Lc 5, 1-11
2.1. Boga mar adentro: Duc in altum
¿Qué significa bogar mar adentro? En el Nuevo Diccionario Bíblico se menciona que:
“Los hebreos mostraron poco interés o entusiasmo por el mar. Probablemente su miedo al océano se originó en la antigua creencia semítica de que la profundidad personificaba el poder que luchaba contra la deidad. Pero para Israel el Señor era el creador de los mares (Gn 1, 9), y por lo tanto el que lo controlaba (Sal 104, 7-9; Hch 4, 24). Él lo obligaba a actuar para el bien del hombre (Gn 49, 25; Dt 33, 13) y a alabar a Dios (Sal 148, 7)... Muchas de las manifestaciones milagrosas del Señor estuvieron relacionadas con el mar (Ex 14-15; Sal 77, 16; Jon 1-2)”[1].
Por su parte, “H. Conzelmann ve un especial significado teológico en el ‘lago’. Lo mismo que la montaña es el lugar favorito para la comunicación con el Padre en Lc, el lago ofrece un escenario para las manifestaciones de poder”[2].
En breves líneas esto es lo que podría decirse del mar. La orden de Jesús implica dejar la orilla (5, 1-2), "hace un instante veíamos que el Señor pedía a Simón epanagagahein olígou, que apartase un poco la barca de la orilla. Ahora le pide que entre (epanagaghe) en lo profundo"[3]. Ha terminado de hablar a la gente y ahora se dirige a Pedro pidiéndole dejar la orilla y adentrarse en el mar, navegar hacia lo profundo, ¡duc in altum!
Pero además la orden tiene un motivo: que echen sus redes para pescar (5, 4). Al inicio del relato Lucas señaló que “los pescadores habían bajado de ellas (de las barcas), y lavaban las redes” (5, 2). Esto indica que habían terminado su labor, que el tiempo propicio para la pesca había pasado, “ya es tarde, se ha terminado la pesca y no hay peces”[4]. Este hecho tiene fuertes implicaciones teológicas, que ahora no pretendo profundizar, sino en su momento, no obstante creo conveniente citar la nota que ofrece el R. Guinns cuando dice que “Pedro había estado pescando toda la noche, tiempo propio para la pesca, pero sin resultado; Cristo pesca a la luz del sol, tiempo poco propicio, con maravilloso resultado”[5]. También conviene señalar, de acuerdo con MacDonald, que Jesús “le dijo a Pedro exactamente dónde encontrar abundancia de peces después que Pedro y los otros hubiesen estado bregando a lo largo de toda la noche sin éxito”[6].
[1] NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO; Certeza, Primera edición en español; Barcelona, 1991; Voz: Mar; 858.
[2]
CARROLL STUHLMUELLER; Comentario Bíblico San Jerónimo; 341.
[3] IGNACIO DOMÍNGUEZ; El tercer evangelio; 72.
[4] CARLO MARÍA MARTNI; El evangelizador...; p. 56.
[5] R. GUINNS; Evangelio según San Lucas; en Comentario a la Sagrada Escritura; Verbum Dei; Herder; Barcelona; 1957; 590.
[6]
WILLIAM MAC DONALD; Comentario...; 239.
2.2 En tu palabra echaré las redes
En realidad el diálogo sostenido por Jesús y Pedro en estos dos versículos es sorprendente y paradójico, ilógico a simple vista. Un carpintero que le indica a un pescador a qué horas y dónde encontrar peces y aún le ordena pescar, y éste que confiando “en su palabra” realiza lo que se le ordena.
Desde el punto de vista literario ¿qué sentido tiene la frase epi de tw remati sou calasw ta diktua (5, 5)?
Literalmente habría que traducir “sobre la fuerza de tu palabra”[1], “fiado en tu palabra”, “apoyado en la fuerza de esta orden tuya” [2].
Por su parte, en su estudio sobre el griego del Nuevo Testamento, Zerwick dice que: “ ’epi con dativo, suele indicar el fundamento de una acción: epi de tw remati sou calasw ta diktua (Lc 5, 5)”[3], donde precisamente el fundamento de la acción de este versículo (xalaso ta dictua) es el sujeto to remati sou, la palabra de Jesús.
