CATECUMENADO 43 


SOMOS PUEBLO DE DIOS Y CUERPO DE CRISTO


OBJETIVO CATEQUÉTICO 
* Descubrir que la identidad del creyente se realiza en el seno de un pueblo,
   el pueblo de Dios (Cuerpo de Cristo, Iglesia Santa, Comunidad). 
* Extraer lecciones de la historia de Israel para hoy. 

12. Llegamos a ser lo que somos en medio de un pueblo 
Todo hombre nace en el contexto de una familia, de un pueblo, de una 
sociedad. Así vive y llega a ser lo que es en un mundo complejo de 
relaciones y en medio de un pueblo que tiene un pasado, un presente y 
un futuro. Quien no pertenece a un pueblo no tiene identidad (13). 

13. Somos creyentes en medio del pueblo de Dios, Iglesia santa 
La identidad del creyente se realiza también en el seno de un pueblo, 
el Pueblo de Dios. "Dios ha dispuesto salvar y santificar a los hombres, 
no por separado, sin conexión alguna entre sí, sino constituyéndolos en 
un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente» (LG 
9). El Pueblo de Dios tiene un pasado (Israel), un presente (la Iglesia 
Santa, Nuevo Israel) y un futuro (un inmenso proyecto de comunión para 
todos los hombres) (14). 

14. La acción de Dios en la historia hace de Israel «Pueblo de Dios» 
El pueblo de Israel tiene conciencia profunda de su peculiaridad en 
medio de los demás pueblos. Dicha conciencia surge al reconocer la 
acción de Dios en su historia. La Palabra de Dios, hecha acontecimiento, 
constituye a las tribus nómadas salidas de Egipto en pueblo, el pueblo de 
Dios. Se cumple fielmente la Palabra de Dios dicha a Moisés: «Yo estoy 
contigo; y ésta es la señal de que yo te envío: cuando saques al pueblo 
de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña» (Ex 3, 12). Israel queda 
constituido definitivamente como Pueblo de Dios en la Asamblea del 
Desierto, reunida para dar culto a Yahvé, el Dios vivo, el Dios de 
Abraham, Isaac y Jacob. Desde entonces es la Asamblea de Yahvé (Nm 
20, 4; Ne 13, 1) (15). 

15. Israel, pueblo elegido de Dios 
En la acción de Dios, Israel toma conciencia de ser Pueblo elegido: 
«Tú, Israel, siervo mío; Jacob, mi escogido; estirpe de Abrahán, mi 
amigo. Tú, a quien cogí en los confines del orbe, a quien llamé en sus 
extremos, a quien dije: Tú eres mi siervo, te he escogido y no te he 
rechazado. No temas, que yo estoy contigo; no te angusties, que yo soy 
tu Dios» (Is 41, 8-10). Dios elige a Israel no por su nombre, su fuerza o 
sus méritos (Dt 7, 7; 8, 17; 9, 4), sino por amor (Dt 7, 8; Os 11, 1) (16). 

16. Israel, pueblo de la alianza 
Al tomar conciencia viva de la acción de Dios en su seno, Israel, va 
conociendo de manera cada día más profunda su condición de pueblo 
elegido, convocado por Dios. Esta conciencia se afianza con la Alianza: 
«Pondré mi morada entre vosotros y no os detestaré. Caminaré entre 
vosotros y seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Yo soy el Señor 
vuestro Dios, que os saqué de Egipto, de la esclavitud, rompí vuestras 
coyundas, os hice caminar erguidos (Lv 26,11 -13; cfr. Dt 29,12; Jr 7,23; 
Ez 11, 20) (17). 

17. Israel, pueblo santo, testigo del Dios único, en medio de las 
naciones
De este modo se establece un vínculo absolutamente peculiar entre 
Dios y una comunidad humana. Israel viene a ser el pueblo santo, 
consagrado a Yahvé, reino de sacerdotes (Ex 19, 6), propiedad personal 
suya (Dt 7,6; 14,2), su herencia (Dt 9,26), su rebaño (Sal 79,2; 94,7), su 
viña (Is 5,1; Sal 79, 9), su hijo (Ex 4, 22; Os 11,1), su esposa (Os 2, 4; Jr 
2, 2; Ez 16, 8). Israeí viene a ser testigo del Dios único en medio de las 
naciones (Is 44,8), pueblo mediador por el que se reanuda el víncuLo 
entre Dios y el conjunto de la humanidad de modo que se eleve a Dios 
La alabanza de la tierra entera (Is 45, 14-15.23ss) (18). 

