CATECUMENADO 74 
 


UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA

 

OBJETIVO CATEQUÉTICO 
* Descubrir, en medio de este mundo, los signos del Reino de Dios ya presente, anticipación y garantía del mundo futuro, un cielo nuevo y una tierra nueva. 

100. En tierra extraña, ¿es posible la dicha y la alegría? 
H/PEREGRINO: 
Tenemos hambre de felicidad y alegría. Pero la realidad de nuestro 
mundo no se presta excesivamente a la alegría y a la esperanza. 
¿Podemos vivir alegres y esperanzados, cuando las condiciones de este 
mundo nos oprimen, acongojan y atormentan? ¿Cómo puede uno ser 
feliz, cuando en nuestro mundo los hombres se oprimen, se torturan, se 
matan, cuando mueren de hambre muchos niños? ¿Cómo se puede 
esperar, cuando aún no están secas todas las lágrimas, sino que brotan 
diariamente otras nuevas? Hambrientos de felicidad y de alegría, vivimos 
en tierra extraña. Como los desterrados de Israel en Babilonia, colgamos 
nuestras cítaras de los árboles y decimos: «¡Cómo cantar un cántico del 
Señor en tierra extranjera!» (/Sal/136/04) (110). 

101. EI Reino de Dios ha brotado ya. Está entre vosotros RD/AHORA 
El Reino de Dios ha brotado ya, en tierra extraña. Está entre vosotros 
(/Lc/17/21). Esta es la Buena Nueva de Jesús. ¡La hora de Dios llega! 
Más aún, ya ha comenzado. El Reino de Dios comienza en un mundo 
distinto, nuevo, transfigurado. En el comienzo del Reino de Dios está 
incluido el final: del principio sale el fin, como del grano sale la espiga; en 
lo más pequeño está actuando ya lo más grande; en el momento 
presente comienza lo que va a suceder, aunque ocultamente (111). 

102. "A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de 
Dios". Comienzos humildes 
Todos los comienzos son humildes. Permanecen ocultos a la mirada 
de muchos. Así sucede con el Reino de Dios (/Mc/04/26-32). Ha 
comenzado en medio de un mundo que no reconoce nada de él. Pero 
algunos perciben en esos comienzos pequeños los primeros destellos de 
la acción poderosa de Dios. Dice Jesús a sus discípulos: «A vosotros se 
os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios» (Lc 8, 10). Dios 
crea su Reino, que abarcará a todos los pueblos de la tierra, a partir de 
lo que es como nada a los ojos humanos: un grupo despreciable, que 
acogía a gentes de mala fama, habría de ser la comunidad elegida por 
Dios para la instauración de su Reino (112). 

103. Como un grano de mostaza 
Comienzos humildes... Sin embargo, con la misma certeza con que se 
produce de la pequeña semilla de mostaza el gran arbusto y del pequeño 
trozo de levadura la masa fermentada, el poder de Dios convertirá ese 
grupo despreciable en el gran Pueblo de Dios, que reunirá a todos los 
pueblos. «El Reino de los Cielos, dice Jesús, se parece a un grano de 
mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de 
las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un 
arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus 
ramas» (Mt/13/31-33). «El Reino de los Cielos, dice también, se parece a 
la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para 
que todo fermente» (Mt/13/33). En sus comienzos, el Reino de Dios es 
semejante a un grano de mostaza, la más pequeña magnitud que percibe 
el ojo humano, y es semejante a la levadura, un trozo minúsculo que casi 
desaparece en la gran cantidad de harina. Sin embargo, desde esos 
comienzos, es semilla destinada a crecer por encima de todas las 
hortalizas y es levadura que fermenta toda la masa (113). 

104. Un grupo despreciable lanza gritos de júbilo 
¡Ahí está, responde Jesús a los enviados de Juan el Bautista. Un 
grupo despreciable puede lanzar grito de júbilo. El Reino de Dios ha 
brotado en la nada de su propia miseria. Un cortejo de pobres ha 
experimentado el poder de Dios. Algo totalmente nuevo ha comenzado 
en su vida. «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son sanados, 
los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados» 
(Lc 7, 22). Con estas palabras, Jesús proclama el cumplimiento de todas 
las esperanzas, ilusiones y promesas, que habían sido anunciadas por 
los profetas con abundantes y ricas imágenes (114). 

