SANSÓN, EL CONSAGRADO INFIEL AMADO POR DIOS
Pedro Ignacio Fraile Yécora
1. Un personaje complejo
De los jueces de Israel el más popular es sin duda Sansón 1.
Cuando se pregunta a los niños qué personajes bíblicos
conocen, uno de los más nombrados es este «héroe» de gran
fuerza y cabellos largos. Si extendiéramos la pregunta a los adultos,
la respuesta no variarÍa mucho. El prototipo heroico que realiza
hazañas prodigiosas va inseparablemente cogido de la historia
humana: el Hércules griego, el Sansón semítico, y por qué no, el
Rambo moderno.
Pero ¿ahí estriba todo el atractivo de Sansón? ¿El autor bíblico
sólo pretendía narrarnos sus hazañas más propias de un héroe
mítico que de un hombre elegido por Dios? ¿La historia de Sansón
no tiene nada que decir al creyente que se acerca a la Biblia
buscando en ella la palabra de Dios? Si nos detenemos en su
comportamiento (mujeriego, infiel en su matrimonio, voluble, violento
y caprichoso) ¿No deberíamos hablar de él más bien como de un
«antimodelo»?
Carlos Mester, desde su exégesis «pragmática» descubre en la
historia de Sansón una narración patriótica. El rey Josías (622 a.C.)
ha emprendido una reforma nacional y llama a importantes
transformaciones para la vida del pueblo. ¿Quién es hoy Sansón,
que merece nuestro apoyo y en el que se manifiesta la fuerza de
Dios? La respuesta que el autor deja en manos del lector es: el
joven rey Josías. Así, la antigua historia popular de Sansón cambia
de función y pasa de narrar las vicisitudes de un héroe de los
primeros tiempos del asentamiento en Canaán a ser una invitación
a encararse con la dura realidad y a esperar la manifestación de la
fuerza de Dios. Mester, partiendo de que hay mucho folclore en la
historia de Sansón, propone leer el relato buscando la finalidad
para la que fue escrito y cómo iluminó la vida del pueblo. Por una
parte busca alimentar la esperanza de un pueblo que sólo tiene
futuro apoyado en el poder de Dios, por otra busca que el pueblo
crezca en conciencia y se mantenga unido. Este relato busca por fin
la expresión de la fe firme de que Dios camina con su pueblo en
todas las circunstancias.
Una aproximación distinta a Sansón hace Mercedes Navarro.
Desde una aproximación psicológica feminista ve en él al antihéroe
y antijuez que conoce su vocación, pero con su comportamiento
repetidamente infiel al voto de nazir que ha hecho se autodestruye.
La profesora Navarro exculpa a Dalila de ser la «causante» de las
desgracias de Sansón; la propone como «mujer responsable,
madura...que además ayuda a Sansón a encontrarse con su
verdad» frente a Sansón que es un personaje «inmaduro... que no
ha personalizado la llamada de Dios. En la vida pública le salva la
fuerza física pero en la vida privada se muestra inmaduro y débil.
Las mujeres no temen a Sansón... sólo les inspira curiosidad...
Sansón es la cara negativa del juez, de la persona llamada por Dios
que no personaliza la llamada, que se apropia de la fuerza, signo de
la presencia de Dios, sin dejar que se transparente Dios mismo. Por
eso acaba siendo un usurpador y hace daño al pueblo» 2. Una
sentencia ciertamente dura.
¿Son suficientes estas lecturas? ¿Por qué no hacer una
aproximación religiosa a Sansón? Hay tres puntos de apoyo claros:
uno, su condición de consagrado (nazir), otro que actúa movido por
la fuerza de Yahvé, y el tercero, que la historia de infidelidad acaba
en una súplica a Yahvéh. En Sansón hay una revelación del Dios
bíblico: se sirve de este «antimodelo» para llevar adelante su
historia de salvación. Por medio de este
«consagrado/repetidamente infiel» Dios salva a su pueblo. La
pretensión de este pequeño artículo es no sólo intentar sacarlo del
cajón de las historietas para niños en las que muchas veces está
metido sino descubrir las claves religiosas de este personaje y
cómo su historia nos revela al Dios de Israel, Dios que no abandona
a sus elegidos, aunque le hayan sido repetidamente infieles.
