CAPÍTULO 3
3. ATENCIÓN A LOS PELIGROS FUTUROS (3/01-09).
a) Corrupción de costumbres (3,1-5a).
1 Ten en cuenta esto: que en los últimos días se presentarán coyunturas difíciles. 2 Los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, orgullosos, difamadores, rebeldes a los padres, desagradecidos, impíos, 3 sin corazón, irreconciliables, calumniadores, disolutos, crueles, enemigos de lo bueno, 4 traidores, temerarios, engreídos, más amigos del placer que de Dios, 5a teniendo apariencia de religión, pero renunciando realmente a la fuerza de ella.
Del presente vuelve el Apóstol los ojos al futuro, a los últimos días, al tiempo final, en el que se extenderá cada vez más la decadencia moral en todos los sentidos, de manera tremenda, como consecuencia del alejamiento de la verdad (cf. lTim 4,1-5). En la falsa doctrina, que cunde en Efeso como gangrena (2,17) ve ya el germen y el comienzo de la corrupción general de costumbres que se manifestará en los últimos días. Así, en este cuadro de conjunto se compenetran las experiencias presentes y la visión del futuro, con la gran abominación prevista para los últimos tiempos, que está ya en acción ocultamente27. Pablo quiere en todo caso indicar a qué ha de conducir finalmente la oposición de los maestros del error contra las verdades reveladas por Dios. Los «últimos días» son los tiempos que han de preceder a la segunda manifestación de Cristo, cuando irrumpirán las angustias como de dolores de parto del final de los tiempos. Como entonces predominará la maldad, se enfriará el amor de muchos28. Las «coyunturas difíciles», el agobio y aprieto de aquellos últimos días no serán para san Pablo las catástrofes cósmicas, sino el aumento de la maldad humana por todas partes, que destruirá toda moral, toda religión y toda convivencia humana.
En un cuadro espeluznante muestra el Apóstol la
corrupción de los hombres. El egoísmo y la codicia (cf. lTim 6,10) son las
raíces de la corrupción masiva del género humano. El culto desenfrenado del yo
campa por sus respetos sin consideración alguna. Las consecuencias son un
ensoberbecimiento contra Dios, absoluta falta de verdadero amor de los
semejantes, incluso para con los más allegados en la familia. A esto se añade
una gran ficción, mentira e hipocresía. Se conservan las formas exteriores de la
piedad, pero falta la verdadera sustancia interior.
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27.Cf. 2Tes 2,7; Mt 24,11s.
28.Cf. Mt24,9-12; Mc 13,24; Lc 21,25-28.
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5b Apártate también de esta gente.
El comienzo de esta corrupción general de costumbres se deja notar ya, según la idea del Apóstol, en los falsos maestros y en sus maquinaciones dentro de la comunidad. Con esto vuelve el autor, de la descripción del futuro a la situación actual. De ahí la breve, pero decisiva intimación: «Apártate también de esta gente.» Se impone una separación incondicional de los falsos maestros, puesto que ha llegado ya el tiempo de hacer una clara división entre la comunidad y las fantasías de los maestros del error. Llama la atención la decisión con que el autor exige una y otra vez una clara separación entre los cristianos y los falsos maestros. No hay que entrar en discusiones ni en esgrima verbal con ellos (cf. 2,14.16.23), no hay que tratar de llegar a un compromiso con ellos. Es absolutamente necesario establecer una clara separación entre la luz y las tinieblas, entre Cristo y Belial (cf. 2Cor 6,15), dado que los falsos maestros son instrumentos de Satán (cf. 2,26).
b) Manejos de los falsos maestros (3,6-9).
6 Porque de éstos son los que se introducen en las casas y cautivan a las pobres mujeres cargadas de pecados, que se dejan llevar de toda clase de deseos y están siempre aprendiendo, sin que nunca puedan alcanzar el conocimiento de la verdad.
Ahora fustiga Pablo con duras palabras el comportamiento de ciertos maestros del error. Seguramente tiene presentes hechos concretos en la comunidad de Éfeso, donde falsos maestros se dirigen a mujeres, no en público, pues temen por su buen nombre, sino en secreto («se introducen») con el fin de ganárselas. Estas mujeres son designadas luego más en detalle: están «cargadas de pecados», tienen por tanto un pasado dudoso; «se dejan llevar de toda clase de deseos», así que todavía no han roto radicalmente con el gusto del pecado. Por otra parte están ávidas de nuevos conocimientos, pretextan su gran interés religioso, puesto que «están siempre aprendiendo». Sin embargo, no llegan nunca al conocimiento de la verdad sin rebozo por faltarles verdadera seriedad para aspirar a la salvación, ya que no llevan vida auténticamente cristiana y no están dispuestas a someterse en regla al mensaje de Cristo. Con toda su búsqueda religiosa no llegan a la verdadera fe cristiana, al conocimiento de la verdad.
8 De la misma manera que Janes y Jambres se opusieron a Moisés, estos tales se oponen también a la verdad: hombres de inteligencia pervertida, reprobados en materia de fe. 9 Pero no avanzarán más; pues, como pasó con aquéllos, su insensatez quedará patente a todo el mundo.
