CAPÍTULO 3


3. DEBERES RESPECTO A LA AUTORIDAD Y AL PROJIMO (3/01-02) .

El Apóstol, después de la interrupción en que se refiere a la gracia de Dios como fuente de energía (2,11-15), vuelve de nuevo a las instrucciones que había dado en 1,1-10 para cada una de las categorías de cristianos, y expone los deberes para con la autoridad (3,1) y el prójimo (3,2).

a) Sumisión a la autoridad (3,1).

1 Recuérdales que vivan sumisos a los magistrados y a las autoridades; que obedezcan, que estén dispuestos para toda obra buena, ...

En sus instrucciones para la ordenación de la vida cristiana se refiere finalmente el Apóstol a los deberes para con la autoridad. Según resulta del texto de la instrucción («recuérdales»), la cuestión de la relación de las comunidades cristianas de la isla de Creta con la autoridad pagana ya antes había sido objeto de exhortación y de consejo. ¿Será suficiente al autor hacer ahora sólo indicaciones concisas? Pablo pide a Tito que recuerde a los cristianos sus deberes con respecto a la autoridad, que interesan a todos. Como cristianos, los cretenses deben también sumisión y obediencia a la autoridad pagana. En la carta a los Romanos ha expuesto ya los principios de la obediencia: «Todos están sometidos a las autoridades superiores. Porque no hay autoridad que no provenga de Dios y cuantas existen han sido establecidas por Dios. De modo que quien desobedece a las autoridades, desobedece a la ordenación de Dios. Por consiguiente, los que tal hacen ellos mismos se acarrean la condenación» (Rom 13,1-2). Por tanto, ve Pablo detrás del poder civil al mismo Dios, creador de la sociedad humana. Por eso la obediencia al Estado y a sus príncipes, en definitiva, es obediencia a Dios. Pablo se afirma en esta toma de posición, aunque Nerón era entonces el emperador. Por eso en la carta primera a Timoteo ordenaba además oraciones «por los reyes y por todos los que están en la cumbre» (lTim 2,2). La orden de someterse y obedecer dada por el Apóstol tiene también vigencia cuando se trata de una autoridad no cristiana 32. ¿Se apoya acaso esta exhortación en que, por lo que sabemos, precisamente en esta isla las perturbaciones de la paz eran muy frecuentes? (cf. 1.12).

Otro deber de los cristianos es estar dispuestos para toda obra buena, la cooperación voluntaria al bien común. Tal colaboración no es otra cosa que el cumplimiento del precepto del amor al prójimo, que no debe conocer límites ni fronteras y que nunca puede cesar ante el enemigo (cf. Mt 5,38-48).
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32. Nada se dice en este lugar sobre la legitimidad o ilegitimidad de la autoridad, como sucede en la mayor pane de los lugares en que Pablo habla de esta materia, sobre todo en Rom 13. Por las circunstancias concretas de los tiempos antiguos y ante todo por el concepto tradicional judío sobre la autoridad civil se entiende fácilmente que nunca haya sido expuesta expresamente esta cuestión, sino que únicamente se hayan puesto los fundamentos en orden a subrayar la soberanía absoluta de Dios y su correspondiente poder universal. Una exposición completa de las opiniones de la Sagrada Escritura sobre la relación con el Estado conducirá a conceptos diferenciados. En todo caso de ninguna manera se puede deducir de este lugar la legitimidad de un gobierno ilegal, tal como se dio por ejemplo en la epoca nazista, en orden a obligar a los cristianos a una obediencia incondicional. (Sobre esta cuestión cf. también B. SCHWANK, Primera carta de san Pedro, comentario a 2,13-14.
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b) Actitud ante el prójimo (3,2).

2 ...que a nadie difamen, que no sean pendencieros; que sean afables y muestren para con todos los hombres una perfecta mansedumbre.

