajo pasa actualmente por una fase de grandes
mutaciones, que afectan al puesto fijo y la permanencia en el
mismo empleo durante muchos años. Esta inestabilidad afecta al
sindicato y, más en general, al compromiso en el trabajo en todos
los aspectos. Se ha de tener esto muy en cuenta, para ser flexibles
en los casos afectados por esos cambios.
13. Las organizaciones sociales
Los grupos de acción social pueden canalizar también el
compromiso de los cristianos. Pero se ha de poner delante de ellos
el compromiso laboral por ser el trabajo un lugar más de base o
más natural para los trabajadores.
Sin embargo, incluso para éstos puede haber circunstancias que
aconsejen el compromiso social y no el sindical, aunque en ningún
caso deben descuidarse los tres puntos básicos del compromiso
laboral, que acabamos de indicar.
Sin ánimo de ser exhaustivos, citamos, dentro del campo de las
organizaciones sociales, las actividades siguientes: la marginación;
el movimiento ciudadano; la sanidad; la enseñanza; los
movimientos culturales; los movimientos ecologista, pacifista y
feminista, que tienen fuerte arraigo internacional; los grupos de
apoyo y ayuda al Tercer Mundo.
Es necesario que estos movimientos sociales no se reduzcan a la
dimensión asistencial, sino que adquieran alcance estructural. Para
ello hace falta analizar las causas de los males y dirigir el
compromiso hacia ellas, aunque sea también inevitable la atención
a las necesidades inmediatas más urgentes.
15. Los partidos políticos
PARTIDOS/POLITICA POLITICA/PARTIDOS: El campo especifico de
la actividad política es la organización de la sociedad. Por eso, lo
que se juega en la política es el poder del estado y su
configuración.
En consecuencia, la acción política abarca todos los campos de la
vida social.
a) Recelos. Los partidos políticos son objeto de múltiples recelos
por parte de los ciudadanos en general, y también de los
ciudadanos cristianos.
Citemos, entre las principales causas de recelo, la falta de ética
personal de ciertos políticos; la incompetencia de otros; las malas
estructuras sociales sostenidas por intereses personales o
grupales.
A tales causas, que provienen de fallos de los políticos, se han de
añadir otras, que tienen su origen en la mentalidad de los
recelosos, como son: una visión ingenua y espiritualista de los
pobres y de la justicia; el rumor de que la política no resuelve
ningún problema; la acusación de conservadurismo lanzada por
algunos cristianos radicalizados contra los políticos y las
instituciones, etc.
b) Superar los recelos. Un cristiano debe superar esos y otros
recelos hacia la política y los partidos, con un argumento sencillo y
sólido, cual es el siguiente: todas las soluciones están
dependiendo, en último término, de la política y de los partidos
políticos.
La asistencia, la caridad y la promoción pueden resolver
importantes problemas, pero en un espacio limitado. Para extender
los bienes sociales a la mayoría, hace falta establecer estructuras
más racionales y justas. Ahora bien: esta tarea o la hace la política
y los partidos o no la hace nadie.
Incluso los compromisos laborales, sindicales y sociales quedan
supeditados al poder político y a las estructuras que éste genera.
Ante este argumento, los recelos contra la política debieran caerse
y desaparecer. ¿Que hay poca ética entre los políticos? No
conviene generalizar. También hay poca ética en otras actividades
y no tenemos más remedio que entrar en ellas. No nos ha enviado
Jesús a reductos incontaminados, sino al corazón del mundo.
Como corderos entre lobos, (Mt 10, 16), con la confianza puesta en
Dios (Mt 10, 19-20). ¿No será que preferimos estar amparados en
refugios comunitarios y eclesiásticos, o en pequeñas islas en las
que podemos ser dueños y señores?
c) Enorme potencial. El hecho es que el enorme potencial de
generosidad de los cristianos inclinados a los pobres, no se
materializa en un número suficiente de creyentes comprometidos
en los partidos políticos, sobre todo en comparación con otros
compromisos sociales.
Es preciso vencer los recelos y acudir animosamente al campo
político, para ser fermento allá donde más se juega la suerte de las
mayorías humanas.
d) Criterios. Tanto al dar nuestro voto, como al elegir el partido
político, debemos tomar en consideración los cuatro criterios
siguientes:
- Grado de democracia política que propugna cada partido.
- Grado de democracia económica.
- Grado de ayuda y apoyo a los grupos más bajos, a los pobres.
- Atención y apoyo a las minorías étnicas y nacionales.
15. Unificar el compromiso social
Estas explicaciones pueden dar la impresión de que se piden
muchas actividades. No será así, si se sabe unificarlas, a partir de
las zonas naturales o de base, como se procede en esta
exposición.
