CATECUMENADO 19
A-D/D/PADRE
EL ROSTRO DE DIOS PADRE
OBJETIVO CATEQUETICO
* Descubrir el verdadero rostro de Dios Padre, revelado por Jesús.
* Descubrir lo que implica vitalmente el creer en Dios Padre.
156. Jesús, el mejor intérprete del Padre.
El misterio religioso del hombre
Jesús ha mostrado que el gran misterio religioso del hombre consiste
en reconocer a Dios como Padre en el corazón de la propia vida. ¿Qué
significa esto? Dios es el gran misterio del hombre, "a Dios nadie le ha
visto jamás" -dice San Juan (1, 18)-. Y dice también: "EI Hijo único que
está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer". En efecto,
Jesús es el gran revelador, el mejor intérprete del Padre. Cada
acontecimiento de su vida deja al descubierto el rostro de Dios. Sólo
Jesús pudo revelarnos definitivamente quién es realmente Dios y sólo El
lo continúa haciendo: "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien
el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11, 27). Se trata de un conocimiento vital
y salvador.
157. Vivir como esclavos bajo el peso del temor. Experiencia profunda
Cuando Pablo habla a las primeras comunidades cristianas de haber
vivido como esclavos bajo los elementos del mundo y les recuerda que
no han recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor (Ga 4,
3-6; Rm 8, 14-16), se refiere a una experiencia profunda que los
destinatarios han vivido o están viviendo: el peso esclavizante de un
temor que no puede ser alejado. En este terreno, Pablo se mueve con
seguridad. Percibe el secreto mejor guardado de una existencia vivida de
espaldas a Dios: ese secreto radica en el temor, aunque éste
permanezca enmascarado. A los romanos, a las gálatas y a nosotros nos
ayuda Pablo a reconocer en nuestra experiencia de esclavitud y de
temor nuestra secreta situación de condena.
158. Nadie puede vivir a Dios como Padre si no vive la vida con
confianza: como don de Dios
En esa raíz de la propia existencia se manifiesta la originalidad y la
fuerza propia de la fe. Tendemos a conjugar la imagen que tenemos de
Dios y la imagen que tenemos del mundo y de la vida. Nuestra relación
con Dios como Padre y nuestra confianza filial en El, implica reconocer el
mundo y la vida como don de Dios. La confianza en Dios es fuente de la
confianza "básica" para poder vivir. Es difícil vivir a Dios como Padre, si
no se vive la realidad entera como don de Dios. Con confianza. Más aún,
esto condiciona la configuración de la propia identidad, de forma que
podría decirse: "Dime qué imagen tienes de Dios (o de la vida) y te diré
quién eres".
159. De espaldas a Dios, la vida humana se agosta
CONFIANZA/TEMOR
Los psicólogos dicen que el sentimiento de identidad se desarrolla
viviendo en confianza. Y se vive en confianza cuando sentimos que
alguien está con nosotros, nos acepta, nos ama. E inseparablemente,
cuando también somos nosotros todo esto para quienes nos rodean. Sin
embargo, una y otra vez surgen interrogantes que sitúan la vida humana
en una tensión abierta entre la confianza y el temor. El aburrimiento, el
tedio y la angustia nacen en nosotros de sentir el fondo de nuestra
propia inconsistencia. La angustia corroe todas las cosas del mundo y
pone al descubierto todas las ilusiones. Sin embargo, la angustia nos ha
servido a los hombres con mucha frecuencia, para ponernos delante de
Dios. De espaldas a Dios, la vida humana se agosta. Como dice el
profeta Jeremías: Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron,
manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas,
que el agua no retienen» (2, 13). Si el hombre quiere alcanzar su
salvación, habrá de renunciar a su autonomía idolátrica y abrirse a la
acción salvadora de Dios. Entonces, la vida será ante todo el fruto
siempre nuevo de un don que viene de Dios. En realidad, la fe nos libera
de la ilusión, de creer que podemos fundar nuestra existencia personal
en virtud de nuestra propia decisión. Tal ilusión viene a ser una
pretensión idolátrica que destruye al hombre mismo.
