CATECUMENADO 67 
PARUSIA/SIGNOS MUNDO-FIN



ABRID VUESTROS OJOS A LAS SEÑALES DEL FIN



OBJETIVO CATEQUÉTICO 
* Presentar el fin del mundo y sus señales como buena noticia para el creyente; como llamada a la conversión para quien vive de espaldas a Dios. 

1. ¿Cuándo? 
«Jesús salió del templo; mientras iba de camino se le acercaron sus 
discípulos y le señalaron los edificios del templo, pero él repuso: ¿Véis 
todo eso, verdad? Os aseguro que lo derribarán hasta que no quede ahí 
piedra sobre piedra. Estando él sentado en el monte de los Olivos se le 
acercaron los discípulos y le preguntaron a solas: Dínos cuándo va a 
ocurrir eso y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo» 
(/Mt/24/01-03). 

2. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? 
«A unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de 
Dios, Jesús les contestó: El Reino de Dios no vendrá espectacularmente, 
ni anunciarán que está aquí o está allí, porque, mirad, el Reino de Dios 
está dentro de vosotros» (Lc 17, 20-21). Y a los discípulos que sobre la 
llegada del Reino de Dios también le preguntaron a Jesús: «¿Dónde 
será, Señor?», respondió: «Donde se reúnen los buitres, allí está el 
cuerpo» (Lc 17, 37). 

3. Unas preguntas que se repiten 
¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? Preguntan los discípulos. Preguntan los 
fariseos. Preguntamos muchos de nosotros. La curiosidad, la 
superstición y la fantasía popular no se resignan. Pretenden arrancar a 
toda costa el secreto que rodea al fin del mundo ¿Cómo terminará el 
mundo? ¿Se podrá conocer la fecha exacta? ¿Dónde sucederá la venida 
final de Cristo? 

4. Jesús dirige al hombre una llamada que compromete toda su vida 
Sin embargo, este tipo de preguntas -tal y como son planteadas- no 
encuentran respuesta directa en el Evangelio. El Evangelio no viene a 
satisfacer la curiosidad humana, sino a dirigir al hombre una llamada que 
compromete toda su vida. Por ello, la respuesta de Jesús es 
sorprendente, profunda. Va más allá de lo que se pregunta. Jesús se 
mueve en otro plano y responde desde él. Los discípulos, gente sencilla, 
se han dejado impresionar por las construcciones del templo. Jesús los 
sustrae de ese plano superficial y engañoso, poniéndoles delante de la 
catástrofe que se está gestando ya, a su alrededor, en aquella sociedad: 
«No quedará piedra sobre piedra.» De este modo, Jesús los coloca, de 
pronto, ante el problema del fin; ellos lo entienden así, pues preguntan: 
«Dinos cuándo va a ocurrir eso y cuál será la señal de tu venida y del fin 
del mundo.» Los fariseos, gente complicada, le hacen a Jesús la 
pregunta difícil, la que parece no tener respuesta: «¿Cuándo iba a llegar 
el Reino de Dios?» Jesús les da esta respuesta: «El Reino de Dios está 
dentro de vosotros.» 

5. El día de Cristo y el fin del mundo están próximos. Al filo de la 
historia en curso 
En la respuesta de Jesús a la pregunta de los discípulos (Mt 24, 1-3), 
todo va misteriosamente relacionado: la historia de Jerusalén (la historia 
en curso), el Día del Hijo del Hombre (que llegaría después de padecer 
mucho y ser reprobado por esta generación (cfr. Lc 17, 25) y el fin del 
mundo. En realidad, aquello que separa de Cristo y del fin del mundo a la 
historia en curso no es tanto de orden cuantitativo, espacial y 
cronológico, cuanto cualitativo y existencial. Por su resurrección, Cristo 
inicia una nueva forma de presencia en el mundo, que acabará haciendo 
del universo entero un cielo nuevo y una tierra nueva. El Día de Cristo y 
el fin del mundo están, pues, próximos. Están en medio de vosotros. La 
generación presente será testigo de ello: «Os aseguro que antes que 
pase esta generación todo esto se cumplirá» (/Mt/24/34). 

6. ¡No os dejéis engañar! Falsos mesianismos 
Mas, ¡cuidado! Dice Jesús: ¡No os dejéis engañar! Es preciso estar 
sobreaviso y saber discernir. Surgirán falsos cristos y falsos profetas, 
falsos mesianismos: «Cuidado con que nadie os extravíe. Vendrán 
muchos usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy el Mesías", y 
extraviarán a mucha gente» (Mt 24, 4-5). Y también: «Si alguno os dice 
entonces: "Mira, aquí está el Mesías", o "Míralo, allí está", no os lo creáis: 
porque saldrán mesías falsos y profetas falsos, con tal ostentación de 
señales y portentos, que extraviarían, si fuera posible, a los mismos 
elegidos. Mirad que os he prevenido» (/Mt/24/23-25). 