En concreto, el compromiso político puede y debe unificarse con
cualquiera de las zonas anteriores. Pues tal compromiso no
consiste en trabajar en el aparato del partido, como a veces se
piensa, sino fuera del mismo. El trabajo interno en el aparato del
partido adquiere ordinariamente tal complejidad, que queda
reservado cada vez más a los técnicos y burócratas. Los militantes
políticos actúan, desde el partido, en los lugares naturales de cada
uno, como el trabajo, el barrio, la educación de los hijos, los
problemas urbanísticos y municipales, la sanidad, etc.
Por eso es posible y necesario unificar el compromiso social, no
sólo para poder realizarlo bien, sino también para evitar choques y
tensiones con otros compromisos no menos importantes como la
familia, los estudios. etc.
16. Personas cualificadas
Las personas que ocupan puestos de responsabilidad pueden
encontrar graves dificultades para el compromiso socio-político,
porque a veces se arriesgan a la pérdida del trabajo o al
ostracismo.
Lo primero de todo es que tengan una opción neta por Jesucristo, la
justicia y los pobres.
Los efectos de tal opción se empezarán a notar en lo más corriente
de cada día, como es el trato personal y social con sus
subordinados, que será muy distinto del que muchas veces se ve,
sin caer en la blandura a la hora de exigir un buen rendimiento o
de realizar los reajustes necesarios, con el menor coste social
posible.
Además no les será difícil comprometerse de forma indirecta con los
movimientos sociales, por medio de diversos servicios.
También en obras sociales, marginales y asistenciales pueden
hallar una vía aceptable de actuación, sobre todo si les imprimen
resonancia y dimensión estructural, en conexión con las
estrategias socio-políticas.
Cuando hay pasión por la justicia y los pobres, los obstáculos se
vencen. Recordemos también que las dificultades son parte de esa
cruz propia del creyente comprometido, que nos hace
bienaventurados (Mt 5,11).
17. Obras asistenciales
Las obras asistenciales serán siempre necesarias, por mucha
justicia que se alcance en una determinada sociedad. El
compromiso social no exime a ningún cristiano de muchas obras de
caridad enfermos, ancianos, impedidos, deficientes, etc.donde
también nos llama y nos urge el amor de Dios. Incluso en las zonas
desarrolladas hay más pobres y necesitados de lo que pensamos.
Además, ciertas personas, que, por su edad, circunstancias e
historia personal, no puedan comprometerse en el sindicato, los
grupos sociales o la política, pueden entregarse eficazmente a
obras de caridad y actividades asistenciales. Harán una gran labor
y darán un testimonio muy luminoso.
Pero ni ésta ni otras excepciones debieran ser una puerta abierta
para escaparse de los tres puntos básicos del compromiso laboral
y de cualquier otro compromiso posible.
18. Compromiso eclesial
La acción intraeclesial tiene toda la importancia que se deriva de las
enseñanzas y llamadas del Concilio Vaticano II, entre las cuales
cabe destacar la teología del Pueblo de Dios, la corresponsabilidad
y la invitación a la renovación permanente de la Iglesia (LG
9,32,8d).
a) Algunos interrogantes. En los últimos años, la actividad de los
laicos en el interior de la Iglesia ha experimentado un gran
crecimiento cuantitativo, superior al compromiso social. Este hecho,
globalmente positivo, suscita, sin embargo, varios interrogantes.
¿No existe el riesgo de que la Iglesia se pliegue sobre si misma y
disminuya su acción de fermento en el mundo, si la mayoría de los
cristianos cualificados se orientan hacia las actividades
intraeclesiales? ¿En qué grado se dan en tales cristianos los
rasgos de deterioro indicados anteriormente? (Nº. 2).
¿Hasta qué punto provocan esta orientación. más o menos
conscientemente, los mismos agentes eclesiales, por la falta de
brazos? ¿Puede estar también influyendo, en determinadas
personas, el miedo a salir del cobijo eclesial?
b) El principal compromiso eclesial. No debiéramos identificar el
compromiso eclesial con el grado de dedicación a las actividades
intraeclesiales. Los cristianos estamos comprometidos con la
Iglesia, antes que por cualquier actividad, por ser miembros de ella.
El primer y principal compromiso eclesial consiste en ser buen
seguidor de Jesús.
Por eso, también el cristiano comprometido en la vida social y
política desde la fe, construye Iglesia.
c) Iglesia en el mundo. Efectivamente, el compromiso socio-político
de los cristianos movidos por la fe, es una forma relevante de
hacer Iglesia. Por medio de tales cristianos, ella se sumerge en el
mundo como fermento. Gracias a ellos, actúa en un punto clave de
transformación social y de renovación interna: la opción
preferencial por los pobres.
Ahora bien, habría que pedir a tales cristianos dos condiciones. La
primera, que eviten el anonimato de la fe y se declaren cristianos
en sus lugares de compromiso, siguiendo el rotundo mensaje de
Jesús (Mt 10, 32-33). Por supuesto, sin alarde alguno.
La segunda, que eviten igualmente el anonimato eclesial. Por lo
cual, dado que no pueden ni deben llevar actividades eclesiales
por falta de tiempo, han de mantener contactos continuados con la
instancia eclesial más cercana, como puede ser la parroquia.
