CAPÍTULO 16


APÉNDICE
16,1-27

Después de la bendición final de 15,33, la carta se reanuda en 16,1: «Os recomiendo nuestra hermana Febes que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas»; sigue toda una lista de saludos con nada menos que 26 nombres propios. La conclusión de esta larga lista, que ocupa los v. 3-15, es una visión universal: «Os saludan todas las Iglesias de Cristo» (v. 16). Y aquí parece darse una nueva conclusión. Pero con el v. 17 empieza inmediatamente una amonestación contra las divisiones y escándalos que introducen los falsos doctores, aunque tal amonestación no parece contar con suficiente fundamento a lo largo de la carta. Esta pequeña sección se cierra con una bendición en el v. 20: «La gracia de nuestro Señor Jesús esté con vosotros.» Y ahora ya no nos causa sorpresa la renaudación del escrito con estas palabras: «Os saluda también Timoteo, mi colaborador...», al que siguen otros siete nombres 54

El final del capítulo llega inmediatamente con la doxología de los v. 25-27. La composición fragmentaria de este capítulo se explicaría perfectamente caso de tratarse de trozos de otras cartas paulinas, que nosotros no conocemos con más detalle, y que habrían sido intercalados aquí sin ningún principio ordenador que podamos descubrir. Los habría añadido más tarde a la carta a los Romanos, a modo de apéndice, un recopilador de las cartas paulinas. Así las cosas, la carta original terminaría de hecho al final del capítulo 15.

No sólo el carácter de apéndice, claramente reconocible, sino también el número sorprendentemente grande de conocidos de Pablo en Roma, hacen sospechoso el capítulo 16. Lo cual no impide desde luego ver en tal apéndice una serie de fragmentos de otras cartas auténticas de Pablo; sobre todo cuando el estilo y la terminología corroboran dicha hipótesis. Algunos de los nombres mencionados en la lista de saludos de 16,3-15 permiten suponer que originariamente esta parte pertenecía a una carta enviada por Pablo a la Iglesia de Éfeso. En cualquier caso a Prisca y Aquila (v. 3), que según lCor 16,19 se encontraban en Éfeso, y a Epéneto, al que se califica de «primicia de Asia para Cristo» (v. 5), habría que buscarlos en la capital del Asia Menor más que en Roma. Con las listas de saludos del capítulo 16, la carta remitida por Pablo a la Iglesia de Roma, a la que no conocía personalmente, adquiere el remate personal habitual en todas sus otras cartas.
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54. La lista de saludos termina en algunos manuscritos, intercalando el v 24, conclusión tomada ciertamente de 2Tes 3,18: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros».
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1. SALUDOS A LOS CONOCIDOS DE PABLO (Rm/16/01-16)

1 Os recomiendo nuestra hermana Febe que es diaconisa de la Iglesia de Céncreas, 2 para que la acojáis en el Señor como corresponde entre los hermanos y la asistáis en cualquier cosa que necesite de vosotros, ya que ella ha sido protectora de muchos y aun de mí mismo. 3 Saludad a Prisca y a Aquilas, mis colaboradores en Jesucristo, 4 los cuales arriesgaron su cabeza por mi vida, a quienes no sólo yo les estoy agradecido, sino también todas las Iglesias de los gentiles. 5 Y saludad igualmente a la Iglesia que se reúne en su casa. Saludad a mi querido Epéneto, que fue primicia de Asia para Cristo. 6 Saludad a María, que tanto trabajó por vosotros. 7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, los cuales son insignes entre los apóstoles, e incluso se entregaron a Cristo antes que yo. 8 Saludad a Ampliato, mi querido amigo en el Señor. 9 Saludad a Urbano, colaborador nuestro en Cristo, y a mi querido amigo Estaquis. 10 Saludad a Apeles, que ha dado buena prueba de sí en Cristo. Saludad a los de la casa de Aristóbulo. 11 Saludad a Herodión, mi pariente. Saludad a los de la casa de Narciso que pertenecen al Señor. 12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que tanto afán ponen en el servicio del Señor. Saludad a la carísima Pérside, que tanto trabajó en el Señor. 13 Saludad a Rufo, el elegido en el Señor, y a su madre, que también lo es mía. 14 Saludad a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas, a Hermas, y a los hermanos que están con ellos. 15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los fieles que están con ellos. 16 Saludaos unos a otros con el ósculo santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.

La lista de saludos certifica un amplio círculo de colaboradores, ayudantes y amigos dentro de la comunidad, con los que Pablo se siente vinculado. El mero hecho de que los nombre uno por uno presentándoles en cada caso de acuerdo con su especial relación, es una buena prueba de lo que Pablo estimaba a sus colaboradores. El Apóstol tiene conciencia de su personal e inequívoca misión apostólica; pero se sabe también necesitado del apoyo de muchos amigos. Se sirve de su ayuda con sentimientos de gratitud y valora su contribución desinteresada. Sin duda que Pablo ha tenido también en cuenta que el hecho de mencionar elogiosamente algunos nombres en presencia de toda la comunidad podía darles una mayor responsabilidad frente a ésta. Pues, entre los muchos que menciona, alaba de modo muy particular su colaboración e importancia para la Iglesia: v. 1s.4.5.6.7. Son, cada uno a su modo, valiosos ayudantes en la causa única del Evangelio, a los que Pablo estimula.

