CONOCER A JESUCRISTO
A. PRIMERA PARTE:
FE EN JESUCRISTO
1. El centro del cristianismo
Si queremos reducir al mínimo la definición de «cristiano» y de
«cristianismo», nos quedamos con estas tres palabras: CREER EN
JESUCRISTO. En ellas está contenido el cristianismo entero. Todo
lo demás es derivación de ese centro.
Por consiguiente, lo central no es ser bueno, entrar en una
comunidad, etc., sino la fe en Jesucristo; ni siquiera está el centro
en el amor y la justicia, sino en el amor y justicia que se derivan de
esa fe.
En una comunidad, lo más importante de todo es la fe en
Jesucristo. Los programas tienen por objeto lograr la fe en
Jesucristo, lo mismo que las reuniones, las gulas y los balances. El
cambio de actitud y escala de valores no es el cambio a secas,
sino un cambio en la linea de Jesús; o sea, dejar la vieja actitud, y
tomar la actitud y valores de Jesús. El objetivo de la vida cristiana
es la conversión y el compromiso. Pero la conversión consiste en
creerle a Jesús y seguirle, y el compromiso, también. Jesús es lo
más importante. el centro.
2. Lo más importante de la vida
TEREC: Todo el mundo ha oído hablar de la Madre Teresa de
Calcula. Pocas personas han recibido tantos premios
internacionales como esta monja, menuda y flaca. Sus iniciativas
han tenido éxito mundial. En una de las recepciones en que le
entregaban uno de esos premios, un periodista le preguntó en
medio de un racimo de micrófonos: ¿Cuál es la obra más
importante de su vida? La Madre Teresa contestó sin vacilar: lo
más importante de mi vida es haber conocido a Jesús.
¡Impresionante contestación en una persona que ha tenido
tantos éxitos! Para ella, todo lo demás es secundario al lado de
esto. También para ti, lo más importante será haber conocido a
Jesús. ¿Lo es hoy en día? Ahora mismo, lo más importante de tu
vida ¿es haber conocido a Jesús? En el mismo catecumenado
¿qué es lo más importante para ti: los compañeros, la comunidad,
las reuniones, o bien el haberte encontrado con Jesús y haberle
conocido? Desde hoy, sea nuestra consigna, conocer a Jesús y
creer en él; nuestro mayor empeño, conocer a Jesús y creer en él;
nuestra realización y alegría, conocer a Jesús creer en él.
Te necesito a Ti, sólo a Ti.
Los demás deseos que día y noche me embargan
son falsos y vanos hasta sus entrañas.
Te necesito a Ti, Jesús, sólo a Ti.
3. Dos formas de conocer a Jesús
Hay dos formas de conocer a Jesús. La primera es el
conocimiento intelectual: estudio de los evangelios, la historia, la
teología. La segunda es la fe vivida.
Nosotros creemos que el verdadero conocimiento de Jesús es
el segundo.
El primero sin el segundo, además de ser puramente intelectual,
no nos introduce en el alma de Jesús. Por eso un creyente de
poca cultura puede conocer mejor a Jesús que un gran teólogo de
escasa o nula fe. Pero es conveniente unir al conocimiento de fe el
conocimiento intelectual. Un catecumenado debe combinar ambos
tipos de conocimiento.
4. Objetivo de esta catequesis
Esta catequesis quiere dar una información seria sobre la
persona de Jesús; queremos mostrar quién es; cómo vivió; cuál es
su misterio profundo.
Queremos desarrollar al mismo tiempo admiración, cordialidad,
amistad con Jesús.
Y queremos provocar además el deseo de ser como Jesús y
actuar como él.
Dicho en tres palabras: conocerle, quererle, seguirle.
Dicho en una sola palabra que lo abarca todo: fe.
El objetivo de esta catequesis es la fe.
Esta catequesis quiere provocar fe, y fe caliente.
5. Actitudes para trabajar sobre esta catequesis
Señalamos tres principales.
a) Afición o ganas. Hace falta tener afición a Jesús, mucha
afición. Hacen falta muchas ganas de conocerle, quererle,
seguirle. Hemos de trabajar sobre esta catequesis, desde ahora
mismo, con afición y ganas.
b) Asombro y admiración. Jesús fue y es un hombre cargado de
profundidad y significado. Los que andaban con El estaban
asombrados y se preguntaban: Pero ¿quién es este hombre? No
acertaban a meterle en ningún encasillado ni en ningún marco.
Después de Pascua, cuando llegaron a tener verdadera fe,
empezaron a comprenderle algo más; y entonces le aplicaron
innumerables títulos, más de cien, para intentar definirlo. De ellos
hicieron fortuna unos pocos. como: profeta, mesías, señor,
enviado, Hijo de Dios... Pero esos títulos tampoco nos aclaran todo
el misterio de Jesús. Por eso, el asombro y la admiración es una
actitud permanente, también para nosotros.
c) La búsqueda. La afición y el asombro nos incitan a la
búsqueda de Jesús.
Caminos para buscarle y encontrarle son la comunidad eclesial,
los evangelios, los sacramentos, la oración, el compromiso con los
pobres, etc.
En conclusión, para sacar todo el provecho de esta catequesis,
hemos de combinar el deseo de Jesús, con la admiración y la
búsqueda, como aparece en la plegaria del número 12
B. SEGUNDA PARTE:
RASGOS VERDADEROS Y FALSOS
6. Rasgos falsos y verdaderos de Jesús
J/IDEAS-VERAS-FALSAS: Es muy difícil tener una imagen
exacta y completa de Jesús, porque es un pozo sin fondo, un
misterio. Pero hemos de intentar corregir las inexactitudes y
falsedades, acercarnos a la verdad. Es cierto que se han
extendido varias ideas inexactas de Jesús, a veces más que
inexactas, falsas. En los números siguientes observaremos seis
campos importantes de la persona y vida de Jesús, con objeto de
corregir las inexactitudes y conseguir un retrato más cercano a la
realidad.
7. Sobre el amor universal de Jesús
El amor universal de Jesús es un hecho real. Amó a todos,
pobres y ricos; fariseos, saduceos y pueblo, amigos y enemigos.
Pero este dato necesita algunas matizaciones, porque, si nos
quedamos en esa afirmación general, resulta falso.
Explicación falsa. Amó a todos por igual y de la misma manera,
por lo cual no hizo distinciones y se mantuvo neutral ante los
problemas de su tiempo.
Explicación verdadera. Amó a todos, pero no de la misma
manera, por lo cual hizo distinciones, y no fue neutral ante las
diferencias entre ricos y pobres, y otros problemas.
Por lo tanto: amor universal, sí; amor a todos, sí. Pero un mismo
amor se concretaba en exigencias distintas para cada persona o
grupo social, según sus necesidades. En concreto: a los ricos les
criticaba con dureza su situación de desigualdad e injusticia; y les
exigía un cambio personal y social. Es decir, les dirigía críticas y
exigencias, precisamente porque los amaba, como único medio de
lograr su cambio, su conversión, su realización personal. Y a los
pobres no les predicaba la resignación ni el perdón inocente, sino
la lucha por conquistar la justicia, la solidaridad, la paz, con amor y
por amor.
En conclusión: amor universal, sí; neutral, no.
8. Sobre la dulzura y la misericordia de Jesús
Está fuera de duda la bondad, la misericordia, la cercanía y la
dulzura de Jesús. Es un dato atestiguado a todo lo largo de los
evangelios. Pero también este dato necesita matizaciones, para no
incurrir en una falsa imagen de Jesús.
Explicación falsa. Jesús fue bondadoso, misericordioso y dulce,
por lo cual evitó los enfrentamientos y los conflictos.
Explicación verdadera. Realmente, Jesús fue bondadoso y
misericordioso, cercano y afectuoso. Pero eso no le impidió
enfrentarse con las situaciones difíciles, precisamente por amor.
Su amor era tan grande, tan encendido, que no le permitía tapar
los males con capas de falsa dulzura, sino todo lo contrario. Le
llevaba a enfrentarse con los problemas y con las personas
injustas; por lo cual, llevó una vida de altísima conflictividad, que le
condujo en poco tiempo a la muerte en cruz, entre la gente
indeseable y baja, por obra del poder civil y religioso.
En conclusión: amabilidad, sí; dulzura, sí; pero sobre todo,
amor. Y un amor sincero, verdadero, que le hizo altamente
conflictivo. El dulce Jesús fue muy conflictivo.
9. Sobre la sabiduría y el poder de Jesús
Los evangelios aluden con frecuencia a la sabiduría y el poder
de Jesús. Nos hablan de la admiración de la gente, que le oye
hablar con autoridad y le ve realizar acciones extraordinarias. ¿En
qué consiste esa sabiduría y autoridad?