160. Jesús, revelador definitivo del plan de Dios. Una historia de amor
Jesús, el revelador de Dios, funda su misión en las decisiones del
Padre, que se le van manifestando en el interior de los mismos
acontecimientos: Mi alimento es hacer la voluntad del Padre (Jn, 4, 34; Lc
22, 42; Jn 14, 10-31). Jesús invita a todos a abrirse como niños al plan
de Dios (Mc 10, 15), un plan preparado desde toda la eternidad y
manifestado progresivamente en la historia humana, un plan que le
devuelve al hombre la confianza de que en todas las cosas interviene
Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28).
161. El comienzo del plan de Dios: "El espíritu de Dios aleteaba sobre
la superficie de las aguas..." PLAN-DE-D/HT-A:
CREACION/A-D El plan de Dios es una historia de
amor. Ya desde sus comienzos: la creación es un gesto de amor por
parte de Dios. Acoger el mensaje cristiano de la creación es creer en el
amor. Es poner el amor en el principio mismo del ser, es explicar el
origen del mundo a partir de una generosidad misteriosa. Es concebir el
mundo como un don, considerar toda la realidad como dependiente de
una benevolencia vigilante. Utilizando una imagen expresiva, la del ave
que aletea sobre el nido donde nacerán sus polluelos, el relato bíblico de
la creación (/Gn/01/01 ss.) presenta la acción de Dios amorosa y
vigilante sobre la realidad llamada por El a la existencia.
162. Ante el pecado del hombre el amor de Dios se manifiesta como
misericordia
La historia humana aparece desde sus orígenes como historia de
pecado. Los primeros capitulos del Génesis (2-11) describen
abundantemente el impacto del pecado en medio de un mundo que, en
cuanto salido de las manos de Dios, era bueno (Gn 1,
4.10.12.18.21.25.31). El pecado domina de forma casi absoluta, es
«señor del mundo»: entregados a la dureza de su propio corazón, los
hombres caminan según sus designios (Sal 80, 13). En este contexto
Dios llama a Abraham a una experiencia de fe y amistad y lo que hizo con
él piensa hacerlo con todas las naciones de la tierra (Gn 12, 3). Ante el
pecado del hombre, el amor de Dios aparece como misericordia: "Tenía
mis manos extendidas todo el día hacia un pueblo rebelde y provocador"
(/Rm/10/21; /Is/65/02).
163. Dios actúa en la historia gratuitamente. «Me manifesté a quienes
no preguntaban por mí»
El rostro de Dios Padre se manifiesta en la historia de Israel. Dios
actúa en ella. También en la historia humana. Siempre de forma gratuita.
Es significativo que Abraham fuera llamado por Dios cuando era
incircunciso, cuando no era creyente. Esto lo tiene muy presente Pablo
(Rm 4, 9-12), pues Abraham es así figura de todos los creyentes,
llamados por Dios cuando éramos enemigos (Rm 5, 6-11; 2 Co 5, 18).
Así se cumple la palabra del profeta Isaías: "Fui hallado de quienes no
me buscaban; me manifesté a quienes no preguntaban por mí" (Is 65, 1;
Rm 10, 20).
164. Como a la niña de sus ojos
Israel ha experimentado especialmente la acción amorosa de Dios.
Yahvé se reveló como padre de Israel en el éxodo: «Lo encontró en una
tierra desierta, en una soledad pobiada de aullidos: lo rodeó cuidando de
él, lo guardó como a las niñas de sus ojos. Como el águila incita a su
nidada revolando sobre los polluelos, asi extendió sus alas, los tomó y
los llevó sobre sus plumas. El Señor solo los condujo, no hubo dioses
extraños con él" (Dt 32, 10-12).