105. Todas las esperanzas y promesas anunciadas por los profetas 
«Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y 
florezca como flor; estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de 
júbilo. Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. 
Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo!, ¡no temáis!... El vendrá y os 
salvará. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de 
los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como el ciervo, y la lengua 
del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto 
aguas, y torrentes en la estepa, se trocará la tierra abrasada en 
estanque, y el país árido en manantial de aguas... Los redimidos de 
Yahvé volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría 
eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, 
penas y suspiros!» (Is 35, 1-10; cfr. 65, 17-21; 66, 22; Ez 36, 1-15; Is 11, 
6-9; 30, 23-26; Am 9, 13-15)(115). 

106. ¡La nueva creación ha comenzado! 
La respuesta que Jesús da a los enviados de Juan el Bautista es un 
grito de júbilo: ¡Ha llegado la hora! Ha llegado la salvación. El tiempo de 
maldición y de desgracia toca a su fin. La plenitud del mundo ha 
comenzado en tierra extraña. Porque el Reino de Dios crece en medio de 
nuestro mundo, se vuelve posible la alegría y el júbilo en medio del 
sufrimiento, la libertad en medio de la esclavitud, la fuerza en medio de la 
debilidad, incluso la vida en medio de la muerte y, por tanto, ¡la canción 
del Señor en medio de una tierra extraña! ¡Dichoso el que crea a pesar 
de todas las apariencias contrarias! Con el Reino de Dios, que hace 
presente Jesús, el Espíritu creador sopla de nuevo sobre la tierra seca. 
Los miserables oyen la Buena Nueva, las puertas de la cárcel se abren, 
los oprimidos respiran, un pueblo ciego ve una gran luz. ¡La nueva 
creación ha comenzado! (116). 

107. Un cielo nuevo y una tierra nueva CREACION-NUEVA
"Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la 
primera tierra han pasado y el mar ya no existe" (/Ap/21/01). Esta visión 
del libro del Apocalipsis describe la plenitud del Reino de Dios, que 
coincide con la plenitud de la tierra y de la humanidad. El Reino de Dios 
es en favor de los hombres. El mundo extraño y hostil, desfigurado por el 
pecado, ha desaparecido. Era el primer cielo y la primera tierra. En el 
lenguaje simbólico del Apocalipsis, el mar es la morada del mal. En la 
nueva creación el mal no tiene sitio: la tristeza cesa, el sufrimiento tiene 
fin, la muerte ya no tiene poder, el mundo pecador pasa: «Enjugará las 
lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. 
Porque lo de antes ha pasado. Y el que está sentado en el trono dijo: 
Todo lo hago nuevo...» (/Ap/21/04-05) (117). 

108. La alianza entre Dios y el hombre plenamente restaurada 
Un mundo en el que Dios tiene su familia y su casa. La Alianza entre 
Dios y el hombre, destruida por el pecado, queda plenamente 
restaurada: «Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del 
cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para 
su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: Esta es 
la morada de Dios con los hombres. acamparé entre ellos. Ellos serán su 
pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios» (Ap 21, 2-3) (118). 

109. Las cítaras de Dios, descolgadas de los árboles 
Un mundo donde resuenan las canciones alegres del tiempo de la 
salvación. Las cítaras de Dios han sido descolgadas de los árboles para 
cantar sin cesar la canción del Señor: «Y vi también... a los que habían 
triunfado de la Bestia y de su imagen (del Mal)... llevando las cítaras de 
Dios. Cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del 
Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios 
Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos. ¡Oh Rey de las 
naciones!» (Ap 15, 2-3) (119). 

110. La total liberación, el último éxodo, la gran Pascua. El salario de 
Dios 
Un mundo que celebra el definitivo cambio de suerte, la total 
liberación, el último Éxodo, la gran Pascua. Los pobres se vuelven ricos: 
heredan el Reino de Dios (Lc 6, 20); los últimos son los primeros (Mc 10, 
31); los pequeños vienen a ser los grandes (Mt 18, 4); los hambrientos 
son saciados (Lc 6, 21 ); los cansados, aliviados (Mt 1 1, 28); los que 
lloraban, ahora ríen (Lc 6, 21 ); los enfermos son curados (Mt 11, 5); los 
presos y oprimidos son liberados (Lc 4, 18); los muertos, resucitados (Mt 
11, 5). Un mundo que recibe la recompensa de Dios, el gran salario, la 
medida abundante, apretada, colmada y desbordante (Lc 6, 38). Un 
mundo donde se recibe la vida eterna como herencia (Mt 19, 29) (120). 