2. ADVERTENCIA CONTRA LA DESUNIÓN (Rm/16/17-20)

17 Y os ruego, hermanos, que estéis alerta frente a los que suscitan discordias y tropiezos, contra la doctrina que aprendisteis. Apartaos de ellos. 18 Esos tales no sirven a Cristo, Señor nuestro, sino a su propio vientre, y con sus palabras lisonjeras y aduladoras, seducen el corazón de los sencillos. 19 Vuestra obediencia ha llegado a conocimiento de todos. Estoy, pues, contento de vosotros. Pero quiero que seáis experimentados en lo bueno e inocentes en lo malo. 20 Y el Dios de la paz aplastará muy pronto a Satán bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesús esté con vosotros.

Los versículos 17-20 se dirigen contra quienes provocan en la comunidad «discordias y tropiezos». El que no se den sus nombres ni se nos comuniquen más detalles sobre sus personas y propósitos, responde al estilo de la amonestación polémica a guardarse contra los falsos doctores 57. Sus maquinaciones sólo se describen mediante expresiones generales y ciertos indicios orientadores. Así, se dice que trabajan «contra la doctrina que aprendisteis» (v. 17), que «no sirven a Cristo, sino a su propio vientre» 58, que emplean «palabras lisonjeras y aduladoras» y que «seducen el corazón de los sencillos» (v. 18). El Apóstol quiere poner en guardia a la Iglesia contra los tales. Alaba la «obediencia» de la comunidad y la exhorta al bien. Dios, por su parte, pronto aplastará a Satán bajo los pies de ellos, como lo proclama la promesa de Gn 3,15. Así estarán a salvo los fieles contra las disensiones, en las que Pablo ve la obra personal de Satán59.

Es de suponer que esta polémica se endereza contra las fuerzas que también en otros lugares ponían en tela de juicio la obra misionera de Pablo. Por el estilo y virulencia del enfrentamiento hay que pensar en un frente antipaulino, contra el que el Apóstol ha tenido que tomar posiciones y defenderse también en las cartas a los Gálatas y segunda a los Corintios, así como en Filipenses 3. Tal vez esta parte, junto con la precedente, perteneciese originariamente a una carta remitida a la comunidad de Éfeso.
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57. Este estilo destaca con especial relieve en las cartas posteriores del Nuevo Testamento; véase, por ejemplo, 1Tm 4; 6,3-5.20s; 2Tm 2,14-21; 3,6-9.13-15; 4,35; Tt 1,10-16; 3,9-11; 2P 2; 1Jn 2,18-29; 4,14; 2Jn 7-11; Judas 3-19. Por lo que se refiere a Pablo, véase también 2Co 11,l3-15; Ga 6,12s; Flp 3,18s. 58. Véase Flp 3,19. 59. Cf 2Co 11,15.
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3. SALUDOS DE LOS COLABORADORES DE PABLO (Rm/16/21-24)

21 0s saluda Timoteo, mi colaborador, como también Lucio, Jasón y Sosípatro, mis parientes. 22 Yo mismo, Tercio, que he escrito esta carta, os saludo en el Señor. 23 Os saluda Gaio, que nos da hospitalidad a mí y a toda la iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto. [24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros. Amén.]

Los saludos que los colaboradores de Pablo envían a la comunidad tendrían un lugar más adecuado -al igual que la lista de saludos de los v. 3-15- dentro de una misiva remitida a una Iglesia que fuese conocida de los remitentes. De todos modos, no parece imposible que estos saludos formasen originariamente la conclusión de la carta a los Romanos; cosa que no puede decirse con la misma probabilidad por lo que se refiere a las dos secciones precedentes de v. 1-16 y v. 17-20. Es curioso que también el amanuense de la carta, que actuaba como secretario de Pablo, firme con su saludo personal, aunque no en último lugar como sería de esperar.

4. DOXOLOGÍA FINAL (Rm/16/25-27)

25 Al que puede afianzaros en conformidad con mi Evangelio y con la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio, mantenido en silencio durante siglos eternos, 26 pero manifestado ahora, por medio de los escritos proféticos, según disposición del eterno Dios, y dado a conocer a todos los gentiles, para que obedezcan a la fe; 27 a Dios, que es el único sabio, a él sea la gloria eternamente, por medio de Jesucristo. Amén.

En un himno de alabanza a Dios se resume una vez más, a modo de conclusión, lo que hay que considerar como el deseo del Apóstol: en este tiempo acontece la «revelación del misterio», de los planes salvíficos de Dios, «para que obedezcan a la fe». Para ello ha sido proclamado el misterio de Dios «a todos los gentiles» (v. 26). Que esta proclamación haya tenido lugar por medio de los «escritos de los profetas», hace pensar sobre todo en la corroboración de la revelación cristiana por parte de los escritos del Antiguo Testamento. Pero, como expresamente se habla del «ahora» en que ha sido «revelado» el misterio, la proclama por medio de los escritos proféticos habría que referirla también al presente de la revelación cristiana. No parece, por lo mismo, desatinado que el autor de este apéndice, añadido a la carta de los Romanos, haya considerado ya las cartas paulinas como «escritos proféticos» que «según disposición del eterno Dios» debían actuar y servir como proclama de los planes salvíficos de Dios para todas las naciones. En esas cartas se ha conservado para el cristianismo del futuro el Evangelio paulino («mi Evangelio», v. 25), que no es otra cosa que «la proclamación» (kerygma) de Jesucristo.

De acuerdo con ese Evangelio, y a través de él precisamente, tienen los cristianos que seguir afianzándose en su fe aun después del ministerio del Apóstol, limitado por el tiempo. Y es que en ese Evangelio inimitable opera el único Dios por Jesucristo.