El libro de los Salmos

 

"Nosotros nacemos con este libro en las entrañas. Un libro 
pequeño: ciento cincuenta pasos entre la muerte y la vida, ciento 
cincuenta espejos de nuestras rebeliones y de nuestras fidelidades, de 
nuestras agonías y de nuestras resurrecciones. 
Más que un libro es un ser viviente quien nos habla, que sufre, que 
gime, que muere, que resucita, que canta en el umbral de la eternidad, 
y os toma y os lleva, a vosotros y a los siglos, del comienzo al fin... y 
desde milenios, los conventos y los guettos se encuentran 
misteriosamente en esta guardia de amor para salmodiar, en latín, en 
hebreo, los himnos de los padres de Israel... Un libro del cual cada 
letra vive y danza con un fuego de alegría"
(André Chouraqui, Les Pseumes). 


El libro de los Salmos es uno de los mas conocidos, apreciados y 
leídos de la Biblia. Es el libro de la oración del pueblo de Dios, el más 
citado del Antiguo Testamento en el Nuevo: sobre unas trescientas 
citas, ciento dieciséis corresponden a los Salmos. 
"El movimiento bíblico actual tiene una característica: su marcado 
interés por los Salmos" (F. Vandenbroucke). Y la liturgia, después del 
Vaticano II, ha puesto en manos de todos los fieles el libro de los 
Salmos para que sea su libro de oración. 
Los Salmos tienen hoy su influencia en mil manifestaciones de 
poesía, canto y compromiso cristiano. Continúan siendo el alma 
viviente y profunda del pueblo de Dios. "En los Salmos, más que en 
cualquier otro lugar, es donde mejor se ha revelado el alma del pueblo 
de Dios, el espíritu que Dios le ha dado" (G. Auzou). 
El salterio, con todo, no es todavía lo bastante conocido, y por lo 
tanto, apreciado, por nuestro pueblo. Nos falta mucho todavía para 
alcanzar lo que dice A. Chouraqui sobre el arraigo de los Salmos en el 
pueblo judío. 

Géneros literarios de Salmos
Estos son los grupos o géneros literarios que hemos preferido, y de 
ellos damos ahora una brevisima explicación. 
a) Salmos sapienciales
Son Salmos doctrinales que exponen una enseñanza práctica sobre 
la vida del hombre. El tema suele ser el mismo que el de los libros 
sapienciales. Cantan la fidelidad y la felicidad del que ama al Señor. 
Pero algunos de ellos plantean el problema del sufrimiento y del dolor 
de los justos, dando diversas soluciones. El tema de la ley (la tora, en 
hebreo) y de su observancia está bella y repetidamente tratado. 
b) Acciones de gracias 
Son Salmos de gratitud, de confianza y de abandono en Dios. 
Agradecen y bendicen a Dios por haber liberado al salmista de los 
males y miserias que enumera. 
c) Himnos
Los himnos son Salmos de alabanza, de glorificación de Dios, de 
alegría por las obras de Dios en la naturaleza, en la historia, en el 
pueblo escogido, en el hombre. Lo que caracteriza a los himnos es la 
alabanza desinteresada. Son cánticos geocéntricos, expresión muy 
pura de la religiosidad, invitación a la contemplación y a la admiración. 

d) Súplicas
Las súplicas son Salmos de lamentación, queja, petición de auxilio. 
Pueden ser individuales (unos treinta y ocho Salmos) o colectivas 
(diez). Ponen en evidencia ante Dios la amargura o el dolor que 
oprimen al hombre o al pueblo, y piden al Señor que remedie los males 
enviando su auxilio o su protección. 
e) Salmos graduales
Estos Salmos, llamados graduales o de las subidas, servían para 
preparar el ánimo de los peregrinos que iban a Jerusalén con ocasión 
de las grandes fiestas del Templo. Especialmente cuando se 
acercaban a la ciudad, estos Salmos comunicaban la alegría que 
suponía para ellos el Templo, Jerusalén y la fe en el Dios de Israel. 
I) Salmos penitenciales
Estos Salmos expresan el arrepentimiento por el pecado y la 
infidelidad, la contrición por no haber seguido el camino de Dios y por 
haberse extraviado, sintiendo todo el peso de la amargura y la tristeza 
que supone el alejamiento de Dios. 
g) Cantos de Sión
Sión, la ciudad de Jerusalén, era el corazón del pueblo judío que 
aglutinaba el sentimiento, la fe, la alegría y la esperanza de Israel. Por 
eso hay estos Salmos que cantan su excelencia y el amor apasionado 
que los judios profesan a su ciudad: los cantos a Sión.
h) Cantos a Yahvé
Yahvé es el Dios del Antiguo Testamento, el de la fe de Israel. 
Moisés, los profetas y los libros bíblicos habían inculcado una gran 
idea de su Dios, presente y salvador. Los Salmos nos muestran a este 
Dios, digno de toda alabanza, gloria y fuerza de Israel. 