165. Como quien alza a un niño contra su mejilla
Toda la historia de Israel está presidida por el amor de Dios. Oseas
expresa gráficamente su inmensa ternura: "Cuando Israel era joven le
amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando le llamaba, él se alejaba,
sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a los ídolos. Yo enseñé a andar
a Efraim, le alzaba en brazos, y él comprendía que yo le curaba. Con
cuerdas humanas, con correas de amor le atraía; era para ellos como el
que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer"
(/Os/11/01-04).
166. «Yo no te olvidaré... En mis palmas te llevo tatuada»
Isaías compara el amor de Yahvé, que no olvida, al amor de una
madre: «¿Puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por
el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Mira, en mis palmas te llevo tatuada» (/Is/49/15-16).
167. Los ángeles son servidores de Dios en nuestro favor
El amor de Dios y su presencia en la historia de los hombres se
manifiesta también a través de enviados, mensajeros o ángeles. La
Escritura habla a menudo de los ángeles. Ellos son cooperadores de la
bondad de Dios, espíritus inteligentes y libres, fuerzas poderosas del
bien, que nos asisten en nuestra peregrinación terrestre: «¿Qué son
todos (los ángeles) sino espiritus en servicio activo, que se envían en
ayuda de los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14). Cristo, por
ser «el Principio», «el primero en todo" (Col 1, 18), es el Señor de los
Angeles: «tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime
es el nombre que ha heredado" (Hb 1, 4); Dios le otorgó (a Jesús) el
Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda
rodilla se doble (Flp 2, 9-11). Cuanto se dice de los ángeles en la
Escritura proclama el alegre mensaje de que Dios se ocupa y preocupa
de mil maneras de nosotros. Su existencia es una verdad de la doctrina
católica (cf. Pablo VI, CPD 8).
168. Jesucristo, máxima prueba de amor por parte de Dios
La prueba suprema del amor nos la da Dios en la persona de
Jesucristo. Dios ha amado tanto este mundo pecador que ha enviado a
quien quiere, a su Hijo muy amado, aun sabiendo que sería rechazado,
sacrificado: «Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el
tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá
quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno
a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo
nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 6-8).
169. Confiar en Dios Padre, centro del mensaje de Jesús
La revelación de Dios como Padre está en el centro del mensaje de
Jesucristo. El secreto de la vida humana consiste en llegar a confiar en
Dios. Son los «pequeños», los que, humildes, creen y confían, los que
descubren su acción y su presencia (Mt 11, 25), los que acogen la
llegada del Reino de Dios, los que piden el cumplimiento de la voluntad
del Padre: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu Nombre; venga tu
Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6, 9-10).
170. Delante de Dios, tal como somos
Jesús nos enseña que el hombre puede acudir siempre al Padre, tal
como es en lo profundo de su vida, con sus miserias y necesidades
ordinarias: «Danos hoy el pan nuestro de cada día. Perdónanos
nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han
ofendido; no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno» (Mt
6, 11-13). Quienes así se presentan delante de Dios saben también qué
cosa es la fundamental: «Sobre todo, buscad el Reino de Dios y su
justicia, lo demás se os dará por añadidura» (Mt 6, 33).
171. El corazón de Dios Padre: entre el respeto a la libertad del hijo y
la misericordia
El corazón de Dios Padre lo manifiesta Jesús de forma incomparable
en la parábola del hijo pródigo (/Lc/15/11-32), parábola que podría
llamarse del padre misericordioso. En realidad, la figura principal es el
padre. En el contexto del Evangelio, Dios no aparece como el padre que
atranca la puerta para que los hijos no salgan de noche, sino como luz
que alumbra, como brújula que orienta al hombre en sus opciones, que
no lo abandona en el ejercicio arriesgado de la libertad, y que crea
nuevas perspectivas de liberación, rehaciendo los epílogos que parecían
desastrosos.
172. Paternidad de Dios, crecimiento y maduración del hombre
/Lc/15/11-32 La paternidad de Dios no es una paternidad opresora
que reduce al hombre a la pasividad, a una dependencia infantil, al mero
sentimiento de culpabilidad, a la anulación de su propia personalidad.