Explicaciones falsas
a) Jesús lo sabía todo. Conocía a las personas por dentro; leía
los pensamientos; conocía el futuro al detalle; tenía conocimientos
científicos y filosóficos totales, de lo presente, de lo pasado y de lo
futuro.
b) Jesús lo podía todo. Podía curar enfermedades, transformar
la tierra, mover los hilos de la historia, cambiar la marcha del
universo.
c) En consecuencia, no necesitaba pensar, buscar, esforzarse,
luchar. Si lo hacía, era solamente por darnos ejemplo. Fue a la
muerte porque El quiso.
Explicaciones verdaderas
a) Tengamos en cuenta que la sabiduría es distinta del saber y
de la ciencia. Jesús tuvo sabiduría moral y espiritual sobre el valor
del ser humano, el sentido de la vida y de la sociedad, el mundo y
Dios. Pero no tuvo saber y ciencia sobre el universo, la técnica, la
medicina, la filosofía, la física, la matemática y la historia. No
conocía el futuro ni leía los pensamientos, lo que no significa que
no tuviera perspicacia para conocer a las personas. Fue tributario
de las ideas de su época como otras personas de entonces, y se
equivoco como ellas.
b) Jesús tenía también un gran poder espiritual, para convencer
por dentro a las personas, respetando su libertad, y moverlas a
conversión. Los creyentes creemos además que ese poder
procedía de la autoridad recibida de Dios para orientar a los seres
humanos por el camino de la verdad. Pero no tenía poderes
mágicos sobre las enfermedades, las riquezas de la tierra y la
historia humana.
c) En consecuencia, Jesús tuvo que pensar, buscar, esforzarse
y luchar, como todos los seres humanos. No tuvo ventajas sobre
los demás hombres y mujeres a la hora de actuar. El esfuerzo y
sacrificio que hacía, no era por darnos ejemplo, sino por
necesidad. Y de esta forma nos dio el único ejemplo verdadero
que es posible.
Tampoco fue a la muerte porque quiso sin más ir, sino porque
lo llevaron a la fuerza. Aunque la aceptó plenamente, cuando vio
que su compromiso con el Reino de Dios le conducía a ella, y que,
por lo tanto, ésa era la voluntad de Dios.
A algunas personas estas afirmaciones les plantean un
problema grave, porque les parece que con ellas se niega que
Jesús fuera Dios. Esta es otra cuestión que trataremos luego.
Quizás tengan que cambiar su idea de Dios.
10. Sobre los milagros de Jesús
Los evangelios nos relatan varios prodigios. Hoy se discute
mucho sobre su realidad histórica y su carácter milagroso. Pero
mucha gente ha sacado de ahí la idea de que Jesús era una
especie de mago, al que le salían milagros de las manos, como
palabras de la boca. ¿Qué hay de ello?
a) Explicación falsa.
La idea de un Jesús milagrero es falsa. Acabamos de afirmar
que eso de que lo sabia todo y lo podía todo no es cierto. No se
pasaba el rato realizando hechos portentosos y mágicos. El
número de milagros que traen los evangelios es relativamente
pequeño, en comparación con otros libros de aquel tiempo, incluso
libros de autores serios.
b) Cuatro hechos ciertos
- Parece ser que Jesús tuvo poderes especiales, cuya
naturaleza desconocemos. Algunos suponen que pudieran ser
poderes parapsicológicos, que aún hoy la ciencia no ha
desvelado. Sobre ello no podemos afirmar nada, porque no lo
sabemos.
- También es cierto que Jesús fue poco amigo de portentos y
hechos prodigiosos. Se quejó más de una vez de ciertas personas
que necesitan milagros para creer, consciente de que la fe no
viene de los prodigios.
- También es cierto que los hechos extraordinarios de los
evangelios no se parecen en nada a esos portentos grandiosos
que dejan a la gente tan asombrada como pasiva, sino que son
hechos sencillos y dinamizadores, que tienen un sentido salvador y
liberador, y que provocan en la gente un movimiento de
conversión y compromiso.
- Finalmente, es cierto que Jesús y su movimiento inicial fueron
discutidos y hasta negados, entre otras razones, por su poca
espectacularidad, en contra de las expectativas de la apocalíptica
judía acerca del mesías. Esta es una de las polémicas
fundamentales del evangelio de san Mateo.
c) La cuestión de fondo: el concepto bíblico de milagro
MIGRO/SENSU-BIBLICO: El concepto bíblico de milagro es
muy diferente del nuestro. En aquel tiempo no llamaban milagro a
los hechos inexplicables, sino a los hechos salvadores en los que
veían la intervención de Dios. Este es el factor fundamental de un
hecho para que la Biblia lo considere milagro: la intervención de
Dios.
La cuestión de si un hecho supera o no a las fuerzas de la
naturaleza en el contenido o en los medios, es un problema
moderno que los hombres y mujeres de aquel tiempo ni siquiera se
lo planteaban.
Los fariseos de los evangelios no negaban el peso de los
hechos y dichos de Jesús, porque estaba a la vista de todos.
Negaban su carácter divino y los atribuían al diablo y a magia (Mt.
12,24). Lo cual muestra que los prodigios no dan fe, sino que ésta
precede o acompaña al prodigio o a cualquier otro hecho salvador,
para ver en él un milagro, es decir una acción de Dios.
Los cristianos seguimos teniendo el mismo concepto de milagro
que la Biblia, por lo cual lo que está en juego no es el carácter
inexplicable de aquellos hechos -cosa que nadie se cuestionaba
entonces, sino el saber si la autoridad de Jesús procedía de Dios;
es decir, si en El, en sus hechos y palabras, actuaba Dios.
Esto es cuestión de fe; y la fe es un don de Dios, aunque
pueden preparar el camino a la misma ciertos datos comprobados,
como la fuerza interna de los evangelios, las consecuencias del
movimiento de Jesús, a pesar de la cruz, etc. Para San Pablo, la
gran prueba de Dios era el hecho y el anuncio de algo tan absurdo
y escandaloso como es un mesías crucificado; y la fuerza que esto
tenía en los oyentes, contra todo pronóstico.
11. Sobre el crecimiento de Jesús
J/CIENCIA: A nadie se le ocurriría poner en duda que Jesús
creció físicamente. Pero ¿mentalmente? Los que piensan que lo
sabía todo y que desde niño conocía todas las realidades y
pensamientos, no pueden aceptar que hubiera un crecimiento
intelectual y espiritual de Jesús. ¿Qué podemos decir sobre esto?
a) Explicación falsa. La imagen de un Jesús que prácticamente
nunca fue niño, que actuaba desde niño como persona mayor, es
falsa. Que no tuvo que crecer en conocimientos, carácter,
sensatez, decisión por el Reino de Dios y hasta experiencia
b) Explicación verdadera. El evangelio afirma que Jesús «iba
creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los
hombres» (/Lc/02/52). Jesús fue niño, adolescente, joven y adulto
como cualquiera de nosotros, con la psicología propia de cada
edad. El pasaje de su extravío en el templo de Jerusalén cuando
tenía doce años es un relato predominantemente teológico, que
pretende mostrar el núcleo de la personalidad de Jesús: su
dedicación exclusiva a la causa del Reino de Dios.
12. Sobre el carácter y la personalidad de Jesús
No hay duda de que Jesús se entregó apasionadamente al
Reino de Dios, porque lo sentía como la tarea de su vida y la
misión recibida del Padre. Esto da una gran seriedad a su vida.
Pero ¿era también serio en su forma de ser y tratar a las
personas?
a) Explicación falsa. Jesús era serio, lejano y no se reía.
b) Explicación verdadera. El evangelio nos dice que era cercano
y cariñoso en sumo grado. Era además muy alegre. No era austero
por principio; la dureza de su vida provenía de su misión, más que
de su afán de perfeccionismo y austeridad. Le gustaban las
fiestas, hasta el punto de que los puritanos le acusaban de
comilón y bebedor (/Lc/07/34).
El contestaba que estaban alegres, porque celebraban la fiesta
de las bodas de una vida nueva y que él era el novio (Lc
5,33-39).
* * *
¡Te busco, Jesús!
¡Quiero ver tu rostro!
¡QUIERO VER TU ROSTRO!
Saliste a mi encuentro
una mañana de primavera.
Me tomaste de la mano
y estuvimos un rato juntos.
Te vi un poco, te sentí
Quiero conocerte más
y tenerte más cerca.
No me cierres la puerta.
Abre y déjame entrar.
¡Te estoy llamando!
Ábreme,
para que te vea
y esté contigo
y cambie todo entero,
mis entrañas y mi corazón,
mis manos y mi cabeza.
C. TERCERA PARTE:
EL EJE Y MOTOR DE JESÚS
13. Eje y motor de la personalidad de Jesús
J/RD-SU-OBSESION: Todos los seres humanos tenemos un
punto central, que unifica los demás elementos de la personalidad
y la pone en movimiento. Es algo así como el eje y motor de la
persona. El punto central de uno puede ser el arte; el de otro, la
política; el de otro, la ciencia; otros tienen la filosofía, la economía,
la acción empresarial, la educación, la música, el sentido ético, la
familia, la caridad, el mar, el deporte, etc.
