CONOCER A JESUCRISTO


A. PRIMERA PARTE: 
FE EN JESUCRISTO

1. El centro del cristianismo 
Si queremos reducir al mínimo la definición de «cristiano» y de 
«cristianismo», nos quedamos con estas tres palabras: CREER EN 
JESUCRISTO. En ellas está contenido el cristianismo entero. Todo 
lo demás es derivación de ese centro.
Por consiguiente, lo central no es ser bueno, entrar en una 
comunidad, etc., sino la fe en Jesucristo; ni siquiera está el centro 
en el amor y la justicia, sino en el amor y justicia que se derivan de 
esa fe.
En una comunidad, lo más importante de todo es la fe en 
Jesucristo. Los programas tienen por objeto lograr la fe en 
Jesucristo, lo mismo que las reuniones, las gulas y los balances. El 
cambio de actitud y escala de valores no es el cambio a secas, 
sino un cambio en la linea de Jesús; o sea, dejar la vieja actitud, y 
tomar la actitud y valores de Jesús. El objetivo de la vida cristiana 
es la conversión y el compromiso. Pero la conversión consiste en 
creerle a Jesús y seguirle, y el compromiso, también. Jesús es lo 
más importante. el centro.

2. Lo más importante de la vida 
TEREC: Todo el mundo ha oído hablar de la Madre Teresa de 
Calcula. Pocas personas han recibido tantos premios 
internacionales como esta monja, menuda y flaca. Sus iniciativas 
han tenido éxito mundial. En una de las recepciones en que le 
entregaban uno de esos premios, un periodista le preguntó en 
medio de un racimo de micrófonos: ¿Cuál es la obra más 
importante de su vida? La Madre Teresa contestó sin vacilar: lo 
más importante de mi vida es haber conocido a Jesús.
¡Impresionante contestación en una persona que ha tenido 
tantos éxitos! Para ella, todo lo demás es secundario al lado de 
esto. También para ti, lo más importante será haber conocido a 
Jesús. ¿Lo es hoy en día? Ahora mismo, lo más importante de tu 
vida ¿es haber conocido a Jesús? En el mismo catecumenado 
¿qué es lo más importante para ti: los compañeros, la comunidad, 
las reuniones, o bien el haberte encontrado con Jesús y haberle 
conocido? Desde hoy, sea nuestra consigna, conocer a Jesús y 
creer en él; nuestro mayor empeño, conocer a Jesús y creer en él; 
nuestra realización y alegría, conocer a Jesús creer en él.

Te necesito a Ti, sólo a Ti.
Los demás deseos que día y noche me embargan 
son falsos y vanos hasta sus entrañas.
Te necesito a Ti, Jesús, sólo a Ti.


3. Dos formas de conocer a Jesús 
Hay dos formas de conocer a Jesús. La primera es el 
conocimiento intelectual: estudio de los evangelios, la historia, la 
teología. La segunda es la fe vivida.
Nosotros creemos que el verdadero conocimiento de Jesús es 
el segundo.
El primero sin el segundo, además de ser puramente intelectual, 
no nos introduce en el alma de Jesús. Por eso un creyente de 
poca cultura puede conocer mejor a Jesús que un gran teólogo de 
escasa o nula fe. Pero es conveniente unir al conocimiento de fe el 
conocimiento intelectual. Un catecumenado debe combinar ambos 
tipos de conocimiento.

4. Objetivo de esta catequesis 
Esta catequesis quiere dar una información seria sobre la 
persona de Jesús; queremos mostrar quién es; cómo vivió; cuál es 
su misterio profundo.
Queremos desarrollar al mismo tiempo admiración, cordialidad, 
amistad con Jesús.
Y queremos provocar además el deseo de ser como Jesús y 
actuar como él.
Dicho en tres palabras: conocerle, quererle, seguirle.
Dicho en una sola palabra que lo abarca todo: fe.
El objetivo de esta catequesis es la fe.
Esta catequesis quiere provocar fe, y fe caliente.

5. Actitudes para trabajar sobre esta catequesis 
Señalamos tres principales.

a) Afición o ganas. Hace falta tener afición a Jesús, mucha 
afición. Hacen falta muchas ganas de conocerle, quererle, 
seguirle. Hemos de trabajar sobre esta catequesis, desde ahora 
mismo, con afición y ganas.

b) Asombro y admiración. Jesús fue y es un hombre cargado de 
profundidad y significado. Los que andaban con El estaban 
asombrados y se preguntaban: Pero ¿quién es este hombre? No 
acertaban a meterle en ningún encasillado ni en ningún marco.
Después de Pascua, cuando llegaron a tener verdadera fe, 
empezaron a comprenderle algo más; y entonces le aplicaron 
innumerables títulos, más de cien, para intentar definirlo. De ellos 
hicieron fortuna unos pocos. como: profeta, mesías, señor, 
enviado, Hijo de Dios... Pero esos títulos tampoco nos aclaran todo 
el misterio de Jesús. Por eso, el asombro y la admiración es una 
actitud permanente, también para nosotros.

c) La búsqueda. La afición y el asombro nos incitan a la 
búsqueda de Jesús.
Caminos para buscarle y encontrarle son la comunidad eclesial, 
los evangelios, los sacramentos, la oración, el compromiso con los 
pobres, etc.
En conclusión, para sacar todo el provecho de esta catequesis, 
hemos de combinar el deseo de Jesús, con la admiración y la 
búsqueda, como aparece en la plegaria del número 12


B. SEGUNDA PARTE: 
RASGOS VERDADEROS Y FALSOS 

6. Rasgos falsos y verdaderos de Jesús 
J/IDEAS-VERAS-FALSAS: Es muy difícil tener una imagen 
exacta y completa de Jesús, porque es un pozo sin fondo, un 
misterio. Pero hemos de intentar corregir las inexactitudes y 
falsedades, acercarnos a la verdad. Es cierto que se han 
extendido varias ideas inexactas de Jesús, a veces más que 
inexactas, falsas. En los números siguientes observaremos seis 
campos importantes de la persona y vida de Jesús, con objeto de 
corregir las inexactitudes y conseguir un retrato más cercano a la 
realidad.

7. Sobre el amor universal de Jesús 
El amor universal de Jesús es un hecho real. Amó a todos, 
pobres y ricos; fariseos, saduceos y pueblo, amigos y enemigos. 
Pero este dato necesita algunas matizaciones, porque, si nos 
quedamos en esa afirmación general, resulta falso.
Explicación falsa. Amó a todos por igual y de la misma manera, 
por lo cual no hizo distinciones y se mantuvo neutral ante los 
problemas de su tiempo.
Explicación verdadera. Amó a todos, pero no de la misma 
manera, por lo cual hizo distinciones, y no fue neutral ante las 
diferencias entre ricos y pobres, y otros problemas.
Por lo tanto: amor universal, sí; amor a todos, sí. Pero un mismo 
amor se concretaba en exigencias distintas para cada persona o 
grupo social, según sus necesidades. En concreto: a los ricos les 
criticaba con dureza su situación de desigualdad e injusticia; y les 
exigía un cambio personal y social. Es decir, les dirigía críticas y 
exigencias, precisamente porque los amaba, como único medio de 
lograr su cambio, su conversión, su realización personal. Y a los 
pobres no les predicaba la resignación ni el perdón inocente, sino 
la lucha por conquistar la justicia, la solidaridad, la paz, con amor y 
por amor.
En conclusión: amor universal, sí; neutral, no.

8. Sobre la dulzura y la misericordia de Jesús 
Está fuera de duda la bondad, la misericordia, la cercanía y la 
dulzura de Jesús. Es un dato atestiguado a todo lo largo de los 
evangelios. Pero también este dato necesita matizaciones, para no 
incurrir en una falsa imagen de Jesús.
Explicación falsa. Jesús fue bondadoso, misericordioso y dulce, 
por lo cual evitó los enfrentamientos y los conflictos.
Explicación verdadera. Realmente, Jesús fue bondadoso y 
misericordioso, cercano y afectuoso. Pero eso no le impidió 
enfrentarse con las situaciones difíciles, precisamente por amor. 
Su amor era tan grande, tan encendido, que no le permitía tapar 
los males con capas de falsa dulzura, sino todo lo contrario. Le 
llevaba a enfrentarse con los problemas y con las personas 
injustas; por lo cual, llevó una vida de altísima conflictividad, que le 
condujo en poco tiempo a la muerte en cruz, entre la gente 
indeseable y baja, por obra del poder civil y religioso.
En conclusión: amabilidad, sí; dulzura, sí; pero sobre todo, 
amor. Y un amor sincero, verdadero, que le hizo altamente 
conflictivo. El dulce Jesús fue muy conflictivo.

9. Sobre la sabiduría y el poder de Jesús 
Los evangelios aluden con frecuencia a la sabiduría y el poder 
de Jesús. Nos hablan de la admiración de la gente, que le oye 
hablar con autoridad y le ve realizar acciones extraordinarias. ¿En 
qué consiste esa sabiduría y autoridad? 