Lo importante aquí, me parece, es descubrir ¿en qué radica esa ‘fuerza’ de la ‘palabra’ de Jesús?, ¿por qué para Pedro la palabra de Jesús resulta tan convincente?, ¿cuál es el carácter que Pedro entrevé en esa palabra?
Al analizar la voz Palabra, el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado anota:
"Palabra: (heb.
dabhar; gr. logos: palabra hablada, término con el que se hace
referencia en general a lo que está en la mente del que habla, y rhema,
‘palabra’ considerada en sí misma).
... Por lo que
respecta al NT, se usa superlativamente el término logos del mensaje del
Evangelio (Mc 2, 2; Hch 6, 2; Ga 6, 6), aparte de su uso para designar a Aquél
que es la Palabra viva del Dios viviente y predicado por el Evangelio. Rhema
también es usado para denotar el mensaje del Evangelio (Rm 10, 8; Ef 6, 17; Hb
6, 5, etc.)”[4].
Y el Nuevo Diccionario Bíblico dice:
"Palabra: En el NT es
traducción de dos términos, logos y rhema, de los que el primero
se usa especialmente en cuanto al mensaje evangélico cristiano (Mc 2, 2; Hch 6,
2; Ga 6, 6), aunque el segundo también tiene el mismo significado".
Y agrega:
"Para la Iglesia
primitiva la palabra era un mensaje revelado por Dios en Cristo, que debía ser
predicado, atendido y obedecido”[5].
Teniendo en cuenta estas descripciones puede considerarse el sustantivo remati sou como ‘palabra de Dios’, sobretodo teniendo en cuenta el contexto en que el pasaje es escrito, y en ese carácter divino precisamente, radica su fuerza. En el siguiente punto profundizaré en los nombres con que Pedro llama a Jesús, quiero ahora sólo mencionar que al inicio de la frase dice Pedro: Maestro (5, 5). Este título, por sí sólo, denota autoridad, la palabra de un maestro vale para el discípulo, ciertamente tiene fuerza, es confiable. Pero aquí remati implica algo más; Jesús aparentemente le da una orden a Pedro que tiene que ver con su oficio de pescador, no con una doctrina, y al parecer también Pedro descubre en esa palabra algo más. El Cardenal Martini comenta:
“Notemos cuánto hay
de profundo en este ‘epí de to rémati sou’: en tu palabra, porque es la
expresión que en la Biblia, en los Salmos señala la actitud del hombre ante
Dios. ‘Confío en tu palabra’, ‘tu palabra es la que da vida’, Señor”[6].
Desde esta visión puede decirse que Pedro descubre en la ‘palabra’ de Jesús una palabra digna de crédito, que es luz, confiable, lámpara para el camino[7].
[1]
Cfr. CARROLL STUHLMUELLER; Comentario Bíblico San Jerónimo;
341.
[2] F. CANTERA – M. IGLESIAS; Sagrada Biblia; versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego; BAC; Madrid; 31162.
[3] MAXIMILIANO ZERWICK; El griego del Nuevo Testamento; Instrumentos de trabajo para el estudio de la Biblia II; Verbo Divino; Navarra; 1997; 68.
[4] NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO ILUSTRADO; ...; voz: Palabra; 872.
[5]
NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO; ...; voz: Palabra; 1025.
[6]
CARLO MARÍA MARTINI; El evangelizador...; 57.
[7] Para un estudio más profundo del término Palabra de Dios puede verse: LUIS GODTSEELS S.J.; Biblia Temática; Impresora Arturo Villanueva; León Gto.; 41984; 502-511.
2.3 Jesús, Maestro y Señor
“La gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios” (5,1). Era tanta la gente que le seguía, que le apretujaba, que tuvo que subirse a una barca, apartarse un poco de tierra y, “sentándose enseñaba desde la barca a la muchedumbre” (5, 3).
¿Qué es lo que buscaba la gente de Jesús? Oír la Palabra de Dios. ¿Qué es lo que hace Jesús ante la muchedumbre? Les enseñaba. Lucas desde los primeros versículos presenta a Jesús como maestro, por eso Pedro, quien lo recibió en su barca le llama maestro, epistáta.