Los maestros del error que de esta manera tratan
de ganar adeptos, pertenecieron en otro tiempo a la comunidad cristiana, pero,
cegados en su inteligencia e impedidos por su falta de fe auténtica y
comprobada, se apartan de la verdad. Ahora oponen resistencia a la proclamación
de la buena nueva, el Evangelio de Dios, en la comunidad. Así se comportan como
Janes y Jambres, aquellos hechiceros conocidos por la tradición judía -aunque no
sabemos nada de ellos por el Antiguo Testamento- que se opusieron a Moisés
cuando éste, por encargo de Dios, se presentó al faraón para obtener la
liberación del pueblo elegido de la esclavitud de los egipcios29. Pero como
entonces se descubrieron los enredos de los dos hechiceros 30, así también
quedarán desbaratadas las maquinaciones de estos falsos maestros en la
comunidad. El Apóstol expresa su firme convicción: Pero no avanzarán más, no
conseguirán nada. Su trabajo de zapa fracasa, pues lleva ya en sí el germen de
la ruina; en efecto, «su insensatez quedará patente a todo el mundo». Una vez
más brota al lado de la buena semilla la cizaña que el enemigo malo había
sembrado en el campo de Dios31. Una vez más los falsos maestros ponen en peligro
la verdadera fe y con frecuencia la consistencia misma de la comunidad
cristiana. Pero Dios mismo vela para que se conserve puro el Evangelio conforme
a la promesa de Jesús: «Mirad: yo estoy con vosotros todos los días hasta el
final de los tiempos» (Mt 28,20). Pero el Espíritu de Dios desarrolla y explica
el mensaje de Cristo: «Él os lo enseñará todo, y os recordará cuanto os he dicho
yo» (Jn 14,26), todo lo que había anunciado Jesús. Él disipa todo error, porque
la fidelidad de Dios permanece para siempre (cf. Sal 116,2).
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29.Cf. Ex 7,8-12.
30.Cf. Ex 8,14s; 9,11.
31.Cf. Mt 13,24-30.
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4. EXHORTACIÓN A LA FIDELIDAD (3, 10-17).
a) Fidelidad a la enseñanza y a la conducta de Pablo (3/10-13).
10 Pero tú has seguido paso a paso mi enseñanza, mi conducta, mis decisiones, mi fe, mi comprensión, mi amor, mi constancia, 11 mis persecuciones, mis sufrimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio y en Listra. ¡Qué persecuciones sufrí! Pero de todas ellas me libró el Señor.
A las maquinaciones de los falsos maestros contrapone el autor como contraste el seguimiento de su discípulo Timoteo. Desde que fue convertido por la predicación de Pablo, siguió su ejemplo en la doctrina, en la conducta cristiana personal (fe, comprensión, amor, constancia), en todo su empeño. Quiere ser fiel discípulo de su maestro, como un hijo quiere asemejarse a su padre. Hasta el espíritu de sacrificio y la prontitud para el sufrimiento propios del Apóstol representan una seria obligación para Timoteo; en efecto, le son bien conocidos los sufrimientos de los primeros viajes de misión, que ahora le trae a la memoria. Cuando entonces llegó Pablo a Listra, ciudad natal de Timoteo (Act 14,6), había sido ya anteriormente expulsado de Antioquía de Pisidia (Act 13,50). En Iconio se había librado a duras penas de la lapidación (Act 14,5). En Listra fue apedreado, arrastrado delante de la puerta de la ciudad, donde se le dejó por muerto (Act 14,19). Aquellos sufrimientos y persecuciones que había tenido que soportar el Apóstol no intimidaron a Timoteo ni le retrajeron de hacerse su discípulo y de ir en su seguimiento. El autor, que ahora está recluido en el calabozo, dirige la mirada lleno de gratitud a aquel primer viaje de misión con las estaciones de su vía dolorosa. Aunque lo que le tocó en suerte en el servicio del Evangelio fueron oprobios y persecuciones, el poder de Dios le sacó constantemente de todos los apuros. Es que de todos modos el Señor es más grande y más poderoso que toda la maldad humana.
12 Y todos los que quieran vivir religiosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos.
Ahora bien, todo lo que Pablo pasó y sufrió se aplica a todos los discípulos de Jesús en este mundo. De intento hace notar que todos los seguidores de Jesús -cargando el acento sobre este todos- habrán de sufrir, siquiera el sufrimiento se reduzca a veces a persecuciones exteriores. ¡Cuántas persecuciones tuvo que sufrir ya Pablo sólo por parte de sus propios hermanos cristianos! ¿Amenazan quizá persecuciones a Timoteo y a la comunidad cristiana, puesto que tan ahincadamente hace referencia a éstas? Es que Jesús mismo lo había predicho ya sin ambages: «Seréis odiados por todos a causa de mi nombre» (Mt 10,22). Como los discípulos de Jesús no son del mundo, por eso los odia el mundo. «Acordaos de la palabra que os dije: El esclavo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (/Jn/15/19s).