Explicaciones falsas 

a) Jesús lo sabía todo. Conocía a las personas por dentro; leía 
los pensamientos; conocía el futuro al detalle; tenía conocimientos 
científicos y filosóficos totales, de lo presente, de lo pasado y de lo 
futuro.
b) Jesús lo podía todo. Podía curar enfermedades, transformar 
la tierra, mover los hilos de la historia, cambiar la marcha del 
universo.
c) En consecuencia, no necesitaba pensar, buscar, esforzarse, 
luchar. Si lo hacía, era solamente por darnos ejemplo. Fue a la 
muerte porque El quiso.

Explicaciones verdaderas 

a) Tengamos en cuenta que la sabiduría es distinta del saber y 
de la ciencia. Jesús tuvo sabiduría moral y espiritual sobre el valor 
del ser humano, el sentido de la vida y de la sociedad, el mundo y 
Dios. Pero no tuvo saber y ciencia sobre el universo, la técnica, la 
medicina, la filosofía, la física, la matemática y la historia. No 
conocía el futuro ni leía los pensamientos, lo que no significa que 
no tuviera perspicacia para conocer a las personas. Fue tributario 
de las ideas de su época como otras personas de entonces, y se 
equivoco como ellas.
b) Jesús tenía también un gran poder espiritual, para convencer 
por dentro a las personas, respetando su libertad, y moverlas a 
conversión. Los creyentes creemos además que ese poder 
procedía de la autoridad recibida de Dios para orientar a los seres 
humanos por el camino de la verdad. Pero no tenía poderes 
mágicos sobre las enfermedades, las riquezas de la tierra y la 
historia humana.
c) En consecuencia, Jesús tuvo que pensar, buscar, esforzarse 
y luchar, como todos los seres humanos. No tuvo ventajas sobre 
los demás hombres y mujeres a la hora de actuar. El esfuerzo y 
sacrificio que hacía, no era por darnos ejemplo, sino por 
necesidad. Y de esta forma nos dio el único ejemplo verdadero 
que es posible.
Tampoco fue a la muerte porque quiso sin más ir, sino porque 
lo llevaron a la fuerza. Aunque la aceptó plenamente, cuando vio 
que su compromiso con el Reino de Dios le conducía a ella, y que, 
por lo tanto, ésa era la voluntad de Dios.
A algunas personas estas afirmaciones les plantean un 
problema grave, porque les parece que con ellas se niega que 
Jesús fuera Dios. Esta es otra cuestión que trataremos luego. 
Quizás tengan que cambiar su idea de Dios.

10. Sobre los milagros de Jesús 
Los evangelios nos relatan varios prodigios. Hoy se discute 
mucho sobre su realidad histórica y su carácter milagroso. Pero 
mucha gente ha sacado de ahí la idea de que Jesús era una 
especie de mago, al que le salían milagros de las manos, como 
palabras de la boca. ¿Qué hay de ello?

a) Explicación falsa.
La idea de un Jesús milagrero es falsa. Acabamos de afirmar 
que eso de que lo sabia todo y lo podía todo no es cierto. No se 
pasaba el rato realizando hechos portentosos y mágicos. El 
número de milagros que traen los evangelios es relativamente 
pequeño, en comparación con otros libros de aquel tiempo, incluso 
libros de autores serios.

b) Cuatro hechos ciertos 
- Parece ser que Jesús tuvo poderes especiales, cuya 
naturaleza desconocemos. Algunos suponen que pudieran ser 
poderes parapsicológicos, que aún hoy la ciencia no ha 
desvelado. Sobre ello no podemos afirmar nada, porque no lo 
sabemos.
- También es cierto que Jesús fue poco amigo de portentos y 
hechos prodigiosos. Se quejó más de una vez de ciertas personas 
que necesitan milagros para creer, consciente de que la fe no 
viene de los prodigios.
- También es cierto que los hechos extraordinarios de los 
evangelios no se parecen en nada a esos portentos grandiosos 
que dejan a la gente tan asombrada como pasiva, sino que son 
hechos sencillos y dinamizadores, que tienen un sentido salvador y 
liberador, y que provocan en la gente un movimiento de 
conversión y compromiso.
- Finalmente, es cierto que Jesús y su movimiento inicial fueron 
discutidos y hasta negados, entre otras razones, por su poca 
espectacularidad, en contra de las expectativas de la apocalíptica 
judía acerca del mesías. Esta es una de las polémicas 
fundamentales del evangelio de san Mateo.

c) La cuestión de fondo: el concepto bíblico de milagro 
MIGRO/SENSU-BIBLICO: El concepto bíblico de milagro es 
muy diferente del nuestro. En aquel tiempo no llamaban milagro a 
los hechos inexplicables, sino a los hechos salvadores en los que 
veían la intervención de Dios. Este es el factor fundamental de un 
hecho para que la Biblia lo considere milagro: la intervención de 
Dios.
La cuestión de si un hecho supera o no a las fuerzas de la 
naturaleza en el contenido o en los medios, es un problema 
moderno que los hombres y mujeres de aquel tiempo ni siquiera se 
lo planteaban.
Los fariseos de los evangelios no negaban el peso de los 
hechos y dichos de Jesús, porque estaba a la vista de todos. 
Negaban su carácter divino y los atribuían al diablo y a magia (Mt. 
12,24). Lo cual muestra que los prodigios no dan fe, sino que ésta 
precede o acompaña al prodigio o a cualquier otro hecho salvador, 
para ver en él un milagro, es decir una acción de Dios.
Los cristianos seguimos teniendo el mismo concepto de milagro 
que la Biblia, por lo cual lo que está en juego no es el carácter 
inexplicable de aquellos hechos -cosa que nadie se cuestionaba 
entonces­, sino el saber si la autoridad de Jesús procedía de Dios; 
es decir, si en El, en sus hechos y palabras, actuaba Dios.
Esto es cuestión de fe; y la fe es un don de Dios, aunque 
pueden preparar el camino a la misma ciertos datos comprobados, 
como la fuerza interna de los evangelios, las consecuencias del 
movimiento de Jesús, a pesar de la cruz, etc. Para San Pablo, la 
gran prueba de Dios era el hecho y el anuncio de algo tan absurdo 
y escandaloso como es un mesías crucificado; y la fuerza que esto 
tenía en los oyentes, contra todo pronóstico.

11. Sobre el crecimiento de Jesús 
J/CIENCIA: A nadie se le ocurriría poner en duda que Jesús 
creció físicamente. Pero ¿mentalmente? Los que piensan que lo 
sabía todo y que desde niño conocía todas las realidades y 
pensamientos, no pueden aceptar que hubiera un crecimiento 
intelectual y espiritual de Jesús. ¿Qué podemos decir sobre esto? 


a) Explicación falsa. La imagen de un Jesús que prácticamente 
nunca fue niño, que actuaba desde niño como persona mayor, es 
falsa. Que no tuvo que crecer en conocimientos, carácter, 
sensatez, decisión por el Reino de Dios y hasta experiencia 

b) Explicación verdadera. El evangelio afirma que Jesús «iba 
creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los 
hombres» (/Lc/02/52). Jesús fue niño, adolescente, joven y adulto 
como cualquiera de nosotros, con la psicología propia de cada 
edad. El pasaje de su extravío en el templo de Jerusalén cuando 
tenía doce años es un relato predominantemente teológico, que 
pretende mostrar el núcleo de la personalidad de Jesús: su 
dedicación exclusiva a la causa del Reino de Dios.

12. Sobre el carácter y la personalidad de Jesús 
No hay duda de que Jesús se entregó apasionadamente al 
Reino de Dios, porque lo sentía como la tarea de su vida y la 
misión recibida del Padre. Esto da una gran seriedad a su vida. 
Pero ¿era también serio en su forma de ser y tratar a las 
personas? 

a) Explicación falsa. Jesús era serio, lejano y no se reía.

b) Explicación verdadera. El evangelio nos dice que era cercano 
y cariñoso en sumo grado. Era además muy alegre. No era austero 
por principio; la dureza de su vida provenía de su misión, más que 
de su afán de perfeccionismo y austeridad. Le gustaban las 
fiestas, hasta el punto de que los puritanos le acusaban de 
comilón y bebedor (/Lc/07/34).
El contestaba que estaban alegres, porque celebraban la fiesta 
de las bodas de una vida nueva y que él era el novio (Lc 
5,33-39).
* * * 

¡Te busco, Jesús! 
¡Quiero ver tu rostro! 
¡QUIERO VER TU ROSTRO! 

Saliste a mi encuentro 
una mañana de primavera.
Me tomaste de la mano 
y estuvimos un rato juntos.

Te vi un poco, te sentí 
Quiero conocerte más 
y tenerte más cerca.
No me cierres la puerta.
Abre y déjame entrar.
¡Te estoy llamando! 

Ábreme, 
para que te vea 
y esté contigo 
y cambie todo entero, 
mis entrañas y mi corazón, 
mis manos y mi cabeza.