1.1. El ciclo de Sansón
El Libro de los Jueces es un mosaico de distintos personajes
difícilmente equiparables entre sí. En los primeros tiempos la
literatura popular desarrolló una serie de narraciones
épico-sacrales centradas en un personaje famoso por sus hazañas
militares: Sansón, Gedeón, Débora... El conjunto de relatos en
torno a un personaje son denominados «ciclos». A veces transmiten
noticias de gran valor histórico pero adolecen de una visión
profunda de la historia (falta análisis de tipo social, económico o
político), de capacidad para captar la relación «causa-efecto»,
entre los distintos acontecimientos, les falta, por fin, unidad y
continuidad entre ellos.
Los rasgos significativos de esta literatura épico-sacral son, por
una parte, una tendencia a exagerar datos: los ejércitos son de
enormes proporciones, las dificultades son casi insuperables, el
botín conquistado al enemigo es inmenso. Por otra, manifiestan una
tendencia a introducir hechos prodigiosos; quizá sería más exacto
decir que estos autores no conciben que la historia pueda marchar
sin una intervención directa de Dios. De hecho, el Señor siempre
ocupa el primer plano, por encima del héroe o el protagonista.
El «ciclo de Sansón» sigue al episodio mayor de Jefté y a la
mención de otros jueces llamados «menores». Su contexto histórico
se delimita en los siglos XIII-XII, una época no bien conocida, cuando
las tribus de Israel sufren fuertes tensiones de dominio entre ellas y
cuando tienen que hacer frente a dos enemigos: la población
cananea no conquistada y los filisteos de la costa. Con el «ciclo de
Sansón» entran en escena los filisteos y continuarán presentes
hasta la monarquía con David.
1.2. ¿Sansón fue juez de Israel?
Si nos atenemos a los datos que aporta la narración, ésta
informa al lector en dos «conclusiones»> de que Sansón fue «juez
en Israel durante veinte años» 3. No debemos pensar en
magistrados 4, pues en hebreo el verbo «juzgar» (safat) ofrece el
sentido fundamental de «restablecer una situación comprometida».
Juzgar es el oficio del jefe que conduce al pueblo al combate y lo
saca del peligro. Juzgar puede tener asimismo el sentido de
«gobernar» y el libro presenta a los jueces como jefes que habrían
ejercido sucesivamente su autoridad en todo Israel. Los jueces son
gobernadores, líderes politico-religiosos del pueblo en un momento
en que las tribus acaban de asentarse, tienen que hacer frente a
los enemigos (ciudades-estado cananeas y los poderosos filisteos
5), necesitan cohesión interna y están en un proceso de transición
natural hacia la etapa monárquica; su desarrollo tuvo lugar entre la
muerte de Josué y la juventud de Samuel.
Sansón, sin embargo, presenta una serie de características,
históricas y literarias, lo suficientemente importantes como para no
concederle este titulo de «sofet» (juez de Israel). Desde la crítica
histórica podemos notar que a diferencia de otros «jueces» Sansón
nunca aparece en la función de gobierno ni impartiendo justicia,
sino más bien el texto lo presenta como un héroe guerrero que
actúa en solitario contra los filisteos. Esta caracterización marca
importantes diferencias entre nuestro personaje y otros como
Gedeón o Débora, jueces que van a la guerra al frente de un
ejército.
1.3. Escogido/consagrado por Dios (nazir)
Literariamente encontramos una diferencia de relieve. El capítulo
introductorio de su ciclo (c.13) presenta su nacimiento como
extraordinario. La madre es estéril, un ángel de Yahvéh se le
aparece, le anuncia el nacimiento del niño y su consagración como
nazir del Señor. Sansón es elegido por Dios «desde el seno
materno» y es consagrado para salvar a su pueblo de los filisteos
(Jue 13,4-5).