Este sustantivo puede tener el significado de ‘jefe’. En el libro Pedro en la Iglesia primitiva al abordar estos versículos se comenta que “Simón se dirige a Jesús como ‘Jefe’ (epistáta, en vocativo, título exclusivo de Lucas con que los discípulos se dirigen a Jesús: cfr. 8, 24. 25; 9, 33. 44; 17, 13), mostrando así el concepto que se ha formado de él al escuchar su enseñanza”[1]. Lo llama ‘jefe’ porque lo ha escuchado hablar, porque lo ha visto cómo
enseña a la gente, nada menos desde su barca unos instantes antes (5,3); es decir, porque ve en él un ‘maestro’[2].
El Nuevo Diccionario Bíblico define así este título otorgado a Jesús en Lucas:
"En Lucas a veces se
llama a Jesús Maestro (epistatés; cfr. Lc 5, 5; 8, 24; etc.),
término que sugiere el respeto que sentían por Jesús sus discípulos y
simpatizantes, y que quizás se empleaba por su relación más bien con grupos de
personas que con individuos"[3]
Otro título con el que aquí se nombra a Jesús es el de Señor, también aparece en labios de Pedro, como una profesión de fe. El mismo diccionario, a próposito de este título, dice:
"Hay una teoría según
la cual a veces se llamaba así a Jesús por ser persona con poderes milagrosos
(G. Vermes, Jesús the Jew, pp. 122-137). No se emplea el término en Mt ni
en Mc para hacer referencia a Jesús en tercera persona (excepto Mt 21, 3; Mc 11,
3), pero Lucas llama a Jesús 'el Señor' no pocas veces en sus pasajes narrativos
(lc 7, 13; 10, 1. 39. 41.; etc.). este uso sugiere que Lucas sabía que no se
llegó a comprender la significación plena del título hasta después de la
resurrección[4].
Son dos títulos con los que se nombra a Jesús, y los dos títulos le son dados o reconocidos por Pedro. Viendo la diferencia en la densidad teológica que ambos títulos implican, puede decirse que el evangelista ha querido ir desvelando progresivamente el rostro de Jesús, o bien, al tiempo que recurre literariamente a diferentes vocablos para designar a un mismo personaje (Jesús), muestra cómo Pedro va creciendo en la comprensión de quién es ese hombre que ha entrado a su vida y está frente a él.
[1] R. AGUIRRE MONASTERIO y otros colaboradores; Pedro en...; 64.
[2] Cfr. DICCIONARIO MANUAL GRIEGO- ESPAÑOL; Vox; 18 edición; voz: epistates ou o; p. 243.
[3] NUEVO DICCIONARIO BÍBLICO; Títulos de Jesús; 695.
[4] Ibídem.; para un estudio más detenido sobre el término Señor, Kurios, ver LOTHAR COENEN, ERICH BEYREUTHER, HANS BIETENHARD; Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, IV; Sígueme; Salamanca; 31994; 202-211.
1. El Maestro y el pescador
Los versículo 4-7 presentan a Jesús como Maestro y a Pedro como pescador. Constituyen estos versículos la parte central del relato, pero no la más importante, en ellos aparecen finalmente frases de Jesús y de Pedro, se inicia el diálogo.
1.1. Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar
Jesús ha terminado de hablar a la gente y ahora se dirige a Pedro, solamente, con una petición que parece fuera de tiempo pues ya incluso habían lavado las redes. Este detalle es importante, ya que hace notar que Jesús no se detiene ante estrategias, o métodos, o tiempos propicios, él pesca incluso a la luz del sol y obtiene maravillosos resultados[1].
Además, a diferencia del versículo 3 en el que Jesús pide a Pedro que aparte un poco la barca de la tierra, ahora le pide remar hacia lo profundo (v. 4). En efecto, "hay cosas en las que no es necesario ahondar excesivamente, y hay cosas en las que es necesario ir eis bazos, a lo profundo. A lo profundo hay que ir cuando se trata de pescar, pero a lo profundo se va en la barca de Simón, todos sin excepción deben echar las redes para pescar. Las palabras del Señor son imperativos profundos"[2]. Los peces no se encuentran a la orilla del lago, es preciso ir a lo profundo, Jesús es el Maestro y Pedro el pescador, pero Jesús sabe muy bien esto.
Por otra parte, la orden descabellada, aparentemente, es un reto. Lucas tuvo cuidado de hacerlo notar, sugiere una idea de riesgo, de aventura; Jesús, el Maestro, pide confianza, abandono, a un pescador que cree saber lo que hace, lo más conveniente.
