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ARISTÓTELES
Aristóteles , vida y obras
Las
filosofías de Platón y de Aristóteles marcan actitudes netamente distintas,
cuyo profundo influjo se prolonga en la historia del pensamiento, hasta nuestros
días. Y seguirá.
Se trata de dos espíritus y dos actitudes diferentes ante la realidad. No cabe
armonizarlos, porque resulta mezcla absurda.
El esfuerzo extraordinario de Platón queda invalidado por el uso de método
equivocado y la aceptación de premisas sin fundamento. Aristóteles adopta
método diferente, basado en la realidad, que comprendió como pocas personas, y
alcanzó así valiosos resultados. Aristóteles en cierto modo retorna al
método socrático en su verdadero sentido ascendente, partiendo de la realidad
de los individuos sustanciales del mundo físico. Sobre ellos construye las
ciencias en el orden lógico hasta alcanzar, por pasos bien fundados, la única
realidad trascendente que es Dios. Revaloriza la experiencia sensible, combinada
con firme confianza en el poder universalizador de la razón, fundamentos de su
vigoroso realismo.
Platón es brillante, con lo que ha atraído a muchos. Pero Aristóteles, más
sencillo, alcanza mayor sabiduría en el conocimiento de la realidad.
Increíbles vicisitudes acompañan la influencia de estos filósofos a lo largo
de los siglos. La recuperación y entrada de las obras de Aristóteles a Europa
es un caso asombroso. Y los hombres han hecho sus preferencias a lo largo del
tiempo...
En el plano moral y político, el siglo XX se cargó de platonismo. En algún
sentido todo el comunismo y, en general, el totalitarismo pueden hallar
fundamento en Platón. Hay un afán pernicioso de que el Estado (En Platón la
Polis) sea gobernada perfectamente por hombres perfectos, lo que resulta en un
sistema inhumano: eugenésico, lleno de mentiras para poder actuar así, de
comunismo de hijos, padres, mujeres y otros bienes. De permisos para poder
casarse, tener hijos. De sometimiento a cincuenta años de enseñanza para poder
ser gobernante. Y otras cosas así de "platónicas", es decir,
aparentemente perfectas, pero irreales y deshumanizadoras.
Aristóteles discrepó de su maestro. También en el plano moral y político.
Baste recordar, en síntesis, el concepto aristotélico de la vida feliz, que
aúna ética y política, a partir del admirable carácter racional-social del
hombre: necesita de otros y disfruta con ellos y así por naturaleza vive en la
Polis: sociedad dinámica perfecta, cuya finalidad es no el simple vivir, sino
el vivir bien (la calidad de la vida), las buenas acciones, por lo que la ciudad
ha de ser feliz y próspera. Ello, por supuesto, siempre que se entienda que
[...] "es imposible que les vaya bien a los que no obran bien, y no hay
obra buena, ni del individuo ni de la ciudad, fuera de la virtud..."
Aristóteles coloca la política bajo la salvaguardia de la ética, al
establecer que la virtud es el fin y el ideal a que debe aspirar la Polis.
Conviene que el siglo veintiuno renazca aristotélicamente. El aristotelismo
mejora a los hombres. Y con él debe ir su gran seguidor, intérprete y
admirador Tomás de Aquino, que lo descubrió, tradujo e interpretó 17 siglos
después de muerto, enriqueciendo para siempre el Occidente. Juntos forman una
profunda fuerza del pensamiento humano.
Eso merece el mundo: filósofos de primera categoría.
VIDA
Aristóteles nació en Estagira (hoy Stavró). Fue hijo de Nicómaco, médico de
Amintas II, rey de Macedonia, originario de Messenia, y de Phaestis o Féstide,
procedente de Calcis (Eubea). Durante su infancia vivió probablemente en Pella,
residencia de la corte de Macedonia. Perdió sus padres siendo aún muy niño, y
quedó a cargo de su tutor, Próxeno de Atarneo, quien a los diecisiete años
(368) lo envió a Atenas para completar su educación. Ingresó en la Academia
de Platón, permanaciendo en ella veinte años, hasta la muerte de su maestro
(348-7). Las pretendidas desavenencias entre Aristóteles y Platón son
invenciones de época muy posterior. Admitiendo como posibles ligeras
discrepancias doctrinales, sus relaciones se mantuvieron dentro de la mayor
cordialidad. Platón estimaba extraordinariamente a su discípulo, a quien
llamaba "el lector" y la "mente de la escuela".