Sin embargo, este grupo de cristianos, que debiera ser el más
numeroso, está lanzándonos también un interrogante serio: ¿Qué
lugar queda para ellos en unas instancias eclesiales en las que
hay más actividades que grupos de vida cristiana? ¿Hay
esperanzas de que el grueso de ellos, pasada la juventud,
mantengan activa la vivencia cristiana con tan pocas ayudas?
d) La acción intraeclesial. Ya hemos dicho que quienes eligen una
actividad eclesial no están más comprometidos con la Iglesia que
quienes van desde su fe al compromiso social. El compromiso
eclesial es como el compromiso cristiano: más profundo y global
que una o varias actividades eclesiales.
Otra observación. La acción eclesial de los laicos no debe quedarse
en simple colaboración con los sacerdotes: se ha de buscar la
corresponsabilidad efectiva. Ahora bien, esto requiere, además del
cambio de ciertos hábitos y estructuras, una elevación sustancial
de la formación teológica de los laicos.
La actividad eclesial ha de tener además incidencia real en la
transformación estructural de la Iglesia. Puntos importantes de
renovación son, entre otros, los siguientes: la puesta en práctica
de la opción preferencial por los pobres, de forma asistencial y
estructural; la creación de pequeñas comunidades de vida
cristiana; la promoción y dignidad del laico en la Iglesia,
especialmente de la mujer, como cristiano adulto y no menor de
edad; la corresponsabilidad práctica de todos los cristianos; la
unión del compromiso socio-político con la experiencia de
oración...
Digamos, finalmente, que los agentes eclesiales necesitan
contactos frecuentes con movimientos sociales, sindicales y
políticos no sólo con personas pobres para impulsar
adecuadamente la totalidad de la misión de la Iglesia.
E. CONCLUSIÓN
19. Cristianos comprometidos en el mundo actual
Estamos entrando en una época nueva, marcada por la electrónica
y los ordenadores. El futuro se nos presenta más incierto que hace
unos años, sobre todo en lo referente al puesto de trabajo. Se
trata de un proceso que no ha hecho más que empezar y que irá
en aumento en los años venideros, por encima de la buena
voluntad de unos y otros. Pero se puede prever desde ahora la
división de la sociedad en dos grupos de ciudadanos: la minoría de
los trabajadores fijos y la gran masa de parados y eventuales. El
peso social lo llevarán los primeros, pues los segundos, por tener
que ser malamente asistidos por el estado, serán ciudadanos de
segundo orden. Uno de los objetivos principales del cambio social
en Occidente o de lo que solía llamarse izquierda debiera
centrarse en evitar esa división, por medio de la disminución
general de las horas de trabajo. Pero ni el poder económico, ni la
derecha político-social ni los trabajadores reaccionarios vendidos
al dinero, aceptarán esta solución. Con lo cual, el panorama
previsible, de no producirse un cambio de rumbo, es realmente
desolador.
Mientras esto ocurre en los países de las áreas del desarrollo, la
situación del Tercer Mundo se agrava de día en día, desde el
hambre mortal de Etiopía hasta la impagable deuda exterior de
otros países arruinados. Hoy en día, con los datos que poseemos,
estamos en condiciones de poder afirmar que el subdesarrollo y el
hambre del Tercer Mundo es consecuencia de la explotación que
ha sufrido y sufre por parte de los países del Primer y Segundo
Mundo, sin negar que en muchos casos haya que sumar a esta
causa principal la mala administración y hasta la corrupción de los
mismos países pobres.
Ante esta dura realidad, es fácil refugiarse en el desaliento y la
inhibición. Y no es extraño que renazca un individualismo
exacerbado, que se limita a la solución de los problemas
personales con desentendimiento de los ajenos.
Un cristiano no puede ceder a estas ni a otras tentaciones
semejantes. Armado de la fe, vitalizado por la oración cálida, con la
mirada puesta en Jesús y los pobres, el cristiano actual debe
mantener y acrecentar la esperanza y el deseo del Reino de Dios;
esperanza y deseo que se traduzcan en entrega, compromiso y
acción valiente. En el momento presente, el evangelio sigue siendo
necesario, imprescindible, no sólo por la fe, sino también por la
justicia. No deja de ser llamativo que actualmente los agnósticos se
estén apuntando al conservadurismo y la inhibición, mientras el
ejército de los comprometidos se nutre cada vez más de personas
creyentes.
Si los jóvenes permiten que se les de un consejo, recalcaríamos, en
orden a una vida comprometida, los cuatro puntos siguientes:
experiencia profunda de oración; buena preparación profesional,
pues los cambios sociales no se realizan con voluntarismos;
pertenencia a una pequeña comunidad, dentro de la Iglesia Local y
de la Iglesia Universal; actividad, militancia, social y política.