Los cristianos viven en las comunidades cristianas de Creta en medio de la población pagana. Es posible que en este ambiente los cristianos en particular sean perseguidos con calumnias, burlas y ofensas personales, sin embargo el verdadero cristiano debe mostrarse siempre como discípulo de Jesús aun en medio de estas difíciles circunstancias. Debe mostrar siempre una paciencia indulgente y un amor sacrificado, no debe vengar el mal con el mal, sino vencer el mal con el bien (cf. Rom 12,20s). Lo que Pablo escribe de sí mismo y sus colaboradores a la comunidad de Corinto tiene vigor para los cristianos de la isla de Creta: «Nos maldicen y bendecimos; padecemos persecución y la soportamos; nos calumnian y respondemos con persuasiones» (lCor 4,12-13).

4. REFERENCIA A LA REGENERACION EXPERIMENTADA (3/03-08).

a) Vida anterior a la conversión (3,3).

3 Porque también nosotros fuimos en algún tiempo insensatos, desobedientes, extraviados, esclavos de diversas pasiones y deleites, y pasábamos nuestra vida entre malignidad y envidia, odiados y odiándonos los unos a los otros.

El Apóstol ha exigido en el versículo precedente (3,2) a los cristianos una pacienda indulgente, y un amor dispuesto al sacrificio en sus relaciones con sus conciudadanos gentiles. La razón de tal indulgencia y buenos sentimientos con respecto a sus conciudadanos paganos de los cuales sufren a menudo injusticias, debe apoyarse en el humilde conocimiento de sí mismo. Los cristianos no deben olvidar que todavía no hace mucho tiempo no eran distintos de sus conciudadanos. Pablo describe con rasgos concisos su situación de irredentos antes de la conversión al cristianismo. A semejanza de como lo hace en muchos lugares de otras cartas 33 describe Pablo la vida de los que eran paganos en otro tiempo, partiendo de su experiencia y de su conocimiento de Cristo en una confrontación vigorosamente típica. A pesar de su pertenencia a Israel, el pueblo de la alianza, se incluye Pablo entre los cretenses y todos los hombres. Antes de sus conversión, los cristianos eran «insensatos», se hallaban en un completo desconocimiento de Dios y las cosas divinas. «Y como no procuraron conocer a Dios, Dios los entregó a su réprobo sentir» (Rom 1,28). Estaban a oscuras en su conocimiento, alejados de la vida de Dios, a consecuencia de «la ignorancia que hay en ellos, a causa del endurecimiento de su corazón» (Ef 4,18). Eran «desobedientes», llenos de resistencias con respecto a la voluntad de Dios y sus mandamientos, de tal forma que se alejaban cada vez más de la verdad de Dios y caminaban por el error. Se habían convertido en esclavos de sus pasiones; pues «Dios los había entregado a sus pasiones vergonzosas» (Rom 1, 26). Ellos seguían «los deseos de la carne» y cumplían «la voluntad de ella» y eran «por naturaleza hijos de ira como los demás» (Ef 2,3). En su vida dominaba el egoísmo más craso, que se manifestaba en la malignidad y en la envidia. La desunión, las luchas y el odio mutuos caracterizaban su vida cotidiana. Iluminado por la luz de la gracia de Cristo, el Apóstol contempla las terribles tinieblas que envolvían la vida antes de la redención de Jesucristo. Los cristianos no deben olvidar este pasado.
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33. Cf. Rm 1, 18-32; 2,1-29; 5,12-14; 6,17-23; 1Co 6,9-11; Ef 2,1-3.11s; Flp 2,15; Col 1,13-21s; 2,13; 3,57; 1Ts 1,9; 4,5.
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b) La salvacion mediante la regeneración (3,4-6).

4 Pero cuando apareció la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor por los hombres, 5 no nos salvó por las obras justas que hubiésemos realizado nosotros, sino según su misericordia, por el baño regenerador y renovador del Espíritu Santo, 6 que él derramó copiosamente sobre nosotros por Jesucristo, nuestro salvador, ...