Tenemos los tres elementos básicos para hablar de una
vocación: elección, consagración, misión. No podemos obviar, sin
embargo, la diferencia con otros personajes bíblicos 6, en los que
su vocación tiene lugar cuando son adultos y libres ante la llamada.
Este aspecto de hombre vocacionado y su nacimiento singular le
distingue de todos los demás jueces a la vez que establece cierto
paralelismo con otras figuras religiosas de Israel 7.
Su nacimiento excepcional nos hace vislumbrar el destino de
Sansón y el origen de su fuerza: es un consagrado a Dios para
llevar adelante una misión. La fuerza es una manifestación del
Espíritu de Yahvéh en él; no nace de él sino que Sansón actúa
movido por el «espíritu de Yahvéh que lo invade» 8. Estamos ante
un personaje carismático 9 que pide una interpretación religiosa.
NAZIREATO/VOTO: ¿Qué sabemos de la institución del
nazireato? El nazir es un personaje carismático, un elegido por Dios
que se consagra a El por medio de un voto 10; se abstiene de
beber vino u otra bebida embriagadora, no se corta el pelo y evita
las impurezas, entre ellas entrar en contacto con cadáveres; si
incumple alguna de estas prescripciones debe renovar el voto.
Según la Ley del nazireato (Nm 6,1-21) el compromiso sería
temporal, prescribiendo que después de terminarse el tiempo del
voto debe ofrecer diversos sacrificios y echar al fuego el pelo
cortado de la cabeza.
Podemos distinguir una evolución del nazir en la historia del
pueblo de Israel. Según los textos más antiguos 11 la finalidad de
esta institución sería la de mantener activa la guerra contra los
enemigos de Yahvéh. Para el nazireato antiguo no era tan
importante el ascetismo frente a los idólatras cananeos cuanto la
defensa de los enemigos de Israel. El voto sería perpetuo y su
distintivo externo era el de no cortarse el pelo, signo externo de la
total consagración de su vida a Dios. El carácter carismático del
nazir aparece sobre todo en el hecho de que tales hazañas de
guerra son descritas como acciones del espíritu de Yahvéh. Estos
hombres consagrados desempeñaron un papel fundamental en la
conquista de la tierra, cuando no había un ejército unificado y
organizado para la defensa de Israel.
Posteriormente, con la aparición de la monarquía y
consiguientemente el nacimiento de los ejércitos guiados por el rey,
el primitivo carisma nazireo evoluciona hacia nuevas formas. Estas
serían más bien de carácter ascético que obedecen a las
prescripciones sacerdotales de abstinencia 12; ahora el nazir es el
consagrado a Yahvéh que se opone con su vida a las influencias
sincretistas paganas de los pueblos vecinos, tanto fenicios como
cananeos. El profeta Amós, en el Reino del Norte, siglo VlIl,
denuncia que Israel en su entrega a las religiones vecinas y en el
culmen de su depravación, emborracha a los nazireos y prohíbe
profetizar al nabi 13. El pueblo de Dios ha olvidado la alianza y no
soporta el testimonio y la palabra de los carismáticos que actúan en
nombre del Dios de sus padres.
2. Un consagrado débil, solo e infiel
Dios escribe recto con renglones torcidos. Lo normal habría sido
que para llevar adelante la salvación de su pueblo hubiera elegido
un personaje fiel, cumplidor, celoso de su misión, que combatiera
con su moralidad a prueba de bombas el pecado del pueblo. Nada
más ajeno a todo lo dicho. Para el extrañado lector, Sansón es el
hombre de las contradicciones: fuerte con el enemigo, prisionero de
sus pasiones. De ser el «consagrado de Dios» para salvar del
enemigo pasará a ser la humillación y la irrisión de los filisteos
cuando le vean tirar de la noria como un animal. Sansón es el
hombre vocacionado que se empeña en negar todo lo que es. No
deja lugar a Dios en su vida y con su comportamiento destruirá la
misión.
2.1. La debilidad del hombre fuerte
El distintivo propio del personaje es su fuerza sobrehumana:
despedaza a un león como se despedaza a un cabrito, rompe las
cuerdas que le atan, arranca las puertas de sus quicios...