C. TERCERA PARTE: 
EL EJE Y MOTOR DE JESÚS 

13. Eje y motor de la personalidad de Jesús 
J/RD-SU-OBSESION: Todos los seres humanos tenemos un 
punto central, que unifica los demás elementos de la personalidad 
y la pone en movimiento. Es algo así como el eje y motor de la 
persona. El punto central de uno puede ser el arte; el de otro, la 
política; el de otro, la ciencia; otros tienen la filosofía, la economía, 
la acción empresarial, la educación, la música, el sentido ético, la 
familia, la caridad, el mar, el deporte, etc.
¿Cuál fue el centro de la personalidad de Jesús, su eje y 
motor? Hay quien dice que fue la religión. Pero no lo parece, 
puesto que Jesús no fue un hombre especialmente ligado al 
templo o al culto, aunque acudía al templo regularmente y lo 
veneraba, como todo judío piadoso. Otros, que saben distinguir 
entre religión y Dios, dirían que el centro de Jesús era Dios, el 
Padre. Sin duda, éstos aciertan más. Pero, a juzgar por los 
evangelios, el eje y motor de Jesús no era tampoco Dios a secas, 
sino el Reino de Dios, y más en concreto aún, el Reino de Dios en 
este mundo.
Ciertamente, Jesús sentía a Dios tan cercano, que parecía que 
lo veía y lo palpaba directamente, sin mediaciones. Vivía con Dios 
y en Dios, y como expresión de esa cercanía nos ha llegado su 
palabra textual «Abba», palabra infantil del lenguaje arameo, que 
habría que traducir por papá o papaíto.
Para cualquier judío religioso ­que sentía tan profundo respeto 
hacia Dios­ semejante familiaridad con el Ser Supremo y Absoluto 
resultaba incomprensible, de tal forma que quedaron espantados. 
Su asombro subió hasta cien grados, cuando le oyeron decir que 
también ellos podían dirigirse a Dios con idéntica familiaridad. 
Aquello fue la gran revelación de todos los tiempos, que nos ha 
sido dada también a nosotros.
Actualmente estamos tan acostumbrados a llamarle padre a 
Dios, que nos hemos olvidado del salto tremendo que dio Jesús a 
la historia humana y del susto de los apóstoles. Un reflejo de aquel 
impacto ha quedado en la celebración eucarística, cuando, antes 
del padrenuestro, el sacerdote dice: «Fieles a la recomendación 
del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a 
decir: Padre nuestro», etc.
Así, pues, la experiencia de Dios que tenía Jesús era única. 
Pero su preocupación máxima, el eje y motor de su vida, consistía 
en que ese su Dios cercano reinara en el mundo efectivamente, y 
no sólo como una proclamación lanzada en los actos de fe o culto. 
El eje y motor de su personalidad fue el Reinado de Dios.

14. ¿Qué significa, en el lenguaje de Jesús, Reino de 
Dios? 
La locución Reino de Dios viene del Antiguo Testamento y, por 
lo tanto, a él hay que acudir para entender lo que quería decir 
Jesús con ella. Podríamos resumir el contenido de esa fórmula en 
dos puntos: a) Que Dios sea reconocido como único Dios; b) y 
que, en consecuencia, la sociedad (y la vida personal de cada 
uno) se organice conforme a la voluntad de Dios, que radica en la 
libertad, la solidaridad y la justicia, para la plena realización de los 
seres humanos. Brevemente diríamos: Reino de Dios es como 
decir fe y justicia.
Esta síntesis no debe materializarse en la unión y mezcla de la 
sociedad civil y la Iglesia. El Reinado de Dios no consiste en una 
sociedad teocrática. donde los jefes religiosos sean también los 
jefes políticos y viceversa (judaísmo antiguo. islamismo de muchos 
países actuales), sino en una sociedad civil, laica, independiente 
de instancias religiosas, pero organizada conforme a los 
postulados de una sociedad humanista, que para nosotros son los 
del evangelio, a saber: valor absoluto de la persona humana, 
igualdad teórica y práctica de todos los seres humanos, 
solidaridad, justicia, etc.
El evangelio no llega más allá de estos principios, que son 
también metas. Los medios quedan en manos de la sociedad civil 
­de todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes­, y en su 
fijación solidaria o democrática comienzan los primeros pasos de 
esa sociedad que Dios quiere. El evangelio añadirá que, para 
realizar ese tipo de sociedad, hay que colocar en primerísimo 
plano a los pobres, no sólo a los pobres mal llamados 
«evangélicos» (=caridad asistencial), sino a los pobres sociales y 
políticos (=cambio estructural de la sociedad). Decir Reino de Dios 
equivale a colocar en primer plano a los pobres y al cambio 
social.
En resumen, Reino de Dios significa: sociedad justa y extensión 
de la fe a todos los ciudadanos, sin que esto último signifique ni 
mezcla ni confusión de lo político y de lo religioso.

15. Pasión por el Reinado de Dios 
La preocupación por el Reinado efectivo de Dios la vivió Jesús 
tan intensamente, que aquello era una verdadera pasión. Jesús 
fue un apasionado del Reinado de Dios. De tal forma que en su 
vida no hubo sitio material para nada más. Dejó familia, dinero, 
tranquilidad y todo lo demás, por dedicarse exclusivamente al 
Reinado de Dios. La no neutralidad, la toma de partido abierta en 
favor de los pobres, la alta conflictividad de su vida, su muerte en 
cruz entre malhechores, fueron consecuencia de su pasión 
absoluta y única por el Reinado de Dios en el mundo.
Esta pasión volcánica es la que configura toda la personalidad 
de Jesús. Constituye su conciencia personal. La conciencia de 
Jesús es conciencia misionera, conciencia de enviado para el 
Reinado de Dios. Y fue tan coherente con ella, que se entregó a 
esa tarea con toda su alma, con verdadera pasión.
Un hombre apasionado. Un hombre de una pieza. Una vida para 
el Reinado de Dios. Una vida para los pobres, y a través de ellos 
para todos. Un ser amoroso cien por cien. Una persona alegre, 
«porque estamos de bodas». Este fue Jesús. Su eje y motor: el 
Reinado de Dios.

Rebelde, rebelde.
Joven rebelde de Nazaret, 
crece tu gracia, crece tu fe.
Joven obrero de Nazaret, 
crece una estrella en tu taller.

Sentía que en el alma le crecía una estrella, 
para alumbrar al mundo hundida en las tinieblas, 
que un árbol le brotaba, vigilante y alerta, 
que traía a los hombres la primavera.

Jesús seguía en casa cortando la madera, 
arreglando cubos, haciendo las carretas, 
observando a las gentes, sufriendo su miseria, 
el miedo a los pobres, su muerte por doquiera.

Sentía a veces, estaba a la espera, 
de gritar a los hombres que el Reino estaña cerca, 
de salir por el mundo, por ciudades y aldeas, 
y llevar a los pobres la esperanza más buena.
(Víctor M. Arbeloa, con música de Erdozáin) 


D. CUARTA PARTE: 
HIJO DE DIOS 

16. Jesús ¿era Dios? Dos soluciones fáciles, pero 
incorrectas
Llegados a este punto, nos damos cuenta de que Jesús es una 
persona muy profunda, imposible de clasificar. Muchas veces nos 
preguntamos asombrados: Pero ¿quién era aquel hombre? ¿Era 
Dios? El mismo asombro experimentaban los primeros cristianos, y 
ellos también se preguntaban: ¿Quién será éste? (Lc 8,25). Igual 
que nosotros, ellos tenían necesidad de dar respuesta a esa 
decisiva pregunta. Y, conducidos por el Espíritu Santo, evitaron 
dos soluciones que son fáciles, pero incorrectas.

a) Primera solución fácil: decir que Jesús era Dios y que su 
humanidad ­cuerpo, psicología, carácter, etc.­ era solamente 
apariencia. Según esta teoría, Jesús era Dios revestido de carne 
humana. Las falsas explicaciones sobre la sabiduría y el poder de 
Jesús, que anteriormente hemos criticado, pertenecen en más o 
menos grado a esta primera solución.
Es realmente llamativo que la primera herejía o error importante 
acerca de Jesús no consistiera en negar su divinidad, sino en 
negar su humanidad plena. Quizás porque así es más fácil 
evadirse de las exigencias que nos plantea el compromiso de 
Jesús, y refugiarse en una religión espiritualista. Los datos de los 
evangelios, sobre todo la cruz, contradicen completamente estas 
ideas.
La Iglesia condenó esta herejía. Pero muchos cristianos 
mantienen más o menos inconscientemente la imagen de un Jesús 
deshumanizado, en quien lo humano apenas existe o al menos 
queda reducido a un factor de segunda categoría. De esta forma, 
falsean la imagen de Jesús y lo hacen incapaz de servirnos de 
modelo, cosa que logran también ciertos movimientos orientalistas, 
astrales y esotéricos, al transformarlo en un extraterrestre. Pero 
además de esto, le arrebatan a Jesús su función de revelador de 
Dios, puesto que le aplican la idea de Dios que tenían formada de 
antemano.

b) Segunda solución fácil: decir que Jesús era solamente 
hombre, o bien un ser intermedio entre Dios y el hombre. La Iglesia 
condenó también esta segunda solución, porque no explica el 
misterio que vemos en Jesús, sobre todo su estrechísima relación 
con Dios, que es un dato fundamental de los evangelios.