En la hora que Dios había determinado en su plan salvífico, cambió para la humanidad el curso dc la historia de los hombres 34. La gran obra de Dios irrumpió con el nacimiento de Jesucristo y se completó en su muerto de cruz. En Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, aparecía la bondad y el amor de Dios por los hombres. Con palabras solemnes que han sido tomadas de las fórmulas de expresión del estilo áulico de otro tiempo son personificados dos atributos de Dios que se manifiestan en la encarnación de Jesucristo y que resplandecen como una luz en medio de las tinieblas. Se trata de la incomprensible «bondad» de Dios, que sale al encuentro del hombre pecador, no como juez y vengador, sino como Dios bondadoso y compasivo. Se trata del «amor» de Dios «por los hombres», quien a pesar de su absoluta distancia con relación a los hombres desciende amablemente hasta su criatura. ¡Qué sublime imagen de Dios describe el Apóstol con estas palabras! Con el nacimiento y la muerte en cruz de Jesucristo se da ese cambio en la historia de la humanidad, que implica también la gran transformación de cada uno de los hombres. Si el cristiano, con una fe verdadera y auténtica, se adhiere a esta bondad de Dios hecha carne y a este amor por los hombres, es decir a Jesucristo, si se entrega con toda su persona al Dios encarnado, entonces Dios lo libera de la corrupción eterna mediante un baño de regeneración, el bautismo de agua. La palabra «regeneración», tomada del judaísmo helenista de entonces, es traspasada al bautismo cristiano, porque éste hace del hombre una «nueva creación». «Lo viejo ya pasó y ha empezado lo nuevo» (2Cor 5,17). Mediante el bautismo se introduce en el alma del hombre el germen de una vida nueva sobrenatural y comienza para los hombres una vida más noble.

El bautismo es aquel nacer de Dios (Jn 1,12s), aquel «nacimiento de arriba» (Jn 3,3), el «nacimiento de agua y de Espíritu» (Jn 3,5). Con «el baño regenerador» está unida la renovación del Espíritu Santo «que él derramó copiosamente sobre nosotros por Jesucristo, nuestro salvador». Con la concesión de este don del Espiritu se cumple la profecía del profeta Joel: «Después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne» (Jl 3, 1-5). Así pues, el hombre, en su naturaleza dominada por el pecado y las pasiones, es creado de nuevo al recibir el bautismo mediante el don del Espíritu de Dios, y es equipado con nuevas fuerzas para realizar una vida del espíritu y de la gracia, de forma que realmente es una «nueva creación».

Regeneración y renovación significan aptitud nueva, adquirida con la transformación de la vida precedente. Constituyen un acontecimiento en el cual el hombre, mediante la acción creadora de Dios, es elevado y equipado para una vida nueva. Aunque ya con estos dos conceptos se excluye toda obra humana en este nuevo comienzo de la vida, sin embargo esto mismo se subraya con toda decisión y este pensamiento fundamental de la predicación paulina se hace resaltar fuertemente, cuando se dice que ello sucedió «no por las obras justas que hubiésemos realizado nosotros, sino según su misericordia». Toda obra humana o mérito son excluidos radicalmente, únicamente la «misericordia» de Dios ha salvado a los cristianos. Es Dios uno y trino, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quien ha realizado esta regeneración en los hombres mediante el bautismo; él ha sido quien les ha perdonado y les ha elevado a una vida nueva, más sublime. El Apóstol hace recordar a cada uno de los cristianos de las nuevas comunidades aquella rotura y aquel cambio en su vida que se introdujo mediante la recepción del bautismo cristiano. Hacía poco tiempo que habían experimentado, por primera vez, aquel cambio.

¿Acaso no se ha abandonado y desvanecido casi totalmente el significado del bautismo cristiano en la vida cristiana de nuestro tiempo? En nuestra vida de cada día, ¿somos plenamente conscientes de la realidad y de la trascendencia de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo?
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34. ¿Han sido tomados acaso estos versículos (3,4-7) de un himno primitivo cristiano sobre la gracia del bautismo según lo deja sospechar el comienzo de 3,8? ¿O es que 3,5a es una añadidura posterior a este himno para hacer resaltar especialmente un pensamiento fundamental de la predicación paulina?
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c) Los cristianos, herederos de la vida eterna (3,7).

7 ...a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos, según nuestra esperanza, de una vida eterna.