¿Cuál fue el centro de la personalidad de Jesús, su eje y
motor? Hay quien dice que fue la religión. Pero no lo parece,
puesto que Jesús no fue un hombre especialmente ligado al
templo o al culto, aunque acudía al templo regularmente y lo
veneraba, como todo judío piadoso. Otros, que saben distinguir
entre religión y Dios, dirían que el centro de Jesús era Dios, el
Padre. Sin duda, éstos aciertan más. Pero, a juzgar por los
evangelios, el eje y motor de Jesús no era tampoco Dios a secas,
sino el Reino de Dios, y más en concreto aún, el Reino de Dios en
este mundo.
Ciertamente, Jesús sentía a Dios tan cercano, que parecía que
lo veía y lo palpaba directamente, sin mediaciones. Vivía con Dios
y en Dios, y como expresión de esa cercanía nos ha llegado su
palabra textual «Abba», palabra infantil del lenguaje arameo, que
habría que traducir por papá o papaíto.
Para cualquier judío religioso que sentía tan profundo respeto
hacia Dios semejante familiaridad con el Ser Supremo y Absoluto
resultaba incomprensible, de tal forma que quedaron espantados.
Su asombro subió hasta cien grados, cuando le oyeron decir que
también ellos podían dirigirse a Dios con idéntica familiaridad.
Aquello fue la gran revelación de todos los tiempos, que nos ha
sido dada también a nosotros.
Actualmente estamos tan acostumbrados a llamarle padre a
Dios, que nos hemos olvidado del salto tremendo que dio Jesús a
la historia humana y del susto de los apóstoles. Un reflejo de aquel
impacto ha quedado en la celebración eucarística, cuando, antes
del padrenuestro, el sacerdote dice: «Fieles a la recomendación
del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a
decir: Padre nuestro», etc.
Así, pues, la experiencia de Dios que tenía Jesús era única.
Pero su preocupación máxima, el eje y motor de su vida, consistía
en que ese su Dios cercano reinara en el mundo efectivamente, y
no sólo como una proclamación lanzada en los actos de fe o culto.
El eje y motor de su personalidad fue el Reinado de Dios.
14. ¿Qué significa, en el lenguaje de Jesús, Reino de
Dios?
La locución Reino de Dios viene del Antiguo Testamento y, por
lo tanto, a él hay que acudir para entender lo que quería decir
Jesús con ella. Podríamos resumir el contenido de esa fórmula en
dos puntos: a) Que Dios sea reconocido como único Dios; b) y
que, en consecuencia, la sociedad (y la vida personal de cada
uno) se organice conforme a la voluntad de Dios, que radica en la
libertad, la solidaridad y la justicia, para la plena realización de los
seres humanos. Brevemente diríamos: Reino de Dios es como
decir fe y justicia.
Esta síntesis no debe materializarse en la unión y mezcla de la
sociedad civil y la Iglesia. El Reinado de Dios no consiste en una
sociedad teocrática. donde los jefes religiosos sean también los
jefes políticos y viceversa (judaísmo antiguo. islamismo de muchos
países actuales), sino en una sociedad civil, laica, independiente
de instancias religiosas, pero organizada conforme a los
postulados de una sociedad humanista, que para nosotros son los
del evangelio, a saber: valor absoluto de la persona humana,
igualdad teórica y práctica de todos los seres humanos,
solidaridad, justicia, etc.
El evangelio no llega más allá de estos principios, que son
también metas. Los medios quedan en manos de la sociedad civil
de todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes, y en su
fijación solidaria o democrática comienzan los primeros pasos de
esa sociedad que Dios quiere. El evangelio añadirá que, para
realizar ese tipo de sociedad, hay que colocar en primerísimo
plano a los pobres, no sólo a los pobres mal llamados
«evangélicos» (=caridad asistencial), sino a los pobres sociales y
políticos (=cambio estructural de la sociedad). Decir Reino de Dios
equivale a colocar en primer plano a los pobres y al cambio
social.
En resumen, Reino de Dios significa: sociedad justa y extensión
de la fe a todos los ciudadanos, sin que esto último signifique ni
mezcla ni confusión de lo político y de lo religioso.
15. Pasión por el Reinado de Dios
La preocupación por el Reinado efectivo de Dios la vivió Jesús
tan intensamente, que aquello era una verdadera pasión. Jesús
fue un apasionado del Reinado de Dios. De tal forma que en su
vida no hubo sitio material para nada más. Dejó familia, dinero,
tranquilidad y todo lo demás, por dedicarse exclusivamente al
Reinado de Dios. La no neutralidad, la toma de partido abierta en
favor de los pobres, la alta conflictividad de su vida, su muerte en
cruz entre malhechores, fueron consecuencia de su pasión
absoluta y única por el Reinado de Dios en el mundo.
Esta pasión volcánica es la que configura toda la personalidad
de Jesús. Constituye su conciencia personal. La conciencia de
Jesús es conciencia misionera, conciencia de enviado para el
Reinado de Dios. Y fue tan coherente con ella, que se entregó a
esa tarea con toda su alma, con verdadera pasión.
Un hombre apasionado. Un hombre de una pieza. Una vida para
el Reinado de Dios. Una vida para los pobres, y a través de ellos
para todos. Un ser amoroso cien por cien. Una persona alegre,
«porque estamos de bodas». Este fue Jesús. Su eje y motor: el
Reinado de Dios.
Rebelde, rebelde.
Joven rebelde de Nazaret,
crece tu gracia, crece tu fe.
Joven obrero de Nazaret,
crece una estrella en tu taller.
Sentía que en el alma le crecía una estrella,
para alumbrar al mundo hundida en las tinieblas,
que un árbol le brotaba, vigilante y alerta,
que traía a los hombres la primavera.
Jesús seguía en casa cortando la madera,
arreglando cubos, haciendo las carretas,
observando a las gentes, sufriendo su miseria,
el miedo a los pobres, su muerte por doquiera.
Sentía a veces, estaba a la espera,
de gritar a los hombres que el Reino estaña cerca,
de salir por el mundo, por ciudades y aldeas,
y llevar a los pobres la esperanza más buena.
(Víctor M. Arbeloa, con música de Erdozáin)
D. CUARTA PARTE:
HIJO DE DIOS
16. Jesús ¿era Dios? Dos soluciones fáciles, pero
incorrectas
Llegados a este punto, nos damos cuenta de que Jesús es una
persona muy profunda, imposible de clasificar. Muchas veces nos
preguntamos asombrados: Pero ¿quién era aquel hombre? ¿Era
Dios? El mismo asombro experimentaban los primeros cristianos, y
ellos también se preguntaban: ¿Quién será éste? (Lc 8,25). Igual
que nosotros, ellos tenían necesidad de dar respuesta a esa
decisiva pregunta. Y, conducidos por el Espíritu Santo, evitaron
dos soluciones que son fáciles, pero incorrectas.
a) Primera solución fácil: decir que Jesús era Dios y que su
humanidad cuerpo, psicología, carácter, etc. era solamente
apariencia. Según esta teoría, Jesús era Dios revestido de carne
humana. Las falsas explicaciones sobre la sabiduría y el poder de
Jesús, que anteriormente hemos criticado, pertenecen en más o
menos grado a esta primera solución.
Es realmente llamativo que la primera herejía o error importante
acerca de Jesús no consistiera en negar su divinidad, sino en
negar su humanidad plena. Quizás porque así es más fácil
evadirse de las exigencias que nos plantea el compromiso de
Jesús, y refugiarse en una religión espiritualista. Los datos de los
evangelios, sobre todo la cruz, contradicen completamente estas
ideas.
La Iglesia condenó esta herejía. Pero muchos cristianos
mantienen más o menos inconscientemente la imagen de un Jesús
deshumanizado, en quien lo humano apenas existe o al menos
queda reducido a un factor de segunda categoría. De esta forma,
falsean la imagen de Jesús y lo hacen incapaz de servirnos de
modelo, cosa que logran también ciertos movimientos orientalistas,
astrales y esotéricos, al transformarlo en un extraterrestre. Pero
además de esto, le arrebatan a Jesús su función de revelador de
Dios, puesto que le aplican la idea de Dios que tenían formada de
antemano.
b) Segunda solución fácil: decir que Jesús era solamente
hombre, o bien un ser intermedio entre Dios y el hombre. La Iglesia
condenó también esta segunda solución, porque no explica el
misterio que vemos en Jesús, sobre todo su estrechísima relación
con Dios, que es un dato fundamental de los evangelios.
17. La solución difícil
Los cristianos de los primeros siglos, después de largos
diálogos y discusiones, no siempre suaves, unieron ambos
extremos verdadero hombre, verdadero Dios con la
denominación de Hijo de Dios. La palabra hijo, lo mismo que
padre, es analógica o semejante, puesto que no se trata de una
filiación física, como decían de sus héroes las mitologías paganas.