El hombre de hoy ante los Salmos
"El que quiera tener condensada toda la riqueza de actitudes que 
caracterizan al hombre de oración, no tiene sino echar mano de los 
ciento cincuenta Salmos. Unas veces están dirigidos a Dios, otras 
veces son meditaciones acerca de Dios. En ellos resuenan lamentos, 
súplicas, gritos de júbilo y acción de gracias, y hasta maldiciones 
contra el enemigo. En ellos vemos nuestra seguridad y nuestra 
incertidumbre. Todo ello en una lengua que, de pronto, nos parece 
extraña y anticuada (los Salmos más antiguos cuentan tres mil años de 
edad). Pero si nos detenemos un poco, advertiremos que casi todas 
las expresiones e imágenes son aún familiares a los hombres de hoy: 
manos que se tienden para ayudar, ojos que espían, luz que alegra. 
Los Salmos son la colección poética más leída de la humanidad. "Si no 
tuviera el alivio y consuelo de los Salmos, yo me moriría en mi miseria", 
dijo el poeta Joost van den Vondel '. 
"Los Salmos fueron compuestos antes de la venida de Jesús; pero 
eso no los hace inútiles para nosotros. Ya en el Antiguo Testamento se 
ampliaron y se profundizaron más allá de su primera significación. 
Jesús los cumplió plenamente y les confirió su más profunda verdad. 
Ahora podemos nosotros rezarlos con El, en El, para El, a través de El, 
referidos a El. Haz la prueba. 
"En el rezo de los Salmos hay veces que, en cinco minutos, no se 
pasa de tres palabras; otras, los rezamos de corrida. Después de un 
tiempo, cada uno hallará cinco o seis Salmos que le sean 
especialmente caros y que haga suyos para hablar con Dios. Muchos 
Salmos están en primera persona del plural. Y toda la Iglesia reza y 
canta todos los días los Salmos en común. Ello nos recuerda que los 
cristianos no comparecen nunca en la presencia de Dios sin llevar 
consigo a los demás" ("Catecismo Holandés", P. 307). 
Podemos aplicar a los Salmos lo que el mismo Catecismo Holandés 
dice sobre los géneros literarios de la Biblia: 
"¿Puede un hombre moderno notar que aún le dicen algo? ¿Puede 
tomarlos en serio?" 
"En esto se ve bien claro lo ventajoso de que Israel tuviera tal 
sensibilidad para captar la unidad de la historia. En los antiguos 
acontecimientos ponía justamente de relieve lo que aún hoy día 
conserva su validez: la manera en que Dios actúa, las grandes líneas. 
Por consiguiente, los géneros literarios de la Biblia están ordenados a 
destacar en cada narración algo universalmente humano. Es un espejo 
en que se ve el hombre, y por ende, nosotros. Por eso, los relatos 
bíblicos nos son aún próximos". 
"Y están también particularmente cerca de nosotros, por ser a 
menudo tan maravillosos. Poseen lo eternamente humano de las 
grandes obras de arte. Se los podría comparar con las grandes 
estatuas de los faraones del desierto de Egipto. Tampoco los faraones 
que allí se reproducen están siempre retratados con exactitud. Y, sin 
embargo, estas antiguas imágenes muestran más al hombre (y, por 
tanto, también a los faraones) que los muñecos de cera, de 
desconcertante exactitud, en el gabinete de Madame Tussaud. Así 
también, los relatos bíblicos pueden decirnos más acerca del hombre a 
los ojos de Dios, que no muchas de las narraciones de nuestra misma 
época. Además, las expresiones y símbolos bíblicos están llenos de 
vida y humanidad auténtica. Propiamente hablando, no envejecerán, 
mientras el hombre tenga cuerpo. La Biblia emplea palabras —abismo, 
roca, agua, luz, mano, oído, muerte, vida— que entienden lo mismo el 
astronauta en la cabina espacial que el ama de casa en la cocina" (p. 
57-58). 
La belleza y la profundidad de los Salmos, su actualidad y 
necesidad para la oración han sido siempre muy ponderadas. Cuanto 
más profunda es la riqueza psicológica o espiritual de una persona, 
más atraída se siente por el esplendor de los Salmos. Cuanta más 
experiencia tiene una persona de Dios, del dolor, de la vida, del 
corazón humano, de la alegría, de la gratitud, de la soledad, de la 
esperanza, etc., mejor sabe encontrar en los versículos de los Salmos 
la plenitud, la respuesta, la alegría de un encuentro con lo absoluto, 
con la vida, con la esperanza. 