18. Un resto fiel continuará la misión de Israel 
Pero el pueblo de Israel no mantiene su fidelidad al Dios de La alianza. 
Es pueblo de dura cerviz (Ex32, 9; 33, 3; Dt 9, 13), pueblo de protesta 
contra Yahvé (Ex 15-17; Nm 14-17), pueblo idólatra (Ex 32; Dt 9,12-21), 
esposa infiel (Os 2; Jer 2-4; Ez 16), viña que produce agraces (Is 
5,2.4.7.) (19). 

19. Israel, pueblo pecador 
Una y otra vez los profetas denuncian la transgresión de la Alianza e 
invitan al pueblo a la conversión. Pero Israel y sus dirigentes sólo 
tomarán conciencia de la gravedad de su pecado merced a la 
experiencia catastrófica del destierro, que echa por tierra todas sus 
ilusiones (Jr 5,19; 13,23; 16, 12-13; Is 1,2-3; 2,5-8; Ez 17,19ss). No 
obstante, Dios rico en piedad y leal, es fiel a sí mismo y a sus promesas. 
Del destierro volverá un resto, que continuará la misión de Israel: «Mas 
ahora, en un instante el Señor nuestro Dios nos ha concedido la gracia 
de dejarnos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo: 
nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha reanimado en 
medio de nuestra esclavitud. Porque esclavos fuimos nosotros, pero en 
nuestra esclavitud Dios no nos ha abandonado» (Esd 9, 8-9) (20). 

20. Un nuevo éxodo, una nueva marcha por el desierto, un nuevo 
retorno, una nueva alianza
Toda la historia del pueblo pasa a ser símbolo de los acontecimientos 
futuros: se producirá un nuevo éxodo con la liberación de la esclavitud 
(Jr 31, 11), una nueva marcha por el desierto acompañada de prodigios 
(Os 2, 16), un nuevo retorno a la tierra prometida (Ez 37, 21), una nueva 
alianza: «No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé 
de la mano para sacarlos de Egipto: Ellos quebrantaron mi alianza, 
aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-. Sino que así será la alianza 
que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: 
Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios 
y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el 
otro a su hermano, diciendo: Reconoce al Señor. Porque todos me 
conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando 
perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados» (Jr 31, 31-34) (21). 

21. Un nuevo pueblo, abierto a la humanidad entera 
Al mismo tiempo se ensanchan las fronteras del pueblo de Dios, pues 
las naciones van a unirse a Israel (Is 2, 2ss); tendrán parte con él en la 
bendición prometida a Abrahán (Jr 4,2; cfr. Gn 12,3) y en la alianza, cuyo 
mediador será el siervo de Yahvé (Is 42,6); tras el destierro, como pueblo 
nuevo, Israel es llamado abiertamente a rebasar el marco nacional (22). 


22. La Iglesia, nuevo Israel: de toda tribu, nación y lengua 
De este modo participa del misterio de Israel toda la humanidad: Dios 
elige a sus predilectos entre las naciones «procurándose entre los 
gentiles un pueblo para su nombre» (Hch 15,14). Esto se cumple en la 
Comunidad de la Nueva Alianza, la Iglesia, compuesta por hombres y 
mujeres de toda tribu, nación y lengua (Ap 5, 9; 7, 9; 11, 9; 13, 7: 14, 6): 
«Ya no hay distinción entre judíos y gentiles. Esclavos y libres, hombres 
y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Ga 3, 28) (23). 