Por el contrario, la paternidad de Dios vivida con los sentimientos de
Cristo y bajo la acción del Espiritu, ayuda al hombre a ser más
responsable, más libre, más consciente. Dios Padre, al ofrecernos su
perdón, suscita en nosotros una esperanza liberadora. Todas las etapas
del hijo pródigo, desde la partida hasta el regreso, son rescatadas por el
abrazo del Padre. El regreso a la casa del Padre es el redescubrimiento
del sentido de las cosas y de los acontecimientos. La paternidad de Dios
no se opone -antes al contrario- al más profundo desenvolvimiento del
hombre. Dios es Creador y Salvador.
173. La confianza evangélica, escándalo para el hombre
Jesús nos invita a confiar en el Padre y a no ser esclavos de la
preocupación angustiada: «No os agobiéis por el mañana, porque el
mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos» (Mt
6, 34). La confianza en el cuidado de Dios providente es una
característica del espíritu evangélico. Esta confianza en Dios resulta
escandalosa para quienes viven agobiados por la preocupación por
tantas cosas: acumulación de riquezas, aumento de comodidades, salud
y enfermedad, guerra y paz, y, finalmente, la muerte.
174. Por el miedo a la muerte, vivimos esclavizados de por vida
La muerte... Muchos pensadores afirman que, para poder escapar a la
preocupación de la muerte, el hombre se aturde, juega, se divierte, se
consagra "a los negocios": y todo para olvidar. Esto mismo percibe el
autor de la Carta a los Hebreos, cuando dice que el hombre, por el miedo
que tiene a la muerte, vive esclavizado de por vida (/Hb/02/15).
175. No andéis agobiados...
Es sorprendente la insistencia evangélica de Jesús: «No estéis
agobiados por la vida pensando qué vais a comer o beber, ni por el
cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni
siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a
fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por
qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo:
ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba
vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo
y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más
por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais
a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se
afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis
necesidad de todo eso. Sobre todo, buscad el Reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por
el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada dia le
bastan sus disgustos" (Mt 6, 25-34; cf. Mt 10, 19; Mc 13, 11; Lc 12, 11).
176. Confiar en el Padre, don del Espíritu.
"El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza" (Rm 8, 26) 176.
Sucede, sin embargo, que al hombre le falta valor para vivir
confiadamente. Necesita de la fuerza del Espíritu para que pueda vivir
con corazón de hijo para con Dios Padre. La acción del Espíritu viene a
ser la prueba de la filiación: «Como sois hijos, Dios envió a vuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! (Padre). Así que ya
no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por
voluntad de Dios» (Ga 4, 6-7). En efecto, "os que se dejan llevar por el
Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido no un espíritu
de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espiritu de hijos
adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro
espíritu dan un testimonio concorde; que somos hijos de Dios, y si somos
hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo"
(Rm 8, 14-17).
177. Somos realmente hijos de Dios por la fe en Cristo
La filiación adoptiva era ya uno de los privilegios de Israel (Rm 9, 4),
pero ahora los cristianos son hijos de Dios, en un sentido mucho más
fuerte, por la fe en Cristo (Ga 3, 26; Ef 1, 5). La fe viva supone en ellos
una verdadera regeneración (Tt 3, 5; cf. 1 P 1, 3; 2, 2) que los hace
partícipes en la vida del Hijo. Tal es el sentido del bautismo, por el que el
hombre adquiere una vida nueva (Rm 6, 4), renace del agua y del
Espíritu (Jn 3, 3.5). A los que creen en Cristo, en efecto, Dios les hace
capaces de ser hijos suyos (cf. Jn 1, 12). Esta vida de hijos es para
nosotros una realidad actual, aun cuando el mundo lo ignore (1 Jn 3, 1).
Vendrá un dia que se manifestará abiertamente y entonces seremos
semejantes a Dios porque le veremos tal cual es (1 Jn 3, 2).
178. El Padre da el espíritu a todos los que se lo piden
El Padre concede el Don del Espiritu a todos los que se lo piden:
"Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque
quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama se le abre. ¿Qué
padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan le dará una piedra? ¿O
si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará
un escorpión? Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo piden?» (Lc 11, 9-13).