A los que quieran llegar más lejos, se les recomiendan vivamente
unos años de voluntariado en el Tercer Mundo, en el de allá y en
el de acá, que también lo hay. O quizás, incluso, ¿por qué no?, el
abandono de todo y la entrega total, para producir el mayor fruto,
como el grano de trigo que muere en el surco.
También hoy, en tiempos difíciles, resuenan con ímpetu, quizás más
que nunca, aquellas impresionantes palabras de Jesús, que deben
movernos eficazmente al compromiso total con el Reino de Dios: La
mies es mucha, pero los obreros, pocos. Rogad al dueño que
mande obreros a su mies. (Mt 9,38)
GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN
G U Í A N.° 1
A. Grupo pequeño
Comentar de forma personal el Nº. 4 de la catequesis. O sea:
¿Con quién estoy yo comprometido?
¿Quién es el que se compromete: una parte de mi o todo mi yo?
¿A qué me he comprometido?
B. Oración comunitaria
Con /Mt/07/21-27.
Breve explicación del pasaje
* Colocación. Interesa observar la colocación de este pasaje. El
evangelio de San Mateo agrupa en grandes secciones los dichos y
hechos de Jesús. La primera de ellas está formada por los
capítulos 5-6-7, que recopilan muchas de las enseñanzas
evangélicas. Reciben el nombre de «sermón de la montaña» y
proclaman la autoridad espiritual de Jesús, superior a la de Moisés.
Pues bien, estos siete versículos son precisamente los últimos de
esta sección, por lo cual pueden considerarse como conclusión y
síntesis de la misma. En consecuencia tienen especial
importancia.
* Crítica. Este breve pasaje contiene una critica directa de cuatro
puntos muy contrarios al evangelio.
Crítica del verbalismo religioso: personas que siempre tienen el
nombre de Dios en la boca y que luego no realizan su voluntad.
Está en el versículo 21. Subrayar: No basta decirme: Señor,
Señor.
Critica de la oración y el culto sin obras. Está contenida en el
mismo versículo. Interesa subrayar las palabras «poner por obra».
El versículo 26 hace la misma crítica cuando alude a los que
escuchan con gusto la palabra de Jesús, pero luego no la ponen
por obra. No bastan los actos de culto, ni la emoción que se siente
en las «bellas» celebraciones y en la oración. Es preciso poner por
obra la voluntad de Dios.
Crítica de los carismáticos y espirituales que carecen de obras.
Está en los versículos 22-23, en la referencia a los profetas,
exorcistas y milagreros. En la Iglesia primitiva, había bastantes
personas de éstas. Un poco más arriba, en el versículo 15, este
mismo evangelio llama la atención sobre los falsos profetas. Ahora
nos da la clave para distinguir a los carismáticos y líderes
auténticos de los que no lo son. Y es si ponen por obra o no la
voluntad de Dios. El versículo 23 es muy duro. Califica de malos
practicáis la maldad a esos carismáticos y espirituales, y los
condena con las expresiones «Lejos de mí» y «no os conozco».
Subrayar: en tu nombre (tres veces, v. 22) y desde «nunca» hasta
«maldad» (23).
Crítica de, los que se limitan a escuchar la Palabra de Dios. Es
parecida a las anteriores. Aparece sobre todo en la parábola de la
casa, que explicaremos a continuación (24-27).
* Poner por obra. Esta es la expresión dominante de todo el pasaje.
Las críticas anteriores tienen este común denominador: oración,
culto, espiritualidad, carismas, escucha de la Palabra de Dios (PD)
o conversaciones espirituales, que luego no se ponen por obra en
la vida. Ahora, como conclusión de las enseñanzas de Jesús, se
nos lanza una invitación enérgica a poner por obra todo lo que
oímos, aprendemos y oramos. Esto es lo que nos dice la sencilla,
pero expresiva parábola de la casa construida sobre roca. Toda la
enseñanza queda condensada en esta contraposición: los que sólo
escuchan la PD y los que la escuchan y ponen por obra. Estos son
los que construyen sobre roca. Sólo ellos resistirán las dificultades
de la vida de fe, las tentaciones y oposiciones. Sólo ellos
merecerán el juicio favorable de Jesús. Subrayar desde «Todo
aquel» hasta «sobre roca» (24) y desde «Y todo aquel» hasta
«sobre arena» (26).
La oración puede consistir en una revisión de mi vida, hecha
delante de Jesús. ¿Soy coherente entre mi oración, celebraciones,
reuniones cristianas y mi vida? ¿Cuáles de los vicios que critica
este pasaje tengo yo? ¿Qué me dice Jesús? ¿Qué debo hacer?
G U Í A N.° 2
A. Repaso de la catequesis
Leer, en plan de lectura espiritual, los números 3-8 de la
catequesis. Lectura lenta, con reflexión, subrayados,
invocaciones.
Para comprobar si has asimilado esos números, te ponemos el
siguiente cuestionario.
1. Cuando decimos que el cristiano se compromete con alguien
individual y colectivo, ¿a qué se refieren las palabras individual y
colectivo?
