CATECUMENADO 42 
I/PLAN-DE-D


LA IGLESIA UNIVERSAL, UN PUEBLO REUNIDO


OBJETIVO CATEQUÉTICO 
* Descubrir que el plan de Dios se realiza en la Iglesia, 
   pueblo reunido por el amor de Dios. 

1.¿Dios tiene un plan sobre mi vida? V/SENTIDO:
No es raro encontrarnos con afirmaciones tan contrapuestas como las 
siguientes. Unos dicen: «Todo es absurdo». Otros: «Todo tiene un 
sentido». Unos dicen: «El mundo está regido por un destino ciego, 
inexorable». Otros: «Dios tiene un plan sobre mi vida». También nos 
encontramos con interrogantes tan fundamentales como éstos: «¿Qué 
es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a 
pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen 
las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la 
sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida 
temporal?» (GS 10). 

2. Respuestas no cristianas 
Son muchos los que, arrastrados por un materialismo práctico, no se 
plantean este tipo de preguntas. Otros piensan hallar su descanso en 
una interpretación de la realidad propuesta de múltiples maneras. Otros 
esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la 
humanidad. Y no faltan quienes, desesperando de poder dar a la vida un 
sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia 
carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido 
puramente subjetivo (Cfr. GS 10). 

3. Dios toma la iniciativa de la salvación del hombre 
Antes de que el hombre pensara en liberarse de sus limitaciones 
fundamentales, ya Dios había decidido ofrecerle algo que el hombre no 
podía sospechar. La posibilidad de participar en la felicidad y en la vida 
misma de Dios para siempre. «Dios quiere que todos los hombres se 
salven» (1 Tm 2, 4). La razón está en el amor que Dios tiene al mundo, 
amor que ha manifestado enviando a su Hijo Jesucristo. Así lo dice Jesús 
a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, 
para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan 
vida eterna» (Jn 3, 16). Dios ha tomado la iniciativa de la salvación del 
hombre. Por ello, Dios intervino en la historia, eligiendo al pueblo de 
Israel y comunicándole poco a poco su plan de salvación que en Cristo y 
por medio de la Iglesia ofrecerá después a todos los hombres. En efecto, 
el Padre «estableció convocar a quienes creen en Cristo en la Santa 
Iglesia, que ya fue prefigurada desde el comienzo del mundo, preparada 
admirablemente en la historia del pueblo de Israel y en la antigua Alianza, 
constituida en los tiempos definitivos, manifestada por la efusión del 
Espíritu y que se consumará gloriosamente al final de los tiempos» (LG 
2). 

4. El plan de Dios, esbozado en el Antiguo Testamento 
Por la acción de Dios en medio de la historia, Israel llega a comprender 
que Dios tiene un plan sobre el mundo. La historia humana no se 
desenvuelve según los impulsos de un destino ciego, sino que está 
polarizada de un extremo a otro por un término, señalado antes de la 
creación del mundo. Por ello dice el libro de la Sabiduría que Dios lo 
dispuso todo «con peso, número y medida» (Sb 1 1, 20). 
En efecto, oculto durante mucho tiempo, el plan de Dios fue esbozado 
en la revelación del Antiguo Testamento: elección de los antepasados de 
Israel, promesa de una posteridad y de una tierra, cumplimiento de la 
promesa a través de los acontecimientos providenciales que dominan el 
éxodo, la alianza del Sinaí, el don de la Ley, la conquista de Canaán. El 
plan de Dios es la realidad fundamental que los profetas dan a conocer 
al pueblo de Dios: «No hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus 
siervos los profetas» (Am 3, 7). La oración de Israel se nutre del 
conocimiento del plan de Dios, revelado a través de los hechos (Sal 76; 
77; 104; 105). Israel, en suma, se comprende a sí mismo como implicado 
en un drama que está en curso, cuyo desenlace sólo es parcialmente 
conocido y hacia el cual Dios hace caminar a la historia: «De antemano 
yo anuncio el futuro; por adelantado, lo que aún no ha sucedido. Digo: Mi 
designio se cumplirá, mi voluntad la realizo» (Is 46, 10). El plan de Dios 
es la salvación, una salvación que será ofrecida a Israel y, con él, a 
todas las naciones (Is 2, 1-4; Za 8, 20ss; 14, 16; Is 56, 6-8; 60, 1 1-14), 
una salvación que Dios, en su amor, va dando a conocer, iluminando así 
el sentido de la existencia. 

