CATECUMENADO 30
EN UNA SOCIEDAD DE CONSUMO
OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir que la codicia de la sociedad de consumo constituye una herida al prójimo y una verdadera idolatría.
72. Sociedad de consumo: una relación inadecuada con las cosas
TENER/SER:La sociedad de consumo es una forma de
vida que no sólo supone una teoría concreta de las realidades
económicas, sino que implica, al menos de hecho, una concepción de la
totalidad de la existencia. No se define exclusivamente por el consumo de
productos, sino también por un aumento en el grado de
deshumanización: así da origen a un tipo de hombre desinteriorizado,
materializado, cerrado en el círculo de la producción y del consumo. El
«consumismo» comienza allí donde acaba la satisfacción de las
necesidades para una vida digna. Se crean nuevas necesidades que son
presentadas como imprescindibles, pero que son superfluas. Pasan a
segundo plano las necesidades realmente importantes. La persona se
convierte así en una máquina no sólo productora, sino además
consumidora de los productos que fabrica. El mismo hombre acaba por
materializarse y convertirse en objeto, en cosa en una pieza más del
engranaje frenético y esclavizante de la sociedad de consumo. Por tener
más, el hombre prefiere ser menos: no acierta a establecer una relación
adecuada con las cosas (bienes materiales, riqueza, dinero) (100).
73. La codicia, avidez violenta
CODICIA/IDOLATRIA:
La experiencia bíblica, desde un contexto distinto, ilumina, sin
embargo, las raíces más profundas del consumismo de hoy. Más allá de
los condicionamientos sociológicos, encontramos en el hombre la sed de
poseer cada vez más sin ocuparse de los otros, e incluso muchas veces
a sus expensas. Esto es lo que la Biblia entiende por codicia. La codicia
coincide ampliamente con la avidez y la perversión del deseo, pero
parece acentuar algunos de sus caracteres: es una avidez violenta y casi
frenética (Ef 4, 19), especialmente contraria al amor del prójimo, sobre
todo al amor de los pobres, y que, en primer lugar, va dirigida a los
bienes materiales: la riqueza, el dinero... La codicia inflige una herida al
prójimo y constituye una verdadera idolatría, ofendiendo, por tanto, al
Dios de la Alianza (101).
74. La codicia, contraria al amor al prójimo
La codicia aparece directamente opuesta al amor al prójimo, sobre
todo de los pobres, a los que la Ley protege contra ella (Ex 20, 17; 22,
24; Dt 24, 10-22). Mientras que Yahvé prescribe: «No endurezcas el
corazón» Dt 15, 7), el codicioso es un malvado con el alma desecada (Si
14, 9), que se muestra despiadado (27, 1). Profetas y sabios de Israel
denuncian los atentados contra los derechos del prójimo inspirados por
la codicia. Esta conduce al mercader, con frecuencia falto de conciencia
(Si 26, 29-27, 2), a falsear las balanzas, a especular y hacer dinero de
todo (Am 8,5 ss); al rico a hacer extorsiones (5, 12), a acaparar las
propiedades (Is 5, 8; Mi 2, 2-9), a explotar a los pobres (Ne 5, 1 -5; Am 2,
6), incluso negando el salario merecido (Jr 22, 13); al jefe y al juez a
proceder por cohecho (Mi 3, 11; Pr 28, 16) para violar el derecho (Is 1,
23; 5, 23; Mi 7, 3). Los jefes codiciosos, cautivados por su interés, como
lobos que desgarran su presa, recurren incluso a la violencia para
aumentar sus lucros (Jr 22, 17) y afirmar su voluntad de dominio (Ez 22,
27) (102).
75. La codicia, en el fondo, una idolatría
El Antiguo Testamento presiente su carácter idolátrico y la tradición
yahvista presenta con la fisonomía de la codicia (Gn 3, 6) el acto por el
que Adán y Eva, queriendo ser como dioses (3, 5) negaron a Dios su
confianza y su dependencia propias de criaturas. El Génesis sugiere así
que la codicia es el origen de todo pecado. El pecador, queriendo poseer
sólo para sí mismo lo que viene del amor de Dios para su servicio, pone
un bien creado y, finalmente, se pone él mismo en lugar de Dios. Por
esto, el comentario que la Biblia hace sobre el precepto de no codiciar
(Ex 20, 17) identifica a los paganos, pecadores por excelencia, con «los
que codician». Pablo, por su parte, pensando probablemente en el relato
del Génesis, reduce al mismo precepto toda la Ley (Rm 7, 7) y resume
todos los pecados de la generación del desierto en la codicia
(/1Co/10/06), expresión del repudio de la experiencia espiritual
propuesta por Dios (Dt 8, 3; Mt 4, 4). El codicioso, que corre tras bienes
precarios (Si 6, 2), siempre insatisfecho (Pr 27, 20; Qo 4, 8), será
castigado por su desprecio de Dios y por las injusticias infligidas al
prójimo. La codicia acaba por matar al que la tiene (Pr 1,19), mientras
que el que aborrece la codicia prolongará sus días (28, 16) (103).