Bien fuese por rivalidad con Espeusipo, sobrino de Platón, a quien éste dejó
la dirección de la Academia, o por la exaltación del sentimiento
antimacedónico después de la caída de Olinto, instigado por la elocuencia de
Demóstenes, Aristóteles se ausentó de Atenas junto con su amigo Jenócrates,
refugiándose en Assos, en la costa de Misia (Tróade). Allí se reunieron con
otros platónicos, como Erasto y su hijo Corisco de Skepsis, constituyendo un
grupo que puede considerarse como filial de la Academia.
Permaneció en Assos tres años (347-344), entablando estrecha amistad con
Hermías, señor de Atarneo y Assos, que había logrado crear un pequeño Estado
independiente y que compartía con Filipo el ideal de una unificación helénica
para luchar contra el poderío persa. Aristóteles contrajo matrimonio con
Pythia, sobrina e hija adoptiva de Hermías, de la que tuvo una hija, a la que
puso el mismo nombre de su madre. Hermías fue derrotado por los persas y
crucificado (341). Al morir envió a sus amigos este mensaje: "Decidles que
no he hecho nada indigno de la Filosofía". Aristóteles le dedicó un
epitafio en verso.
De Assos pasó a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde permaneció en compañía
de Jenócrates y Teofrasto desde 344 a 342. En esta fecha aceptó la invitación
de Filipo de Macedonia para que se encargara de la educación de su hijo
Alejandro, que contaba entonces trece años. Con este objeto pasó a Pella y a
Mieza, consagrándose a la formación de su regio discípulo. Alejandro fue
asociado al trono en 340 y sucedió a su padre en 336, iniciando poco después
sus fulgurantes campañas contra el imperio persa (batalla del Gránico en 334).
Alejandro reedificó Estagira, destruida por Filipo en 348 y le enviaba a su
naestro material para sus estudios de Historia natural y grandes cantidades de
dinero para sus investigaciones (se cita la cifra elevadísima de 800 talentos).
Pero esas relaciones se enfriaron después de la muerte de Calístenes, sobrino
del filósofo, que acompañaba a Alejandro como historiógrafo (327), y que
Aristóteles nunca le perdonó.
Es probable que Aristóteles formase a su discípulo en los principios de la
política realista de Hermías y en el concepto de lo que la unión de todos los
griegos podría significar para una empresa común. "Si la raza helena
pudiera fundirse en un solo Estado, dominaría el mundo". Pero nunca
compartió las aspiraciones universalistas de Alejandro, considerando absurda la
fusión de helenos y persas en un plano de igualdad. Tampoco llegó a comprender
la transformación revolucionaria que implicaba el concepto imperial de
Alejandro respecto de la Polis helénica tradicional. En este sentido, la
política de Aristóteles, basada en el antiguo concepto de Estado-Ciudad, queda
retrasada respecto de la nueva modalidad política que se acaba de iniciar.
Terminada su misión educadora con Alejandro, regresó Aristóteles a Atenas,
tras breve estancia en Estagira (336-335). Abrió escuela propia en unos
terrenos fuera de las murallas, al lado opuesto de la Academia, entre el monte
Licabeto y el río Ilisos, en las proximidades de un templo dedicado a Apolo
Likaios, de donde recibió el nombre de Liceo (Lykeion). Bien fuese por estar
dotada de un paseo o por la costumbre de enseñar paseando, fue designada con el
calificativo de Peripatos, y sus escolares, "peripatéticos".