Nuevamente alude el Apóstol a un pensamiento fundamental de su predicación para que se excluya toda gloria humana: nosotros hemos sido justificados y hemos recibido la nueva vida sobrenatural «por su gracia», por pura benevolencia suya. Por tanto el cristiano lo debe todo al amor incomprensible de Dios. Por eso le conviene la exhortación de Pablo: «¿Qué tienes tú que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿por qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?» (lCor 4,7). Juntamente con el nuevo nacimiento a una nueva vida reciben los cristianos además un don salvífico todavía más grande: son herederos de la vida eterna, que esperan. Mediante «el baño regenerador y renovador del Espíritu Santo» los cristianos reciben la filiación. Pero como los cristianos son ya ahora hijos, «Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abba!, ¡Padre!... y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios» (cf. Gál 4,5-7). Es cierto que los cristianos no poseen todavía la vida eterna en su plenitud. Pero mientras llega el fin de los tiempos su vida está sustentada sobre la inquebrantable esperanza de esta plenitud de vida, que es la meta de la vida cristiana. Porque con el Espíritu Santo han recibido en el bautismo la garantía de esta vida divina 35, de forma que pueden esperar con absoluta confianza el fallo absolutorio de Dios en el juicio y la participación en la vida eterna.

d) Compromiso para una vida cristiana (3,8).

8 He aquí una afirmación digna de crédito y quiero que la afirmes con tesón: que quienes han creído en Dios se comprometan a ejercitarse en obras buenas. Esto es bueno y provechoso para los hombres.

Con una fórmula que aparece con frecuencia en las cartas pastorales 36, se hace resaltar de nuevo la verdad de la doctrina que ha sido presentada en el precedente fragmento (3,4-7). Con toda decisión es invitado Tito a penetrar y a predicar el mensaje de la obra salvadora de Dios, muy principalmente a la vista de los herejes que actúan en la comunidad como «charlatanes y embaucadores», ponen en peligro la fe, y «trastornan familias enteras, enseñando lo que no se debe» (1,10). Mediante esta predicación de la regeneración y renovación del Espíritu Santo, los fieles cristianos deben ser informados de que este don salvador que han recibido, significa para los cristianos, a un mismo tiempo, una obligación moral y un compromiso. Ellos deben conservar, desarrollar y llevar a la práctica, en un modo de vivir cristiano auténtico, la nueva vida divina que Dios les ha regalado en medio del mundo pagano en que viven. Una fe verdadera debe fecundar las fuerzas morales y mostrarse en la conducta de la vida, una fe cristiana debe actualizarse con amor en la vida diaria (cf. Gál. 5,6). El agradecimiento por el don salvador recibido en el bautismo es lo que capacita al cristiano para la posición exacta con respecto al prójimo y le habilita para una verdadera vida activa. En las comunidades cristianas donde domina tal sentimiento, donde reina una capacitación tal para una auténtica vida cristiana, allí está lo bueno y lo provechoso para la salud de los cristianos. Pero todo aquello que anuncian los herejes es inútil para la salvación de los hombres y sin resultado para la vida eterna. Un nuevo aviso ante estos herejes cierra el texto de la carta propiamente dicha.
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35. Cf. 2Co 1,22; 5,5; Ef 1,14.
36. Cf. 1Tm 1,15; 3,1; 4,9; 2Tm 2,11; Tt 3,8; esta fórmula deja sospechar que en 3,4-7 es citado un himno bautismal cristiano; cf. nota 34.
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5. NUEVA ADVERTENCIA SOBRE LOS HEREJES (3/09-11).

a) Evítense las disputas y las discusiones sobre la ley (3,9).

9 Evita las cuestiones necias, las genealogías, las disputas y los debates sobre la ley, porque son cosas inútiles y vanas.