2. Para captar el contenido íntegro de la palabra compromiso,
hemos de hacernos tres preguntas. ¿Cuáles son?
3. ¿A qué se compromete el cristiano con Jesús? ¿Cuál es la
palabra clave y qué significa?
4. Cuando preguntamos quién es el que se compromete, llegamos a
la conclusión de que el cristiano compromete toda su persona.
Explicar este punto.
5. Al comprometerse con Jesús, el cristiano se compromete con la
Iglesia. ¿Por qué y en qué grado?
6. El compromiso del cristiano con Jesús es también compromiso con
el mundo. ¿Por qué? ¿Cuál es el punto principal de ese
compromiso?
B. Aplicación personal
Con el N.° 7 de la catequesis.
Sigo el método de aplicación personal (ORA/REUNIONES, Nº. 11).
Repaso cuáles de esos seis pintos se dan de mí.
C. Oración
Con /Lc/07/18-23.
Breve explicación de este pasaje
¿Qué es el compromiso cristiano? Este breve pasaje nos da
algunas claves para entenderlo. El compromiso cristiano ha de ser
semejante al compromiso de Jesús. que aquí aparece nítidamente.
Vayamos por pasos.
- Primero, la pregunta de Juan Bautista. Refleja las dudas de los
contemporáneos acerca de Jesús. ¿Por qué dudaban? Porque
éste no fue lo que ellos esperaban. Hacía signos interpelantes,
pero no espectaculares, como ellos deseaban. Por lo cual fue muy
discutido, como lo es actualmente. La pregunta de los emisarios de
Juan Bautista es el gran interrogante de todos los tiempos.
Traducida al lenguaje actual, significa: ¿Es éste el hombre clave, el
enviado de Dios? Esta es también la gran interrogación de nuestra
fe. Si creo, debo entregarme a El sin reservas. Subrayar desde
¿«Eres tú» hasta «a otro»? (v. 19).
- La respuesta de Jesús. No es una respuesta demostrativa. Sobre
Dios no hay respuestas matemáticas, y sobre Jesús, tampoco. El
evangelio no da demostraciones, sino signos, que tienen sentido
simbólico: que los ciegos ven; que los cojos andan; que los
muertos viven, y que los pobres reciben la Buena Noticia. Todo lo
cual no se refiere sólo a los ciegos, cojos y muertos físicos, sino
principalmente a los enfermos espirituales. Jesús es para ellos luz,
movimiento, vida y riqueza. Estas son las pruebas de Jesús. Unas
pruebas que exigen que uno mismo haga la experiencia: cuando
me siento curado, vivo y rico en dones interiores, dejarán de
agobiarme hasta las enfermedades físicas y no necesitaré que
nadie me explique más acerca de Jesús, porque diré: Yo mismo lo
he experimentado.
- E! escándalo de Jesús. El final del v. 22 es muy llamativo: Dichoso
el que no se escandalice de mí. ¿A qué viene ahí esa frase? ¿Cuál
es su sentido? El mismo que acabamos de decir. Muchos judíos se
escandalizaban al oir que Jesús podía ser el mesías, porque no
era tal como ellos esperaban. Y preguntan, incrédulos: ¿Cómo
puede ser el enviado de Dios un hombre poco espectacular en sus
acciones, que no ha destruido milagrosamente todo el mal de la
tierra y no ha transformado el mundo entero? Y con ese argumento
dejaban de creer. En el evangelio, cuando se habla de escándalo
a causa de Jesús, se alude a la falta de fe.
- Los pobres. Ocupan un lugar destacado en este pasaje, porque la
referencia a ellos está colocada justamente al final de los signos
que da Jesús, como el principal de todos ellos. Lo cual quiere decir
que el mayor signo mesiánico de Jesús es precisamente el anuncio
del evangelio a los pobres. La mayor prueba de que Jesús era el
Mesías fue su dedicación a los pobres. No es, por cierto, una
prueba científica, pero es muy convincente.
A nosotros nos marca el punto central del seguimiento de Jesús: la
pobreza personal y el compromiso con los pobres, compromiso
asistencial y social.
Subrayar la respuesta de Jesús, desde «Los ciegos ven» hasta «no
se escandalicen de mí».
Para orar, nada mejor que identificarse con los emisarios del
Bautista y contemplar desde ellos a Jesús. Me presento a Él y le
hago la misma pregunta, con grandes ganas de tener luz y fuerza.
Le escucho a Jesús, le pido que me muestre sus signos y
credenciales. Le contemplo amorosamente. Deseo ver esos signos
y ser como Jesús. Deseo vivamente seguirle y comprometerme con
El.
D. Otra oración
Con el N.° 19 de la catequesis y la plegaria de la página 10.
Ideas importantes del N.° 19.
- Las dos tentaciones actuales: desaliento e inhibición;
individualismo.
- La necesidad del compromiso cristiano en el mundo de hoy.
- Los consejos para los jóvenes.