Aristóteles organizó la enseñanza dando clases matutinas para sus discípulos
y vespertinas para un público más amplio. Después de su muerte el Liceo fue
ampliado bajo Teofrasto, con nuevos terrenos cedidos por Demetrio de Pháleron,
con dos pórticos cubiertos y jardines (310). Más tarde fue saqueado por Filipo
V de Macedonia en el año 300 y arrasado por Sila en 86 antes de Jesucristo.
Al morir Alejandro (13 de julio de 323) resurgió en Atenas la hostilidad contra
el partido macedónico, instigada por la elocuencia de Demóstenes. Aristóteles
fue acusado por Demófilos de macedonismo y asebeia. Tal vez se unió a esto la
rivalidad de los académicos y de los discípulos de Isócrates. Para evitar
mayores males, se retiró a Calcis (Eubea), donde poseía una finca heredada de
su madre. Al salir de Atenas dijo irónicamente que no quería que los
atenienses pecaran por segunda vez contra la Filosofía. Murió al año
siguiente de una enfermedad de estómago (322).
Se conserva su testamento, en que ordena dar libertad a sus esclavos y que su
cuerpo fuese sepultado junto al de su primera mujer. De su hetaira Herpyllis,
con la que estuvo unido legalmente, aunque no por matrimonio, tuvo a Nicómaco,
que murió muy joven en la guerra. A los estudios de F. Etudniczka se debe la
identificación, con bastante probabilidad, del retrato del filósofo.
OBRAS
Las viscisitudes un poco novelescas de los escritos de Aristóteles las
conocemos por Estrabón y Plutarco. Al morir Aristóteles legó su biblioteca a
Teofrasto. Este, a su vez, a Neleo, hijo de Corisco, el cual la llevó consigo a
su patria, Skepsis de Ida, en Asia Menor. Pero por temor de que se apoderasen de
ella los emisarios del rey de Pérgamo, la ocultó en una cueva, donde
permaneció hasta que en el año 100 antes de J.C. fue adquirida por el rico
coleccionista Apelicón de Teos. Este la trasladó a Atenas, donde se apoderó
de ella Sila, en el año 86, llevándola a Roma como botín de guerra. Su hijo
Fausto la vendió en el año 55 para pagar las deudas de su padre. El gramático
griego Tiranión de Amisos (s.I) se encargó de restaurar los manuscritos, muy
deteriorados, e hizo una primera edición. Poco más tarde hizo otra más
correcta, con la ayuda de Andrónico de Rodas, décimo escolarca del Liceo (h.70
a.J.C.), que ordenó los escritos de Aristóteles, distribuyéndolos por orden
de materias. (Cf.Dióg.Laer.,V 52.)
Los más reconocidos eruditos han efectuado importantísimos trabajos sobre las
obras de Aristóteles que muestran innumerables aspectos del mayor interés.
Además de esas vicisitudes de las obras aristotélicas que "han
llegado" a la posteridad, la investigación de muchos eruditos ha mostrado
que solo han quedado fragmentos o apenas referencias de gran cantidad de obras
que, según algunos, constituyen la parte más auténtica de la labor personal
de aristóteles. El número de tales obras perdidas asciende a veintitrés. Hay
además unas dieciséis obras que fueron consideradas como apócrifas y que
algunos estudiosos de nuestro tiempo estiman ser auténticas obras
aristotélicas.
Es simpática la anécdota del Califa de Bagdad, Al-Mamún, siglo IX,
responsable de Dar al-ilm (La casa de la ciencia), y la aparición de
Aristóteles que le pidió traducir sus obras al árabe, lo cual hizo, y que
resultó ser el camino para que luego, mediante la cultura musulmana, pasaran
del árabe al latín y así llegasen al Occidente, al que conmovieron
profundamente dejando por siempre su impronta en ella.
Aristóteles murió en Calcis en el año 322.