7. ¡Abrid vuestros ojos a las señales del fin! 
¡Abrid vuestros ojos a las señales del fin! dice Jesús. Vosotros mismos 
podéis encontrar la respuesta. De la misma manera que, observando la 
naturaleza, caéis en la cuenta de que el verano está cerca, así también 
podéis conocer las señales del fin: «Aprended de esta parábola de la 
higuera: cuando ya la rama se pone tierna y brotan las yemas, deducís 
que el verano está cerca. Pues lo mismo, cuando veáis vosotros todo 
eso, sabed también que ya está cerca, a la puerta» (Mt 24, 32-33). San 
Lucas en el pasaje paralelo introduce esta variante: «Cuando veáis que 
suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios» 
(/Lc/21/31). 

8. La guerra 
Ahora bien, ¿cuáles son las señales que anuncian el fin? El Evangelio 
va enumerando una serie de realidades que anuncian al mundo y al 
hombre su propio fin. En primer lugar, aparece la guerra, ese viejo azote 
de la humanidad: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino" 
(Mt 24, 7). En el Apocalipsis aparece esta misma señal destructora bajo 
la imagen de un jinete que monta un caballo rojo y empuña una espada 
enorme: "Cuando soltó el segundo sello, oí al segundo Viviente que 
decía: "Ven". Salió otro caballo, alazán (rojo), y al jinete le dieron poder 
para quitar la paz a la tierra y hacer que los hombres se degüellen unos 
a otros; le dieron también una espada grande» (Ap 6, 3-4). 

9. EI hambre 
Junto a la guerra aparece el hambre. "Habrá hambre..., por diversos 
países" (Mt 24, 7). En el Apocalipsis aparece esta señal temible bajo la 
imagen de un nuevo jinete, que monta un caballo negro y lleva en su 
mano una balanza. «Cuando soltó el tercer sello, oí al tercer Viviente que 
decía: "Ven". En la visión apareció un caballo negro; su jinete llevaba en 
la mano una balanza. Me pareció oír una voz que salía de entre los 
cuatro vivientes y que decía: 'Un cuartillo de trigo, un denario; tres 
cuartillos de cebada, un denario; al aceite y al vino no los dañes''» (Ap 6, 
5-6). 

10. La peste y la muerte 
Tras la guerra y el hambre, la peste. "En diversos países habrá 
epidemias (peste)" (Lc 21, 11). En el Apocalipsis, esta señal aparece 
bajo la imagen del jinete que monta un caballo amarillento, a quien sigue 
de cerca otro, la muerte. «Cuando soltó el cuarto sello, oí la voz del 
cuarto Viviente que decía: "Ven". En la visión apareció un caballo 
amarillento; el jinete se llamaba peste y la muerte lo seguía» (Ap 6, 7-8). 
Ambos jinetes forman el sombrío cortejo de epidemias, calamidades y 
muertes que siguen a los anteriores. 

11. La persecución de los creyentes 
Junto a estos jinetes apocalípticos, una nueva señal: la persecución de 
los creyentes. Detenciones, calumnias, interrogatorios, torturas, 
procesos, ejecuciones. «Os entregarán al suplicio y os matarán; y por mi 
causa os odiarán todos los pueblos" (Mt 24, 9). En el Apocalipsis, esta 
señal aparece como el descubrimiento del secreto histórico que ocultaba 
el quinto sello: «Cuando soltó el quinto sello, vi al pie del altar las almas 
de los asesinados por proclamar la Palabra de Dios y por el testimonio 
que mantenían" (/Ap/06/09). Para el vidente del Apocalipsis, la historia 
humana tiene un altar donde son sacrificados los mártires de cada 
época. 

12. La conmoción de los cimientos 
Junto a todo ello, la conmoción de los cimientos. Con un lenguaje 
simbólico, la Escritura describe las catástrofes y calamidades que en 
todos los tiempos anuncian el fin del mundo. Se trata de imágenes que, 
por tanto, no pueden ser entendidas al pie de la letra. «Habrá... 
terremotos por diversos países" (/Mt/24/07). Y también: «... El sol se 
hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del 
cielo, los astros se tambalearán» (/Mt/24/29). Y el Apocalipsis: «En la 
visión, cuando se abrió el sexto sello se produjo un gran terremoto, el sol 
se puso negro como un vestido de pelo, la luna se tiñó de sangre y las 
estrellas del cielo cayeron a la tierra, como caen los higos verdes de una 
higuera cuando la sacude un huracán. Desapareció el cielo como un 
pergamino que se enrolla y montes e islas se desplazaron de su lugar. 
Los reyes de la tierra, los magnates, los generales, los ricos, los potentes 
y todo hombre, esclavo o libre, se escondieron en las cuevas y entre las 
rocas de los montes» (/Ap/06/12-15). Se conmueven los cimientos, por 
ejemplo, en la caída de culturas y civilizaciones, de imperios políticos y 
económicos, de religiones y sociedades... Las imágenes pueden referirse 
también a catástrofes de la naturaleza. 

