ASAMBLEAS FAMILIARES
VIVIR CON CRISTO POR LOS SACRAMENTOS
LECTURA BÍBLICA
(Sírvanse buscar todos el Evangelio según San Juan, cap. 6,
35-47.)
«Dijo Jesús: Yo soy el pan de Vida: el que viene a Mí, ya no
tendrá hambre, y el que cree en Mí, jamás tendrá sed. Pero yo os
digo que vosotros me habéis visto y no me creéis; todo lo que el
Padre me da viene a Mí y al que viene a Mí, yo no le echaré fuera,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió.
Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada
de lo que me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Porque
ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que vea al Hijo y crea
en El, tenga la vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día.
Murmuraban de él los judíos porque había dicho: Yo soy el Pan
que bajó del cielo, y decían: ¿no es éste Jesús, el hijo de José.
cuyo padre y madre nosotros conocemos?... Pues ¿cómo dice
ahora: Yo he bajado del cielo?... Respondió Jesús y les dijo: No
murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a Mí si el Padre, que
me ha enviado, no le trae; y Yo lo resucitaré en el último día.
En los Profetas está escrito: 'Y serán todos enseñados de Dios'.
Todo el que oye a mi Padre y recibe su enseñanza viene a Mí; no
que alguno haya visto al Padre sino sólo el que está en Dios; ése
ha visto al Padre. En verdad, en verdad, os digo: el que cree tiene
la vida eterna».
¡Palabra de Dios!
* * *
1. ¿Qué son los Sacramentos?
SOS/QUE-SON: A través de nuestros mensajes y diálogos
anteriores, nos ha quedado clara esta idea: el personaje central,
alrededor del cual gira todo el plan salvador de Dios, es Cristo.
Dios hubiera podido salvarnos del pecado y de la muerte
simplemente perdonándonos, sin más. Por su voluntad quiso que
el hombre retornara a su Creador a través de su Hijo hecho
hombre.
Durante el tiempo de su vida mortal, el Hijo de Dios no necesitó
de ningún intermediario, fuera de su santa humanidad, para
santificarnos y salvarnos.
Sin embargo, la presencia visible y corporal de esa humanidad
no permanecería para siempre entre nosotros. Antes de ascender
al cielo y mientras llega el momento de su retorno, al final de los
siglos, nos dejó instrumentos con los cuales nos fueran
comunicados los mismos efectos, que El nos comunicó a través de
su humanidad.
Tales son, la Iglesia y los Sacramentos, que son signos de la
comunicación de la vida divina.
Cuando yo oigo a distancia la voz de una persona determinada,
sin verla, ya su voz me hace pensar en ella.
El humo me hace pensar en el fuego.
La carta que recibo de una persona querida o de un amigo, no
sólo me expresa todo el cariño de esa persona, sino que, en cierto
sentido, me lo hace presente.
La voz, el humo, la carta son signos...
Llamamos signo a una cosa sensible, palpable, que una vez
conocida, nos hace presente una cosa distinta o nos la hace
conocer.
Cuando hablamos de los Sacramentos no decimos simplemente
que son signos. Agregamos que son signos «sagrados».
¿Por qué? Por dos razones:
1ª.-Porque significan una cosa santa, es decir, la gracia de
Cristo, ya que ellos nos la hacen presente.
2ª.-Porque ese significado de los sacramentos, solamente se
comprende por aquellos que tienen la fe. La fe es absolutamente
necesaria para aceptar la disposición del mismo Cristo, que quiso
que después de subir al cielo, su gracia nos fuera comunicada a
través de las cosas materiales, que reemplazarán su santa
humanidad ya ausente de nosotros.
2. Cristo, sacramento del encuentro con Dios
J/SACRAMENTO-DEI: Se nos ha enseñado desde las primeras
lecciones del Catecismo, que existen siete sacramentos. Sin
embargo, antes que esos siete, existen otros dos que no podemos
pasar por alto para comprender toda la riqueza de los medios con
que Dios nos santifica y nos salva.
El primero de todos los Sacramentos es Cristo mismo.
Hemos repetido insistentemente esta idea.
Dios es invisible, sin embargo, se hizo presente entre los
hombres a través de Cristo. El, en cuanto hombre, fue sacramento,
es decir, signo de la presencia de Dios entre los hombres. En la
humanidad de Cristo, Dios mismo estaba presente y santificaba y
salvaba a los hombres.