23. La Iglesia, el nuevo pueblo anunciado por los profetas 
Desde el principio, los cristianos tienen conciencia de ser el Nuevo 
Pueblo anunciado por los profetas. Así, lo que se dijo de Israel en el 
pasado, se dice ahora de la Iglesia: Pueblo de Dios (Tt 2,14; cfr. Dt 7, 6), 
raza elegida, nación santa, pueblo adquirido ( 1 P 2, 9; cfr. Ex 19, 5; Is 
43, 20-21), rebaño (Hch 20, 28; 1 P 5, 2; Jn 10, 16), esposa del Señor 
(Ef 5, 25; Ap 19, 7; 21, 2). Por la nueva alianza, realizada en el Espíritu 
de Jesús, Dios crea un nuevo pueblo en el que se cumple plenamente la 
palabra de la Escritura: «Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro 
Dios» (2 Co 6,16; cfr. Lv 26,12; Hb 8, 10; Jr 31, 33; Ap 21, 3) (24). 

24. La historia de Israel, símbolo de los nuevos acontecimientos que 
vive la Iglesia 
La historia de Israel se convierte en símbolo de los nuevos 
acontecimientos que vive la Iglesia de Jesús. Este es el nuevo Moisés 
que dirige a su Pueblo en el Éxodo (Cfr. Hch 3,15-22). Es el verdadero 
Cordero Pascual, inmolado por nosotros y cuya sangre nos purifica; es el 
verdadero Maná que ha bajado del cielo (Jn 6, 30-58). Jesús es el 
verdadero heredero de David que inaugura un nuevo Reino (Lc 1, 32-33; 
Mc 11, 10; Jr 23, 5-6). Los acontecimientos de salvación que vive el 
nuevo pueblo de Dios se expresan en los escritos del Nuevo Testamento 
en categorías y términos que recuerdan la experiencia de fe del viejo 
Israel. Al designar a la Iglesia con la expresión «pueblo de Dios» (Cfr. Rm 
911; 1 P 2, 4-10; 5, 1-4), se pone de manifiesto la continuidad que existe 
entre la Iglesia y el Antiguo Testamento, si bien, al tratarse de un pueblo 
cuya cabeza es Cristo, se afirma también su novedad como pueblo de la 
Nueva Alianza. La Iglesia es pueblo llamado por Dios, consagrado a Dios, 
pueblo sacerdotal constituido por la glorificación y la alabanza del Señor 
(Ap 1,6; 5,9-10; 1 P 2,4-10; Rm 12, 1). Es una comunidad de hombres, 
cuyos miembros son fundamentalmente iguales, aun cuando 
desempeñen oficios diferentes. Es un pueblo en marcha: va realizando el 
plan de Dios a través del tiempo de manera progresiva. La comunión con 
Dios que la Iglesia realiza en el tiempo no se consumará cabalmente 
hasta el final (Ap 21, 3; 1 Co 15, 28) (25). 

25. Elementos constitutivos del nuevo Pueblo de Dios 
La Iglesia, nuevo pueblo mesiánico, «tiene por cabeza a Cristo, que 
fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra salvación 
(Rm 4,25) y teniendo ahora un nombre que está sobre todo nombre, 
reina gloriosamente en los cielos. La condición de este pueblo es la 
dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el 
Espíritu Santo como en un templo. Tiene por ley el nuevo mandato de 
amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros (cfr. Jn 13, 34). Y tiene 
en último lugar, como fin, el dilatar más y más el Reino de Dios, incoado 
por el mismo Dios en la tierra, hasta que al final de los tiempos El mismo 
también la lleve a su consumación» (LG 9) (26). 

26. Germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación 
«Este pueblo mesiánico..., aunque no incluya a todos los hombres 
actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin 
embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, 
de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión 
de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de 
instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como 
luz del mundo y sal de la tierra (cfr. Mt 5, 13-16)» (LG 9) (27). 

27. El pueblo de la Nueva Alianza posee íntegramente la revelación 
divina, recibida de Jesucristo y de los Apóstoles 
El nuevo pueblo de Dios conserva, medita y trasmite íntegramente la 
revelación divina. Lo que Dios ha comunicado a los hombres por medio 
del pueblo de la antigua alianza y por medio de Jesucristo y de los 
Apóstoles, ha sido confiado a la Iglesia, el pueblo de la Nueva Alianza. A 
través de la Iglesia, Dios comunica en nuestros días a todos los hombres 
lo que en otro tiempo nos manifestó. El pueblo de la Nueva Alianza, la 
Iglesia, posee íntegramente la revelación divina recibida de Jesucristo y 
de los Apóstoles. Misión suya es comunicarla a todos los hombres. Esta 
revelación de Dios se contiene en la Sagrada Escritura y en la Tradición 
viva de la Iglesia (28). 