111. «Una muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda 
nación, razas, pueblos y lenguas» 
Un mundo donde se reúnen los hijos de Dios en la casa del Padre. 
Vienen de todo pueblo y nación, y se sientan a la mesa del Hijo del 
hombre. El les parte el pan del tiempo de la salvación, les tiende la copa 
con el vino del mundo nuevo. El pequeño grupo con que comenzó el 
Reino de Dios ha crecido inmensamente, hasta congregar dentro de sí a 
todas las naciones de la tierra, como se le prometió al patriarca Abraham 
(Gn 12, 3): «Después miré y había una muchedumbre inmensa que 
nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie 
delante del trono y del Cordero. Vestidos con vestiduras blancas y con 
palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: la salvación es de nuestro 
Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero» (Ap 7, 9-10) (121). 

112. Cristo, Señor de la historia, entregará la nueva creación al Padre. 
Dios será todo en todo
Este será el mundo nuevo que Cristo, Señor de la historia, presentará 
al Padre: «Luego, el fin, cuando Cristo entregue a Dios Padre el Reino, 
después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. 
Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus 
pies. El último enemigo en ser destruido será la Muerte... Cuando hayan 
sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se 
someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios 
sea todo en todo» (1 Co 15, 24-28) (122). 

113. Una plenitud que nadie puede imaginar 
Tal será la plenitud del Reino de Dios y la consumación del mundo y 
de la humanidad. No conocemos fechas ni detalles. Como dice el Concilio 
Vaticano II, «ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la 
tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos el modo cómo se 
transformará el universo. La figura de este mundo, deformada por el 
pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva 
morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y donde la alegría 
saciará los anhelos de paz que brotan del corazón humano» (GS 39). Se 
trata de una plenitud que ni siquiera podemos imaginar: «Ni el ojo vio, ni 
el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para 
los que le aman» (/1Co/02/09) (123). 

114. Marana-thá. Amén 
Con razón, como dice San Pablo, «la creación, expectante, está 
aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios... Porque 
sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con 
dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las 
primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora 
de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo» (Rm 8, 19-23). El 
deseo anhelante de la nueva creación por parte del creyente aparece 
también en este valioso testimonio de la Iglesia primitiva: «Venga la 
gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, 
que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranathá. 
Amén» (Doctrina de los Doce Apóstoles). Con este mismo deseo finaliza 
el libro del Apocalipsis: «Amén. Ven, Señor Jesús. La gracia del Señor 
Jesús esté con todos» (Ap 22, 20-21) (124). 
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TEMA 74-1

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: 
UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA, FUTURO DEL MUNDO 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Información: personas, hechos, problemas... acontecimientos 
significativos ocurridos 
desde la última reunión. 
* Presentación del tema 74 en sus puntos clave. 
* Diálogo: interrogantes, aspectos nuevos descubiertos. 
* Oración comunitaria: desde la propia situación, canción apropiada. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
PUNTOS CLAVE 
* En tierra extraña. 
* Ha brotado ya el Reino de Dios. 
* Comienzos humildes. 
* Como un grano de mostaza. 
* Un grupo despreciable lanza gritos de júbilo. 
* La nueva creación ha comenzado. 
* Las cítaras de Dios, descolgadas de los árboles. 
* Una muchedumbre inmensa... 
* Una plenitud que nadie puede imaginar. 
* Maranathá. Amén. 
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TEMA 74-2 

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: 
UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA, 
FUTURO DEL MUNDO QUE SE COMIENZA A VIVIR YA 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Relato de los acontecimientos más significativos ocurridos desde la
última reunión. 
* Oración inicial: salmo compartido. 
* Presentación de la pista adjunta: la experiencia de fe de Teresa de 
Jesús (1515- 1582), experiencia de la Palabra viva (locuciones y 
visiones), le lleva -a pesar de la incomprensión de sus confesores- a 
palpar y a experimentar en el mundo presente la realidad definitiva del 
mundo futuro: el cielo nuevo y la tierra nueva. La pista ha sido tomada de 
JUNTA NACIONAL PARA LA PREPARACIÓN DEL IV CENTENARIO 
TERESIANO, Catequesis de adultos: Teresa de Jesús (I). El sí de 
Teresa. Edice, Madrid, 1981, 13-15. Y también: Catequesis de adultos: 
Teresa de Jesús (Il). Monja andariega. Edice, Madrid, 1981, 9. 

* Diálogo: sobre lo más importante. Una pregunta ¿podemos nosotros
experimentar ahora ya en el presente la realidad del mundo futuro? 

* Oración comunitaria: Sal 89, compartido desde la propia situación. 