179. Himno al amor de Dios. "Dios está con nosotros". Sin miedo a
nada.
Abiertos al futuro
Por el Don del Espíritu Santo comprendemos que Dios está con
nosotros, superamos todo tipo de miedo y podemos cantar con San
Pablo este himno al amor de Dios: "Si Dios está con nosotros, ¿quién
estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ... ni
muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna, podrá apartarnos
del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rm 8,
31-39).
180. Confiar en Dios Padre y vivir fraternalmente con los demás
hombres
Vivir con confianza en Dios Padre no es posible sin vivir fraternalmente
con los demás hombres. También desde esta perspectiva, el segundo
mandamiento de la Ley es semejante al primero (Mt 22, 39): «Entonces
clamarás al Señor y te responderá, gritarás y te dirá: Aquí estoy. Cuando
destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia,
cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del
indigente, brillará tu luz en las tiniebias, tu oscuridad se volverá medio
dia» (Is 58, 9-10).
181. "Amad a vuestros enemigos... Así seréis hijos de vuestro Padre
que está en el cielo"
Si Dios es nuestro Padre, entonces todos somos hermanos. Según el
Evangelio de Jesús, quedan incluidos también los enemigos: «Habéis
oido que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en
cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os
persiguen. Asi seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que
hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e
injustos" (Mt 5, 43-45). Sólo aquél que no excluya a su enemigo puede
decir con verdad: El mundo es la casa de todos. Todos somos hermanos.
Dios es nuestro Padre.
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PISTAS PARA LA REUNION
TEMA 19. EL ROSTRO DE DIOS PADRE
1) ¿Cómo repercute mi experiencia de Jesucristo en mi imagen de
Dios?, ¿se ha dado un proceso en este sentido?, ¿puedo distinguir entre
un "antes" y un "ahora"?
2) "Nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo
quiera revelar" (Mt 11, 27). ¿Responde a mi experiencia esta afirmación
de Jesús?
3) Comentar en grupo Ga 4, 3-6 y Rm 8, 14-16: ¿vives con confianza o
con temor?
4) Ver ICA, Doc. 7 sobre Madurez humana y asentimiento de fe, de J.
A. GARCIA-MONGE: fe proclamada desde el Padre (P), desde el Adulto
(A) o desde el Niño (N). A la predominancia de P. A o N en la persona o
en el grupo corresponden unas actitudes, una imagen de Dios y unas
dimensiones teológicas, tal y como puede verse en el siguiente cuadro:
¿dónde me sitúo yo?, ¿dónde se sitúa el grupo?
5) Comentar en grupo los nn. 171-172.
6) Comentar en grupo la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 11-32):
¿qué reacción suscita en ti la parábola de Jesús?, ¿con qué personaje te
identificas en este momento?
7) Presentación del tema 19 «EI rostro de Dios Padre»: lectura
personal, cuchicheo, diálogo sobre lo que consideras más importante.
8) "EI mundo es la casa de todos. Todos somos hermanos. Dios es
nuestro Padre". ¿Es esto así? ¿Tiene consecuencias sociales?
9) Comentar en grupo: "Dios lucha por la causa de quienes no están
sentados a la mesa de los bienes del mundo, que ha sido preparada por
Dios para todos" (J. Osés).
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TEMA 19
OBJETIVO:
DESCUBRIR EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS PADRE, REVELADO
POR JESUS
PUNTOS CLAVE
* Jesús, revelador del Padre.
* ¿Temor o confianza?
* El plan de Dios, historia de amor, de salvación .
* Jesucristo, prueba suprema.
* Entre la libertad y la misericordia.
* El don del Espíritu.
* Hermanos de todos.
* Hijos del Padre.
PLAN DE LA REUNION
* Oración inicial. Salmo.
* Información: Personas, hechos, problemas...
* Presentación del tema 19: Lectura personal, cuchicheo, diálogo.
* Lectura a escoger.
* Oración final. Canto.