A semejanza de la primera parte (1,1-10) de la carta a Tito, así también la segunda concluye con una observación sobre los herejes. De nuevo se alude brevemente, como en otros lugares de las cartas pastorales 37, a la predicadón de estos falsos maestros. Se trata de «cuestiones necias», de narraciones fantásticas y especulaciones sobre genealogías, sobre disputas y debates en torno a la ley del Antiguo Testamento, referentes sobre todo a las prescripciones sobre la pureza legal y el uso de ciertos alimentos. El apostol no se detiene a describir estos errores, únicamente da una clara y breve indicación: evítalos. Y da el motivo para obrar así: «lo bueno y provechoso para los hombres» (3,8) es una auténtica vida cristiana que se manifiesta en las obras buenas, pero aquellas doctrinas son inútiles, más aún nocivas en orden a este fin. Así coma una auténtica vida cristiana es algo «bueno para los hombres» (3,8), porque conduce a la vida eterna, aquella clase de doctrina es inútil. Es característico en las cartas pastorales que Pablo, cuando pone en guardia a Timoteo o a Tito ante los herejes, les ordena únicamente con pocas palabras que rechacen sin más las falsas doctrinas. Jamás les permite un acercamiento a esas falsas doctrinas 38. Nunca tiene lugar una confrontación desde el punto de vita teológico con estos conceptos e ideas. Por el contrario, si observamos otras cartas paulinas, como las dirigidas a los Romanos o a los Gálatas, o también numerosos capítulos de la segunda carta a los Corintios, o la primera y segunda a los Tesalonicenses, y aun la carta a los Efesios o a los Colosenses, encontramos allí una actitud completamente distinta del Apóstol, que con frecuencia se detiene en una amplia y sagaz exposición de los errores de sus enemigos. ¿Es que Timoteo y Tito no estaban preparados para estas controversias, puesto que Pablo sencillamente se las prohíbe? ¿O sabe por experiencia que tales discusiones son completamente inútiles y traen nuevos peligros para la doctrina de la fe, propuesta ya como norma firme, fe que estaba seriamente amenazada en las comunidades de Creta recientemente fundadas?
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37.Cf. 1Tm 1,3-7; 4,1-11; 6,3-19; 2Tm 2,14.16-18.
38.Cf. 1Tm 4,7; 6,11.14.20; 2Tm 2,16.23; 3,14, cf.4,4; Tt 3,9s.
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b) Comportamiento con los herejes (3,10-11).

10 Al hereje, amonéstalo una y otra vez, y después recházalo, 11 considerando que un hombre así está pervertido y peca, y él mismo se condena.

Como conclusión da el Apóstol a su representante una importante instrucción sobre el modo práctico de comportarse con los herejes. Estos son un peligro para la fe y se han convertido en una amenaza para la existencia de las comunidades cristianas. De aquí la severa e implacable orden del Apóstol. A estos falsos maestros debe corregírselos una y otra vez. En la segunda carta a Timoteo Pablo le ordena que corrija con mansedumbre a los adversarios, «por si acaso Dios les concede el arrepentimiento y reconocen la verdad» (2Tim 2,25). De lo que podemos concluir que también Tito debe poner en esta corrección mansedumbre, pero al mismo tiempo y en su día debe poner decisión. ¿Debemos quizás proponer la amonestación del hermano equivocado de tal forma que, como se describe en Mateo 18,15-16, la primera exhortación deba hacerse ante cuatro testigos, en la segunda sin embargo haya que pensarse en uno o dos solamente? Mas, si las amonestaciones son inútiles e infructuosas y el falso maestro persevera en la desobediencia, se muestra rebelde contra toda exhortación, y se cierra a toda posible inteligencia, entonces Tito debe romper las relaciones con el hereje. La orden enérgica suena de esta manera: ¡Recházalo! ¿Debemos considerar esta ruptura de relaciones con el hereje, de forma que éste sea excluido de la comunidad en las asambleas comunitarias (cf. lTim 5,20; Mt 18,17)? Tito debe poner en práctica una disciplina rígida, cuando se trata de la conservación y seguridad de la fe en la comunidad. Esta fe es el bien precioso que el Apóstol le ha confiado para conservarlo puro y auténtico, para protegerlo y para transmitir este valioso legado. Cuando este bien de la fe es puesto en peligro por un falso maestro, entonces únicamente sirve una separación decisiva. Esta orden no es otra cosa sino el eco de la radical exhortación de Jesús: «Si tu mano o tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo lejos de ti... Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo lejos de ti» (Mt 18,8s).