- El grito de Jesús: La mies es mucha, etc.
G U Í A Nº. 3
A. Repaso de la catequesis
Leer despacio, en clima de oración, los números 11-18 de la
catequesis. Tratar de asimilarlos.
1. La política. Explicar la importancia del compromiso político y las
objeciones de ciertos cristianos para el mismo. ¿Qué respuesta
debe darse a tales objeciones?
2. Cristianismo burgués. ¿Cuáles son sus rasgos principales? ¿Es
reciente o antiguo en la Iglesia? En ese cristianismo, ¿a qué
quedan reducidos los pobres?
3. Señalar algunos grupos de acción social donde podemos
comprometernos.
4. ¿Cuáles son las dos zonas prioritarias de compromiso de un
cristiano y qué contenido tiene cada una de ellas?
5. Compromiso eclesial. Explicar por qué tiene importancia ese
compromiso y en qué consiste. Señalar la diferencia entre
compromiso eclesial y colaboración eclesial.
6. Participación en las reivindicaciones justas del lugar de trabajo.
¿Cuál es el contenido de esta exigencia? ¿Se ha de esperar a
tener formación?
B. Aplicación personal
Con el N., 10 de la catequesis.
¿Qué rasgos de cristianismo burgués hay en mi vida?
C. Oración
Con /Lc/06/20-26.
Breve explicación del pasaje
BITS/MENSAJE: Consta de dos partes: Bienaventuranzas e
imprecaciones. La palabra dichoso significa dichoso de parte de
Dios. Las palabras ay y maldito significan maldito de parte de
Dios.
En el pasaje anterior vemos que Jesús, tras la misión de Galilea, ha
elegido a doce de sus seguidores para que sean las columnas de
su obra; y baja del monte, con esos doce a la cabeza, seguido de
todos sus discípulos que forman el nuevo pueblo de Dios. Pues
bien, los pasajes siguientes, hasta el cap. 7, son enseñanzas
internas dadas a los miembros de ese nuevo pueblo de Dios. Por
eso habla en segunda persona: Dichosos vosotros (v. 20); a
vosotros que me escucháis (v. 27), etc. Estamos, pues, ante el
programa que presenta Jesús a los que deciden ser discípulos
suyos.
Este programa comienza con las bienaventuranzas. ¿Cuál es su
mensaje? Fundamentalmente es la inversión de los valores. Jesús
nos invita a conseguir los valores humanos, la dicha, la
autorrealización, el triunfo; pero nos dice que el camino para
conseguirlos es el inverso, el opuesto al que nos enseña el mundo.
Ese camino es el de la pobreza. Lo deja claro desde la primera
bienaventuranza y la primera imprecación: Dichosos vosotros, los
pobres (v. 20), ¡ay de vosotros, los ricos! (v. 24). Es lo más
importante del pasaje. Interesa también la razón por la que son
dichosos: «porque el Reino de Dios es vuestro». Subrayar estas
frases. Las dos siguientes bienaventuranzas e imprecaciones
remachan la primera. Subrayar de ellas las palabras y frases que
más le digan a cada uno.
Merece atención la cuarta bienaventuranza: alude a las
persecuciones, los desprecios, las discriminaciones que nos
vengan por ser cristianos y comportarnos como tales. Nosotros
pensamos: ¡Qué terrible cuando ocurre eso! Jesús dice: Dichosos
vosotros, si os toca algo de ello. Otra vez la inversión, en forma
más cruda. ¡Gran bienaventuranza ésta! La de los mártires y la de
todos los que han sufrido por el RD. Subrayar desde «Dichosos
vosotros cuando os odien» hasta «por causa de este Hombre»;
«alegraos», «saltad de gozo».
Las imprecaciones condenan el polo opuesto de las
bienaventuranzas. Malditos los que, siendo discípulos de Jesús,
son ricos, están saciados y se lo pasan bien de espaldas al dolor.
Hay una oposición total entre las riquezas y los valores
evangélicos. Subrayar: ¡Ay si todo el mundo habla bien de
vosotros! (26), falsos profetas (26).
Todo está muy claro. Nosotros quisiéramos un cristianismo cómodo
y lógico. Jesús nos presenta su mensaje pascual y nos invita a la
verdadera felicidad. De esta forma el pasaje nos dice además
quién es Dios y con quiénes está. Las bienaventuranzas nos
hablan de Dios.
Oración. No convertirla en una autocrítica dura e inoperante, que
sólo sirve para justificarse. Al contrario, puedes seguir estos pasos:
primero, contemplar a Jesús, dichoso porque vivió intensamente
todo esto. Imagínatelo a tu modo frente a ti, y contémplalo
largamente. Alaba a Dios por él; dale gracias. Gracias a El
conocemos hoy los auténticos valores y la vida feliz. Segundo
paso, desarrollar deseos de ser como Jesús y pedírselo
intensamente; en esto nos jugamos la verdadera vida. Tercer
paso, ofrecerse para ser como Jesús y construir mucho RD.