Esta denominación triunfó entre otras muchas que se le fueron
dando a Jesús, porque expresa mejor que ninguna otra el
significado profundo de su persona. ¿Qué es lo que afirmamos
con este titulo?
a) Afirmamos que el hombre Jesús de Nazaret es la imagen
perfecta de Dios, su enviado definitivo y su palabra.
b) Afirmamos, por lo tanto, que en la persona de Jesús no sólo
en sus palabras, sus hechos y su misión, sino en su persona se
nos ha hecho presente por completo el mismo Dios: su rostro, su
proyecto sobre el mundo, su voluntad y sus caminos. Para
expresar esta presencia utilizamos varias palabras significativas,
como revelación y encarnación.
- Revelación: quien ve a Jesús, ve a Dios.
- Encarnación: en Jesús, la Palabra o Verbo de Dios se ha
hecho carne.
Estos y otros vocablos encuentran su síntesis más perfecta en
la denominación de Hijo de Dios, que los abarca a todos.
c) Afirmamos, pues, que hay una vinculación estrecha y única
entre Dios y Jesús. De forma que, por un lado, no podemos
conocer a Dios sin Jesús; pero, por otro, desde ese Dios así
conocido, conocemos también a Jesús de otra manera, no sólo
como hombre, sino como Hijo de Dios. «Quién es el Hijo lo sabe
sólo el Padre; quién es el Padre lo sabe sólo el Hijo, y aquél a
quien el Hijo se lo quiera revelar». (/Lc/10/22). Jesús es el Hijo de
Dios, que procede del mismo Dios y es igual a El.
18. Un gran misterio salvador
Sin embargo, no podemos identificar al Hijo de Dios como Dios
Padre, porque el Nuevo Testamento los distingue, como veíamos
en la cita anterior. Por eso no llamamos a Jesús Dios, sino Hijo de
Dios. El Padre no es el Hijo ni el Hijo es el Padre.
Esto nos introduce en un misterio mucho más profundo todavía,
cual es el de la Trinidad. Dios, siendo uno, es a la vez comunitario.
Pero no pensemos en la Trinidad como un misterio abstracto,
alejado de nuestra historia, que sólo sirve como objeto de
especulación para los teólogos. Pensemos en la Trinidad con
referencia a nuestra salvación o realización plena. Podemos
formularlo con la frase siguiente: Dios se nos revela por medio de
su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Es decir: el Espíritu Santo
que viene a nuestro interior, nos revela que Jesús es el Hijo de
Dios, y a través de éste conocemos al Padre.
Este conocimiento no es sólo intelectual, sino que nos hace
seguidores de Jesús y nos vincula con El como los sarmientos con
la vid (Jn 15, 1 ). Nos vincula también, por lo tanto, a Dios Padre y
al Espíritu Santo. Por eso somos hijos de Dios con Jesús. Ahí está
la raíz del nuevo nacimiento, esa criatura nueva y luminosa, que
estamos llamados a ser cada uno de nosotros.
En resumen: Hijo de Dios significa: imagen, enviado, palabra de
Dios; y por lo tanto, revelación y encarnación de Dios; con lo cual
afirmamos la vinculación estrecha y única entre Dios y Jesús. Esto
nos adentra en el gran misterio de la Trinidad, que no es un
misterio teórico, sino salvador, sobre todo desde la cruz.
19. Hijo de Dios crucificado
Realmente hemos ascendido muy arriba y hemos descendido
muy abajo, a la altura y al abismo de Dios. La denominación de
Hijo de Dios nos ha conducido al interior del misterio. Pero
debemos volver a nuestra tierra, para caer en la cuenta de que
ese titulo, inmenso y sorprendente para un hombre, se da a un
crucificado; es decir, a un hombre que fue ajusticiado con la pena
que se aplicaba solamente a los esclavos y a la gente baja, y que
murió entre dos malhechores. ¿Cómo se explica esto? ¿Qué nos
dice la palabra crucificado al lado de la denominación gloriosa de
Hijo de Dios?
a) La palabra crucificado, puesta aquí, nos recuerda que la
filiación divina de Jesús no le saca fuera de la Humanidad; que esa
filiación no se realiza ni fuera, ni debajo, ni encima de su condición
de hombre, sino en lo humano mismo.
Un crucificado no es ningún extraterrestre ni superhombre, sino
un hombre real, que apuró la condición humana hasta la última
gota. Por lo tanto, no hay oposición entre lo humano y lo divino de
Jesús. No vale preguntar: ¿Hombre o Dios? La afirmación de la
humanidad no va en detrimento de la filiación divina, ni viceversa.
Al contrario: para ser realmente Hijo de Dios, ha de ser realmente
humano; si disminuimos lo humano de Jesús, disminuimos también
lo divino.
b) Esa palabra nos recuerda además que la humanidad del Hijo
de Dios no es una humanidad cualquiera, sino una humanidad
maltratada, derrotada y difamada. Es la humanidad más pobre que
podamos imaginar; una humanidad que recoge lo más dolorido, lo
más despreciado, lo más bajo de lo humano. Con ello penetramos
más allá del misterio en la ilógica de Dios.
c) El Hijo de Dios crucificado nos revela que Dios no sólo es un
profundísimo misterio, sino que además es ilógico; es decir, no
encaja con nuestra lógica. La crucifixión del Hijo de Dios no cabe
en nuestros esquemas mentales. Entraría en nuestra lógica un Hijo
de Dios honesto, amoroso, comprometido, sacrificado al máximo,
dispuesto a todo, pero vencedor ya en esta vida, sin esperar a la
resurrección. Entraría también en nuestra lógica un Hijo de Dios de
las mismas características, pero amigo y compañero de gente
culta, adornado de la consideración social, e influyente. Pero un
Hijo de Dios crucificado, derrotado y humillado, no cabe en nuestra
cabeza.
Los discípulos de Jesús tampoco lo entendían, como se ve en
los anuncios de la pasión, puestos en boca de Jesús a lo largo de
los evangelios. En uno de ellos, dice el evangelista: «Ellos no
entendieron nada de aquello: aquel lenguaje seguía siendo un
enigma para ellos, y no comprendían lo que les quería decir»
(/Lc/18/34).
Dos pequeños datos nos ayudan a captar la ilógica y la
vergüenza que podía producir en aquella época la simple idea de
un líder crucificado.
- Primer dato. Entre los restos arqueológicos del cristianismo
antiguo, se ha encontrado un dibujo nada artístico, pero muy
significativo. Podría ser el dibujo de algún escolar. Aparece una
cruz, y colgado de ella, un burro crucificado o un hombre con
cabeza de burro. Al pie del dibujo figura esta leyenda: Anaximeno
adora a su Dios.
- Segundo dato. Casi cien años antes de la muerte de Jesús, el
gran orador romano Cicerón afirmaba que la cruz ni siquiera debía
nombrarse entre ciudadanos romanos, por ser la más cruel y la
más vergonzosa de las penas de muerte. ¿A quién se le podía
ocurrir la idea de un Hijo de Dios crucificado? ¿Quién podía tener
la extraña idea de montar una nueva religión sobre esa imagen?
c) Por lo tanto, el escándalo mayor del cristianismo no está en
que un tal Jesús de Nazaret sea venerado como Hijo de Dios, sino
en que el Hijo de Dios sea un crucificado. Los dos datos anteriores
nos lo muestran. Cualquier hombre moderno experimenta el mismo
choque, si lo piensa un poco. Un famoso maestro del budismo-zen
ha dicho: Cada vez que veo la imagen de Cristo crucificado, no
puedo por menos de pensar en el abismo que media entre el
cristianismo y el budismo.
CZ/ESCANDALO: La cruz es lo más indigesto, lo más
escandaloso del cristianismo. Lo mismo que los discípulos y
primeros cristianos, Pablo experimentó también el escándalo;
primero el suyo propio, luego el de la gente a la que anunciaba el
evangelio. Y lo plasmó en sus cartas de mil maneras; por ejemplo
en estas dos frases impresionantes: «Jesús se hizo por nosotros
un maldito». (/Ga/03/13); anunciar a un Hijo de Dios crucificado es
«un escándalo para los judíos, una locura para los paganos»
(/1Co/01/23). Pero ahí mismo encontraba el mayor motivo de fe,
porque semejante evangelio no puede ser obra humana y mucho
menos extenderse tan rápidamente.
De pronto, el titulo de Hijo de Dios se nos ha vuelto tan humano,
tan cercano, tan poco glorioso, que nos deja totalmente
desconcertados. ¡Humano hasta lo doloroso, lo humillante y lo
ilógico! ¡Humano hasta lo incomprensible! En esa cruz han tenido
cabida todos los dolores y desgracias humanas, todas las luchas y
todas las esperanzas, desde los esclavos hasta los oprimidos, los
marginados y los revolucionarios. Quizás sea ésa la razón de su
fuerza. La ilógica de Dios se revela como más sabia y potente que
la lógica humana. Nos obligas, Jesús, a cambiar todos nuestros
esquemas.