Finalmente, para concluir lo referente a este versículo, quiero señalar que es necesario considerar la frase completa y no sólo la primera parte de ella, pues la orden de remar mar adentro tiene un fin, echar las redes y pescar. Urge ir mar adentro, sí, pero para echar las redes, para pescar, no hay que olvidar esto.
1.2 ... En tu palabra echaré las redes
Nuevamente es importante recordar la respuesta completa de Pedro. Inicia por decir: "Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada" (Lc 5, 5a). El Cardenal Martini, a propósito del verbo kopiásantes comenta:
" 'Fatigándonos' 'kopiásantes';
es un verbo que el Nuevo testamento usa otras veces, cuando habla de la fatiga
apostólica, cuando Pablo dice: 'he fatigado mucho más que estos seudo
apóstoles', es el verbo que ha sido trasladado de la fatiga física a la fatiga
apostólica...
He aquí el momento
delicado en el que Pedro se juega a sí mismo: si cede a este cansancio diciendo
que ya ha tratado, que es inútil, que es mejor volver a casa, echa pie atrás en
la oferta de Jesús. En cambio, si Pedro resuelve arriesgarse un poquito,
aplastar sea la fatiga que lo oprime, sea el ridículo que lo amenaza y dice
'echemos adelante', entonces tenemos al evangelizador que supera la prueba de
confianza: 'en tu palabra echaré la red' "[3].
Supera Pedro la prueba de confianza y entonces añade: "en tu palabra, echaré las redes". (Lc 5, 5b). La frase es bella y conmueve, más allá de la forma literaria por el sentido profundo que encierra, la confianza y el abandono total del apóstol, como había citado antes: "es la expresión que en la Biblia, en los Salmos señala la actitud del hombre ante Dios. 'Confío en tu palabra', 'tu palabra es la que da vida'"[4].
1.3 Y pescaron gran cantidad de peces...
Pedro, el pescador, escuchó el consejo de un carpintero, o bien, obedeció la orden del Maestro y obtuvo un resultado magnífico. Durante toda la noche no pescaron nada y ahora bastó una orden de Jesús, y bastó la fe de Pedro para que pescaran gran cantidad de peces de manera que las redes amenazaban romperse. No hay que menospreciar la fe de Pedro[5]. Podría repetirse aquí aquélla idea que indica que Jesús ha querido necesitar de los hombres para realizar su misión. Él tiene su Palabra, su autoridad, su poder, pero Pedro posee la barca y las redes.
Hay que tener en cuenta y no perder de vista que lo referido en este versículo es el resultado de lo dicho en los dos anteriores, la orden de Jesús y la respuesta humilde y valiente de Pedro; es también el resultado de llevar la barca mar adentro y de haber echado las redes confiando en la palabra de Jesús. Mac Donald, en su comentario ya citado, menciona que "la fe tiene sus aguas profundas, lo mismo que el sufrimiento y el dolor y la pérdida. Es así que se llenarán las redes con resultados"[6], y se llenaron hasta casi romperse.
[1] Cfr. R. GUINNS; Evangelio...; 590.
[2]
IGNACIO DOMÍNGUEZ; El tercer evangelio; 72.
[3]
CARLOS MARÍA MARTINI; El evangelizador...; 56-57.
[4]
Ibídem; 57.
[5]
Cfr. NUEVA BIBLIA DE JERUSALÉN;...; Mt 8, 10 y su nota.
[6]
WILLIAM MAC DONALD; Comentario al...; 239.
2. El Señor y el pecador
Lo que sigue es más sorprendente aún. La reacción de Pedro, a simple vista, no es la que se esperaría. El Cardenal Martini ha comentado sobre el entusiasmo que debió acompañar a Pedro cuando Jesús subió a su barca para, desde ahí, hablar a la gente, y luego las dudas que le invadieron cuando le pidió ir a lo profundo y echar las redes, el temor al fracaso y, finalmente, el acto de fe en la Palabra de Jesús[1]. Si después de todo esto pescaron gran cantidad de peces y las redes amenazaban con romperse, podría esperarse más bien una explosión de euforia ante el triunfo dudado. En cambio, Pedro desconcierta al lector con su siguiente intervención y más sorprende Jesús con su respuesta.