Aquí se sienta un principio fundamental de vida cristiana para todos los que quieran vivir religiosamente en Cristo Jesús. Pero esta seguridad del camino doloroso que les espera no debe desalentar o aplanar a los cristianos. «Bienaventurados los perseguidos por atenerse a lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten y persigan y digan toda clase de calumnias contra vosotros. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos» (Mt 5,10-12). Por esto mismo tampoco Timoteo debe quedar sorprendido y desconcertado por todos los sufrimientos y persecuciones. La convicción de la poderosa ayuda de Dios y la confianza en la asistencia del Señor lo fortalece y lo conforta.
13 Los hombres malvados e impostores irán de mal en peor, engañando y engañándose.
Otro motivo para perseverar fielmente por el camino emprendido debe ser para Timoteo el mirar a los maestros del error que han abandonado el camino de la fe cristiana. Pablo los llama «hombres malvados» porque oponen resistencia a la verdad de Dios. Los llama «impostores», embaucadores, porque con sus artificios de seducción extravían a los hombres. Su extravío los va sumiendo cada vez más en el extrañamiento de Dios. Ellos mismos que descarrían a otros son descarriados por el error y van constantemente de mal en peor. De esta manera se convierten en escarmiento para todos los cristianos. Muestran, en efecto, a qué conduce el renegar de la verdadera y pura doctrina.
b) Fidelidad a la Sagrada Escritura (3/14-17).
14 Tú, en cambio, permanece en lo que aprendiste y aceptaste con plena convicción, acordándote de quiénes lo aprendiste, 15 y porque desde niño conoces las Sagradas Escrituras, que tienen el poder de instruirte para la salvación por la fe en Cristo Jesús.
Contrariamente a los falsos maestros, Timoteo debe seguir impertérrito la tradición apostólica de la fe. Así estará garantizado contra todos los extravíos. Lo que en otro tiempo recibió mediante la instrucción cristiana, se ha convertido ya para él en la más íntima convicción de fe. Dos hechos le han de mover a avanzar por el camino emprendido: en primer lugar, el recuerdo de sus maestros. Desde sus más tiernos años fue instruido en la fe por su piadosa madre Eunice y por su abuela Loide (1,5). Luego fueron el Apóstol mismo, como también otros predicadores de la fe, los que le dieron las instrucciones. Todos ellos penetrados de profunda fe, lo iniciaron en el patrimonio doctrinal del Antiguo Testamento, así como en el cristiano.
Otra norma de su vida cristiana y del desempeño de su cargo son las Sagradas Escrituras que conoce desde niño. Desde los más tiernos años, en la sinagoga, fue instruido por su madre y su abuela (1,5) en las Escrituras del Antiguo Testamento. Estas le muestran el camino de la salvación eterna, si las lee a la luz de la fe revelada y otorgada en Cristo y conservada en comunión con Cristo. Con su cumplimiento en Cristo y a esta nueva luz de la fe, muestran las Sagradas Escrituras el profundo conocimiento del camino salvífico de Dios y conducen a la salvación eterna.
16 Toda la Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en la virtud. 17 De esta manera el hombre de Dios estará bien formado y bien pertrechado para toda obra buena.
BI/EDUCADORA-FE: Ahora bien, ¿qué es lo que confiere tan gran importancia a las Escrituras del Antiguo Testamento? Es que toda la Escritura está inspirada por Dios. Los autores humanos de estos libros no escribieron por su propia cuenta, sino como instrumentos del Espíritu Santo, por lo cual Dios mismo es el autor de la Sagrada Escritura del Antiguo Testamento. Así pues, Dios mismo influye eficazmente en la redacción y en el contenido de los libros de la Sagrada Escritura, por lo cual es realmente Dios quien, en ella, habla a los hombres; por eso la palabra de la Escritura es palabra de Dios.
Así, por proceder de Dios la Sagrada Escritura, como palabra de Dios que es, contiene sabiduría divina para enseñar y educar. Por eso es para los cristianos el instrumento divino para instruir acerca de la voluntad de Dios, para convencer a los pecadores y a los que yerran, para estimular y mejorar a los que se convierten, para educar en la recta forma de vida, tal como Dios la exige y tal como corresponde a su voluntad.
Así la Sagrada Escritura pone al «hombre de Dios» (cf. lTim 6,11), al ministro de Dios en la comunidad cristiana, pero también a todo cristiano, en una situación tal, que se halle a la altura de todas las exigencias de su cargo o condición, y se vea bien pertrechado para toda obra buena, para toda obra de amor. Aquí se formula clara y taxativamente un juicio sobre las Escrituras del Antiguo Testamento. Los libros del Antiguo Testamento son obra del Espíritu de Dios, están inspirados por Dios. Cierto que sólo la inteligencia de estas Escrituras a la luz de Cristo revela toda su profundidad y las convierte así en instrumento de santificación para los cristianos. ¡Con qué amor debería, por tanto, el cristiano leer las Sagradas Escrituras, escuchar la palabra de Dios, escudriñarla, meditarla y convertirla en norma de su vida! La Sagrada Escritura es la fuente de toda educación y formación cristiana en la fe.