Uno de los aspectos más interesantes relacionado con Aristóteles ha sido lo
relativo a la autenticidad y cronología de sus obras. Los más eminentes
eruditos participan en este análisis lleno de sabiduría y rigor, del que solo
menciono en breve aspectos sustantivos.Se creyó por muchos siglos, durante la
Antigüedad, la Edad Media y hasta el último siglo, que en Aristóteles no se
había dado ninguna evolución a lo largo de su vida (opinión de E. Zeller).
Algunas incongruencias de su pensamiento se explicaban fuera negando la
autenticidad de algunas de sus obras o tratando de hacer compatible la
diversidad de pensamiento entre una y otra de sus obras.
Fue W. Jaeger quien escribió la primera obra fundamental, científicamente
hablando, en la que se afirma y determina la evolución del pensamiento de
Aristóteles. Ese respetable autor distingue, así, tres períodos en la vida
creadora de Aristóteles:
PERÍODO DE LA ACADEMIA (hasta el año 347)
PERÍODO DE LOS VIAJES (del año 347 al 335)
PERÍODO DE MADUREZ (del año 335 al 322).
Jaeger demuestra claramente el desarrollo paulatino del pensamiento de
Aristóteles y asigna las obras suyas a cada uno de los períodos mencionados.
El sentido más importante de la evolución o desarrollo del pensamiento
aristotélico, según Jaeger, sería: desde el pensamiento de su maestro Platón
hasta las propias y características posiciones aristotélicas.
En el tercer período mencionado (el de madurez) Aristóteles considera como
ciencia real más bien la investigación experimental; sin embargo, esto no ha
de entenderse (como hacen algunos) como si Jaeger quisiese afirmar que
Aristóteles hubiese abandonado en el tercer período la Metafísica
dedicándose exclusivamente al estudio de las ciencias experimentales, sino más
bien en el sentido de que Aristóteles modificó su concepto de la Metafísica:
originalmente su objeto era el ente supersensible, pero posteriormente el ente
en cuanto ente, lo que calzaba mejor con la actitud empírica del tercer
período.
Otros autores, aunque reconocen el valor extraordinario de los trabajos de
Jaeger, sin embargo no aceptan por muy fundados motivos algunas de sus
conclusiones y planteamientos. Estudios más recientes muestran que la génesis
y la composición, por ejemplo, de los tratados didácticos de Aristóteles, es
algo más complicado de lo que Jaeger suponía; que en consecuencia algunos
puntos de la cronología deben corregirse. Asimismo, A. Mansion corrige ciertas
aseveraciones sobre los libros de la Metafísica. Respecto de la evolución del
pensamiento aristotélico, muestra que la continuidad de su pensamiento es más
importante que la diferencia a través de sus obras.
Respecto, por ejemplo, de la psicología de Aristóteles, F. Nuyens en su obra L’évolution
de la Psychologie d’Aristote, al estudiar la relación del alma y del cuerpo
en los diversos períodos y obras de Aristóteles, distingue tres momentos bien
definidos así:
PERÍODO PLATÓNICO (antagonismo dualista, por ejemplo el Eudemo);
PERÍODO DE TRÁNSITO (se da natural colaboración del alma y del cuerpo, rige
en su pensamiento un instrumentalismo vitalista);
PERÍODO DE MADUREZ (el alma es forma del cuerpo, comienza a existir con el
cuerpo y perece con él; en el primer período, por lo contrario, el alma era
independiente del cuerpo e inmortal).
Un desarrollo similar puede notarse respecto del Nous (inteligencia):
en el primer período el Nous pertenece al alma y es inmortal;
en el segundo período el Nous y el alma existen separados y el Nous es
incorpóreo;
en el tercer período el Nous no pertenece al alma, sino que viene de fuera, es
inmortal e inmaterial.
Se pueden señalar diversos puntos de discrepancia entre los eruditos
aristotélicos, pero ese no es el propósito principal de este escrito. Baste lo
dicho para sustentar la opinión de que muchas cuestiones fundamentales del
pensamiento aristotélico han venido a conocerse más de dos mil años después
de su muerte, gracias a filólogos y críticos de primera magnitud que han hecho
posible saber hoy más de Aristóteles, de lo que se supo en siglos anteriores.