Se ha llegado aquí al clímax del relato, no sólo desde el punto de vista literario la acción se torna casi dramática, Pedro aparece desnudo (cfr. Jn 21, 7) ante la majestad y divinidad de Jesús, a quien no llama ya Maestro sino, de rodillas, Señor, reconociéndose a sí mismo pecador.
Y se ha llegado también al culmen del relato porque aparece la revelación plena de quién es Jesús, revelación que se fue dando de manera progresiva en estos versículos; Jesús es Señor, y ante él el hombre se sabe pecador y se arrodilla.
2.1. Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador
"¡Ay de mí, que estoy
perdido,
pues soy un hombre de
labios impuros,
y entre un pueblo de
labios impuros habito:
que al rey Yahveh
Sebaot han visto mis ojos!" (Is 6, 5).
Las palabras de Pedro son muy parecidas a éstas de Isaías, denotan el mismo sentimiento de indignidad. "Esta visión de la gloria del Señor Jesús produjo en Pedro una sensación abrumadora de su propia indignidad. Así fue en el caso de Isaías (6, 5); así es con todos los que ven al Rey en su hermosura"[2].
De igual manera este versículo remite a aquel pasaje del Éxodo en el que Moisés pide ver el rostro de Dios y recibe esta respuesta: "Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y seguir viviendo" (Ex 33, 20). La Biblia de Jerusalén ofrece el siguiente comentario a este versículo:
"Es tan grande el
abismo entre la indignidad del hombre y la santidad de Dios, (cfr. Lv 17 1+),
que el hombre debería morir con sólo ver a Dios, (Ex 19, 21; Lv 16, 2; Nm 4, 20;
cfr. 6, 25+), o con sólo oírle, (Ex 20, 19; Dt 5, 24-26; cfr. 18, 16). Por esto,
Moisés, (Ex 3, 6), Elías, (1 R 19, 13), y los mismos serafines, (Is 6, 2), se
cubren la cara ante Yahveh. Al quedar con vida después de ver a Dios, se
experimenta una agradecida admiración, (Gn 32, 31; Dt 5, 24), o un temor
religioso, (Jc 6, 22-23; 13, 22; Is 6, 5). es un favor singular que dios hace,
(Ex 24, 11), especialmente a Moisés, como 'amigo' suyo, (Ex 33, 11; Nm 12, 7-8;
Dt 34, 10), y a Elías, (1 R 19, 11s), que serán testigos de la Transfiguración
de Cristo, teofanía del NT, (Mt 17, 3p), y en la tradición cristiana serán los
representantes por excelencia de la alta mística (con S. Pablo, 2 Co 12, 1s). En
el NT, la 'gloria' de Dios, (cfr. aquí v. 18 y Ex 24, 16+), se manifiesta en
Jesús, (Jn 1, 14+; 11, 40, cfr. 2 Co 4, 4 y 6), pero sólo Jesús ha contemplado a
Dios su Padre. (Jn 1, 18; 6, 46; 1 Jn 4, 12). En cuanto a los hombres, la visión
cara a cara está reservada para la bienaventuranza del cielo, (Mt 5, 8; 1 Jn 3,
2; 1 Co 13, 12)"[3].
También R. Guinss, a propósito de esta confesión de Pedro dice:
"Es digno de notarse
que el primer discípulo llamado por nuestro señor comienza con una confesión
abierta de su indignidad; aunque Jesús ha curado al enfermo y dominado a la
naturaleza inferior, su verdadera misión es destruir el pecado y hacer que Dios
reine en las almas de los hombres"[4].
Y el Comentario Bíblico San Jerónimo señala:
"El paso de 'Maestro'
a 'Señor' (en griego Kyrie) refleja el temor religioso de Pedro ante la
presencia terrorífica de lo divino"[5].
Por su parte, el Cardenal Martini comenta así este versículo:
"La potencia de Jesús
hace resaltar la pecaminosidad de Pedro: tal vez Pedro no era de los más
pecadores de Cafarnaúm, pero ciertamente era también él un hombre que, puesto
ante la potencia y la santidad de Dios, sentía que muchas cosas de su vida no
iban bien. Lo que más impresiona de este obrar de Jesús para con Pedro es
precisamente la delicadeza que muestra Jesús... Jesús lleva a Pedro a tener un
acto de confianza. Después de este acto de confianza Pedro reconoce la grandeza
de Jesús, su bondad, su poder e, instintivamente, fácilmente, sin ningún
esfuerzo, sale a flote el propio pecado. Jesús conduce a Pedro -a él de primero-
a donde quiere llevarlo, al reconocimiento de la necesidad de misericordia de
Dios, para que pueda comprender la misericordia del kerigma, de la palabra de
salvación. Lo lleva de este modo tan humano, libre, sin traumatismos fatigosos"[6].