A través de esa humanidad santa, y sin intermediarios, se
realizó el contacto, el encuentro de Dios con el hombre. El mismo,
con sus palabras, con sus actos, curó, resucitó, perdonó y santificó
a muchos.
Cristo es así, el sacramento primordial, central, del cual se
derivan todos los demás.
3. La Iglesia, sacramento de Cristo
I/SACRAMENTO: Siendo El, el Salvador único de todos los
hombres, en todos los tiempos, era necesario que una vez
desaparecido corporalmente de la tierra, hubiera una prolongación
suya entre nosotros.
La primera prolongación de Cristo es su misma Iglesia. Y por
eso a la Iglesia la llamamos el primer Sacramento de Cristo porque
significa para los hombres la presencia salvadora de Cristo, en
medio del mundo; es un signo con el que Cristo continúa
santificando y salvando a los hombres. Y porque es también una
sociedad visible y organizada (el Pueblo de Dios) dotada de
órganos jerárquicos, manifiesta externamente la gracia redentora
de Cristo presente en el mundo...
4. Los Sacramentos de la Iglesia y sus efectos en
nosotros
Dentro de esta Iglesia, Cristo se prolonga también a través de
otros sacramentos. Los sacramentos son signos tomados de la
vida cotidiana, pero que, a través de lo que significan, nos
comunican la gracia salvadora del mismo Cristo.
Citemos tres ejemplos:
El agua es un elemento que entre otras muchas cosas, sirve
para nuestra limpieza corporal. En el Bautismo hay un baño: se
vierte agua sobre la cabeza del bautizado; pero este gesto, por
voluntad del mismo Cristo, significa que el bautizado es purificado
en su alma de la mancha del pecado original y que nace a una
nueva vida, porque empieza a ser hijo de Dios y miembro de Cristo
y de su Iglesia.
El pan es un elemento que forma parte de nuestras comidas
diarias y que alimenta nuestro cuerpo. La Eucaristía, bajo
apariencias de pan, significa que Cristo se nos da El mismo como
alimento de nuestra alma. Es el encuentro más íntimo entre Cristo
y el hombre.
Diariamente observamos que los hombres celebran contratos,
con obligaciones y derechos para ambos contratantes. El
matrimonio es también un contrato cristiano entre el hombre y la
mujer; significa la entrega mutua y la unión íntima entre Cristo y su
Iglesia.
Y así de los demás Sacramentos. Los cuales siendo actos,
gestos comunes entre los hombres, por disposición de Cristo
significan y producen en nosotros su gracia salvadora.
Pero siendo el hombre todavía un peregrino en la tierra,
necesita diferentes clases de auxilios en su marcha. Cada
Sacramento da al hombre una gracia distinta, para las diversas
situaciones de su existencia. En cada una hay un encuentro de
Cristo con el hombre para darle un auxilio diferente, según las
necesidades actuales en que se encuentra.
El conjunto de los Sacramentos pertenece a la Iglesia, porque a
ella sola lo confió Cristo. No hay Sacramentos sin Iglesia, así como
no hay Iglesia sin Sacramentos.
Son Sacramentos y signos que tienen un valor eclesial y
comunitario, porque, además de santificar a los hombres, como
miembros que son del pueblo de Dios, son un medio de
incrementar el crecimiento de este mismo pueblo.
Por los Sacramentos, nuevos miembros vienen a incorporarse al
pueblo de Dios y los que ya forman parte de él, se fortifican y
robustecen para ser fermento y levadura en medio del mundo.
Santificando y ensanchando al pueblo de Dios, los Sacramentos
hacen, finalmente, que este mismo pueblo pueda tributar a Dios el
culto de adoración y alabanza que le es debido.
Pero todo esto no es comprensible más que a la luz de la fe. Y
sabemos que la fe es aceptación de la palabra y de la obra de
Dios en Cristo.
Si cada Sacramento es un encuentro de Cristo con el hombre,
para que este encuentro sea provechoso, el hombre debe
adelantarse hacia Cristo en la fe, entregarse a El, confiar en su
palabra que es vida eterna.
DIALOGO DEL NOVENO MENSAJE
OBJETIVO
Que todos comprendan que Cristo sigue viviendo entre
nosotros y que debemos unirnos a El por los Sacramentos, fuentes
perennes de vida divina.