13. La proclamación de la Buena Nueva 
Una nueva y última señal: la proclamación de la Buena Nueva. En 
medio de los horrores que en todas las épocas anuncian al mundo su 
propio fin, resuena la Buena Noticia de que, pase lo que pase, se 
impondrá la victoria de Dios. Las fuerzas poderosas que destruyen al 
mundo y al hombre (guerra, hambre, peste, muerte...) serán vencidas 
por una fuerza superior: la Palabra de Dios, Jesucristo, el único jinete 
victorioso. «El evangelio del Reino se proclamará en el mundo entero» 
(Mt 24, 14). En el Apocalipsis, la señal de la predicación de la Buena 
Nueva aparece bajo la imagen del jinete que monta el caballo blanco: 
«En la visión, cuando el Cordero soltó el primero de los siete sellos, oí al 
primero de los Vivientes que decía con voz de trueno: "Ven". En la visión 
apareció un caballo blanco; el jinete llevaba un arco, le entregaron una 
corona y se marchó victorioso para vencer otra vez» (/Ap/06/01-02). 

14. Por encima de todo, se impondrá la Palabra de Dios 
PD/VICTORIA:
La identificación del jinete del caballo blanco, que empuña en su brazo 
el temible arco de los poderosos ejércitos partos, viene dada en otro 
pasaje del Apocalipsis: «Vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco; 
su jinete se llama el Fiel y el Veraz, porque es justo en el juicio y en la 
guerra. Sus ojos llameaban; ceñían su cabeza mil diademas y llevaba 
grabado un nombre que sólo él conoce. Iba envuelto en una capa teñida 
en sangre y lo llaman Palabra de Dios» (/Ap/19/11-13). El jinete del 
caballo blanco es el símbolo de la victoria. Por encima de todo, vencerá 
la Palabra de Dios, la Persona de Cristo el jinete Fiel y Veraz. 

15. «Y entonces vendrá el fin.» La venida en majestad de Cristo 
Tras estas señales, el Fin: «Entonces llegará el fin» (/Mt/24/14). El fin 
no es para nosotros, los creyentes, el término en que todo acaba, sino el 
principio de un futuro sin término que mantendrá todo hasta la plenitud: 
«Cuando empiece a suceder todo esto, levantaos, alzad la cabeza; se 
acerca vuestra liberación» (Lc 21, 28). Este fin coincide con la venida de 
Cristo: «Cuando veáis todo esto, caed en la cuenta de que El está cerca, 
a las puertas» (Mt 24, 33). Se trata de su venida en majestad (parusía). 
El Nuevo Testamento habla siempre de «venida», no de «retorno». No es 
lo mismo. Cristo ha venido al mundo de una vez para siempre, por la 
encarnación. Y esa única venida se despliega en tres etapas. Desde su 
encarnación hasta la muerte, se hace presente Cristo en el mundo en 
forma de Siervo (kénosis). Con la resurrección inicia Cristo un nuevo 
modo de presencia en este mundo, no al descubierto, sino velada, 
«como en un espejo», a través de signos, aunque está atestiguada y 
confirmada por el Espíritu en la comunidad creyente. Con su venida en 
majestad, Cristo vivifica, al fin, plenamente a los hombres (resurrección), 
manifiesta el sentido de la historia (juicio), renueva todas las cosas 
(nueva creación). 

16. La llamada a la conversión 
Las palabras de Jesús sobre el fin y sus señales fueron dichas a una 
generación concreta: los hombres de su tiempo. Sin embargo, van 
dirigidas a todas las generaciones. No pretenden inculcar el miedo a la 
muerte y al fin del mundo. Las palabras de Jesús quieren sacudir y 
despertar a un pueblo que vive de espaldas al plan de Dios. Un pueblo 
ciego que va por el mal camino. Jesús invita a la penitencia, llama a la 
conversión: es preciso contar con Dios, buscar a Dios, volver a Dios. El 
fin está cerca. Como anunciaba Juan el Bautista: «Dad el fruto que pide 
la conversión... Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no 
da buen fruto será talado y echado al fuego» (/Mt/03/08-10). 