28. Revelación divina en el Antiguo Testamento: historia de salvación 
recogida en la Escritura
El pueblo de la Antigua Alianza había recorrido los caminos de Dios: el 
éxodo, la alianza, el desierto, la tentación. Dios hizo primero su alianza 
con Abrahán (Cfr. Gn 15,18); después, por medio de Moisés (Cfr. Ex 24, 
8), la hizo con el pueblo, con obras y palabras, como Dios vivo y 
verdadero. De este modo Israel fue experimentando la manera de obrar 
de Dios con los hombres, la fue comprendiendo cada vez mejor al hablar 
Dios por medio de los profetas y fue difundiendo este conocimiento entre 
las naciones (Cfr. Sal 21, 28-29; 95, 1-3; Is 2, 1-4; Jr 3, 17). Esta 
economía de salvación «anunciada, contada y explicada por los 
escritores sagrados, se encuentra, hecha palabra de Dios, en los libros 
del Antiguo Testamento; por eso dichos libros inspirados conservan para 
siempre su valor y su autoridad» (DV 14; cfr. Rm 15, 4). El fin principal de 
esta etapa de la historia de salvación era «preparar la venida de Cristo, 
redentor universal, y de su reino mesiánico, anunciarla proféticamente 
(cfr. Lc 24, 44; Jn 5, 39, 1 P 1, 10), representarla con diversas imágenes 
(cfr. 1 Co 10, 11). Los libros del Antiguo Testamento, según la condición 
de los hombres antes de la salvación establecida por Cristo, muestran a 
todos el conocimiento de Dios y el modo como Dios, justo y 
misericordioso, trata a los hombres. Estos libros, aunque contienen 
elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la pedagogía divina» 
(DV 15) (29). 

29. La Iglesia, Pueblo Santo de Dios
A los ojos de la fe, la Iglesia es santa en cuanto que es el pueblo de 
Dios cuya íntima estructura es la comunión de Dios con los hombres en 
Jesucristo. En efecto, «creemos que es indefectiblemente santa, pues 
Cristo, el Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espíritu Santo es 
proclamado el único Santo, amó a la Iglesia como a su Esposa, 
entregándose a Sí mismo por ella para santificarla (cfr. Ef 5,25-26), la 
unión a Sí como su propio cuerpo y la enriqueció con el don del Espíritu 
Santo para gloria de Dios» (LG 39). [De un modo más preciso habría que 
decir que la Iglesia es santa por un doble título: a), en el sentido de que 
ella es Dios mismo santificando a los hombres en Cristo por su propio 
Espíritu (a este aspecto la teología lo ha llamado la santidad "objetiva" o 
«santificante» de la Iglesia); b), la Iglesia es santa, por otra parte, en el 
sentido de que ella es la humanidad en vías de santificación por Dios (es 
el misterio de la participación o aspecto de la santidad «subjetiva»)]. Los 
primeros miembros de la Iglesia adoptaron el nombre de «santos» (Hch 
9, 13) incluso antes de utilizar el de «cristianos». Con ello se reconocían 
a sí mismos como hombres llamados por Dios a la santidad (Cfr.1 Ts 4, 
3; Ef 1, 4); hombres trabajados en este sentido por la gracia de Dios, y 
hombres que se esfuerzan por responder personalmente a esa llamada 
(37). 