E. QUINTA PARTE:
CUATRO CONCLUSIONES
20. Los títulos mesiánicos quedan completamente
transformados
¿Por qué no entendían los discípulos la idea de un mesías
crucificado? Porque son dos palabras opuestas para el sentido
común, que nunca pueden ir juntas. Las juntó Jesús con su vida, y
eso ha trastocado nuestra lógica religiosa. Todos los títulos de
Jesús han quedado completamente modificados por la cruz.
- ¿Profeta? Sí, pero un profeta que grita desde la cruz.
- ¿Enviado de Dios? Sí, pero un embajador de Dios que carece
de ventajas, y no tiene otras credenciales que la de operar como
cualquier mortal, sin poderes especiales, con sólo la fuerza de su
amor.
- ¿Mesías? Sí, pero no un guerrero triunfador, sino el mesías
de los pobres y de la cruz, que triunfa por el amor y el
compromiso.
- ¿Señor? Si, pero un señor que se pone él mismo el delantal
para servir, que lava los pies, y se hace el esclavo de todos.
- ¿Hijo de Dios? Sí, pero un Hijo de Dios crucificado, que
aprendió su oficio subiendo a la cruz y haciendo fraternidad con
los pequeños, con los inútiles y los indignos, para salvarnos así a
todos.
De esta forma, lo que eran títulos de nobleza de una sociedad
conservadora, se convirtieron en títulos provocativos contra los
poderes y las clases dominantes de todos los tiempos, y en títulos
evocadores de un Dios distinto y de una sociedad nueva.
21. Dios es distinto de lo que creíamos
En la cruz han muerto, junto con nuestros esquemas religiosos,
todos los dioses falsos: los que tenían los paganos y los que
tenemos los cristianos; los que afirmamos los creyentes y los que
niegan los ateos. No sólo han quedado muertos los dioses más
bastos (el dios Dinero, el dios Explotación, el dios Poder, el dios
Fama, como el dios Prestigio Social, y otros semejantes), sino
otros dioses más refinados, como el dios Indiferente y Lejano, de
los filósofos; el dios Lógico, afirmado o negado por la razón; el dios
de la Ley, que llevó a Jesús a la cruz; el dios Conservador, de los
grupos dominantes; el dios puramente Religioso y puramente
Divino, de esos mismos grupos y de todas las gentes interesadas;
el dios Presentable, de las personas sensatas... En la cruz se han
roto nuestros esquemas y nuestros dioses.
Y ¿quién ha aparecido? Ha aparecido Aquél que baja a la
arena del mundo, a sufrir con los que no tienen salida, y a luchar
con los que buscan una salida para todos. Ha aparecido Aquél a
quien Jesús llamaba Abba, papá: el Dios cercano; el Dios que sólo
sabe amar y que ama gratis; el Dios desconcertante, que ama y
acoge a todos; el Dios escandaloso que, para sacar adelante a
todos, toma partido, escandalosamente, a favor de los de abajo,
los pobres, los pecadores y los desgraciados; el Dios que juzga a
cada uno según su grado de amor; el Dios, en fin, que nos
muestra que todos somos pecadores, y más que pecadores,
idólatras, porque adoramos los dioses explotadores del Dinero y el
Poder, o/y los dioses sensatos de la razón, la lógica, la
conservación, la sola religión y la sociedad bien establecida.
La cruz nos obliga a matar a todos los dioses, para buscar al
único Dios que nos saca de la esclavitud y la ceguera de los falsos
creyentes y de los ateos. Jesús, desde la cruz, es el único que
puede ponernos en contacto con él. Desde la cruz nos invita a
entablar con su Padre relaciones de amistad, amistad sin reservas,
amistad de todos los días y todas las horas, incluso las horas
negras del pecado. Y más que relaciones de amistad, relaciones
de hijos adultos, como las de El, que ha subido a la cruz para
hacernos también a nosotros hijos de Dios. Realmente, Dios es
distinto de lo que habíamos pensado.
22. El ser humano también es distinto de lo que creíamos
J/REVELADOR-DEL-H: Nos habíamos propuesto conocer a
Jesús, pero él nos obsequia con un regalo inesperado: nos revela
el verdadero rostro de Dios: «Nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y
aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Pero aún nos hace otro
gran regalo: nos revela al ser humano; nos muestra el valor de
cada hombre y de cada mujer.
Sí, la medida y la talla de cada ser humano la da Jesús, y no la
filosofía, ni la ciencia, ni la psicología de la autorrealización. Si uno
de nosotros, llamado Jesús de Nazaret, es el Hijo de Dios, todos y
cada uno de los seres humanos, estamos destinados a llegar a ser
hijos de Dios, porque hemos recibido la capacidad de «reproducir
los rasgos de Jesús» y hacernos «sus hermanos» (Rm 8,29). He
aquí la gran revelación acerca del ser humano.
No somos, pues, ese ser rastrero que aparece muchas veces
en nosotros; ese amasijo de envidia, soberbia y pasiones
incontroladas. Somos semilla de hijos de Dios. Y lo somos
comunitariamente, porque Jesús vino a formar, con todos los seres
humanos, la comunidad de sus hermanos, la comunidad de los
hijos de Dios (Jn 11,52). Esta es nuestra medida, personal y
comunitaria. Por eso cada ser humano incluso el más pobre,
deteriorado o degradado es alguien único, insustituible e
inmanipulable; y tiene todos los derechos del más considerado de
los humanos. Más aún: en esos seres más pobres, deteriorados y
degradados se manifiesta de forma especialísima el rostro del Hijo
de Dios crucificado, y por ellos se medirá nuestra autenticidad
cristiana, como dice la parábola del juicio de las naciones (Mt
25,31-46).
A-DEO/A-H: Ahora se aclaran muchas cosas. No hay oposición
entre lo divino y lo humano. No se abaja a Dios por ensalzar al ser
humano, sino todo lo contrario. La gloria de Dios está en que el
ser humano viva, y viva a tope. El culto de Dios consiste en dar
culto al Hijo de Dios y a todos los hijos de Dios. El servicio a Dios
se realiza en el servicio a los hijos de Dios. El amor a Dios es falso
cuando no pasa por el amor a los hijos de Dios. El verdadero
cristianismo consiste en comprometerse por el Reinado de Dios,
que es el bien del ser humano. Sí, es verdad: el Hijo de Dios
crucificado nos revela nuestra medida. El ser humano, todo ser
humano, es mucho más de lo que creíamos: tiene valor infinito.
23. Para acabar, volvamos al centro
El eje y el motor de Jesús está en la pasión por el Reinado de
Dios. Y esto es así porque, al ser el Hijo de Dios, es también el
mayor de una multitud de hermanos, formada por toda la
Humanidad. El eje y motor del cristiano debe ser también, en unión
con Jesús, el Reinado de Dios, por encima de otros aspectos, que
no deben despreciarse, pero que deben colocarse en su debido
lugar.
El RD está ligado fundamentalmente a los pobres, marginados,
descreídos y pecadores, por varias razones: porque así lo vivió
Jesús; porque en la cruz, Jesús quedó reducido a uno de ellos;
porque ellos nos muestran los puntos oscuros del RD y sus vías
de realización. Los pobres no son, pues, un punto más del
evangelio, sino el punto central, por estar totalmente ligados a
Jesús. En consecuencia, el eje y motor del cristiano deben ser los
pobres, junto con el RD y con Jesús.
Jesús aprendió el oficio de Hijo de Dios en el compromiso, en la
oposición y en la cruz. La cruz nos revela la profundidad de la
filiación divina de Jesús: Hijo de Dios crucificado. También
nosotros, que estamos llamados a hacernos hijos de Dios con
Jesús, aprenderemos y realizaremos la medida de nuestra
vocación, en el seguimiento de Jesús crucificado y resucitado.
especialmente a través del compromiso total con el RD.
GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN
G U Í A N.° 1
A. Grupo pequeño
Comentar el N.° 2 de la catequesis.
Hacer un comentario personal.
Para mi ¿qué es lo más importante de la vida?
B. Oración comunitaria
Con /Lc/08/22-25.
Breve explicación del pasaje
J/ADMIRACION: Lo que más nos interesa de este pasaje es la
pregunta que se hacen los discípulos: ¿Quién será éste? El
asombro y la admiración fueron constantes entre sus
acompañantes cercanos y toda la gente que seguía a Jesús. Las
razones de tal actitud están en su autoridad: autoridad de su
persona, que está por encima del ambiente, las circunstancias y
los intereses; autoridad de sus signos, que ponen de manifiesto su
señorío. Este pasaje, como otros muchos, destaca esa autoridad y
la consiguiente interrogación, mezcla de admiración y miedo.
Subrayamos esta pregunta que también nos hacemos nosotros:
¿Quién será éste? (v. 25). Nos interesa desarrollar
permanentemente ante Jesús la admiración, el deseo y la
búsqueda. ¿De dónde nace esa autoridad?