LISTA DE OBRAS DE ARISTÓTELES SEGÚN ORDEN CRONOLÓGICO
Del período inicial, que coincide prácticamente con la primera estancia suya
en Atenas, hasta el año 347:
Dos diálogos: Eudemo (o Sobre el alma) y Protréptico. Tópicos; Elencos
Sofísticos; quizá Las Categorías (probablemente obra auténtica), La Física
(con excepción del libro VIII) y algunos otros pequeños opúsculos físicos
(Sobre el cielo, Sobre la generación y la corrupción).
Del período de los viajes (del año 347 al 330, más o menos) - viaja a Assos,
a Pella, y permanece en Atenas unos años por segunda vez:
Historia de los animales - y algunos pequeños opúsculos sobre los animales.
Pequeñas obras sobre los seres naturales.
Los analíticos primeros y postreros.
Sobre la Filosofía.
Parte de los libros de Metafísica.
Ética Eudemo y Ética a Nicómaco.
Parte de la Política.
Período último (cerca del año 330 al 322 o 23), que son los últimos años de
su estancia en Atenas:
El resto de la Política.
El resto de las pequeñas Obras sobre los Seres Naturales.
El resto de los libros de Metafísica.
El libro VIII de La Física.
Sobre el Alma libro III.
Sobre la Interpretación.
Algunos breves opúsculos sobre los animales.
Retórica.
Ha de tenerse presente, vista la muy erudita discusión de los expertos sobre el
particular, que la cronología de las obras de Aristóteles aún puede ser
corregida y que los límites entre los períodos de su vida creadora todavía no
están definitivamente establecidos.
Existe una larga polémica erudita sobre el punto de la autenticidad de las
obras de Aristóteles, la cual dejaré de lado en gracia de la brevedad. Baste
citar que según J. Zürcher solamente del 20 al 30% de todo el corpus
aristotelicum (conjunto de obras atribuidas históricamente a Aristóteles) han
tenido por autor a Aristóteles. Según Zürcher, las demás obras deben
atribuirse al famoso discípulo de Aristóteles, Teofrasto. Solamente los
diálogos, obra de su juventud, y algunas otras pocas obras pueden considerarse
como auténticamente aristotélicas. Según J. Zürcher, Aristóteles
permaneció platónico toda su vida.
Por supuesto que otros han refutado parcial o totalmente las bases de la
argumentación de Zürcher, pero el problema permanece, lleno de mucho interés.
Considérese que las Obras completas de Aristóteles se consiguen hoy con
facilidad, con toda esa riquísima información, lo que era imposible hasta el
siglo XIX. Ante este portento de la investigación es que se puede bendecir a
los filólogos y eruditos de gran espíritu de trabajo. Y no tanto a mucha gente
de hoy que critica a aquellos, pero que no da una obra ni siquiera aproximada a
la suya. Porque ese trabajo de búsqueda de textos, en griego, siríaco, árabe,
latín... de determinación de autenticidad, de estudio comparado, de uso
inteligente de argumentos filológicos, de comprobación de autenticidad a
través del uso del método histórico-genético, etc., ha permitido saber mucho
y bien, no solo sobre Aristóteles, sino sobre casi todos los grandes de la
Antigüedad.
Por ello llena de gusto tomar entre las manos estos tres tomos:
Aristotelis Opera I Ex recensione Immanuelis Bekkeri, hasta la página 789
Aristotelis Opera II (continúa la paginación del I Tomo), hasta la página
1462.
Todas las obras de Aristóteles en griego, precedidas de completa información
sobre fuentes y referencias importantes. Además: Bonitz, H., Index
Aristotelicus, 2ª. Ed., 1955, 876 páginas. Constituye una ayuda inestimable
para penetrar en el tesoro aristotélico.
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Extracto del artículo "Aristóteles" del profesor Guillermo Malavassi-Vargas publicado en Revista Acta Académica, Universidad Autónoma de Centro América.
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