¿Puede haber un tercer camino?


Por Arturo Rosales

 

30 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.

Mt 12, 30

 

15 Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. 17 Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.

Ap 3, 15 – 16

 

1 Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?, ¿quién habitará en tu monte santo? 2 El de conducta íntegra  que actúa con rectitud, que es sincero cuando piensa 3 y no calumnia con su lengua; que no daña a conocidos ni agravia a su vecino; 4 que mira con desprecio al réprobo y honra a los que temen a Yahvé; que jura en su perjuicio y no retracta; 5 que no presta a usura su dinero ni acepta soborno contra el inocente.  Quien obra así jamás vacilará.

Sal 15 (14) 1 – 5

 

«Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y  vendremos a él, y haremos morada en él.

Jn 14, 23

 

¿Puede haber un tercer camino?

 

La pregunta surge de inmediato, frente a los dos caminos (el del bien y el del mal) que dice la Palabra de Dios el hombre debe escoger durante la vida en la tierra, ¿Podrá haber un tercer camino, en el que se tome lo “bueno” del bien y del mal? O, ¿Se podrá marchar por un camino pensando en el otro? O, ¿Se puede brincar de un sendero a otro, para gozar la vida, “hacerla mas llevadera” y antes de llegar al fin “saltar definitivamente al camino del bien”?

 

La respuesta es definitiva y contundente, no; esto no es posible, no se puede servir a dos señores, o se está con Cristo o se está contra El, o con El se junta, o contra El se desparrama.

 

Como lo dice la Palabra de Dios, se puede ser frío o caliente, (indiferente, malo  o  activo, bueno) pero al tibio (unas veces bueno y otras veces malo o bueno y malo a la vez; unas veces activo y otras no) Dios lo vomita de su boca, ¿Esto que significa? Significa que no hay una tercera opción, no se puede andar por la vida en “una tercera vía” siendo bueno y actuando como malo.

 

Vale decir no puedo conocer a Cristo, participar en la Iglesia, ser conocido como un “hombre de bien” en ciertos círculos y a ciertas horas, y pasar al bando contrario en otros círculos y en otras horas.

 

¿De que nos sirve, estar en el templo “golpeándonos el pecho” o haciendo “obras de bien”, desde las 8 de la mañana a 8 la noche y a partir de esa hora, dedicarnos a otras tareas “más placenteras”, de diversión malsana, fornicación, adulterio, borracheras y otros “deleites”?.

 

O ¿de que nos sirve, ser “santo” en la Iglesia, y en nuestro hogar dedicarnos a maltratar a nuestros hijos, a nuestros padres, a hablar mal de todos y destruir honras, en el trabajo a maltratar a los compañeros de trabajo, a tomar los implementos que se nos han confiado para nuestra labor, en beneficio personal? Aquí no funciona el modo de de actuar de “hoy hago y mañana me confieso”, pues si mi intención no es dejar de pecar, no hay sinceridad, y vana es mi confesión; al contrario agravo mi pecado, pues a los que he cometido, agrego mala (o nula) confesión y hasta comunión en estado de pecado grave.

 

Esta forma de comportamiento, nuestro Señor la combatió, severamente en su tiempo, debido a que la hipocresía no forma parte de las enseñanzas que El nos dejó, es lo que se llama tener un comportamiento fariseo, que es predicar una cosa y actuar haciendo exactamente lo contrario.

 

Debemos ser conscientes que caminar por esta “tercera vía” deja huellas palpables, no solo en nosotros, si no en nuestro entorno, en efecto, el cristiano con su comportamiento va escribiendo su “propio evangelio”, va escribiendo su testimonio de vida; y este testimonio es tomado como bueno por nuestros hijos (¿Por que no puedo hacer yo, lo que mi padre hace?) y por nuestros familiares y por el prójimo en general, ellos ven lo que predicamos y lo que hacemos. Finalmente, lo que hagamos, será lo que hacen los cristianos.

 

De nosotros depende ser cristianos del tercer camino, fariseos empedernidos; o ser cristianos como los del Evangelio, que al verlos los incrédulos solo podían decir, mira como se aman.

 

Como hemos visto, no se puede ir saltando de un camino a otro, pues si bien el camino del bien y el mal, van en el mismo sentido, el del bien es siempre para arriba, un poco empinado por las pruebas, por las cosas propias de nuestra existencia, pero para arriba, hacia la morada eterna, en cambio el camino del mal, va siempre para abajo, casi en caída libre, hacia las moradas del enemigo de Dios y de los hombres, el demonio.

 

Es muy fácil salir del camino del bien, pues Dios nos hizo libres, y “caer bien” en el camino del mal, y no es difícil volver a subir hacia el camino del bien, pero cuesta, no porque “Dios nos cobre” la subida, si no porque el demonio nos la va ha hacer difícil, y el camino, todavía es mas empinado; debemos recuperar la gracia perdida, cada quien deberá dejar al hombre viejo, hábitos pecaminosos, comportamientos licenciosos, vicios, malas artes, arrepentirse de corazón, tener propósito de enmienda y ajustar su comportamiento a la ley del Dios que nos salva.

 

La solución del problema está en el amor, pues si amamos a Dios, haremos lo que El dice, y El nos dará la fuerza para hacerlo y muchas cosas mas,… por añadidura. Confiemos nuestra vida a Cristo, el dio su vida por nosotros, y su misericordia se renueva constantemente.

 

Oremos

 

Padre, en el nombre de Jesús, te doy gracias por mostrarme los dos únicos caminos que tengo en la vida,  y te digo que hoy escojo el camino que me lleva a ti, el camino que me lleva a la vida eterna, escojo a Cristo, mi Señor y Salvador.

 

Fortaléceme Señor para poder mantenerme en el camino del bien toda mi vida, dame la fuerza para hacerlo, y en el momento que tú lo determines, y me llames a tu presencia, pueda yo gozar de las mansiones que  Cristo ha preparado a los que le aman.

 

Amén