5. Jesús, en el centro del plan de Dios. La plenitud de los tiempos 
Con Jesús, el plan de Dios llega a su etapa decisiva, la plenitud de los 
tiempos. Jesús, el enviado del Padre (Mt 15, 24; Jn 6, 57; 10, 36) obra 
constantemente en función de ese plan: en cumplimiento de la voluntad 
del Padre (Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38) y de las Escrituras (Lc 22, 37; 24, 
7.26.44; Jn 13,18; 17, 12; 19, 28.36; 20, 9). Si predica la buena nueva 
del reino (Mt 4,17.23), si cura a los enfermos y arroja a los demonios, es 
para significar que él es el que había de venir (Mt 11, 3ss) y que el Reino 
de Dios ha llegado ya (Mt 12, 28). El plan de Dios alcanza una nueva 
etapa que se sitúa entre la plenitud de los tiempos y el fin de ios siglos: la 
etapa de la evangelización de los pueblos. Jesús confía el desarrollo de 
esta misión a la Iglesia: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la 
tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el 
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a 
guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros 
todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 18-20). 

6. El plan de Dios, realizado en la Iglesia 
La Iglesia lleva adelante el plan de Dios. El Evangelio que ella 
proclama ante la faz del mundo es el de la salvación acaecida en Jesús, 
muerto y resucitado, salvaci6n accesible desde ahora a todos aquellos 
que crean en su nombre (Hch 2, 36-39; 4, 10ss; 10, 36; 13, 23). San 
Pablo no hace otra cosa sino anunciar el plan de Dios en su totalidad 
(Hch 20, 27). Para los que Dios ama, este plan se desarrolla conforme a 
ciertas etapas preparadas de antemano: «sabemos que en todas las 
cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han 
sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, 
también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera 
él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos 
también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los 
que justificó, a ésos también los glorificó» (Rm 8, 28-30). 

7. "Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra" 
En el himno que abre la carta a los Efesios (/Ef/01/03-14), San Pablo 
proclama gozosamente el plan divino de la salvación realizado en la 
Iglesia, misterio de elección, de redención, de perdón, de gracia, de 
bendición, de glorificación; misterio que nos revela el plan amoroso de 
Dios Padre, tomado de antemano y realizado en la plenitud de los 
tiempos por medio de Cristo: «Por él, por su sangre, hemos recibido la 
redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y 
prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer 
el Misterio de su Voluntad. Este es el plan que había proyectado realizar 
por Cristo, cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo 
todas las cosas del cielo y de la tierra» (Ef 1, 7-10). Cristo Resucitado, 
silenciosamente, como el imán atrae los gránulos de plomo, atrae todo 
hacia sí, según las líneas de un trazado progresivamente visible. 

8. La Iglesia, comunión de Dios con el hombre en Jesucristo 
Según el plan de Dios, Cristo ha sido constituido también «Cabeza 
suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo 
en todo» (Ef 1, 22-23; cfr. Col. 2, 9-10). De esta manera, en Jesucristo, 
la Iglesia, es misterio de comunión entre Dios y los hombres. La Iglesia es 
ya, en germen, la Nueva Jerusalén, que contempla el libro del 
Apocalipsis: «Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará 
entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos» (Ap 21, 3). La 
Iglesia en su aspecto más fundamental es la comunidad de vida 
resultante de la participaci6n de los hombres en la gracia de Cristo. En 
este sentido, aunque la Iglesia no puede añadir nada a la gracia de Dios, 
representa, sin embargo, la culminación del misterio de Cristo (Cfr. LG 7; 
GS 32d; 40b; 42a). Por la fe y los sacramentos entramos en comunión 
con Cristo salvador, participamos de su muerte y resurrección (Cfr. Rm 
6), quedamos constituidos hijos de Dios y convertidos en miembros de su 
cuerpo que es la Iglesia (Cfr. Ga 3, 26-29; Mc 16, 16; Jn 3, 3; 6, 53). 
Estos miembros se unen entre sí en Cristo Jesús, de una manera 
especial por la participaci6n en la Eucaristía. «La unidad de los fieles que 
constituyen un solo cuerpo en Cristo, está representada y se realiza por 
el sacramento del pan eucarístico (cfr. 1 Co 10, 17)» (LG 3). 

9. La Iglesia, comunión de los hombres entre sí 
En la persona de Cristo y en su Cuerpo que es la Iglesia, Dios restaura 
la unidad de los hombres. Judíos y gentiles son reconciliados y forman 
un solo pueblo, el pueblo de Dios. Así Cristo «es nuestra paz. El ha 
hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el 
muro que los separaba: el odio» (Ef 2,14). Aquí, San Pablo alude al muro 
que separaba el atrio de los gentiles y el de los judíos en el Templo de 
Jerusalén (Cfr. Hch 21,28-29). Barreras seculares y viejas divisiones son 
superadas en la unidad de Cristo, que hace de todos «un solo Hombre 
Nuevo» (Ef 2,15): «ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos 
y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Ga 
3,28). 