No es Tito quien ha dado el fallo de condenación sobre el hereje. Él abandona únicamente a este hombre a la condenación que el propio hereje pronunciia contra sí mismo en su interior. Cuando ha sido amonestado y a pesar de todo sigue pecando y se aferra a su falsa doctrina, cuando, en su rebeldía, persevera pertinazmente contra un mayor conocimiento y la conciencia, entonces da señales de que «está pervertido». Se condena en su propia conciencia y con ello se aparta de la comunidad de sus hermanos y hermanas.

CONCLUSION DE LA CARTA 3/12-15

Pablo ha expuesto en su carta las dos preocupaciones que tenía en su corazón: la ordenación de la vida cristiana en la isla de Creta (1,5-9; 2,1-3,7) y la impugnación de los herejes (1,1S16; 3,8-11). Como en otras cartas 39, añade aquí también algunas instrucciones (3,12-14), ofrece sus saludos (3,15a) y concluye con una bendición (3,15b).
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39.Cf. Rm 16,1-27; 1Co 16,1-24; 2Co 13,11-13; Ef 6,21-24; Flp 4,21-26; Col 4,7-18; 1Ts 5,26-28; 2Ts 3,17.
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1. INSTRUCCIONES PERSONALES (3,12-14).

12 Una vez que yo hubiere enviado junto a ti a Artemas o a Tíquica, haz la posible por venir pronto a verme en Nicópolis, porque tengo el propósito de pasar allí el invierno.

La primera indicación se refiere al propio Tito. Pablo va a enviar a Creta dentro de un tiempo razonable a uno de sus colaboradores, a Artemas o a Tíquico, para que releve a Tito en su puesto y le entregue la dirección de la Iglesia en la isla de Creta. Mientras de Artemas sólo sabemos lo que en esta carta se dice, Tíquico es mencionado como compañero del Apóstol cuando éste, en su tercer viaje misional, regresó de Macedonia al Asia Menor (Act 20,4). Procede del Asia Menor, es portador de la carta a los Colosenses (Col 4,7) y a los Efesios (Ef 6, 21), y debe informar desde su punto de vista personal a los destinatarios de ambas cartas sobre la situación en que se encuentra el prisionero Pablo (Ef 6,21s; Col 4,7-9). Este le estima sobremanera, y lo llama «hermano querido, servidor fiel y consiervo en el Señor» (Col 4,7). En la segunda carta a Timoteo informa el Apóstol de que le ha enviado a Éfeso (2Tim 4,12). Algunos suponen que este «servidor fiel» no solamente fue cornpañero del Apóstol, sino que también le sirvió como secretario. Después de la llegada de su sucesor el propio Tito debe dirigirse «pronto» a Nicópolis, donde el Apósto1 piensa permanecer durante el invierno. Se trata sin duda de la ciudad situada en el Epiro, que en memoria de la victoriosa batalla de Augusto junto a Accio (31 a.C.) recibió este nombre y que se había desarrollado hasta convertirse en centro de la vida cultural helenística. La elección de este lugar, situado junto al mar Adriático, ¿permite sospechar quizá que Pablo pensaba dirigirse nuevamente hacia Oriente? Así pues, Tito deberá abandonar dentro de un espacio de tiempo razonable las comunidades cristianas de la isla de Creta. Pero aunque tenga presente este cambio, debe llevar adelante su tarea apostólica con toda energía hasta el último momento de su actividad. Aun ahora que sabe que va a ser relevado en su oficio debe predicar «lo que es conforme con la sana doctrina» (2,1), debe mostrarse como «modelo en obras buenas» (2,7b), de «exhortar y reprender con toda decisión» (2,15) y dar testimonio del Evangelio de Jesucristo. Así pues, debe cumplir fielmente sus obligaciones hasta última hora, puesto que de los «servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios» se exige «que sean fieles» (lCor 4,1s).

13 A Zenas, el jurisconsulto, y a Apolo mira de proveerlos solícitamente de forma que no les falte nada, 14 y que los nuestros aprendan a ejercitarse en obras buenas para atender a las apremiantes necesidades y que no sean hombres infructuosos.