17. La solución difícil 
Los cristianos de los primeros siglos, después de largos 
diálogos y discusiones, no siempre suaves, unieron ambos 
extremos ­verdadero hombre, verdadero Dios­ con la 
denominación de Hijo de Dios. La palabra hijo, lo mismo que 
padre, es analógica o semejante, puesto que no se trata de una 
filiación física, como decían de sus héroes las mitologías paganas. 
Esta denominación triunfó entre otras muchas que se le fueron 
dando a Jesús, porque expresa mejor que ninguna otra el 
significado profundo de su persona. ¿Qué es lo que afirmamos 
con este titulo? 
a) Afirmamos que el hombre Jesús de Nazaret es la imagen 
perfecta de Dios, su enviado definitivo y su palabra.
b) Afirmamos, por lo tanto, que en la persona de Jesús ­no sólo 
en sus palabras, sus hechos y su misión, sino en su persona­ se 
nos ha hecho presente por completo el mismo Dios: su rostro, su 
proyecto sobre el mundo, su voluntad y sus caminos. Para 
expresar esta presencia utilizamos varias palabras significativas, 
como revelación y encarnación.
- Revelación: quien ve a Jesús, ve a Dios.
- Encarnación: en Jesús, la Palabra o Verbo de Dios se ha 
hecho carne.
Estos y otros vocablos encuentran su síntesis más perfecta en 
la denominación de Hijo de Dios, que los abarca a todos.

c) Afirmamos, pues, que hay una vinculación estrecha y única 
entre Dios y Jesús. De forma que, por un lado, no podemos 
conocer a Dios sin Jesús; pero, por otro, desde ese Dios así 
conocido, conocemos también a Jesús de otra manera, no sólo 
como hombre, sino como Hijo de Dios. «Quién es el Hijo lo sabe 
sólo el Padre; quién es el Padre lo sabe sólo el Hijo, y aquél a 
quien el Hijo se lo quiera revelar». (/Lc/10/22). Jesús es el Hijo de 
Dios, que procede del mismo Dios y es igual a El.

18. Un gran misterio salvador 
Sin embargo, no podemos identificar al Hijo de Dios como Dios 
Padre, porque el Nuevo Testamento los distingue, como veíamos 
en la cita anterior. Por eso no llamamos a Jesús Dios, sino Hijo de 
Dios. El Padre no es el Hijo ni el Hijo es el Padre.
Esto nos introduce en un misterio mucho más profundo todavía, 
cual es el de la Trinidad. Dios, siendo uno, es a la vez comunitario. 
Pero no pensemos en la Trinidad como un misterio abstracto, 
alejado de nuestra historia, que sólo sirve como objeto de 
especulación para los teólogos. Pensemos en la Trinidad con 
referencia a nuestra salvación o realización plena. Podemos 
formularlo con la frase siguiente: Dios se nos revela por medio de 
su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Es decir: el Espíritu Santo 
que viene a nuestro interior, nos revela que Jesús es el Hijo de 
Dios, y a través de éste conocemos al Padre.
Este conocimiento no es sólo intelectual, sino que nos hace 
seguidores de Jesús y nos vincula con El como los sarmientos con 
la vid (Jn 15, 1 ). Nos vincula también, por lo tanto, a Dios Padre y 
al Espíritu Santo. Por eso somos hijos de Dios con Jesús. Ahí está 
la raíz del nuevo nacimiento, esa criatura nueva y luminosa, que 
estamos llamados a ser cada uno de nosotros.
En resumen: Hijo de Dios significa: imagen, enviado, palabra de 
Dios; y por lo tanto, revelación y encarnación de Dios; con lo cual 
afirmamos la vinculación estrecha y única entre Dios y Jesús. Esto 
nos adentra en el gran misterio de la Trinidad, que no es un 
misterio teórico, sino salvador, sobre todo desde la cruz.

19. Hijo de Dios crucificado 
Realmente hemos ascendido muy arriba y hemos descendido 
muy abajo, a la altura y al abismo de Dios. La denominación de 
Hijo de Dios nos ha conducido al interior del misterio. Pero 
debemos volver a nuestra tierra, para caer en la cuenta de que 
ese titulo, inmenso y sorprendente para un hombre, se da a un 
crucificado; es decir, a un hombre que fue ajusticiado con la pena 
que se aplicaba solamente a los esclavos y a la gente baja, y que 
murió entre dos malhechores. ¿Cómo se explica esto? ¿Qué nos 
dice la palabra crucificado al lado de la denominación gloriosa de 
Hijo de Dios? 

a) La palabra crucificado, puesta aquí, nos recuerda que la 
filiación divina de Jesús no le saca fuera de la Humanidad; que esa 
filiación no se realiza ni fuera, ni debajo, ni encima de su condición 
de hombre, sino en lo humano mismo.
Un crucificado no es ningún extraterrestre ni superhombre, sino 
un hombre real, que apuró la condición humana hasta la última 
gota. Por lo tanto, no hay oposición entre lo humano y lo divino de 
Jesús. No vale preguntar: ¿Hombre o Dios? La afirmación de la 
humanidad no va en detrimento de la filiación divina, ni viceversa. 
Al contrario: para ser realmente Hijo de Dios, ha de ser realmente 
humano; si disminuimos lo humano de Jesús, disminuimos también 
lo divino.

b) Esa palabra nos recuerda además que la humanidad del Hijo 
de Dios no es una humanidad cualquiera, sino una humanidad 
maltratada, derrotada y difamada. Es la humanidad más pobre que 
podamos imaginar; una humanidad que recoge lo más dolorido, lo 
más despreciado, lo más bajo de lo humano. Con ello penetramos 
­más allá del misterio­ en la ilógica de Dios.

c) El Hijo de Dios crucificado nos revela que Dios no sólo es un 
profundísimo misterio, sino que además es ilógico; es decir, no 
encaja con nuestra lógica. La crucifixión del Hijo de Dios no cabe 
en nuestros esquemas mentales. Entraría en nuestra lógica un Hijo 
de Dios honesto, amoroso, comprometido, sacrificado al máximo, 
dispuesto a todo, pero vencedor ya en esta vida, sin esperar a la 
resurrección. Entraría también en nuestra lógica un Hijo de Dios de 
las mismas características, pero amigo y compañero de gente 
culta, adornado de la consideración social, e influyente. Pero un 
Hijo de Dios crucificado, derrotado y humillado, no cabe en nuestra 
cabeza.
Los discípulos de Jesús tampoco lo entendían, como se ve en 
los anuncios de la pasión, puestos en boca de Jesús a lo largo de 
los evangelios. En uno de ellos, dice el evangelista: «Ellos no 
entendieron nada de aquello: aquel lenguaje seguía siendo un 
enigma para ellos, y no comprendían lo que les quería decir» 
(/Lc/18/34).
Dos pequeños datos nos ayudan a captar la ilógica y la 
vergüenza que podía producir en aquella época la simple idea de 
un líder crucificado.

- Primer dato. Entre los restos arqueológicos del cristianismo 
antiguo, se ha encontrado un dibujo nada artístico, pero muy 
significativo. Podría ser el dibujo de algún escolar. Aparece una 
cruz, y colgado de ella, un burro crucificado o un hombre con 
cabeza de burro. Al pie del dibujo figura esta leyenda: Anaximeno 
adora a su Dios.

- Segundo dato. Casi cien años antes de la muerte de Jesús, el 
gran orador romano Cicerón afirmaba que la cruz ni siquiera debía 
nombrarse entre ciudadanos romanos, por ser la más cruel y la 
más vergonzosa de las penas de muerte. ¿A quién se le podía 
ocurrir la idea de un Hijo de Dios crucificado? ¿Quién podía tener 
la extraña idea de montar una nueva religión sobre esa imagen? 

c) Por lo tanto, el escándalo mayor del cristianismo no está en 
que un tal Jesús de Nazaret sea venerado como Hijo de Dios, sino 
en que el Hijo de Dios sea un crucificado. Los dos datos anteriores 
nos lo muestran. Cualquier hombre moderno experimenta el mismo 
choque, si lo piensa un poco. Un famoso maestro del budismo-zen 
ha dicho: Cada vez que veo la imagen de Cristo crucificado, no 
puedo por menos de pensar en el abismo que media entre el 
cristianismo y el budismo.
CZ/ESCANDALO: La cruz es lo más indigesto, lo más 
escandaloso del cristianismo. Lo mismo que los discípulos y 
primeros cristianos, Pablo experimentó también el escándalo; 
primero el suyo propio, luego el de la gente a la que anunciaba el 
evangelio. Y lo plasmó en sus cartas de mil maneras; por ejemplo 
en estas dos frases impresionantes: «Jesús se hizo por nosotros 
un maldito». (/Ga/03/13); anunciar a un Hijo de Dios crucificado es 
«un escándalo para los judíos, una locura para los paganos» 
(/1Co/01/23). Pero ahí mismo encontraba el mayor motivo de fe, 
porque semejante evangelio no puede ser obra humana y mucho 
menos extenderse tan rápidamente.
De pronto, el titulo de Hijo de Dios se nos ha vuelto tan humano, 
tan cercano, tan poco glorioso, que nos deja totalmente 
desconcertados. ¡Humano hasta lo doloroso, lo humillante y lo 
ilógico! ¡Humano hasta lo incomprensible! En esa cruz han tenido 
cabida todos los dolores y desgracias humanas, todas las luchas y 
todas las esperanzas, desde los esclavos hasta los oprimidos, los 
marginados y los revolucionarios. Quizás sea ésa la razón de su 
fuerza. La ilógica de Dios se revela como más sabia y potente que 
la lógica humana. Nos obligas, Jesús, a cambiar todos nuestros 
esquemas.


