3ª CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN


WILHELM THUSING


Orden de ideas:

Toda la carta (incluso cuando no se dice expresamente) giraría en torno de la acogida o no acogida de los «hermanos» forasteros, es decir, de misioneros itinerantes que, evidentemente, han sido enviados por el «anciano», y por cuya actividad y posibilidad de trabajo está él muy interesado. En la primera parte se alaba a Gayo por su actitud con respecto a estos misioneros, y se le suplica que les proporcione todo lo necesario para su ulterior actividad. En la segunda parte, vemos que la actividad de estos misioneros constituye el verdadero punto de conflicto entre el «anciano» y Diotrefes. Y Demetrio, a quien se recomienda en la tercera parte, es -con toda probabilidad- uno de los predicadores itinerantes, tal vez su dirigente.

Estructura:

Aparte del conciso saludo inicial (v. 1) y de la conclusión de la carta (v. 13-15), podemos distinguir en ésta tres partes:

v. 2-8: elogio de Gayo y petición de apoyo en favor de los misioneros;

v. 9-10: conflicto con Diotrefes, y

v. 11l-12 recomendación de Demetrio.

ENCABEZAMIENTO Versículo 1

1 El anciano, al querido Gayo, a quien yo amo en la verdad.

He ahí el saludo epistolar más conciso que hallamos en el Nuevo Testamento. Corresponde al saludo profano corriente de aquella época. Lo específicamente joánico es la adición final: «a quien yo amo en la verdad».

CUERPO DE LA CARTA

Versículos 2-12

1. PETICIÓN EN FAVOR DE LOS MlSIONEROS (v. 2-8).

2 Querido hermano, deseo que en todo prosperes y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Me alegré mucho con la venida de algunos hermanos y con el testimonio que dieron de tu verdad, porque realmente caminas en la verdad. 4 No tengo mayor alegría que ésta: oír que mis hijos caminan en la verdad. 5 Querido hermano, obras como creyente en todo lo que trabajas por los hermanos, incluso forasteros; 6 ellos dieron testimonio de tu amor ante la Iglesia. Harás bien en prepararles el viaje de manera digna de Dios. 7 Pues por causa del Nombre salieron sin recibir nada de los gentiles. 8 Por lo tanto, nosotros debemos acoger a tales hermanos, para ser coIaboradores en la verdad.

Versículo 2: el autor desea prosperidad a Gayo «en todo». Pero ve que su petición está ya cumplida en el punto más esencial: «... así como prospera tu alma». Con esto alude, evidentemente, a que Gayo «camina en la verdad» (v. 3ss).

Versículos 3 y 4: a propósito del gozo de que Gayo «camine en la verdad» véase el comentario 2Jn 4 y principalmente a 1Jn 1,6-2,6.

Versículos 5-8: el comportamiento de Gayo hacia los misioneros itinerantes, comportamiento que aquí se alaba, no es sólo un caso específico del «caminar en la verdad», sino una indicación clarísima de cómo hay que entender de antemano esto de «caminar en la verdad»: "caminar en el ámbito de la realidad de Dios, que se revela (aletheia)», es algo que, en sentido joánico, no puede concebirse sin la cooperación en este proceso de la revelación, es decir, sin «ser colaboradores» en la verdad. Precisamente hacia este punto se endereza también, según lo entiende nuestro autor, el caminar individual ético en el amor 138. Es un caminar, que, incluso sin directa finalidad misionera, está al servicio de la misión encargada a los discípulos de Jesús.