Un segundo encargo: Pablo encomienda a los cuidados de Tito a dos hombres, a Apolo y a Zenas, que probablemente son portadores de la carta, y que se puede suponer que pasando por Creta se dirigen a Alejandría, la patria de Apolo (Act 18,24). De Zenas, a quien llama «jurisconsulto», quizá porque antes fue escriba judío o porque, como jurisconsulto romano, ejercía todavía esta actividad, no tenemos la menor noticia en los restantes escritos del Nuevo Testamento. Por el contrario, Apolo es conocido como un judío docto en filosofía y orador muy inteligente por su actividad en Éfeso (Act 18, 24-26) y en Corinto 40. Con el fin de asegurar los medios necesarios para su ulterior viaje y el equipo de ambos maestros cristianos Tito debe tratar con todo esmero de que «no les falte nada». Para ello debe apelar a la beneficencia de la comunidad cristiana. Los cristianos de Creta, con su sentido de sacrificio, no deben dejarse superar por los judíos y paganos que apoyan con entusiasmo a sus predicadores ambulantes. Así pues, deben mostrarles su amor eficiente, y si es necesario ofrecerles su ayuda.

Este amor operante debe ser el fruto de su verdadera vida cristiana. Sorprende que en la parte central de las cartas pastorales se insista tanto en las buenas obras 41: se exhorta a Tito a educar a las nuevas comunidades en la práctica eficiente de la caridad. Es cierto que la exigencia de las «obras buenas», que no es lícito equiparar con la justicia por las obras, no falta en las cartas más antiguas de Pablo 42. Pero el hecho de que en las cartas pastorales se fije de una manera especial la atención en esto, se explica por el fin práctico de estas cartas. Mediante estas «obras buenas» debe manifestarse la fuerza de la nueva vida que actúa en los cristianos (cf. 2Tim 3,17), y hacerse visible la gracia de Dios salvadora y adyuvante en la vida diaria de los cristianos. La verdadera fe cristiana debe actuarse en la caridad (Gál 5,6).
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40.1Co 1,12; 3,4-6.22; 4,6; 16,12.
41.Cf. 1Tm 2,10; 5,10; 6,18; 2Tm 2,21; 3,17; Tt 2,14; 3,8.
42.Cf. 2Ts 2,17; 2Co 9,8; Rm 2,7; 13,3; Col 1,10; Ef 2,10.
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2. SALUDOS; Y BENDICION (3,15).

15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a nuestros amigos en la fe. La gracia sea con todos vosotros.

Concisos y breves son los saludos que Pablo coloca al final de su carta. Sin nombrar a nadie, como lo ha hecho en otras muchas ocasiones43, los compañeros de Pablo saludan a Tito y a las comunidades de Creta. Tito debe transmitir los saludos a todos los cristianos, que están unidos con el Apóstol mediante los lazos de la fe y del amor. En realidad todos los cristianos son hermanos y hermanas en un único Señor, Jesucristo. A todos debe abrazar el vínculo de la hermandad en la fe y en el amor, «uno solo es vuestro maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos» (Mt 23,8).

La bendición escrita por mano del autor va dirigida a Tito y a todos los cristianos de Creta. Las comunidades cristianas recientemente fundadas están presentes de continuo ante la consideración del Apóstol en la exposición de su carta. Para ellos vale su más seria preocupación de que se mantengan inquebrantablemente en el don de la fe, que se les ha confiado 44, y de que se libren de ser víctimas de la agitación clandestina de los herejes mediante una verdadera vida cristiana. Así la bendición que va dirigida a Tito vale también para ellos. Les desea lo mejor que puede desear un cristiano, la «gracia», la gracia de Dios, por la que hemos sido salvados y que se manifestará públicamente en los «siglos venideros» (cf. Ef 2,5-7) en el reino de los cielos.
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43.Cf. Rm 16,1-16; 1Co 16,9; Col 4,10-15; 2Tm 4,19-21; Flm 2,3s. 44.1Tm 6,20; 2Tm 1,14.