E. QUINTA PARTE: 
CUATRO CONCLUSIONES 

20. Los títulos mesiánicos quedan completamente 
transformados 
¿Por qué no entendían los discípulos la idea de un mesías 
crucificado? Porque son dos palabras opuestas para el sentido 
común, que nunca pueden ir juntas. Las juntó Jesús con su vida, y 
eso ha trastocado nuestra lógica religiosa. Todos los títulos de 
Jesús han quedado completamente modificados por la cruz.
- ¿Profeta? Sí, pero un profeta que grita desde la cruz.
- ¿Enviado de Dios? Sí, pero un embajador de Dios que carece 
de ventajas, y no tiene otras credenciales que la de operar como 
cualquier mortal, sin poderes especiales, con sólo la fuerza de su 
amor.
- ¿Mesías? Sí, pero no un guerrero triunfador, sino el mesías 
de los pobres y de la cruz, que triunfa por el amor y el 
compromiso.
- ¿Señor? Si, pero un señor que se pone él mismo el delantal 
para servir, que lava los pies, y se hace el esclavo de todos.
- ¿Hijo de Dios? Sí, pero un Hijo de Dios crucificado, que 
aprendió su oficio subiendo a la cruz y haciendo fraternidad con 
los pequeños, con los inútiles y los indignos, para salvarnos así a 
todos.
De esta forma, lo que eran títulos de nobleza de una sociedad 
conservadora, se convirtieron en títulos provocativos contra los 
poderes y las clases dominantes de todos los tiempos, y en títulos 
evocadores de un Dios distinto y de una sociedad nueva.

21. Dios es distinto de lo que creíamos 
En la cruz han muerto, junto con nuestros esquemas religiosos, 
todos los dioses falsos: los que tenían los paganos y los que 
tenemos los cristianos; los que afirmamos los creyentes y los que 
niegan los ateos. No sólo han quedado muertos los dioses más 
bastos (el dios Dinero, el dios Explotación, el dios Poder, el dios 
Fama, como el dios Prestigio Social, y otros semejantes), sino 
otros dioses más refinados, como el dios Indiferente y Lejano, de 
los filósofos; el dios Lógico, afirmado o negado por la razón; el dios 
de la Ley, que llevó a Jesús a la cruz; el dios Conservador, de los 
grupos dominantes; el dios puramente Religioso y puramente 
Divino, de esos mismos grupos y de todas las gentes interesadas; 
el dios Presentable, de las personas sensatas... En la cruz se han 
roto nuestros esquemas y nuestros dioses.
Y ¿quién ha aparecido? Ha aparecido Aquél que baja a la 
arena del mundo, a sufrir con los que no tienen salida, y a luchar 
con los que buscan una salida para todos. Ha aparecido Aquél a 
quien Jesús llamaba Abba, papá: el Dios cercano; el Dios que sólo 
sabe amar y que ama gratis; el Dios desconcertante, que ama y 
acoge a todos; el Dios escandaloso que, para sacar adelante a 
todos, toma partido, escandalosamente, a favor de los de abajo, 
los pobres, los pecadores y los desgraciados; el Dios que juzga a 
cada uno según su grado de amor; el Dios, en fin, que nos 
muestra que todos somos pecadores, y más que pecadores, 
idólatras, porque adoramos los dioses explotadores del Dinero y el 
Poder, o/y los dioses sensatos de la razón, la lógica, la 
conservación, la sola religión y la sociedad bien establecida.
La cruz nos obliga a matar a todos los dioses, para buscar al 
único Dios que nos saca de la esclavitud y la ceguera de los falsos 
creyentes y de los ateos. Jesús, desde la cruz, es el único que 
puede ponernos en contacto con él. Desde la cruz nos invita a 
entablar con su Padre relaciones de amistad, amistad sin reservas, 
amistad de todos los días y todas las horas, incluso las horas 
negras del pecado. Y más que relaciones de amistad, relaciones 
de hijos adultos, como las de El, que ha subido a la cruz para 
hacernos también a nosotros hijos de Dios. Realmente, Dios es 
distinto de lo que habíamos pensado.

22. El ser humano también es distinto de lo que creíamos 

J/REVELADOR-DEL-H: Nos habíamos propuesto conocer a 
Jesús, pero él nos obsequia con un regalo inesperado: nos revela 
el verdadero rostro de Dios: «Nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y 
aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Pero aún nos hace otro 
gran regalo: nos revela al ser humano; nos muestra el valor de 
cada hombre y de cada mujer.
Sí, la medida y la talla de cada ser humano la da Jesús, y no la 
filosofía, ni la ciencia, ni la psicología de la autorrealización. Si uno 
de nosotros, llamado Jesús de Nazaret, es el Hijo de Dios, todos y 
cada uno de los seres humanos, estamos destinados a llegar a ser 
hijos de Dios, porque hemos recibido la capacidad de «reproducir 
los rasgos de Jesús» y hacernos «sus hermanos» (Rm 8,29). He 
aquí la gran revelación acerca del ser humano.
No somos, pues, ese ser rastrero que aparece muchas veces 
en nosotros; ese amasijo de envidia, soberbia y pasiones 
incontroladas. Somos semilla de hijos de Dios. Y lo somos 
comunitariamente, porque Jesús vino a formar, con todos los seres 
humanos, la comunidad de sus hermanos, la comunidad de los 
hijos de Dios (Jn 11,52). Esta es nuestra medida, personal y 
comunitaria. Por eso cada ser humano ­incluso el más pobre, 
deteriorado o degradado­ es alguien único, insustituible e 
inmanipulable; y tiene todos los derechos del más considerado de 
los humanos. Más aún: en esos seres más pobres, deteriorados y 
degradados se manifiesta de forma especialísima el rostro del Hijo 
de Dios crucificado, y por ellos se medirá nuestra autenticidad 
cristiana, como dice la parábola del juicio de las naciones (Mt 
25,31-46).
A-DEO/A-H: Ahora se aclaran muchas cosas. No hay oposición 
entre lo divino y lo humano. No se abaja a Dios por ensalzar al ser 
humano, sino todo lo contrario. La gloria de Dios está en que el 
ser humano viva, y viva a tope. El culto de Dios consiste en dar 
culto al Hijo de Dios y a todos los hijos de Dios. El servicio a Dios 
se realiza en el servicio a los hijos de Dios. El amor a Dios es falso 
cuando no pasa por el amor a los hijos de Dios. El verdadero 
cristianismo consiste en comprometerse por el Reinado de Dios, 
que es el bien del ser humano. Sí, es verdad: el Hijo de Dios 
crucificado nos revela nuestra medida. El ser humano, todo ser 
humano, es mucho más de lo que creíamos: tiene valor infinito.

23. Para acabar, volvamos al centro 
El eje y el motor de Jesús está en la pasión por el Reinado de 
Dios. Y esto es así porque, al ser el Hijo de Dios, es también el 
mayor de una multitud de hermanos, formada por toda la 
Humanidad. El eje y motor del cristiano debe ser también, en unión 
con Jesús, el Reinado de Dios, por encima de otros aspectos, que 
no deben despreciarse, pero que deben colocarse en su debido 
lugar.
El RD está ligado fundamentalmente a los pobres, marginados, 
descreídos y pecadores, por varias razones: porque así lo vivió 
Jesús; porque en la cruz, Jesús quedó reducido a uno de ellos; 
porque ellos nos muestran los puntos oscuros del RD y sus vías 
de realización. Los pobres no son, pues, un punto más del 
evangelio, sino el punto central, por estar totalmente ligados a 
Jesús. En consecuencia, el eje y motor del cristiano deben ser los 
pobres, junto con el RD y con Jesús.
Jesús aprendió el oficio de Hijo de Dios en el compromiso, en la 
oposición y en la cruz. La cruz nos revela la profundidad de la 
filiación divina de Jesús: Hijo de Dios crucificado. También 
nosotros, que estamos llamados a hacernos hijos de Dios con 
Jesús, aprenderemos y realizaremos la medida de nuestra 
vocación, en el seguimiento de Jesús crucificado y resucitado. 
especialmente a través del compromiso total con el RD.


GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN 

G U Í A N.° 1 

A. Grupo pequeño 
Comentar el N.° 2 de la catequesis.
Hacer un comentario personal.
Para mi ¿qué es lo más importante de la vida? 