17. Un pueblo de espaldas a su propio fin 
Los contemporáneos de Jesús están ciegos. Viven de espaldas al fin 
que los amenaza. Pueden interpretar los signos meteorológicos y no lo 
que más les habría de interesar: ¡Las señales de los tiempos! "Se 
acercaron los fariseos y saduceos y le pidieron para ponerlo a prueba: 
Muéstranos un signo que venga del cielo. El les respondió: Al caer la 
tarde decís: "Está el cielo colorado, va a hacer bueno"; por la mañana 
decís: "Está el cielo de un color triste, hoy va a haber tormenta". El 
aspecto del cielo sabéis interpretarlo, ¿y los signos de los tiempos no 
sois capaces? ¡Una generación perversa e infiel y exigiendo signos! 
Pues signo no se les dará excepto el signo de Jonás» (/Mt/16/01-04). 

18. Como sucedió en los días de Noé y de Lot 
Los contemporáneos de Jesús se parecen a los coetáneos de Noé y 
de Lot: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días 
del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé 
entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo 
sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, 
sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego 
y azufre del cielo y acabó con todos» (/Lc/17/26-29). Como los 
contemporáneos de Noé y Lot, viven de espaldas al desastre, 
despreocupadamente. El fin los cogerá de improviso. 
Las palabras de Jesús, más que una amenaza, son una llamada de 
atención al peligro que acecha. 

19. De improviso. ¡Estad en vela! 
De improviso sorprenderá a los hombres la desgracia, dice Jesús. Si 
no se vuelven a Dios, ese día será para ellos como una trampa: «Tened 
cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios 
de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá 
como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre 
despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y 
manteneos en pie ante el Hijo del Hombre» (/Lc/21/34-36). Hemos de 
quedar avisados y escarmentados en el dueño de la casa que duerme 
profundamente, cuando el ladrón la asalta: «Comprended que si supiera 
el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela 
y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad vosotros 
preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del 
Hombre» (/Mt/24/43-44). 

20. EI fin, un despojo repentino.¡Es necesario atesorar en orden a 
Dios!
El fin alcanzará a los hombres como la muerte al rico necio de la 
parábola de Jesús: pensaba asegurarse largos años de buena vida tras 
una cosecha abundante, pero Dios puso un fin repentino a sus cálculos y 
a sus presunciones de disfrute y seguridad: «Y les propuso una 
parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar 
cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha. Y se dijo: 
Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, 
y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me 
diré a mí mismo: "Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: 
túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta 
noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" 
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios» 
(/Lc/12/16-21). Este labrador rico es un necio, un insensato, un «loco». 
Según el lenguaje bíblico, un hombre que prácticamente niega a Dios 
(Sal 13, 1). No cuenta con El. 

21. En nuestro mundo están presentes las señales del fin 
En nuestro mundo están presente las señales del fin. Por tanto, 
también para nosotros son válidas las palabras de Jesús. Quizá nosotros 
nos parecemos a los contemporáneos de Jesús, a los hombres de la 
generación del diluvio: «... comemos, bebemos, compramos, vendemos, 
plantamos, construimos..." Vivimos despreocupados, de espaldas al fin. 
Dejamos correr las cosas. Decimos: "Eso no nos toca, no va con 
nosotros...". En realidad, nosotros somos tan necios como el rico de la 
parábola, si vivimos de espaldas al fin, si no nos volvemos a Dios y 
contamos con El. 
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TEMA 67-1 

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: 
ABRIR LOS OJOS A LAS SEÑALES DEL FIN 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Relato de acontecimientos más significativos ocurridos desde la 
última reunión. 
* Oración inicial: salmo. 
* Presentación del tema 67 en sus puntos clave. 
* Diálogo: lo más importante. 
* Oración comunitaria: desde la propia situación . 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
PUNTOS CLAVE 
* Interrogantes que se repiten. 
* Falsos mesianismos. 
* Abrid vuestros ojos a las señales del fin: 
- la guerra, 
- el hambre, 
- la peste y la muerte; 
- la persecución de los creyentes, 
- la conmoción de los cimientos, 
- la proclamación de la Buena Nueva . 

* Al filo de la historia en curso. 
* La venida en majestad de Cristo. 
* Llamada a la conversión. 
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TEMA 67-2

OBJETIVO: 
INICIACIÓN EN LA VISIÓN CRISTIANA DEL MUNDO: 
ABRIR LOS OJOS A LAS SEÑALES DEL FIN, LLAMADA A LA 
CONVERSIÓN 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Oración inicial: salmo compartido, desde la propia situación. 
* Lectura de Gn 6-10 (relato del diluvio: más allá de las distintas 
teorías sobre el hecho
del diluvio, descubrir la catequesis de valor permanente: puntos 
clave). 
* Lectura de Mt 24,37-44. 
* Oración final: Sal 46. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
PUNTOS CLAVE 
* Llamada a la conversión. 
* Un pueblo de espaldas a su propio fin. 
* Como sucedió en los días de Noé y de Lot. 
* De improviso: estad en vela. 
* El fin, un despojo repentino. 
* En nuestro mundo están presentes las señales del fin.