D. Otra oración
Con la plegaria Instrumento de tu paz. (Gritos y plegarias, 325).
Conviene dar a esta plegaria una doble dimensión: individual,
estructural.
G U Í A N.° 4
A. Repaso de la catequesis
Leer, en plan de lectura espiritual los números 1, 2, 4, 7, 8, 10, 19
de la catequesis.
Comprueba luego tu grado de asimilación, con el siguiente
cuestionario.
1. El compromiso cristiano no es sólo un deber ético, sino que tiene
carácter bilateral. Explicar esta idea.
2. Señalar algunas características del mundo actual, en el Primer
Mundo y en el Tercero.
3. Señalar los cuatro rasgos principales del compromiso cristiano.
4. La palabra compromiso, cuando queda reducida a una actividad
por importante que sea, contiene tres defectos muy graves.
¿Cuáles son?
5. Bienaventuranzas. Hay dos versiones complementarias: ¿cuáles
son? Indicar los contenidos principales de ambas.
6. La expresión cristiano fervoroso corresponde a una determinada
concepción del cristianismo. ¿Cuál es esa concepción?
7. El compromiso cristiano ha de ser beligerante. ¿Qué quiere decir
esto?
B. Aplicación personal
Con los números 4 y 6 de la catequesis.
Ver si mi compromiso cristiano es bilateral y si mi seguimiento de
Jesús es sincero y esforzado.
C. Oración
Con /Lc/09/57-62.
Breve comentario de este pasaje
Jesús ha decidido irrevocablemente ir a Jerusalén. Lo dice el
evangelio un poco más arriba, en el v. 51, que puedes subrayar
entero. Es la decisión de afrontar totalmente la realidad y
comprometerse al máximo.
Esta misma actitud pide a sus discípulos. Necesita gente que se
entregue del todo. No quiere medias tintas. Para que esto quede
claro, el evangelio coloca a continuación estos tres casos.
- Primero, ambigüedad: querer seguir a Jesús sin sacrificios ni
renuncias. Jesús responde: Este Hombre no tiene donde reclinar
su cabeza.
El Maestro quería dejar sentado que seguirle a El es mucho más
que un vago deseo de ser bueno. Es optar por la pobreza y el
compromiso. No es un camino de rosas, sino de sacrificio, aunque
también de triunfo, el verdadero triunfo, la verdadera alegría. Este
caso representa la ambigüedad: el querer compaginar la fe en
Jesús con una vida de riqueza y comodidad que no corresponde a
la de El. Subrayar: Te seguiré vayas a donde vayas (57) y desde
«Las zorras tienen» hasta «reclinar la cabeza» (58).
- Segundo, indecisión; sí, pero... Jesús responde: Deja que los
muertos entierren a sus muertos.
Enterrar a los padres difuntos era un signo de verdadera piedad
filial y tenía hondo arraigo entre los Judíos. Jesús no va contra ello.
Pero este caso simboliza la indecisión en el seguimiento de Jesús.
Es el si, pero... Jesús se muestra tajante. Hace un juego de
palabras (que los muertos entierren a los muertos), para expresar
la idea siguiente: Deja de una vez lo pasado. Lo pasado está
muerto, porque actualmente ha comenzado el Reino de Dios. Es
preciso entregarse a su causa enteramente y sin demora.
Decídete. No retrases tu decisión.
Subrayar desde «deja que los muertos» hasta «reinado de Dios»
(60). Jesús no quiere el sí, pero... Quiere mi compromiso entero.
- Tercero, jugar a dos cartas, volver la vista atrás. Jesús responde:
Esos tales no valen para ser mis discípulos.
Es un caso parecido al anterior: indecisión, excusas, querer a
medias, querría, etc. Jesús da otra respuesta tajante, y añade un
nuevo matiz: que quien le siga a El, no debe andar mirando atrás,
a lo que dejó, a lo que le cuesta, etc. El que anda así, no vale para
el Reino de Dios; o sea, no es apto para ser discípulo de Jesús.
Subrayar desde «el que echa mano» hasta «Reino de Dios» (62).
Para orar imaginare la escena y entra sucesivamente en la piel de
los tres personajes. Habla con Jesús sobre ellos, y sobre ti mismo,
que estás reflejado en los tres. Le hablas con el corazón, no
cerebralmente; con mucho sentimiento; con grandes deseos de
seguirle y de no ser como esos tres personajes. Hacia el final,
conviene que pongas en acción tu voluntad y hagas un acto firme
de decisión por Jesús. Puedes repetir muchas veces el
ofrecimiento del primer hombre, pero sin su ambigüedad. Te
seguiré vayas adonde vayas. Al acabar no dejes de darle gracias.
D. Otra oración
A ser posible, vuelve a orar con el mismo pasaje. Si prefieres otra
cosa usa el poema Creemos en Cristo resucitado. (Gritos y
plegarias, 345).