B. Oración comunitaria 
Con /Lc/08/22-25.

Breve explicación del pasaje 
J/ADMIRACION: Lo que más nos interesa de este pasaje es la 
pregunta que se hacen los discípulos: ¿Quién será éste? El 
asombro y la admiración fueron constantes entre sus 
acompañantes cercanos y toda la gente que seguía a Jesús. Las 
razones de tal actitud están en su autoridad: autoridad de su 
persona, que está por encima del ambiente, las circunstancias y 
los intereses; autoridad de sus signos, que ponen de manifiesto su 
señorío. Este pasaje, como otros muchos, destaca esa autoridad y 
la consiguiente interrogación, mezcla de admiración y miedo. 
Subrayamos esta pregunta que también nos hacemos nosotros: 
¿Quién será éste? (v. 25). Nos interesa desarrollar 
permanentemente ante Jesús la admiración, el deseo y la 
búsqueda. ¿De dónde nace esa autoridad? 
El relato puede tener su origen en uno de los muchos viajes o 
excursiones de Jesús y los primeros discípulos por el Lago de 
Genesaret, llamado también Mar de Galilea. Era un lago muy 
propenso a fuertes huracanes por las montañas que lo 
flanqueaban al norte, con las consiguientes tormentas aparatosas. 
Cualquiera de las tempestades que soportaron airosamente, con 
palabras de autoridad de Jesús, pudo formar la tradición que dio 
lugar al pasaje actual. Se trata de un relato muy simbólico, puesto 
que, para los israelitas, el mar era el asiento de los espíritus 
malignos. Como decíamos antes, la autoridad de Jesús aparecía, 
no sólo en sus enseñanzas, sino también en sus signos 
mesiánicos, que eran sobre todo signos de poder sobre el mal, 
sea la enfermedad, sean los demonios.
La forma en que el pasaje nos presenta a Jesús, increpando a la 
tempestad, es un modo de resaltar su autoridad: Subrayamos 
también esas palabras: "increpó al viento y al oleaje; se 
apaciguaron y vino la calma» (v. 24). Pero no sólo estas palabras, 
sino todo el pasaje es una proclamación de la autoridad de Jesús, 
proclamada desde la fe pascual.
Por eso mismo es también una invitación a la fe y confianza. Si 
vamos en la barca de Jesús, no podemos hundirnos. De ahí esa 
especie de queja o critica de Jesús, que también podemos 
subrayar: ¿Dónde está vuestra fe? (v. 25). Subrayar dos cosas 
más:

a) La palabra dormido (23), que tiene significado simbólico; a 
menudo Jesús parece que no nos ayuda, que se habrá dormido; 
pero está y está activo.
b) La plegaria de los apóstoles: Maestro, Maestro, que nos 
hundimos (24), una plegaria que debo hacer intensamente en las 
tentaciones.

En resumen: victoria sobre el mal, autoridad de Jesús, asombro, 
interrogación y confianza plena.

Para orar me meto en la escena como un discípulo más, 
contemplo a Jesús y hago un acto de fe en su poder. Ha venido 
para iniciar el RD, por la eliminación del mal y el establecimiento de 
la solidaridad universal. Y lo ha iniciado de hecho con su propio 
compromiso y con su vida. ¿Quién es éste?, me pregunto yo 
también con admiración y ganas. ¿Quién eres tú? Lo contemplo 
largamente asombrado. Le pido que elimine el mal que hay en mi y 
que suscite un ejército numeroso de creyentes, que luche contra el 
mal del mundo. Desarrollo también sentimientos de plena 
confianza en Jesús. Puedo utilizar la canción «Si vienes conmigo» 
(Gritos y plegarias, 147).


G U Í A N.° 2 

A. Repaso de la catequesis 
Leo despacio en clima de oración, los números 1-12 de la 
catequesis. Anoto o subrayo lo principal. Trato de sacarle jugo y 
de asimilarlo.
El cuestionario siguiente tiene como finalidad comprobar si he 
asimilado bien esas páginas. Por lo tanto, no basta contestar 
escolarmente. Lo principal es la lectura jugosa.

1. ¿Qué pruebas tenemos de que Jesús no era serio y seco de 
carácter, sino muy alegre? 
2. ¿Qué es lo más importante de la vida para la madre Teresa 
de Calcula? 
3. Jesús ¿fue neutral? ¿En qué se basan los que tienen esta 
idea? ¿Cuál es, pues, la respuesta correcta? 
4. ¿Cuál es el concepto bíblico de milagro? ¿Qué es lo decisivo 
y lo no decisivo en la actuación de Jesús, tanto en las narraciones 
extraordinarias como en lo demás? 
5. Jesús ¿lo sabia todo y lo podía todo? ¿Actuaba con ventaja 
respecto a nosotros? ¿Qué sabiduría y poder tenía Jesús y cuál 
no tenía? 
6. Hay dos formas de conocer a Jesús ¿Cuál es la más 
importante? ¿Es también la única? 
7. ¿Qué actitudes debemos tener al estudiar esta catequesis? 

B. Aplicación personal 
Con el N.° 16 de la catequesis.
Utilizar el método del mismo nombre. Ver el tema 
ORA/REUNIONES, Nº 11.

C. Oración 
Con /Mt/04/01-11.

Breve explicación del pasaje 
Este pasaje tiene una importancia excepcional. Hay teólogos que 
lo consideran como el más importante de los evangelios. Sin 
embargo ¿no parece una página mítica, que actualmente carece 
de fuerza? Ese es únicamente el ropaje literario. Bajo esas 
escenas tan imaginativas se nos da un resumen de la vida de 
Jesús y de sus características principales. La base del relato 
puede estar en un retiro de oración y ayuno que quizá realizó 
Jesús al comienzo de su vida pública, en alguna zona desértica de 
Judea, donde había unas mínimas condiciones para vivir. Pero el 
relato se refiere a toda la vida de Jesús, y refleja tentaciones bien 
reales, y no puras imaginaciones calenturientas.
Las tres escenas representan tres grandes capítulos de 
tentaciones.

- Tentación del pan, de los bienes materiales y de la riqueza, 
que se le presenta en dos direcciones: a) utilizar el poder religioso 
para resolver necesidades materiales; b) sacar bienes materiales 
del poder religioso y de la misión apostólica.
- Tentación del prestigio, y de la gloria, en la escena del alero 
del templo. Es la invitación a utilizar a Dios y a la religión para 
obtener prestigio por medio de prodigios llamativos, con el fin de 
embaucar a la gente y realizar la misión apostólica con facilidad.
- Tentación del poder, la de los reinos del mundo. Es la 
propuesta de utilizar a Dios y a la religión para conseguir poder y 
dominio sobre el mundo. Esta es la peor tentación, que estaba 
presente en las anteriores, pero que aparece ahora abierta y 
descaradamente: postrarse ante el dinero, la gloria o el poder, 
cuando sólo hay que postrarse ante Dios. Jesús también se 
muestra más tajante si cabe.

J/TENTACION: La colocación de este pasaje tiene gran 
importancia para comprender todo su significado. Esta puesto 
después del bautismo, en el que Jesús recibe el Espíritu y es 
consagrado Hijo predilecto de Dios; y antes de la vida pública. De 
esta forma, esta página viene a ser una síntesis anticipada de toda 
la vida de Jesús y el contrapunto del relato brillante del bautismo; 
pues nos muestra que realizó su filiación igual que los demás 
seres humanos, es decir, en lucha contra las tentaciones, en 
sumisión a la voluntad de Dios, sin ventajas ni privilegios.

¿Pasó Jesús por estas tentaciones? El pasaje nos dice lo 
siguiente.

- Primero, Jesús fue tentado como cualquiera de nosotros. 
Padeció tensiones ante las diversas vías de realizar su misión, más 
cómodas, fáciles y brillantes que la que correspondía a la voluntad 
de Dios. Recibió ofertas tentadoras, que parecían buenas, pero 
que no iban con el querer de Dios. El encontronazo que tuvo con 
Pedro (Mc 8, 32-33) es un caso claro de esto último. Posiblemente 
las sugerencias principales fueron dos: reservarse en la entrega y 
el compromiso, y optar por un mesianismo más brillante (lo de 
hacerle rey, etc.).

- Segundo, Jesús no gozó de ventajas y privilegios, sino que 
tuvo que bajar a luchar en la arena, como cualquiera de nosotros. 
No tuvo medios materiales, ni poderes especiales, ni prodigios 
extraordinarios, ni su mesianismo fue espectacular, como 
esperaban los judíos. Esto se ve a todo lo largo de los evangelios, 
aunque a veces aparezca envuelto en prodigios. Tuvo que buscar, 
decidir, arriesgarse y luchar como cualquiera de nosotros. No tuvo 
garantías y seguridades. No sabia con claridad su camino. Y 
muchos le dieron la espalda.

- Tercero, fue Hijo de Dios en su condición humana, débil y 
pequeña, en la tentación, la prueba y la carencia de ventajas.

Todo esto, tan llamativo, lo afirma claramente el pasaje El uso 
en condicional del título de Hijo de Dios (si eres...) tiene un claro 
significado afirmativo (ya que eres), que sugiere honores, ventajas 
y privilegios. Pero el pasaje nos muestra que no fue así, sino todo 
lo contrario. Menos ventajas que nosotros, y más dificultades. La 
culminación de sus pruebas fue la pasión y muerte en cruz, como 
los indeseables de baja condición. El texto paralelo del evangelio 
de Lucas alude a ello, cuando dice, al final del relato, que «el 
diablo se marchó hasta su momento» (ver Lc 4, 13).
Este pasaje contiene cuatro grandes enseñanzas para nosotros, 
a saber:

Primero, nos dice cuáles son los caminos de Dios para extender 
el evangelio y construir su Reino: no los de la facilidad, sino los de 
Jesús.
- Segundo, nos muestra las grandes tentaciones de la Iglesia y 
de los cristianos, especialmente de las jerarquías y de cuantos 
tienen peso en la Iglesia o en la sociedad: la riqueza, la gloria, el 
poder. Las tres tienen en común la utilización de Dios en provecho 
propio, y la cobertura religiosa para conseguir otros objetivos, 
personales o políticos.
- Tercero, nos enseña, por el comportamiento de Jesús, cómo 
hemos de enfrentarnos a las tentaciones y vencerlas:
- Ante todo, con la fuerza de Dios y de su Palabra. Jesús 
responde a cada tentación con la Palabra de Dios. No se trata de 
tener en cada caso una frase de la Biblia en la boca, sino de 
recurrir a Dios y a su Palabra.
­ Segundo, desde el primer instante, con energía, sin 
parlamentar con el enemigo. Tal es la firmeza que vemos en 
Jesús.