30. Iglesia santa y necesitada de purificación I/SANTA-PECADORA 
Según la fe de la Iglesia, los pecadores mismos forman parte de la 
comunidad eclesial, salvo en caso de apostasía o de exclusión dictada 
por la autoridad legítima por razones gravísimas. En cierto modo, 
excepción hecha a la Virgen María, todos los miembros de la Iglesia son 
en este mundo pecadores (1 Jn 1, 8; St 3, 2). Esta presencia en su seno 
de miembros pecadores es un paralelismo más de la condición actual de 
la Iglesia con la historia de Israel. «Mientras Cristo, santo, inocente, 
inmaculado (Hb 7, 26), no conoció el pecado (cfr. 2 Co 5, 21), sino que 
vino únicamente a expiar los pecados del pueblo (cfr. Hb 2, 17), la Iglesia 
encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa 
y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la 
penitencia y de la renovación» (LG 8) (38). 

31. La Iglesia, cuerpo de Cristo 
San Pablo expresa la relación de los cristianos con Cristo y de los 
cristianos entre sí contemplándola como el cuerpo de Cristo. Esta 
profunda penetración del misterio cristiano toma algunos rasgos, sobre 
todo en la carta a los Romanos (12, 4-5) y primera a los Corintios (12, 
12-30) del apólogo clásico que compara la sociedad humana con un 
cuerpo que es uno en sus diversos miembros. Pablo verá a Cristo como 
principio aglutinador y vivificador de los que han acogido con fe la 
predicación apostólica: «El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es 
acaso comunión con la sangre de Cristo? y el pan que partimos ¿no es 
comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, somos 
un solo pan y un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan» 
(/1Co/10/16-17). Esta comunidad que reúne a tantos hombres diferentes 
por la raza, fortuna, educación, ambiente cultural y social, no es una 
comunidad sino en Cristo y en su Espíritu. «En ese cuerpo, la vida de 
Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo 
paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo arcano, pero real» 
(LG 7; cfr. Santo Tomás, Suma Teológica lIl, q. 62 a. 5 ad 1) (40). 

32. Hacia una más profunda experiencia comunitaria de la fe 
El Concilio Vaticano II, para expresar el misterio de la Iglesia, privilegia 
la realidad bíblica -que es más que mera metáfora o imagen- de Pueblo 
de Dios, sin separarla, por otra parte, de la de Cuerpo de Cristo. Este 
Pueblo de Dios, pueblo universal, se concreta en comunidades de fe. 
Frente al individualismo y a la masificación, la renovación conciliar nos 
convoca a una más profunda experiencia comunitaria de la fe. El 
apostolado individual «debe desarrollarse de modo que, al mismo tiempo, 
se acentúe el dinamismo comunitario de la vida cristiana a través de la 
vinculación a comunidades cristianas concretas. Los seglares deben, 
pues, encontrar el camino de inserción responsable y activa en 
comunidades eclesiales» (Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, El 
apostolado seglar en España, 1) (43). 

33. El misterio de la Iglesia, un hecho vivido I/MISTERIO
«El misterio de la Iglesia no es simple objeto del conocimiento 
teológico; debe ser un hecho vivido, del que, aun antes de su clara 
noción, el alma fiel puede tener experiencia casi connatural; y la 
comunidad de los creyentes puede hallar la íntima certeza de su 
participación en el Cuerpo místico de Cristo...» (·Pablo-VI, Ecclesiam 
Suam, 33) (44). 
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TEMA 43-1

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE LA IDENTIDAD DEL CREYENTE 
SE REALIZA EN EL SENO DE UN PUEBLO, EL PUEBLO DE DIOS 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Relato de los acontecimientos significativos ocurridos desde la última 
reunión. 
* Presentación del tema 43 en sus puntos clave. 
* Diálogo: interrogantes, aspectos descubiertos, experiencias. 
* Oración comunitaria: salmo compartido, canción apropiada. 