El relato puede tener su origen en uno de los muchos viajes o
excursiones de Jesús y los primeros discípulos por el Lago de
Genesaret, llamado también Mar de Galilea. Era un lago muy
propenso a fuertes huracanes por las montañas que lo
flanqueaban al norte, con las consiguientes tormentas aparatosas.
Cualquiera de las tempestades que soportaron airosamente, con
palabras de autoridad de Jesús, pudo formar la tradición que dio
lugar al pasaje actual. Se trata de un relato muy simbólico, puesto
que, para los israelitas, el mar era el asiento de los espíritus
malignos. Como decíamos antes, la autoridad de Jesús aparecía,
no sólo en sus enseñanzas, sino también en sus signos
mesiánicos, que eran sobre todo signos de poder sobre el mal,
sea la enfermedad, sean los demonios.
La forma en que el pasaje nos presenta a Jesús, increpando a la
tempestad, es un modo de resaltar su autoridad: Subrayamos
también esas palabras: "increpó al viento y al oleaje; se
apaciguaron y vino la calma» (v. 24). Pero no sólo estas palabras,
sino todo el pasaje es una proclamación de la autoridad de Jesús,
proclamada desde la fe pascual.
Por eso mismo es también una invitación a la fe y confianza. Si
vamos en la barca de Jesús, no podemos hundirnos. De ahí esa
especie de queja o critica de Jesús, que también podemos
subrayar: ¿Dónde está vuestra fe? (v. 25). Subrayar dos cosas
más:
a) La palabra dormido (23), que tiene significado simbólico; a
menudo Jesús parece que no nos ayuda, que se habrá dormido;
pero está y está activo.
b) La plegaria de los apóstoles: Maestro, Maestro, que nos
hundimos (24), una plegaria que debo hacer intensamente en las
tentaciones.
En resumen: victoria sobre el mal, autoridad de Jesús, asombro,
interrogación y confianza plena.
Para orar me meto en la escena como un discípulo más,
contemplo a Jesús y hago un acto de fe en su poder. Ha venido
para iniciar el RD, por la eliminación del mal y el establecimiento de
la solidaridad universal. Y lo ha iniciado de hecho con su propio
compromiso y con su vida. ¿Quién es éste?, me pregunto yo
también con admiración y ganas. ¿Quién eres tú? Lo contemplo
largamente asombrado. Le pido que elimine el mal que hay en mi y
que suscite un ejército numeroso de creyentes, que luche contra el
mal del mundo. Desarrollo también sentimientos de plena
confianza en Jesús. Puedo utilizar la canción «Si vienes conmigo»
(Gritos y plegarias, 147).
G U Í A N.° 2
A. Repaso de la catequesis
Leo despacio en clima de oración, los números 1-12 de la
catequesis. Anoto o subrayo lo principal. Trato de sacarle jugo y
de asimilarlo.
El cuestionario siguiente tiene como finalidad comprobar si he
asimilado bien esas páginas. Por lo tanto, no basta contestar
escolarmente. Lo principal es la lectura jugosa.
1. ¿Qué pruebas tenemos de que Jesús no era serio y seco de
carácter, sino muy alegre?
2. ¿Qué es lo más importante de la vida para la madre Teresa
de Calcula?
3. Jesús ¿fue neutral? ¿En qué se basan los que tienen esta
idea? ¿Cuál es, pues, la respuesta correcta?
4. ¿Cuál es el concepto bíblico de milagro? ¿Qué es lo decisivo
y lo no decisivo en la actuación de Jesús, tanto en las narraciones
extraordinarias como en lo demás?
5. Jesús ¿lo sabia todo y lo podía todo? ¿Actuaba con ventaja
respecto a nosotros? ¿Qué sabiduría y poder tenía Jesús y cuál
no tenía?
6. Hay dos formas de conocer a Jesús ¿Cuál es la más
importante? ¿Es también la única?
7. ¿Qué actitudes debemos tener al estudiar esta catequesis?
B. Aplicación personal
Con el N.° 16 de la catequesis.
Utilizar el método del mismo nombre. Ver el tema
ORA/REUNIONES, Nº 11.
C. Oración
Con /Mt/04/01-11.
Breve explicación del pasaje
Este pasaje tiene una importancia excepcional. Hay teólogos que
lo consideran como el más importante de los evangelios. Sin
embargo ¿no parece una página mítica, que actualmente carece
de fuerza? Ese es únicamente el ropaje literario. Bajo esas
escenas tan imaginativas se nos da un resumen de la vida de
Jesús y de sus características principales. La base del relato
puede estar en un retiro de oración y ayuno que quizá realizó
Jesús al comienzo de su vida pública, en alguna zona desértica de
Judea, donde había unas mínimas condiciones para vivir. Pero el
relato se refiere a toda la vida de Jesús, y refleja tentaciones bien
reales, y no puras imaginaciones calenturientas.
Las tres escenas representan tres grandes capítulos de
tentaciones.
- Tentación del pan, de los bienes materiales y de la riqueza,
que se le presenta en dos direcciones: a) utilizar el poder religioso
para resolver necesidades materiales; b) sacar bienes materiales
del poder religioso y de la misión apostólica.
- Tentación del prestigio, y de la gloria, en la escena del alero
del templo. Es la invitación a utilizar a Dios y a la religión para
obtener prestigio por medio de prodigios llamativos, con el fin de
embaucar a la gente y realizar la misión apostólica con facilidad.
- Tentación del poder, la de los reinos del mundo. Es la
propuesta de utilizar a Dios y a la religión para conseguir poder y
dominio sobre el mundo. Esta es la peor tentación, que estaba
presente en las anteriores, pero que aparece ahora abierta y
descaradamente: postrarse ante el dinero, la gloria o el poder,
cuando sólo hay que postrarse ante Dios. Jesús también se
muestra más tajante si cabe.
J/TENTACION: La colocación de este pasaje tiene gran
importancia para comprender todo su significado. Esta puesto
después del bautismo, en el que Jesús recibe el Espíritu y es
consagrado Hijo predilecto de Dios; y antes de la vida pública. De
esta forma, esta página viene a ser una síntesis anticipada de toda
la vida de Jesús y el contrapunto del relato brillante del bautismo;
pues nos muestra que realizó su filiación igual que los demás
seres humanos, es decir, en lucha contra las tentaciones, en
sumisión a la voluntad de Dios, sin ventajas ni privilegios.
¿Pasó Jesús por estas tentaciones? El pasaje nos dice lo
siguiente.
- Primero, Jesús fue tentado como cualquiera de nosotros.
Padeció tensiones ante las diversas vías de realizar su misión, más
cómodas, fáciles y brillantes que la que correspondía a la voluntad
de Dios. Recibió ofertas tentadoras, que parecían buenas, pero
que no iban con el querer de Dios. El encontronazo que tuvo con
Pedro (Mc 8, 32-33) es un caso claro de esto último. Posiblemente
las sugerencias principales fueron dos: reservarse en la entrega y
el compromiso, y optar por un mesianismo más brillante (lo de
hacerle rey, etc.).
- Segundo, Jesús no gozó de ventajas y privilegios, sino que
tuvo que bajar a luchar en la arena, como cualquiera de nosotros.
No tuvo medios materiales, ni poderes especiales, ni prodigios
extraordinarios, ni su mesianismo fue espectacular, como
esperaban los judíos. Esto se ve a todo lo largo de los evangelios,
aunque a veces aparezca envuelto en prodigios. Tuvo que buscar,
decidir, arriesgarse y luchar como cualquiera de nosotros. No tuvo
garantías y seguridades. No sabia con claridad su camino. Y
muchos le dieron la espalda.
- Tercero, fue Hijo de Dios en su condición humana, débil y
pequeña, en la tentación, la prueba y la carencia de ventajas.
Todo esto, tan llamativo, lo afirma claramente el pasaje El uso
en condicional del título de Hijo de Dios (si eres...) tiene un claro
significado afirmativo (ya que eres), que sugiere honores, ventajas
y privilegios. Pero el pasaje nos muestra que no fue así, sino todo
lo contrario. Menos ventajas que nosotros, y más dificultades. La
culminación de sus pruebas fue la pasión y muerte en cruz, como
los indeseables de baja condición. El texto paralelo del evangelio
de Lucas alude a ello, cuando dice, al final del relato, que «el
diablo se marchó hasta su momento» (ver Lc 4, 13).
Este pasaje contiene cuatro grandes enseñanzas para nosotros,
a saber:
Primero, nos dice cuáles son los caminos de Dios para extender
el evangelio y construir su Reino: no los de la facilidad, sino los de
Jesús.
- Segundo, nos muestra las grandes tentaciones de la Iglesia y
de los cristianos, especialmente de las jerarquías y de cuantos
tienen peso en la Iglesia o en la sociedad: la riqueza, la gloria, el
poder. Las tres tienen en común la utilización de Dios en provecho
propio, y la cobertura religiosa para conseguir otros objetivos,
personales o políticos.