Como en 2Jn 4s, vemos que también aquí están asociadas la alabanza y la súplica. Gayo ha hecho cosas ya en favor de los predicadores enviados por el «anciano». Pero el «anciano» quiere de él un compromiso más duradero, tal vez más intenso: debe proveer a los «hermanos» para su ulterior viaje (v. 6b). Las razones que se dan son (v. 7 y 8): los "hermanos» por el «Nombre» (de Cristo). El Nombre, aquí, como la aletheia del v. 8, es la realidad, la esencia de Dios, que en Jesús se hace nominal y puede anunciarse y ganar para su causa. «Sin recibir nada de los gentiles»: Porque no tenían nada que esperar de los gentiles (todavía no convertidos) o (más probablemente) porque, para dar más credibilidad a su mensaje, no quisieron aceptar nada de los gentiles que escuchaban el mensaje. Y, por este motivo, tienen que acudir al apoyo de los creyentes, de los cristianos que ya han creído. El v. 8 habla precisamente de la obligación de acoger a tales misioneros. La obligación nace, evidentemente, de que uno no puede ser cristiano, sin convertirse en colaborador de la verdad.
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138. Véase la importancia que, dentro de la comunidad de discípulos, tiene el amor, para la difusión de la fe en Cristo: Jn 17,20ss.
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2. CONFLICTO CON DIOTREFES (V. 9-10).

9 Escribí algo a la Iglesia; pero Diotrefes, que ambiciona el primer puesto entre ellos, no reconoce nuestra autoridad. 10 Por eso, cuando vaya, le recordaré las cosas que hace, criticándonos con palabras llenas de malicia: no contento con eso, ni siquiera recibe a los hermanos, y a los que intentan hacerlo se lo prohíbe y trata de expulsarlos de la Iglesia.

Parece que Diotrefes es un dirigente en la comunidad a la que también pertenece Gayo. Tal vez sea el presidente mismo. El «anciano» lo considera no sólo como ambicioso (v. 9: "que ambiciona el primer puesto entre ellos»), sino también como engreído por un oficio que de hecho tiene él en sus manos. Pero el «anciano» tiene conciencia de estar sobre él. Y va a pedirle cuentas (v. 10a). Tanto la carta que el "anciano» ha escrito a la comunidad y que no es aceptada por Diotrefes (como tampoco lo es la autoridad del "anciano» en general) y las palabras injuriosas de Diotrefes contra el "anciano» deben de estar íntimamente relacionadas con la conducta de Diotrefes hacia los "hermanos». Puesto que ese hombre está poniendo obstáculos a la actividad de los misioneros itinerantes enviados por el «anciano», y trata incluso de expulsar de la comunidad a los que les dan acogida, he ahí el verdadero punto de conflicto.

3. RECOMENDACIÓN DE DEMETRIO (v. 11-12).

11 Querido hermano, no imites lo malo, sino lo bueno. El que obra el bien, es de Dios. El que obra el mal, no ha visto a Dios. 12 De Demetrio testifican todos, y hasta la misma verdad. También nosotros damos testimonio, y bien sabes que nuestro testimonio es verdadero.

El v. 11 constituye una transición: tanto lo «malo» como lo «bueno» no queda aquí en el sentido abstracto de 1Jn, sino que tiene una concreción misionera o, si queremos, «de política eclesiástica».

Versículo 12: también el tema «testificar», que conocemos ya por el Evangelio de Juan y por IJn, se concreta aquí como dar testimonio «en favor de Demetrio». En este versículo (análogamente a lo que ocurre en el v. 11) ¿hay quizás un concepto de testimonio que sea inconciliable con el concepto abstracto que hallamos en 1Jn? En efecto, aquí no se da testimonio, como en el Evangelio de Juan o en la carta 1Jn, de la obra salvífica de Jesús mismo, sino -de manera aparentemente profana- se da testimonio de un individuo particular que vive en la comunidad. Esto podría ser una indicación de que no tenemos aquí el mismo autor que en Jn 19,35, sino alguien que conoce su terminología y la maneja. Pero, a pesar de todo, no es imposible que el autor del Evangelio de Juan o de la carta 1Jn haya realizado, él mismo, la concreción que hallamos en 3Jn 12. Tal imposibilidad se daría únicamente, si el autor del Evangelio de Juan o, principalmente, de la carta 1Jn, no fuera capaz de abarcar con su mirada la realidad total de la vida cristiana juntamente con sus concreciones. Me refiero principalmente a las concreciones en las que la «verdad» (aletheia) actúa como Dios que se manifiesta por medio de Jesús en toda su realidad (véase Jn 14,6). En Jn 19,35, lo mismo que en 1Jn 5,7ss, se trata de dar testimonio de la acción del Espíritu en el tiempo de la Iglesia. Y la actividad de un misionero cristiano, lo mismo que la actividad de Demetrio, pertenece verdaderamente a esa esfera. Asimismo, el testimonio de que aquí se trata, no es un testimonio que se da a partir simplemente del poder humano, sino a partir de la «verdad» misma, a partir de Jesús que actúa por medio del Espíritu Santo y que vive junto a Dios.

