Jr 33, 14-16

1.

-Contexto.

"Palabra que recibió Jeremías del Señor: así dice el Señor: escribe en "Un libro" todas las palabras que te he dicho. Porque llegarán días... en que cambiaré la suerte de mi pueblo, Israel, y Judá, ...y los volveré a llevar a la tierra que di en posesión a sus padres" (30, 1-3). A este libro que abarca los caps. 30-33 de Jeremías, se le designa con el título de "Libro de la Consolación". Es un mosaico de oráculos que hablan de la salvación del pueblo: el yugo opresor es roto, la herida enconada es curada..., y además de épocas muy diversas. El texto del profeta, al no ser un manuscrito muerto sino vivo, ha sido muchas veces retocado y ampliado por la comunidad a lo largo de los tiempos. La segunda parte de este libro, escrito en prosa, nos habla de la restauración de Judá y de Jerusalén.

-Texto.

Jr. 33, 14-26 es un oráculo dividido en tres partes (vs. 14-18; 19-22; 23-26) y se refiere a las promesas hechas por Dios a David (su ausencia de la versión griega de los LXX es indicio de ser una adición posterior a Jeremías).

La primera parte del oráculo (vs. 14-18) es un feo paralelo, en prosa, del bello oráculo poético de 23, 1-8 (texto mucho más apto para la lectura de Adviento) donde el profeta se lamenta contra los pastores, reyes, que en vez de cumplir con su misión de dirigir al pueblo lo han dispersado y dejado perecer.

Paradójicamente el último rey de Judá, puesto por Nabucodonosor, ha recibido el nombre de Sedecías (="Dios-es-mi-justicia"), y en vez de cumplir con su deber de pastorear al pueblo lo ha conducido al desastre total. Con el destierro, el Señor da un corte en la dinastía davídica y anuncia que va a suscitar un vástago legítimo del tronco de David. El, y no Sedecías, será el que implante un reino de justicia y de derecho. Por eso será llamado con razón "el-Señor-nuestra-justicia". Y este descendiente de David será el Mesías. En el texto que leemos hoy el título "El-Señor-nuestra-justicia" no se refiere a un rey mesiánico sino a Judá y a Jerusalén (cfr. v. 17: el sucesor se refiere más a la perpetuidad de la dinastía que a una persona en concreto). Por eso es preferible leer el texto poético de 23, 1-8.

-Aplicación.

¿Qué personaje humano se dedica a implantar el derecho y la justicia en nuestro mundo? Dirigentes políticos y religiosos que hablan de justicia y derecho crecen como hierba mala. Todos hablan de "servir" al pueblo, de conducirle a los buenos pastos del bienestar y del progreso; incluso llegan a decir que es "tarea muy pesada", "carga divina", ¿ustedes se lo creen? ¿No intentarán más bien medrar a costa del pobre pueblo? Dirigentes chupópteros, como moscas. Auténticos implantadores del derecho y la justicia, pare usted de contar. Las pobres y esquilmadas ovejas aún continúan soñando con un liberador, con Jesús el Mesías. ¡Ven, no tardes!

(_DABAR/88/01) ........................................................................

2.

Los versillos del 14 al 26 constituyen una pequeña composición probablemente añadida al texto original del capítulo 33 de Jeremías. La presente lectura es la primera parte de dicha composición. Todo este conjunto añadido, que algunos atribuyen al profeta Baruc, no consta en la versión griega de los Setenta, pero esto no quiere decir que fuera redactado después de realizarse la traducción griega en tiempos de Ptolomeo II (285-246 a. C.). Lo que sí es cierto es que el texto responde a una situación de profunda depresión del sentimiento nacional y religioso, tal y como fue la de los años 520 al 444, según la describen otros textos bíblicos de la época (cfr. Mal 3, 14s).

Después del destierro y antes de la reconstrucción de Jerusalén, el pueblo necesita ser alentado en sus esperanzas y, después del fracaso de la monarquía, el pueblo pondría su confianza en el rey que aún tenía que venir, en el rey ideal que le había sido prometido, en el Mesías que había de nacer de la estirpe de David.

En el contexto literario del libro de Jeremías, concretamente en el capítulo 33, el presente texto viene a confirmar la fe en la promesa anunciada anteriormente sobre el "vástago de David" (23, 5s), promesa que arranca de la profecía de Natán (2 Sam 7) y cuyo sentido se aclara a partir de Isaias (4, 2). Aquí se cita el "oráculo del Señor del capítulo 23, 5s y se ratifica la misma promesa; pero se cambia un poco su sentido y se destaca la distancia que media hasta su cumplimiento. No va a suceder inmediatamente, en los días venideros, sino en "aquellos días y en aquella hora". Por otra parte, el sentido originario referente a un Mesías personal se debilita: el "vástago de David" no parece ser ya directamente un "rey prudente" (como en 23, 5), sino toda una descendencia o todo un pueblo, por cuya razón se dará el nombre de "Señor-nuestra-justicia" a toda Jerusalén y aun a toda Judá y no a un solo personaje (como en 23, 6). Sin embargo, debemos advertir que el sentido individual y el colectivo son correlativos, como lo son las realidades significadas: el rey y el reino davídico, el Mesías y el reinado de Dios. No puede haber un Mesías sin un pueblo mesiánico.

(_EUCA/82/54) ........................................................................

3.

Se abre el Adviento con el anuncio profético del Mesías. Será un vástago de David. El tronco de Jesé no puede secarse. Establecerá en la tierra la justicia y el derecho. Se ve que en tiempos de Jeremías tampoco prosperaban la justicia y el derecho. El vástago de David hará justicia, él mismo será justicia, la de Dios, y a su paso todo lo dejará justificado.

Y uno pregunta: ¿Qué hay de esta profecía? ¿Se puede saber si la justicia y el derecho han florecido alguna vez en la tierra? ¿En qué tiempo? ¿En qué ciudad? ¿Es que aún no ha venido el Mesías? Estos versos se escriben a principios del siglo VI a.C., hace más de 2.500 años. ¿Es que Dios no cumple su promesa?

Busca en la fe tu respuesta. El Mesías-Dios-justicia no sólo vino, sino que se quedó con nosotros. Pero su presencia es dinámica y con tensión escatológica. Vino, pero aún tiene que venir. Está, pero no del todo. Actúa, pero se vale de nosotros. No reparte frutos, sino semillas. Crece a la manera del fermento, pero deja crecer también a la cizaña. Por todo ello conviene celebrar el Adviento.

(_CARITAS/91-2.Pág. 24)