- Tercero, nos enseña, por el comportamiento de Jesús, cómo
hemos de enfrentarnos a las tentaciones y vencerlas:
- Ante todo, con la fuerza de Dios y de su Palabra. Jesús
responde a cada tentación con la Palabra de Dios. No se trata de
tener en cada caso una frase de la Biblia en la boca, sino de
recurrir a Dios y a su Palabra.
Segundo, desde el primer instante, con energía, sin
parlamentar con el enemigo. Tal es la firmeza que vemos en
Jesús.
Subrayar: desierto (v. 1); si eres Hijo de Dios di que estas
piedras se conviertan en panes (3); no sólo de pan vive el hombre
(4); el alero del templo (5); Si eres Hijo de Dios, tírate abajo (6); No
tentarás al Señor tu Dios (7); le mostró todos los reinos del mundo
(8); Te daré todo esto si te postras y me rindes adoración (9);
Vete, Satanás (10); Al Señor, tu Dios. rendirás homenaje y a él
solo (10).
Oración. Este pasaje se presta para orar muchas veces.
Proponemos tres líneas:
- Ante todo, la contemplación de Jesús, tentado, probado, débil,
carente de ventajas, humanamente vencido en la cruz. Pasar largo
rato con esta contemplación amorosa. Sentir a ese Jesús tan
humano, tan cercano, tan como nosotros. Admirarlo, quererle y
decidirse por El.
- En segundo lugar, mis propias tentaciones, debilidades,
dificultades. Reconocerlas. Aceptarlas. Presentárselas a Jesús.
Pedirle ayuda con confianza e insistencia. Darle gracias por haber
llegado hasta aquí.
- Tercero, los caminos de Dios, tan distintos de los humanos.
Aprender de Jesús esos caminos. Pensar en mi camino según
Dios. ¿Qué quiere Dios de mí? Tener confianza. No me llevará al
fracaso, sino al triunfo.
- Cuarto, aprender de Jesús a enfrentarse a las tentaciones,
sean las que fueren. Es un aprendizaje muy importante. Se realiza
por la contemplación, la admiración, el diálogo y el seguimiento.
D. Otra oración
Para hacer otro rato de oración, nada mejor que repetirla con el
mismo pasaje.
Si alguno quiere otro material, puede utilizar el duro
enfrentamiento de Jesús con su querido discípulo Pedro (Mc 8,
32-33). ¿Por qué se enfada Jesús? Porque Pedro quiere apartarle
de su camino y llevarle a un compromiso más fácil, menos
peligroso.
G U Í A N.° 3
A. Repaso de la catequesis
Leer despacio los números 13-19. Como siempre, se trata de
lectura espiritual, es decir, lenta, reflexiva y hasta orada, con
breves invocaciones.
1. ¿Cuáles eran las dos soluciones fáciles para definir a Jesús?
Explicar la contestación.
2. ¿Cual fue el eje y motor de Jesús? ¿Fue acaso Dios a secas?
3. Hijo de Dios crucificado. Señala las tres ideas contenidas en
la palabra crucificado acerca del Hijo de Dios. ¿Por qué es una
expresión escandalosa?
4. El RD ¿consiste en una sociedad teocrática? ¿En qué
consiste? ¿Qué lugar ocupan en él los pobres?
5. ¿Cuál fue la primera gran herejía o error acerca de Jesús?
¿Por qué es llamativo que fuera la primera? ¿Pueden quedar
restos de la misma hoy en día en los cristianos? ¿Cómo fue la
relación de Jesús con Dios? ¿Qué nombre le daba? Las palabras
«nos atrevemos a decir», que pronuncia el sacerdote en la
eucaristía antes del padrenuestro ¿qué nos muestran?
7. ¿Qué es lo que afirmamos cuando decimos: «Jesucristo, Hijo
de Dios»? Resumir lo principal.
B. Aplicación personal.
Con los números 2 y 5 de la catequesis.
Seguir el método del mismo nombre.
C. Oración
Con /Lc/15/01-07.
Breve explicación del pasaje
Este pasaje consta de dos partes: a) Una introducción (v. 1-2);
b) la parábola (v. 3-7)
- La introducción. Vale para las tres parábolas del capitulo y
tiene gran importancia, porque nos aclara el significado profundo
de las mismas. Para entender el hilo de la argumentación,
conviene fijarse en el v. 3. Resulta que Jesús anda rodeado de
gente mala (recaudadores y descreídos). Los buenos (fariseos y
letrados) le critican por ello. Su argumento es muy sencillo, como
se ve en otras partes del evangelio: Si éste fuera un profeta de
Dios, no andaría con esa gente (ver Lc 7,39). Y aquí viene el v. 3:
«Entonces, les propuso Jesús esta parábola» y las dos siguientes,
que hablan de la misericordia de Dios. En resumen: estas tres
parábolas están puestas aquí para justificar el extraño
comportamiento de Jesús, que se hace cercano a los más
indeseables. Y su justificación consiste en mostrar que Dios es
cercano y misericordioso para con esa gente, y que por eso mismo
lo es también él.
- La parábola. Recarga deliberadamente algunos puntos para
llamar la atención. Uno de ellos es el de las cien ovejas. El oficio
de pastor estaba considerado como una profesión deshonrosa,
profesión de pecador. Pues bien, en la parábola ese pastor es de
abandonar las noventa y nueve ovejas, cosa contraria a la
costumbre, si no quedaba al cuidado de ellas otro pastor de la
misma dehesa. Al poner estos dos datos llamativos, uno
exagerado y el otro contrario a la costumbre, la parábola pretende
acentuar el interés de Dios y de Jesús por los perdidos y los
pecadores.
El centro de la parábola es el perdón, la rehabilitación y la
alegría de Dios (v. 7). Dios no es lejano y justiciero, sino cercano y
amigo de los pecadores y mal vistos. Los ama incondicionalmente
y busca para ellos vida y dicha plena. Jesús, también: es el mesías
del perdón, del amor, de la salvación y de la alegría. Es el mesías
de los pecadores, los mal vistos y los pobres. Su amor es
universal, pero no neutral; para alcanzar a todos, opta por los mal
vistos, los pecadores y los pobres. La figura del pastor que lleva
sobre sus hombros la oveja perdida es la viva imagen de Jesús.
Se pueden subrayar las siguientes palabras: Recaudadores y
descreídos solían acercarse en masa para escucharlo (10);
entonces les propuso esta parábola (3); ¿no deja las noventa y
nueve (4); se las carga en los hombros (5); reúne a los amigos (6);
dadme la enhorabuena (6); lo mismo pasa en el cielo (7); da más
alegría un pecador que se enmienda (7).
La oración con este pasaje ofrece muchas posibilidades.
a) Identificarse uno mismo con la oveja perdida; verse pecador,
necesitado de conversión.
b) Contemplación de Jesús, rodeado de pecadores, mal vistos y
pobres. Verle pronunciar esta parábola y, al decirla, desvelarnos el
rostro de Dios y el suyo: hombre cercano al desecho de la tierra,
que toma partido por los últimos, para salvar a todos. Ver la
imagen del buen pastor.
c) A partir de esta parábola, contemplar el amor desconcertante
de Dios y gozar con él. Dios me quiere de forma increíble. Hacer
muchos actos de confianza. En cualquier caso, conviene que sea
una oración muy afectiva.
D. Otra oración
Con la plegaria La oveja perdida. (Gritos y plegarias, 283).
G U Í A N.° 4
A. Repaso de la catequesis
Números 20-23 de la catequesis. Como es poco, puedes releer
algunos de los números anteriores que más te hayan llegado.
1. Dios es distinto de lo que creían los filósofos y las religiones
no cristianas. ¿Cuáles son los rasgos de Dios que nos ha
mostrado Jesús?
2. El Dios que nos muestra Jesús resulta escandaloso. ¿Por qué
y para quiénes?
3. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar. De esta sentencia de Jesús, explicar las palabras
que están en cursiva.
4. Jesús nos muestra que no hay oposición entre lo humano y lo
divino. ¿Por qué no la hay?
5. En Jesús, los títulos mesiánicos quedan totalmente
transformados en títulos provocativos y evocadores. Explicarlo con
tres o cuatro ejemplos. ¿Provocativos y evocadores para quién?
6. Jesús nos da la medida y la talla del ser humano. ¿Cuál es
esa talla? ¿Qué consecuencias personales y sociales tiene ésto?
B. Aplicación personal
Con el N.° 21 de la catequesis, método del mismo nombre.
Se trata de ver quién es Dios para mi; cómo son mis relaciones
con Dios; si he destruido con la cruz de Jesús mis falsas imágenes
de Dios, etc.
C. Oración
Con /Lc/13/10-17.
Breve explicación de este pasaje
El compromiso de Jesús con los pobres, pecadores, dolientes y
marginados, aparece a lo largo de todo el evangelio. Elegimos
como ejemplo un relato entre otros muchos. Este pasaje contiene
además dos enseñanzas importantes: la condena del legalismo y
la primacía del amor sobre la ley.