Su fuerza no sólo es brutal, desmedida; es provocativa al robar
las puertas de la ciudad enemiga donde se ha acostado con una
prostituta; es vengativa cuando quema las mieses filisteas; es
sanguinaria cuando se cobra el haber sido maniatado con la muerte
de mil hombres.
Sin embargo, a la vez, el autor bíblico nos lo presenta como el
hombre débil, seducido, engañado y utilizado. Retadora y
vanidosamente ha alardeado de su libertad y su fuerza ante los
enemigos de Israel manteniendo oculta su verdad más profunda,
que la fuerza no es suya sino de Dios.
Es significativo que en el abandono total, a causa de su pecado,
la fuerza bruta le lleva a ser utilizado como un animal. La esclavitud
en la prisión, con los ojos vaciados, moviendo el molino lo humilla
aún más por ser este un trabajo propio de animales o esclavos,
nunca de hombres libres. El hombre temido pasa a ser objeto de
burla.
2.2. La soledad del consagrado
Sansón sufre la soledad del segregado. Es un hombre
privilegiado desde su nacimiento, apartado de los ritmos normales
de la vida de los hombres para vivir consagrado como nazir. Distinto
a los demás se moverá durante toda su vida entre la incomprensión
de los hombres de su tribu, Dan, y la enemistad de los filisteos.
Sin embargo, Sansón no aparece en el relato como un hombre
tímido o apocado. Su osadía va lejos enamorándose de una hija de
los filisteos «que por aquella época dominaban en Israel» (Ju 14,4).
Parece que en la lejanía tiene que encontrar la compañía que le
niegan «las hijas de sus hermanos».
En un drama de acción rápida se sucede la boda con la filistea,
el enigma provocativo a los mozos del poblado, la insistencia de la
joven esposa que al final traiciona a Sansón desvelando el acertijo
a los suyos; luego la venganza de Sansón, la pérdida humillante de
la esposa, el incendio de la casa de la esposa por parte de su
propia gente, la huida de Sansón a la caverna y la entrega a los
enemigos por su propio pueblo: «hemos bajado a prenderte para
entregarte en manos de los filisteos», (Jue 14,1-15,13).
La soledad de Sansón tiene una triple componente: sabe que
sólo pertenece a Dios, el abandonado de su pueblo y el odio que
busca venganza de sus enemigos.
2.3. El elegido infiel
DALILA/SANSÓN: Sansón dista mucho de servir como modelo
para nadie, menos como persona consagrada. Su talante violento e
impulsivo, caprichoso e infiel parece más preocupado en dar rienda
suelta a sus instintos y solucionar sus «asuntos» con los enemigos
de la costa que ser fiel a su vocación. Su infidelidad es un querer
hacer su vida al margen de la misión que Dios le ha encomendado.
La confesión a Dalila «la navaja no ha pasado por mi cabeza
porque soy nazir desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran mi
fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre
cualquiera» (Jue 16,17) es el acto de claudicación. El corte del pelo
adquiere toda una significación simbólica porque es la renuncia de
Sansón a lo que es, un consagrado.
Son tres las mujeres que aparecen en el relato, todas filisteas, y
con tres funciones distintas. La primera es su mujer, que le
abandona y provoca la ira incontenible del héroe; la segunda es
una prostituta de Gaza en el episodio que acaba arrancando las
puertas de la ciudad; la tercera es coprotagonista en los versículos
sucesivos. Dalila juega bien su papel de «seductora»
aprovechándose del corazón enamoradizo de un hombre forzudo
pero sin afecto. Un hombre que guarda su secreto más precioso,
una cabellera que sobrepasa lo simbólico porque es su misma
identidad; una mujer que descubre la debilidad del héroe que tiene
en sus brazos. Dalila triunfante, con los mechones de la cabellera
del nazir en su mano, es la imagen expresiva de la debilidad y de la
infidelidad humana.