Subrayar: desierto (v. 1); si eres Hijo de Dios di que estas 
piedras se conviertan en panes (3); no sólo de pan vive el hombre 
(4); el alero del templo (5); Si eres Hijo de Dios, tírate abajo (6); No 
tentarás al Señor tu Dios (7); le mostró todos los reinos del mundo 
(8); Te daré todo esto si te postras y me rindes adoración (9); 
Vete, Satanás (10); Al Señor, tu Dios. rendirás homenaje y a él 
solo (10).

Oración. Este pasaje se presta para orar muchas veces. 
Proponemos tres líneas:
- Ante todo, la contemplación de Jesús, tentado, probado, débil, 
carente de ventajas, humanamente vencido en la cruz. Pasar largo 
rato con esta contemplación amorosa. Sentir a ese Jesús tan 
humano, tan cercano, tan como nosotros. Admirarlo, quererle y 
decidirse por El.
- En segundo lugar, mis propias tentaciones, debilidades, 
dificultades. Reconocerlas. Aceptarlas. Presentárselas a Jesús. 
Pedirle ayuda con confianza e insistencia. Darle gracias por haber 
llegado hasta aquí.
- Tercero, los caminos de Dios, tan distintos de los humanos. 
Aprender de Jesús esos caminos. Pensar en mi camino según 
Dios. ¿Qué quiere Dios de mí? Tener confianza. No me llevará al 
fracaso, sino al triunfo.
- Cuarto, aprender de Jesús a enfrentarse a las tentaciones, 
sean las que fueren. Es un aprendizaje muy importante. Se realiza 
por la contemplación, la admiración, el diálogo y el seguimiento.

D. Otra oración 
Para hacer otro rato de oración, nada mejor que repetirla con el 
mismo pasaje.
Si alguno quiere otro material, puede utilizar el duro 
enfrentamiento de Jesús con su querido discípulo Pedro (Mc 8, 
32-33). ¿Por qué se enfada Jesús? Porque Pedro quiere apartarle 
de su camino y llevarle a un compromiso más fácil, menos 
peligroso.


G U Í A N.° 3 

A. Repaso de la catequesis 
Leer despacio los números 13-19. Como siempre, se trata de 
lectura espiritual, es decir, lenta, reflexiva y hasta orada, con 
breves invocaciones.
1. ¿Cuáles eran las dos soluciones fáciles para definir a Jesús? 
Explicar la contestación.
2. ¿Cual fue el eje y motor de Jesús? ¿Fue acaso Dios a secas? 

3. Hijo de Dios crucificado. Señala las tres ideas contenidas en 
la palabra crucificado acerca del Hijo de Dios. ¿Por qué es una 
expresión escandalosa? 
4. El RD ¿consiste en una sociedad teocrática? ¿En qué 
consiste? ¿Qué lugar ocupan en él los pobres? 
5. ¿Cuál fue la primera gran herejía o error acerca de Jesús? 
¿Por qué es llamativo que fuera la primera? ¿Pueden quedar 
restos de la misma hoy en día en los cristianos? ¿Cómo fue la 
relación de Jesús con Dios? ¿Qué nombre le daba? Las palabras 
«nos atrevemos a decir», que pronuncia el sacerdote en la 
eucaristía antes del padrenuestro ¿qué nos muestran? 
7. ¿Qué es lo que afirmamos cuando decimos: «Jesucristo, Hijo 
de Dios»? Resumir lo principal.

B. Aplicación personal.
Con los números 2 y 5 de la catequesis.
Seguir el método del mismo nombre.

C. Oración 
Con /Lc/15/01-07.

Breve explicación del pasaje 
Este pasaje consta de dos partes: a) Una introducción (v. 1-2); 
b) la parábola (v. 3-7) 

- La introducción. Vale para las tres parábolas del capitulo y 
tiene gran importancia, porque nos aclara el significado profundo 
de las mismas. Para entender el hilo de la argumentación, 
conviene fijarse en el v. 3. Resulta que Jesús anda rodeado de 
gente mala (recaudadores y descreídos). Los buenos (fariseos y 
letrados) le critican por ello. Su argumento es muy sencillo, como 
se ve en otras partes del evangelio: Si éste fuera un profeta de 
Dios, no andaría con esa gente (ver Lc 7,39). Y aquí viene el v. 3: 
«Entonces, les propuso Jesús esta parábola» y las dos siguientes, 
que hablan de la misericordia de Dios. En resumen: estas tres 
parábolas están puestas aquí para justificar el extraño 
comportamiento de Jesús, que se hace cercano a los más 
indeseables. Y su justificación consiste en mostrar que Dios es 
cercano y misericordioso para con esa gente, y que por eso mismo 
lo es también él.

- La parábola. Recarga deliberadamente algunos puntos para 
llamar la atención. Uno de ellos es el de las cien ovejas. El oficio 
de pastor estaba considerado como una profesión deshonrosa, 
profesión de pecador. Pues bien, en la parábola ese pastor es de 
abandonar las noventa y nueve ovejas, cosa contraria a la 
costumbre, si no quedaba al cuidado de ellas otro pastor de la 
misma dehesa. Al poner estos dos datos llamativos, uno 
exagerado y el otro contrario a la costumbre, la parábola pretende 
acentuar el interés de Dios y de Jesús por los perdidos y los 
pecadores.
El centro de la parábola es el perdón, la rehabilitación y la 
alegría de Dios (v. 7). Dios no es lejano y justiciero, sino cercano y 
amigo de los pecadores y mal vistos. Los ama incondicionalmente 
y busca para ellos vida y dicha plena. Jesús, también: es el mesías 
del perdón, del amor, de la salvación y de la alegría. Es el mesías 
de los pecadores, los mal vistos y los pobres. Su amor es 
universal, pero no neutral; para alcanzar a todos, opta por los mal 
vistos, los pecadores y los pobres. La figura del pastor que lleva 
sobre sus hombros la oveja perdida es la viva imagen de Jesús.
Se pueden subrayar las siguientes palabras: Recaudadores y 
descreídos solían acercarse en masa para escucharlo (10); 
entonces les propuso esta parábola (3); ¿no deja las noventa y 
nueve (4); se las carga en los hombros (5); reúne a los amigos (6); 
dadme la enhorabuena (6); lo mismo pasa en el cielo (7); da más 
alegría un pecador que se enmienda (7).

La oración con este pasaje ofrece muchas posibilidades. 
a) Identificarse uno mismo con la oveja perdida; verse pecador, 
necesitado de conversión. 
b) Contemplación de Jesús, rodeado de pecadores, mal vistos y 
pobres. Verle pronunciar esta parábola y, al decirla, desvelarnos el 
rostro de Dios y el suyo: hombre cercano al desecho de la tierra, 
que toma partido por los últimos, para salvar a todos. Ver la 
imagen del buen pastor.
c) A partir de esta parábola, contemplar el amor desconcertante 
de Dios y gozar con él. Dios me quiere de forma increíble. Hacer 
muchos actos de confianza. En cualquier caso, conviene que sea 
una oración muy afectiva.

D. Otra oración 
Con la plegaria La oveja perdida. (Gritos y plegarias, 283).


G U Í A N.° 4 

A. Repaso de la catequesis 
Números 20-23 de la catequesis. Como es poco, puedes releer 
algunos de los números anteriores que más te hayan llegado.
1. Dios es distinto de lo que creían los filósofos y las religiones 
no cristianas. ¿Cuáles son los rasgos de Dios que nos ha 
mostrado Jesús? 
2. El Dios que nos muestra Jesús resulta escandaloso. ¿Por qué 
y para quiénes? 
3. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo 
quiera revelar. De esta sentencia de Jesús, explicar las palabras 
que están en cursiva.
4. Jesús nos muestra que no hay oposición entre lo humano y lo 
divino. ¿Por qué no la hay?
5. En Jesús, los títulos mesiánicos quedan totalmente 
transformados en títulos provocativos y evocadores. Explicarlo con 
tres o cuatro ejemplos. ¿Provocativos y evocadores para quién? 
6. Jesús nos da la medida y la talla del ser humano. ¿Cuál es 
esa talla? ¿Qué consecuencias personales y sociales tiene ésto? 

B. Aplicación personal 
Con el N.° 21 de la catequesis, método del mismo nombre.
Se trata de ver quién es Dios para mi; cómo son mis relaciones 
con Dios; si he destruido con la cruz de Jesús mis falsas imágenes 
de Dios, etc.

C. Oración 
Con /Lc/13/10-17.

Breve explicación de este pasaje 
El compromiso de Jesús con los pobres, pecadores, dolientes y 
marginados, aparece a lo largo de todo el evangelio. Elegimos 
como ejemplo un relato entre otros muchos. Este pasaje contiene 
además dos enseñanzas importantes: la condena del legalismo y 
la primacía del amor sobre la ley.

