COMENTARIOS AL SALMO 51
1. LA LENGUA Y LA NAVAJA
Metáfora violenta en oración antigua: «La lengua del malvado es navaja afilada". Corta, rasga, hiere. La calumnia y el insulto y la mentira. Dondequiera que toca, hace daño. Relámpago de peligro y golpe de muerte. Filo envenenado de orgullo y desprecio. La lengua del hombre es más dañina que cualquier arma en sus manos.
El Salmo define el mal: «palabras corrosivas». Eso me hace despertar alarmado ante la conciencia de mi falta de responsabilidad. La crítica o el chisme que tan fácilmente dejan mis labios, que yo dejo escapar en broma y sin darle importancia, que defiendo como práctica universal y ligereza perdonable, son, en realidad, golpe duro, inhumano y cruel. Soy cruel cuando hablo mal de otros. Soy brutal cuando murmuro, y sin corazón cuando critico. Echo por tierra reputaciones, pongo en peligro relaciones de otros entre sí, mancho el buen nombre de los demás. Y la mancha queda, porque los hombres tienden a creer el mal e ignorar el bien. Mi lengua es instrumento de destrucción, y yo no lo sabía.
«Tu lengua es navaja afilada, autor de fraudes; prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez; prefieres las palabras corrosivas, lengua embustera».
Purifica mi lengua, Señor. Cura mi lenguaje y doma mis palabras. Recuérdame, cuando abro la boca, que puedo hacer daño, y haz que todo lo que yo diga sirva para ayudar y no para dañar. No quiero herir a nadie con el filo impenitente de palabras de acero. Ayúdame, Señor.
CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 103