PISTA DE LA REUNIÓN 
PUNTOS CLAVE 
* La acción de Dios en la historia hace a Israel Pueblo de Dios. 
* Israel, pueblo elegido de Dios, pueblo de la alianza, pueblo testigo. 
* Israel, pueblo pecador. 
* Un resto continuará la misión. 
* Un nuevo pueblo abierto a la humanidad entera . 
* De toda tribu, nación y lengua. 
* Elementos constitutivos. 
* Pueblo de Dios, cuerpo de Cristo. 
* Una más profunda experiencia comunitaria. 
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TEMA 43-2

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE LA IDENTIDAD DEL CREYENTE 
SE RENUEVA EN EL SENO DE UN PUEBLO QUE SE RENUEVA 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del montaje: Aquello empezó por un borriquillo... 
* Diálogo: nuestra reacción ante el montaje... 
El amor a la Iglesia no es conformista ni ciego (ver CS 43). 
* Oración comunitaria: desde la propia situación. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
* Presentación del montaje audiovisual titulado "Aquello empezó por un 
borriquillo. Hacia las raíces de la Iglesia", de M. VALMASEDA (Ed. C.O.E., 
Madrid): aboga por una Iglesia que se renueva en la sencillez, en la 
pobreza, en la lucha contra la opresión, en la fraternidad de verdad (ver 
AUCA 29/30; también, DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES (SN C), 
Montajes audiovisuales. Fichas críticas (Il), A-12). 
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TEMA 43-3 

OBJETIVO: 
DESCUBRlR QUE LA IDENTIDAD DEL CREYENTE 
SE RENUEVA EN EL SENO DE UN PUEBLO QUE SE RENUEVA 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Presentación del objetivo y plan de la reunión 
* Presentación de una de las partes de la serie Los hechos de los 
Apóstoles 
* Diálogo: comunicar aquello que más nos llama la atención 
* Oración comunitaria: Sal 102, canto apropiado 

PISTA PARA LA REUNIÓN
* Presentación (en video) de la serie de TV titulada Los hechos de los 
Ap6stoles, de R. ROSCELLINI. Es una producción de la R.A.I., en cinco 
partes (I, Il. Ill, IV y V), que permite un acercamiento a las fuentes de la 
experiencia comunitaria de la Iglesia. Traducción de T. V E 
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TEMA 43-4 

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE LA IDENTIDAD DEL CREYENTE 
SE RENUEVA EN EL SENO DE UN PUEBLO QUE SE RENUEVA 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Relato de los acontecimientos más significativos ocurridos desde la 
última reunión 
* Oración inicial salmo compartido 
* Presentación de la pista adjunta: la llamada a la renovación de 
Bartolomé Carranza (hacia 1503-1576); compárese con la situación 
actual. La pista ha sido tomada de TELLECHEA J. I., Bartolomé Carranza. 
Catechismo Christiano 1558. Ed BAC, Madrid 1972, 119-123.
* Diálogo sobre lo que más nos llama la atención 
* Operación comunitaria: Sal 80, compartido desde la propia situación; 
oración por la renovación de la Iglesia.

PISTA PARA LA REUNIÓN 
* "... sabemos que hay millares de hombres en la Iglesia que, 
preguntados de su religión, ni saben la razón del nombre ni la profesión 
que hicieron en el baptismo, sino, como nacieron en casa de sus padres 
así se hallaron nacidos en la Iglesia, a los cuales nunca les pasó por 
pensamiento saber los artículos de la fe, qué quiere decir el Decálogo, 
qué cosas son los sacramentos. Hombres cristianos de título y de 
cerimonias y cristianos de costumbre, pero no de juicio y de ánimo; 
porque, quitado el título y algunas cerimonias de cristiano, de la 
substancia de su religión no tienen más que los nacidos y criados en las 
Indias. 
Tanta rudeza y tanta ignorancia como ésta, aunque se imputa a los 
particulares, pero principalmente se imputa a los sacerdotes, y entre 
éstos, especialmente a los perlados, como son los obispos y curas, los 
cuales son obligados a enseñar al pueblo en todas las cosas de su 
religión. Y esto ha cesado en esta edad más que en otra después que 
Jesucristo fundó la Iglesia: porque los que menos tratan de esto en la 
Iglesia son ellos, unos por no saberlo, otros por ocuparse en otros oficios 
ajenos de su estado, dejando lo que derechamente es de su oficio y lo 
que expresamente les manda Dios hacer". 