- El compromiso de Jesús está en las circunstancias del hecho:
curación en sábado y en la sinagoga. Su conducta resulta una
provocación, como se ve por la fulminante reacción del jefe de la
sinagoga; reacción lógica, si pensamos que a Jesús le bastaba
haber esperado al día siguiente. El evangelista no se detiene en el
aspecto prodigioso de la curación. El problema del milagro, tal
como nos lo planteamos hoy en día, no existía en aquel momento.
Simplemente, una curación realizada de esta forma era para ellos
un signo de Dios. Pero los hechos maravillosos no dan
automáticamente fe, como se ve en la reacción del jefe de la
sinagoga. Hace falta, simultáneamente, verlos con fe.
La enfermedad de la mujer se atribuye a un espíritu o demonio,
según la creencia de la época. Nosotros no podemos verificar
tampoco ese punto. Pero sí podemos ver, en esta actuación de
Jesús, no sólo la ayuda a un necesitado, sino, además, la lucha
contra el mal y la lucha contra el legalismo. Con estos datos, el
compromiso de Jesús aparece en toda su dimensión. Su doble
acción aplicarle las manos y decirle palabras liberadoras nos
sugiere abiertamente la liberación del pecado y de la opresión
social. Este comportamiento le acarreó gravísimas
consecuencias.
- La condena del legalismo. Este punto queda perfectamente
claro en la argumentación de Jesús. Si en sábado se puede
desatar a un animal para llevarlo a abrevar, ¡con cuánta más razón
se puede desatar de sus cadenas a una persona! La palabra
hipócritas remacha desde el principio toda la argumentación. En
otro lugar dirá Jesús que la ley está al servicio del ser humano y
no viceversa (ver Mc 2, 27-28). El legalismo queda condenado sin
paliativos. La fuerza de la argumentación de Jesús queda
subrayada por la frase final: sus adversarios se abochornaban, la
gente se alegraba (v. 17).
Pero en esta argumentación merece destacarse otro dato: todo
el lenguaje es de liberación. «Satanás la ató», «había que soltarla
de su cadena» (v. 16). El gesto liberador de la curación queda
confirmado por la argumentación final. Jesús vino a traer la
liberación del pecado y de la opresión. La fe en Jesús es más que
una religión: es un movimiento mesiánico de liberación plena
pecado y opresión, en el que el sábado queda supeditado al
servicio liberador del ser humano.
- La primacía del amor aparece en el compromiso de Jesús y en
su argumentación. La referencia a la persona humana que antes
destacábamos, acentúa también la primacía del amor, sobre todo
cuando la persona es doliente y oprimida, como en este caso.
Podemos subrayar: sábado, (10); sinagoga, (10); enferma,
encorvada, (11); mujer, quedas libre de tu enfermedad, (12); le
aplicó las manos, (13); el jefe de la sinagoga, indignado porque
había curado en sábado, (14); hay seis días de trabajo, (14);
hipócritas, (15); al buey o al burro, (15); aunque sea sábado, (15);
a ésta que es hija de Abraham, (16): ¿no había que soltarla de su
cadena en sábado?, (16); se abochornaban sus adversarios, (17);
la gente se alegraba (17).
Para orar puedo utilizar varias vías.
- La primera y principal es la contemplación de Jesús liberador,
comprometido, lleno de amor, valiente, que afronta por amor el
legalismo y aparato religioso representado en el jefe de la
sinagoga. No temió las consecuencias, porque amaba mucho,
especialmente a los débiles y dolientes.
- Otra vía es la de meterme en la persona de la mujer encorvada
y verme a mí mismo atado por el pecado, y por los falsos dioses:
dinero, prestigio social, poder. Jesús desea liberarme. ¿Quiero
realmente ser liberado por él?
- Tercera vía: después de liberarme, Jesús me envía a liberar a
otros; a comprometerme por la justicia y por la fe. Me da su gracia,
su fuerza, su compañía. ¿Me negaré a seguirle, después de lo
mucho que he recibido? Le pido mucha ayuda, cálidamente, le doy
gracias, me ofrezco, etc., con gran confianza.
D. Otra oración
Siempre es mejor repetir la anterior o cualquiera de las
anteriores, que usar nuevos materiales.
Si quiero un material distinto puedo utilizar la plegaria siguiente
«Yo soy tu liberación» (Gritos y plegarias, 303).
G U Í A N.° 5
A. Balance personal del mes
1. Mi estado de ánimo. ¿Cómo estoy: bien, mal, bajo, a gusto,
nervioso? ¿Cómo estoy en general, en el conjunto de mi vida?
¿Por qué estoy bien o mal?
2. Mi trabajo durante este mes en la comunidad.
a) La catequesis: ¿Me ha gustado? ¿La he trabajado mucho?
¿Estoy contento de mi es- fuerzo?
b) Asistencia y puntualidad.
c) Participación en las reuniones. ¿Suficiente, acertado,
amorosa, critica, desconsiderado, me he inhibido?
d) Esfuerzo de cambio en casa, el trabajo, los amigos, el
carácter, etc.
3. El programa de este año ¿cómo va?
a) En conjunto.
b) En concreto, lo que se haya señalado para repasar más a
fondo. En síntesis: ver si avanzo o no, y contar datos, no teorías.
B. Balance comunitario
1. ¿Qué tal marcha la comunidad en mi opinión?
a) Juicio global, basado en datos.
b) Puntos que deben mejorar.
2. ¿Qué tal han actuado el equipo de turno y los responsables?
3. ¿Qué hemos hecho para fomentar la amistad, la
comunicación, el sentido comunitario? ¿Cuánto tiempo hace que
no realizamos una salida o excursión?
C. Oración
Con /Lc/08/19-21.
Breve explicación del pasaje
En este pasaje, el evangelista ha querido subrayar la necesidad
de realizar la palabra de Dios, y no quedarse en el mero
conocimiento de la misma. Esta intención se ve claramente en dos
datos:
a) La frase final del pasaje: escuchar el mensaje de Dios y
ponerlo por obra.
b) La colocación del pasaje después de la parábola del
sembrador, que nos dice que «la semilla es el mensaje de Dios»
(v. 11). Así, pues, el pasaje tiene una orientación clara, que
podemos resumir en la frase siguiente: No basta escuchar la
palabra de Dios. Es preciso ponerla en práctica. Los que tal
hacen, son los verdaderos parientes de Jesús. Se puede subrayar
desde «Mi madre» hasta el final.
Pero este pequeño pasaje encierra mucha riqueza y sugiere
otros datos y enseñanzas de gran interés:
a) Nos manifiesta las dificultades de Jesús con sus parientes,
que no le entendían. Lucas suaviza este punto; Marcos lo pone
más duro.
b) Muestra la fe de María, que se sostuvo y creció en oscuridad,
hasta el Calvario y la Pascua.
c) Desvela también el misterio personal de Jesús, que sólo se
casó con la voluntad de Dios, y con la Iglesia que nacía en sus
primeros discípulos. El celibato de Jesús es expresión de su
entrega radical al Reinado de Dios.
d) También vemos en este pasaje el amor universalista de
Jesús, que supera los lazos de parentesco y patria.
A nosotros nos interesa destacar especialmente su entrega
radical al Reinado de Dios. En efecto, este breve pasaje deja
claramente al descubierto que el eje y motor de Jesús era la
voluntad de Dios, el Reinado de Dios. Ni los lazos de la sangre
cuentan para él. En los otros dos sinópticos, ante el anuncio de
que su madre y parientes le buscan, reacciona casi con ira:
¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? (ver Mc 3,33). El vive
únicamente para llevar adelante el proyecto de Dios. No le interesa
nada más que el Reinado de Dios. Por eso sus verdaderos
parientes son los que están igualmente orientados a la voluntad de
Dios. Incluso María será dichosa, no por ser su madre, sino por su
fe y por poner en práctica la palabra de Dios (ver Lc 1,45;
11-27-28).
Este es, pues, uno de los pasajes en que se ve que el único
absoluto de Jesús era Dios y su voluntad; que el Reinado de Dios
era el eje y motor de su vida; y que era un apasionado de ese
Reinado, y por tanto de los pobres.
Para orar con este pasaje, revivo la escena, me pongo entre los
apóstoles con mis compañeros de comunidad y Jesús en medio.
Veo con admiración su radicalidad, su pasión por el RD, y oigo sus
palabras. Deseo ser como él. Se lo pido. Hablamos mucho de esto:
que el RD sea también el eje y motor de mi vida; que me
comprometa al máximo como El; que no me aten los lazos
familiares y que sea capaz de renunciar a todo por el RD, si El me
lo pide. Sigo contemplándole sin descanso, hasta dejarme
impregnar por El. Hago muchos actos de confianza.
D. Otra oración
Con el poema El rebelde.
Si me resulta largo, tomo sólo uno o dos trozos, y la idea
central: El rebelde.
(Gritos y plegarias, 376).
PATXI-LOIDI
CONOCER A JESUCRISTO
Cuadernos FE Y JUSTICIA 4
Ediciones EGA. Bilbao-1987