CONCLUSIÓN DE LA CARTA

Versículos 13-15

13 Tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero hacerlo con tinta y pluma. 14 Espero verte pronto y hablaremos de viva voz. 15 La paz sea contigo. Te saludan los amigos. Saluda a los amigos, a cada uno en particular.

La cercanía y calor personal, el deseo de encuentro y amistad de persona a persona no están en contra del servicio a la verdad, sino que encajan perfectamente en la escena y le dan un toque de calor humano. Así es, aun cuando las expresiones del final de esta carta son parecidas a las que encontramos en la carta 2Jn, y por tanto tienen cierto sabor a fórmula. Pero aun lo que se dice en la misma forma en dos cartas distintas, no tiene necesariamente que ser inauténtico.

Para la meditación de la carta tercera de Juan.

En suma, esta carta nos hace ver intuitivamente en qué consiste la participación, la comunión (koinonia) de 1Jn 1,3, la comunión con los testigos, por medio de la cual el cristiano tiene comunión con Jesús y con Dios. Y. así, la frase de 3Jn 8 de que hemos de ser «colaboradores en la verdad» es un punto de arranque, muy adecuado, para la meditación. Esta frase puede presidir toda la relación del cristiano con la tarea de la comunidad de discípulos de Jesús, comunidad de la que él es miembro. La "verdad», de la que hemos de ser "colaboradores» debe entenderse aquí, indudablemente, en el pleno sentido joánico, como la meta de Dios: la revelación vivificante de su realidad, la manifestación salvadora que Dios hace de sí mismo.

El presupuesto para poder ser «colaborador en verdad» es algo muy concreto. Podemos verlo por el contraste con el cuadro de Diotrefes: hay que hacer que pasen a segundo plano nuestra propia persona y su ambición; hay que ponerse al servicio de los otros y ayudarles en su labor; no hay que creer que sea tiempo perdido el que empleamos en ayudar a los «hermanos» que trabajan a nuestro lado en la obra en la que el amor de Dios se está comunicando a sí mismo. Precisamente así llegamos a ser «colaboradores» en la revelación del verdadero Dios, y -en último término- «colaboradores» de Jesús, que vive junto a Dios (y que vive con nosotros): de Jesús, que es la "verdad».

Esta colaboración debe hacerse magnánimamente. Nos lo está indicando la expresión un poco formal, pero llena de auténtico contenido: «de manera digna de Dios», que leemos al final del v. 6. Seguramente, el comportamiento del cristiano que es "colaborador», no se puede medir por la persona con quien colabora ni por la dignidad de ésta. Así que el único sentido que puede tener el final del v. 6 es llamar nuestra atención sobre el hecho de que Dios es distinto que cualquier hombre, y que la colaboración en la obra de Dios es muy distinta de la colaboración en la obra de cualquier hombre. El comportamiento del cristiano, en su servicio a la revelación que de sí mismo hace el amor -esa revelación que salva y rescata- debe definirse desde esta realidad misma del amor: es un servicio en favor de aquel que lo dio todo graciosamente, y a quien hay que dárselo todo en reciprocidad. Es también oportuno hacer aquí una observación con respecto al v. 11: «El que obra el bien, es de Dios. El que obra el mal, no ha visto a Dios.» Aquí se nos señala, de manera semejante a como se hizo en lJn, la íntima relación de dependencia que hay entre hacer el bien y conocer a Dios. Esta íntima conexión se da -en última instancia- sólo porque la gran ecuación joánica «Dios es amor» (lJn 4,8.16) puede y debe presuponerse como realidad. Ningún esfuerzo teórico puede conducirnos, sólo por sí mismo, al conocimiento de Dios (y, por tanto, a la comunión con Dios). Sino que únicamente podrá conducirnos a ello el obrar el bien como acción de seguir donando el amor, del que hemos llegado a ser «colaboradores».