- El compromiso de Jesús está en las circunstancias del hecho: 
curación en sábado y en la sinagoga. Su conducta resulta una 
provocación, como se ve por la fulminante reacción del jefe de la 
sinagoga; reacción lógica, si pensamos que a Jesús le bastaba 
haber esperado al día siguiente. El evangelista no se detiene en el 
aspecto prodigioso de la curación. El problema del milagro, tal 
como nos lo planteamos hoy en día, no existía en aquel momento. 
Simplemente, una curación realizada de esta forma era para ellos 
un signo de Dios. Pero los hechos maravillosos no dan 
automáticamente fe, como se ve en la reacción del jefe de la 
sinagoga. Hace falta, simultáneamente, verlos con fe.
La enfermedad de la mujer se atribuye a un espíritu o demonio, 
según la creencia de la época. Nosotros no podemos verificar 
tampoco ese punto. Pero sí podemos ver, en esta actuación de 
Jesús, no sólo la ayuda a un necesitado, sino, además, la lucha 
contra el mal y la lucha contra el legalismo. Con estos datos, el 
compromiso de Jesús aparece en toda su dimensión. Su doble 
acción ­aplicarle las manos y decirle palabras liberadoras­ nos 
sugiere abiertamente la liberación del pecado y de la opresión 
social. Este comportamiento le acarreó gravísimas 
consecuencias.

- La condena del legalismo. Este punto queda perfectamente 
claro en la argumentación de Jesús. Si en sábado se puede 
desatar a un animal para llevarlo a abrevar, ¡con cuánta más razón 
se puede desatar de sus cadenas a una persona! La palabra 
hipócritas remacha desde el principio toda la argumentación. En 
otro lugar dirá Jesús que la ley está al servicio del ser humano y 
no viceversa (ver Mc 2, 27-28). El legalismo queda condenado sin 
paliativos. La fuerza de la argumentación de Jesús queda 
subrayada por la frase final: sus adversarios se abochornaban, la 
gente se alegraba (v. 17).
Pero en esta argumentación merece destacarse otro dato: todo 
el lenguaje es de liberación. «Satanás la ató», «había que soltarla 
de su cadena» (v. 16). El gesto liberador de la curación queda 
confirmado por la argumentación final. Jesús vino a traer la 
liberación del pecado y de la opresión. La fe en Jesús es más que 
una religión: es un movimiento mesiánico de liberación plena 
­pecado y opresión­, en el que el sábado queda supeditado al 
servicio liberador del ser humano.

- La primacía del amor aparece en el compromiso de Jesús y en 
su argumentación. La referencia a la persona humana que antes 
destacábamos, acentúa también la primacía del amor, sobre todo 
cuando la persona es doliente y oprimida, como en este caso.

Podemos subrayar: sábado, (10); sinagoga, (10); enferma, 
encorvada, (11); mujer, quedas libre de tu enfermedad, (12); le 
aplicó las manos, (13); el jefe de la sinagoga, indignado porque 
había curado en sábado, (14); hay seis días de trabajo, (14); 
hipócritas, (15); al buey o al burro, (15); aunque sea sábado, (15); 
a ésta que es hija de Abraham, (16): ¿no había que soltarla de su 
cadena en sábado?, (16); se abochornaban sus adversarios, (17); 
la gente se alegraba (17).

Para orar puedo utilizar varias vías.
- La primera y principal es la contemplación de Jesús liberador, 
comprometido, lleno de amor, valiente, que afronta por amor el 
legalismo y aparato religioso representado en el jefe de la 
sinagoga. No temió las consecuencias, porque amaba mucho, 
especialmente a los débiles y dolientes.
- Otra vía es la de meterme en la persona de la mujer encorvada 
y verme a mí mismo atado por el pecado, y por los falsos dioses: 
dinero, prestigio social, poder. Jesús desea liberarme. ¿Quiero 
realmente ser liberado por él? 
- Tercera vía: después de liberarme, Jesús me envía a liberar a 
otros; a comprometerme por la justicia y por la fe. Me da su gracia, 
su fuerza, su compañía. ¿Me negaré a seguirle, después de lo 
mucho que he recibido? Le pido mucha ayuda, cálidamente, le doy 
gracias, me ofrezco, etc., con gran confianza.

D. Otra oración 
Siempre es mejor repetir la anterior o cualquiera de las 
anteriores, que usar nuevos materiales.
Si quiero un material distinto puedo utilizar la plegaria siguiente 
«Yo soy tu liberación» (Gritos y plegarias, 303).


G U Í A N.° 5 

A. Balance personal del mes 
1. Mi estado de ánimo. ¿Cómo estoy: bien, mal, bajo, a gusto, 
nervioso? ¿Cómo estoy en general, en el conjunto de mi vida? 
¿Por qué estoy bien o mal? 
2. Mi trabajo durante este mes en la comunidad.
a) La catequesis: ¿Me ha gustado? ¿La he trabajado mucho? 
¿Estoy contento de mi es- fuerzo? 
b) Asistencia y puntualidad.
c) Participación en las reuniones. ¿Suficiente, acertado, 
amorosa, critica, desconsiderado, me he inhibido? 
d) Esfuerzo de cambio en casa, el trabajo, los amigos, el 
carácter, etc.
3. El programa de este año ¿cómo va? 
a) En conjunto.
b) En concreto, lo que se haya señalado para repasar más a 
fondo. En síntesis: ver si avanzo o no, y contar datos, no teorías.

B. Balance comunitario 
1. ¿Qué tal marcha la comunidad en mi opinión? 
a) Juicio global, basado en datos.
b) Puntos que deben mejorar.
2. ¿Qué tal han actuado el equipo de turno y los responsables? 

3. ¿Qué hemos hecho para fomentar la amistad, la 
comunicación, el sentido comunitario? ¿Cuánto tiempo hace que 
no realizamos una salida o excursión? 

C. Oración 
Con /Lc/08/19-21.

Breve explicación del pasaje 
En este pasaje, el evangelista ha querido subrayar la necesidad 
de realizar la palabra de Dios, y no quedarse en el mero 
conocimiento de la misma. Esta intención se ve claramente en dos 
datos:
a) La frase final del pasaje: escuchar el mensaje de Dios y 
ponerlo por obra.
b) La colocación del pasaje después de la parábola del 
sembrador, que nos dice que «la semilla es el mensaje de Dios» 
(v. 11). Así, pues, el pasaje tiene una orientación clara, que 
podemos resumir en la frase siguiente: No basta escuchar la 
palabra de Dios. Es preciso ponerla en práctica. Los que tal 
hacen, son los verdaderos parientes de Jesús. Se puede subrayar 
desde «Mi madre» hasta el final.

Pero este pequeño pasaje encierra mucha riqueza y sugiere 
otros datos y enseñanzas de gran interés: 
a) Nos manifiesta las dificultades de Jesús con sus parientes, 
que no le entendían. Lucas suaviza este punto; Marcos lo pone 
más duro. 
b) Muestra la fe de María, que se sostuvo y creció en oscuridad, 
hasta el Calvario y la Pascua.
c) Desvela también el misterio personal de Jesús, que sólo se 
casó con la voluntad de Dios, y con la Iglesia que nacía en sus 
primeros discípulos. El celibato de Jesús es expresión de su 
entrega radical al Reinado de Dios. 
d) También vemos en este pasaje el amor universalista de 
Jesús, que supera los lazos de parentesco y patria.

A nosotros nos interesa destacar especialmente su entrega 
radical al Reinado de Dios. En efecto, este breve pasaje deja 
claramente al descubierto que el eje y motor de Jesús era la 
voluntad de Dios, el Reinado de Dios. Ni los lazos de la sangre 
cuentan para él. En los otros dos sinópticos, ante el anuncio de 
que su madre y parientes le buscan, reacciona casi con ira: 
¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? (ver Mc 3,33). El vive 
únicamente para llevar adelante el proyecto de Dios. No le interesa 
nada más que el Reinado de Dios. Por eso sus verdaderos 
parientes son los que están igualmente orientados a la voluntad de 
Dios. Incluso María será dichosa, no por ser su madre, sino por su 
fe y por poner en práctica la palabra de Dios (ver Lc 1,45; 
11-27-28).
Este es, pues, uno de los pasajes en que se ve que el único 
absoluto de Jesús era Dios y su voluntad; que el Reinado de Dios 
era el eje y motor de su vida; y que era un apasionado de ese 
Reinado, y por tanto de los pobres.

Para orar con este pasaje, revivo la escena, me pongo entre los 
apóstoles con mis compañeros de comunidad y Jesús en medio. 
Veo con admiración su radicalidad, su pasión por el RD, y oigo sus 
palabras. Deseo ser como él. Se lo pido. Hablamos mucho de esto: 
que el RD sea también el eje y motor de mi vida; que me 
comprometa al máximo como El; que no me aten los lazos 
familiares y que sea capaz de renunciar a todo por el RD, si El me 
lo pide. Sigo contemplándole sin descanso, hasta dejarme 
impregnar por El. Hago muchos actos de confianza.

D. Otra oración 
Con el poema El rebelde.
Si me resulta largo, tomo sólo uno o dos trozos, y la idea 
central: El rebelde.
(Gritos y plegarias, 376).

PATXI-LOIDI
CONOCER A JESUCRISTO 
Cuadernos FE Y JUSTICIA 4
Ediciones EGA. Bilbao-1987