Ya en el capítulo primero he realizado una breve mención sobre el título con el que aquí denomina Pedro a Jesús: Señor[7]. Quiero concluir este punto resaltando que no se trata sólo de un título que el evangelista pone por adelantado en labios de Pedro o que le ha copiado a Juan, sino que, efectivamente, se trata del reconocimiento de Pedro del señorío de Jesús. Como dice Ignacio Domínguez, Pedro "postrándose a sus pies hizo esta confesión: 'Apártate de mí, Señor, que soy anér hamartolós, un hombre pecador.' Así lo hizo también, en el Templo, el humildísimo publicano rezando a su Señor: 'Ten compasión de mí que soy un pecador' (Lc 18, 13). Ésta es precisamente la postura auténtica delante de Cristo, que no vino a llamar a los justos sino a los hamartoloi, a los pecadores (Lc 5, 32)[8].
2.2 No temas. Desde ahora serás pescador de hombres
Sin duda, sólo a la luz de Lc 5, 32 puede entenderse la respuesta de Jesús a la confesión de Pedro, quien "esperaba que el Señor lo confirmara en su sentimiento de penitencia y, en cambio, Jesús le dice: 'No temas; de ahora, desde este momento serás pescador de hombres'"[9].
Nuevamente Jesús pide confianza, abandono, "no temas", tú no te preocupes. Me recuerda esta expresión la frase de Jesús dirigida también a Pedro: "¿Qué te importa? Tú, sígueme" (Jn 21, 22). No temas, yo ya sabía que tú eras un pecador y aún así te estoy llamando; tú, sígueme, desde ahora serás pescador de hombres, es mi proyecto, no el tuyo, deja todo en mis manos. Jesús, el Señor, asume el hecho de que Pedro es un pecador, de hecho ya lo había asumido cuando subió a la barca, y lo invita a una misión muy grande.
Iluminan muy bien también aquellos versículos de las cartas paulinas: "te basta mi gracia", no temas; consuelo que llena de paz y serenidad al apóstol, quien, consciente de su gran misión y de la gracia recibida exclama: "Llevamos este tesoro en vasijas de barro".
Volviendo a la frase, "no temas, desde ahora serás pescador de hombres", hay que resaltar que Jesús pide a Pedro un cambio de vida, de mentalidad, una metánoia; pero, más que pedir el cambio, transforma Jesús mismo a Pedro radicalmente. En efecto, la frase "implica una crisis en la vida de Pedro (cf. la misma expresión en 1, 48b). Pedro pescará hombres para salvarles la vida en vez de peces para consumirlos en la mesa familiar; el verbo en futuro junto con el participio asigna a Pedro una vocación de por vida"[10].
Dice Mac Donald:
"Cristo llamó a Pedro
de pescar peces a pescar hombres, o, más literalmente, a 'tomar hombres vivos'
¿Qué son todos los peces en el océano en comparación con el privilegio
incomparable de ver un alma ganada para Cristo y para la eternidad?"[11]
E Ignacio Domínguez concluye su reflexión sobre este pasaje de la siguiente manera:
"Y a Simón -y también
a los otros- personalmente, en singular, dijo Jesús: 'Desde ahora serás
cautivador de hombres.' La palabra griega no dice 'pescador de hombres' como se
traduce habitualmente. De hecho esta palabra sólo aparece otra vez en el Nuevo
Testamento, en la carta de San Pablo a Timoteo, en donde el apóstol habla de
aquellos a quienes el diablo tiene cautivos, rendidos a su voluntad (cfr. 2 Tim
2, 26).
Cautivar a las gentes
para Cristo. En eso está la libertad. Y ésa es la misión de Pedro, y de
santiago, y de Juan, y de todos los seguidores de Cristo a lo largo de la
historia.
La humildad, para
seguir a Cristo.
Seguir a Cristo, para
ser apóstol, cautivador de almas, llevando a todos con alegría por los caminos
del Amor"[12].