PISTA PARA LA REUNIÓN TEREJ/PD * Teresa ha descubierto que 
Cristo habla hoy y que habla a ella; habla aquí y ahora: 
"¿Pensáis que está callando? aunque no le oímos bien habla al 
corazón" (C 24, 5). 
Teresa llama locuciones a las palabras que recibe de Dios. Las 
locuciones son palabras de Dios dirigidas a Teresa. El Señor para hablar 
a Teresa, repite -en el fondo- su palabra bíblica (1). 
La Palabra le llega «tan de presto», «a deshora, aun algunas veces 
estando en conversación», «muy en el espíritu», con «poderío y 
señorío», «hablando y obrando». 
El fenómeno de las locuciones produjo en Teresa un estado habitual 
de fortaleza para continuar con fidelidad creciente el seguimiento de 
Cristo. Las palabras oídas evocaron en ella la escena del Evangelio en 
que Jesús calmó la tempestad del lago (Mt 8,26) y se dice a sí misma: 
"¿Quién es éste que así le obedecen todas mis potencias, y da luz en tan 
gran obscuridad en un momento, y hace blando un corazón que parecía 
piedra, da agua de lágrimas suaves adonde parecía haber mucho tiempo 
sequedad? ¿Quién pone estos deseos?, ¿quién da este ánimo?; que me 
acaeció pensar; ¿de qué temo?, ¿qué es esto? Yo deseo servir a este 
Señor" (V. 25, 19). 
Las locuciones seguirán en aumento. La publicación del Índice de 
libros prohibidos, por orden del inquisidor general Fernando Valdés 
produjo en Teresa mucha pena por lo aficionada que era a la lectura y el 
consuelo que sentía en ella. En esta circunstancia el Señor le dijo: «No 
tengas pena, que yo te daré libro vivo» (V. 26,6). Ella no entendió de 
momento el significado de estas palabras, pero muy pronto las relacionó 
con las visiones que le acontecieron (V. 26,6). 
* Por esta época entró en relación con el jesuita Baltasar Alvarez, 
quien después de tranquilizarla sobre estos fenómenos le aconsejó que 
no diese parte a nadie más, «porque era mejor ya estas cosas callarlas». 
Los confesores le apretaban en extremo. Alguno hasta le mandó hiciese 
burla: «diese higas», a las imágenes que veía. Esto significó para Santa 
Teresa una gran tortura. 
"Acordábame de las injurias que le habían hecho los judíos y 
suplicábale me perdonase; pues yo lo hacía por obedecer al que tenía 
en su lugar, y que no me culpase, pues eran los ministros que él tenía 
puestos en su Iglesia. Decíame que no se me diese nada, que bien hacía 
en obedecer, mas que El haría que se entendiese la verdad. Cuando me 
quitaban la oración, me pareció se había enojado. Díjome que les dijese 
que ya aquello era tiranía" (V. 29,6). 
* Las visiones las coloca Teresa entre las gracias que Dios concede 
para revelarse a los hombres y las califica como una forma de lenguaje: 
"Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda en lo muy interior del 
alma y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras..." (V. 27,6). 
* La comunión de los santos se le hizo experiencia propia; perdió el 
miedo a la muerte y palpó ahora ya la realidad de la vida definitiva: 
"...sólo mirar el cielo recoge el alma, porque como ha querido el Señor 
mostrar algo de lo que haya allá, estáse pensando; y acaéceme algunas 
veces ser los que me acompañan y con los que me consuelo los que sé 
que allá viven, y parecerme aquéllos verdaderamente los vivos, y los que 
acá viven tan muertos, que todo el mundo me parece no me hace 
compañía, en especial cuando tengo aquellos ímpetus (V. 38,6; Cfr. E. 
IV, X, XV). 
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1. MUJER/MARGINACIÓN: Las circunstancias históricas hicieron imposible el 
acceso de Teresa al texto bíblico. En los Índices de los años 1551, 1554 y 1559 se 
prohibía la publicación de la Sagrada Escritura en lengua vulgar, permitiéndose solo 
el uso de citas en libros de contenido religioso. ·Melchor-Cano en su «Censura a 
los Comentarios del catecismo» de Carranza firmó estas palabras: «Por más que 
las mujeres reclamen con insaciable apetito comer de este fruto (lectura de la Biblia} 
es necesario vedarlo y poner cuchillo de fuego, para que el pueblo no llegue a él». 
Cfr. M. HERRAIZ: «La palabra de Dios en la vida y pensamiento Teresianos», en 
Teología Espiritual, 67 (1979), 19.