Contenido de los Salmos
Los Salmos no tienen un contenido teológico específico que los 
diferencie de los otros libros de la Biblia. Su característica, tal vez, es 
la de presentar esta teología y estas actitudes bíblicas en forma de 
poesía-oración. Las grandes ideas y líneas del Antiguo Testamento 
están expresadas en ellos en forma de diálogo con Dios, de adoración, 
de admiración, de súplica, de esperanza, de confianza... 
Los principales temas desarrollados en los Salmos son Dios, la Ley 
(alianza), fidelidad, retribución, hombre, confianza, gratitud, alabanza. 
Dice H-M. Roguet (en la introducción a "La nueva ordenación 
general de la Liturgia de las horas", Secretariado Nacional de Liturgia, 
1971, pp. 36-37) 
"La inteligencia de los Salmos se logra a base de fe. Ante todo 
debemos creer que los Salmos están inspirados, que son la Palabra de 
Dios mismo y, como el resto de la Biblia, en diversos grados, una 
palabra que me interpela, que se dirige a mí el día de hoy. Pero el 
caso de los Salmos es del todo particular: es una palabra de Dios que 
se ha dicho no solamente para que yo la escuche, sino para que la 
diga, para que la rece, tomando esa misma palabra. ¿Qué pesan las 
dificultades de detalle que se tropiezan en los Salmos en comparación 
con este misterio maravilloso?" 
"Evidentemente, los Salmos pertenecen al Antiguo Testamento. 
Antes de buscar su sentido espiritual o pleno debemos tomar en serio 
su sentido literal. ¿Qué cosa puede formarnos mejor que ésta en un 
respeto mayor, mayor confianza y más ternura para con Dios? Se 
puede aplicar especialmente a los Salmos lo que la Constitución 
dogmática sobre la Revelación dice en general sobre los libros del 
Antiguo Testamento: "los cristianos han de recibir devotamente estos 
libros, que expresan un vivo sentido de Dios, contienen enseñanzas 
sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, 
encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra 
salvación" (Dei Verbum 15)". 
"El salterio no es un bloque errático o un islote en ese océano que 
es la Biblia. Se le podría más bien comparar con un hogar al que todas 
sus luces vienen a converger y a convertirse en lirismo; en un corazón 
donde todos sus temas y moniciones vienen a fundirse en el 
entusiasmo del amor y de la acción de gracias. No hay ningún libro de 
la Biblia -histórico, legislativo, profético, sapiencial, evangélico, 
apocalíptico- que no tenga sus resonancias en el Salterio. Cuanto más 
se conoce y se aprecia el conjunto de la Biblia en su diversidad, tanto 
más se conoce y saborea los Salmos. Y a la inversa". 
"Pero los dos Testamentos no hacen más que una sola revelación 
progresiva, unificada por el misterio de Cristo.... Son cristológicos, es 
decir, que hablan de Cristo, anuncian al Mesías, están orientados 
hacia él, lo profetizan y no encuentran su pleno cumplimiento más que 
en él". 
"Pero no solamente los Salmos hablan de Cristo, sino que también 
Cristo habla de los Salmos. No solamente los evangelistas los citan a 
su propósito, sino que El mismo los cita a menudo apropiándoselos no 
sólo en el curso de su vida, sino también en su hora suprema de la 
Pasión". 
Cristo oró los Salmos, se identificó con ellos, los vivió y los amó a lo 
largo de toda su vida.

J. M. VERNET
DOSSIERS-CPL/22