Nótese la diferencia entre el cautivar de Cristo y el cautivar del diablo. El diablo cautiva a los hombres, es decir, los aprisiona, los pone en cautiverio, los hace cautivos, presos, esclavos del pecado. Jesús cautiva a los hombres, es decir, los atrae, los fascina, su sola presencia los hace seguirle con gusto, para escuchar de su boca la Palabra de Dios, para dejar todo y seguirle, para alcanzar el Reino, para hacer su voluntad.
2.3. Y, dejándolo todo, le siguieron
Ya no hay más diálogos, pero el relato aún no termina. Antes Lucas ha querido dejar en claro el seguimiento de Pedro y sus compañeros, que en los versículos anteriores habían desaparecido prácticamente de la escena.
Es de notar la semejanza y la diferencia de la conclusión en Lucas y en Marcos y en Mateo. En los dos primeros sinópticos los evangelistas dicen que Pedro y Andrés al instante dejaron las redes y le siguieron (Mt 4, 20; Mc 1, 18) y que Santiago y Juan ("al instante", dice Mateo) dejando la barca y a su padre ("con sus jornaleros", dice Marcos), le siguieron (Mt 4, 22; Mc 1, 20). El tercer evangelista, por su parte, no especifica qué fue lo que dejaron, sino que menciona que "llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron" (v. 11). Esta frase deja en claro dos aspectos: que Pedro y sus compañeros rompen con su vida anterior, "llevan a tierra las barcas", haciendo a un lado su único medio de subsistir y , además, que dejándolo todo le siguieron. Repito, no especifica Lucas qué es lo que dejan, pero en cambio aclara que lo dejan todo. Ciertamente Mac Donald acierta al comentar que "dejaron todo, y... siguieron a Jesús en uno de los mejores días que habían tenido en su vida en su negocio de pesca"[13]. No se les ocurre proponer a Jesús una alianza en el negocio luego del éxito obtenido al haber pescado juntos, sino que, sin más rodeos, dejan todo y le siguen. No son Pedro y sus compañeros los que agregan a Jesús a sus negocios, es Jesús el que los cambia de vida, el que tiene un nuevo proyecto para ellos.
Marcos, al igual que Mateo, de manera abrupta narra la vocación de Pedro[14]. Basta que Jesús lo pida y los discípulos le siguen. Los textos hacen suponer que Pedro y sus compañeros ya conocían a Jesús y vieron en él al Mesías esperado, pero luego de leer el texto de Lucas y tras lo aquí expuesto, podría decirse, incluso, que no podían negarse a seguir a Jesús. Después de haberlo escuchado hablar, después de obedecer sus órdenes y lanzar las redes, y pescar gran cantidad de peces, después de haber aceptado Jesús el hecho de ser Pedro un pecador, después de recibir la promesa de ser convertido (s) en pescador (es) de hombres, sólo le (s) queda seguir a Jesús, el desenlace, en efecto, no puede ser otro. Y, podría decirse también, han sido llamados para ser cautivadores de hombres[15], pero antes Jesús los ha cautivado a ellos.
[1]
Cfr. CARLOS MARÍA MARTINI; El evangelizador...; 55-58.
[2]
WILLIAM MAC DONALD; Comentario...; 239.
[3]
NUEVA BIBLIA DE JERUSALÉN.
[4]
R. GUINNS; Comentario a la Sagrada Escritura; 590.
[5]
CARROLL STUHLMUELLER; Comentario Bíblico San Jerónimo;341.
[6]
CARLOS MARÍA MARTINI; El evangelizador...; 58-59.
[7]
Capítulo I de este estudio; 14-15.
[8]
IGNACIO DOMÍNGUEZ; El tercer evangelio; 72-73.
[9]
CARLOS MARÍA MARTINI; El evangelizador...; 59.
[10]
CARROLL STUHLMUELLER; Comentario Bíblico San Jerónimo; 341.
[11]
WILLIAM MAC DONALD; Comentario...; 239.
[12]
IGNACIO DOMÍNGUEZ; El tercer evangelio; 73.
[13]
WILLIAM MAC DONALD; Comentario...; 239.
[14]
Cfr. CARROLL STUHLMUELLER; Comentario Bíblico San
Jerónimo...;341.
[15]
Cfr. IGNACIO DOMÍNGUEZ; El tercer evangelio; 73