Sansón ha olvidado quién es y para qué fue consagrado. Su vida
da un giro tenebroso: pasa de ser el elegido desde el vientre
materno para liberar a su pueblo dando gloria a Dios, a ser el signo
palpable del triunfo de los opresores y de su ídolo Dagón. ¿Cabe
paradoja más sangrante? Sansón toca con los dedos el fracaso
total de su misión y de su vida. ¿Es el triunfo del ídolo sobre el Dios
de la alianza?
«Los jefes de los filisteos decían: nuestro dios nos ha entregado
a Sansón nuestro enemigo» (Jue 16,23).
3. El Dios de Sansón
Unos versículos antes de acabar el relato encontramos una clave
indispensable para comprenderlo. Es la primera parte de la oración
de Sansón: «Señor mío Yahvéh, acuérdate, por favor, de mí» (Jue
16,28)
3.1. El Dios que nunca abandona
La historia de las desgracias y de los pequeños éxitos de Israel
frente a los poderosos filisteos es la historia de las infidelidades de
Israel y de sus conversiones al Dios de la Alianza. Yahvéh ha
revelado a su pueblo su corazón y sus exigencias y el pueblo de
Israel debe guardar los mandamientos de Dios, ser fiel a la alianza y
no abandonarlo por otros dioses porque es una prostitución. Los
israelitas una y otra vez por su infidelidad se ven entregados a sus
enemigos. Es una constante a lo largo de este libro; pero Yahvéh,
Dios <<compasivo y misericordioso>>, escucha el clamor de los
oprimidos y recuerda la alianza que hizo con sus padres.
Es conveniente que centremos el relato de Sansón en su
contexto literario natural. El capítulo segundo del libro de los Jueces
(2,11-19) ofrece unas claves teológicas deuteronomistas
interpretativas de los capítulos que siguen. Los israelitas conocen
repetidamente la opresión de sus enemigos (cananeos, fereceos,
filisteos) porque abandonan a Yahvéh por los dioses cananeos;
Yahvéh, conmovido por sus gemidos, les envía jueces para
liberarlos; pero, una vez muerto el juez, recaen y hacen cosas
peores. Más allá de una finalidad histórica estos relatos populares
contienen una clara intención religiosa. La estructura del libro
descubre una serie de fórmulas estereotipadas que se repiten
antes de cada uno de los jueces mayores:
—«Los hijos de Israel hicieron lo que es malo a los ojos de Yahvéh»
14
—«Abandonaron a Yahvéh y sirvieron a los baales y a las astartes»
15
—«él entregó (o vendió) en manos de (tal enemigo)» 16
— «los hijos de Israel clamaron a Yahvéh» 17
— «Yahvéh les suscitó jueces» o un «libertador» 18
—«el enemigo fue humillado bajo la mano de los hijos de Israel» 19 o
«el país estuvo en reposo X años» 20
El pecado acarrea el castigo mediante la opresión extranjera,
pero Yahvéh responde al arrepentimiento con el envío de un
libertador. Esta «enseñanza marco» confiere cierta unidad a una
serie de relatos por lo demás muy diferentes en el estilo y por la
mentalidad.
La historia de Sansón es la historia del pueblo. Su pecado le
acarrea su propia ruina pero Dios se va a servir de la debilidad de
su consagrado para manifestar su perdón, su paciencia y su gracia.
Sansón derrotado invoca desde su total pobreza al Dios de sus
padres.
3.2. Dios se acuerda de los suyos
Todo parece una broma de mal gusto preparada por un Dios que
elige y luego abandona en la soledad. ¿Acaso es un guiño cruel de
Dios que se mofa de Israel enviándole «salvadores incapaces»? Sin
embargo, en realidad, el que ha abandonado una y otra vez ha sido
el hombre-Sansón, en su autosuficiencia y vanidad, no Yahvéh que
le eligió. El pecado de Sansón es el olvido de Dios en quien y por
quien es realmente fuerte y poderoso. Sansón es fuerte para
cumplir una misión y por ser un nazir; Sansón había olvidado que
en sus actuaciones «el espíritu de Yahvéh se apodera de él».