En este poema hay tres partes: hasta la mitad, esperanza y
conversión individual; después, esperanza social y compromiso de
cambio estructural; conclusión, compromiso total con Jesús.
Método recomendado: lectura por trozos.
G U Í A N.° 5
A. Balance personal del mes
a) Mi grado de satisfacción en la comunidad. ¿Cómo me encuentro
actualmente? Explicar las causas.
b) La catequesis de este mes ¿la he trabajado bien? ¿Qué me ha
aportado principalmente? (Repasa tus notas).
c) El programa o puntos de insistencia:
En conjunto ¿los estoy realizando?
Repasar especialmente uno, indicado con anterioridad por el
responsable.
d) Otros puntos de revisión, si hay tiempo.
Sentido comunitario: sentimiento grupal, ayuda y exigencia mutua.
Esfuerzo de conversión y compromiso; esfuerzo por realizar bien
las guías, reuniones, asistencia, puntualidad, etc.
B. Balance comunitario
a) En conjunto ¿qué tal marcha la comunidad? ¿Cómo la veo yo?
b) Funcionamiento del equipo de turno durante este mes.
c) Señalar algunos puntos que deben mejorar.
C. Oración
Con /Mt/09/35/10/04
Breve explicación de este pasaje
De 9,35 al final del cap. 10 nos encontramos con otra de las
grandes recopilaciones del evangelio de San Mateo: la de la
misión. Nuestro pasaje es la introducción de ese conjunto.
- Punto central. El significado fundamental está en tres palabras de
10,1: Les dio autoridad. Lo entenderemos fácilmente: la primera
recopilación (cap. 5-7) muestra la autoridad de Jesús para
enseñar; la segunda (cap. 8-9), su autoridad para actuar
(expulsión del demonio y curaciones). Ahora, en esta tercera
vemos que transmite su autoridad a los apóstoles para que
trabajen junto a él. Subrayar desde «les dio autoridad» hasta
«enfermedad» (10,1).
- La pasión misionera de Jesús. Los versículos 9,35-38 nos
describen la misión de Jesús, que era un volcán y tenía auténtica
pasión misionera. En ella vemos estos tres puntos:
La prisa misionera, que aparece sobre todo en la frase: recorría
Jesús todos los pueblos y aldeas (9,35; subrayarla).
La compasión activa o amor en acción, que es el motor misionero
de Jesús. Aparece en las palabras: le dio lástima de ellos porque
andaban... como ovejas sin pastor (36; subrayarlas).
La oración, que sale en el v. 38: La mies es abundante, etc.
Subrayarla entera. Jesús es consciente de que la misión es obra
de Dios, que es quien suscita braceros.
- El contenido de la misión de Jesús. Cuando olmos las palabras
misión y misionero, pensamos rápidamente en la acción
evangelizadora. Este pasaje nos da una visión mucho más amplia,
al afirmar que Jesús actuaba enseñando, proclamando, curando
(35; subrayar esas tres palabras). Más adelante (10,1), al referirse
a la autoridad que da Jesús a los apóstoles, añade la expulsión de
los demonios, o sea la lucha contra el mal.
En consecuencia, la misión de Jesús y por lo tanto la nuestra
abarca la persona entera, lo espiritual y lo material, la construcción
del bien y la lucha contra el mal; el evangelio y la justicia; todo lo
cual queda comprendido en la locución Reino de Dios.
- Las listas de los apóstoles aparecen en distinto orden en cada uno
de los evangelios sinópticos; pero siempre el primero es Pedro, y el
último Judas Iscariote. El número doce quiere expresar inicialmente
que colaboran con Jesús en todo Israel, en las doce tribus; y más
tarde que son las cabezas del nuevo Israel, la Iglesia. A través de
ellos recibe la misión toda la Iglesia, y dentro de ella cada uno de
nosotros.
En conclusión: el compromiso cristiano es compromiso personal y
misionero. Como compromiso personal exige la conversión
creciente. Como compromiso misionero, la entrega a la
construcción del Reino de Dios.
La oración puedo distribuirla en dos partes (o mejor hacer dos
ratos). Primero, contemplación de la pasión misionera de Jesús: su
prisa, su compasión activa, su oración, su dedicación a la persona
entera. Esa contemplación amorosa me contagiará, y sentiré
deseos y fuerzas de ser como El. Segundo, Jesús me transmite su
autoridad y en seguida me envía al mundo para luchar contra el
mal, levantar el bien y comunicar el evangelio; o sea, para construir
el RD. Este envío ha ocurrido ya en el Sacramento de la
confirmación, que he recibido por el ministerio de la Iglesia. Lo
avivo, me lleno de la conciencia de enviado, me comprometo, y me
dispongo para la acción en unión con Jesús.
D. Otra oración
Con la Oración de enviado. (Gritos y plegarias, 391).
PATXI-LOIDI
CRISTIANO COMPROMETIDO
Cuadernos FE Y JUSTICIA 5
Ediciones EGA. Bilbao-1987