INTRODUCCIÓN
Cristo nació una vez, para nacer siempre. Cristo vivió una vez
para vivir siempre.
Jesús sigue pasando por nuestras calles y caminos y se nos
acerca, como a aquella mujer samaritana a quien le pide de beber
y como a ella nos dice:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice 'dame
de beber', tú misma le pedirías a El y El te daría agua viva... Quien
bebe de esa agua que yo daré no tendrá jamás sed; el agua que
yo le dé, se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna. . .
» (Jn. 4, 10, 13-14).
Pero nuestra respuesta no es siempre la de aquella mujer:
«Señor, dame de esa agua para que yo no sienta más sed» (Jn.
4, 15).
Vamos a dialogar hoy sobre esa vida que Cristo nos comunica,
esa vida divina que nos trasmite a través de los Sacramentos.
PARA DIALOGAR
1.-¿De qué medio se valió Cristo para perpetuar la salvación
entre nosotros?
2.-¿Qué exige Cristo de nosotros para hacernos partícipes de
su gracia divina?
3.-¿Qué pretextos alegan algunos cristianos para no recibir con
frecuencia los Sacramentos? ¿Les parecen aceptables esas
excusas o razones?
4.-¿Tiene el mismo valor, hecho en estado de gracia, o en
pecado, el trabajo, la oración, el sacrificio...?.
PARA EL ANIMADOR
El Animador puede tener en cuenta los puntos siguientes:
1.-Cristo se valió de los Sacramentos, que son unos signos o
acciones por medio de los cuales nos comunica su gracia y su
redención.
2.-Cristo nos exige una transformación profunda. Despojarnos,
como dice San Pablo, del hombre viejo: o sea, de nuestras malas
costumbres, y revestirnos del hombre nuevo, es decir, de Cristo.
3.-Nuestros cristianos (de nombre) encuentran infinidad de
pretextos para no frecuentar los Sacramentos. Los más comunes
son:
-falta de tiempo; pero sí tienen tiempo para beber con sus
amigos, para ir de paseo, para ir al salón de belleza, para
pecar...;
-yo me confesaré y comulgaré cuando vaya a morir...;
-los negocios...; el cuidado de la finca. .; el trabajo...;
-eso es para las mujeres y los niños...;
-en la escuela, en el colegio, me confesé y comulgué casi todos
los días, ¿eso no me servirá?;
-estoy disgustado con el cura...;
-«a mi no me dice nada todo eso»; «tengo una fe muy débil».
4.-El trabajo y los sufrimientos hechos y llevados por Cristo y en
unión con El, es decir, en gracia de Dios, tienen valor sobrenatural:
mientras que sin El, el valor es meramente humano, y no merece
recompensa eterna.
El que no vive en gracia es como la rama desprendida del árbol
que se seca y muere.
CONCLUSIONES
(Pida el Animador a los circunstantes que presenten ideas para
conocer mejor el sentido doctrinal de los Sacramentos y para
recibirlos conscientemente.)
CANTO 39. SALMO 137: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR (J. A.
Espinosa)
Te damos gracias, Señor, de todo corazón.
Te damos gracias, Señor, cantamos para Ti.
1. A tu nombre daremos gracias
por tu amor y tu lealtad.
Te llamé y me escuchaste,
aumentaste el valor en mi alma.
2. Te alaban los reyes de la tierra
porque oyeron la voz de tu palabra,
y en los caminos del Señor van cantando,
porque grande es la gloria del Señor.
3. Si camino en medio de la angustia,
me das vida a pesar del enemigo.
Tú miras al pobre y al humilde;
grandioso es el Señor.
ORACIÓN
Animador:
Oremos para que el Espíritu del Señor nos posea plenamente:
Señor, Dios nuestro,
estamos vacíos y pobres ante Ti,
Te rogamos nos mires con misericordia
y envíes a tu Santo Espíritu,
para renovar nuestra vida
y enriquecernos con su presencia luminosa,
a través de los Santos Sacramentos.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Asamblea: Amén.
Animador:
Inmaculada Virgen María,
Madre de Dios y Madre de la Iglesia,
ruega por nosotros tus hijos,
para que vivamos en gracia de Dios,
alimentados y fortalecidos
por los Sacramentos que dio a su Iglesia
Jesucristo nuestro Señor.
Asamblea: Amén.
CESPLAM-1. Págs. 77-84