Una vez más la salvación viene por el «recuerdo»: «Señor,
acuérdate de mi» (Jue 16,28). El verbo zakar «recordar»,
«acordarse de», tiene un significado teológico que se refiere, bien a
la relación entre Yahvéh e Israel, bien entre Yahvéh y cada israelita
en particular. La expresión «Dios se acuerda» designa la
intervención de Dios que acude a ayudar al hombre. Desde tiempos
antiguos la Biblia conoce también el uso del imperativo de este
verbo como oración: «acuérdate, Señor». El recuerdo de Dios lleva
consigo la intervención salvadora en favor del orante.
En la oración Sansón recobra su fuerza porque ha vuelto a su
verdadero origen, Dios, y ha recuperado su verdad. A Sansón le
crece el pelo (Jue 16, 21 -22) y con él la conciencia que nunca
debió perder. El hombre Sansón sólo se encuentra a sí mismo en la
soledad del abandono, por doloroso que parezca. El fracaso
aparente del prisionero abatido, cegado, son anuncio de una luz y
una fuerza insospechadas.
Ahora no es el superhombre confiado en sus fuerzas que
desprecia a su Señor sino que, por el contrario, es el signo vivo de
la fuerza de un Dios cercano y liberador. Sansón no es un «santo
de peana», sino un hombre frágil e ingenuo, débil y quebradizo
como un niño que sólo en el Señor encuentra su fuerza.
....................
1. En hebreo Simson; unos lo relacionan con Semes (sol) y sería un
diminutivo (solecito); otros lo hacen derivar de samen (ser fuerte, el fuerte) y
otros de samam (destruir, el destructor). Según el texto bíblico era natural de la
tribu de Dan, de la ciudad de Sora, en la Sefela.
2. NAVARRO, M. Los libros de Josué. Jueces. Rut, Barcelona - Madrid
1995, págs. 117-120.
3. Jue 15,20;16,31.
4. Sólo de Débora se dice que dirimía pleitos (Jue 4,5).
5. Los «filisteos« (pilistîm) darán posteriormente el nombre a toda la
región, Palestina.
6. Moisés, Samuel, Amós, Isaías, Jeremías, Ezequiel.
7. Jacob (Gn 25,21-26); Samuel (1 Sam 1,1-28); Juan Bautista (Lc 1,5-25);
Jesucristo (Lc 1,26-37).
8. Jue 13,25; 14,ó.19; 15,14
9. Conocemos distintos personajes carismáticos a lo largo de la Biblia.
Los principales son el nabí (profeta) y el nazir (consagrado). Junto a ellos
están el ro'eh (vidente), y el 'is elohim (hombre de Dios).
10. nazir significa segregado, consagrado. «Nazir elohim» consagrado a
Dios.
11. Jue 13-15;1 Sam 1,11; Gn 49,26; Dt 33,16.
12. Nm 6: cf Lv 10.8ss: 21.11.
13. «Suscité profetas entre vuestros hijos y nazireos entre vuestros jóvenes,
pero vosotros habéis hecho beber vino a los nazireos y a los profetas les
prohibís profetizar» Am 2,11-12.
14. Jue 2,11; 3,7.12; 4,1; 6,1; 10,6; 13,1
15. Jue 2,11.13; 3,7; 10,6
16. Jue 2.14; 3,8; 4,2; 6,1; 10,7
17. Jue 3,9.15; 4,3; 6,6; 10,10
18. Para jueces 2,26; para el libertador 3,9.15
19. Jue 3,30; 4,23; 8,28
20. Jue 3,11.30; 5,31; 8,28
* * *
Bibliografía en castellano
F. CASTEL, Historia de Israel y de Judá, Estella 1991.
W. EICHRODT, Teología del Antiguo Testamento, I, Madrid 1975.
J. R. FLECHA, Buscadores de Dios, I, Madrid 1992.
E. JENNI-C. WESTERMANN, Diccionario teológico-manual del Antiguo
Testamento, I, Madrid 1978.
C. MESTER, Dios, ¿dónde estás?, Estella 1996.
M. NAVARRO, Los libros de Josué, Jueces, Rut, Barcelona-Madrid
1995.
J. L. SICRE, Introducción al Antiguo Testamento, Estella 1992.