10. El Espíritu Santo une a los hombres en Cristo; vínculo de unión 
entre los miembros de la Iglesia 
La comunión de todos en el Cuerpo de Cristo se hace posible por la 
intervención del Espíritu Santo. El Espíritu, enviado por el Padre y por el 
Hijo, nos transforma en hijos de Dios, haciéndonos partícipes de la 
condición filial de Jesucristo; infunde en nosotros los sentimientos del 
mismo Cristo y nos une en comunión de vida y de amor con El y con el 
Padre (Cfr. Rm 8,14-17; Jn 7,39; Flp 2,1 -5; Jn 14,17; 20,22). «Allí donde 
está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios; y allí donde está el 
Espíritu de Dios, allí está su Iglesia y toda su gracia» (S. Ireneo, Adv. 
Haer lll, 24,1). El Espíritu Santo, que es el vínculo de unión entre el 
Padre y el Hijo, es también la fuerza que une entre sí a los discípulos de 
Cristo en la unidad de la fe y de la caridad. «El Espíritu habita en la 
Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cfr. 1 Co 3,16; 
6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cfr. Ga 
4, 6; Rm 8,15-16.26). Guía la Iglesia a toda la verdad (cfr. Jn 16,13), la 
unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos 
dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cfr. Ef 
4,11-12; 1 Co 12,4; Ga 5,22). Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la 
Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada 
con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: 
¡Ven! (cfr. Ap 22,17)» (LG 4). 

11. La Iglesia universal es como «un pueblo reunido en virtud de la 
unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» 
Por tanto, según lo desarrollado en los párrafos precedentes, la Iglesia 
no es el resultado de una iniciativa de los discípulos de Jesús, sino un 
don gratuito que procede del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; un don 
que manifiesta al mundo y a cada hombre el plan divino de la salvación. 
El Concilio Vaticano lI recuerda en repetidas ocasiones este carácter 
trinitario de la Iglesia; lo expresa en particular con el siguiente texto de 
San Cipriano: «Y así la Iglesia universal aparece como un pueblo reunido 
en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4, 
cfr. GS 24c). 
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TEMA 42-1 

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE EL PLAN DE DIOS SOBRE LA HUMANIDAD 
SE REALIZA EN LA IGLESIA, PUEBLO REUNIDO POR EL AMOR DE DIOS 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Relato de acontecimientos significativos vividos desde la última reunión. 
* Presentación del tema 42 en sus puntos clave. 
* Diálogo: interrogantes, aspectos descubiertos, experiencias. 
* Oración comunitaria: Sal 105, compartido desde la propia situación. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
PUNTOS CLAVE 
* Dios tiene un plan sobre mi vida. 
* Respuestas no cristianas. 
* Dios toma la iniciativa. 
* El plan de Dios, esbozado en el AT. 
* Jesús, en el centro del plan de Dios. 
* Realizado en la Iglesia. 
* Recapitular en Cristo todas las cosas. 
* Misterio de comunión. 
* El espíritu, vínculo de unión. 
* Un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del 
Espíritu Santo. 
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TEMA 42-2 

OBJETIVO: 
DESCUBRIR QUE EL PLAN DE DIOS SOBRE LA HUMANIDAD SE REALIZA EN LA IGLESIA, PUEBLO CONVOCADO POR LA PALABRA Y EL ESPÍRITU 

PLAN DE LA REUNIÓN 
* Presentación del objetivo y plan de la reunión. 
* Presentación del montaje La casa del viejo Dimas: un grupo 
heterogéneo de personas se reúne alrededor del fuego, poniendo en 
común sus penas y alegrías, preocupaciones y esperanzas... Todo 
adquiere su más profundo sentido a la luz de la Palabra de Dios por la 
fuerza del Espíritu. 

* Diálogo: nuestra reacción ante el montaje. 
* Oración comunitaria: desde la propia situación. 

PISTA PARA LA REUNIÓN 
* Presentación del montaje audiovisual titulado La casa del viejo Dimas 
(Equipo del Secretariado Diocesano de Catequesis de Madrid, Ed. 
Paulinas) (ver AUCA 22; también, DEPARTAMENTO DE AUDIOVISUALES 
(SNC), Montajes audiovisuales. Fichas críticas (Il), C-22).