Estaba expulsando un demonio que
era mudo, y sucedió que, cuando salió el demonio, el mudo rompió a hablar y la
muchedumbre se quedó admirada; pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul,
príncipe de los demonios, arroja a los demonios». Y otros, para tentarle, le
pedían una señal del cielo. Pero él, que conocía sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado y caerá casa contra
casa. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo quedará
en pie su reino, puesto que decís que arrojo los demonios por Beelzebul? Si
yo expulso los demonios por Beelzebul, vuestros hijos ¿por quién los
arrojan? Por eso ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo expulso los
demonios por el dedo de Dios, está claro que el Reino de Dios a llegado a
vosotros.
Cuando uno que es fuerte y está bien armado custodia su palacio, sus
bienes están seguros; pero si llega otro más fuerte y le vence, le quita sus
armas en las que confiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge
conmigo, desparrama». (Lc 11, 14-24)
Jesús, aprovecha la crítica de
algunos judíos para hablar de un tema importante. Todo reino dividido contra
sí mismo quedará desolado. Este pensamiento profético puede aplicarse también
a la falta de unidad entre los cristianos. Tú quieres que con mis obras y mis
oraciones colabore para que cada día haya más unidad en la Iglesia: que todos
sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros,
para que el mundo crea que Tú me has enviado [Jn 17, 2 1].
Jesús, Tú eres ese otro más fuerte que has vencido al demonio con tu muerte en
la cruz. Con tu humildad y obediencia al Padre, le has quitado las armas en
las que confiaba: el orgullo, la avaricia, la sensualidad. Yo no puedo
quedarme en la imparcialidad. El que no está conmigo, está contra mí. Si no
estoy unido a Ti por la gracia, los sacramentos y la oración, me estoy pasando
al enemigo.
Por ello, he de pedir con fe a Dios que no me deje caer en la tentación. Esta
petición llega a la raíz de la anterior, porque nuestros pecados son los
frutos del consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro Padre que no nos
«deje caer» en ella. Traducir en una sola palabra el texto griego es difícil:
significa «no permitas entrar en», «no nos dejes sucumbir a la tentación».
«Dios ni es tentado por el mal
ni tienta nadie», al contrario, quiere librarnos del mal.
¡Qué poco listo parece el diablo!, me comentabas. No entiendo su estupidez:
siempre los mismos engaños, las mismas falsedades...
-Tienes toda la razón. Pero los hombres somos menos listos, y no aprendemos a
escarmentar en cabeza ajena... Y Satanás cuenta con todo eso, para tentarnos.
Jesús, uno de los grandes triunfos del demonio en la sociedad actual es hacer
creer a la gente que es una figura propia de los cuentos para niños; o de una
cultura atrasada, poco científica, que cree en mitos y poderes mágicos. Así el
demonio puede trabajar a sus anchas, pues nadie lucha contra quien supone que
no existe. Satanás cuenta con todo eso para tentarnos.
Incluso algunos que se dicen
cristianos se molestan si se habla de él, cuando Tú, Jesús, nos adviertes
tantas veces de este peligro. Que aprenda a escarmentar en cabeza ajena,
viendo como acaban los que no luchan contra las tentaciones del demonio. Que
me decida a luchar en serio, y a poner los medios para evitar las ocasiones de
pecar.
Jesús, tengo un arma poderosa
para vencer al demonio: los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la
Confesión. Y además, cuento con la ayuda de la dirección espiritual, para que
me ayuden a superar esas tentaciones que más me cuestan. Al demonio le
molesta mucho la dirección espiritual, y por eso envía al demonio mudo, para
que no seamos sinceros. Si alguna vez tengo la tentación de no ser sincero,
que acuda a Ti. Y me ocurrirá como a la persona del Evangelio: Y sucedió que,
cuando salió el demonio, el mudo rompió a hablar.
Comentario realizado por Pablo Cardona.
Fuente: Una Cita con Dios, Tomo VI, EUNSA