76. «Donde está tu tesoro, allí está tu corazón»
En el Nuevo Testamento la codicia se presenta también como opuesta
al amor: el codicioso sacrifica a los otros a sí mismo y, si es necesario,
con violencia: «Codiciáis y no tenéis; matáis», dice Santiago (4. 2). La
codicia aparece también como opuesta a la fe, como idolatría (Lc
16,13ss; Col 3,5); es ocupar totalmente con los bienes creados un
corazón que sólo pertenece a Dios: «No amontonéis tesoros en la tierra,
donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren
boquetes y los roban. Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay
polilla ni carcoma que los roan ni ladrones que abran boquetes y roben.
Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (/Mt/06/19-21) (104).
77. «Aunque uno ande sobrado, la vida no depende de sus bienes»
«Dijo uno del público a Jesús: Maestro, dile a mi hermano que reparta
conmigo la herencia. El le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado
juez o árbitro entre vosotros? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda
clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende
de sus bienes. Y les propuso una parábola: Un hombre tuvo una gran
cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde
almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros
y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto
de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes
acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida.
Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has
acumulado, ¿de quién será? Así será el que amasa riquezas para sí y no
es rico ante Dios» (/Lc/12/13-21) (105).
78. Muchedumbres enteras carecen de las cosas indispensables
Como se ha dicho anteriormente, el pecado corrompe la relación del
hombre con las cosas. En esa relación manifiesta también su corazón
egoísta e insolidario. El Concilio Vaticano II se hace eco profético de un
problema grave de nuestro mundo. Muchedumbres enteras carecen aún
de las cosas indispensables. «Mientras una ingente multitud carece aún
de las cosas indispensables, algunos, también en las regiones menos
desarrolladas, viven opulentamente o malgastan sus bienes. El lujo y la
miseria coexisten. Mientras unos pocos gozan de la máxima posibilidad
de elegir, muchos carecen, casi por completo, de toda posibilidad de
actuar con iniciativa y responsabilidad propias, encontrándose muchas
veces en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona
humana» (GS 63) ( 106).
79. Deben desaparecer las grandes desigualdades económicas
Y frente a un mundo que lucha frenéticamente en la competición del
confort y del lujo, denuncia las grandes desigualdades económicas como
una situación que no satisface a las exigencias de la justicia y de la
equidad. «Para satisfacer a las exigencias de la justicia y de la equidad
se ha de intentar enérgicamente que, salvaguardados los derechos de
las personas y la índole peculiar de cada pueblo, las ingentes
desigualdades económicas que existen ahora y que muchas veces
aumentan, acompañadas de discriminaciones individuales y sociales,
desaparezcan lo antes posible» (GS 66) (107).
80. La codicia, subdesarrollo moral, colosal amenaza:AVARICIA/CODICIA:
·Pablo-VI decía en la Encíclica Populorum Progressio. «Así, pues, el
tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin
último. Todo crecimiento es ambivalente. Necesario para permitir que el
hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión desde el
momento en que se convierte en el bien supremo, que impide mirar más
allá. Entonces los corazones se endurecen y los espíritus se cierran; los
hombres ya no se unen por amistad, sino por interés, que pronto les
hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva de
poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se
opone a su verdadera grandeza; para las naciones, como para las
personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo
moral» (PP 19).
Por la avaricia (idolátrica) del hombre el progreso, de suyo bueno,
termina convirtiéndose en una colosal amenaza: «El hombre actual -dice
Juan Pablo II- parece estar siempre amenazado por lo que produce, es
decir, por el resultado del trabajo de sus manos y más aún por el trabajo
de su entendimiento, de las tendencias de su voluntad... El hombre, por
tanto, vive cada vez más en el miedo" (RH 15) (108).
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TEMA 30-1
OBJETIVO:
DESCUBRIR LA CODICIA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO
COMO UNA IDOLATRIA QUE HIERE AL PROJIMO
PLAN DE REUNION
* Información: personas, hechos, problemas...
* Oración inicial: Sal 73.
* Presentaci6n del tema 30 en sus puntos clave.
* Diálogo: ¿el proceso catecumenal influye en el estilo de vida?
Experiencias de comunicación de bienes.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.
PISTA PARA LA REUNION
PUNTOS CLAVE
* Relación inadecuada con las cosas.
* La codicia, avidez violenta, contraria al amor, idolatría .
* «Donde está tu tesoro»...
* «La vida no depende de los bienes»...
* «Muchedumbres..., carecen de las cosas indispensables.»
* Deben desaparecer las grandes desigualdades econ_micas.
* La codicia, colosal amenaza.
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TEMA 30-2
OBJETIVO:
DESCUBRIR QUE, POR EL PECADO HUMANO,
SE ESTABLECE UNA RELACION INADECUADA CON LAS COSAS
PLAN DE LA REUNION
* Presentación del objetivo y plan de la reunión.
* Presentación del montaje "Salmo al Idolo Tener".
* Diálogo: nuestra reacción ante el montaje.
* Oración comunitaria: desde la propia situación.
PISTA PARA LA REUNION
* Presentación del montaje audiovisual "Salmo al Idolo Tener", de D.
GONZALEZ CORDERO (Ed. Paulinas, Madrid): se evoca al ídolo Tener,
entronizado en el templo de la Bolsa, y a los hombres jadeando en busca
de dicho dios (ver AUCA 31/32; también, DEPARTAMENTO DE
AUDIOVISUALES (SNC), Montajes audiovisuales. Fichas críticas (II,
S-11)