* "En la Iglesia primitiva acostumbraron los padres de ella que, los que 
venían a tomar el baptismo con edad y uso de razón, que llamamos 
adultos, antes que se baptizasen fuesen enseñados en las cosas 
generales y substanciales de la religión, y no les permitían tomar el 
baptismo hasta que estuviesen bien instructos en ellas; y por el tiempo 
que estaban en esta instrución antes del baptismo, se llamaban 
catecúmenos, como en las religiones monásficas, antes que hagan 
profesión, se llaman novicios. Así se decían catecúmenos los que no 
eran profesos en la religión cristiana. Después de bautizados, por algún 
tiempo les llamaban neófitos, que quiere decir profesos nuevos o 
hombres nuevos en la religión cristiana. A éstos, dice san Pablo que no 
se han de dar oficios públicos en la Iglesia, como oficios de obispos o de 
curas parroquiales: todo esto se decía de los que venían adultos al 
baptismo. Pero en los que se baptizaban niños sin uso de razón (porque 
desde el tiempo de los Apóstoles los hijos de los cristianos se baptizan 
en esta edad, y de ellos tiene la Iglesia esta tradición y uso), a éstos, 
después que llegaban a edad, los catequizaban; y si sabían bien la 
doctrina (3v) cristiana, los confirmaban sus obispos y les ponían la señal 
y banda de cristianos. Y los unos y los otros eran examinados: los 
grandes, antes del baptismo; y los pequeños, antes de la confirmación. 
Sin examinación y aprobación ninguno era recibido al baptismo. S. 
Jerónimo dice que antes del baptismo eran preguntados cuarenta días 
de los artículos de la divinidad, y que no eran recibidos por responder 
bien tres ni cuatro veces. Esta costumbre se guardó muchos años, y era 
una de las más santas y más útiles que nos dejaron los Apóstoles.» 

* «De este ejercicio hicieron muchos decretos los antiguos, como 
refiere Rábano, y en los concilios hay cánones muchos que mandan 
guardar esta santa costumbre, como en el concilio Laodiceno y en el 
Bracarense y en los Cartaginenses. Después que cesaron de venir al 
baptismo siendo hombres, y no se baptizaban otros sino los hijos de los 
cristianos, mudóse la costumbre, que, lo que se hacía antes del 
baptismo, se hiciese después que los baptizados viniesen a uso de 
razón, y de esto se encargan en el baptismo los padrinos, que 
responden por el niño, y los padres naturales del baptizado. De esto que 
habemos dicho de enseñar a los baptizados y confirmados, en algunas 
iglesias se guarda algo, y en otras no nada. Con otras cosas de la 
religión ha caído también ésta, pero con más perjuicio que las otras; 
porque, aunque esto sea el abecedario de la religión cristiana, pero 
contiene toda la substancia de la religión. Y así, es tan necesario para 
los varones como para los principiantes y novicios de la religión; y con 
tanto daño lo ignoran los unos como los otros, y por nuestros pecados 
agora hallamos en esta ignorancia, no solamente a los mancebos de 
quince o veinte años, pero a los hombres de cuarenta y cincuenta 
años...» 

TEMA 43-5

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE LA IDENTIDAD DEL CREYENTE 
SE RENUEVA EN EL SENO DE UN PUEBLO QUE SE RENUEVA 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Introducción: oración inicial, canto apropiado.
* Presentación del objetivo, plan y pista para la reunión . 
* Lecturas: Ag 1,1-15; 2,1-9; Is 54,1-17; 60; 62; Mi 4,1-5; 5,1-3; Am 
9,11-15;
Hch 2,42-47;15; 16 ss.; Lc 3,1-9. 
* Oración comunitaria: Sal 80, canto apropiado. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
* Objetivo del Concilio Vaticano II (ver ICA, Introducci6n). 
* El texto más importante del Concilio Vaticano II: Hch 2,42-47 (ver 
PC-1, 4.4):
clave de renovación, 
* Rasgos de la comunidad (ver ICA, 2). 
* La conversión lleva: 
- a una renovación profunda de la Iglesia; 
- a respetar la autonomía de lo temporal; 
- al reconocimiento de una sociedad pluralista; 
- a no imponer el evangelio desde las leyes; 
- a ofrecer el evangelio desde la libertad; 
- a vivir comunitariamente; 
- a optar por la comunidad; 
- a salir de la situación de cristiandad (ver PC-1,7).